Mi vecino y yo
Él me espiaba y yo me dejaba espiar...
Hola amigos. Soy asidua lectora de esta página y decidí contarles mis guarradas que son innumerables, espero lo acepten y me ayuden a mejorar con sus comentarios, desde ya muchísimas gracias.
Voy a presentarme:
Me llamo Andrea, 27 años, rubia, ojos claros, mido 1.70mts, peso 59 kg, tengo un cuerpo armónico y curvilíneo, grandes pechos con pezones rosados, siempre paraditos y duros, dispuestos a recibir caricias. Según todos mis conocidos lo más destacable de mi cuerpo es de la cintura hacia abajo, largas y torneadas piernas, cintura estrecha, caderas redondas y un trasero, respingón, durito y redondo como una manzana.
Estoy casada hace 7 años con Mauricio, de 33, sin hijos aún, pues mi esposo quiere ahorrar dinero, y piensa que con niños, no se podrá ahorrar lo suficiente.
Soy una mujer muy ardiente, y Mauricio no llega a colmar mis necesidades....
Soy muy cachonda, demasiado cachonda, y mi esposo a pesar de ser muy buena persona, y trabajador, es frío y él, al sexo no le da mucha importancia.
Tenemos relaciones sexuales convencionales, dos veces por semana, por lo general el sábado a la noche y los domingos por la tarde, y a mi eso no me alcanza. Quiero sexo todos los días, a cualquier hora y en cualquier lugar. Mi esposo no está ni enterado de mis deseos, tampoco se molestó mucho por conocerme a fondo sexualmente hablando.
Me da un par de besos, se sube arriba mío, se mueve y en un segundo se corre, siempre es así, luego de terminar, va al baño y se da una larga ducha, de casi media hora, para relajarse, sale de la ducha, se seca el cuerpo, viene hacia la cama , me da un beso en la mejilla, se da vuelta y se duerme, lo largo de estos 7 años de matrimonio, siempre es así, sin cambiar la rutina nunca.
Por este motivo, mantengo una relación paralela con el esposo de la hermana de mi marido o sea mi cuñado, nuestro romance comenzó desde antes de casarme, somos aparte de amantes muy buenos amigos, a mi cuñado le pasa lo mismo con su esposa que es fría y en lo único que piensa es en tener limpia la casa, tampoco se interesa por las necesidades sexuales de su cónyuge.
Los mejores orgasmos de mi vida los he conseguido con mi cuñado, sexualmente me colma, me llena, me da verga para que tenga, guarde y regale, tenemos sexo en cualquier lugar de mi casa, o en la de él, o en la de mis suegros, salimos siempre de vacaciones los dos matrimonios juntos y nuestro placer mayor es coger como animales cerca de nuestras parejas, ya les iré contando de a poco.
Hace unos meses nos mudamos a un apartamento más amplio, con un inmenso balcón que da hacia la calle, cuando hace calor, abro las puertas de mi dormitorio que dan al balcón y lo dejo abierto, pues entra un aire muy agradable.
Frente a nuestro apartamento, vive un matrimonio mayor de unos 60 años, muy simpáticos y buena gente.
El señor en cuestión es muy apuesto, siempre su vestimenta es impecable, tiene una mirada libidinosa, que recorre lentamente mi cuerpo, como desnudándome, paso a paso, se perfectamente de mis atributos físicos, el señor cada vez que me miraba embobado, a mi se me mojaban las bragas, yo le seguía la mirada y en cierta manera lo provocaba. Lo miraba como una perra viciosa, descaradamente mis ojos le decían lo deseosa de sexo que estaba, pero siempre había alguien cuando nos encontrábamos, o mi marido, o su esposa, o el portero, y yo debía guardar compostura, ante los demás, pero sabía que en algún momento el vecino y yo tendríamos un encuentro, tiempo al tiempo...
Una vez estaba desnuda en mi dormitorio, recién salida de la ducha, estaba acomodando mi ropa, para empezar a vestirme, vi una sombra en el balcón, un poco temerosa me fui acercando, de reojo vi que era mi vecino que me estaba espiando, disimuladamente y muy cachonda me pasee por el dormitorio permitiendo que viera mi cuerpo sensual y provocador, me excitaba saber que el vejete se calentaba y posiblemente terminara masturbándose en su baño o quizás ahí mismo en el balcón. Tomé un pote de crema, me senté sobre la cama con las piernas abiertas, comencé a untarme el cuerpo con crema, lo hacía lentamente, estaba muy excitada sabiendo que el vejete me miraba. Luego me recosté sobre la cama y empecé a acariciarme los pezones, todo mi cuerpo, con mis manos abrí mi rajita que chorreaba y toqué mi parte más débil y pecadora, mi clítoris, lo acariciaba suavemente, en definitiva me terminé masturbando en su cara.
El sábado pasado, por la mañana, salía a hacer las compras, cuando llega el elevador y se abre la puerta, encuentro a mi deseado vecino que venía desde la calle. Nos saludamos y mi vecino me dice.
-Olvidé comprar algo, así que voy a bajar contigo.
Al ponerse el elevador en marcha, mi vecino apretó el interruptor y paró el elevador, en el entrepiso sin decir palabra, me tomó en sus brazos y me dio un beso en plena boca, mis labios se abrieron y recibieron su lengua, nos fundimos en un abrazo, mientras nuestras lenguas se recorrían y se hacían una sola.
-Putita, eres una putita y te daré lo que tanto estás buscando.
Rápidamente, se arrodilló, sus manos levantaron mi falda y me bajó las bragas, puso su cabeza en mi entrepierna, sus manos suavemente se apoderaron de mis tobillos y abrió mis piernas, me tomó de las caderas, con sus manos fue acomodando mi cuerpo sobre su boca, de esa forma quedé sentada en sus labios abiertos, mi conchita mojada quedó dentro de su boca.
Me comió el coño como nunca me lo habían comido, su lengua perversa me recorrió los labios vaginales de punta a punta, empezó a chuparme toda la conchita, luego se adueñó de mi clítoris y lo lamió bordeándolo con la punta de la lengua, subía y bajaba dándome un placer inmenso, olvidándome de dónde estábamos, comencé a gemir, y a rogarle que siguiera, que no parara
-¡Qué rico!, ahhh, asiiiii, ahahhhhaahhh, asiiiiii, maaaasss, aaahhhhmmmmm.
Y llegó mi orgasmo en su boca, la cual quedó inundada de mis fluidos. Mis gemidos se mezclaron con los gritos de los vecinos llamando al elevador, me quitó las bragas, las besó y se las guardó en el bolsillo de su pantalón.
Me las llevo, como el mejor de mis trofeos.
En segundos arreglamos nuestras ropas y mi vecino puso el elevador nuevamente en marcha, los vecinos subieron al elevador quejándose de la demora, pero mi vecino socarronamente les dijo que el elevador había tenido un desperfecto por un bajón de tensión y que quedó parado en el entrepiso. No se si el cuento se lo creyeron, ni me importa, lo único que realmente me importaba fue la mamada que me dio y que me hizo ver el cielo. Llegamos a la planta baja y cada uno siguió su camino.
Ese mismo sábado salimos a cenar con un matrimonio amigo, la pasamos muy bien, cenamos en un lugar muy bonito, luego nos fuimos a un pub a tomar unas copas, a eso de las dos de la madrugada volvimos a casa.
Como todo sábado, era el día que mi esposo me hacía el amor, mientras nos besábamos nos quitábamos la ropa, estábamos completamente desnudos , miré hacia el balcón, presentía que mi vecino me estaba espiando, y no me equivoqué, la sombra de su cuerpo estaba dibujada tras las cortinas del balcón.
Le pedí a mi esposo que cambiáramos de posición, quería que me penetrara de costado, quedando yo de frente al balcón y de paso con mi cuerpo lo tapaba y no podía ver a mi vecino.
A mi esposo le gustó la idea, se puso de costado, y me penetró por atrás, mientras mi marido me bombeaba, miré hacia el balcón, mi vecino se hizo ver, yo lo miraba mientras abría mis labios y me pasaba la lengua como diciéndole esta lengua es para ti, para recorrerte y chuparte todo.
Mi marido se corrió en mi espalda, pues no quería embarazarme. Descansó unos segundos y como lo hacía siempre, se fue a bañar, tenía unos cuantos minutos a mi favor. Cuando sentí el ruido de la ducha, me levanté de la cama y fui al encuentro de mi vecino, lo besé escandalosamente.
Tomé su miembro duro, mientras le decía:
-Quiero devolverte el placer que me haz dado esta mañana.
Tomé su pene erguido y me lo llevé a la boca, empecé pasándole la lengua por el glande, luego poco a poco me lo enterré casi hasta la garganta, entraba y salía de mi boca despacito y fui aumentando la velocidad hasta llegar a un ritmo enloquecedor, el con sus dedos desparramaba por mi espalda los restos de semen de mi querido y cornudo marido.
Su semen llegó a mi boca y lo tragué espasmódicamente, lo tragué con el mayor de los gustos.
Me tumbé en el piso, mi vecino se agachó y fue directo a mi vagina, propinándome una lamida de coño, igual que a la mañana, mis gemidos de placer se confundían con el ruido de la ducha abierta.
Nuevamente me corrí en su boca. Se levantó y se fue por el balcón, me fui a mi cama, me acosté y a los pocos minutos llegó mi esposo, me dio un beso en los labios, aún con el sabor de la lechita de mi vecino, se dio vuelta y se durmió.
Espero que les haya gustado una de las tantas aventuras que tengo para contarles de mi vecino, y otros amantes que he tenido. Si les interesa, me gustaría saber si desean que les cuente, tengo mucho para relatar.