Mi vecino el Dr.

La visita de silvia al ginecólogo.

SILVIA. -

Me llamo Silvia, tengo 28 años. Mi trabajo es peluquera y esteticienne. Llevo una peluquería a medias, junto con Marga, prácticamente somos de la misma edad. Ella tiene 30 años, morena, alta y mas bien delgada, eso si, la envidio por su bello cuerpo. Yo en cambio soy un poco mas baja que ella y me considero más bien gordita. Soy rubia y de caderas anchas.

El presente relato es relativo a mi salud. Desde hace unos días notaba una picazón en mi vagina, no comento nada con Marga, pero sin más dilación me pongo en contacto con el dr. Kassab, especialista en enfermedades de la mujer, ginecólogo y obstetra. Tiene la consulta ubicada en la misma calle de la peluquería. Me notaba preocupada y a la vez con miedo a que tuviera algo de importancia. Hoy cuando me he levantado, me arreglo como cada día y una vez tomo el desayuno me dispongo a abrir la peluquería. A media mañana, pues la consulta la abre sobre las 11 a.m. hasta las 5 a.m., me dispongo a llamarle por teléfono y pedirle cita urgente para ese mismo día. Me dijo la enfermera que sobre las 14.00 horas podría atenderme el doctor. Pidiéndome mis datos, como nombre, y teléfono de contacto. Le doy los datos requeridos y una vez cerramos el establecimiento, sobre las 13.30 horas aproximadamente, Marga se fue para su domicilio y yo a los cinco minutos estaba en su consulta.

Paso a la sala de espera acompañada por la enfermera. Hojeo algunas revistas esperando pasar el tiempo y desde luego preocupada por mi problema. A las 13.45 horas sale la enfermera, pase por favor. Me saluda el doctor y me siento delante de su mesa de despacho, preguntándome el objeto de la visita. Me abre historial anotando todos mis datos y seguidamente me hace pasar a la sala de reconocimientos.

Pase detrás de la mampara y se me desnuda totalmente. Cúbrase con la bata de examen y se sienta en la camilla. Primeramente me toma la tensión arterial, toma de temperatura, colocándome el termómetro sobre la axila. Me noto malestar general, efectivamente, comprobó que tenia fiebre. Me siento muy nerviosa al comunicarme lo de mi estado febril.

Tranquilícese Silvia, póngase en posición ginecológica y coloque los pies sobre los estribos. Toma unos guantes de latex y un gel lubricante y colocándose delante de mí procede a lubricarme muy suavemente los labios de mi vagina. Relájese, voy a ponerle el especulo, me lo va introduciendo lentamente, notando como levemente se iba abriendo mi dulce coñito. Con el especulo en mi interior, introduce un dedo palpando suavemente los órganos internos. Me quejo un poco a la exploración notando unas molestias, lo cual le comunico. La otra mano la puso sobre mi vientre desnudo, la mano plana efectuando una ligera presión en diferentes puntos de mi vientre.

Silvia, tiene su vagina interiormente, ligeramente irritada, esa es la causa de sus molestias.

Me extiende la receta.-

Supositorios vaginales. – envase de 10 unidades. Uno al acostarse diariamente, tratamiento para 7 días.

Inyecciones de un antibiótico de amplio espectro. – 6 viales de 4 ml., aplicación intramuscular lenta. Preferentemente hoy deben ponerle el primer vial. Los restantes, 1 cada 12 horas.

Supositorios para su estado febril, una vez tenga los medicamentos se aplica uno inmediatamente para que le remita la fiebre. Se toma la temperatura dos veces al día. Los supositorios se aplican cada 6 horas, caso de persistir la fiebre.

Puede vestirse, ahora cuando tenga los medicamentos vaya a casa y quédese hoy en cama. Gracias doctor. Después de vestirme paso junto al escritorio del doctor entregándome la receta. Le pregunto por sus honorarios. Asimismo le digo si tiene seguros concertados con entidades particulares. Afortunadamente los tiene, por lo que le entrego mi tarjeta de una compañía privada. Omito el nombre y me hace el correspondiente recibo.

Salgo de la consulta y me dirijo directamente a la farmacia, por la hora que era casi las 15.00 horas, me dije igual esta cerrada, pero afortunadamente no muy lejos había una de guardia. Una vez allí, entrego las recetas y me dan todos los medicamentos especificados.

Llego a casa, la verdad no me sentía muy bien, lo primero que hice fue desvestirme y quedarme solo en ropa interior, en bragas y sujetador. Me quito el sujetador y me pongo un camisón cortito, dejándome solo mis braguitas.

Destapo la cama y me dispongo a ponerme el supositorio. De lado en la cama me bajo las braguitas y tomo el supositorio, le quito el envoltorio y lubrico mi ano chupando mi dedo y mojadito con mi saliva lo introduzco en mi culo. Dios mío, que gusto, poquito a poco me voy metiendo el supositorio. Aun me dejo el dedo sobre mi lindo agujerito, contraía el esfínter y notaba como poco a poco se deshacía el supositorio dentro de mi culo. Me quedo toda relajada y me toco la vagina observando unas gotitas de flujo.

Llamo a mi amiga Marga para decirle lo de mi problema y que estaba acostada. Le dije que por favor acudiera a mi casa lo antes posible, con objeto de que cuando llegara el practicante, no tuviera que levantarme de la cama.

Marga tiene una copia de mis llaves, así que sin ningún problema. Descuelgo el teléfono y llamo a una Clínica de de Practicantes, generalmente hoy se les llama A.T.S. – Ayudantes Técnicos Sanitarios. Me contesta la voz de una mujer, me pide nombre, domicilio y teléfono de contacto. No se preocupe señorita en cuestión de una media hora estoy allí. Me pareció reconocer la voz de una tal Paula, una chica que es enfermera y clienta de la peluquería. No creí conveniente, decirle si era ella, podría tratarse de otra persona. Colgando el teléfono llega Marga mi compañera de trabajo y amiga ¿Qué te ocurre Silvia? Aquí me tienes en cama y con una tanda de medicamentos. Siento que esta tarde tengas que arreglártelas sola en el negocio. No te preocupes, primero tu salud.

Efectivamente, pasadas las 15:30 horas llaman a la puerta. Marga sale a abrir.

_Buenas tardes. Hola Marga que sorpresa. Adelante Paula mi compañera Silvia, necesita de tus servicios. Paso al dormitorio de Silvia. Ella al verme me dice reconocí tu voz cuando hablamos por teléfono, pero no dije nada por temor a equivocarme. Pues ya ves chica aquí me tienes dispuesta a inyectarte. Sabía que eres enfermera, pero nunca me dijiste que trabajas en esa clínica. Me alegra mucho que seas tu la que me pongas las inyecciones.

Ahí tienes los inyectables, y la receta del doctor. Muy bien Silvia, enseguida te preparo la inyección. Observaba como preparaba el vial que me tenía que poner. Un frasco con polvo y el agua disolvente. Sacando un par de agujas. Una vez mezclado, lo introdujo en la jeringa y esa la desechó. Automáticamente puso la otra aguja nueva en la jeringa. ¡Dios mió! Paula, les tengo pánico a las inyecciones. Venga quejita, date la vuelta. Me puse boca abajo echando el cobertor de la cama por debajo de mi trasero. Me bajo la braguita y le digo, con cuidado por favor. Noto como me pone el algodón mojado en alcohol sobre mi nalga derecha e introduce la aguja. Me va poniendo el vial muy despacio, ¿duele? Ya lo creo Paula, parece como si me quemara por dentro. Es normal, son unos antibióticos muy fuertes. Ya he terminado Silvia. Pongo el algodón sobre el punto de la inyección y le subo la braguita, puedes volverte.

Gracias Paula, me has inyectado muy bien. Pero me recordaba cuando de pequeña me ponían aquellas agujas y por ello no me gustaban. Mañana vendré a primera hora. Nos dimos un beso de despedida y Marga la acompaño hasta la puerta. Estuvimos charlando un rato y le dije que antes de marcharse me trajera un vaso de leche caliente. No me apetecía comer nada. Le dije si esa noche se podría quedar conmigo. Claro que si, en cuanto salga de la peluquería me tienes aquí. Le doy las llaves del piso.

Antes de marcharse Marga, me trajo el vaso de leche. Me lo bebí despacito y le dije gracias Marga, voy a descansar un rato. Nos dimos un beso y una vez se fue me dormí. Me despierto toda sudorosa, y bastante agitada. Lo primero que hago es mirar la hora, Eran las 7 p.m. Tomo el termómetro y me lo pongo en la ingle, aprieto los muslos y lo mantengo durante unos minutos. No cabía duda, tenia fiebre alta, rondando los 38 grados. Me iba a poner el supositorio cuando siento las llaves de la puerta. Menudo alivio, me sentí más tranquila, era mi amiga Marga.

Hola Silvia, menos mal que has llegado pronto Marga, estoy un poco asustada. Me he puesto el termómetro y tengo fiebre. Me toca la frente y me dice, se te nota cielo. Dame el supositorio, me baja el cobertor de la cama y me coloco boca abajo, me sube el camisón y me saca las braguitas ¿Qué haces Marga? Ya ves cariño, mirarte ese culo que tienes. Me quedo sorprendida, ¿te gusto? Claro mi amor, me abro de piernas y me dice voy a lubricar ese lindo agujerito. Es todo tuyo Marga. Tú también me gustas. En el cajón de la mesita de noche hay un tubito con vaselina. La observo como lo abre e impregna su dedo colocándolo en la entrada de mi ano. Contraigo el esfínter y dulcemente me mete el dedo. ¿Qué placer mas rico? Sigue Marga por favor, lo movía circularmente dentro de mi culo, seguidamente quita el envoltorio del supositorio y me lo va insertando poco a poco. Noto todo el supositorio dentro y aun retuvo el dedo unos instantes. Listo Silvia, retira el dedo y se lo seca cuidadosamente con una toallita de papel. Me vuelvo en la cama y me pongo las braguitas lentamente, observándome como miraba con deseo mi dulce coñito.