Mi viaje de placer (4): al regreso y final
Después de un interesante día de campo llegamos a comer unos maríscos ahí encotramos mucha mas acción y placer.
Mi viaje de Placer 4: El regreso y final
Cuando regresamos de nuestro agradable paseo empezaba a llover, Carlos nos dijo que podríamos guarecernos y comer en el restaurante de su hermana viuda. Así decidimos ir mientras la lluvia arreciaba aunque no se sentía realmente fría.
Al llegar encontramos a tres hombres, que resultaron ser conocidos de Rubén. Después de las consabidas presentaciones nos sentamos en la misma mesa. Empezamos a beber no sólo cerveza sino varios de los licores típicos de la zona que Carlos nuestro lanchero acercó a la mesa. Comimos una sopa de pescado y mariscos cocinados por la hermana de Carlos, todo muy sabroso.
El sitio era uno de esos clásicos restaurantes de pueblito cuatro mesas largas con bancos alrededor para que se sienten las personas, como es una zona de mucho calor no tenía ventanas sino que los claros entre las columnas y la pequeña barda estaban cubiertos con unos plásticos que se desenrollaban desde arriba para evitar que la lluvia entrara, en uno de los extremos había una vieja mesa de billar.
Como la lluvia no cesaba seguimos bebiendo y charlando, Celia, que así se llamaba la hermana de Carlos decidió llevarse a sus niñas e irse a su casa que quedaba unas cuaditas más allá.
La bebida y los chistes subidos de color hacían que el ambiente se cargara de energía sexual. El chico que estaba junto a mi no cejaba de tratar de verme los senos aprovechando que no tenía brassiere debajo de la camiseta que me había puesto al regresar del paseo. Ya un poco ebria le dije
¿Me quieres ver las tetas?
Si contesto Luís que era su nombre además de ser el más joven de los tres hombres
Bien te apuesto en un juego de billar, si tu ganas me quito la camiseta y me las ves -
¿y si pierdo?
Pagas otra ronda para todos ¡Verdad Carlos!- Carlos asintió desde la cocina convertida en bar.
Lo que Luís no sabia es que por alguna razón yo soy muy buena jugando billar, en casa de mis padres había una mesa en la que aprendí. Cuando estaba en secundaría me divertía quitándoles algo de dinero a los amigos de mi hermano mayor.
Así que jugamos y gané obligándolo a pagar otra ronda que se acumuló a lo mucho que ya habíamos bebido. Arturo, quien era el jefe de Luís Se incorporó tambaleándose por el alcohol y diciendo que él si era bueno para el billar y que él no perdería con una mujer.
Le dije que quería apostar, él dijo
Lo mismo
No, es mucho alcohol contesté Tu me quieres ver las tetas ¿No?-
Pos si, la verdad es que estas muy buena -
¿Por qué los hombres siempre quieren que nos encueremos y ellos no? dije yo - Si te gano tu te encueras y nos muestras tus verg üenzas Luego Dije - ¿Estas de acuerdo Prude? -
Prude tenía los ojos entornados, como si estuviera a punto de dormirse, yo pensé que sería por que se sería por la bebida y el cansancio del viaje, pero cuando vi bien Roberto, el tercero de los hombres tenía su mano metida en el pantaloncillo de Prude y seguramente acariciaba sus partes sensibles.
Jugué pues con Arturo, sin dejarle siquiera oportunidad para tomar el taco, lo cual causó risas entre sus amigos. Arturo apenado tuvo que quitarse los pantalones y dejar su herramienta flácida al aire.
Comenzamos entonces a jugar Cartas, con apuestas de prendas, Carlos se incorporó con nosotros. José y Rubén se habían quedado dormidos sobre la mesa por lo que tomamos otra de las mesas del restaurante mientras afuera la lluvia continuaba. Prude se encontraba bastante ebria y rápidamente perdió la poca ropa que tenía, Roberto aprovecho su condición y le apostó una cogida, Prude perdió la mano y tuvo que acceder, se fueron a la mesa de billar en la que ella le dio una mamada fantástica para que la pija se le pusiera como tranca de burro, bien dura, y luego ambos se subieron a la mesa en la que mi amiga empezó a cabalgar esa bien dura reata ante la emoción de todos y la preocupación de Carlos por su mesa de billar.
Seguimos jugando y yo aún conservaba mi camiseta y mis braguitas cuando Arturo Dijo
-Bueno a ti no hay como verte la chichis-
Sólo pídelo- le conteste
¿Si?- dijo sorprendido
Claro, no me lo haz pedido-
-¿Podríamos verte las tetas?- Dijo amablemente
Levanté mi camiseta y mis pechos con sus pezones de color marrón claro quedaron al aíre y entonces dijo Carlos
-¿y si te pido que me la mames lo harías?-
-Claro- contesté levantándome de la mesa y dirigiéndome a él con paso inseguro por la cantidad de alcohol que había yo bebido.
Me senté abriendo las piernas en el banco que servía de asiento a la mesa y empecé a chuparle el pene. Luego tomé la botella de una crema de vainilla que Carlos había dejado sobre la mesa, vacié parte de su contenido sobre el erecto pene de Carlos. El espeso líquido escurrió lentamente cubriendo el glande, el tallo y llegando hasta el escroto de Carlos.
- Bueno comamos huevos con vainilla - dije mientras chupaba el licor de los huevos de quien fuera nuestro lanchero, para luego recorrer con mi lengua todo su miembro con una lentitud y suavidad que lo hizo cerrar los ojos y ver las estrellas.
Luís había ido donde Prude y seguía siendo cogida por Roberto, ambos estaban tan excitados que lo invitaron a unirse a ellos. Roberto se acostó sobre la mesa de billar y Prude se puso en cuatro patas arriba de él, Luís entonces empezó a meter un dedo en el culo de mi compañera y luego dos, lo que provoco los gemidos de placer de ella, quien para no perder el tiempo chupaba la verga de Roberto. Cuando el ano de ella estuvo dilatado se colocó en posición para penetrarla, ella entonces colocó la píja de Roberto en la entrada de su vagina y ambas trancas entraros cuidadosa y simultáneamente en su cuerpo, lo cual le produjo un placer enorme a juzgar por los gemidos de placer y sus gritos:
- Eso, cómanme, háganme gozar, vamos sigan .-
No se si sus gritos despertaron a Rubén o fue algo mas, pero éste se despertó sólo para ver a Prude disfrutando con la doble penetración como una autentica zorra.
Mientras tanto Arturo, Carlos y yo habíamos iniciado nuestra orgía particular, Arturo se acostó sobre la mesa con su verga bien parada y me penetró por el culo (por supuesto haciendo que mi ano se relajara previamente), mientras Carlos se dedicó a comerme la concha empezando por una rica chupada de mi clítoris para luego penetrarme con uno, dos y finalmente los cinco dedos, antes de meterme su bien dotada tranca.
Yo disfrutaba la doble penetración, particularmente cuando ambos tomaron ritmo juntos y parecía que estaban a punto de venirse al mismo tiempo, tuve no uno sino tres orgasmos. Entonces José despertó aún mareado por el alcohol se acercó y se subió a la banca que servía de asiento y dobló las rodillas. Su parcialmente erecto pene quedo cerca de mí, yo lo alcancé con mi mano y completé la erección con un par de sube y bajas, después ambos nos estiramos cuanto pudimos y el logró introducir en mi boca su instrumento.
Yo no daba crédito estaba teniendo una triple penetración, los cuatro estábamos totalmente entonados y prácticamente nos venimos al Mismo tiempo. Carlos se vino en mi cuca, Arturo en mi culo y José en mi boca. Mis tres agujeros no pudieron retener tanta leche y me salía por los tres.
De igual manera Prudencia, Luís y Roberto terminaron al mismo tiempo con un sonoro orgasmo de los tres.
Cambiamos entonces Luís y Roberto me cogieron a mi y Carlos, Arturo y José hicieron las delicias de Prude. Todos estábamos cansados pero al menos yo llegue a otro orgasmo, aunque la verdad no pude saber si me habían dejado mas leche en mi interior pues si así fue se confundió con el que tenia de la primera cogida.
Todos nos veíamos unos a otros, sudorosos y extenuados pero muy contentos. Tomamos una última copa y recogimos algo de nuestra ropa sólo para taparnos y llegar al auto todavía en medio de un buen aguacero. Rubén manejó hasta el hotel sin mencionar palabra, al llegar al hotel nos escurrimos aprovechando la oscuridad de la noche.
Al día siguiente Rubén nos dijo que había hablado a su trabajo y que tanto José como él tenían que regresar, Prude y yo sólo nos miramos y los acompañamos a tomar el autobús, ella y yo nos quedamos todo el fin de semana, porque después de todo también necesitábamos descansar. El lunes siguiente nos regresamos a adoptar nuestras vidas como serias y cumplidas mujeres de negocios.
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