Mi venta (15: Duda sobre renuncia resuelta)

¿Quiénes más de su esclavas han renunciado a tanto? Nadie más que yo con toda seguridad. Y con esa misma seguridad me presto a que un Señor distinto al Amo renueve los verdugones de mis nalgas.

¿Quiénes más de su esclavas han renunciado a tanto?

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¿Acaso Alba, que con su edad no sabe nada del mundo, salvo de sexo, y se va a prestar a ser preñada por simple gusto del Amo para agradarle a Él y sus amigos que quieren acariciar su futura barriga, mamar la leche de sus adolescente pechos y explotarla como actriz porno figurando de guarra pervertida?

¿O quizá sea la poseedora de un adorable cuerpo, Gloria, la matemática, la lógica, la inteligente. Y sin embargo la que no tiene dudas y aplica un estricto concepto economista a su función como esclava explotadora de esclavas?

Podría ser Vanessa, la transexual que tan hormonada está que no se le levanta apenas el pito. O quizá Pilar, la esclava que, con plena aceptación de su marido, ejercía la prostitución en su propio domicilio y era la más rentable para el Amo.

Al llegar a la Casa me abrió un jardinero, accedí con mi utilitario al enorme espacio de recepción de vehículos y me indicó que entrase en un edificio próximo a la verja que debió ser en su tiempo la vivienda de los guardeses.

  • Busca tu taquilla y supongo que sabes el resto.

Entré y, efectivamente, entre otras 14 había una taquilla con mi nombre. Supuse, bien supuesto, que debía desnudarme y acudir a la Casa grande cruzando el jardín sin más vestimenta que mi cinturón, mis medias sin liguero y mis zapatos, aparte de mis joyas en los pezones y vulva. Así lo hice. En la Casa grande me recibió Gloria y me condujo al conocido salón del reclinatorio.

Allí había un hombre sentado apaciblemente en un sofá fumando un habano y bebiendo algún licor. Sin que Gloria me lo indicase avancé ante él y me coloqué en postura de sumisión sin mirarlo. Habló Gloria.

  • Esta es la esclava Neus D’Albagés a quien nuestro Amo ha encomendado que el Señor renueve sus marcas de sumisión en las nalgas. Debo recordarle que no debe provocarle heridas permanentes, que

  • ¡Oh! Cállate ya puta. Siempre la misma retaila, anda a que te follen los perros.

no debe extralimitarse y marcar solamente el área que se le ha encomendado, en este caso las nalgas y con estricta sujeción al número y

  • Que te largues zorra, que ya me sé la cantinela.

  • Señor, me debo a mi Amo antes que a usted y mis órdenes son recordarle esa "cantinela", así que … y en el dibujo o inclinación que

Terminada la "cantinela" que el Señor aceptó con cara de fastidio, Gloria se volvió a mí:

  • Esclava Neus D’Albagés ¿quieres que te ate o amordace?

  • No.

  • Eso agradará al Amo siempre y cuando no desfallezcas y te pongas histérica. Ve al reclinatorio y adopta la posición necesaria para que el Señor no deba molestarse en su labor.

Me incliné sobre el reclinatorio apoyando las manos y elevando las nalgas mientras Gloria me liberaba del cinturón de castidad con su llave duplicada de la de Novacorina.

Tensamente bajé el vientre para elevar más las nalgas y esperé. El Señor se levantó de su butaca y se acercó a mí lentamente examinando mi cuerpo. Cinco minutos estuvo observándome en silencio mientras yo desfallecía de ansia por ser azotada.

Pero otros cinco minutos dedicó a palpar toda la superficie de mi cuerpo y el interior de mis agujeros. Siempre en silencio. Se detuvo especialmente en mis manos que se aferraban a la barra del reclinatorio, que estaba cubierta con el listón forrado de seda que ocultaba el temible travesaño en cuña diseñado para torturar el pubis. Al fin habló:

  • Ven zorra, elige la herramienta.

Me llevó acariciando mi mano –cosa que me alegró, porque es uno de mis mejores rasgos físicos- ante una vitrina.

  • Tiene que ser una vara. Selecciona: Fresno, Bambú, Acero, Fibra de vidrio.

Entendí que la fibra de vidrio era más flexible y ello haría que mis marcas fueran más largas al adaptarse cada azote a su curvatura. Por otro lado era la vara más delgada y ello haría que los verdugones fueran mejor delineados.

  • Fibra de Vidrio, Señor.

Intervino Gloria: Debo recordarle Señor que si usa ese instrumento sus golpes deben ser más medidos ya que

  • Ya lo sé, zorra ¿por qué no vas de una vez a que te follen los perros?

  • esa vara es muy delgada, de apenas dos milímetros, y puede producir heridas que dejen cicatriz y

  • ¡Qué me dejes coño! ¡Ya sé lo que hago!

  • y en ese caso se le incautará la fianza dejada.

  • Plasta de zorra. Tú, puta vieja, colócate. Esta mierda de zorrilla me va a joder el placer de azotarte. Qué plasta.

Retomé mi posición para exponer mis nalgas a los azotes y volví a contraer mis músculos decidida a no gemir tan siquiera.

Cayó el primer baquetazo y mi postura se tambaleó. Mi disposición flaqueó y mis sentidos casi desaparecieron ante el fulgor del dolor en mi cerebro ¿Por qué demonios elegí aquella vara de fibra de vidrio? ¿No podía conformarme con la de fresno o abedul? ¿Por qué hacer méritos solicitando yo misma la renovación de mis marcas? Aún así, me repuse:

  • Uno, gracias Señor.

El siguiente en la misma nalga y en la misma inclinación ya no me dolió tanto: estaba paralelo y cercano al anterior. El tercero me dolió menos. Pero pasó a la otra nalga y volví a ver fogonazos en mi cabeza. Los azotes cruzados con los anteriores ya no me dolieron tanto. Llegó mi ansiada expresión:

  • Y doce, Señor. En nombre de mi Amo le agradezco profundamente su desinteresado trabajo para ornar mis indignas nalgas. Si lo desea puedo agradecer su tarea con un servicio sexual, único que como prostituta designada por mi Amo puedo prestar. No sé si gratuitamente, supongo que la esclava Gloria tendrá instrucciones.

  • Sí, Neus D’Albagés, estás a disposición del señor durante una hora para lo que él desee.

Tras sodomizarme sobre el mismo reclinatorio mientras me describía la perfección de los verdugones ya inflamados de mis ardientes nalgas eyaculó en mi boca. Lo hizo en menos de diez minutos y se fue. Tuve así tiempo de conversar con Gloria y de examinar en un espejo el trabajo efectuado por el Señor.

Gloria tomó mis manos acariciándolas.

  • Tienes unas manos divinas Neus D’Albagés. Te has portado muy bien. El amo estará satisfecho de que la renovación de las marcas de tus glúteos se haya hecho a petición propia y de que tu comportamiento haya sido ejemplar.

  • ¿Pero están bien hechas Gloria? ¿Son más largas y mejor trazadas que las anteriores? ¿Serán más duraderas?

  • Sí, cariño, sí. Están bien hechas, son más largas, casi llegan a las caderas y serán más duraderas. Elegiste la fibra de vidrio. La que más profundamente hiere, pero la más peligrosa porque puede causarte cicatrices de ser indebidamente usada. El Señor ha sido prudente y no te ha causado herida. Tendrás unos hermosos verdugones que deberás exhibir con orgullo para mostrar tu alto grado de sumisión al Amo. Ahora te voy a mostrar el lugar de alojamiento para esta noche en que te quedarás aquí. Hay cambio de planes, esta tarde ayudarás en la presentación de una nueva esclava y mañana te toca protagonizar vídeo porno.

Gloria me enseñó los sótanos de la antigua casa de los porteros donde estaban las jaulas en que se alojaban las esclavas residentes permanentemente como ella y Alba, o las eventuales como yo esa noche. Además de las pequeñas jaulas (2x1x1,7) había unos lavabos, bidets y duchas visibles para cualquiera de las alojadas. Es decir, cualquier esclava podía ser observada cuando atendía su higiene. Había cámaras, lo cual quiere decir que también se podía observar y grabar desde fuera cualquier actividad.

Me informó que las actuales esclavas residentes eran solamente ella y Alba. Pero además había dos esclavas en depósito de otros Amos para ser adiestradas y usadas al 50% de beneficios. Ambas eran casadas pero con marido en paradero desconocido o cabrón.

También me enseñó una enorme sala anexa dotada de todo instrumental para BDSM que tan solo la SEC sería capaz de superar: Potros, mesas ginecológicas, mesas extrañas, columpios, poleas, cruces, etc.. y toda una inmensa vitrina llena de aparatos bastante inquietantes.

  • Aquí se hacen los entrenamientos cuando no hay Señores o Damas que quieran presenciarlos en el salón del reclinatorio. Digamos que el salón es el lugar de espectáculo y éste el de trabajo y adiestramiento o castigo duradero.

Tras un escalofrío pregunté:

  • ¿Es muy usado?

  • Casi todos los días, pero no te preocupes, después de un tiempo una se acostumbra y duerme relativamente bien en su jaula a pesar de los lamentos y gritos procedentes de aquí. Bueno, volvamos a la casa principal. Te instruiré en tu cometido rutinario.

Atravesamos el espacio desnudas ante los jardineros, quienes dejaron su labor para observarnos detenidamente. Era envidiable el dominio de Gloria sobre sus zapatos de tacones más altos que los míos. Ni tan siquiera la grava del camino le hacía desequilibrarse y dejar de menear su hermoso culo al debido compás para excitar. Sin embargo a mi se me hacía francamente difícil hasta evitar caerme.

  • A esos dos babosos conviene tenerlos contentos, porque te pueden ayudar en algunos trances. Por ejemplo, antes de atender a los perros ofrécete para lo que quieran. No son muy exigentes. Salúdales siempre amablemente e interésate por su familia o lo que sea. Son algo plastas conversando, pero vale la pena que les caigas bien.

  • Aaah, ya. Y … ¿Por qué antes de dar de comer a los perros?

  • ¿dar de comer? ¿quién te ha dicho eso?

  • Bue … nno. "Atender", me dijisteis no se si Alba o tú.

  • ¿Y qué entiendes por "atender"?

  • Ay dios, no será …..

  • Es.

Aquella noticia me alteró completamente. Primero porque mi educación religiosa me impedía asimilar el hecho de la zoofilia, segundo por el asco que me daba pensarlo y, tercero, porque los animales me daban pavor, fueren del tamaño y especie que fueren.

Sin dar importancia a mi cara de compunción, Gloria prosiguió sus instrucciones:

  • Hasta las diez o así no se levantará el Amo. Entretanto limpias fundamentalmente el salón, sobre todo el entorno del reclinatorio, que suele estar sucio de semen –a pesar de que esto no debiera ser, ya que el semen no debe ser desperdiciado- babas, orina, vómitos, cacas, alcoholes y demás. El personal de limpieza contratado no quiere hacerse cargo de ello. Por cierto, no te preocupe hacer nada ante ese personal puesto que ya está advertido y su contrato contiene una cláusula de confidencialidad. A esos ignóralos.

  • O sea, que mientras yo voy en pelotas por ahí, hay gente que no es del ….

  • Exacto. Es gente ordinaria, no relacionada con este mundillo de la esclavitud sexual.

  • ¡Ay señor!

  • No te preocupes, viene bien. Así te acostumbras para cuando al Amo o a cualquier director de las pelis le dé por hacerte pasear en bolas por en medio de cualquier calle.

  • ¡Ay dios mío!

  • Deja ya de lamentarte y escucha: Cuando el Amo se levanta toca un timbre audible en toda la finca. Acudes inmediatamente y te arrodillas ante él con la boca abierta por si quiere orinar en ella. Puede hacerlo o no. Si lo hace te tragas la orina sin aspavientos. Si se te va algo lo limpias de inmediato con la lengua. Puede que quiera cagar. En ese caso estarás a si te ordena limpiar su ano.

  • Pppero … yo nunca

  • Ahora sí.

  • ¡Ay dios!

  • Pesada que eres, tía, con tus cosas religiosas. Si eres una meapilas no te metes en esto, te follas a un cura y punto. Sigamos: Cuando el Amo se duche puede que te ordene entrar en su ducha … o no, que diría Rajoy. Si lo hace te limpias bien la boca con agua para eliminar los restos de su orina o caca y le enjabonas y haces todo lo que quiera. Si no te lo ordena, te duchas en una de las otras dos cubetas para estar limpia y dispuesta. ¡Ah! Por supuesto, y por si se diese el caso, que no será, deberás tener los intestinos muy limpios con un par de enemas. El caso no se dará con el Amo porque, con determinadas salvedades, él no introduce su adorado pene más que en mujeres libres y, habitualmente, casadas. Pero es posible – y frecuente- que en su cama esté una de ellas que quiera disfrutar de tu cuerpo por la mañana, así que si la Señora tiene veleidades anales será muy desagradable que tus intestinos anden llenos de caca.

Por un momento me imaginé que en la cama del Amo estuviera Dama Montse, mi nuera, la de mi hijo Joan que ya me meó y le diera por jugar con mi culo. No me importaría llenarle la cara de mierda. Sonreí ante la idea.

  • ¿Por qué has sonreído?

  • Se lo conté.

  • Dama Montse es muy importante para el Amo. Es la amante de un hombre preponderante en determinado tipo de mercado y el Amo quiere que se divorcie de tu hijo para que se case con ese hombre. Debes respetarla hasta que los designios del Amo se cumplan. Deberé contarle tus intenciones de cagarla para que decida que medidas tomar. Seguramente te impondrá un duro castigo. El Amo es comprensivo incluso cuando las esclavas gozan de orgasmos no autorizados, pero es muy rígido en materia de negocios.

  • No he hecho nada a Dama Montse, solo lo imaginaba.

  • No puedes imaginar, no puedes pensar. Solo debes obedecer. Me tienes harta, no puedo perder el tiempo contigo, así que apáñatelas. Yo tengo trabajo. Ayer quedó confirmado que Alba está preñada por el semental negro y tengo que concertar con las productoras de porno clandestino la agenda de trabajo conforme su barriga vaya aumentando. Así que ¡aire! Y que tu dios te coja confesada.

Y su largó mascullando algo sobre esclavas viejas, casadas y encima meapilas.

CONTINUARÁ.