Mi vecino bakala 6

La puerta trasera empezó a sonar y al abrirse entraron los dos que me habían traído hasta la furgoneta.

Lo siento, siento mucho la tardanza en escribir este capítulo, pero entre los problemas del cambio de SO y que en muchos momentos no sabía como desarrollar bien la hsitoria, han hecho que tarde más de lo que quería en terminar el capitulo. No tengo mucho más que decir, espero que lo disfruteís y ya sabéis, para cualquier cosa podéis mandarme un mail

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Mi vecino bakala 6

Nuestras miradas se mantuvieron durante unos segundos y por primera vez en todo el tiempo en que conocía a Fran vi algo más allá de esos ojos verdes. No puedo describirlo pero seguro que mucha gente sabrá a lo que me refiero.

Aparté la mirada de sus ojos y abrí la puerta porque sabía que ahora mismo no encontraría ninguna respuesta pero antes de bajar le di un beso en la mejilla.

—Buenas noches Fran. —Salí apresuradamente del coche y fui caminando hacia la puerta de la casa pero antes de poder abrirla, un coche aceleró y al mirar, Fran se había ido, dejando tras de sí una nube de polvo—. Buenas noches… Fran.

Subí a mi habitación, me quité toda la ropa y me fui a dar una ducha.  Mientras me duchaba pensé en lo que podría haber pasado, si le hubiera dicho que si cuando me lo preguntó. ¿Qué habría cambiado? O si me hubiera contestado mi pregunta en el coche… Sabía que no debía rallarme la cabeza por él porque era un chico de dieciocho años y encima yo le estaba trastocando los pilares de su vida.

Me tumbé en la cama relajado por la ducha y pensando en todo lo sucedido con Fran. Me folló sin hacer nada de ruido, los ojos vidriosos, me comió la polla… Tenía miedo de tensar un poco más la situación aunque dentro de mí sabía que si lo hacía posiblemente ganaría. Dejé que el sueño me atrapara y esperar a que por la mañana mi cabeza diera menos vueltas.

Subimos todo al coche. Como en el viaje de ida, Raúl y Esteban vendrían conmigo. Raúl se fue a mirar por última vez si todo dentro de la casa estaba cerrado y Esteban se quedó apoyado en el coche mirando el móvil. Después de unos minutos que se me hicieron eternos Raúl por fin salió de la casa con una sonrisa en la cara. Todos, excepto Esteban, fuimos a despedirnos ya que cada uno tendría que coger un camino diferente. Después de besos y abrazos nos encaminamos hacia los coches, yo a sabiendas de que no sabría cuando los podría ver de nuevo.

El camino se me hizo muy corto gracias a las conversaciones de Raúl porque Esteban no dijo ni una palabra, pero luego bien que me folló el culo y se comió un buen rabo para ir ahora como de tímido.

Llegamos a casa de Raúl antes de lo que me imaginaba (más bien antes de lo que quería). Esteban y él sacaron sus maletas y nos despedimos. Raúl me dio un abrazo y me plantó uno de sus besos en la mejilla, en cambio Esteban pasó literalmente de despedirse.

—No sé qué le pasa, pero está más raro desde esta mañana… —se acercó más a mí—. Seguro que está de mala ostia porque no ha mojado el churro. —(Sí, sí ha mojado, conmigo. Bueno, conmigo mientras mi vecino y un moro me usaban de puta)

—Seguro que será eso. Bueno, yo me tengo que ir, que aún me queda bastante viaje.

—Hazme una perdida cuando llegues.

—Vaaale papá. —Nos volvimos a abrazar y me fui a continuar con mi vida.

Llegué reventado a casa de tanto coche, así que cuando lo aparqué en el garaje y salí me estiré hasta que me crujieron todos los huesos del cuerpo. Al salir al jardín vi que el césped estaba cortado y las plantas cuidadas. Fran no podía haber sido porque estaba en la playa conmigo pero seguro que su padre sí. Llamé al timbre de la casa de Fran e Ignacio abrió la puerta.

—Hombre Dani, ¿qué tal esas vacaciones?

—Bien, muy bien. Oye, quería darte las gracias por cortarme el césped y mantenerme el jardín.

—Jajajaja, no me las des a mí, si yo acabo de llegar de viaje hace una hora o así. Ese ha tenido que ser Fran.

—¿Fran? ¿Ha pasado aquí el verano? —pregunté sin entender nada.

—No, llegó ayer de madrugada. Se fue a casa de mi hermana a pasar una semanita con la familia.

—Bueno, pues dale las gracias de mi parte.

—Muy bien hijo, se las daré. —Ignacio cerró la puerta y me fui a coger mis maletas.

Al entrar por la puerta un escalofrío me recorrió el cuerpo. Ahora tenía la casa otra vez para mí solo sin nadie que hiciera ruido y me sentí un poco solo. Empecé a deshacer la maleta y a colocar la ropa por colores para lavarla. Cuando terminé con la ropa vi la bolsa con los regalos de Fran. La abrí para guardarlos y también estaba la nota que me escribió esa mañana. La dejé encima del escritorio porque era lo primero que me escribía Fran y quería tenerlo como recuerdo.

Después de unas horas ya estaba totalmente acomodado y habituado otra vez al hogar. Encendí el ordenador para ver los correos y mi padre ya me había casi saturado la bandeja, después de una hora leyendo y contestando cerré de un golpe el portátil y me tumbé un poco en el sofá mientras la tele sonaba de fondo.

Me desperté de golpe por culpa del timbre. Ya era casi de noche y me había pegado la madre de todas las siestas. Abrí la puerta despacio y era un pizzero.

—Hola, le traigo la pizza.

—¿Qué pizza? Yo no he pedido nada. —El chico me dijo mi dirección—. Sí, aquí es pero yo no he pedido nada. —Era un chico joven, ni si quiera sabía si sería mayor de edad. Vestía con ropas anchas y tenía cara de niño.

—Pues tío, aquí me han mandado.

—Pues… —empezó a sonar el móvil—. Espera un momento, si quieres pasar, pasa. —Fui a coger el móvil y me fije que el chico había entrado en el hall y cerrado la puerta.

La llamada era de mi padre, que me había pedido una pizza porque supuso que no tendría nada de cenar. Le di las gracias y colgué.

—Bueno, sí —le dije al chico, que volvió a mirarme—. Aquí es. Espera que busco mi cartera. —Fui al lado del sofá a cogerla y el chico no paraba de mirarme—. ¿Cuánto es?

—Quince euros. —(Joder con las pizzas, ni que fueran marisco). Me acerqué hasta él con un billete de veinte. Empezó a buscar en su riñonera el cambio y pude verle mejor. Era bajito, mediría uno con setenta como mucho. No podía ver si tenía buen cuerpo por las ropas anchas que vestía pero por lo menos podía verle la cara. Tenía el pelo muy negro y era bastante blanco de piel. Sus ojos eran oscuros casi negros y tenía un piercing en la ceja. El chico seguía buscando el cambio en su riñonera—. Joder tío, no tengo cambio, se me ha olvidado cogerlo.

—Bueno…

—No, no. Mira, voy a terminar los repartos y luego te los traigo. Te lo prometo. —Cogió una libreta de su mochila y empezó a escribir—. Toma, por si no puedo venir, vas al jefe y le das esto —me entregó la nota—. Bueno me tengo que ir, que tengo que repartir más.

El chico salió escopetado de casa y fui a dejar la pizza en la cocina. Me gusta la comida fría, aunque sea una pizza. La dejé para que se enfriara y me empecé a leer la nota que me había dado.

“Vale por cinco euros”, además de poner la dirección, la fecha y la hora del reparto.

Era un papel de la pizzería y ponía también el nombre del repartidor: Iván.

Me senté en el sofá hasta hacer tiempo para que se enfriara un poco la comida. Me percaté de que tenía la polla como una piedra y que estaba en calzoncillos y por consiguiente el chico me había visto así, pero me la sudaba a estas alturas de la película.

Cogí el móvil y me puse a mirar mi cuenta en una red social. Ya habían subido algunas fotos de las vacaciones y empecé a verlas para comentar las que más me gustaban. Pasé y pasé fotos hasta que en una en un bar se veía a Fran de fondo. Pensé en como estaría ahora pero no quería agobiarle así que le deje estar a su ritmo.

Me levanté para ver si la pizza ya estaba un poco más fría. Al pasar por el hall instintivamente miré por la ventana y vi pasar dos figuras por delante de mi casa. Me quedé esperando hasta que pasaran por debajo de la farola para poder distinguirlos más, porque los andares de una me sonaban… y mucho. Eran Fran y la chica rubia de la playa, Lucía. Estaban andando cogidos de la mano y apreté los puños, aunque me dieron ganas de abrir la puerta y pegarle cuatro gritos pero no, quería dejarle espacio pero si él iba a continuar con su vida tan tranquilo yo haría lo mismo.

Me volví a sentar en el sofá, ya que la pizza aún seguía caliente y me quedé mirando el móvil, como esperando a que sonara o pasara algo pero lo único que pasó es que la pantalla se apagó. Respiré hondo y dejé el móvil encima de la mesa pero sin sonido, no quería que nadie me interrumpiera.

Fui al estante de los DVDs y cogí una película para verla mientras cenaba. El silencio en la casa era sepulcral y menos mal que había relojes, porque sino solo se oiría mi respiración. Miré y ya eran las doce menos cuarto y mientras me iba perdiendo en mis pensamientos sonó el timbre. Volvió a sonar y volví a la realidad.

Al abrir la puerta estaba el chico que me trajo la pizza con media sonrisa en la cara.

—He terminado mi turno de reparto y te traigo los cinco euros. —Por un momento pensé que vendría para quedarse un rato pero solo había sacado un billete de cinco euros del bolsillo.

—Ah… gracias. Tampoco tendrías que haberte molestado en venir.

—No, si no importa —sonrió de oreja a oreja—. Bueno, me piro que tengo estoy molido y todavía tengo casi una hora de viaje hasta casa.

—¿Una hora? Joder, si que vives lejos.

—Ya… Es que me ha traído un compañero en la moto para darte los cinco pavos y se ha pirao, a seguir currando. —Hoy no estaba muy cristiano para coger señales, indirectas o algo que me dijera que el chico de verdad no quería irse, así que pasaba a las directas.

—Yo iba a cenar ahora, si quieres quedarte. —El chico no hizo nada, solo se quedó mirándome a los ojos.

—Bueno, tendría que avisar… —El chico estaba nervioso y dio un paso hacia atrás.

—Si no quieres nada, ¿eh? —el chico seguía parado delante de la puerta y su mirada fue hasta mi paquete, (no es que fuera el de Fran pero no calzaba mal) y disimuladamente me arrasqué los huevos y así marcar un poco más el rabo. El chico se puso rojo y me volvió a mirar a los ojos. En ese momento deseé tener el poder que tenía Fran en la mirada, esa manera de hipnotizar con sus ojazos verdes.

—Venga, va, me quedo. —Le invité a entrar y dejó una mochila en el suelo al lado de la entrada. Yo fui a la cocina a coger la pizza y al volver ya no estaba, pero si se le oía. Miré por la ventana del hall (bendita ventana) y estaba en la puerta hablando por el móvil. Dejé la pizza en la mesa del salón y me senté a esperarle.

Al poco entró y pasó al salón. Iba vestido igual que antes, pero sin el chaleco de la pizzería. Le miré a los ojos y me sonrió.

Cenamos mientras me contó un poco su vida. Trabajaba los fines de semana y algún que otro día suelto para tener dinero para sus gastos. Sus padres trabajaban en una fábrica y tenía dos hermanos mayores, uno de veinte y otro de veinticinco. El de veinte iba a mi clase de universidad y en ese momento Iván cogió un poco más de confianza y se le notaba más suelto. Tenía dieciocho y no pude no pensar en la comparativa de cuerpo entre Fran y él. Iván parecía que aún no estaba desarrollado y Fran ya parecía todo un semental, pero era guapo con esa cara de niño bueno.

Terminamos de cenar y llevé lo que sobró de pizza a la cocina. Al volver al salón vi que Iván se había quitado la sudadera y se había quedado en manga corta. La camiseta seguía siendo ancha y no pude ver como tenía el cuerpo, pero la cara la tenía delgada. Yo seguía con camiseta y bóxers.

—Bueno, ¿quieres que te lleve a casa o viene alguien a recogerte? —El chico me miró con una cara rara, como si hubiera dicho algo raro.

—Verás… Es que no tengo las llaves de casa y mis padres ya se habrán ido al trabajo… y mis hermanos… estarán de fiesta por el centro… —(vamos, que se había montado una película para quedarse, pero si se quería quedar iba a tener que pedirlo)

—Bueno, no te preocupes. Llama a Carlos —(mi compañero de clase)—, y dile que por donde anda y te acerco. —No se esperaba esa respuesta porque puso cara de derrota—. Voy a ponerme un pantalón mientras llamas. —Salí del salón y me fui a ponerme un pantalón de chándal. Al bajar seguía sentado en el sofá mirando al suelo—. ¿Te pasa algo? —Levantó la cabeza y negó. Me dio pena así que paré ya de hacer el teatrillo de que no quería que se quedara—. Pufffff, dónde coño he puesto las llaves del coche, ¿me ayudas a buscarlas?

Después de más de veinte minutos buscando las llaves no las encontramos. (Era normal, las había guardado en mi armario, debajo de toda la ropa de invierno, al lado de la de repuesto).

—Bueno, si quieres te acompaño a comisaría o algo por si te las han robado.

—No, no hace falta. Si se la dejé a mis tíos y cuando he ido hoy se me habrá olvidado cogerla.

—Ahm… pues no sé…

—Lo que tú quieras. ¿Te acompaño a la parada del búho o te quedas? —El órdago ya estaba echado, ahora era su turno.

—Hombre, prefiero quedarme porque estoy reventado e irme ahora al centro… es un tirón.

—Pues nos quedamos viendo unas pelis y eso. —Iván sonrió.

—Perfecto.

—Bueno, tú ponte cómodo, como si estuvieras en tu casa. —Me quité despacio el pantalón del chándal para quedarme otra vez en bóxers—. ¿No te importa que me quede así?

—Que va tío, es tu casa.

Nos sentamos en el sofá y lo único que se había quitado fueron las zapatillas.

—¿Qué peli quieres ver?

—Prefiero hablar un poco, porque como vea una peli me voy a quedar sopa en poco. —Le miré y nos reímos.

—Vale, entonces nada de pelis.

Hablamos de nuestra aficiones y un poco más de nuestras vidas. Mientras hablamos me fije en su cara. Tenía unos ojos que no se podía ver la pupila de lo oscuro que los tenía. Tenía facciones de niño, aunque no lo fuera ya. Sabía que dentro de unos años ese chaval iba a estar como un queso. Mientras hablábamos sonó mi móvil. Lo cogí para ver quién era y como no, era un mensaje del moro, que a lo mejor venía a la capital y que si quería quedar o algo, pero pasaba de responder y apagué el móvil. Iván me miró.

—¿Pasa algo?

—Que va, un colega que si mañana quedábamos para ver unas porno. —Quería ver cómo reaccionaba a eso.

—¿Ves porno con tus amigos?

—Sí claro tío, ¿tú no?

—No, nunca lo he hecho.

—Es como ver el fútbol y comentar el partido, lo único que cambia es que estás en bolas y con la polla en la mano. —Iván me miraba con su cara de niño bueno pero sin hacer nada para que me lanzara.

—Pues nunca lo he hecho tío. —No iba como a mí me gustaría la situación pero esto es siempre un todo o nada y no me iba a quedar con la duda.

—Bueno, solo son pajas en grupo lo mejor es cuando follas o te la chupan, ¿a qué sí? —Iván se puso un poco rojo.

—Bueno… no sé… —Cojonudo, encima el chaval es tímido... y yo con ganas de follar, pero tampoco iba a acosarle como un salido.

—Pues venga, saca tú un tema —esbocé mi mejor sonrisa.

Empezó a hacerme preguntas sobre su hermano y sus ligues. Si follaba mucho, como era ir a la universidad, etc. El tiempo pasaba y el tema principal se difuminaba en ocasiones y por más que intentaba reconducirlo me era imposible.

—Vamos, que mi hermano se pone las botas… No si en casa se lleva a chicas y no veas cómo se las folla. —El tema empezaba a encaminarse otra vez pero su móvil empezó a sonar y la atmósfera creada se volvió a romper. Se fue hacia el hall a hablar y yo me quedé mirándole. Le faltaban un par de años para estar cañón pero seguro que ya funcionaba bien en la cama. Después de tres minutos hablando vino otra vez al salón y se empezó a poner las zapatillas.

—Era mi hermano que viene a buscarme.

—¿Aquí?

—No, aquí no. Le he dicho que me recoja en la pizzería, así que me tengo que ir pitando. Ya quedamos otro día más tranquilos. —No me dejó ni responderle y se piró corriendo de casa. Me quedé cachondo en el sofá y me saqué el rabo para que respirara. Empecé a cascármela lentamente, deseando tener una polla dura en mi culo, palpitando. Seguí con la paja mientras caía la pre por el suelo y empecé sentir que la lefa iba a salir en breve. Me tumbé en el sofá y me doble para que cuando me corriera cayera directamente en mi boca. Después de unos movimientos empezó a salir lefa y lefa de mi polla, cayendo directamente en la boca.

Dentro de unos días sería Navidad y mis padres iban a venir para estar unas semanas todos juntos. Durante estos meses llamé a Fran en incontables ocasiones, mensajes, whatsapps, incluso fui a su casa para poder hablar con él, pero en nunca respondía o nunca estaba en casa. Esto me recordaba a la otra vez cuando Fran pasó de mí durante bastante tiempo y no iba a volver con el rabo entre las piernas.

Pregunté a Carlos por su hermano Iván pero solo me decía que estaba bien y nada más así que también pasé de este tema y un día antes de que viniera mi familia me di cuenta de que estaba solo.

Pasaron las navidades y se acercaba el fin de año. Mis padres me habían traído regalos y me dijeron que a lo mejor para después del verano volverían a casa, por lo menos mi padre ya que mi hermana decía que no quería cambiarse tanto de colegio y por una parte la entendí, pero sería cuestión de tiempo que volvieran todos a casa. Pero donde se marcó otro punto de inflexión en mi vida fue el veintiséis de Diciembre con una visita que nunca me esperaría. Estábamos en el salón hablando los cuatro cuando llamaron al timbre. Mi madre fue a abrir y me giré para ver quiénes eran y entraron María, Ignacio, Raquel y por último Fran. Desde que le vi en Septiembre Fran no me había dado ninguna señal de vida. Nos saludamos todos y no podía quitar la mirada de Fran. Estaba menos ciclado y estaba mucho más guapo, parecía más un modelo que un matón de discoteca y la verdad es que lo agradecí.

Nunca me miraba directamente a los ojos y eso que le di la mano como saludo. Las conversaciones al principio era de lo buen hijo que era porque nunca hice nada de ruido, ni fiestas ni nada por el estilo pero luego empecerán a ser banales y dejé de prestarlas atención y solo podía mirar disimuladamente a Fran, que estaba absorto mirando el infinito pero hubo un momento que giró los ojos y su mirada se quedó fija en la mía. Esta vez iba a aguantarle la mirada y no iba a apartarla. No sé cuanto duró esa mirada pero para mí pasaron años, hasta que un momento Fran entrecerró los ojos y puso esa cara de niño malo que hacía que me pusiera cachondo con solo mirarle y al final tuve que apartar la mirada de esos ojos verdes pero al volver a mirarle estaba con media sonrisa y se recostó en el sofá. Notó que le estaba mirando y volvió a fijar su mirada en la mía, pero esta vez cuando coincidieron me hizo un gesto con la cabeza como para que me levantara, o eso pensaba yo. Me levanté para ir a la cocina para disimular y vi que Fran también se levantaba del sofá.

Entramos en la cocina y Fran me abrazó por detrás. Notaba su paquete en mi culo y me empecé a empalmar. Pegó su boca a mi oreja y pensé que me iba a decir algo obsceno pero lo único que soltó de su boca fue:

—Lo siento. —Me separé de ese abrazo y me giré para mirarle. Tenía las manos a la espalda y esta vez tenía cara de niño bueno.

—¿Lo siento? ¿Por qué?

—Por pasar de ti todo este tiempo, pero lo he necesitado para pensar.

—Mira Fran… lo mejor es que no nos volvamos a ver nunca más. Solo un saludo y nada más.

—Dani…

—Déjame hablar. —Apretó sus carnosos labios y me miró con ternura. Nunca le había visto así pero no quería sufrir más por él—. Mira, me pones mazo, pero me estoy obsesionando contigo y no quiero pasarlo mal. He tenido muy buenos ratos de sexo contigo pero ahí se queda todo. No quiero repetirlos y quiero que desaparezcas de mi vida, por lo menos en lo máximo posible porque lo que no voy a permitir es que desaparezcas y luego vuelvas a los meses como si no hubiera pasado nada, así que si quieres que te coman la polla o reventar un agujero llamas a la rubia y listo—Me quedé esperando su respuesta pero solo me miraba y sonreía—. Mira, Fran mejor no respondas porque paso de oír nada, no quiero que me jodas más la vida. —Seguía con su sonrisa y mirándome con esos ojos verdes brillante.

—¿Joderte la vida?

—Sí, joderme la vida. Hacerme ilusiones con una persona que pasa de mi cara y cuando se queda sin nadie con quien follar me llama para que le calme las ansias de coño. —Fran bajó la mirada y yo estaba un poco tenso pero empezó a caminar y me besó en la boca. Notaba sus labios aunque no era un beso sexual, era un beso de ¿amor? Me quedé helado y no le correspondí el beso a Fran. Este se separo y me volvió a mirar con cara de susto pero esta vez fui yo el que me lancé a besarle. Le abracé y ahora mi lengua era la que intentaba entrar en su boca y esta se abrió para recibirla. Las dos lenguas jugaban entre ellas notando su saliva en mí boca y mi polla empezó a ponerse muy dura.

—Vamos a mi kely, que está vacía. —Fuimos al salón y tuve que disimular mi erección porque me había puesto unos vaqueros ajustados por la cintura y se marcaba toda la polla. Nos despedimos de todos y nos fuimos para su casa. Entramos y bajamos a su habitación. Fran se aseguró de tener la puerta cerrada con llave y bajó rápidamente las escaleras.        Entró en la habitación y me vio sentado en la silla del escritorio. Puso su cara de asombro al verme así sentado y no deseoso de que me follara. Creo que entendió lo que pasaba y se sentó en la cama.

—Supongo que querrás una explicación.

—Pues sí, y más de una.

—Por dónde empiezo —resopló.

—Podrías empezar por el día que me follaron tus amigos que estabas raro, luego puedes continuar por lo que pasó en el coche, puedes seguir por qué quedaste con la rubia el mismo día que volví de vacaciones y puedes seguir contándome por qué has pasado de mis llamadas, mensajes, etc, durante estos meses y como colofón me puedes decir por qué me has besado en la cocina. —Fran puso cara de descompuesto porque no sabía que iba a relatarle cada uno de los puntos que quería tratar.

—Bueno… ¿Empiezo?

—Es lo mínimo. —Estaba cansado de tanta historia. Nunca me había pasado de estar así con un chico pero también tengo que decir que Fran me ponía malo, pero ya había llegado el momento de decir las cosas a la cara y dejarnos de gilipolleces.

—Durante el polvo… pues… verás hermano… no me gustó verte disfrutar. —Estaba hasta los mismísimos de la palabra hermano—. Llevaba tiempo raro, con la cabeza ida por tu culpa y en el coche se me lio mucho más…

—Sí, qué más.

—Entonces llegué a casa y Lucía también estaba ya aquí y empecé a quedar con ella para aclararme. No te respondí las llamadas ni nada porque quería tener las cosas claras y no volverte loco.

—¿Volverme loco? No me has vuelto loco ni un segundo, pero que pases de mí como haces después de todo lo que hemos hecho, no me ha molado nada.

—Es que te dije que eras mi puta y que sería yo el que te buscara, no al revés. —Eso fue la gota que colmó el vaso.

—Estoy de tus putas hasta los cojones. Mira, vete con ellas y si ahora te has vuelto maricón y te molan los rabos pues búscate putas nuevas. —Me levanté de la silla y esta cayó al suelo por el impulso—. Ábreme la puerta que me quiero ir de aquí.

—Déjame terminar de explicarme, por favor. —Me acerqué hasta él y le miré a la cara.

—Que me abras de una puta vez la puta puerta. —Fran se levantó y empezó a caminar hacia las escaleras.

—Si me dejaras explicarme.

—Llevas conmigo así un año y siempre son excusas y excusas y excusas. —Giró la llave y abrió la puerta—. Gracias. —Pasé por su lado y me dirigí hacia la puerta de entrada. La cerré de un portazo y empecé a caminar por la calle sin rumbo. Mi cerebro iba a mil por hora y mis sentimientos igual. Una parte me decía que debería volver y que terminara de explicarse pero la otra me decía que no, que seguro que ahora había “ascendido” en su ranking de putas y sería la primera y si me decía eso me iba a derrumbar y no quería sufrir más. Seguí caminando sin rumbo durante unos treinta minutos y empezó a diluviar. Di la vuelta y empecé a correr dirección a casa. Llegué a casa calado hasta los huesos y cuando fui a echar mano de las llaves de casa para abrir pero no las tenía así que llamé varias veces al timbre pero nadie me abrió. Llamé a mis padres por teléfono para saber donde estaban y me dijeron que se habían ido con los padres de Fran a tomar algo a un centro comercial cercano así que me tenía que quedar esperando en la calle hasta que llegaran pero de repente noté que paró de llover. Miré hacia arriba y había un paraguas. Me giré para ver quién era y allí estaba Fran sujetando un paraguas azul para que no me mojara.

—Se han ido a tomar algo. Será mejor que vengas a casa porque si no vas a coger una pulmonía. —Accedí de mala gana a ir con él.

Me fui a pegar una ducha para quitarme el frío y Fran me dejó algo de ropa para ponerme. La situación me pareció bastante surrealista porque yo quería desaparecer de allí y por más que lo intentaba el destino me volvía a traer. La ducha me quitó todo el frío que tenía y me sentó de maravilla. Al abrir la puerta, con la toalla a la cintura, tenía la ropa preparada en la cama y Fran esperaba sentado en la silla. Me empecé a vestir y Fran no dejaba de mirar muy seriamente.

—¿Me dejas hablar ahora?

—Venga, habla. —Me daba morbo ponerle los calzoncillos en los que antes había estado la polla de Fran y me había dejado una camiseta corta de color rosa y un pantalón de chándal blanco.

—He necesitado tiempo para pensar, mucho, lo sé, pero desde que te conocí empecé a sentir algo, por eso al principio me alejé. Nunca he sentido nada por un tío, en la vida, pero contigo es diferente…

—¿Y por qué es diferente? —dije mientras me ponía el pantalón.

—Por cómo me miras.

—¿Y cómo te miro?

—Al principio todos me miran igual pero en cuanto hacemos algo ya me miran con cara de querer follar, de solo sexo. —Se le empezó a cortar la voz—. Pero tú no, siempre tienes la mirada como triste y cuando te miró… —Fran estaba abriéndose entero para mí y ahora si le escuchaba con atención. Me senté en el suelo y me lo quedé mirando—. Todo el mundo me mira como ese bakala malote, sin sentimientos ni cerebro, con la polla grande y como nada más pero tú nunca me has mirado así. Siempre ha habido algo más en tu mirada… —Paro de hablar y me miró a los ojos.

—Fran… puedo entender tu “miedo”. Pero si la gente te mira solo como un trozo de carne con un pollón es porque no te conocen, porque sé que detrás de esa fachada de malote se esconde una gran persona —Fran sonrió con una sonrisa de tristeza—. Pero tienes que entenderme tú a mí. Ya he pasado por esto una vez, de que un “hetero” se enchocha de mí y al poco tiempo, en cuanto empiezan a hacer preguntas se va sin dar explicaciones y luego te enteras que siempre ha estado con su novia y tú eras el follamigo que le servías para descargar los huevos. —Fran me miró atentamente mientras hablaba—. Por eso no quiero volver a pasar por lo mismo. No quiero acabar enamorándome de ti y luego darme cuenta de la verdad y… lo mejor para los dos es que sigamos como amigos y nada más. —Se oyeron voces arriba y me levanté—. Sigue con tus chicas de verdad. —Le abracé y le dije adiós.

Pasaron los días y llamaba a Fran a diario para saber cómo estaba, pero siempre tenía el móvil apagado. Llegó Nochevieja y tenía plan y por una parte quería decírselo a Fran pero por otra no quería verle más, para que así, ninguno de los dos sufriera.

Íbamos a ir a un nuevo garito que habían abierto para ver que tal estaba.

Después de cenar y tomarnos las uvas, me fui a mi habitación para arreglarme. Esta noche quería pillar cacho porque tenía ganas de que me rellenaran, así que me puse un traje negro y me fui para abajo. Después de que me silbaran y me dijeran tío bueno, me despedí de todos y cogí las llaves del coche. Me subí y puse la calefacción a tope porque estaba muerto de frío. Arranqué y al pasar por la casa de Fran vi salir a los padres con la hermana y luego por el retrovisor vi que se metían en nuestro jardín. Irían a pasar un rato con mi familia y solo esperé que Fran saliera también y se despejara.

Llegué al sitio antes de la hora en que habíamos quedado, así que me daría tiempo a mirar dentro como estaba la cosa. Esperaba que estuviera medio vacío por ser nuevo pero estaba hasta los topes de gente y mirar a alguno para ver si podía pasar algo iba a ser tarea imposible. Me acerqué a la barra y la camarera era Arantxa. Empezamos a hablar un poco y me dijo que si iban a venir estos y le dije que sí, que ahora vendrían todos. Se acercó a mi oído  me dijo que había visto a Fran por aquí. Yo me quedé ojiplático y me miró con cara de: “¿Y qué le vamos a hacer?”. Arantxa siguió con su trabajo y yo ya estaba intentando buscar a Fran con la mirada pero no hubo suerte.

A los pocos minutos empezaron a llegar éstos y empezamos a beber y a reírnos todos. Miré el reloj y ya eran las cinco de la mañana y me parecía que habían pasado solo diez minutos. Mi vejiga quería que la vaciara así que les dije que me iba al baño a mear y algunos ni me escucharon por el sonido de la música. Mientras iba al baño desee encontrarme con un tío que quisiera follarme el culo, pero durante mi camino solo había parejas hetero enrollándose y dentro de los baños había alguien potando por el ruido que hacía y nadie más. Meé un buen rato y me guarde el rabo otra vez dentro. Por un momento me apetecía sacarme el rabo y decirle al que potaba que me la comiera pero pronto esa idea se me fue de la cabeza. Cuando iba a salir del baño un chico rubio y alto entró. Su cara me sonaba de haberle visto en algún sitio pero ahora mismo no caía. El tío estaba muy bueno y me fui a los meaderos de pared para poder verle el rabo. Me puse a mear pero esta vez solo caían unas gotas y disimuladamente me puse a mirarle el rabo. Estaba operado de fimosis porque no tenía pellejo. Tenía la polla con el pelo rubio y era bastante gordita y mi polla empezó a ponerse morcillona.

—¿Te mola lo que ves o qué? —El chaval me había pillado mirándole el rabo—. ¿Quieres comértela o solo miras para comparar? —Esa pregunta me dejó a cuadros pero el chaval seguía con la polla fuera. Era un bakalita como lo era Fran y me ponía.

El chaval se guardó la polla y se piro del baño. Tenía ganas de follar, muchas ganas, pero parecía que hoy no iba a ser el día en que me meterían una polla en el culo. Me metí el rabo morcillón dentro y fui a lavarme las manos y la cara. Al levantar la vista allí estaba el rubio y a su lado un tío que también me sonaba de algo. El rubio era bastante bajito y un poco musculado, pero el otro estaba muy musculado y tenía el pelo rapado.

—¿Queréis algo o qué?

—Mi colega —dijo el rapado—, dice que te van las pollas. Que te has quedado mirando la suya bastante rato mientras echaba un meo. —Los dos bakalas se quedaron mirándome y el del pelo rapado se cogió el paquete por encima del pantalón. Me mojé los labios con la lengua y el chaval sonrió—. Venga, síguenos, que aquí no me mola.

Salimos de la discoteca y no es que habláramos mucho pero por lo menos sabía sus nombres. El rubio era Dani y el del pelo rapado Adrián. Estuvimos andando por el parking hasta llegar a una furgoneta de esas grandes. Adrián abrió la puerta trasera y bajó los asientos de atrás del todo y se quedaron totalmente tumbados, haciendo una especie de colchón. Dani estaba apoyado fuera en una puerta y Adrián bajó dando un pequeño salto.

—Venga, entra. —Me subí a la furgoneta y cerraron la puerta de golpe. Empecé a dar golpes en la puerta pero ellos no decían nada.

—Por más golpes que des no vas a conseguir abrirla. —Era la voz de Fran. Me giré y estaba sentado en el asiento del conductor, mirándome.

—¿Esto es una encerrona? ¿Puedes abrirme? —Fran se levantó y pasó entre los asientos hasta que se sentó en los que había tumbado Adrián.

—Dani, necesito hablar contigo.

—Fran, ya hemos hablado.

—Es que te necesito. —Tenía cara de niño bueno con sus ojos verdes taladrándome—. Necesito tenerte cerca —bajó la cabeza—, porque no quiero que te separes de mí. —Me acerqué y me senté enfrente de él.

—Fran… —levantó la cabeza y se lanzó a besarme la boca. Por un momento pensé en apartarlo pero en el fondo me gustaba estar cerca de él porque me sentía protegido. Su lengua se abrió paso entre mis labios y empezaron a jugar las dos. Notaba su saliva entrando y su movimiento de mandíbula al abrir la boca. Lancé mi mano hasta su paquete y empecé a sobárselo por encima y él empezó a hacer lo mismo con el mío. Me lo sobaba con fuerza y mi polla ya estaba deseando salir de la prisión. Fran se separó de mi boca y una línea de babas quedo uniendo nuestros labios. Saqué mi lengua para cogerlo y Fran me sonrió, luego empezó a quitarse la ropa lentamente y yo con lo cachondo que estaba me la quité a toda prisa. Yo ya estaba totalmente desnudo y Fran estaba todavía quitándose los pantalones pero al verme así aceleró el ritmo y al final se quedó con su pollón apuntando hacia mí, como llamándome. Mi polla al verle desnudo delante de mí empezó a escupir pre. Me lleve la mano para limpiármelo pero Fran se agachó y se metió mi polla en la boca.

—Ufffff, joder Fran… —Se la intentaba meter hasta el fondo pero le entraban arcadas. Le cogí la cabeza y se la intenté meter hasta dentro, pero me apartó de un empujón.

—No te pases, que no es que sea un experto haciendo esto.

—Pues aprende a hacerlo, mira. —Apoyé la espalda en la pared de la furgoneta—. Venga, fóllame la boca. —Fran se acercó con su polla dando tumbos y soltando un poco de pre en el vaivén. Me parecía más gorda y grande de lo que la recordaba, pero me daba igual

—Abre bien la boquita zorra, que viene lo gordo. —Me encantaba que en el sexo me tratara así. Me metió la polla de golpe hasta el fondo y sus huevos chocaron en mi barbilla. Me puso las manos en las orejas y empezó a follarme como siempre me lo hacía, me la sacaba de golpe y me la metía hasta el fondo. Al sacarla siempre salía llena de mis babas—. Como me gusta que me la saques babosa —Lanzó un lapo en su rabo y me lo volvió a meter de golpe—. Así recuerdas el sabor de un macho. —Seguía follándome la boca como un loco y notaba como su polla llegaba hasta mi garganta y volvía a salir, pero en uno de sus salidas Fran se agachó y me miró a la cara.

—Levanta y date la vuelta. —Hice lo que Fran me ordeno y me separó las nalgas con sus manazas. Noté que su cabeza se hundía en mi culo y empezó a dilatármelo. Su lengua giraba en mi agujero y entraba llena de babas. En menos de un minuto ya podía meterme lo que quisiera por atrás sin ningún problema. Yo me quedé apoyado en la pared de la furgoneta, con mis brazos en forma de almohada—. ¿Quieres tener más pollas?

—¿Cómo?

—Que si quieres, puedo llamar a unos amigos y follamos todos. —Cuando Fran estaba caliente perdía los sentimientos, la mayoría de las veces, y eso me gustaba.

—Vale, llámalos.

—Venga, agáchate y sigue comiendo rabo, puta. —Me agaché y empecé a comerle el rabo otra vez, sintiendo ese grosor y su olor dentro de mí.

La puerta trasera empezó a sonar y al abrirse entraron los dos que me habían traído hasta la furgoneta. La escena tenía que molar verla desde fuera. Un tío con una polla descomunal follando la boca de una maricona.

—Joder caballo, le vas a reventar —dijo Adrián.

—Esta está acostumbrada a mi polla, la tengo domada. —Me excitaba que Fran me usara, siempre y cuando él también participara desde el principio.

Los dos chicos entraron y cerraron la puerta. Se desnudaron muy rápido y me quedé mirando sus cuerpos desnudos. Dani era bastante blanco de piel y tenía ese pelito rubio por el cuerpo. Tenía la polla dura, no era como la de Fran, pero no calzaba mal el chaval, unos diecinueve centímetros de rabo duro, pero el que me gustó más fue el de Adrián. No era muy largo, serían unos quince o así, pero era tremendamente gordo y no sabía si eso me entraría bien por la boca y el culo. Los dos se acercaron a mí y por educación dejé el rabo de mi adonis y me lancé a por el de los otros. El de Dani sabía mil a meado pero en esta situación me daba igual. Mientras con las manos masturbaba el pollón de Fran y la polla de Adrián. Fran se colocó a al otro lado y los tres estaban esperando su mamada. Decidí meterme la polla de Adrián en la boca y ver hasta dónde podía abrir.

—¿Sabes cómo llaman al Adri? —preguntó Fran. Yo no iba a responder, porque estaba intentando metérmela en la boca—. El lata, porque tiene la polla casi igual que una lata de coca-cola, así que abre bien la boca.

—Tíos a ver si se le va a rajar.

—No Seas nenaza Dani, ya verás cómo se la mete hasta dentro. —Después de unos segundos eternos, conseguí metérmela hasta el fondo y Adrián gimió como un loco.

—Jooooooder, la primera vez, que de primeras, me la cooooomen enteeera.

—Ya sabéis que yo solo follo calidad. —Adri empezó a follarme la boca y era la primera vez que me dolía. Intenté pararle pero no conseguí nada, solo aumentar el ritmo. Fran y Dani se la cascaban mientras miraban la escena pero Dani me puso su polla en el moflete y me saqué la polla de Adri de la boca y me lancé a por la de Dani. Agradecí el cambio de tamaño porque notaba que se me iba a rajar la boca de un momento a otro. Dani follaba con un buen ritmo, pero sin ser un bestia. Sus pelos rubios se metían por la nariz de lo largos que eran, pero me encantaba sentir ese sabor a meado en la boca. Mientras le chupaba la polla al rubio alguien estaba metiéndome unos dedos por el culo.

—Jooooder, si está mil de dilatado esto. Me va a entrar sin ningún problema —dijo entre carcajadas—. Venga, deja de comer rabo y siéntate encima. —Adri estaba tumbado en los asientos con la polla dura apuntando hacia arriba—. Venga, hijo de puta, trae tu puto culo aquí. —Miré a Fran que estaba un poco más serio de lo normal, seguro que tendría momentos de lucidez y no le gustaba lo que estaba viendo, pero para tranquilizarlo le sonreí un poco y parece que con esa sonrisa volvió a estar en modo cachondo.

Puse mi culo en su polla y me lo iba a meter poco a poco, pero Adri no tenía el mismo pensamiento y de una embestida me la clavó entera.

—Diooooos, hermanos, esto está mil de prieto… ufffffffffffff. Ahora verás lo que es follar. —Empezó a levantarme solo con su movimiento de caderas y no podía dejar de gemir. Esa polla me iba a destrozar—. Joder, callar a la puta, que me desconcentra. —Dicho y hecho. Fran se acercó y me metió la polla en la boca—. Así hermaaaaaano, muuuuucho mejor. —Adri no bajaba el ritmo de la follada y Fran sabía que con ese ritmo si me la metía entera podría llevarse un mordisco, así que solo le comía la mitad del rabo. Iba a hacerme una paja mientras me follaban el culo y la boca, pero Dani se acababa de meter mi polla en su boca.

—Mira Caballo, al rubio le mola también comer rabos.

—Jajajaja y nosotros antes buscando putas para follar y la teníamos aquí al lado. Vamos a ver si le gustan de verdad. —Fran me sacó su manjar y empecé otra vez a gemir con más fuerza. Dani la comía muy bien y se notaba que no era la primera vez que comía un rabo porque sabía muy bien cómo mover la lengua. Pensaba correrme en su boca y si seguía así no tardaría demasiado pero cuando estaba a punto pegó un grito que se tuvo que oír en todo el parking. Fran le acababa de taladrar con su pollón su culo y empezaron a salirle lágrimas de los ojos.

—Joder, Fran saca eso, sácalo, me quema ¡JODER SÁCALO! —Fran sacó su polla del culo del rubio y volvió a metérmela en la boca. Dani había perdido la erección y pensé que se iría, pero se volvió a meter mi polla en su boca. Se la metía hasta el fondo y la sacaba cubierta de babas. Y yo ya estaba con la corrida en la punta. Me estaban follando el culo, la boca y la polla y mis huevos no podían esperar más y empecé a correrme. Cogí a Dani de la nuca y no le deje separare mientras mi polla no paraba de soltar corrida y más corrida. Dani se la sacó y empezó a escupir en el suelo.

—Joder, se ha corrido dentro, que asco.

—Eso te pasa por comerte esas cosas —dijo Fran.

—Estooooy a puuunto de lefar.

—Pues sácala del culo, que ahí dentro solo me corro yo. —Adri me sacó su polla del culo y como descorchar una botella. Tenía a Fran, a Adri y a Dani delante de mí. Estaban cascándosela muy rápido y Adrian dio un paso más cerca.

—¿Quieres lefa hijo de puta? ¿Quieres?

—Sí. —Me soltó un bofetón en toda la mejilla y luego me escupió.

—No te oigo, hijo de puta, más alto.

—Sí, quiero, quiero tu leche

—Pues toma lefa, zorra, ¡AAAAAAAAAAAAAAAH! —Em pezó a soltar mucha lefa por toda mi cara y tuve que cerrar los ojos para que no me entrara, cuando noté que Dani me había metido la polla dentro de la boca.

—Ahora verás hijo de puta, ahora veras. —Empezó a correrse dentro, mientras me daba ostías en la cabeza—. Toma leche hijo de puta y como vuelvas a correrte en mi boca te arranco los dientes de un puño, ¿está claro? —Asentí y empecé a tragar las lefadas de Dani. Fran me recogió las corridas de la cara y me las metió en la boca, hasta que me dejó la cara limpia de leche y me metió muy lentamente su pollón hasta el fondo y empezó a correrse. No pude notar el sabor que tanto me gustaba, pero sabía que iría a mi estómago directo y con eso me valía. Después de unos segundos corriéndose, Fran me saco el rabo y Adri me soltó otra ostia en la cara.

—Como digas algo de esto, te rajamos. —Dani me dio otra ostia en la otra mejilla y empezaron a vestirse. Cuando terminaron bajaron y se quedaron mirando hacia dentro.

—¿No vienes Fran?

—Voy a limpiar esto tío, que sino mi viejo me mata por dejar este olor a rabo.

—Va hermano, pero no tardes. —Cerraron la puerta y Fran se tumbó en los asientos y yo me coloqué a su lado.

—Si no te mola que te den o algo, dímelo.

—Sí, si eso me gusta y mucho.

—¿No te importa que te follen varios tíos y te traten así?

—Mientras estés tú entre ellos, no, pero también me gusta que solo me folles tú y... eso es lo que más me gusta —Fran se giró y me beso en los labios.

—Fran… ¿de verdad me quieres? como pareja digo.

—Claro que sí. Tú me miras de una forma que nunca me han mirado y tienes algo, que hace sacar lo mejor de mí... Y ¿sabes por qué te quiero tanto tanto?

—No

—Porque eres una zorra en la cama y un amor fuera de ella.

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