Mi vecino Héctor
Me llamo Belén y les cuento como tuve una maravillosa tarde con mi vecino Héctor.
Me llamo Belén, tengo 38 años. Soy una mujer separada y acabo de regresar a casa. He venido algo indispuesta y he pensado llamar a mi nuevo vecino Héctor. He cerrado la tienda a las 19.00 horas, una hora antes que los demás días.
El es un señor educado, hoy es el día clave para concertar una cita con él, ya que mi hija se ha marchado con las amigas de acampada.
Así que hoy viernes espero que se cumplan mis deseos. Tengo un tratamiento inyectable y qué mejor momento para llamarle y contarle mis dolencias.
Me casé muy jovencita por quedarme embarazada, pues mi hija tiene 20 añitos. Soy muy liberal y nos contamos nuestras cosas. Parecemos hermanas según nos dicen mis amigas. Vivo holgadamente en un negocio que regento de lencería y complementos para la mujer.
Practico mucho deporte y por ello presumo de mi bonito cuerpo. Soy de estatura media, morena y me encanta ir a la piscina o la playa y tostarme por los rayos de sol; eso sí con cuidado.
Ahora me voy a dar un baño relajante y luego intentaré localizar a Héctor para que venga a visitarme. A veces hemos coincidido en la escalera del inmueble y en alguna ocasión que he ido a su consultorio. El es practicante y tiene unos 45 años, vive solo por referencias que tengo. Y encima es mi vecinito.
Tengo el pelo castaño y de talla media, Lo que más me gusta de mí son mis pechos y mi culete respingón.
Serían aproximadamente las 20.00 horas cuando acabo de bañarme. Ahora mismo intentaré localizar a mi vecinito. Me haré la encontradiza y me parece que voy a tocar al timbre, pues tenemos la suerte de vivir en el mismo rellano puerta con puerta. Me vestí rápidamente poniéndome un bonito conjunto de braga y sujetador junto con unas medias de color marrón que se adaptaban perfectamente sin ligueros a mis bonitas piernas. Me puse un vestido abotonado por delante así como unos zapatos de tacón alto.
Cogí la caja de las inyecciones y mis llaves de casa. Toqué al timbre. Oía la TV desde fuera, tengo suerte se encuentra en casa.
Cuando me abrió se llevó una sorpresa al verme.
_Hola Belén, ¿vaya sorpresa? Adelante.
_ Gracias Héctor.
Bueno cuéntame Belén. Verás Héctor, hoy vine antes de la tienda por encontrarme algo constipadilla y aprovecho el fin de semana para que me dejes como nueva. Tengo estas inyecciones.
_Belén, siéntate, aguarda un momento que baje el volumen de la TV.
_ Gracias Héctor. Me senté en el sofá. Le comenté que mi hija se encontraba fuera y que me apetecía mucho estar con él.
_Belén, me alegra mucho oírte decir que te apetece que estemos juntos. Nunca mejor ocasión que hoy, somos dos personas adultas y no hacemos daño a nadie.
_Héctor, cuando desees me puedes preparar la inyección. Son 6 ampollas y como bien sabes se ponen cada 12 horas. Enseguida Belén, voy a por las jeringuillas.
_Héctor disculpa, voy a casa un momento a por el móvil, no sea que me llame mi hija.
Deja la puerta abierta Belén. De acuerdo, enseguida vengo.
Belén, pasemos al dormitorio. Será mejor que te inyecte echada en la cama.
Tú mandas Héctor.
_Héctor.- Eché el cobertor de la cama hacia abajo y observé como Belén se quitó el vestido mostrándose en braguitas y sujetador.
Estás preciosa Belén. Eres muy amable Héctor.
Se puso de costado bajándose la braguita a medio muslo. Apliqué el algodón mojado en alcohol frotando levemente en la nalga derecha. ¿Qué ricura de culito? Introduje la aguja y lentamente le fui administrando el contenido de la jeringa. Puse de nuevo el algodón sobre la zona del pinchazo y le pregunté: ¿te dolió? Un poquito al entrarme el líquido. Me permití subirle la braguita y le dije que se quedara un poquito acostada.
Belén, enseguida estoy. Entré al baño a tirar la jeringa al cubo de residuos que tengo con pedal y después de lavarme las manos pasé de nuevo a la alcoba.
Héctor, desnúdate por favor, y acuéstate junto a mí. Lo estaba deseando Belén.
Me quedé sólo con el slip
Belén, se incorporó de la cama un momento y de espaldas junto a mí echó las sábanas hacia abajo.
Metámonos en la camita Héctor, deseo estar acurrucada junto a ti.
Claro que sí cariño, cuánto deseaba este momento le dije. Nos cubrimos con la sábana hasta la cintura y me entretuve en desabrocharle el sujetador y acariciar sus lindos pechos.
Belén, espera; creo que las ropas de la cama están de más ¿no te parece? Cierto Héctor. Eché las sábanas hacia los pies de la cama y le dije que deseaba explorar su lindo cuerpo de arriba abajo.
¿A qué esperas? Lo estoy deseando.
Belén se puso estirada en la cama y separando sus muslos me coloqué entre ellos comenzando a acariciarle con la lengua sus ricos pechos bajando poquito a poco hasta llegar a su ombligo donde me entretuve en acariciarlo. Fui bajándole la braga pausadamente. Ella alzó las piernas y se las quité del todo.
Me excitaba verla completamente desnuda ante mí, exceptuando que solo llevaba puestas las medias.
Héctor, déjame hacer a mí ¿por favor? Acuéstate y déjate llevar. No lo dudé un instante y colocándose encima de mí comenzó a besarme bajando por todo mi cuerpo. Al llegar al slip me los bajó de inmediato comenzando a chuparme la verga que se estaba poniendo durita.
Belén, date la vuelta cariño. Yo también quiero participar acariciando tu dulce trasero y otras cositas más. Se puso encima de mí dándome la bonita visión de su excelente culo. Comencé lamiéndole su rico conejito rodeado de bellos ricitos negros. Al mismo tiempo me entretuve en lamerle el agujerito anal y ponérselo mojadito. Acariciaba sus muslos enfundados en las bonitas medias de seda que contrastaban con su piel blanca.
Héctor; cambiemos de postura, deseo me penetres un poquito. Luego proseguiremos dándonos toda clase de caricias ¡amorcito mío! Deseo me penetres sin preservativo. Espero no te importe.
Claro que no Belén.
No te preocupes que tomo precauciones. En su momento me pondrás el anticonceptivo mensual.
Por supuesto Belén.
Belén se colocó estilo perrito y me dijo: vamos papito métemela. Al instante, "mi perrita". La tomé por detrás y me entretuve en rozarle con el pene por sus nalgas y el agujerito del culo.
Héctor; vamos amor no me puedo aguantar más. No te hago más rabiar tesoro; ahí va y entré en su cálida cuevecita comenzando a cabalgarla. Ay papito rico cuanto deseaba tenerla dentro. Esta jeringa especial me gusta más.
Mis manos sobre sus caderas; y ella qué meneos me daba con su culito hacia delante y atrás. Su coñito era un mar de flujos. ¿Qué placer? Mi pene estaba a punto de reventar.
Belén: decía vamos amor quiero sentir tu lechita en mi interior. ¿Córrete dentro? No me importa. Aguanta un poquito ¿por favor? Ahí va mi descarga mi amor, vamos échamela vecinito mío. Tómala, tómala; yaaaaaaaa corazón.
¿Qué rico papi? Nos volteamos en la cama quedándonos uno encima del otro abrazándonos efusivamente.
Héctor, ha sido sensacional ¿no te parece?
Ya lo creo Belén, aprovecharemos bien este comienzo de fin de semana.
_ Belén me dijo; cariño me apetece que prepares la bañera y nos metamos juntos.
Por supuesto mi amor, pero antes déjame que te quite las medias. Se las quité delicadamente. Primero una pierna y luego la otra entreteniéndome en acariciarla toda; sobretodo sus pies. Soy fetichista de unos bonitos pies de mujer.
_Héctor, ¿me haces cosquillas? Me encanta todo de ti Belén.
_Gracias Héctor.
En el cuarto de baño abrí los grifos y me dispuse a llenar la bañera ¼ de capacidad. Vertí unas sales de baño.
_Belén, se sentó en el inodoro de espaldas a mí y abrió el grifo para asearse su rico coñito. Yo me entretuve en acariciarle sus lindos senos y besarla apasionadamente. Me estaba calentando de nuevo. Cambió de posición y no pude resistir la tentación de meter la mano y mojarle el coñito.
_Héctor, ¿qué me haces? Continúa así, ¿Dios mío? Qué gusto papi. Comenzó a chuparme de nuevo el pene.
_Belén, metámonos en la bañera. En unos instantes estábamos enjabonándonos y prodigándonos toda clase de caricias. Luego nos pusimos de pie y nos duchamos mutuamente.
_Héctor, cariño, tengo cena preparada. ¿Aquí o en mi casa?
Donde prefieras Belén. En ese caso nos vamos a mi casa, deseo mostrarte unas cositas que me compré. Será mi sorpresa me dijo.
Una vez terminamos en la ducha, la ayudé a salir de la bañera y alcancé una toalla grande para ella. Asimismo tomé otra para mí y luego de secarnos le ofrecí un albornoz para que no cogiera frío.
_Héctor, eres un sol. Gracias ¡mi amor! Yo tomé otra toalla y me dispuse a secarme junto a ella. Salimos del cuarto de baño y me dispuse a vestirme para acompañarla a su casa.
Belén se despojó del albornoz y se puso el vestido y los zapatos de tacón sin nada debajo. Su ropita interior junto con las medias las dejó sobre mi cama.
_Héctor ¡mi amor! Coge las jeringuillas y tus llaves, deseo que después de cenar nos acostemos en mi cama. De madrugada si estamos despiertos me pondrás la otra inyección, deseo aprovechar estos dos días para estar el lunes como nueva de mi resfriado.
Cerré la puerta con llave y tomé la carterita de las jeringas. Una vez en el piso de Belén pasamos a la cocina y me dijo:
_Héctor, si te apetece algo fresco tienes la nevera a tu disposición.
Gracias Belén, sacaré unas cervezas. Sácala para ti Héctor. Yo tomaré algo sin alcohol. La cena la tenía dispuesta así que preparamos la mesa y yo me tomé una cerveza bien fresquita.
_Belén, optó por tomarse una bebida sin alcohol. Estuvimos platicando de lo bien que lo estábamos pasando y acto seguido comimos una cena fría a base de patés y ensaladas. Había que recuperar fuerzas. Luego la ayudé a quitar los platos y dejarlos en la fregadera.
Nos fuimos al salón y nos acomodamos sobre el sofá.
_Héctor, ponte cómodo, yo me saqué la camisa y los pantalones quedándome sólo con el slip. Ella entró al dormitorio y me dijo:
Voy a ponerme unas braguitas mi amor, recuerda que se quedaron en tu casa.
Mañana las recuperarás tesoro.
_Pasó al dormitorio unos minutos. Yo me entretuve en encender la TV y ver si había algo interesante, aunque lo que más deseaba era estar de nuevo junto a Belén y tenerla acurrucada junto a mí en el sofá.
A los pocos minutos salió del dormitorio. ¡Dios! Estaba radiante; se puso un camisón cortito, de color negro. Era bien transparente y debajo un tanguita negro que solo cubría el pubis. Por detrás se le metía en la raja del culo.
_Belén, ¿Cómo me pones mi amor?
_Héctor, me siento muy halagada por ver que te gusto. Tú también me atraes, sobretodo en el placer sexual y en muchas cosas más. Se puso en el sofá junto a mí y comenzamos de nuevo a morrearnos.
Le subí el camisón comenzando a lamerle sus lindos pezones de aureolas marrones que enseguida se pusieron bien erectos.
_Héctor, como me pones amor, vámonos a la cama que te mostraré unos juguetitos.
Sacó del cajón de la cómoda una serie de bolitas. Anales y vaginales.
_Belén, ¿la has probado?
Héctor, aún no he tenido el placer. Recibí el envío esta mañana a través de mensajería. Hice el pedido por Internet.