Mi vecino bakala 5

Le bajé la cabeza para que se la tragara toda, pero le dio una arcada y se la sacó de golpe

Perdón por la tardanza en escribir esta parte pero al final el ordenador decidió dejar de funcionar.

Muchas gracias por todos los correos pidiendo la quinta parte y después de mucha espera aquí está.

Como siempre, mandarme los amils que queráis que siempre contesto lo antes posible. Disfrutar del relato

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Mi vecino bakala 5

Me quedé mirándole bajo la tenue luz.

—¿Cómo? —Me incorporé y me apoyé en el brazo.

—Pues eso hermano, que si estás pillao por mí o algo. —Empezó a acariciarse el estómago. La pregunta me pilló por sorpresa y me quedé sin saber que decir.

—Pues no, no estoy enamorado de ti —dije con un tono un poco borde.

—Pues de puta madre entonces —sonrió—. Ahora a dormir. —Fran cerró los ojos y yo me quedé mirando sin entender nada de esta situación. Si era verdad que sentía algo por él, pero me daba miedo decírselo por cómo era. Me tumbé a su lado pero sin tocarle y al final el sueño me nubló la mente.

Me desperté y como era habitual en Fran no estaba en la cama. Me puse un bañador y bajé rápido abajo.  Esteban roncaba un poco en el sofá y por lo demás estaba en silencio. Miré por la ventana del salón y el coche de Fran seguía aparcado. Me empecé a poner nervioso por saber donde coño se había metido cuando alguien empezó a susurrar mi nombre. Pensé que sería Esteban pero estaba profundamente dormido. Miré a mi alrededor y en la escalera estaba Sara agachada haciéndome gestos para que me acercara. Me acerqué y empezó a hablar despacio.

—¡Dani! ¡Hay un tío en la ducha y no sé quién es!

—Es Fran… un… un amigo, bueno, es mi vecino y le vi ayer por aquí y estaba un poco pedo y me lo traje. —Sara me miró sin creerse una sola palabra.

—¿Te lo has tirado?

—Más o menos.

—Pues está como un… —Sara se giró y Fran estaba con un slip enano que le marcaba todo. Se tocaba la nuca y ponía esa cara de niño guapo.

—Buenos días. —Pasó a nuestro lado y Sara se fue para arriba. Me fui hacia donde estaba Fran.

—¿Qué vas a hacer ahora?

—¿Yo? Tomar café.

—En serio Fran. ¿Te vas a quedar? —Se acercó a mí y puso su cara pocos centímetros de la mía.

—Si quieres me voy.

—No, no quiero que te vayas.

—Mejor.

Fran se fue hacia la terraza y yo me quedé sin saber qué hacer.

—Buenos días Dani. —Me giré y era Esteban que se había levantado. No pude quitar la vista de su empalme mañanero.

—Hola Esteban. —Pasó a mi lado y luego se fue hacia arriba. Empecé a ponerme muy nervioso. Fran estaba afuera y no sé si Esteban recordaría algo de lo que pasó ayer, pero recé porque Esteban no se acordara absolutamente de nada. Intenté tranquilizarme y me fui afuera con Fran. Estaba apoyado en la valla de madera mirando al mar. Me coloqué a su lado sin hacer ningún ruido.

—Buena vista tenéis aquí.

—Sí, la verdad es que está muy bien —se hizo otra vez el silencio—. Oye Fran, puedo hacerte una pregunta.

—Dispara hermano.

—¿Por qué has venido? —Me giré para mirarle la cara pero estaba totalmente absorto mirando al mar—. ¿Fran? —Giró lentamente el cuello y me miró con esos ojos.

—Si quieres me voy.

—Esa no es la pregunta Fran. —Volvió a mirar al mar.

—Si no quieres saber la respuesta, no preguntes.

—¡Sí qué quiero saber la respuesta! —volvió a mirarme.

—Vine porque me invitaron.

—¿Quién? —pregunté con un poco de mala ostia.

—Lucía me invitó, tiene una casa por la zona y ayer estábamos de fiesta y te vi con tus colegas. —No me creía nada.

—¿Y quién es Lucía? —Fran suspiró como cansado y se acercó a mí. Para tener solo dieciocho años parecía un toro.

—Mi puta número uno. —Todo lo que yo mismo me había montado se rompió como el cristal, y para colmo Fran estaba sonriendo, como disfrutando con las palabras que me acababa de decir.

—¿Qué pasa, que ayer la número uno no quería follar o qué?

—Estaba un poco pedo, así que la llevé a casa y luego te llamé. —Fran no dejaba de mirarme como esperando una respuesta, pero no la tuvo—. Mira Dani, sabías desde el principio como era esta relación.

—Eres… un hijo de puta. ¿Y ayer por la noche me preguntas que si estoy enamorado de ti?

—Es que veía que te estabas pillando y no quiero que sufras, pero me dijiste que no, así que por eso no hay problema, ¿no?

—Mira Fran vete ya de aquí.

—Dani…

—¡Qué te vayas, joder! —Fran asintió y se fue para dentro. Estaba lleno de rabia y mis jodidos ojos decidieron que tenían que soltar unas lágrimas para hacer más dramática esa mierda de situación. Me sequé las lágrimas y me fui decidido adentro para esperarle. A los pocos segundos bajó vestido y se me quedó mirando. Me fui hacia la puerta y se la abrí—. Venga, ya puedes ir a buscar tu puta, así que fuera de una puta vez. —Fran empezó a caminar y en un segundo me agarró del cuello y me tiró de rodillas, dejando su paquete a la altura de mi cara.

—Mira gilipollas, no vayas de digno ahora, porque ayer me llamaste para que te follara, así que vuelve a tratarme así y te juro que te reviento la cara. —Me soltó el cuello y me levanté rápido para cogerle del cuello a él..

—Vuelve a tocarme de esa manera y te juro que no llegas ni a los diecinueve. —Le empujé y cerré la puerta. Estaba de mala ostia de cómo me trataba. En la cama me daba igual pero en el día a día no aguantaba ni una. Miré por la ventana para ver que hacía, pero solo estaba caminado hacia su coche. Mi móvil sonó y era un mensaje.

“Tienes un regalo encima de la cama”

Subí a toda prisa las escaleras y entré de golpe en la habitación. Y allí fue dónde todo cambio. Esteban estaba mirando y en la cama estaba el consolador, la mordaza y unos slips rosas llenos, de lo que parecía lefa. Me acerqué con miedo y Esteban se apartó un poco. Al lado de los slips ponía una nota “toma, para que desayunes” y sí, era lefa. Esteban me miró

—Tío Dani, si te lo vas a montar aquí luego guarda las cosas y joder… no lefeés ropa y la dejes encima de mi cama.

—Lo siento, de veras… no volverá a pasar.

—Pues eso espero, porque joder, que asco macho. —Esteban se cambió de ropa mientras yo recogía los regalos de Fran—. Me piro a desayunar. —Y cerró la puerta. Me senté en la cama con el slip lefado al lado.

—Pues yo también voy a desayunar. —Comencé a lamer la lefa de Fran, sintiendo su sabor pero pensé en hacerme una paja y juntar ambas lefas para desayunar. Me bajé un poco el bañador y me saque mi rabo morcillón. Lo descapullé y lo mojé un poco en la corrida para tenerlo lubricado. No tardé mucho en correrme y juntar las dos lefas en el calzoncillo. Me quedé mirando las corridas y saqué también el consolador. Lo restregué por las corridas y empecé a chuparlo como si no hubiera un mañana. Dejé el consolador brillante y los calzoncillos húmedos también de mis babas porque no quería dejar ni una gota sin tomar.

Los días pasaron sin pena ni gloria. No vi a Fran desde el fatídico día y Esteban ni me miraba. Así que decidí disfrutar de las vacaciones como siempre y así acabamos llegando a la última noche. Decidimos salir y disfrutar de nuestras últimas horas antes de volver a casa. Nos pusimos nuestras mejores galas y nos fuimos de bares.

—Dani, ¿qué tal con el chico del otro día? —me preguntó la inocente Sara en el oído.

—Bueno, ¿por?

—Porque está allí con una rubia dándose el lote. —Miré alrededor y allí estaba. Supuse que sería Lucía, pero conociendo a Fran podría ser cualquiera—. ¿Quieres qué vaya allí y le diga cuatro cosas?

—No, no hace falta. Nosotros a lo nuestro. —La noche pasaba y ahora no podía dejar de pensar en él. Me sentía mal por haberle cogido del cuello así que decidí que si lo volvía a ver le pediría perdón pero parecía que había desaparecido.

Dieron las dos de la mañana y algunos estaban pedo y otros solo con el puntito y aún quedaba bastante noche por delante. Esteban ya se había liado con tres tías esa noche y la verdad es que estaba muy guapo. Sara y yo parecíamos pareja porque siempre estábamos juntos y eso no ayudaba a que pudiera ligar con alguno.

—Coño, mira ¡el moro!

—¿Quién?

—Un amigo que de vez en cuando viene con nosotros. Vente a saludarle

—No, ve tú, así puedo fijarme en los tíos.

—Jajaja, vale, ahora vuelvo. —Sara se fue a saludarlo. Esteban y Sara se quedaron un rato hablando con él y en una de las oteadas vi a Fran entrando por la puerta. Me empecé a poner nervioso y menos mal que Sara vino conmigo.

—Venga Dani, vamos a bailar un poco. —Nos fuimos hacia el centro y empezamos a bailar como si fuéramos novios. Me coloqué de tal manera que vi como Fran se acercaba a Esteban y a “el moro”. Saludó a éste y luego saludó a Esteban. Fran y el moro se reían y Esteban negaba con la cabeza, hasta que en un momento los tres me miraron y yo bajé la mirada y me centré en el baile. Cuando la volví a levantar ya se habían ido y alguien se puso a mi lado. Era el moro.

—¡Hola moro! Este es Dani—gritó Sara

—Que pasa tío.

—Bueno chicos yo me voy a pedir algo a la barra que está Raúl.

Sara se fue con Raúl y yo me quedé a solas con él.

—¿De qué conoces a éstos? —preguntó con sus gordos labios.

—Les conozco del colegio pero mis padres se tuvieron que mudar.

—¿Vienes a la barra? —Fuimos a la barra pero Sara ya no estaba así que nos pusimos en un sitio libre y nos pusimos a hablar.

Me contó un poco su vida y yo le conté un poco la mía. Se llamaba Aarón pero que le llamaban moro, porque sus padres eran marroquíes pero llevaba en España desde que nació. De cuerpo estaba bien, de complexión normal, nada de gimnasio, pero si algo de cuidado con la comida. Mediría uno con setenta y pico y tenía el pelo corto y muy negro. Los ojos al igual que su piel eran oscuros.

—¿De qué conoces al Fran? — Preguntó.

—Es mi vecino, ¿y tú?

—Yo veraneo siempre aquí y Fran lleva unos años que también pasa aquí algunas semana, además… tenemos —se lamió los labios— amigas en común.

—Pues nunca me había hablado de ti.

—Ni a mí de ti. —Me miró de arriba abajo con cara de salido—. Bueno —se acercó a mi oreja—. Me ha dicho que te mueres por las pollas. —No supe que decir, el Fran no sé qué estaba haciendo, pero espero que no me estuviese vendiendo como carne otra vez.

—No sé qué te habrá contado, pero no soy de esos. —Se acercó más a mí y puso su paquete en mi mano.

—Venga, mete la mano, sino te gusta me voy y listo.

—No, de verdad. —Pegó su boca a mi oreja y empezó a bajarme la bragueta.

—Ufff, que caliente lo tienes y ya la tienes morcillona —pegué un pequeño gemido—. Venga toca la mía. —Estaba cachondo perdido y le bajé la cremallera y metí la mano. El moro estaba también cachondo y la abarqué con la mano mientras le bajaba y subía lentamente por el calzoncillo. El empezó a tocar la punta húmeda de mi capullo—. Como me gusta que sueltes pre. —Su polla ya estaba totalmente dura.

—¿Quieres que vayamos a algún sitio y terminamos? —Aarón sonrió de oreja a oreja y me hizo un gesto con la cabeza.

—Espera que voy a decir que me voy. —Aarón sintió y me fui en busca de Sara, ya que era de las pocas que no estaba borracha. La encontré hablando con Raúl y les dije a los dos que me iba a ir a que me diera un poco el aire y que luego me iría a casa que no me encontraba bien. Raúl se despidió y Sara me guiñó un ojo. Volví a la barra y allí estaba el moro—. Venga, vámonos.

Salimos del local y el moro empezó a caminar en dirección a la playa.

—¿Dónde vamos?

—Tengo el coche aparcado en un parking aquí al lado. —Seguimos caminando hasta que llegamos a un parking al aire libre que estaba lleno de coches. Seguimos caminando en silencio hasta que llegamos a un coche de color verde claro. Nos colocamos al lado y se le cayeron las llaves al suelo (o las tiró… quien sabe). Se agachó para cogerlas y al levantarse nuestras caras quedaron a pocos centímetros y se lanzó a comerme la boca. Besaba muy bien y me estaba excitando a mil. Nuestras lenguas empezaron a jugar y su mano empezó a desabrocharme la bragueta y me sacó la polla.

—Joder, la tienes babeando. —Se agachó y me empezó a comer la polla. Instintivamente le puse las dos manos en la cabeza y se la metí hasta que mis huevos chocaron con su barbilla y el moro no dio ninguna arcada. Empecé a follarle la boca como un descosido y me daba igual que alguien pudiera vernos en el aparcamiento, quería correrme en esa boca y llenarle de lefa, pero Aarón se sacó mi polla de golpe y se levantó, dejándome la polla llena de babas. Nos volvimos a besar y notaba mi pre por su boca y sus babas. Empecé a sobarle la polla yo, deseando sacársela y ordeñar leche de moro, pero se apartó y subió al coche—. Venga, sube, que nos vamos. —Me metí la polla y subí al coche y el moro aceleró.

—¿Dónde vamos?

—A mi apartamento. —Nos quedamos en silencio—. Joder, sácatela, para que pueda verla. —No me había subido la bragueta así que solo tenía que sacarla. La saqué entera y empecé a hacerme una paja muy despacio para calentar al moro, descapullándola muy lentamente. De vez en cuando la escupía para que tuviese un poco de lubricación—. Espero que seas pasivo, porque pienso reventarte.

—Sí, soy pasivo.

—Pues mira, esta te va a reventar. —Empezó a bajarse la bragueta con una mano y se sacó el rabo. No lo podía ver muy bien por la oscuridad reinante, pero se le veía morenito y cabezón, además de tener una ligera curvatura hacia arriba. Se la cogí y se la descapullé. La tenía gordita y bastante bien de longitud, más de dieciocho, lo que pasa es que me había acostumbrado a la de Fran. El moro no paraba de suspirar mientras le pasaba el dedo por el capullo. Luego me lo metía en la boca para saborearlo y la verdad es que sabía menos a hombre que el de Fran—. ¿Te gusta?

—Sí. —Empecé a cascársela a la misma velocidad que me la cascaba yo.

—¿Quieres sacar leche ya o qué? —Estaba a mil y me la sudaba todo. Me lancé a comérsela y el moro pegó un grito—. Jodeeeeer, pero que puta que eres. Venga hasta el fondo. —Notaba su polla en mi garganta y el olor de su vello púbico me inundó las fosas nasales. Seguí con la polla en la garganta y el moro no paraba de gemir y gritar. Al cabo de los segundos me cogió la cabeza con ambas manos y me sacó mi manjar de la boca. Le mojé con mis babas toda la entrepierna—. Venga, que ya hemos llegado. –Se metió el rabo y con su mano llena de mis babas me la restregó por la cara.

Salimos del coche y empezó a andar mientras se sobaba la polla. Yo iba detrás como un perrillo. Entramos en el portal y empezó a subir las escaleras de dos en dos y yo le imité. Al llegar al quinto estaba casi sin aire.

—No te quedes sin aire que ahora vas a tragar como nunca. —Abrió la puerta y encendió una pequeña lámpara en la entrada. Cerramos la puerta y empezó a desnudarse entero. No tenía un cuerpo diez, pero estaba muy bueno y quería todo de mi moro—. Venga, desnúdate entero. — Me quité toda la ropa y la tiré al suelo. Estábamos los dos desnudos y me lancé a besarle, fundiendo nuestros cuerpos y notando su polla dura en mi cuerpo. Mi polla parecía una fuente y no paraba de soltar pre en su estómago. Nos separamos de nuestro beso y recogió mi pre y se la restregó por la polla—. Venga, hora de cenar. —Me abalancé a por su polla y me al tragué de un solo golpe. Tenía mi sabor y el olor de un moro. Él me follaba la boca sin usar las manos, pero volvió a sacármela sin avisar y dejándome con ganas de más polla.

—Venga, vamos a mi habitación que allí estaremos más cómodos. —Me empecé a levantar—. Np, tú vienes de rodillas oliendo mi culo. —Caminé de rodillas detrás de él hasta que llegamos a una puerta y mi cara chocó con su culo. El moro lo puso un poco en pompa y empecé a jugar con mi lengua y su ano. Aarón me empotró la cara contra su culo con una mano y yo seguí chupando como un descosido, pero cuando estaba ya un poco dilatado abrió la puerta de golpe y me dejó de rodillas con un olor a culo en la cara flipante. La habitación estaba oscura y no se veía nada.

—Da la luz ¿no?

—No, así mejor. —Me cogió por atrás y me fue guiando. Cuando con mis piernas rocé una cama, el moro me tiró en ella bocabajo—. ¿Te gustaría que te atase?

—Sí, átame.

—Vas a flipar. —Notaba (porque no veía nada) que me estaba poniendo unas correas en las manos y en los pies, dejándome literalmente atado a la cama—. Levántate un poco que me voy a poner debajo de ti. —No sabía entonces porque me había atado y temí que las correas me hicieran daño por la tensión, pero tenía cadena de sobra para poder levantarme un poco. El moro se coló por debajo y me apoyé en su cuerpo caliente. Notaba su polla en mi ojal y él me empezó a morrear otra vez, hasta que alguien dio la luz y me separé un poco para ver qué pasaba.

—Vaya, vaya, vaya, si a mi puta le mola que la aten, quien me lo iba a decir. —Era la voz de Fran.

—¿Qué coño pasa? —Pregunté de la mala gana. El moro no paraba de sonreír y sacar la lengua. Me dieron ganas de mordérsela pero sabía que eso solo empeoraría la situación y estaba tan cachondo que me dejé llevar, aunque intenté hacer como si quisiera soltarme e irme.

—Tranquilo hermano, es solo que necesitamos que no te muevas en esta sesión, ya verás, tú disfruta. —Fran se agachó y mis ojos quedaron a la altura de los suyos—. ¿Vale? —Otra vez esos puñeteros ojos me habían encandilado. Solo pude asentir y Fran se levantó.

—Venga métete mi polla. —Tenía el culo dilatado de toda la excitación que tenía, además no sé por qué, pero cuando estaba con Fran nunca tenía miedo de que me pasara nada y eso que nuestra relación era como era. Me metí como pude la polla del moro en el culo. Cuando noté que ya estaba ubicada bien dentro, miré al moro y le sentí.

—Ufff, tienes un poco suelto el agujero aún, vamos a tener que rellenarlo.

—No me jodas, con la de Fran no. —Me asusté por lo que iba a pasar.

—No, no, tranquilo. Que la mía no entra en juego.

—¿Entonces de quién? No me jodáis, que no quiero que me la meta nadie, joder. —(mentira).

—No digas que no aún, espérate a verla. Venga Aarón sal de abajo. —El moró empezó a reptar hacia atrás y me la sacó despacio. Fran me vendó los ojos y a partir de ahora todo era negro. Notaba como alguien estaba tomando la posición del moro y noté su polla dura contra mi dilatado ano. Alguien me quitó la venda y debajo de mí estaba Esteban, mirándome fijamente. Alguien me cogió de las caderas y me insertaron la polla de Esteban en el culo. No pude ahogar un gemido, ni Esteban tampoco. Aunque tenía cara de no gustarle bien que empezaba a follarme el culo. El pobre estaba sudando por el calor de mi cuerpo y la cama, pero me gustaba verle así. Me follaba y ponía cara de mala ostia, pero era muy erótico, cuando en mi culo empecé a notar una presión muy fuerte y una quemazón. Me estaban metiendo otra polla dentro. Noté un aliento en mi oreja y enseguida supe quien me la estaba metiendo, el moro.

—Tranquilo, que aún solo he metido la puntita.

—Venga moro joder, clávasela ya. —El puto Fran siempre con su forma de decir las cosas. El moro empezó a meterla más fuerte y me lancé a comerle la boca a Esteban. El beso no fue correspondido porque mi lengua no tuvo acceso, y eso que hice fuerza. Al final la polla del moro entró y notaba que el culo me ardía.

—Me duele joder, parad. —Esta vez sí era de verdad.

—Te jodes. —Mire a Esteban de mala ostia y deje caer mis babas en su boca. Se apartó rápido, pero unas pocas cayeron en su comisura. Empezó a follarme como una bestia y el moro hizo lo mismo. Notaba las dos pollas saliendo y entrando de mi culo y no podía para de gritar y gemir. Cerré los ojos para disfrutar de la follada de culo que me estaban dando, cuando noté que me estaban desatando las muñecas y los tobillos. Tomé una mejor posición y abrí los ojos. Esteban tenía la polla de Fran en la boca y yo también me lancé a por ella. Al final nuestras lenguas se juntaron y nos fundimos en un morreo. El moro al ver la escena de morrearnos con un pollón al lado, empezó a gritar más fuerte.

—Jodeeeeeeeeeeeer, jodeeeeeeeeeer, me voy a correeeeeeeeeeer, aaaaaaaaah, aaaaaaaaaaah, ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Notaba como su polla empezaba a soltar su leche y por un momento deseé que se hubiera corrido en mi boca.

—Muy bien morito, ahora sácala y que te la limpie. — El moro sacó su trabuco y se acercó hasta mi boca.

—Venga limpia. —Me cogió del pelo y me la metió con fuerza en la boca. La gente que conocía Fran tenían la manía de cogerme del pelo para hacer las cosas y no sabía por qué. Esteban no quitaba ojo de mi limpieza de rabo. Empezó a follarme más rápido, sacando su rabo entero y volviéndolo a meter.

—Me voy a correr, zorra, ¿quieres mi leche?

—Sí, la quiero.

—Pues te voy a dejar llenito.

—Sí, lléname, lléname.

—Toma lecheee, tomaaaa, tomaaa, ¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! —La polla de Esteban empezó a soltar y a soltar lefa, que notaba como escurría. Me la sacó de golpe, pero algo tomo su lugar y ese era el pollón de Fran. Esteban se acercó con su rabo lefado para que se lo limpiara, y así lo hice. Me lo metí hasta el fondo e intenté que se pusiera cachondo para que se corriera otra vez, pero estaba empezando a desinflarse y al final desistí. Esteban se la sacó y Fran se pegó a mi oreja.

—No veas lo que me ha costado convencerle de hacer esto. Espero que te haya gustado pero ahora viene el postre —me la metió de golpe hasta el fondo. No pude evitar gritar y empecé a temblar—. Y ya sabes lo que dicen de los postres, que hay que dejar siempre hueco.

Empezó a follarme como siempre, a lo bestia, y porque no podía meterme también los huevos, porque si no lo hace. Me estuvo follando durante unos minutos y al final, paró de golpe. Supuse que se había corrido pero era la primera vez que no decía nada. Me la sacó y noté una fuente de lefa saliendo de mi quemado culo. Fran empezó a limpiarme el culo con una toalla. Cuando hubo terminado me senté en la cama para ver a los tres pero allí solo estaba Fran.

—¿Y los demás?

—Ya se han ido.

—¿Irse?

—¡Sí, se han ido! Si quieres voy a buscarlos para que te sigan follando —Chilló con esos ojos medio cerrados. Estaba de mala ostia y no sabía el motivo—. Venga, vístete que te llevo a casa.

—No hace falta —respondí también borde—. Puedo ir andando y así me despejo.

—No te he preguntado, así que vístete ya. —Su tono era autoritario. Paseé a su lado para ir a coger la ropa y tenía los ojos llorosos. Al final del pasillo se veía la luz que había dado el moro en la entrada. Llegué hasta mi ropa y me empecé a vestir. Cuando terminé de ponerme toda la ropa fui hacia la habitación y Fran estaba sentado en la cama mirando el suelo.

—Ya estoy —dije con un hilo de voz. Fran se levantó y le seguí. Apagó la luz de lámpara y cerramos la puerta.

Agradecí el aire fresco en la cara cuando salimos a la calle. Fran estaba muy raro pero pasaba de preguntarle. Caminamos un buen trecho hasta llegar a su coche.

—Necesito hablar contigo un momento. —Se metió en la parte trasera del coche. Yo hice lo mismo por la otra puerta.

Al cerrar miré a Fran, que estaba con cara de cordero degollado.

—Bueno, qué.

—¿Te ha gustado?

—Sí, me ha gustado. ¿Desde cuándo te interesa si disfruto o no? —Fran bajó un poco la cabeza—. Pero me hubiese gustado correrme, no te voy a engañar.

—¿No te has corrido?

—Estaba bocabajo y nada más terminar tú, me has dicho que me visitera. —Me apetecía correrme después de tener dos pollas y luego la de Fran en mi culo.

Fran tenía una cara que pocas veces había visto y no sabía qué podía pasar.

—Te la puedes cascar aquí, si quieres.

—No déjalo, cuando llegue a casa me doy una ducha fría y se me pasa el calentón. —Hice amago de salir del coche pero Fran me agarró del brazo y tiró hacia él. Nuestras caras quedaron muy juntas y Fran empezó a sobarme el paquete, que ya lo tenía duro por lo que había pasado—. ¿Qué haces?

—Ssssssh —puso un dedo en mis labios—. Déjate llevar. —Me senté bien y Fran empezó a bajarme la cremallera y me sacó el rabo. Le mire y antes de poder entender algo Fran se metió mi polla en la boca. Era la primera vez que me la chupaba y por como lo hacía pocas pollas se había comido. Le bajé la cabeza para que se la tragara toda, pero le dio una arcada y se la sacó de golpe—. Tampoco te pases, ¿Eh? —y volvió a metérsela en la boca. Decidí acariciarle la cabeza mientras me la comía. No la comía nada bien pero me excitaba saber que el hetero de mi vecino se estaba comiendo una polla y encima era la mía. Después de varios minutos chupando empecé a notar que me corría.

—Fran si sigues así me voy a correr. —Se la sacó muy rápido y empezó a masturbarme con su manaza mientras no quitaba ojo de mi polla. Después de varios sube y baja mi polla empezó a escupir leche con mucha fuerza. Algunos trallazos llegaron a mi pelo y cara. Fran la recogió con sus enormes dedos y me los dio para que se los limpiara. Cuando terminé de todo Fran se bajó y yo me guarde mi nardo en el pantalón.

Fran condujo en completo silencio y esta vez no había ni música para intentar amenizar el viaje, así que me puse a mirar por la ventanilla. No sabía por qué Fran me había comido la polla. Por una parte quería saberlo para saber que tenía que hacer para que eso ocurriera otra vez pero por otra no quería por si al decirlo nunca más pasaba. Miré a Fran y no sé si eran las luces o qué, pero los ojos los tenía vidriosos.

Después de veinte minutos llegamos a la casa de Raúl.

—¿Quieres que te deje aquí? O ¿Te llevó a algún sitio?

—Aquí está bien, gracias… oye Fran ¿qué te pasa?

—¿A mí?

—Sí, a ti. Tienes los ojos vidriosos y también los tenías en la habitación. —La nuez de Fran subió para luego bajar. Fran no decía nada—. Joder Fran, quieres decirme que pasa.

—Que no pasa nada joder, deja ya de preguntar. —Fran no me miraba directamente a los ojos, solo miraba por el cristal hacia el mar. Le puse una mano en el muslo.

—¿Te ha molestado que haya disfrutado con ellos? —(premio). Tensó la mandíbula y respiró hondo.

—No sé… —Se giró para mirarme y le pregunté antes de que pudiera decir nada:

—Fran… ¿Estás enamorado de mí?

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