Mi venezolana, la doncella de acero.

El destino me lleva a los brazos de una bella pero terrible venezolana. ¿Acaso descubriré un corazón detrás de sus muros de acero?

Hace algún tiempo, contra todo pronóstico, ocurrió un milagro. Me surgió una oportunidad única pues me ofrecieron trabajo como escritor en la capital del país. Sin pensarlo dos veces lo dejé todo y me fui. Al principio fue duro pues tuve que adaptarme a una ciudad monstruosa y caótica. En poco tiempo me hice de un departamento que aunque modesto está ubicado en el centro de la ciudad, muy cerca de los puntos más importantes, entre ellos mi oficina. El trabajo era estupendo. Que le paguen a uno por hacer lo que ama es como sacarse la lotería así que no podía estar más contento. El único inconveniente era la soledad de la gran ciudad pues ahí aún no tenía amigos o novia por lo que, aparte de ir a museos y obras de teatro, mis ratos libres los dedicaba a navegar por internet.

Navegando por internet mi principal ocupación era compartir con mis amigos la gran noticia de mi cambio de vida y cómo me iba en la ciudad. Un día, mientras estaba en Messenger, se conectó una amiga con la que hace mucho no conversaba: Mariangel, una Venezolana preciosa que pesar de su belleza arrolladora es una mujer muy lista y preparada. Con ella he podido hablar de historia, filosofía, literatura o cine e inclusive en algún momento me tocó constatar que tiene un inglés muy fluido. En resumen, es todo un estuche de monerías.

Claro que pensarán que debo estar mintiendo, ¿verdad? Pues no, es verdad y lo más interesante es cómo nos conocimos. Ella leyó mis relatos en todorelatos.com y me agregó a su MSN. Sí, además de todas sus otras cualidades le gusta el erotismo, pero no crean que fue fácil ganarme su amistad. Tuve que demostrarle que no sólo soy un pervertido sino un pervertido con cerebro. A Mariangel le gusta ser descifrada y como se sabe bella e inteligente en una conversación rápidamente buscará ser dominante. Le gusta seducir con frases excitantes y ser llenada de elogios para desarmarte con argumentos filosóficos y después irse y dejar a su interlocutor excitado y embelesado. En suma, es una mujer que sabe usar todas las armas a su disposición para jugar con los hombres y sentirse poderosa. Un peligro pues si bajas la guardia un segundo te enamorarás como un idiota y ella sólo sentirá ternura por tu ingenuidad.

conversamos durante meses y poco a poco fui pasando sus barreras. Descubrí que a pesar de ser una mujer orgullosa y controladora en el fondo también es muy tierna y dulce pero que para llegar eso había que evitar caer en sus juegos de seducción y hablarle de forma directa. El error con esas mujeres tan especiales es creer que halagándolas podrás conquistarlas. No, en el fondo Mariangel busca un hombre inteligente pero sobre todo, sincero.

Volviendo a la historia, tenía mucho tiempo que no hablaba con Mariangel pues con mi cambio de vida me había casi olvidado de conectarme con esa cuenta. Fue muy alegre para ambos reencontrarnos y ponernos al corriente sobre nuestras vidas. Yo le conté de mi nuevo empleo y residencia y ella que ya había terminado su carrera en ingeniería industrial, que por cierto, gracias a que es una estudiante muy brillante, terminó con honores a los 20 años.

Mariangel: suena genial ese empleo nuevo, y ¿A qué ciudad te cambiaste?

Azrael: A la ciudad de México, la capital

Un largo silencio seguido de varios emoticones de carita feliz.

Azrael : ¿Qué pasa?

Mariangel: Es que como regalo de graduación mi papá me regaló un viaje a México de dos semanas, ¿sabes lo que eso significa?

Sonaba demasiado bueno para ser cierto así que tuve que preguntar.

Azrael: ¿Qué?

Mariangel: Pues que vamos a conocernos tontito.

Azrael: ¿En serio? No juegues conmigo sobre esto por favor.

Mariangel: Es en serio. Sí voy a ir y sí quiero conocerte.

Sentí que me iba de espaldas de la emoción, pero también del nerviosismo.

Un par de semanas más tarde me encontraba en un café cerca de mi departamento esperando a Mariangel. Pensé en ir al aeropuerto a recibirla el día anterior pero no quise arriesgarme a que fuera una de sus bromas crueles por lo que me apegué al plan de vernos en ese café, ese día y a esa hora.

Ya pasaban diez minutos de la hora acordada y yo comenzaba a sentirme un ingenuo. Ya la imaginaba riéndose de mí por MSN. Me levanté de la mesa y enseguida una mujer escultural entró al café. Con inseguridad analicé cada una de sus facciones y todo parecía concordar, sólo faltaba algo: una mirada de reconocimiento. Entonces la mujer volteo hacia mí y una sonrisa lo confirmó. Era ella.

Descubrí que Mariangel es más alta de lo que imaginaba: 1.82, lo mismo que yo. Y ahora que la vi en vivo, se las describo tal como venía esa noche.

Unos ojos grandes y castaños enmarcados en un rostro muy blanco de labios pequeños pero bien definidos y una nariz mediana y recta,  cabellera negro azabache suelta, en capas y llegándole hasta la alta espalda. cuello elegante y hombros delicados sugeridos por una blusa blanca holgada y ligera, pechos prominentes y altivos con un escote discreto pero seductor, brazos largos y delgados con manos muy bien cuidadas y blancas, la blusa termina poco abajo de los pechos donde se pierde dentro de una minifalda negra y ajustada rematando con unas piernas suaves y largas como columnas y zapatos de tacón. Sus accesorios eran un discreto collar aperlado de plata mate y una pulsera gruesa del mismo metal. Todo el conjunto le daba un aire casual y elegante al mismo tiempo. Más tarde me enteré que era uno de los últimos modelos de versace.

Después de pasarme la impresión de verla con unos tragos de café, hablamos durante largo rato de muchos lugares de la ciudad para salir a pasear. Su acento venezolano me resultó bastante sensual. También me comentó a grandes rasgos sobre los amigos mexicanos que conoce de hace años y viene a ver también. Me sentí un poco decepcionado de no tenerla exclusivamente para mí pero ya me imaginaba que venía con planes. Estuvimos sentados en un sillón bastante amplio y mullido y conforme fue avanzando la conversación nos fuimos acercando el uno al otro hasta que la tenía abrazada y con los rostros uno frente al otro. Yo de vez en cuando me acercaba para tratar de besarla y ella sólo giraba la cara ligeramente con una sonrisa pícara por lo que no pasábamos de acariciarnos la nariz mutuamente en besos esquimales. Para entonces por supuesto tenía una erección bestial que mantenía oculta estando sentado. Luego ella comenzó a ser más seductora al acercar su boca a la mía pero retirándola cuando yo trataba de besarla. En uno de esos juegos suyos tomé su cara con mis manos y le planté un beso que me hizo sentir en el cielo. Mariangel se quedó pasmada por un instante, luego correspondió a mi beso por unos cinco segundos para después separarme violentamente.

Mariangel: Óyeme, ¿quién te crees? No tolero que nadie me obligue a  nada.

Azrael: ¿Y a poco no te gustó?

Entonces una cachetada no tan fuerte pero decidida atravesó mi rostro y Mariangel salió con una expresión fúrica. Mientras se iba pude notar su enorme, firme y erguido culo contonearse mientras caminaba. Desperté de la ensoñación que me provocaron sus nalgas y traté de alcanzarla pero ella ya había salido y estaba subiéndose a un taxi.

Esa noche me toqué pensando en ella y busqué la manera contentarla.

Al día siguiente en la tarde me llegó un mensaje a mi teléfono celular de un número desconocido.

Nos vemos en el café de anoche a las 8. Ponte guapo que pasaré por ti para presentarte a unos amigos. Mariangel.

Recordé que le había dado mi número la noche anterior. Increíble, parece que aún deseaba verme, quizá necesita pasarme por la prueba de fuego de los amigos para ver si yo valía la pena.

Yo no tenía ropa muy elegante que digamos pues casi siempre visto casual pero me puse lo mejor que encontré. Un pantalón de mezclilla negro con una camisa de manga larga a gris a rayas y un abrigo largo de lana negro que guardo para momentos formales. Me rasuré y peiné lo mejor que pude y estuve puntual esperando a Mariangel. A las ocho con cinco ella llegó en un taxi y me subí con ella en el asiento de atrás. Me abrazó y besó en la mejilla como si nada hubiera pasado e incluso nuestros labios se tocaron ligeramente en los bordes. No quise tentar a mi suerte robándole otro beso, al menos no todavía. Ahora vestía unas botas con tacón hasta las pantorrillas y un vestido ceñido con escote, ambos color turquesa pálido.

No muy lejos de ahí estaba nuestro destino. Un centro nocturno con aspecto de ser sumamente elitista pues tenía un cadenero con cara de asesino y una larga fila de personas queriendo entrar. Saltándose toda la fila Mariangel caminó directo a la puerta y el cadenero no pudo quitarle los ojos de encima. Una vez frente a ella le abrió el paso de inmediato por obvias razones. Mariangel es justo el tipo de mujer que quisiera todo bar, para enloquecer a los hombres y se gasten una fortuna invitándole tragos. Traté de entrar detrás de ella y el cadenero me cerró el paso con un cara de bulldog. Mariangel se regresó a la puerta y le dio instrucciones de dejarme pasar porque venía con ella. El cadenero a regañadientes me dejó pasar con una mirada de odio, aunque yo creo que más bien era envidia.

Adentro estaba reventar y lleno de hombres ya pasando de los treinta que gastaban fortunas en un puñado de mujeres jóvenes y esculturales. Aunque todas ya se notaban borrachas o drogadas eso sí, se mantenían bien conscientes y con la guardia arriba.

Atravesamos todo el bar hasta entrar a un salón privado en donde se colaba la música electrónica de afuera apenas lo suficiente para hacer ambiente pero sin estorbar en la conversación. Ahí había una sala decorada discretamente y ya sentados esperándola, estaban dos mujeres y un hombre.

Los amigos de Mariangel que la esperaban eran Raquel, una rubia con cara de niña buena y Roberto, un tipo con finta de modelo e incluso un poco más alto que yo. La otra era una morenita espigada, curiosamente con cierto parecido a Mariangel de la cual no recuerdo su nombre pues casi no habló. Era la novia de Roberto. Ellos ya tenían una botella empezada de whisky bluelabel abierta y cervezas alemanas en hielo. Pensé en decirles que las cervezas alemanas se toman al tiempo pero mejor decidí evitar el comentario.

Los amigos de Mariangel son simpáticos aunque algo superficiales. Parecía que la mayor parte de sus pláticas giraban en torno a las cosas que compraron, van a comprar o quisieran comprar, además de que insertaban constantes comentarios en inglés más por pretensión que por necesidad. Yo decidí hacerme el desentendido de esos comentarios para descubrir un poco más de ellos. Roberto hizo algunos comentarios peyorativos con respecto a mí a manera de broma pero ocultándolos en inglés pensando que yo no lo entendía hasta que le respondí en un tono controlado.

Roberto: Mariangel, What's about the chubby guy? is he your new toy? you know you can do better, Right?(Mariangel, ¿Qué pasa con este gordito? ¿Es tu nuevo juguete? sabes que puedes conseguir algo mejor, ¿verdad?)

Azrael: Este gordito tiene su nombre y lo que haya entre ella y yo no te importa, imbécil.

Un silencio sepulcral invadió la mesa.

Roberto se puso rojo de vergüenza y se quedó sin palabras.

Azrael: No te preocupes, no voy a armar un escándalo ni voy a pelearme por eso, sólo te dejo claro que entendí todo lo que dijiste y te estoy dando la oportunidad de que te calmes.

Roberto: OK. Cero broncas.

Unas cervezas después el ambiente se calmó y descubrí más agradables a los amigos de Mariangel, incluso tuvimos interesantes debates sobre política o historia, por ejemplo, ellos, por supuesto tenían posturas más de derecha y estaban a favor de la privatización de la salud y la disminución de la asistencia social para reducir el gasto público y por ende los impuestos. Yo les puse el ejemplo de cómo ese tipo de políticas minaron seriamente la economía argentina o mexicana y cómo la privatización de la salud ha afectado de forma tan drástica la expectativa de vida en Estados Unidos que a pesar de ser el país más rico del mundo, muchos de sus ciudadanos se mueren por cosas tan sencillas como una apendicitis por no contar con seguro médico o por que las aseguradoras, en un afán de generar utilidades, evitan pagar lo más posibles cirugías. Al final tuvieron que ceder un poco en sus posturas y aceptar que los sistemas de salud públicos son necesarios y coincidimos en que requieren mucha supervisión para evitar malos manejos. En fin, resolviendo el mundo sobre esa mesa llegamos a caernos bien y hasta con Roberto tuve ciertos momentos de camaradería. En esos momentos Mariangel ocasionalmente tomaba mi mano por debajo de la mesa y me lanzaba miradas coquetas.

Casi a las 11 de la noche Mariangel salió del baño junto con Raquel y dijo a todos que ya estaba cansada y que se retiraba. Tanto ella como yo habíamos bebido poco por lo que nos encontrábamos bastante despiertos, supe entonces que lo que quería era pasar tiempo a solas conmigo por lo cual, me paré como resorte de la mesa y la esperé en la puerta para irnos juntos. Nos despedimos de todos y diez minutos después estábamos en el taxi.

Mariangel: Le caíste muy bien a mis amigos, tal vez no eres tan niño como pensé.

Entonces me besó apasionadamente y le correspondí durante todo el camino hasta su hotel.

No me dijo nada ni yo pregunté, sólo caminamos abrazados hasta su cuarto y una vez ahí nos comenzamos a besar de nuevo hasta que nos detuvimos para quitarnos los zapatos.

Azrael: ¡Diablos! no tengo condones.

Mariangel: Eso me recuerda...

Mariangel sacó de su bolsa un paquete de pastillas anticonceptivas. Le faltaban dos. Sacó una tercera y se la pasó con agua.

Mariangel: Por eso no te preocupes que tomo pastillas y aunque normalmente siempre uso condón, confío en que estás sano, después de todo, una vez me dijiste que eres donador de sangre, ¿verdad?

Azrael: Y sigo siendo. Estoy perfectamente sano, te lo aseguro.

Sin decir más se lanzó juguetonamente sobre mí tumbándome en la cama, le hice algunas cosquillas las cuales ella correspondió con unas patadas algo pasadas de fuerza pero hice acopio de voluntad para no demostrar que sí me habían dolido. Volvimos a besarnos acostados en la cama mientras nos quitábamos la ropa, comencé a besar su cuello y orejas y ella reaccionó con estremecimientos y risas nerviosas. Ella me quitó la camisa y yo a ella el vestido. Frente a mí tenía a su hermosos pechos aún resguardados en el bra pero tan apretados que pareciera que fuera a reventar. Lentamente lo desajusté de su espalda y saqué sus brazos de los tirantes, luego los amasé y acaricié apenas cubiertos con el brassiere rojo que llevaba. Los senos de Mariangel son muy blancos, grandes y firmes. Ni estirando al máximo la mano alcanzo a abarcarlos completamente. Entonces desenvuelvo mi regalo descubriendo una areolas rosadas y medianas con unos pezones pequeños y tiernos pero que ya se notaban algo erectos. Los acaricio con los dedos y siento como crecen y la piel de la areola se arruga por la excitación. Mi siguiente paso es rozarlos ligeramente con los labios y soplarles mi aliento cálido y repentinamente, me lanzo sobre ellos para chuparlos como un lactante mientras los acaricio con la lengua. Mariangel comenzó a gemir de placer. Continúo amasando sus generosos pechos para bajar acariciando su abdomen y vientre con la nariz y los labios. Frente a mí tengo su pubis cubierto apenas por una coqueta tanga de color rojo.

Mariangel: Abre tu regalo suertudo.

Lentamente deslizo su tanga a lo largo de sus torneada, suaves y blancas piernas y descubro unos labios hinchados y blancos sin un solo vello. Por un momento me quedo hipnotizado viendo tan bello espectáculo por lo que ella para sacarme de mi trance abre las piernas y con una de sus manos abre sus labios para mostrarme la gloria.

Su vulva es rosadita y estaba bien lubricada con su vagina ya dilatada y abriéndose y cerrándose como una boca que pide ser besada. Su clítoris es un tierno botoncito rosado ya erecto y pidiendo atención.

Acerco la cara a su sexo y me embriago de su aroma, luego le paso un lengüetazo general a toda su vulva para saborear el manjar exquisito que es Mariangel.

Ella suspira profundamente y gime ligeramente al contacto de mi lengua que la hurga y saborea. Recojo todos los fluidos que puedo y hasta le meto la lengua a la vagina lo más posible para irme acercando poco a poco a su clítoris. Cuando ya estoy directamente lamiéndolo Mariangel acelera su respiración y hace sonidos guturales, luego con fuerza toma mi cabello y me empuja restregándome su sexo violentamente en la cara. Sus jugos escurren por todo mi rostro y continúo lamiendo su clítoris.

Mariangel: Sigue, sigue, no te detengas.

Mi bella venezolana aumenta más su respiración y da unos alaridos escalofriantes, luego grita un largo "siiiiiiiii" mientras arquea su espalda y levanta las piernas. En cuanto termina su orgasmo subo mi cara para besarla aún con su jugos en mi cara y su sabor en mi boca.

Azrael: Prueba lo rica que eres.

Ella me besa sin ninguna duda y saborea su sexo entusiasmada. Después ella me acuesta en la cama y dice.

Mariangel: Está bien, te lo ganaste.

Baja por todo mi pecho pasándome la lengua y rápidamente me quita los pantalones junto con mi ropa interior. Mi pene emerge altivo deseando lo cobijen. Ella lo acaricia con la mano e incluso recoge algo de la espuma del líquido preseminal que ya tenía en la punta y se la lleva a la boca para saborearlo lentamente. Luego acerca su boca a mi pene y se introduce la punta chupándola como una paleta. Eso me lleva a las nubes y procuro controlarme para no acabar tan rápido. Ella desliza más mi pene hacia adentro hasta que sus labios rozan mis testículos y succiona con fuerza para luego subir y bajar rápidamente. Yo gimo de placer pero antes de perderme ella se detiene, saca mi pene de su boca y se sienta sobre él metiéndoselo poco en su templo de placer. Una vez que lo tiene completamente adentro masajeo su enormes senos y comienzo a mover las caderas lo que puedo para meterla más adentro. Entonces ella sube y baja aumentando el ritmo. Yo ahora masajeo salvajemente sus nalgas hasta que ella se deja caer y se queda con mi pene adentro y gimiendo, se está viniendo. Yo aprovecho su distracción, la levanto y nos giro sin sacársela para quedar ahora de misionero. Cuando ella reacciona ya estoy encima y penetrándola. Mariangel se resiste un poco a la posición pero el placer le gana y termina dejándose llevar. Aumento mi ritmo y ella se entrega levantando sus piernas para sentirme entrar más o acariciando mi espalda. Aumento el ritmo y ambos respiramos agitadamente.

Azrael: Siente cómo te lleno preciosa.

Doy una largo gemido y mi pene vibra y escupe fuertes chorros de esperma en el fondo de mi linda venezolana quien pone una expresión de placer y da un grito ahogado pues se está viniendo también.

Termino de eyacular y me acuesto a su lado para recuperar el aliento. Mariangel acaricia su sexo que ya escurre mi semen y se lo embarra por toda la vulva.

Mariangel: Qué rico se siente.

Azrael: ¿es la primera vez que lo haces a pelo?

Mariangel: Sí y si sé que es tan rico lo hubiera hecho hace mucho.

Meto dos dedos en su vagina y lleno las puntas del semen que aún manaba de su vagina y se los pongo frente a la boca

Azrael: Pruébame.

Mariangel abre la boca y me chupa los dedos hasta dejarlos bien limpios.

Mientras me recupero nos quedamos abrazados con las piernas entrecruzadas y dándonos besos ligeros. No podía creer que Mariangel pudiera ser tierna y creo que ella tampoco.

Su cuerpo realmente es escultural y al tenerla desnudita para mí no tardé mucho en estar en pie de guerra de nuevo. Mariangel se quedó acostada boca abajo mientras yo me subí en ella y le restregué mi pene en sus nalgas perfectas. Ahora me tocaba gozarla por ese lado. A ella le comenzó a gustar y como gatita mimosa se comenzó a  restregar contra mí también parando sus nalgas con lo que mi pene ya rosaba su sexo.

Azrael: Esto te va a gustar, apóyate en las rodillas y para las nalgas, pero quédate con el torso acostada

Mariangel: Está bien, te dejo acomodarme esta vez.

En esa posición sus nalgas quedaban bien paradas y abiertas por lo que tanto su vagina como su ano quedaron totalmente expuestos y pidiendo ser llenados.

Me paré de rodillas detrás de ella y comencé a acariciar con mi pene todo su sexo. Como ella ya estaba un poco lubricada y aún tenía mucho de mi semen adentro en poco tiempo ya estaba penetrándola de nuevo pero con esta posición, llegué más profundo. Mariangel estaba disfrutándolo bastante y en pocos minutos ya estaba empujando sus nalgas hacia atrás para que se la metiera más. Seguí penetrándola y gozando del espectáculo de sus nalgas las cuales estrujaba acariciaba y nalgueaba mientras seguía entrando y saliendo de mi linda venezolana. Lo que más me llamó la atención fue su ano. Es rosadito, lindo y se veía tan apretado que sospeché que era virgen por ahí lo cual rápidamente hizo arder mis deseos de conquistarlo. Sin dejar de penetrarla mojé mi dedo meñique en saliva y traté de meterle la punta. ella al principio me dejó pero cuando el dedo llegó a la mitad ella empujó mi mano para que le sacara el dedo. Lo intenté una vez más y al ser rechazado de nuevo regresé a enfocarme en penetrar su vagina. La agarré con ambas manos de la cintura y aceleré el ritmo y la profundidad para llenarla de mi leche caliente lo más pronto posible. Ella reaccionó al aumento de ritmo y pronto estaba también al borde del orgasmo. Mariangel dio un gemido muy largo y sentí su vagina contraerse lo cual finalmente me venció y nuevamente la inundé de mi semen.

Nos acostamos empiernados y comenzamos a recapitular la reunión con sus amigos.

Mariangel: Como viste al final, mis amigos pueden al principio parecen frívolos pero es por inseguridad pues luego se sueltan y caen bien. En cuanto a Roberto en particular, pues, el problema es que/

Azrael: Qué está enamorado de ti, lo sé.

Mariangel: ¿Cómo supiste?

Azrael: Sólo tuve que darle una mirada a su novia. A leguas se nota que es sólo un sustituto de ti. Pobre.

Mariangel: Roberto, Raquel y yo estuvimos juntos un año de prepa en Londres y desde entonces somos amigos. Tengo que admitir que sí le coqueteé a Roberto en esos días pero fue solamente como un juego, nunca lo vi de esa manera. El problema es que el parece que se enamoró de mí pues todavía me sigue buscando en plan romántico y choca con mis pretendientes.

Azrael: Sí, lo noté. Me siento mal por él pero la verdad me siento más mal por su novia pues él sólo la eligió por que se te parece, por no poder tenerte a ti ¿Y sabes qué es lo más triste?

Mariangel: ¿Qué?

Azrael: Que ella lo sabe. Por eso estuvo tan callada toda la noche y ocasionalmente te lanzó miradas asesinas. Realmente debe quererlo mucho para soportarlo.

Mariangel entonces se separó un poco de mí en la cama y cambió su expresión a una más seria.

Mariangel: Pues qué tonta. Yo nunca voy a rebajarme tanto por un hombre.

Mariangel luego, se estiró y alcanzó su bolsa y sacó varios billetes.

Mariangel: Bueno, ya va siendo hora de dormir. Toma, ahí en recepción pides un taxi y con esto lo pagas.

Yo me quedé sorprendido por su naturalidad para echarme. Yo le regresé sus billetes, tomé mi ropa y me vestí.

Azrael: ¿Qué te pasa Mariangel? Un segundo eres tierna y otro vuelves a comportarte cortante. No quiero tu dinero, ni tu taxi ni nada. No soy un juguete ni un pañuelo desechable. Ya me voy si eso es lo que quieres.

Salí hecho una furia. Para llegar a mi casa al final sí tuve que irme en taxi y pagarlo yo, lo cual fue un golpe duro a mi bolsillo.

Al día siguiente Estaba en el trabajo cuando me llegó un mensaje de Mariangel.

Admito que quizás fui muy dura contigo niño. Veámonos en el café a las 8 y  hablamos.

Aunque seguía enojado con Mariangel, a una mujer así no se le puede rechazar fácilmente por lo que asistí puntualmente. Estaba a punto de sentarme cuando ella llegó. Ahora lucía mucho más natural y sin embargo, bonita. Sólo vestía botas bajas, pantalón de mezclilla y una blusa de tirantes negra.

Mariangel: Está bien, tal vez fui un poco brusca. No me siento cómoda con dormir con contigo aún y no supe cómo decírtelo, pero para compensarte voy a intentarlo. Pasemos la noche juntos.

Azrael: Bien, pero será en mi casa, no voy a arriesgarme a que me eches de nuevo.

Me departamento es pequeño pero con lo básico. Es mucho menos de a lo que Mariangel está acostumbrada pero no se quejó, incluso dijo que le parecía acogedor. Preparé hot cakes para ambos y lo acompañamos con leche fría. Aunque fue una cena bastante sencilla la disfruté mucho porque fue el momento más auténtico que vivimos hasta ese momento. Sin trampas, pruebas o mensajes ocultos, simplemente estábamos cenando juntos. Cuando terminamos fuimos a mi recámara. Mariangel comenzó a besarme y me llevó a la cama. Me senté y ella se alejó un par de metros, puso música en su teléfono, algo así como música tecno tribal y comenzó a bailar de forma muy sensual, contoneando sus caderas y sonriendo. Se quitó las botas una a una y después su pantalón dándome las espalda para lucir sus esculturales nalgas al deslizárselo. Arrojó su blusa a mi cara y su aroma me inundó. Ahora sólo vestía un muy coqueto conjunto de brassiere y panty negros. Siguió bailando pero además comenzó a masturbarse por encima de su ropa para luego quitársela. Como ella tiene el pubis totalmente depilado para cuando se desnudó ya era evidente que su sexo estaba hinchado y lubricado. Por supuesto yo ya tenía una enorme erección. Ella se acercó a mí, me beso y se hincó mientras me quitaba los pantalones. Así, conmigo sentado en la cama y ella hincada frente a mí comenzó a chupar mi pene y mis testículos. Ambos nos paramos y quedamos frente a frente, nos besamos, entonces ella me abraza, nos gira y se arroja a la cama conmigo encima.

Mariangel: Quiero sentirte, quiero que me llenes.

Comienzo a deslizarme a su sexo para hacerle un cunnilingus pero ella me detiene.

Mariangel: Quiero sentirte ya, ven.

La obedezco y me acomodo en misionero sobre ella y comienzo a empujar mi pene en su vagina. Cuando entra la cabeza noto que ella ya está bien dilatada y lubricada, así que decido terminar de entrar. Ella gime al sentirme adentro, luego me besa y me abraza con las piernas para sentirme más adentro. Sigo penetrándola a un ritmo continuo, ni muy rápido ni lento. Nos besamos y acariciamos tomándonos nuestro tiempo. A la media hora Ambos nos acercamos al orgasmo. Mariangel me clava las uñas en la espalda y arquea la suya, siento las contracciones en su vagina y eso me lleva al clímax. Mariangel presiente mi orgasmo y levanta las piernas y las flexiona llevándose las rodillas al pecho. Con eso siento que topo el fondo de mi venezolana y eyaculo con fuerza bañando su útero son mi semen.

Descansamos abrazados y dándonos besos tiernos.

Azrael: Qué rico Mariangel. Esta vez estuviste mucho más romántica.

Mariangel: Ya ves, a veces tengo mis rachas.

Azrael: ¿Sabes? Estoy recordando que anoche, cuando te daba desde atrás te toqué el ano y se sintió muy apretadito, dime, ¿eres virgen de ahí?

Mariangel: Sí y así me quedaré. Me di cuenta que trataste de meterme un dedo y por eso te lo quité de ahí.

Azrael: ¿Qué nunca te han dado ganas de sentirlo ahí?

Mariangel: No las suficientes para ceder y no me veas así que no eres tan suertudo, ¿Sabes cuántos y por cuanto me han ofrecido desvirgármelo?

Azrael: No sé, dímelo.

Mariangel: Pues muchos y en cuanto a las ofertas, bueno, te diré sólo una: un amigo de mi papá al que le estuve coqueteando me ofreció un departamento de lujo por dejarle desvirgármelo.

Azrael: ¿Y qué pasó?

Mariangel: Pues que le dije a mi papá y ahora ese tipo está desempleado.

Azrael: De verdad eres perversa.

Mariangel: Así que ya sabes, mi culito es sólo mío hasta que yo decida lo contrario.

Decidí dejar el asunto en paz y esperar que el tiempo me favoreciera. Ella pareció agradecer mi falta de insistencia y comenzó a chupármela deliciosamente. recorría todo mi pene y los huevos con la lengua o se los metía la boca, luego mi pene entero apoyándose de su mano. Traté de detenerla para no venirme tan rápido pero ella insistió hasta que sentí un espasmo recorrer mi espalda y luego las contracciones cálidas y placenteras del orgasmo. Ella siguió acariciando mi glande con la lengua mientras los chorros de semen seguían llenado su boca. Cuando por fin dejé de eyacular me mostró su boca llena de mi semen, puso un par de mis dedos en su garganta y tragó. Pude sentir mi semen bajando por su garganta.

Mariangel: Vaya que se siente raro y espeso. Lo había probado pero nunca me lo había tragado todo. Aún así fue rico, ya lo volveré a probar.

Después de tan cansada jornada Mariangel y yo nos quedamos dormidos, juntos y abrazados.

Pasaron los días y Mariangel y yo nos vimos casi a diario. Salimos a pasear o a comer y me llevó a un par de reuniones más con sus amigos. En ese tiempo dormimos un par de veces en su cuarto de hotel pero el resto de los días preferimos pasarlos en mi depa, por supuesto, jodiendo como conejos.

casi se habían cumplido las dos semanas. Ya comenzaba a extrañarla antes de que se fuera pero no quería decírselo para que no se riera de mí. Un día cuando estaba trabajando me llegó un mensaje:

Vuelve a casa en cuanto puedas que te tengo una sorpresa y un regalo. Mariangel.

Yo naturalmente salí de la oficina y me fui a verla. En estos días había ido poco por pasar tiempo con Mariangel y ya me había atrasado con mi trabajo pero mi plan era compensarlo ya que ella regresara a Venezuela.

Lo que vi al entrar me sorprendió.

Mariangel estaba desnuda y boca abajo con el culo parado en la cama como me encanta y tenía un moño de regalo pegado en una nalga. A su  lado estaba un tubo de lubricante.

Mariangel: Toma tu regalo suertudo.

En treinta segundos ya estaba desnudo y haciéndole un cunnilingus así, empinada. Al mismo tiempo mordía y estrujaba sus nalgas con pasión. Sigo lamiendo mientras unto lubricante en mi dedo meñique y en su ano y comienzo el masaje hasta que puedo meter la punta. Realmente lo tenía apretado. Continúo y en pocos minutos el dedo meñique entra por completo. Es hora de cambiar por el índice. Con la relajación del cunnilingus Mariangel poco a poco va permitiendo su entrada pero para cuando el índice entra completamente, se nota adolorida.

Azrael: ¿Quieres que me detenga?

Mariangel: No, sigue, sí puedo.

Mucha paciencia y lubricante después finalmente el dedo índice entra y sale sin problemas por lo que se le une el dedo medio. Mariangel hacía algunos gestos de dolor y sus ojos comenzaban a humedecerse pero seguía aguantando estoicamente. Los dos dedos llegaban a la mitad cuando ella anunció que su orgasmo estaba próximo gracias al cunnilingus. Continúo y en el momento que tiene las contracciones del orgasmo termino de hundirle los dedos índice y medio en el ano. Sus contracciones alrededor de mis dedos son tan fuertes que me causan algo de dolor. Mariangel da unos gemidos muy fuertes que no sé si son de dolor o placer.

Mariangel: Eso fue increíble. Me dolió mucho pero al mismo tiempo el orgasmo fue indescriptible. Métemela ya por favor.

Azrael: ¿Estás segura?

Mariangel: Sí, me muero por sentirte y que te vengas adentro.

Me unto una buena cantidad de lubricante y también le pongo una buena cantidad al ano de Mariangel. Pongo la punta de mi pene en su ano y comienzo a empujar. Al momento que mi glande hace presión Mariangel se muerde los labios para contener un grito y me pide continuar. Sigo empujando y entonces la cabeza vence la barrera. Una lagrima corre por la mejilla de mi venezolana pero vuelve a pedirme que continúe. Ahora deslizo mi pene hacia adentro muy lentamente mientras Mariangel respira profundamente y con cada exhalación voy avanzando un milímetro más hasta que mis testículos chocan con sus nalgas.

Azrael: Felicidades, lo lograste, ya entró toda.

Mariangel: Ahora no te muevas por favor que me arde.

Dejo mi pene quieto unos minutos mientras Mariangel sigue buscando relajarse con respiración, entonces da la señal y saco mi pene hasta la mitad para volver a entrar lentamente y repito el proceso esta vez un poco menos lento.

Varios sacadas y metidas después Mariangel seguía dando pequeños gemidos de dolor pero ya le entraba y salía sin dificultades e incluso estaba masturbándose lo cual indica que ya lo estaba disfrutando. Continuo y los gemidos de dolor ya eran de placer por lo que tomo confianza y acelero el ritmo. Su ano aprieta mi pene como un guante así que yo estaba en la gloria.

Mariangel: Sigue así, ya estoy cerca.

Azrael: Yo también.

Mariangel: Llénamelo de ti por favor, quiero que me llenes am/... Azrael.

Noté lo que iba a decir pero ya estaba tan cerca del orgasmo que eso era lo único que me importaba. Me aferro a su cintura y penetro con todas mis fuerzas de forma inclemente y entonces siento que su ano se contrae muy fuerte causándome gran placer. Mi preciosa se estaba viniendo en un mar de gritos mientras yo descargo fuertes chorros de esperma en su recto.

Mariangel: ¡Lo estoy sintiendo! ¡Siento tu semen! ¡QUEEEE RIIIIICOOOOO!

Caemos rendidos los dos aún unidos por mi pene que poco a poco va perdiendo dureza y es expulsado lentamente por su anfitrión en una exprimida final. Entonces contemplo con orgullo mi obra. Un ano rosadito aunque algo enrojecido bien dilatado y con un hilo de semen escurriendo hacia las sábanas.

Nos abrazamos y besamos para descansar de nuestra aventura. Pensé en recordarle a Mariangel lo que casi me dice pero preferí dejarlo pasar esta vez aunque sonrío para mí pensando que quizás esa noche no sólo conquisté su ano sino también su corazón.

Mariangel: ¿Te gustó tu regalo?

Azrael: Me encantó preciosa. Eres maravillosa.

Mariangel: ¿Verdad que sí? jejeje

Azrael: Y ante todo la modestia, jejeje.

Mariangel: Ese fue tu regalo. Ahora va la sorpresa.

Azrael: ¿Ah no era esta?

Mariangel: No, la sorpresa es una buena noticia. Le pedí a mi papá una semana más y me dijo que sí, ya cambió mi boleto. Además. Esta semana extra va a ser sólo para ti. Te lo ganaste.

En cuanto me dijo salte de alegría y la besé de forma frenética. Un rato después me dediqué a consentir a su vagina para que no se pusiera celosa y la dejé bien llenita de leche.

Esa semana Mariangel parecía otra. Todas las noches dormimos juntos en mi depa. Fue maravilloso despertarse cada día con un beso de mi venezolana.  Todos esos días cocinábamos juntos o paseábamos tomados de la mano como novios, nunca pensé que ella pudiera ser tan tierna pero me encantó, aunque mi corazón estaba corriendo serio peligro. Toda esa semana pasé revista a sus tres agujeros siempre dejándolos bien inseminados por petición de Mariangel. Lo malo es que no hay plazo que no se cumpla por lo que finalmente llegó el día de su partida y la acompañé al aeropuerto. Justo antes de ingresar a la sala de abordaje nos besamos largamente como despedida de nuestra aventura juntos. Mientras la besaba moría por confesarle que en esos pocos días me había enamorado como un idiota de ella y que quisiera que se quedara pero también sabía que nuestros mundos están demasiado lejos, geográfica y socialmente. Hice acopio de todas mis fuerzas para no llorar en ese momento. Entonces al terminar el beso descubro que Mariangel, mi doncella de acero, se había quebrado y su rostro estaba bañado en lágrimas. Ella toma mi mano y la pone en su abdomen por debajo del ombligo y con su otra mano saca algo del bolsillo de su chamarra y me lo entrega. Lo veo. Es el mismo paquete de pastillas anticonceptivas que le vi la primera noche que hicimos el amor con las mismas tres faltantes de esa noche y el resto, intactas.

Azrael: Mariangel, tú/

Ella interrumpe mis palabras con un beso apasionado pero con sabor a lágrimas, se separa de mí violentamente y corre hacia la puerta de de la sala de abordaje sin mirar atrás. Yo me quedo mirándola petrificado. Parece que mi bella venezolana se llevó de mí algo más que un recuerdo.

¿Continuará?