Mi viaje por Zimbabwe 7

El final

En mi cautiverio por fin vi a Jane.

-¿Cuándo me sacaras de aquí? ¡Quiero volver con mi familia!

-¿Qué familia? – dijo Jane riendo

Alfonso no entendía lo que quería decir, pero Jane le lanzó algo, un anillo, se le encogió el corazón al ver que era el anillo de boda de Alba, espantado, miró a Jane que sostenía una larga cabellera rubia, la de su esposa.

-¿quieres saber como me fue el viaje? Muy bien, me encontré con tu mujer, una chica guapa, la seguí hasta su casa y esperé a la noche.

A medida que me contaba la historia me puse nervioso ¿Qué le había pasado? ¿Qué le había hecho?.

-traje unos cuantos negros conmigo, entramos por la fuerza en tu casa, ella tenia un pijamita muy sexy, la agarramos, no veas como se resistía la muy puta, cuando le mostré a sus hijos bajo el filo de mi machete, le dije me perteneces, se volvió mansa como una gatita.

-no, ¡ESTAS MINTIENDO!

-no veas lo obediente que fue, le ordené que bailara y vaya si bailó, le dije que se quitara la ropa mientras bailaba mientras le ponía la música de nueve semanas y media ¿te digo como fue su striptease?

-¡CALLATE! ¡CALLATE! ¡CALLATE! – dije desesperado.

-baile con ella, que suave era, sus caderas, sus pechos, sus muslos, mis manos la exploraban con sensualidad mientras ella lloraba, no podía dejar de bailar, lo hacia por sus hijos, por esos pequeños mocosos, saque mi machete y empecé a cortar sus ropas mientras mis hombres gritaban eufóricos, le corté el camisón del pijama, sus pechos firmes bailando al compás de su baile enloqueció a mis negros, deseando follarla con ganas, luego sus pantalones de pijama, tenia unas bragas muy sexys, unas bragas que corté, que lindo pubis tenia.

Me tapaba los oídos para no oír lo que me decía, pero la oía, oía a la muy puta.

-me decía que parase, que tenia dinero, que podía llevarse lo que quisiera pero que les dejara en paz, yo le dije que lo quiero todo, mientras le lamia el oído y la penetraba con mis dedos ¿sabes como se la follaron?

-¡CAAAALLLAAATEEEEEEEEEE! – grité llorando.

-ordene a mis hombres que trajeran todas las fotos tuyas y las pusieran en circulo en el suelo, mirando al interior, pusimos a tu mujer en ese circulo, el puto bebé lloraba como loco, ella me suplicó que la dejara que le diese de comer, yo me fui y los gritos cesaron, con mi machete manchado de sangre.

-NOOOOOO, ARTUROOOOOOO – grité llorando.

Ella se lanzó sobre mi loca de rabia, pero mis negros eran más y más fuertes, pero se resistía como una leona, hasta que le enseñé a su hija con mi filo apuntando a su cuello, entonces, la leona se convirtió en una gatita, una gatita mansa y mis negros se pusieron sobre ella, uno a uno la llenaba de su polla ¿te lo imaginas? Ella llorando mientras mis negros hacen cola para follarla y mire por donde mire, había una foto tuya, observándola ¿Qué crees que pensó? ¿Se sentía culpable? ¿Se sentía sucia?

Yo golpeaba los barrotes lleno de rabia, quería alcanzar a esa puta, romperle los dientes y cortarla en rodajas con su propio machete.

-que puta era tu mujer, llegó a meterse dos falos en su coño, uno en su culo uno en su boca y les pajeaba a otros dos, todo con tus fotos mirándola ¿te pusiste cachondo? Cuando terminamos, degollé a tu hijita, delante de ella, entonces, no estaba rabiosa, no lloró, simplemente murió, su corazón dejó de latir cuando vio el cuerpo inerte de tu hija, nos fuimos todos con una sonrisa en la cara.

-¡TE MATATE! ¡TE MATARE! ¡JURO QUE TE MATARE! – decía yo llorando de rabia.

-mañana es el ritual, quiero que intentes matarme, con energía guerrera ¿sabes lo que le ocurrió a la hermana de tu “amante”? con cada país y ciudad que pasaba, tenia que pagar peaje a las autoridades locales, abriéndose de piernas, pero en el desierto, ella se mostró débil, la abandonamos allá, sola, sedienta, sin esperanza ¿estaría viva cuando los buitres se dispusieron de su carne?

Caí de rodillas llorando, pensando en mi familia muerta, nunca volveré a abrazar a mis hijos, nunca volveré a coger de la mano de mi esposa, nunca debí venir aquí, debí invitarla a ir conmigo a Paris, ella le hubiera encantado ver la ciudad desde la torre Eiffel, ahora…

Ahora…

Llore, toda la noche llore.

Al día siguiente, no era yo, las puertas se abrieron, mi carcelera me dijo que era la hora, que le guardase mis fuerzas para pelear con Jane.

Lo único que me quedaba era la venganza.

Mi compañero estaba ahí, en la arena, tan abatido como yo, debía amar mucho a su hermana.

Allí abriendo a un toro con un cuchillo de combate, el toro se movía enloquecido por el dolor hasta que Gainsborough le sacó su corazón, su corazón sangrante, se lo puso sobre ella, sintiendo la sangre caer y resbalarse sobre su desnuda piel, después de ducharse en la sangre del animal, caminó hacia nosotros, entrando en el ring, totalmente desnuda, vestida con la sangre del animal mientras empezaban los canticos.

-bien chicos, mostradme a vuestra bestia.

Ambos intentamos conectarle un puñetazo, pero ella se agachó y con sus puños nos golpearon los testículos, huelga decir que fue lo más doloroso de toda mi vida.

-venga chicos, vuestras hembras duraban más – decía Jane burlándose.

Intenté conectarle un puñetazo, pero ella me esquivó y golpeó mi articulación interna que unía mi brazo con el antebrazo, forzándola a moverse y golpeándome en la nariz con mi propio puño, mi compañero intentó agarrarla, pero ella, rápidamente se deslizó por entre sus piernas y antes de que mi compañero se girara, Gainsborough se levantó y le golpeó con fuerza su espalda con una patada tirándolo al suelo.

Yo cogí un puñado de arena e intenté lanzar un puñetazo con mi otro brazo, pero en el ultimo momento, le tiré arena en los ojos, dejándola ciega, entonces conseguí golpearla en la mandíbula, intenté golpearla otra vez, pero ella me respondió con un cabezazo en mi puño.

Note como los huesos de mi mano crujían, noté un golpe fuerte en mi pierna, sentía como mi fémur cedía, vi que había golpeado con su pie a mi pierna, usando ese pie para impulsarse, me golpeó en la mandíbula con su otra pierna, saltándome unos cuantos dientes y notando como mis propios incisivos seccionaban la punta de mi lengua.

Caí al suelo, el otro tipo intentó golpearla, pero ella le golpeó con su puño en sus costillas, luego con su pie golpeo con todas sus fuerza la rodilla derecha de mi compañero y luego le dio un cabezazo en la nariz, derribándolo, nos debatimos entre la consciencia y la inconsciencia, arrastró al hombre de color hasta mi lado y se puso sobre nosotros.

Sus manos empezaron a pajearnos.

-venga, dadme vuestra energía guerrera para ser invencible – decía Gainsborough.

Sus manos eran hábiles, despertaban nuestros vigores, pero yo no iba a darle la satisfacción, no después de que mi esposa muriera en sus manos de puta, me concentraba en que no se levantase e intenté golpearla, pero apenas tenia fuerzas, ella me respondió apretando mi pierna, el sitio donde me golpeó, el dolor era insoportable.

-tienes el fémur con fisuras ¿quieres que te lo fracture?

-no sacaras nada de mi, puta – dije escupiéndola.

Ella se paro un momento al recibir mi escupitajo, lo cogió y lo saboreó.

-entonces, tendré que usar otros métodos ¡traedlas! – dijo Gainsborough.

Entonces dos chicas trajeron dos arañas.

Dos viudas negras, dos arañas negras con una mancha roja, nos las pusieron para que nos mordieran.

No me importaba, nada me importaba, sentía su veneno recorriendo mi sistema, el dolor de mis músculos abdominales paralizándose, era muy doloroso, pero vi que nuestros falos empezaban a tener una descomunal erección.

Gainsborough empezó a tocarnos, a masturbarnos, no podíamos movernos, estábamos paralizados, sus manos agiles nos mezclaba el dolor de nuestros músculos con el placer de nuestros sexos.

-siiiiii, dádmela, dadme vuestra energía.

-yo no quería, no quería, pero al final eyaculé, eyaculé al mismo tiempo que mi compañero, bañando el cuerpo rojo de Jane que recibía nuestro semen con deseo.

Yo lloré, Jane había vencido, me lo había quitado todo, mi mujer, mis hijos, quería mi muerte, quería morir y estar con mi familia.

Desperté en un hospital de la capital, lamenté que sobreviviera a la picadura, pero tras las primeras curas me llevaron a España, a medida que viajaba, solo imagine una cosa, la forma de vengarme de esa puta.

Pero al salir del avión, vi algo imposible.

Mi mujer, con los cabellos cortos, pero era mi mujer, con mi hijo Arturo en sus brazos, con mi hija Isabel abrazada a su pierna.

Me levanté de la silla de ruedas para abrazarlos, pero me caí al suelo, todos acudieron a ponerme en la silla.

-¡¿estas bien?! Esposo – preguntó mi esposa.

-no estáis muertos, no estáis muertos, no estáis muertos – dije llorando mientras abrazaba a mi mujer.

En el hospital, ella me visitaba, pero evitaba la mirada, como avergonzada.

Temía lo peor.

-¿Jane te fue a ver a tu casa? – dije temeroso.

-no, yo… la conocí en la plaza, le indiqué que camino tomar a un sitio y ella me invitó a ir al hotel con ella, entonces, una cosa pasó a la otra y… hice el amor con ella – dijo con dudas.

-¿te ha hecho daño? ¿Ha hecho daño a nuestros hijos?

-noooo, pero…. Sentí mucho placer con ella, yo…. ¡lo siento! ¡Incluso le dije que me divorciaría de ti para casarme con ella! ¡Que me llevaría a nuestros hijos! ¡Debes pensar que soy una puta! ¡Abandonarte por la que te hizo esto!

Yo la abracé con fuerza, me dolía el cuerpo una barbaridad, pero la abracé.

-¿pero no te ha hecho daño?

-no, ninguno.

-eso importa, es lo único que importa, cuando me contó la manera con la que os mató, no quise creerlo, pero cuando vi tus cabellos en su mano, quise matarla, matarla y luego morir, yo…te juro que las próximas vacaciones iremos donde quieras, donde quieras, Londres, Paris, Venecia ¿reservo los billetes ahora? No quiero separarme de ti ni de nuestros hijos, no quiero.

Los labios de Alba me besaron interrumpiéndome.

Un año después me recuperé del todo, íbamos de fin de semana paseando por la ciudad, nos tomamos un batido con nuestros hijos en la heladería, pero una figura negra se sentó a nuestro lado.

Mi rostro se volvió blanco como la muerte, era Jane, Jane Gainsborough, llevaba dos bebés, uno varón y otro mujer.

-saludos, familia ¿puedo sentarme?

-¿Qué haces aquí? –dije con miedo.

-cumplir con la petición de Jazmín, ¿la recuerdas?

Si, la recordaba, su semblante triste, sus ojos vacios.

-¿Cómo está?

-muerta, pero no te sorprendas, ya estaba muerta cuando la conociste, es lo que tiene ser niña guerrera, pero no murió por las minas o las balas, murió por un parto difícil.

La escuché con atención.

-me contaron lo tuyo con Jazmín, ella quería que algo de ella pudiera escapar de ese infierno y tu fuiste su llave, dejó que la preñaras y me pidió que te lo diera, para que tuviera una oportunidad, una oportunidad de ser feliz.

-l-lo lamento por Jazmín, pero, me quedare con el bebe para alejarlo de tus enfermas manos.

Jane  me entregó a la niña, cielos, era tan mona, tan frágil.

-antes de morir, la tuvo en sus brazos, nunca la vi tan feliz, me pidió que la llamara Esperanza, buen nombre para su situación – dijo Jane.

-¿y ese otro bebé? – preguntó Alba.

Jane miró amorosamente a Alba y dijo.

-mi hijo y el de tu marido, cuando lo concebimos, pensábamos en ti, yo pensaba en la forma de someterte en mi lecho y seguro que tu marido se excitaba imaginándolo, se llama Shaka, en honor al gran guerrero, ahora he de irme, cuidad de Esperanza, Jazmín… era una soldado leal.

-sobre… aquella chica – pregunté.

-esa, ah, tuvo un hijo negro, no lo soportó, lo entregó al orfanato antes de suicidarse, una pena, tenia un coño insaciable, bueno, me ha alegrado verles, sobretodo a ti Alba, espero que volvamos a vernos.

-espero que no – dije.

Me tranquilicé al ver como se iba, abracé a mis hijos y a Esperanza con temor, pero miraba a mi esposa, ella, veía a Jane, como si de un amante que se fuera de su lado.

Tres años después.

Alba abría un paquete anónimo, Alfonso y sus hijos se habían ido a pasar unos días en eurodisney, pero ella tenia trabajo.

Al abrirlo, vio collares, perlas y piercings de diamantes, junto con aceites y productos de belleza, entonces supo que significaba.

Preparó un gran banquete que puso en la mesa, luego se desnudó completamente, llenó la bañera y se tomó un largo y relajante baño con las sales y los aceites, se miró al espejo y se perfumó, decidió afeitarse el pubis.

Luego se puso las joyas, las pulseras de sus manos, de sus pies, el collar del cuello, el collar de sus caderas, los piercins en sus pezones y se arrodilló a la puerta.

Algo forzaba la puerta, ella no tenia miedo, esperaba con impaciencia.

Al abrirse la puerta, se vio la figura de Jane Gainsborough.

-tengo hambre – dijo Jane.

-la mesa está servida – dijo Alba sumisa.

-no quiero comida, tengo hambre de mujer, hambre de ti – dijo Jane relamiéndose los labios.

Alba se recostó y abrió sus piernas diciéndole.

-sírvete, leona mía.