Mi vecino Juan y yo; nuevas experiencias

Una nueva experiencia con mi vecino Juan, aprovechando que se había quedado sólo en casa, como el año anterior.

MI VECINO JUAN Y YO; Nuevas experiencias.

Han pasado bastantes meses y hasta ayer no había tenido la oportunidad de verme nuevamente –en la intimidad- con mi vecino Juan. Y la verdad, lo estaba deseando, pero viviendo puerta con puerta y estando su mujer ahí, al lado, era poco probable tener un encuentro pleno, porque en cualquier momento, su mujer podía llamar a mi puerta.

Pero hace unos días ella se marchó a la playa con sus hijos y Juan viene y va, quedándose la mayor parte de los días sólo en su casa.

Parecía como que yo había dejado de interesarle. Nunca me decía nada y yo tampoco quería dar el primer paso, después de esta pausa tan dilatada en nuestros encuentros. Pero ayer, ayer mismo, él llamó a mi puerta y, como siempre, venía tan solo provisto de un pequeñísimo short y descalzo.

Yo estaba desnudo en casa, pero al oir que llamaban, me puse un pequeño bañador, tipo slip, para no mostrarme completamente desnudo, que es como me encontraba hasta aquel momento.

Tan pronto lo vi., supe (intuí) que Juan quería “tema”. Y no me equivoqué. Le hice pasar a mi casa y, nada más cerrar la puerta tras de él, nos fundimos en un silencioso abrazo, colmándonos de besos. Nos comíamos, literalmente. Era como si todo el deseo contenido durante los meses precedentes, se hubiesen desbordado en aquel momento. Toda nuestra fuerza viril, se había colmado en aquel mismo instante.

Rápidamente y sin mediar palabra, le hice pasar a mi dormitorio.

-Yo me acabo de duchar, -le dije-

-Yo también, -contestó él-

Sin mediar más palabras, nos quitamos nuestros pequeños atuendos y nos lanzamos a la cama sin dejar de besarnos y abrazarnos. Nuestras pollas estaban completamente erguidas y nuestro semen estaba ahí –casi esperando- a la puerta de nuestros respectivos cipotes.

-Que quieres hacer –le dije-

-Hazme todo lo que tú quieras, -me dijo-

Yo me dirigí al baño y busqué entre las cremas y potingues un lubricante que guardaba para estas ocasiones especiales. Rápidamente regresé al dormitorio y me acosté junto a él.

Levanté su pierna lo suficiente para llegar al agujerito de su ano y comencé a lubricarle aquella parte de su anatomía, mientras él agarraba mi polla y comenzaba a masturbarme…

Primero introduje un dedo… y masajeaba su culito; luego dos dedos… agrandando lentamente aquella cavidad. Luego agregué un tercer dedo, mientras seguía jugando con aquel hoyito, en tanto que Juan lo hacía con mi polla. Finalmente, cuando pude comprobar que había dilatado lo suficiente y seguro de que ya no le haría ningún daño, (al menos no tanto), coloqué un condón en mi polla y, poco a poco, lentamente, comencé a penetrarlo…

Al principio Juan exhaló un lamento de dolor, pero poco a poco, a medida que mi verga ocupaba todo su especio interior, su lamento se fue transformando en exclamaciones y gemidos de placer…

A cada embestida, sus gemidos de gozo eran mayores y yo tenía que taparle la boca repetidas veces para evitar ser escuchados por los vecinos del piso inferior. Yo también gozaba a cada embestida, pero no quería venirme aún. Quería disfrutar al máximo de aquellos momentos tan esperados.

Al cabo de un rato, Juan me pidió penetrarme él a mí, cosa que nadie ha hecho todavía. Pero él insistía en que el placer era inmenso y que le dejara probar. Pero es que la polla de Juan era extremadamente gorda y bastante larga. Lo que yo llamo un POLLÓN, y tenía miedo a que me lastimase. Pero Juan insistía en que le permitiese –al menos- intentarlo. Y así lo hice.

Saqué mi erecto pene de su dilatado culito y me dispuse a ser follado por mi vecino-amigo.

Juan hizo lo propio que yo había hecho con él. Embadurnó bien sus dedos y comenzó a introducir un dedo en mi ano. Al principio no sentí prácticamente nada, aunque mi verga se me bajó rápidamente. Luego introdujo un segundo dedo y esto si que me dolió in poquito. Pero lo peor estaba por venir, cuando intentó introducir un tercer dedo en mi culo, con la idea de dilatarlo suficientemente y facilitar la penetración de su enorme pene.

Yo esperaba aquel momento entre asustado y excitado. Tenía grandes deseos de sentir una polla así en mis entrañas, pero la sola idea del dolor que podía sentir, me hacía desistir de aquellos deseos tan lascivos…

Mi ano seguía dilatando, a pesar de esporádicos instantes de dolor, pero yo contenía mis lamentos, aunque daba rienda suelta a los gemidos de placer, cuando éstos se producían.

Al poco, cuando Juan consideró que había dilatado lo suficiente, se enfundó un condón y se dispuso a follarme. Yo estaba muy asustado, pero me dejé hacer.

Juan me puso a cuatro patas y se situó detrás de mi. Apuntó su polla hacia mi ojete y comenzó a juguetear con ella a las puertas de mi hoyito. Yo notaba una ligera  sensación de dolor, que era soportable gracias a la excitación que me embargaba. Deseaba tener aquello dentro de mi, pero todavía me asustaba la idea del dolor.

Antes de que pudiera darme cuenta, la polla de Juan estaba dentro de mi. Yo no podía creerlo, pero al palpar con mi mano detrás de mi culo, pude comprobar que tan solo había quedado fuera sus enormes huevos. Porque los demás atributos de su virilidad se había adueñado de mis entrañas.

Juan comenzó sus embestidas, cada una de las cuales me producía gran placer y un soportable dolor. Yo tenía que hacer un gran esfuerzo para no gritar, pero la maestría de mi amigo me estaba demostrando lo que me había perdido en todos estos años.

Juan se corrió dentro de mi, lo cual me produjo una sensación maravillosa, a pesar de que llevaba puesto el preservativo. Cuando yo pude advertir que él se iba a venir, comencé a masturbarme para llegar al climax simultáneamente con mi amigo.

Ambos caímos extasiados del placer del momento. Nos tumbamos en la cama y así permanecimos abrazados durante bastante tiempo, hasta que sonó mi teléfono móvil y nos sacó de aquel ensueño. Nos duchamos juntos y Juan se marchó a su casa a toda prisa, pues todavía tenía que recoger unas cosas y marcharse hacia la playa, donde le esperaba su mujer.

Creo que dentro de unos días repetiremos la experiencia. Tan pronto como esto ocurra, lo plasmaré en estas páginas, para disfrute de otros lectores de este foro.

Un abrazo y cuídense, amigos.

Como siempre, si alguien desea hacerme algún comentario, puede escribirme a:

divor_2008@hotmail.com

Saludos