Mi viaje a Londres

Viaje memorable. Primer día: dos polvos con chicas distintas.

En aquella época de mi vida tenía la cabeza hecha un lio. Disfrutaba de mi primer trabajo y ganaba un buen sueldo. Después de la universidad veía compensado mi esfuerzo y sentía que el mundo empezaba a sonreír para mí.

Demasiado pronto me eche novia y de pronto me vi “demasiado encarrilado”, yo quería disfrutar mucho más de mi libertad y mi soltería ahora que tantas cosas me eran favorables. Ante la confusión quise tomarme una semana libre y a solas para ordenar mis ideas lejos de mi ambiente habitual y de mis amistades.

Me apunte a un viaje barato en autocar; salida: Madrid y destino Londres, especialmente pensado para gente joven y con pocos medios.

En la primera parada de descanso a la altura de Burgos tomamos contacto unos con otros mezclando las procedencias y perfiles de los que componíamos la expedición.

Los que nos sentábamos cerca en el autobús cerca constituimos un grupo que pronto se consolidó de forma  estable, íbamos juntos a todos los sitios. Lo constituíamos: una pareja con un año de matrimonio y el hermano de ella, una pareja de esas que son eternamente novios y dos amigas que se juntan para no ir solas y yo mismo.

La suma de mujeres y la suma de hombres quedaba bien equilibrada, todos podíamos estar bien emparejados con lo que enseguida nos reconocimos como posibles compañeros de viaje. Todos los componentes del grupo teníamos entre veinte y veinticinco años, éramos alegres y con ganas de conocer mundo.

Las dos amigas, sevillanas por cierto, eran como la noche y el día. Una era pequeñita e inteligente, de conversación resuelta y de ideas claras. Su intención era visitar los museos de Londres para ver por fin todo lo que salía en los libros, pinturas, obras de arte antiguas, minerales, etc.

La otra era “el cuerpo”, con la cabeza llena de pájaros, simple como ella sola y bastante pija. Creo que su especialidad era seducir y volver lelos a todos los hombres que hubiera a su alrededor.

Con disimulo pero con toda la intención después de la parada para cenar en San Sebastián, Paco el otro soltero ya se sentó con Carolina, la tia buena. La “pequeñita listilla” quiso sentarse conmigo, y así quedaron constituidas las cuatro parejas para pasar una larga noche en autobús hasta Cale.

Por la mañana Carolina y Paco estaban contentos como niños pequeños, los demás teníamos el cuerpo roto, muchas ganas de estirar las piernas y tomar aire fresco.

Continuamos viaje hasta un cutre hotel de Londres. Lógicamente me toco compartir habitación con Paco el otro soltero. Este se las prometía muy felices y hacia planes de como echar unos cuantos polvos con la linda Carolina.

Paco se ducha rápido y sale a hacer unas compras. Yo me quedo medio desnudo tumbado en la cama medio adormilado descansando.

Llaman a la puerta. Es Carolina que viene a Buscar a Paco sin saber que él ha salido. Estoy a medio vestir y me siento incómodo. Ella con mucho desparpajo se cuela dentro de nuestra habitación, se recuesta en la cama y dice con una sonrisa que esperará a que Paco vuelva.

Supongo que es consciente de que me altera en gran medida y espera ver cuál será mi reacción. Ella me enseña generosamente sus bonitas piernas y debe pensar que me avasalla con su belleza y que tarde o temprano buscaré una excusa para retirarme.

-       “me iba a duchar”, “si no te importa…”, le digo insinuando que mejor se vaya y le espere en su habitación

-       “sigue… sigue, por mí no te cortes”, dice ella dándose aires y aparentando estar curada de espantos por ver un hombre desnudarse.

Creo que vamos a jugar al “a que no te atreves!”. Ella está muy segura que me voy a echar atrás y que finalmente me taparé cohibido por su presencia, intimidado por su aparente dominio de la situación y su cuerpazo.

Me sigo desnudando hasta que solo me quedan los boxer de lycra. Le doy la espalda y me los quito con cuidado de no revelar mi secreto. Giro la cabeza y le pregunto:

-       “Todavía estas ahí… crei que te ibas a ir”. Carolina, aceptando el reto me contesta:

-       “que creías… a mí ver un chico desnudo no me asusta … ya estoy algo acostumbrada… algunas veces hasta me gusta…. sigue si quieres… y ve a la ducha”.

Vuelvo un poco el cuerpo para que pueda apreciar parcialmente mi miembro, descubro un poco la mano con la que lo tapo, ella mira con curiosidad.

Cojo entre mis manos la camiseta y me vuelvo hacia ella mostrándome completamente desnudo.

-       “Esta camiseta la compre en viaje a Ibiza”, le digo mientras sujeto la camiseta muy por encima de mi polla con lo que esta queda a la vista.

Ella no mira la camiseta, se ha quedado hipnotizada mirando la buena polla que tengo.  Esta pendulona, pero empieza a engordar. Aparentemente le ha gustado lo que ve pues no le quita el ojo.

-       “Parece que te gusta…no?”, le digo, “no está nada mal…” le digo orgulloso de lo que tengo entre las piernas.

Carolina, está sorprendida y no sabe que decir. Me llevo la mano a la polla y tiro del pellejo hacia atrás, haciendo que salga completamente el capullo. Ella traga saliva y sigue con atención la maniobra.

Me acerco hacia ella mientras subo y bajo el pellejo con tres dedos. Poco a poco va cogiendo volumen y se va levantando más y más. Pongo la mano en forma de canuto y me empiezo a pajear lentamente delante de ella.

Carolina no pierde detalle y mantiene abiertos los ojos como platos, cruzado las piernas y aprieta los muslos.

Con descaro, continúo con la provocación manoseándome los huevos y la estupenda tranca que poseo. La sorpresa para ella ha sido mayúscula y en este momento la tengo encantada con mis movimientos de cadera.

Finalmente reacciona y balbucea:

-       “Menudo tranca tienes!... dan ganas de abrirse de piernas…quien lo hubiese dicho!!”.

Carolina hunde su mano debajo de la falda tratando de dar consuelo a los pinchazos que le debe estar dando su chochito. Tras unos instantes de duda decide que lo mejor es quitarse las bragas, arremangarse la faldilla y ponerse bien cómoda tumbada sobre la cama.

La invitación es ineludible y muy atractiva. Me subo a la cama me pongo de rodillas delate de ella y disfruto de la visión de su cuidado coñito. Está muy arregladito, sin que haya ningún pelito fuera de su sitio,… parece que ha ido a la peluquería. Sus labios son largos, poco carnosos, y hasta ahora completamente cerrados.

Me coloco encima y encaro la punta hacia la entrada del hoyito. Parece una vagina casi virgen y me cuesta meterla.

Carolina gime exageradamente como si estuviese a punto de romperse por dentro. Trato de hacerlo con cuidado pero la presión es enorme. Sin duda le debe doler, pero no por eso hace ademan de querer parar, sino todo lo contrario. Golosa tiene intención de recibirla entera y para ello se abre de piernas todo lo que puede.

Cuando ya tiene más de la mitad dentro empiezo a moverme arriba y abajo. Al principio se queja, pero poco a poco todo se va lubrificando con sus flujos y los movimientos se hacen más suaves y placenteros para ambos.

Aunque su coño se ha adaptado perfectamente el frote muy intenso y muy excitante. Poco a poco le voy colocando todo la tranca dentro, y ella la recibe entre gemidos pero sin querer dejar fuera ni un milímetro.

Se la meto toda, hasta que mis huevos golpean con su cuerpo y empiezo a bombear con fuerza. Sus gemidos se vuelven gritos y temo que alguien se escandalice ante tanto alboroto.

Carolina mueve la cabeza de un lado a otro enloquecida, que coge del pelo y se lo estira, ondula el cuerpo, levanta las caderas y siente como mi verga le maltrata las entrañas.

Empieza a gritar suave como una ratita:

-       “Hiii…hiiii….Hiiii”, paro luego vuelvo a bombear fuerte. Sus lamentos van subiendo de volumen hasta alcanzar un nivel que resulta exagerado y cómico a la vez.

Apoya sus manos sobre mis glúteos, me aprieta contra ella y suspira hondo. Cae vencida al tiempo que clava sus afiladas uñas en mi culo.

La meto y la saco lentamente lagunas veces haciendo que salga en cada empujón una inmensa cantidad de lechecita. Envuelto por esta marea de flujo caliente, con las caricias aterciopeladas que me proporciona su vagina me corro yo también.

Sin intercambiar palabra, tras unos minutos de pausa me levanto y me voy a la ducha.

Oigo que llega Paco. Tras intercambiar unas palabras, se acercan al cuarto de baño y se despiden los dos. Se van a dar una vuelta por la ciudad.

Yo me arreglo y voy a buscar a su amiga, “la intelectual” con la que charlo amigablemente sobre todos los temas que la fascinan y que Londres le puede mostrar.

A la mañana siguiente está previsto la visita al National Galery y todo el grupo vamos ilusionados.

En un rápido examen de mis compañeros veo que la pareja de novios parecen algo enfadados, mi compañera "intelectual" esta eufórica pues la fin va a contemplar cuadros que admira. El matrimonio joven se ve relajado, él con la cámara de fotos y ella observándonos a todos con curiosidad y ganas de averiguar cosas de cada uno.

Carolina y Paco están empalagosamente juntos, sin desperdiciar ocasión para morrearse y frotar sus cuerpos.

Vamos pasando por las diversas salas y aunque vamos juntos siempre alguno se queda rezagado. Todos nos quedamos boquiabiertos al llegar a una sala de cuadros enormes de varios metros. Estando todos mirando hacia los cuadros siento como una mano se posa sobre mi paquete y lo soba con disimulo.

Es Carolina,  está delante, medio abrazada a Paco y ha alargado la mano hacia atrás sabiendo que me iba a encontrar. Miro a mi alrededor deseando que no haya nadie observando. Como no veo a nadie que nos mire, ahora más tranquilo me dejo que me sobe todo lo que quiera.

Rápidamente se me va poniendo dura y creciendo en volumen. Mientras todos comentamos las excelencias del cuadro en voz alta, siento como una enorme erección se apodera de mí.

Carolina, sin inmutarse lo más mínimo, simultanea la conversación con el grupo, los besitos y caricias a Paco que la sujeta a su lado, y un estupendo sobe a mi inquieta polla.

Cuando ya estoy al límite de mi resistencia, vuelvo a inspeccionar si alguien nos observa. Sorpresa!, Rosi la chica casada nos está viendo. Al darse cuenta que la he descubierto sonríe con complicidad y hace gestos para que no haga nada que interrumpa la diversión de Carolina... y por supuesto de nosotros dos.

Durante la visita al museo la situación se repite varias veces y termino con un soberano dolor de huevos. Durante todo el día, Rosi me ha observado con detenimiento y disimulo preguntándose por qué la nena guapa del grupo tiene esas ganas tan desesperadas por acariciar mi paquete.

Después de cenar, Paco y Carolina se van con la otra pareja de novios a una discoteca. Pepi, la estudiosa ha hecho amistad con el matrimonio. Vamos a la habitación de estos e improvisamos unos cubatas con las bebidas que tienen.

Al rato la chica que hace de guía en la excursión, Miriam, se une a nosotros. El único ruido que ha oído en la planta viene de nuestra habitación y para no estar sola se une a nosotros. Saca un trozo de chocolate y nos hacemos unos porros.

-       "Sobre todo no lo digáis a los demás.... me juego el trabajo... con vosotros tengo confianza pues parecéis más serios... hay tanto crío suelto en esta excursión", se trata de justificar.

Luego nos fumamos otra ronda y otro cubata. Nos ponemos bien a tono.

Es una chica corriente, muy habladora y simpática, con don de gentes y mucha energía vital. Sin dudarlo la cambiaría por mi momentánea pareja, Pepi, que ni bebe, ni fuma, ni le hacen gracia los chistes, en fin parece que me ha tocado un plomo en el sorteo.

Por desgracia para mí, cuando la velada junto a Miriam está más interesante, decide que debe irse a dormir pues por la mañana tiene que madrugar. Antes de despedirse intercambia en secreto algún comentario con la anfitriona. Debe ser muy divertido por las risotadas que se tienen o quizás los porros les han hecho mucho efecto.

A los pocos minutos después de irse ella, nuestra velada se enfría, y mi "libro andante" y yo decidimos volver a nuestras habitaciones y dejar a la otra pareja que descanse tranquila. Me despido de Pepi muy cortésmente en la puerta de su habitación y me dirijo a la mía.

Al torcer la esquina del pasillo me tropiezo accidentalmente con Miriam, la guía que por suerte todavía no se ha metido en el sobre. Un poco colocados y un poco borrachos nos reímos, y jugamos a no hacer ruido, pero en realidad lo que hacemos en tropezar estrepitosamente con las puertas, lo que nos produce más risa y más descojono.

Tras varios intentos meto la llave en la cerradura y por fin abro la puerta de mi habitación. Nos colamos los dos de un golpe, le doy una patada a la puerta para cerrarla y nos caemos sobre la cama. Reímos como tontos.

Estoy seguro que Rosi le hablado de mi y de lo que ha estado viendo durante la visita al museo. Le debe haber interesado lo que ha oído y viene a por su ración.

Una vez dentro de mi habitación el juego se convierte en pasión desenfrenada. A salvo de miradas indiscretas, nos lanzamos uno contra el otro a besarnos y a arrancarnos la ropa.

Miriam, impaciente mete su mano debajo del boxer buscando mi verga.

-       "Uhmm… que rica… que razón tenía la condenada…", se dice a sí misma, "… anda que no sabe nada… con lo calladita que es", sigue comentando refiriéndose a Rosi, mientras juguetea bajando y subiendo el pellejo y acariciando muy delicadamente el capullo.

-       "Tu amiga Rosi ya me ha advertido de que tenías un buen aparato… dice que ha visto cómo te lo manoseaba la "nena Carolina" en el museo…". "ahora va a ser toda para mi!!".

Se explica, mientras me da unos cuantos meneos con bastante gracia. Contenta me la mira expectante. Quizás algo sorprendida por el tamaño, se muestra deseosa de tenerla entre sus manos o metida entre las piernas.

Cada vez la tengo más gorda y más sensible, y siento deseos de follarla. Ella se tumba boca arriba en la cama y me ofrece su coño entreabierto con sus dedos.

-       "Métemela cariño… dámela toda", me dice con ganas de sentirse llena de mi.

-       "Claro que si… va a ser toda para ti… y te la meteré hasta las mismas pelotas", le advierto mientras me la meneo lentamente y muevo la caderas adelante y atrás en un balanceo sensual.

Me pongo encima, dirijo la punta y aprieto con decisión. El capullo se hunde en su húmedo chocho mientras que gime por la rápida embestida. Me afirmo en mi postura y vuelvo a apretar para meterle otro poco.

Miriam empieza a jadear y a resoplar. Su chocho se tiene que agrandar rápidamente para dar cabida a mi buena polla, y siento como se va humedeciendo continuamente.

Ella levanta las piernas dejándolas al aire pegadas a mis caderas, con lo que me deja el camino libre para dar un nuevo empujón y clavarla hasta el fondo.

Gime entrecortadamente, pero cuando empiezo a bombear con fuerza, sus jadeos y resoplidos se convierten en chillidos de placer que trata de ahogar desesperadamente.

Como creo que no debemos dar cuentas a nadie, yo sigo empujando una y otra vez con energía, dándole toda mi polla, tal y como ella desea, sin importarme que alguien oiga sus gritos, los chirridos de la cama o mis resoplidos.

Le doy fuerte, sin parar ni un instante. Empezamos los dos a sudar por el esfuerzo. Ella sigue agitándose como una loca sintiéndose ensartada por una polla de ensueño, mientras que yo disfruto como un caballo dándole lo que desea.

Me gusta contemplar cómo cambia la expresión de su cara, pasando del goce más exquisito a la sensación de dolor, cuando mi capullo se aplasta contra el fondo de su vagina.

Ella mueve sus caderas y sus piernas que permanecen colgadas del aire, haciendo que mi polla se mueva dentro de su cuerpo. Esto le proporciona nuevas sensaciones y a mí me produce unos frotes tan agradables que ya estoy a punto de correrme.

Como un aluvión, sale disparada una andanada de leche que inunda su chochete. Al sentir las contracciones de mi polla dentro de ella y el líquido caliente que la llena, Mirian estalla en gritos mientras se convulsiona apretándose contra mí, sacudiendo la cabeza y arqueando la espalda.

Un rato más tarde se despide con un beso cariñoso deseándome buenas noches, al tiempo que me advierte que mañana será un día intenso, por que iremos de excursión y hay que andar mucho.

Me pregunto: “¿más intenso que hoy?, No me lo creo.

Deverano.