Mi vecino sacó la mujer ardiente que había en mí 3

Al fin me convertí en lo que el viejo deeaba de mí, ser una puta, solo que el no lo disfrutó como quería, fueron otros hombres que se aprovechron de lo que el había hecho de mí.

Mi vecino sacó la mujer ardiente que había en mí 3. La caída

Los razonamientos son válidos en un estado de calma del individuo, la mente lo asimila, lo acepta y razona para cambiar; pero cuando el cuerpo se interpone entra la mente y la persona es difícil hacer esto, normalmente se deja uno llevar por los instintos, esto hace que la persona sea una persona natural, entregada a su instinto y que solo reaccione a lo que el cuerpo le llame. Esto es lo que sucedió con Luisa, entregada ya a su lujuria que natural fluía por sus poros, no razonó entre la entrega de su cuerpo al abandono del mismo. Para los que me han preguntado por los niños asegura que eran de su marido, que los concibió antes de comenzar su vida de lujuria.

El embarazo y posterior parto de mi segundo hijo que fue una niña, embarneció aun más mi cuerpo, con la ayuda de don Agustín pude llevar una dieta equilibrada, y un ritmo de ejercicios que le hizo mucho bien a mi cuerpo.

Había rebasado ya la cuarentena posterior a mi parto y me encontraba en mi humilde cuarto, mi hijo ya de 5 años, veía la televisión, y mi pequeña hija dormía placidamente en una pequeña y sencilla cuna, regalo de don Agustín, pero cuando menos ella tenía ese privilegio de tener donde dormir, algo que yo nunca tuve y que pensé mis hijos tampoco disfrutarían.

Me miraba al espejo, mis pechos se veían enormes, por la leche acumulada en ellos para amamantar a mi nena, los pezones por su tamaño sobresalían bajo mi blusa, veía mis caderas que se habían ensanchado y afirmado mas, mis faldas la abarcaban con dificultad ya que sentía se habían agrandados mas, mi cintura aún sufrían los estragos del embarazo, por que me sentía aun inflamada del abdomen, pero no era en eso en lo que pensaba mas, sino en la sensación de vacío en mi cuerpo, este reclamaba ya después de mas de tres meses de abstinencia, del sexo que era lo que me llenaba, mis pechos palpitaban y me dolían los pezones, no se si era por la carga que llevaban o por la falta de caricias, mi entrepierna se me humedecía y sentía cosquilleos en ellas, instintivamente una de mis manos fue hacia mi entrepierna, subiendo la falda que en esos momentos vestía, hasta llegar mi mano a la delicada tela de mi pantaleta, acariciando fortuitamente mi entrepierna para entregarme a mis sensaciones, reaccioné al escuchar el llanto de mi nena, fui a lavarme y dedicar el tiempo a ella.

Mientras amamantaba a mi bebé, mi mente repasaba la noche anterior en que acercándome ami esposo reclamaba sus caricias, y obtener su rechazo argumentando mi poco tiempo de parto, dejándome con las ganas, don Agustín, me había visitado recién había dado a luz para llevarme la cunita de la niña y una que otra visita mas para ver como estaba pero nada mas.

Pero mi cuerpo ahora reclamaba lo que le hacía falta, sexo, la parte complementaria de mi ardiente vagina, que no era otra cosa que un pene que llenara ese vacío de mi cuerpo que solo se saciaría con un hombre que me llenara.

El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos, era don Agustín; -hola putita, como estás?- fue su saludo.

Conversamos de nosotros y me dijo que me visitaría esa noche, que me preparara y vistiera sexy que tenía ganas de saborear mi cuerpo, esa llamada despertó de nuevo esas sensaciones de mi cuerpo, y ansiosa esperé que oscureciera para que el llegara.

Lo esperé vestida solo con un ligero vestido de tirantes que tenía, de color rojo; y debajo solo una minúscula tanga de color rojo también, esperé su llamada que llegó casi a medianoche, para acercarme a la parte posterior de su casa, la puerta ya estaba abierta así que entre en el cuarto y ahí me esperaba el, recostado en la cama que había ahí, totalmente desnudo, al verme llegar se levantó avanzando hacia mí, para tomarme entre sus brazos, tomándome de las caderas para besarme, el beso fue largo, lujurioso, queriendo reponer el tiempo que no habíamos estado juntos, ya sus manos recorrían mi cuerpo por encima de mi vestido, y yo ya gemía de pasión, cuando sentí sus manos deslizarse por debajo de mi vestido, hacia mis nalgas una, y la otra hacia mi entrepierna, solo separé mis piernas para que me acariciara a gusto.

Mis gemidos eran ya altos y los jugos que manaban de mi rajadita, denotaban mi entrega, me vine rápidamente solo con las caricias de sus manos, con mis manos me aferraba a sus brazos mientras mi cuerpo se sacudía en palpitaciones y mi boca gemía sintiendo el gozo natural de mi cuerpo.

Don Agustín deslizó los tirantes de mi vestido por mis hombros y dejó caer mi vestido, dejándome en tanga, tomándome de las manos me hizo dar la vuelta y oprimiendo su cuerpo detrás de mí me sobó suavemente los pechos, estos hinchados por la lactancia, pronto empezaron a dejar fluir el líquido amamantador, el siguió con su tarea, parecía que disfrutaba con esto, y la forma en que lo hacía me gustaba. –Qué rica lechita mamita, pareces una vaquita-. Me dijo mientras esa leche salía de mis pechos, teniéndome así de espaldas me hizo doblar y apoyarme en la cama con las manos manteniendo mis piernas sin doblar y separándomelas, haciendo a un lado la tira de mi tanga colocó su verga en la entrada de mi ardiente vagina.

Solo necesitó empujar tantito su cadera para que su verga se deslizara completamente por mi vagina, era tanto la lubricación que tenía que en cuanto lo sentí deslizarse dentro de mí, me empecé a mover al ritmo de sus embestidas, una de sus manos me jalaba de la cadera y la otra pasaba de mis pechos a la parte superior de mi vagina, tallando mi botoncito, haciéndome venir rápidamente por segunda vez.

Don Agustín al darse cuenta de mis gemidos más intensos y gritos, me tomó con ambas manos de la cadera para taladrarme dura y rápidamente, haciéndome casi perder el equilibrio.

Yo me fui de bruces sobre la cama, y el sacando su verga de mi entrepierna, me dejó acomodar a mi gusto, me tiré boca arriba y abriendo las piernas y haciendo a un lado yo misma mi tanga esperé que me embistiera de nuevo, apoyándose con una mano en el colchón y con la otra dirigiendo su inhiesta vara hacia mi rajada, se volcó sobre mí, de nuevo su verga me penetró y empezó a sacarme más gemidos de placer, le gustaba oírme gemir y gritar.

-Te gusta putita, te gusta cómo te penetro, como entra mi verga dentro de ti?

-Si, viejo, me encanta, cógete a tu putita, soy tu puta, tu perrita, cógeme hasta que te canses, que por eso estoy aquí, para que me hagas totalmente tuya, como tu puta que soy-.

-Sí, pues ponte como una perra, en cuatro para que te coja perrita-.

Saliéndose de mí, dejó que me acomodara de nuevo, y obediente a lo que me decía, me puse como una perra esperando que me penetrara. Su verga se deslizó de nuevo dentro de mí, con mi tanga de lado como a él le gustaba cogerme, me tomó de la cadera para embestirme con fuerza y rapidez, mientras yo enterraba la cara entre las sábanas de esa cama que era mudo testigo de nuestra lujuria.

-Ah perrita, como me encanta tu rajita, me enardece como me aprisiona la verga, así me gusta cogerte como una perrita, me haces sentir riquísimo en mi verga, dime que tan putita eres perrita.

Entre jadeos y suspiros de placer le contestaba. -Si viejo, soy una gran puta, tu puta, para que te sacies con tu perra, cógeme sin piedad, dame tu verga hasta que te sacies, dame por el culo mi vida, penétramelo, hazme sentir que soy tu puta.

Decirle eso lo enardecía más y mas fuerte eran sus embestidas, sacó su verga de mi vagina, para apoyarla en la entrada de mi culo, me lo tallaba entre mi vagina y culo, a lo que desesperada por sentirla de nuevo le urgía: -Ya dámela viejo, mete tu verga en el culo de tu puta, hazme sentir tu puta.

La embestida fue a morir, ya que me penetró de un solo envión, su verga se deslizó de una manera rápida y fácil al interior de mis entrañas, y sin dejarme tomar aire empezó a taladrar mi agujero posterior, me embestía furiosamente como me tenía acostumbrada, yo solo gemía, tratando de no gritar del placer inmenso que me proporcionaba, una de mis manos fue a mi clítoris para tallarme con ansias buscando el encuentro con un orgasmo que no tardó en fluir de mi ardiente cuerpo, como saciándose después de un largo ayuno.

Me desmadejé cayendo de bruces sobre la cama, el se salió de mí, y dándome vuelta me puso bocarriba, alzando mis piernas me las abrió dejando expuesto mi sexo hacia donde apuntaba su verga, esta me penetro nuevamente por mi culo, yo solo lo dejaba hacer, de pronto sentí que mi rajada era invadida, haciéndome salir de mi letargo, alcé la cabeza para ver que me hacía, y me encontré primero con su rostro que me miraba lujurioso, y al bajar la vista, vi como con una de sus manos maniobraba el aparato de goma que usábamos en nuestras sesiones de sexo, pero ahora me penetraba al mismo tiempo con ella en mi rajada mientras su verga me taladraba mi culo.

-Mira como te cojo putita, siente como eres penetrada por dos vergas-.

Mientras decía eso me miraba con lujuria, y su verga y su mano con el falo de goma me penetraban vigorosamente. –Que sientes perrita, que siente mi putita con sus dos huequitos siendo cogidos-.

-Si vidita, así coge a tu perrita, que rico me haces sentir, goza de mí maldito, hazme mas puta de lo que soy-.

-Quiero que sientas así pero con dos vergas de verdad perrita, quiero que seas mi putita completa, que dos vergas te penetren al mismo tiempo, quiero entregarte a oros hombres que disfruten de tu cuerpo, quiero ver cómo te penetran, como entra otra verga en tu panochita y en tu culo, como le mamas la verga a otros hombres, quiero verte como una puta de verdad, ¿Me vas a dar gusto putita?-

Presa de la lujuria desatada de mi garganta salió lo que él deseaba. –Sí maldito viejo, haré lo que quieras, seré tu puta de verdad, quiero sentir dos vergas al mismo tiempo, que veas como otros hombres me cogen-.

Decir esto y sentir como un gran orgasmo me sobrevenía fue una sola cosa, de mi garganta solo salieron gritos de placer que sin nada por evitarlos fluyeron al unísono de los estertores de mi cuerpo que presa de este último orgasmo, se agitaba bajo el cuerpo de don Agustín, finalmente el viejo se vino dentro de mi culo, bañando mi recto con su semen, mientras se agitaba dentro de mí, emitiendo gemidos de placer, su cuerpo se desmadejó sobre el mío, y nuestros jadeos se unieron al intentar reponer la tranquilidad a nuestros cuerpos, fue una entrega salvaje, un encuentro por demás esperado para satisfacer la ansia que mi cuerpo reclamaba. Finalmente ya saciada esa sed de placer, mi cuerpo se adormeció al lado de don Agustín, dormité un rato para reponerme.

Había pasado un buen rato, cuando reaccioné, don Agustín estaba al lado mío completamente dormido, me levante buscando mi teléfono para ver la hora, eran pasadita de las 3 de la mañana, mi corazón dio un vuelco, mi marido, pensé, me vestí rápidamente y con sigilo salí de esa casa, me metí a mi casa y con cuidado busqué indicios de su llegada, pero no había nadie, solo mis pequeños hijos, respiré con tranquilidad, apresuradamente me di un baño sin mojarme el pelo para que mi marido no se diera cuenta, mi tanga la remoje y la dejé en un cubo remojando con otras ropas para disimular y me metí a la cama, mi cuerpo se sentía satisfecho, 4 orgasmos me habían relajado, mi culo resentía el tratamiento, pero nada como para impedirme dormir, no sé a qué hora llegaría mi marido, solo sé que desperté hasta el amanecer por el llanto de mi nena, que reclamaba su leche, mi marido dormía al lado mío, me paré y mientras le daba mi pecho para amamantarla, no pude evitar un escalofrío al recordar lo que esos pechos habían recibido esa noche.

Después de esa noche, cada encuentro que tenía con don Agustín era de lujuria descontrolada con su nuevo juguetito, con él en sus manos me hacía lo que quería, me hacía venirme infinidad de veces, llegué a contar en una ocasión hasta 7 orgasmos en sus manos, el me penetraba de la misma forma en que me había acostumbrado, pero cuando me tomaba con su "amiguito" era yo solo un juguete en sus manos.

Solo que ya se había convertido en una obsesión lo de que me quería entregar a otros hombres, yo lo aceptaba en plena calentura pero ya en frío lo negaba y nunca salimos de esa posición.

Algo vino a cambiar nuestra relación, el dueño de las casas donde vivíamos nos dijo que construiría una casa nueva donde el viviría y que tiraría las casas donde rentábamos, aclarando que eso llevaría su tiempo, pero no hay tiempo que no se cumpla, así que el primero en desocupar fue don Agustín y su familia, ya que en esa posición empezarían la construcción de la nueva casa. Esto trajo algunos inconvenientes para vernos, ahora teníamos que buscar que fuera muy de noche o salir yo e ir a un hotel, aunque esto no era muy fácil por mis hijos. Total que nuestros encuentros escasearon.

La construcción de la nueva casa, trajo otros inconvenientes, como fueron los trabajadores que se ocuparían de la construcción, eran en total 5 trabajadores, uno que le decían maestro y que era el que decía como se hacían las cosas, otros 2 albañiles que se ocupaba de los trabajos y 2 más que eran los ayudantes y hacían de todo, y había un sexto mas, que no estaba siempre pero llegaba varias veces durante el día o en la semana, era un ingeniero y era el jefe de todos. La casa de enfrente casi desapareció, ya que la tiraron quedando solo un cuarto en pie, que era el cuarto donde siempre habíamos tenido nuestros encuentros don Agustín y yo, en una ocasión en que se habían ido todos me asomé a ese cuarto y me sorprendió ver que aun se encontraba la cama donde muchas veces me entregué al viejo.

Yo me mantenía en mi casa, que por estar al fondo, no interfería en nada con la construcción, lo único que me incomodaba era que al tender mi ropa después de lavarla, esta quedaba a la vista de cualquiera que quisiera verla, sobre todo mi ropa interior, que siempre la tendía en el rincón más lejano a ellos, por cuestión de encuentros con ellos, por tener que pasar por donde trabajaban para salir a hacer compras o al entrar, los empecé a saludar, hasta que una tarde el maestro que se presentó como Julián, me pidió que si no les podía hacer comida para todos, y que de esta manera me ganaría un dinero extra, como se prestaba para ganar algo, acepté y todos los días les preparaba comida, que luego les servía, ellos se acercaban al zaguán del frente de mi casa a comer en una mesa que ellos mismo fabricaron y ahí comían.

Todo bien hasta ahí, solo trataba con ellos a la hora de la comida, y los sábados me pagaban, era un dinero extra, que a mi marido le pareció bien para ayudar a la casa. Ellos en ocasiones se quedaban hasta noche, algunas veces bebiendo, sobre todo los sábados, y uno de esos días en que se quedaban tarde yo salí a comprar a la tienda con mi hija en brazos y mi hijo al lado mío, ellos se me quedaron mirando de una manera diferente a como me veían siempre, quizás por que traía una minifalda, cuando regresé, don Julián estaba fuera de la construcción y me saludó diciéndome que estaban celebrando su cumpleaños, que me invitaban a convivir con ellos, que tenían comida y cervezas, le dije que yo no bebía y que gracias pero mis hijos me necesitaban. El me dijo que me esperaban a que se durmieran y que los acompañara, solo le dije que gracias y que vería.

Pasó parte de la noche serían como las 9 de la noche y ya mis hijos dormía, yo me encontraba lavando los últimos trastes, cuando observé que alguien se acercaba por la ventana, era don Julián que nuevamente me invitaba, mi dijo que habían comprado unas caribes para mí, que son unas bebidas dulces con alcohol. Me dije a mí misma que por qué no y le dije que en un momento iba.

Cuando llegué a ellos, solo se encontraban, don Julián con uno de los albañiles y uno de los ayudantes, además del ingeniero, que se encontraba en el baño, los otros ya se había ido según me dijeron, la construcción solo constaba de las paredes, sin techo, pero ocultos de la vista de la gente, me dieron una bebida y brindé con ellos, me ofrecieron de comer pero no acepté porque ya había cenado, tenían música de una grabadora, no acostumbrada a beber me bebía rápidamente las caribes, que no se sienten pero si se suben a la cabeza, me invitaron a bailar, que ya presa de los estragos que empezaba a hacer la bebida en mi, acepté y bailé con cada uno de ellos. Me disculpé de ellos para ir al baño y me fui a mi casa a hacer de mis necesidades, cuando regresé hablaban entre ellos, y sin que se dieran cuenta escuché que hablaban de mis pechos, cuando me vieron callaron, yo les pregunté que decían, a lo que el ingeniero me dijo que discutían acerca de que si mis pechos eran naturales o eran de eso que con ayuda del brasier hacía que se vieran así, me avergoncé de la respuesta directa por preguntona, pero ellos siguieron hablando de mis pechos, que si se me veían bonitos, que si llamaban la atención, hasta alguno de ellos dijo que envidiaban a mi nena. Yo solo les dije que eran naturales, que no necesitaba de nada para ser como eran.

Don Julián, me dijo que porque no les mostraba su naturaleza, a lo que me negué.

Acercándose a mí, me dijo: -Denos gusto solo de ver que tan naturales son, solo eso, es mas solo le pedimos que se quite el brasier y poder ver como son así libres bajo la blusa-.

Me avergoncé del rumbo que había tomado la conversación, pero a la vez mi naturaleza extremadamente ardiente afloró, haciéndome sentir palpitar mis senos y entrepierna, seguimos bebiendo, la bebida y la plática me hizo sentir más ardiente, ellos insistía en lo mismo y yo a negarme.

De nuevo la necesidad de ir al baño, me hizo salir de ahí y fui al baño de mi casa, ya estando haciendo mis necesidades, sentía como mi entrepierna palpitaba, pensé en lo que me decían y sin pensarlo más me saqué la blusa y finalmente el brasier, me puse la blusa nuevamente y palpé mis pechos, los pezones erectos por la calentura que sentía se notaban mucho, pero aun así, me dirigí a ver si mis hijos estaban bien antes de ir hacia ellos.

Al llegar con ellos de nuevo, pronto notaron el cambio y en silencio 4 pares de ojos fueron a mis pechos, sentí que mis pezones crecían aún mas, sin denotar nada ante ellos tomé mi bebida y me tomé lo que quedaba de ella de un golpe, ellos alabaron el cambio.

-Que hermosa visión- comentó el ingeniero, mientras se ponía frente a mí y sin reserva veía mis pechos. Don Julián solo expresó: -Gracias por este regalo señora-.

El ingeniero osadamente se acercó a mí y me dijo: -Quisiéramos que nos los mostrara al natural para tener la dicha de ver lo hermosos que son-.

Me rodearon los 4 y coreando decían; -Sí, que los enseñe-. Yo me quedé sin saber qué hacer y en un arrebato, me levanté la blusa exponiendo ante la vista de esos hombres mis hinchados pechos, presas de la excitación y de la carga de leche que todavía tenían. Ellos se pusieron eufóricos ante lo que veían y de pronto el ingeniero me dice:

-¿Oiga y sus pantaletas, de que tamaño son, son tangas o manga larga? No me esperaba eso pero antes de que alguien dijera algo más, mis manos fueron a la orilla inferior de mi mini falda, levantándola lentamente dejando ver mis muslos y al llegar a la entrepierna me detuve para observarlos, ellos tenían sus ojos clavados en esa parte de mi cuerpo, alcé definitivamente mi mini y mis nalgas quedaron expuestas a ellos al igual que mi triangulo frontal, una tanga blanca cubría mis vellos púbicos y mi entrepierna, mientras que una delgada tira se introducía por en medio de mis nalgas y finalizaba arriba con otro pequeño triángulo, ninguno dijo nada solo me observaban.

Osadamente don Julián se acercó a mí y una de sus manos fue hacia mis pechos, palpándolos, yo permanecí muda, su mano viajaba de un seno a otro, pellizcando mis pezones, pronto otro de ellos, estaba detrás de mí palpando mis nalgas, una mano se introdujo por el frente de mis piernas oprimiendo mi sexo por sobre la tela de mi tanga, en ese momento cerré mis ojos y un gemido escapó de mi boca.

Fue el detonante rápidamente mi blusa fue sacada por sobre mi cabeza al mismo tiempo que alguien mas bajaba lentamente mi tanga, quedando solamente con la falda enrollada en la cintura, pronto 8 manos recorrían mi cuerpo apoderándose de cada uno de mis zonas erógenas, mi rajadita, nalgas, senos, cuello espalda, piernas, todo mi cuerpo era avasallado por esas manos deseosas de mi cuerpo.

Llevémosla adentro fue la orden de don Agustín y me introdujeron al cuarto que todavía quedaba de pie, me acercaron a la cama y me sentaron en ella, don Julián se acercó frente a mí, y con sus pies, me hizo separar mis piernas, quedando totalmente expuesta sentada frente a el, observé como se sacaba su verga del pantalón y lo acercaba a mi rostro, me tomó de la cara con una mano mientras con la otra sostenía su verga y me la acercó a la boca, yo solo abrí mi boca y me introdujo su verga, empezando un metisaca con ella, alguien mas por detrás de mi me acariciaba los pechos, que escurrían la leche almacenada en ellos, también sentía otras manos acariciando mis piernas y entre ellas, alguien mas me besaba en el cuello y hombros y buscaba mis senos también.

Don Julián sacó su verga de mi boca y empujándome de los hombros me hizo recostar, quedando con las piernas abiertas en clara invitación a penetrarme, el terminó de bajar su pantalón y se recostó sobre mí dirigiendo su verga en la entrada de mi sexo, la penetración fue, fuerte y profunda sin delicadeza, sentir una verga dentro de mí me hizo cerrar mis ojos y gozar de sus embestidas, los otros no se quedaban atrás y sus manos recorrían la parte del cuerpo que quedaba a su disposición, mis pechos no tenían reposo, ya unas manos, ya unas bocas las profanaban, pero eso era lo que mas me enardecía, una verga mas buscaba mi boca y me dejé penetrar por ella, mamando una verga mientras otra me saciaba en mi ardiente vagina, no me dieron reposo en ningún momento, se alternaban gozando cada uno de mi cuerpo, perdí la cuenta de mis orgasmos, ellos al darse cuenta de mis constantes venidas me hablaban diciéndome que me viniera mas veces, que gritara, que les pidiera que me cogieran y muchas cosas mas, que yo ya desatada les obedecía, uno a uno se fueron saciando y viniendo, algunos se vinieron en mi vagina, uno de ellos en mi boca, y otros en mis pechos, me imagino que algunos se vinieron mas de una vez, por que fueron varias venidas de ellos que sentí.

Quedé desmadejada en la cama, mi respiración era agitada mientras me reponía, sentía sus cuerpos alrededor mío, poco a poco fui quedando sola en la cama, al llegar la calma y abandonarme la excitación de mi cuerpo, mi mente, ya fría, se negaba a aceptar el hecho, no quería abrir los ojos por temor a verlos a la cara, una señora casada, aparentemente decente, que solo los trataba, se había entregado ardientemente a esos 4 hombres, que sin restricciones gozaron de su cuerpo.

Me senté en la cama sin mirarlos, de hecho solo se encontraban dos de ellos terminado de vestirse, busqué mi poca ropa que me habían quitado, encontrando mi blusa y tanga en la cama, me la puse rápidamente, acomodando la falda enrollada en mi cintura, busqué mis sandalias, encontrándolas al lado de la cama, me puse de pie meditando aún como salir de ahí.

Don Julián se acercó a mí, tratando de decirme algo, a lo que lo evadí buscando la salida e irme deprisa a mi casa. Al llegar a ella me desnudé rápidamente, dirigiéndome al baño, mi marido no tardaría en llegar, me bañé y metí mi ropa usada en la parte mas baja de mi ropa sucia tratando de ocultar mi desliz, pero era solo aparentar, y no era la primera vez, que esto pasaba.

Asimilar la situación no fue fácil, afortunadamente mi marido se había refrenado un poco en cuanto a poseerme, por mi aparente estado de recién parida, pero no sabía lo que hacían con mi cuerpo en su ausencia, al siguiente lunes me ubiqué y preparé la comida como siempre, mi marido estaba en casa, a la hora de la comida, saqué la comida, la dejé en la mesa y dejé que ellos solo se sirvieran y no me acerqué mas, me quedé con mi marido dentro de la casa.

Cuan do mi marido se fue, ellos ya habían acabado de comer, así que solo recogí las cosas y las llevé dentro para lavarlos, pasaron varios días casi en la misma situación, hasta que llegó el sábado, esa semana entre semana, llegó don agustín a reclamar mi cuerpo para su satisfacción, casi a media noche y me cogió dentro de mi casa, en la misma cama en que dormía con mi marido, me hizo lo que quiso, presa de la calentura que me poseía, hablando del sábado, ya de noche, tuve que platicar con don Julián, ya que me tenía que hacer el pago de los alimentos, se acercó a mí y me dijo que me llevaba mi dinero, me lo entregó, no sin antes decirme que lo que había pasado sería un secreto para todos, que no dirían nada, yo no decía nada, solo escuchaba, el me dijo que había sido el regalo mas hermoso que había recibido en su vida, que había disfrutado mucho con lo que le había ofrecido, como yo mantenía la vista baja y en silencio el lo interpretó como una sumisión y se acercó a mí, cuando reaccioné ya una de sus manos estaba en mis nalgas y la otra en mis senos, manoseándolos por sobre la ropa, ante mi silencio siguió avanzando subiendo mi falda, acariciando mis nalgas por sobre mi pequeña tanga.

Tomándome de la mano me jaló hacia la construcción y dócil me dejé llevar, ya dentro de ella me metió al cuartito donde estaba la cama y con mucha calma procedió a desnudarme completamente, quitándome mis prendas una por una, saboreando lo que hacía, una vez desnuda se empezó a desnudar el, y con la verga erecta ya, se acercó a mí y tomando una de mis manos la puso en verga, esta palpitaba y yo se la empecé a acariciar y a masturbar mientras el me besaba e introducía sus manos en mi cuerpo, así de fácil fue mi entrega de nuevo, a este hombre por segunda vez, me llevó a la cama y me puso en cuatro, de perrita, y puso su verga en la entrada de mi sexo, penetrándome fuertemente, tomándome de las caderas para asegurar su presa, yo comencé a gemir gozando de sus embestidas, toda una perra, una puta que a la menor insinuación se ofrecía a un hombre buscando saciar su calentura, me estuvo poseyendo de la forma en que quiso y en que le di gusto, hasta que se vino dentro de mí, ya una vez satisfechos, me abrazaba y me decía lo buena que estaba, lo hermosa que era, me aseguraba que nadie diría nada y que solo quería disfrutar de mi, sin perjudicarme y que me ayudaría económicamente, que el dinero que me había dado había una cantidad extra de parte de todos que el les pidió para ayudarme, platicamos un rato de varias cosas, y al final cuando se fue ya tenía un hombre mas que me ayudaría y que disfrutaría de mi cuerpo.

3 hombres disfrutaban de mi cuerpo, mi marido, don Julián, y don Agustín, aunque este mas escasamente, mi marido había retomado su ímpetu y casi me cogía a diario, don Julián unas 2 veces por semana y don Agustín mínimo una vez por semana me visitaba, hubo un día en que los tres me cogieron el mismo día, ese día mi esposo amaneció con ganas y me poseyó antes de que mis hijos despertaran, terminado de darme por el culito, esa tarde ya casi de noche , mi marido trabajando y ya se habían ido los trabajadores, don Julián me buscó y lo acompañé a la construcción donde solo me levantó mi mini que traía y me hizo a un lado la tanga para poseerme parados, el cuartito donde nos veíamos ya no existía, fue una cogida rápida, de hecho así eran los encuentros con el, de rapidín y en posiciones espontáneas, y para rematar don Agustín me avisó que me visitaba a media noche, lo esperé y dentro de mi casa sin remordimientos de ninguna clase me entregué a el, en la misma cama donde mi marido me poseía, tres hombres diferentes en un mismo día, era una real puta, aunque faltaba mucho mas para realmente ser una puta.

Dirán que pasaría con los otros hombres que me poseyeron aquella vez y solo diré que uno de ellos, el ayudante, que estaba joven y de buen ver, me habló y me convenció y sin que don Julián lo supiera me poseyó algunas veces, cuando se iban todos, el regresaba y me tomaba.

Pero surgió una ocasión en que de nuevo tuvieron la oportunidad de tomarme entre los 3, ya que el ingeniero nunca mas lo volví a ver, al menos para eso, de nuevo una invitación a beber unas caribes, y ya con ellos 3, entonados me insinuaban pero ninguno se animaba, todo comenzó cuando uno de ellos había ido a comprar mas bebidas y otro estaba en el baño, don agustín me empezó a besar y acariciar, cuando entró el otro albañil, que sin decir nada se acercó también y me empezó a meter mano, pronto ya mis senos estaban al descubierto y yo presa de la excitación, entregada a ellos, de pronto entre escuché el llanto de mi nena y zafándome de sus brazos me fui ami casa, efectivamente, mi hija se había despertado y lloraba, la tome en brazos y le di de comer de mis pechos, no se dormía, cuando por la ventana don Julián me hablaba diciéndome que me esperaban, le dije que mi hija no se dormía, que ya no iría, el insistía, pero yo me negaba, y me dijo que fuera, que solo me tomara las bebidas para que no se quedaran y ya se irían ellos.

Acepté y con mi hija en brazos fui de nuevo con ellos, yo la cargaba y bebía mi botella, ellos solo me miraban, hasta que el ayudante se acercó a mí y me empezó acariciar las nalgas, yo me removía, negándome, se acercaron los otros dos para hacer su labor, me subieron la falda y buscaban liberar mis pechos, yo trataba de negarme por mi hija pero ellos no estaban dispuestos perder esa oportunidad.

Don Julián tomó a mi hija en sus brazos y dijo que la cargaría mientras yo disfrutaba, cuando quedé libre de mi hija, 4 manos se encargaron de desnudarme, y llevarme ala cama que ya habían preparado, sabiendo que disfrutarían de su premio, que no era otro que mi cuerpo, pronto mi entrepierna era succionado por la boca de uno de ellos mientras otra boca se apoderaba de mis senos, besándolos y mordisqueándolos, yo estaba entregada a ellos cuando se escuchó el llanto de mi hija, me incorporé quitándolos de encima de mí y corrí por ella, ya don Julián me la traía, la tomé en mis brazos, pero me tomaron del brazo y me llevaron a la cama de nuevo y me recostaron en ella con mi hija en brazos, yo calmaba a mi nena hablándole al oído y acariciándola y una verga entraba en mi sexo, yo gemía y a la vez contentaba a mi nena.

De esa forma fui poseída por ellos, sin importarles que mi hija estaba conmigo, ella en mis brazos y ellos entre mis piernas, lo peor de todo esto era que a mí no me importaba, disfrutaba de la cogida que me daban, me voltearon invitándome a ponerme en cuatro, ya así con mi hija acostadita y yo acariciándola ellos me poseían por detrás, me cogieron los 3, hasta que se saciaron, yo me vine varias veces, hasta que al final me dejaron en paz, tirada en la cama con mi hija, satisfecha pero con cierta culpabilidad por mi hija, hasta ese grado había llegado, de no importarme mi hija por saciar mi calentura, me vestí lo mas rápido que pude y me fui rápidamente a mi casa, y vuelta a la misma rutina de quitar de encima de mí los vestigios de mi putería.

Hubo una ocasión en que mi marido descansaba de su trabajo y eran como las 9 de la noche, el se encontraba tirado en la cama viendo la televisión, yo me encontraba recogiendo las cosas de la cena, cuando vi que don Julián me hacía señas, quería que saliera, me hice la desentendida y seguí con lo mío, ya mas tarde tuve que salir a recoger ropa que había dejado colgada fuera, atrás de mi casa, estaba en lo mío, cuando sentí que me tomaban por la cintura con una mano y con la otra me tapaban la boca, era don Julián, que me hacía gestos de que guardara silencio, me tomó las prendas que tenía en las manos y me arrastró hacia la parte mas alejada, pero de pronto me acercó a la ventana que daba al cuarto de mi casa y desde ahí se veía mi marido acostado semi dormido dizque viendo televisión.

Don Julián me alzó el vestido desde atrás dejando al descubierto mis nalgas, me hizo reclinar sobre la pared cerca de la ventana, sentí que hacía sus movimientos sacando su verga que pronto haciendo a un lado mi tanga la puso en la entrada de mi rajadita, me la dejó ir de un golpe, mientras yo observaba a mi marido dormitar, el tranquilo acostado mientras a su esposa otro hombre la poseía por el trasero, yo me mordía los labios para no gemir mientras don Julián me penetraba y me acariciaba los pechos por encima del vestido, me tomó de las caderas para hacer sus embestidas mas rápidas y fuertes, yo me vine inmediatamente, el morbo de ver a mi marido dentro mientras este hombre me cogía sin misericordia era muy excitante y me calentaba mas, al fin se vino don Julián, embistiendo mas fuertemente y tomándome de la cintura como para evitar que me le escapara y mientras me besaba el cuello, diciéndome lo rico que era cogerme. No puedo descifrar que era lo que me impulsaba a ser como me estaba comportando, una puta entregada a la menor provocación, varios hombres en un lapso de unos meses ya habían y seguían disfrutando de mi cuerpo, que según mi marido y don Agustín ahora era mas torneado, mis caderas eran mas grandes al igual que mis nalgas, mis pechos quizás por la lactancia, habían crecido, pero conservarían ese tamaño, voluminosos y con dos pezones grandes, del tamaño de un dedo pulgar.

Durante casi un año que duró la construcción de la casa, esos 3 hombres disfrutaron de mi cuerpo, muchas veces, unas veces solos, y algunas todos ellos juntos.

La última vez fue cuando ya habían terminado la construcción y para despedirse, bebieron desde en la tarde y nos invitaron a mi esposo y a mí a la despedida, como el descansaba, aceptó y estuvimos compartiendo con ellos hasta ya entrada la noche, resultado, todos bebidos, pero ya en plena carrera, ellos empezaron a insinuárseme y yo ya caliente por el alcohol y mi naturaleza, aceptaba sus resbalos y los dejaba acariciarme discretamente sin que mi esposo se diera cuenta, cuando mi esposo iba al baño entre los 3 me manoseaban y deseaban, y se aplacaban cuando el llegaba, imagínense como me tenían, mi entrepierna, se derretía por la excitación a la que me mantenían, o cuando yo iba al baño se las ingeniaban para alguno encontrarme por el camino y jalarme a los oscuro para besarme y manosearme, uno de ellos incluso me abrió el short de mezclilla que yo traía para bajármelo y sacar su verga y penetrarme de rapidito, pero sin llegar a mas por el miedo a mi marido.

Ya avanzada la noche, de pronto ya mi marido estaba dormido, eso es lo malo en el, que el alcohol lo duerme, ellos lo movieron y como vieron que el no reaccionaba, me empezaron a meter mano, ahí delante de el, como estábamos casi en oscuridad, casi me desnudaron, por que mi short estaba por mis rodillas y mi playera arriba de mis senos con estos expuestos fuera del brassier, entre los tres me manoseaban y buscaban mis zonas de excitación, yo entre veía a mi marido totalmente dormido mientras ellos se apoderaban del cuerpo de su mujer, el dormido y yo a disposición de ellos.

Me levantaron y terminaron de desnudarme, quedé totalmente desnuda entre ellos, uno de los albañiles me levantó entre sus brazos y así parados me penetró, me subía y bajaba a su antojo, ya que el era grande y yo menuda, pronto alguien mas reclamó su turno y pase a otros brazos para ser poseída por otro hombre, finalmente decidieron meterme a mi casa y así sin pudor me dejé conducir a ella y en la misma cama donde mi marido me poseía, fui poseída por todos ellos, 3 hombres deseosos de disfrutar de mi cuerpo, en esta ocasión no desaprovecharon ninguna oportunidad, me poseyeron por todos lados, ahora sí tomaron posesión de mi trasero, ya que nunca lo habían hecho, pero en esta ocasión, todos probaron mi culito, me tomaban entre dos uno por delante y otro por detrás para poseerme con furia, fueron interminables los orgasmos que sufrí, me dejaron tirada en la cama, desnuda, batida de semen, adolorida por el trato recibida y dormida. Fue la última vez que fui poseída por todos ellos, a don Julián y otro de los albañiles nunca los volví a ver, solo uno de los ayudantes regresó en otras ocasiones para tomar mi cuerpo.

Ya nunca sería la misma mujer, la joven esposa, dedicada a su casa e hijos, la señora decente, mi destino estaba marcado, me había vuelto adicta al sexo y también al alcohol, mas adelante nada me importaría con tal de tener lo que necesitaba.