Mi veranito 3

Pues aquí sigo contando lo de mi veranito. Quién haya leído las dos primeras partes no necesita resumen.

Holaaaaa de nuevo!! Muchas gracias otra vez por todos los comentarios y los mails. Contesto a casi todo el mundo, salvo a los que directamente me piden fotos y chorradas así. En este capítulo la introdución se me ha ido un poco de las manos y es bastante larga, espero que os guste igualmente, pero lo vi necesario. Ahora tengo la duda de si seguir narrando sólo lo que fue mi experiencia real, o si incorporar a lo real algo de ficción. Quién quiera que me comente qué hacer. Muchas gracias de nuevo y espero que los disfrutéis!

MI VERANITO 3

Acababa mi tercera semana de vacas de verano. Me desperté y lo primero que me vino a la cabeza fue lo que había vivido y hecho con Matías la tarde anterior. Estaba emocionada y aún no me lo podía ni creer. Recordaba y degustaba cada detalle de mi primera experiencia guarra en el calorazo de esa casa abandonada. También empecé a ponerme un poco mala al recordarlo, para qué lo voy a negar. Recuerdo que seguía impactada con lo gorda que me pareció que la tenía Matías, y con lo que me había dado por hacer cuando chupé mi mano. Los gritos de mi madre llamando al desayuno me sacaron de mis recuerdos.

Durante los siguientes 4 días se repitieron mis escapadas con Matías. Por las mañanas íbamos a la pisci y allí no volvimos a pasar de las miraditas y poco más. Yo repetía todas las mañanas mis rituales en la ducha, y no hace falta decir lo bien que me trataban todos los chicos del grupo de mi hermano. Matías en la pisci mantenía una cierta distancia. Le había contado que el día que me metió mano en el agua pensaba que nos había visto el señor Manolo, y no queríamos que nadie se enterara de nuestros juegos. Si se enteraban mis padres se acababa para mí el verano y él iba a tener problemas. Así que casi ni nos dirigíamos la palabra allí.

Pero después de comer la cosa cambiaba. Nunca he comido tan rápido como en esos días de verano. Salía corriendo de mi casa a la hora de la siesta y Matías me esperaba con la moto para llevarme al chalet abandonado. Cuando llegábamos comprobaba que no hubiera nadie dentro, después ya entraba yo con él, y acabábamos sin remedio en la habitación del sofá cutre.

En esas escapadas Matías me empezó a contar muchas cosas de su vida. Como ya os dije venía de un barrio que para mí era “chungo” y sus historias me fascinaban, era un mundo totalmente distinto al mío de niña pija de colegio de uniforme y familia de pasta. Además, él tenía un hermano mayor que yo no conocía. El tío por lo que me contaba Matías era un delincuente y había estado hasta detenido. El hermano de Matías le sacaba bastantes años, como decía Matías que él naciera había sido un accidente. Siempre había estado a la sombra de su hermano, le había enseñado muchas cosas decía…

Las conversaciones siempre derivaban en sus experiencias sexuales. Yo le preguntaba mucho, soy muy curiosa y estaba muy interesada. A pesar de su edad ya había tenido bastantes rollos y había follado con varias chicas, incluida una amiga de su hermano mucho más mayor que él y con la que lo había hecho muchas veces, aunque creo que esa se lo follaba a él jajajaja. Me encantaba escucharle e imaginarme cómo había sido lo que me iba contando, lo hacía boquiabierta. Para qué engañaros, también me ponía muy cachonda.

Esos cuatro días nuestras escapadas terminaron igual. Nos poníamos a hablar, me acaba contando alguno de sus líos, yo me ponía cachonda, y él debía de darse cuenta y yo no sabía cómo. Parecía que tenía un detector que le avisaba de que yo ya estaba mojada. Entonces me acababa comiendo la boca y sobándome. Estaba obsesionadísimo con mis tetas y no paraba de comérmelas y magreármelas.

Él no pasó de lo de las tetas y de lo de su dedito porque no le dejé, aunque todos los días acabé teniendo unos orgasmos brutales que no había tenido nunca tocándome yo sola. El cuarto día le vi muy decidido a intentar desnudarme del todo con la posible intención de metérmela ya, pero le paré los pies. Me daba mucho miedo aún y no estaba preparada. Le corté el rollo al instante y no siguió intentándolo, pero puso carita de pena jajajaja.

Yo no pasé de pajearle esos días, aunque uno intentó acercármela a la boca sin decir nada a ver si colaba, pero no coló jajajja. Tampoco estaba preparada aún, y aunque la idea de probar un pene en mi boca se me pasaba por la cabeza, no sólo por él, sino desde que empecé a ver las pelis, no me parecía aún el momento. Era algo que me atraía mucho y me daba morbo, pero no estaba segura de querer hacerlo ya, o de si me iba a dar asco, o si no me iba a gustar.

En lo que sí seguí curioseando era en lo del semen. La verdad que iba empezando a pillarle el truquito a lo de pajearle, y tenía la sensación de que cada vez yo lo hacía mejor. Me parecía que él tardaba menos en correrse, eso me hacía hasta ilusión. En cuanto él no miraba yo probaba un poco de lo que quedaba en mi mano, estaba un tanto obsesiva con lo de ese sabor, y además me daba mucho rollo porque me parecía taaaan guarro hacer eso…

Cuando terminábamos en el chalet abandonado me llevaba a la urba, yo iba a la pisci disimulando, y aún nadie nos había pillado en nuestras escapadas. Así que el verano seguía yendo como la seda, y yo cada vez más contenta.

Al día siguiente de esos cuatro días me desperté. Desayunamos toda la familia junta y luego me fui a mi habita a pillar la ropa para irme a la piscina, como todas las mañanas. Pille mi bikini azul oscuro de los nuevos, aunque todos eran nuevos porque los del año anterior y debido a mi repentino desarrollo no me valían ya ninguno. Con los nuevos como os he contado tenía algunos problemas para que se mantuvieran en su sitio, así que imaginad los de hacía un año. Este en concreto por la parte delantera me cubría bien, pero los laterales como que se me desbordaban.

En cuanto estuvimos preparados salimos de camino a la piscina, yo estaba deseando ver a Matías. Cuando llegamos mi hermana se fue con sus amigas, y yo seguí a mi hermano para estar con su grupito de amigos y amigas, y por supuesto para estar con Matías.

Fue llegando todo el mundo, pero Matías no aparecía, y yo no sabía por qué. Me fui a dar mi primera ducha y todos los amigos de mi hermano clavaron los ojos en mí esperando a que de nuevo montara mi pequeño show. A mí sin estar Matías ya no me motivaba llamarles la atención, ya había conseguido que me aceptaran en su grupo y yo lo que quería era calentar a Matías, los demás ya me daban igual. Así que me duché normalmente y me tiré a la pisci. Pude ver la cara de decepción de varios de esos chicos jajaja.

Pasó toda la mañana sin pena ni gloria salvo por las miradas del señor Manolo. Desde lo del bikini transparente le había llamado claramente la atención, además ya estaba convencida de que nos había visto el día en la pisci a Matías y a mí. Seguía bastante preocupada por si le contaba algo a mis padres, y además Matías no aparecía.

Para mí fue una decepción lo de esa mañana, yo estaba muy ilusionada por volver a escaparme ese día con él, pero lo peor estaba por llegar.

A la hora de comer mis hermanos y yo dejamos la pisci de camino a casa. Yo iba pensando en mis cosas, estaba hasta triste, y entonces escuché la moto de Matías que venía hacia nosotros. Recuerdo la ilusión que me hizo escucharle y verle, pero la ilusión duró poco. Matías llevaba de paquete en su moto a una tía que yo no había visto en mi vida. El mundo se me cayó a los pies.

Cuando llegó a nosotros paró para hablar con mi hermano. Yo no escuchaba nada de lo que decían porque sólo podía mirar a esa intrusa y odiarla con todas mis fuerzas. Era de la edad de mi hermano y Matías, así que era mayor que yo. Repasé su cuerpo de arriba abajo con mi cara de asco mientras ellos hablaban. Tenía el pelo moreno y largo, la piel también iba a juego con el pelo a diferencia de mi palidez. Para qué ocultarlo, también tenía cuerpazo y de cara era muy guapa, eso me sentó fatal. Tenía los ojos claros como yo que resaltaban mucho con su piel morena, y a pesar de ser mayor tenía cara de niña. Lo único que me consoló es que mis tetas eran bastante más grandes que las suyas, ja!.

Mientras yo la odiaba con todas mis fuerzas Matías seguía hablando con mi hermano, yo me moría de celos y ni podía prestar atención a la conversación, la miraba fijamente con cara de arpía, sólo reaccioné cuando vi que nos la presentaba. Se llamaba Claudia, la zorra. Lo de la zorra es obra mía, pero es lo que yo pensé al instante. Encima mi hermano le fue a dar dos besos y vi perfectamente que se le caía la baba mirándola, menudo subnormal. Cuando me la presentó a mí ni besos ni nada, le dije hola y seguí andando a mi casa. Ahí les dejé. Lo último que vi fue la cara de asco de la tía hacia mí, y lo que me pareció cara de sorpresa de Matías. ¿Pero qué sorpresa, retrasado? Pensé que se estaba riendo de mí y todo.

Llegué a mi casa y me encerré en mi cuarto a llorar, estaba realmente triste. Cuando mi madre nos llamó para comer yo no tenía ni hambre. Lo que estaba siendo el mejor verano de mi vida pasó a ser el mayor disgusto de mi vida. Comí sin ganas y esa tarde pasé de ir a la piscina. A mis padres les sorprendió, pero me quedé en casa vagueando y viendo alguna serie por internet, ni recuerdo cuál, tampoco me podía concentrar mucho, sólo tenía pena por mí, asco por Claudia, y odio para Matías. No podía parar de pensar en la zorra esa.

Conociendo a Matías seguro que se estaba liando con ella, o lo que es peor, se la estaba follando. Era mayor que yo y seguro que tenía mucha más experiencia y podía darle a Matías lo que una niñata como yo no podía. Yo qué sé, pensaba esas cosas todo el rato.

A la pisci no quería volver por el momento, así que por la tarde no fui. A ver si encima me iba a encontrar allí a la Claudia esa. Yo seguía pensando en lo que Matías debía estar haciendo con Claudia, pero es que la cosa no acababa ahí. Cada vez que salía de mi chalet en los siguientes días, aunque no fuera a la pisci, cuando acompañaba a mis padres al pueblo en coche, por ejemplo, me encontraba a Matías en su moto y a la zorra esa. Era increíble, pero es que era constante.

Así que estuve unos cuatro o cinco días sin querer ir a la pisci, pasando totalmente de mis amigas y de mis hermanos, vagueando en casa con la tele y mi música, y poco más. Seguía totalmente dolida y deprimida por lo de Matías, y sólo me quería morir. Así acabó el primer mes de mi verano, pero yo sólo quería que pasara otro mes para volver a mi casa en mi ciudad e intentar olvidar todo eso. Además, escuchaba su moto por la urba y le veía con esa detrás todo el rato.

El último día de esa semana, que eso ya me pareció el colmo, vino mi hermano a decirme que Matías había preguntado por mí. ¡¡Encima el idiota ese preguntaba por mí!! Le dije que a Matías le podían dar por el culo, o algo así. Encima se puso a hablar de la zorra de Claudia, que si me parecía guapa, que a él sí, que si qué morena era, que qué ojos, que blablablabla… vete a cagar Carlos. Total, está con Matías y a ti no te va a hacer ni caso pensé. Esa noche mis padres, que empezaban a estar preocupados por mi nueva actitud, me obligaron a bajar con mi hermano a la calle principal de la urba.

Fui a mi habitación desganada a quitarme el pijama porque yo ya estaba dispuesta a seguir de ermitaña esa noche. Pasaba de tener movida con mis padres. Pillé lo primero que vi, me quité el pijama y me puse un suje gris deportivo, ese sí me sujetaba bien los pechos, unas bragas también grises, y un chándal rojo cutre con zapatillas a juego. Me hice una coleta y salí de mi habita.

Casi todas las noches todos los chicos y chicas de la urbanización de todas las edades nos juntábamos en la calle principal a pasarlo bien hasta que llegaba la hora de volver a casa. Mi hermana pequeña y sus amigas duraban poco porque tenían que estar en casa más pronto. Los que hacían escapadas al chalet abandonado famoso cuando las hacían faltaban a veces, pero no esa noche. También había algunos que se juntaban en casa de alguien con las consolas y todo lo demás, pero siempre había mucha gente por la noche para jugar en la calle. Había veces que a pesar de las diferencias de edades había algún juego al que jugábamos todos, incluido el grupo de mi hermano aunque solían pasar de juegos de críos, y uno de ellos era el “bote”, o al menos allí se llamaba así.

El juego era sencillo y era como un escondite. Se ponía una botella de plástico en el suelo de la calle, alguien le daba una patada a la botella, algún pobre pringaba y tenía que ir a por la botella que había salido volando y volverla a dejar en el lugar inicial mientras todos los demás nos escondíamos. El pringado tenía que ir buscando a todos los escondidos y cuando veía a alguien tocar la botella y gritar su nombre en alto, ese ya había sido cazado, salía de su escondite e iba a dónde estaba la botella. Si alguno de los escondidos podía llegar de nuevo a la botella y darle otra patada todos los cazados podían volverse a esconder y el pobre pringado tenía que volver a empezar. Como os podéis imaginar el juego podía durar horas y el pringado era bastante difícil que cazara a todo el mundo sin que le dieran otro patadón a la botella, además éramos un montón de gente jugando a eso así que era interminable, normalmente lo que pasaba es que la gente que se escondía junta acababa de charla y a otras cosas y le acababa dando igual el juego, pero nosotros nos lo pasábamos muy bien con esas chorradas, salvo al que le tocaba ser el pringado jajajaja.

Desde hacía dos veranos yo había encontrado el escondite perfecto, el garaje del chalet del señor Manolo. El garaje era otra construcción aparte del chalet del señor Manolo. Entre el garaje y su casa estaba su enorme jardín, y él lo dejaba siempre abierto, pero nadie lo sabía, estaba muy cerca de dónde se daba el patadón a la botella aunque aislado y fuera de los sitios de búsqueda principales, había que entrar en él por un especie de callejón de arena y aunque estaba cerca de lo de la botella había que dar mucha vuelta para llegar ahí. Además, el señor Manolo se iba a dormir a la hora de las gallinas jajajaja. Me escondí muchas veces en ese garaje y nunca apareció el señor Manolo así que era perfecto, y si aparecía pues se lo explicaría y ya está, tampoco se iba a enfadar por eso.

¿Y por qué os cuento todo esto? Porque esa noche que bajé obligada a jugar tocaba “bote”, así que os fastidiáis y os coméis toda esta introducción, que no todo van a ser mis tetas :P

Aparecí en la calle con mis hermanos y fue llegar y ver a Matías y a la zorra de Claudia, también estaban muchos de los chicos y chicas de la urba, pero a mí me daba igual. Mi hermano hablando con ella como el subnormal que era y la tía siguiéndole el rollo. Noté que Matías me miraba todo el rato, pero yo muy digna ni le miré. Alguno de los mayores dijo de jugar al “bote”. Le tocó pringar a Javi, el amigo gordito de mi hermano. Patadón a la botella y todos a correr, y yo directa a mi escondite preferido.

Abrí la puerta del garaje del señor Manolo y me metí corriendo. En el garaje había una especie de luz de emergencia así que se veía perfectamente sin dar la luz principal. Era muy grande y el señor Manolo lo tenía muy cuidado y colocado. En él había una mesa, un montón de herramientas, la cortadora de césped… cosas de garaje. El señor Manolo también guardaba dos coches, el que usaba habitualmente y uno mucho más antiguo. Era como de los años 70 y no recuerdo la marca, pero sí recuerdo que lo dejaba abierto y cuando intuía que se acercaba alguien jugando a lo de escondernos, pues yo me metía en el coche por si el que nos buscaba se daba cuenta al fin de lo de la puerta del garaje abierta. Así si entraba en el garaje no me vería a no ser que fuera a investigar el coche ese viejuno.

En principio me metí en el garaje simplemente. Dejé la puerta un poco abierta y me agazapé ahí. Si dejaba la puerta entre abierta podía desde ahí escuchar los nombres que Javi iba gritando porque iba cazando, si la cerraba no se escuchaba absolutamente nada desde fuera a dentro, ni a la inversa. Escuché “Matías” y pensé, que se joda. Siguió diciendo nombres. Cuando escuché “Claudia” me empecé a partir de risa.

Entonces escuché que alguien se había atrevido a salir de su escondite y oí el patadón a la botella. Lo siguiente que escuché fueron las carreras de los cazados y que alguien venía corriendo por el callejón de arena que llegaba al garaje. Cerré la puerta y fui directa al coche setentero, abrí la puerta del coche y me escondí en el asiento de detrás.

Lo siguiente que oí desde el coche fue a alguien probando a abrir la puerta del garaje, la abrió, entró y la cerró. Pensé que ya me habían cazado. Levanté la cabeza un poco desde el asiento de detrás y pude ver quién había entrado en el garaje. Era el imbécil de Matías que estaba agazapado junto a la puerta, ni sabía que yo estaba allí.

De inmediato mi enfado volvió a mí. Ese era mi escondite, y no iba a permitir que este idiota se aprovechara de él. Abrí la puerta del coche y él se giró con cara de asustado.

-          Vete a otro lado que este es mi sitio – le dije con cara de odio.

-          Ah, que eres tú – me respondió como si no pasara nada.

-          Claro que soy yo, vete a la mierda.

-          No sé lo que te pasa, niña, pero desde hace unos días estás gilipollas – me dijo con cara de indignado, encima….

-          ¿Cómo que estoy gilipollas? ¡Eres imbécil! Te he dicho que no me llames niña – le grité mientras me dirigía hacia él.

Llegué como una loca hasta dónde él estaba, y empecé a pegarle con mis manos intentando llegar a su cara totalmente descontrolada. Le pegué tres o cuatro golpes mientras intentaba pararme.

-          ¡Vete a esconderte con la puta esa de Claudia! – le gritaba mientras intentaba alcanzar su cabeza. Él me sujetaba las manos. Era mucho más fuerte que yo, así que me fue imposible ni rozarle cuando me sujetó. Entonces empezó a carcajearse y yo no entendía nada. ¿Tan cabrón era?

-          ¡Que Claudia es mi prima, idiota! – me soltó de repente. En ese momento me quedé congelada y dejé de mover las manos. Él me las siguió agarrando, aunque vio que paraba.

-          Ahora entiendo todo y eres una niñata estúpida – me dijo.

-          Maldita imbécil, ya me dijo tu hermano que estabas mosqueada conmigo y yo no lo entendía, pero parece que además de una cría eres tonta del culo.

Yo no me veía la cara, pero debía de ser un poema. Me quedé paralizada pensando lo tonta que había sido. No podía ni moverme, aún estaba asimilando lo que me había dicho.

-          Pero si el día que os la presenté os lo dije, pero como te fuiste como una gilipollas, pues ni te enteraste. – añadió él.

Yo seguía sin reaccionar, le miraba con cara de tonta en silencio mientras él me gritaba enfadadísimo rojo como un tomate. Menos mal que con la puerta cerrada nadie iba a escuchar nada desde la calle, si no nos hubieran cazado. Me sentía totalmente imbécil, pero de repente empecé a asimilarlo y una profunda alegría recorrió mi interior. Qué idiota era yo, cómo no había escuchado que era su prima, qué de días lo había pasado mal por nada.

Matías de repente sí reaccionó. Me agarró la cabeza con ambas manos mientras yo seguía paralizada y se puso a morrearme. Mientras su lengua invadía mi boca me empujó con fuerza sobre la chapa fría del coche del señor Manolo. De repente estaba totalmente desatado, le notaba mucho más salido incluso que el primer día y yo no me lo esperaba para nada. Supongo que fue por todos esos días que había estado pensando sin saber qué pasaba conmigo. Ahora tenía la respuesta. No entendía cómo podía pasar esto si estaba tan enfadado y gritándome hacía un segundo.

Caí de espaldas sobre el capó de ese coche mientras Matías me llenaba la boca con su lengua. Cogió la cremallera de la parte de arriba de mi chándal, y tiró de ella hacia abajo violentamente. En cuanto mi suje deportivo estuvo a la vista, con la misma mano que había abierto la cremallera de mi chaqueta, agarró la parte de debajo de mi sujetador y tiró con fuerza de él hacia arriba. Mi boca empezaba a estar llena de sus babas mientras movía su lengua como un loco en su interior.

De inmediato mis tetas quedaron al descubierto desparramándose a ambos lados de mi torso. Yo estaba un poco paralizada aún y no oponía nada de resistencia. En ese garaje hacía un poco de frío y mis pezones se erizaron de inmediato. No sé si por eso Matías se lanzó hacia ellos en cuanto vieron la luz. Abandonó mi boca y mientras con sus manos juntaba mis tetas comenzó a chuparme los pezones como si estuviera muerto de hambre. No actuaba como las otras tardes en el chalet abandonado, era todo muy agresivo y violento y a mí me estaba empezando a gustar. No sabía por qué, pero me estaba encantando.

Apretaba mis tetas y mordisqueaba mis pezones. De repente su boca los abandonó, separó su cara un poco, con sus manos las juntó todo lo que pudo, y me escupió sobre mis pechos. Yo alucinaba y eso me impactó muchísimo. Su saliva chocó con mis dos tetas, se escurría entre ellas y también chorreaba por los lados. Entonces él volvió a acercar su boca y comenzó a recoger sus babas con su lengua repasando cada rincón húmedo de mi piel. Con eso empecé a mojarme de inmediato y no era para menos. Como veis no me inventaba lo de la obsesión de Matías con mis tetas de al principio.

Mi espalda reposaba sobre el frío capó del coche, y yo levantaba mi cabeza lo que podía para poder observar bien lo que hacía Matías. Su gesto era salvaje, no era el Matías del último día que estuvimos juntos. Estaba claro que había estado acumulando su deseo por volver a tenerme en sus manos durante todos esos días y ahora, al saber mi cagada con lo de su prima, había estallado. No solo rozaba con sus dientes mis pezones ocasionalmente, también se le escapaba algún mordisco leve por toda la extensión de mis pechos. Me hacía un poquito de daño, pero decidí callarme porque por otro lado ya estaba totalmente excitada.

Miraba fijamente su cara de loco mientras se comía mis tetas y pensaba que me moría de lo cachonda que me estaba poniendo. Entonces fijó sus ojos en los míos y se dio cuenta de que le estaba observando. Soltó una de mis tetas sin dejar de lamerlas, y me metió dos de sus dedos en la boca. Empecé a chuparlos como había visto en las pelis.

Matías seguía mirándome fijamente sujetando con una mano mi pecho y llenando su boca con él, yo también le miraba mientras su otra mano permanecía en mi boca y yo chupaba sus dos dedos llenándolos de babas. Yo seguía chupando, pero mi saliva comenzó a escurrir por la comisura de mis labios y a caer por mi cuello. Notaba como mi entre pierna cada vez estaba más empapada. Estaba alucinando con la situación, con la violencia de Matías, y tampoco entendía por qué me estaba excitando tanto, pero así era.

De repente Matías soltó la teta que tenía aún sujeta con su otra mano, agarró la cintura de mi pantalón de chándal, y empezó a dar fuertes tirones hacia abajo. Cuando el pantalón ya lo tenía bajado hasta las rodillas, Matías lo soltó y agarró directamente mis bragas. De nuevo empezó a dar tirones y acabaron en mis rodillas a la altura de mi pantalón. Madre mía me sentía como en una de mis pelis, disfruté de repente el frío del ambiente de ese garaje en mi ya empapada vagina.

Ahí estaba yo, tumbada de espaldas sobre la chapa de ese viejo coche que notaba perfectamente pegado a mi culo, con las tetas brillando llenas de sus babas, los pantalones y las bragas por las rodillas que permanecían semi abiertas, y Matías llenándome la boca con dos dedos mientras miraba fijamente los pelillos claros de mi pubis y mi coño húmedo. No estaba mal para tener 15 años jajajaja.

Yo seguía semi paralizada, por llamarlo de alguna forma. En realidad, comprendía perfectamente lo que estaba pasando y que todo era debido a la excitación acumulada de Matías. Yo estaba aún más cachonda que en chalet abandonado, pero muchísimo más, y había decidido dejarme hacer hasta que Matías intentara algo que yo no quisiese, entonces le cortaría el rollito, ya lo había hecho antes y no me había costado nada. No sólo era que Matías no estaba liado con la ex zorra Claudia, es que además había estado deseándome todos esos días que yo había perdido. Encima, era todo tan nuevo para mí.

Volvió a sujetar una de mis tetas con su mano, pero rebosaba entre sus dedos. Sacó los dedos de su otra mano de mi boca y entonces me miró fijamente a la cara. Yo le miraba también a él. De inmediato comencé a notar sus dedos húmedos de mis babas masajeando mi coño. Los frotaba sobre él y jugaba con mis labios. Todo empezó a chapotear y yo comencé a gemir, no lo podía controlar.

Entre gemidos le miraba a los ojos y él me miraba a mí. Apretaba su mano contra mi pecho mientras me sobaba la teta haciendo que mi espalda se fundiera con el metal del coche. Sus dedos se movían a toda velocidad por toda la superficie del exterior de mi rajita, y se los estaba empapando. Frotaba toda la zona y mi clítoris también estaba siendo afectado. Cuando era capaz de abrir los ojos entre gemidos y jadeos sólo podía ver su cara de pervertido que no había visto ningún otro día. Poco a poco empecé a sentir que no iba a tardar mucho en correrme.

Matías me metió uno de sus dedos, no lo introdujo del todo que es lo que yo me temía que iba a pasar viendo cómo estaba de desatado, pero sí más que los días del chalet. Estaba ya tan empapada con la “peli” que yo de repente estaba protagonizando que se deslizó sin resistencia. Yo me agité sobre el coche y gemí. Inmediatamente empecé a sentir como él comenzaba a meterme el segundo dedo que había tenido en mi boca. Este no entró tan suavemente. Recuerdo que me dolió un poco, pero nada grave, seguía disfrutando de todo a tope. En cuanto Matías notó que los dos dedos estaban en mi interior a la profundidad que había metido el primer dedito, empezó a meterlos y sacarlos. Yo me moría.

Matías seguía mirándome a la cara disfrutando de mis reacciones mientras metía y sacaba sus dedos cada vez más rápido, y más rápido. Yo veía su gesto de salido cuando podía abrir los ojos entre jadeos y espasmos. Tenía una mueca extraña como malévola mientras me observaba. En unos pocos instantes sentí que empezaba a correrme. Mi cuerpo se agitaba sobre el coche y no podía controlarlo. Notaba como mi espalda y mi culo se frotaban contra él sin yo poder parar. Gemía como hasta entonces no lo había hecho ni en el chalet de las escapadas. Matías no bajaba el ritmo de sus dedos y empezó a sonreír, también continuaba amasando mi teta con la otra mano. Así siguió sin parar mientras yo le empapaba en mi orgasmo hasta que vio que me calmaba. Sacó sus dedos lentamente, soltó mi pecho, y se quedó callado.

Otro día más me corría ese verano, y otro día más pensaba que no me había corrido así nunca. No entendía cuándo iba a llegar al límite, pero por mí encantada y feliz. Conseguí recomponerme poco a poco. En cuanto me puse de pie separando mi cuerpo del coche pude apreciar el bultazo que tenía Matías estirando la tela de su pantalón. Estaba claro que me tocaba y no me lo pensé dos veces, sabía lo que iba a hacer y le iba a encantar. Lo había visto en las pelis y tenía pensado hacérselo. Estaba taaaan contenta por todo que ni lo dudé.

Primero me subí mis bragas y mi pantalón de chándal. Le cogí la mano, que noté que seguía llena de mi flujo, y le hice seguirme al lateral del coche. Él me siguió sin rechistar. Abrí la puerta de los asientos de detrás, me metí dentro y me puse de rodillas sentada sobre mis pies en esos asientos de cara a la puerta abierta, que es dónde había quedado Matías de pie observando qué estaba haciendo.

Tiré de él para que se acercara a mí. El bulto de su pantalón quedó más o menos a la altura de mis hombros. Mi suje seguía subido casi hasta mi cuello y pude apreciar perfectamente como Matías seguía sin apartar la vista de mis tetas que aún brillaban por sus babas. Cogí con mis manos la hebilla de su cinturón, y la abrí. Hice lo mismo con el botón de su pantalón y al ser tan anchos cayeron al suelo directamente, no hubo ni que bajar la cremallera. Sin perder tiempo agarré su calzoncillo y se lo bajé de golpe como él había hecho antes con mis bragas. El seguía en silencio mirando cómo se movían mis tetas al realizar todas esas maniobras.

El pelo rizado de su pubis fue lo primero que vi y su polla gorda y dura apareció ante mí en todo su esplendor. Las venas se le marcaban mucho, como los otros días en el chalet, y al igual que en las otras ocasiones la punta ya estaba cubierta de liquidito. Me seguía pareciendo muy ancha como todas las veces que se la había visto. Bajo esa polla húmeda colgaban sus testículos de los que hasta entonces en el chalet no había podido ver mucho. Eran oscuros, cubierto de pelillos, pero sin exceso, de un tamaño normal o eso me parecían comparados con los que había visto en la sesión de mi hermano. Me di cuenta de que él me estaba mirando a los ojos, y sin dejar de mirarle yo me quité la chaqueta del chándal, y saqué por mi cabeza el sujetador deportivo quedando totalmente desnuda de cintura para arriba. Él volvía a mirarme las tetas, no lo podía evitar.

Agarré su polla con mi manita, que no es que las tenga grandes precisamente, y empecé suavemente a pajearle de arriba abajo. Estaba muy caliente y muy dura. Desde el primer momento extendí el líquido de su glande por todo su tronco, pero no pasaba nada, salía más jajajaja. Mientras yo hacía los movimientos con mi mano no apartaba la vista de la punta de su polla, y él no apartaba la vista de mis tetas que se bamboleaban con el movimiento.

Entonces me incorporé un poco sobre mis piernas y acerqué mis tetas gordas a su polla. Me vino un olor muy peculiar que no me había venido antes. No era desagradable, era fuerte y también nuevo para mí. Al estar más cerca de mi nariz que ningún otro día podía oler el aroma que desprendía la polla de Matías, nunca olvidaré la primera vez que olí una polla tampoco. Él puso los ojos como platos y yo no dejé de pajearle mientras frotaba la punta de ese rabo con la piel de mis tetas.

Su liquidito empezó a manchármelas un poco mientras yo seguía la paja, pero comencé a dirigir su polla rozándola por ambas tetas hasta que conseguí que manchara también mis pezones duros. Movía mi torso mientras pajeaba para rozarme entera y pude ver como Matías volvía a tener la cara de cerdo de antes. Yo estaba volviendo a estar cachonda.

Le miré a la cara y solté su polla que se mantenía perfectamente recta apuntando hacia mí. Entonces hice lo que había visto en la peli, con mi mejor cara de guarra, agarré mis dos tetas con mis manos y las junté. Intenté colocar la polla de Matías entre ellas, pero en mi torpeza no podía, así que él se acercó un poco más y con su mano la ajustó entre ellas. Yo empecé a mover mis tetas con mis manos frotando su polla que al fin estaba bien colocada. Sentía el calor de su pene sobre mi piel y me daba mucho gusto. Yo no sabía qué pasaba, pero eso no funcionaba muy bien, y se quedaba pegada en medio sin moverse del todo.

-          Espera –dijo Matías.

Separó la polla de su nueva ubicación, acercó su boca a mí, y soltó un enorme escupitajo en mis pechos. Yo entendí lo que quería hacer y con las manos las coloqué mejor. Él volvió a escupirme y esta vez su saliva impactó perfectamente entre las dos. Entonces volvió a acercar su polla, y yo la resguardé de nuevo en mi canalillo que ahora estaba totalmente mojado.

Ahora sí funcionaba y yo volvía a mover mis tetas con mis manos haciéndole una paja. Me estaba saliendo como la “cubana” que había visto en esa peli, y estaba muy contenta por ello, me sentía realizada como nueva actriz porno jajaja. Qué emoción. Yo no podía ver su cara porque estaba concentrada moviendo mis tetas, y un tanto hipnotizada viendo la punta de ese pollón ancho asomar y desaparecer por encima de mis pechos. De ahí seguía saliendo liquidito de ese, y a mí me fascinaba. Además, seguía degustando ese olor de antes que me estaba empezando a encantar también.

Tras un buen rato en el que Matías se dejó hacer, empezó a mover sus caderas mientras yo seguía juntando mis pechos con mis manos. Había acercado sus manos al techo del coche y se agarraba de él. Me las estaba follando a su gusto y a mí me estaba dando todo el morbo del mundo. Podía sentir sus huevos frotarse e impactar con la parte superior de mi estómago, y la punta aparecía y desaparecía a toda velocidad. Él tenía clavada la mirada en lo que hacía, en su polla moviéndose entre mis tetas, y yo la tenía en su cara de absoluto cerdo ajajajja.

Jamás pensé que antes de cumplir mis 16 iba a haber hecho algo así, pero estaba pasando. Bueno, antes del verano jamás pensé que ese verano iba a hacer todo lo que hice, pero esto ya era el no va más. Matías estaba super cachondo por mí culpa, yo le estaba haciendo una cubana, y además Claudia era su prima. No sé si en ese momento estaba más salida o más orgullosa, pero daba igual, lo que sí había pasado de nuevo es que había mojado mis bragas.

Estaba claro que él tenía muchas ganas de usar mis tetas para esto, luego me ha pasado siempre y con todos los chicos con los que he estado después. Comencé a escuchar que gemía más fuerte y me preparé para lo que ya sabía que venía. Cerré la boca y los ojos cómo cuando era más peque y me iban a poner una inyección jajajaja, pero al final no hizo falta.

El grito de Matías vino a la vez que su primer chorro de leche, dio directamente en mi cuello. Era bastante más denso y grumoso que las últimas veces que habíamos estado juntos, supongo que de la ira acumulada. :P Siguió follándomelas con el segundo chorro que quedó un poco más abajo que el primero y empezó a escurrir por mi canalillo. Él entonces la sacó de entre ellas y siguió pajeándose con su mano mientras yo seguía sujetándomelas. Me fijé que apuntaba masturbándose y un tercer chorro embadurnó mis pezones. A partir de ahí ya cientos de gotitas blancas empezaron a salpicar por todos lados, mi cuello, mis hombros, mis brazos, mis manos, y mis tetas, el interior del coche. Estuvo pajeándose hasta que se calmó, entonces me di cuenta de que había sido el día que se había corrido más cantidad, y a mí me estaba flipando ver todo ese líquido blanco y espeso sobre mi torso desnudo. Toda mi piel brillaba y la sustancia pegajosa escurría por todos lados. Pero salí del trance corriendo.

Solté mis tetas y agarré lo primero que podía, que era el suje deportivo que había tirado en el coche e intenté limpiar el semen que estaba empezando a llegar hasta mi pantalón, no quería por nada del mundo manchármelo porque luego al salir de ese garaje iba a ser muy cantoso. Matías ni me prestaba atención, estaba ahí de pie como en éxtasis con su polla también manchada en la mano.

No me dio tiempo a limpiarme entera, cuando de repente escuchamos la puerta del jardín del señor Manolo abrirse, y la luz del jardín que conectaba con el garaje encenderse. Matías también se dio cuenta de inmediato, así que se subió el calzoncillo y los pantalones a toda prisa, yo me puse la chaqueta del chándal y me la cerré hasta el cuello, y metí el suje pringoso en uno de sus bolsillos. Salí del coche a toda velocidad cerrando la puerta con cuidado y ambos presos del pánico, pero también entre risas, salimos corriendo de ese garaje cerrando la puerta sin hacer ruido.

Una vez que salimos al camino de arena cada uno optamos por ir hacia un lado, él corrió hacia arriba, y yo hacia abajo que era dónde estaba mi chalet. Creo que nunca he corrido tanto. Sé que mis amigos seguían por allí jugando a lo del bote, pero es que ni miré. Llegué a mi casa y me fui directamente al baño.

Me miré en el espejo del baño y no podía creerme todo lo que había vivido esa noche. Lo de Claudia, la ira de Matías, y lo que luego me había hecho como un puto cerdo violento, y por supuesto lo que le había hecho yo a él como un putón de esos de las pelis. Estaba emocionada y feliz. Recuerdo que saqué de mi bolsillo mi suje y estaba todo manchado. Había partes húmedas pero la gran cantidad de la corrida de Matías ya estaba reseca. Lo olí y desprendía un olor característico a semen que ya conocía de los días en el chalet abandonado, pero no con tanta fuerza. De nuevo la curiosidad de todos los días hizo que llevara un poco el suje a la boca hasta que me vino ese sabor que me estaba empezando a gustar tanto, y que había probado a escondidas todos los días que me había escapado con Matías. Me ponía muy mala ese saborcito, y aunque Matías había hecho antes que me corriera como una reina, seguía mojada por lo de luego en el coche. Abrí mi chaqueta del chándal y confirmé que yo aún seguía manchadísima. Tenía las tetas y los brazos llenos de costritas blancas, y eso me dio aún más rollo.

Tenía que darme una ducha ya, así que eso hice. Me limpié bien todos los restos de mi piel, me lavé el pelo, y cuando ya estaba totalmente limpia aproveché el evento para hacerme un dedo de los míos utilizando los chorros de la ducha dirigidos a mi coño a modo de extra. Lo había hecho muchas veces eso, pero ese día lo hice pensando en todas las imágenes que me venían a la mente y que había vivido hacía un ratito. Me acosté deseando ver a Matías en la pisci al día siguiente y no os tengo que explicar lo bien que dormí esa noche. :P

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