Mi vecino I y II
Hace unos años ya desde esto, totalmente real, los encuentros con mi vecino.
Mi Vecino I
No era una tarde muy diferente a otras, ni pasadas ni venideras. Yo me había quedado solo en casa y como desde hacía ya unos años, aprovechaba a llamar al timbre de mi vecino para “jugar al ajedrez”, o mejor sería decir para… Mejor os cuento lo de esa tarde.
Como ya he dicho, me había quedado solo en casa y aproveché para tocar al timbre de mi vecino y proponerle una partida de ajedrez. Simplemente le tocaba al timbre y le decía, me he quedado solo, jugamos al ajedrez. Mi vecino, tenía 2 años más que yo. Era más alto que yo, era más feo que yo, pero tenía otras cosas mejores que yo. Esa tarde, como muchas otras le dije de jugar al ajedrez, y él como otras veces me dijo que no podía. Cerramos la puerta ambos.
Pero esa tarde, igual que casi todas las tardes que le proponía jugar al ajedrez, a pesar de decirme que no, en 10 o 15 minutos máximo me llamaba él al timbre, y me decía que él también estaba solo, que si iba a jugar al ajedrez.
Yo, al igual que siempre hacía, le decía que sí. Cogía las llaves de casa, cerraba la puerta y entraba en la suya, para jugar al ajedrez. Aunque esa tarde la partida iba a ser muy diferente.
Hasta esa tarde, nuestras partidas de ajedrez eran cortas y aburridas. A ver, jugar al ajedrez era para nosotros ir mandando alternativamente el uno al otro lo que queríamos que nos hiciéramos. Muévemela, chupa, y nada más. Nada más, hasta esa tarde.
Reconozco que mi vecino había intentado más ya antes, pero todo había quedado en nada. En una situación aburrida, y un tanto fallida. Poco interesante para ambos. Pero esta tarde todo cambio. No fue solo, meneársela, meneármela, chupársela o chupármela un rato y ya está. No. Esta tarde todo cambió. Llegó un momento en el que me mando tumbarme bocarriba y poner mis piernas en sus hombros. Apuntó con su polla, gorda, larga, -bastante más larga y más gorda que la mía, y torcida hacía un lado a mi agujerito que nunca nadie, ni él que lo había intentado más veces, había usado para ponerme su polla dentro. Pero esta vez, ayudado por la postura, por la tenacidad, las ganas, o lo que fuera, consiguió que su polla, su buena polla entrara en mi culo. Al principio no me gustó nada, me dolía y me sentí mal. Pero él, espero sin hacer nada, simplemente me la dejó dentro y poco a poco me fui acostumbrando.
Cuando ya estaba más acostumbrado empezó a moverse, a follarme, despacito, sin prisa, sin ser brusco. Y al poco, volvió a parar y me dijo que eligiera yo que quería, me tocaba. Yo le dije que me la meneara, ¿por qué le pedí eso? Creo que no quería que la sacara de mi culo, por no volver a tener que sentir el que me la metiera y me doliera, o por que me estaba gustando tenerla dentro.
Y en eso estuvimos un tiempo, me la meneaba, paraba y seguía follándome, yo le volvía a mandar que me la meneara, el volvía a follarme. Hasta que él empezó a follarme de verdad, más rápido, más fuerte, más seguido. Y de repente, me volvió a dejar mandar. Yo le dije que mejor siguiera mandando él, y simplemente contestó: “Yo ya”.
Nos vestimos, nos despedimos y me volví a casa. Esa tarde había sido diferente a todas las partidas de ajedrez anteriores. Yo ya lo sabía, cuando salí de su casa, pero luego, cuando fui al servicio me quedó aún más claro. Un hilo blanco salía de mi culo al apretar. Esa tarde, fue la primera vez que mi vecino me folló el culo, y fue la primera vez que mi vecino me preñó. La primera, que no la última.
Mi Vecino II
Unos quince días después, volví a quedarme solo en casa. Volví a llamar para jugar otra partida de ajedrez. Algo que me apetecía más que nunca, dado el desarrollo tan diferente que había tomado la última vez, y también para preguntarle si se había corrido al follarme.
Desgraciadamente ese día mi vecino no podía ya que se iba de casa, pero me dio la oportunidad de preguntárselo, él se puso nervioso y me dijo que no, que creía que no. Creo que tenía miedo de reconocerlo, pensaba que a lo mejor me sentaría mal. La siguiente vez, es otra historia, ya lo reconoció y al ver que no ponía problema, creo que asumió que podía hacerlo siempre y así lo hizo.