Mi vecino me folla

Una historia real sobre cómo termino en brazos de quien nunca hubiera imaginado.

Hola.

Mi nombre es Ana Luisa y tengo 28 años. Siempre fui una chica delgada, con proporciones casi perfectas 90 - 67 - 90, pero en los últimos años subí bastante de peso, ahora soy una chica gordibuena. Me encanta el sexo, podría hacerlo fácilmente tres veces o cuatro al día.  Radico en Monterrey, Nuevo León, México.

Como todos sabemos, el COVID - 19 ha hecho de las suyas y, desde mediados de marzo hemos tenido que permanecer en casa. Soy docente de nivel preparatoria, así que la mayoría de mi trabajo se ha desarrollado con facilidad a través de ZOOM y CLASSROOM.

Esta historia comienza un día que, borracha y desesperada, fui a tocar a la puerta de mi vecino (dos casas después de la mía), buscando un poco de sexo. No lo conocía, pero lucía suficientemente joven como para caer en mis redes. No me abrió, para mi mala fortuna, así que le dejé una nota "soy tu vecina del 211, quiero cogerte, llamame" y le añadí mi número.

Al día siguiente recibí un WhatsApp de él, yo, ya sobria, me arrepentí y no le contesté, dos días después lo hice y me respondió "creí que era una broma", me invitó a su casa, y tuvimos el peor sexo que he tenido en la historia, me prometí no volver...

La necesidad me hizo hacerlo...

Al día siguiente, al calor de los whiskey, toqué a su puerta, me abrió semidesnudo y simplemente entre, me recargué en la pared y subí mi vestido, no llevaba nada debajo. Se apresuró a tocarme y restregarme su verga entre mis nalgas, me tenia tan encendida, hacia que todo se me olvidara, sin decir más, me penetró y me hizo gemir del placer.

-¡Ahhhhhh, así papi, soy tu perrita, dame más!

  • ¡Así te quería tener mi amor!

  • Dame, dame, dame...

Pasaron tres minutos y me invitó a sentarme en una silla, me abrió de piernas y me empezó a comer el coño, movía su lengua tocando mi clitoris y justo  cuando le pedía más, se quitaba y metía sus dedos...

-Mhhhhhhmmmmm mhhhmmmm, así papi, así...

Continuará...