Mi vecino y yo.
Cierta noche, durante un encuentro sexual muy excitante con mi esposo, tuve una fantasía que me llevo a un orgasmo intenso: Imaginé que mi vecino, nos espiaba escondido a través de la ventana de nuestra recamara; lo imaginé montado en la barda que limita su casa con la nuestra, atisbando entre una
“Lo que hoy está probado, en su momento era sólo algo imaginado” (William Blake).
Mi vecino y yo, raramente intercambiamos palabras; nunca más allá de un simple saludo, y en ocasiones algún comentario sin mayor trascendencia, acerca de cosas triviales.
El único detalle, dijéramos importante, relacionado con un leve aspecto erótico, entre él y yo, fue que: cierto día, lo descubrí observándome desde una ventana de su casa, atenta y en forma oculta, cuando yo colgaba mis sensuales pantaletas al sol; en el tendedero de mi patio.
Recuerdo que: fingí no darme cuenta, y los más sorprendente, es que unos minutos más tarde, pidió permiso para entrar por mi patio trasero a realizar algunos arreglos a la pared de su casa, que precisamente da a mi propiedad. Ignoro si esto solo fue un pretexto, pero segundos después, lo observé a través de la ventana de mi cocina, tocando extasiado, una de mis bragas; ahí fue el instante, en que una electrizante impresión, me llamó la atención por primera vez hacia él.
El vecino, es aproximadamente 10 años menor que yo; y en circunstancias normales, jamás me hubiera fijado en este, pero a partir del detalle de mis calzones, empecé a observar aspectos físicos acerca de su persona, y un fenómeno de fichas de dominó, dieron lugar en mi mente, a flashazos eróticos entre él y yo; aunados a ciertos sueños algo confusos de carácter sexual, que yo llegué a tener con este.
Cierta noche, durante un encuentro sexual muy excitante con mi esposo, tuve una fantasía que me llevo a un orgasmo intenso: Imaginé que mi vecino, nos espiaba escondido a través de la ventana de nuestra recamara; lo imaginé montado en la barda que limita su casa con la nuestra, atisbando entre una separación de las cortinas, e incluso, pedí a mi esposo que me cogiera con mis nalgas apuntando hacia dicha ventana, mientras yo volteaba, y arrojaba besos en esa dirección, suponiendo que el vecino se encontraba observándonos, mientras que, a la vez, yo imaginaba que este se masturbaba frenéticamente, ante la imagen sexual que observaba.
A partir de ese instante, estando sola, me llegué a masturbar con la cortina abierta de la recamara; ignorando, en que grado, mis gritos placenteros realmente pudieran escucharse, ya que nos encontramos en un segundo piso, y el cuarto, está bien aislado de los ruidos; ¿pero con la ventana abierta?
Así, yo imaginaba, que él vecino, escuchaba mis gritos de hembra ardiente, y que incluso, me olía; escalando a observarme loco de pasión, mientras yo me sacudía violentamente entre sublimes orgasmos.
Poco a poco, fui armando en mi mente, unos episodios eróticos; como en una serie de televisión, hasta llegar a lo siguiente:
Lo imaginé, entrar furtivamente a mi recamara, sin importarle, el poder llegar a ser rechazado, y quizá hasta ser acusado penalmente; retirando el vecino, mis ropas a la fuerza y a jalones, sin importarle mis protestas y lloriqueos de que “por favor, no lo hiciera”, y proporcionarme sin miramiento alguno, grandes metidas, entre besos en la boca, cuello, y tetas, y caricias por todo mi cuerpo; sumergiéndose con fuerza dentro de mi apretada vagina, hasta la locura, brotando su semen en torrentes; y esta fantasía se reforzó mayormente, cuando me enteré que: en la vida real, la mujer de este, se encontraba embarazada, y posiblemente distanciada de las faenas sexuales.
La posesión anal, que este hombre, en mi imaginación me propinaba como un demente, me llevaba a gritar sin importarme ser escuchada; y así era como yo lo observaba mentalmente, eyacular dentro de mi culo, y también hacerlo dentro de mi vagina y boca.
Mi mente se encontraba inundada en un rio de semen, pasión y locura; y yo, de suponer antes al vecino, como un hombre frío y sin gracia, ahora, en mi imaginación, pasó a ser un individuo dominante y férreo; imponiendo su virilidad a la hembra sumisa en celo, en este caso: Yo. De manera curiosa, a partir de mis fantasías sexuales, nuestras miradas mutuamente dirigidas, y los simples saludos, ya fueron mayormente cálidos, como si el hombre, adivinara mis pensamientos, suponiendo yo, que disfrutaba de ellos, junto conmigo.
Sin embargo, el hombre también tenía lo suyo; cierta vez, lo observé, saliendo de un templo en compañía de su esposa embarazada e hijos, ya que este, presumiblemente era muy religioso, lo cual, yo ya había comprobado que no era así, al menos no, de la manera como lo describían; ya que yo recordaba muy bien, la manera lujuriosa como tocaba mis pantaletas aquella tarde, cuando estuviera en mi patio trasero. En esta ocasión, que yo lo vi saliendo de la iglesia, sus ojos me escudriñaron de arriba abajo, previniendo desde luego, que no lo viera su mujer; a la vez que casi me desnudaba con la vista, con una leve sonrisa cínica en sus labios, yo fingí no darme cuenta, y seguí mi camino. Era evidente, que yo tampoco le era ajena en sus pensamientos lascivos, como seguramente, también lo eran otras mujeres.
Mi esposo, por razones diversas, no simpatiza con el vecino; así que cautelosamente le expuse, entre avergonzada y temerosa de su posible reacción, las extravagancias de mis fantasías sexuales con este hombre; sorpresivamente, este las apoyo, con un gesto comprensivo pocas veces visto.
En la intensidad de las fantasías subsecuentes, yo observaba a mi vecino, venir a buscarme ardiente, cuando yo, supuestamente me encontraba sola en casa; pero en esta ocasión, la nueva fantasía, incluía a otros dos hombres invitados por este, los cuales observaban llenos de calentura, la manera como el vecino, y dueño de mi voluntad sexual y de mi cuerpo, me desnudaba sin consideración, devorando con su boca toda mi vulva ardiente, y también el trasero; obligándome abusivamente y jalándome de las greñas, a chuparle el enorme y duro tubo de carne, hasta el fondo de mi garganta; para propinarme enseguida, feroz cogida, sin importarle mis suplicas y llanto, mientras yo, durante la escena proyectada en mi imaginación, estaba encendida de pasión, debido a la presencia de los otros dos hombres, parados observando como este me cogía; mientras que: el vecino me atizaba por todas las posiciones posibles, incluyendo mi ano; entre una escandalera ensordecedora de mi parte, y yo, observando a los otros dos, desesperados, sobándose la parada verga, apurando a mi feroz victimario sexual, para que se apurara y poderme ellos coger; ya que no podían soportar tanto estimulo visual, amenazando con eyacular ahí mismo, de pie y sin siquiera tocarme.
En mi fantasía, yo me regocijaba provocándolos con mis gritos de placer, y movimientos de mi cuerpo, como una anguila, ante la soberana cogida; haciendo que mi vecino, terminara eyaculando dentro de mi ano; y acto seguido, los otros, se montaron de inmediato, calientes como perros; e intentaban darme los dos juntos por la vagina, sin lograr su cometido dada su extrema excitación; y de esa forma fue, que uno decidió darme por la vagina, conmigo montada y ensartada en la verga del hombre, y a la vez que este, separaba con sus manos mis nalgas, y el otro sumergía toda su verga por mi culo; entre los ruidos de la leche del vecino, que emanaba de dentro de mi recto hacia afuera.
Así, en mi excitante quimera, yo sucumbí a las tremendas metidas de los tres hombres, quedando al final, anegada en un mar de semen, saliva y sudor, con intenso olor a macho caliente; totalmente desnuda, a merced mi cuerpo de estos animales, despeinada, sollozando, y estos, me abrazaban y besaban, muy agradecidos; y yo, lamía como una cachorrita, todo el residuo de semen en torno a sus ardientes y aun paradas vergas.
Mientras yo, proyectaba todo esto en mi mente, mi esposo, tremendamente excitado, me daba una gran cogida; y yo, entre gritos y jadeos, le contaba lo que imaginaba, mientras que ahora este, me jalaba del pelo, y me nalgueaba sin piedad, gritándome que “era una puta” y sin ser capaz de contenerse, estalló dentro de mí vagina, gritando fuertemente, víctima de la intensa eyaculación provocada por el relato de su ardiente mujer.
No sé si alguna vez, esta fantasía pudiera ser llevada a cabo; pero al menos, alimenta mis noches de pasión y provoca en mi esposo y mi persona, una relación muy satisfactoria y llena de ardor; que es hasta donde creo, que debe llegar una fantasía, aunque quizá, las circunstancias lleguen a cambiar, dando paso a algo inesperado. Ya les contaré.