Mi vecino bakala 4

Me dio la vuelta y me empotró contra el coche. Me pasó su mano húmeda (supongo que se habría escupido) por el culo y me empezó a meter dos dedos

Lo primero de todo es pedir perdón por el retraso en la publicación pero he tenido unos problemas técnicos y no he podido escribir desde este ordenador. Lo segundo es que mil gracias a todos por los mails de ánimo que me habéis mandado, mil gracias de verdad. Esta vez han sido más los que me pedían que continuara que los que pedían su fin. Sabéis que siempre suelo responder a los mails lo antes posible, si a alguno le he tardado más en responder lo siento de veras. No tengo mucho más que decir, así que disfrutar del relato y espero que os guste.

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Mi vecino bakala 4

Las clases ya habían empezado otra vez y gracias a que Fran no dio señales de vida, pude centrarme en los exámenes. Cuando los terminé me sentí muy satisfecho conmigo mismo. Ahora solo tenía que esperar a los resultados y luego ya los de Junio. Hoy no podía quedarme en la universidad porque tenía que cuidar a mi hermana que estaba mala. Aparqué el coche y entré en casa. Al entrar vi que mi padre ya estaba preparado para salir.

—Venga papá vete, ya me quedo yo.

—Gracias hijo. —Mi padre salió rápidamente y oí que el coche se alejaba. Subí a la habitación para ver cómo estaba mi hermana. Al entrar oí su respiración muy pausada, así que cerré sin hacer ruido y dejé mi habitación con la puerta abierta por si necesitaba algo. Encendí el ordenador y me puse a mirar unos videos de Raúl que había subido a internet. La verdad es que echaba de menos esas fiestas que nos pegábamos todos, pero este verano íbamos a quedar para pasar unas semanas en la casa que tenían los padres de Raúl en la playa. Apagué la pantalla y oí a mi hermana toser. Me acerqué a su puerta y la abrí un poco.

—¿Estás bien? ¿Quieres un vaso de agua?

—Sí, por fi. —Bajé a la cocina y cogí un vaso de agua. Se lo subí y después de tomárselo la dejé dormir. Cerré la puerta y me quedé pensando que hacer. Tenía todo el día libre y no podía salir de casa, pero me apetecía follar y sabía que si Fran venía, me metería la mordaza en la boca. Me fui a mi armario y saqué la bolsa con los “regalos” y me quedé mirando el consolador. La verdad es que el pene era bonito pero me seguían gustando más los de verdad. Lo metí en la bolsa y lo escondí dentro de la maleta que tenía de viaje. Me cambié de ropa y me puse más cómodo. Un pantalón gris de deporte, una camiseta de tirantes blanca y nada más. Ni bóxers, ni calcetines, ni nada. Me gustaba sentir la polla libre por los pantalones y sentir el suelo directamente en los pies. Me volví a sentar en el escritorio y volví a encender la pantalla. Empecé a navegar por internet, pero siempre acababa en sitios porno. Empecé a mirar videos de humillación, control, sado y vi que muchas cosas que hacían las había practicado con Fran. Volví a pensar en él y mi polla empezó a moverse. Apagué el ordenador y me puse a mirar el techo.

Fran había “celebrado” su dieciocho cumpleaños llamando a su puta número uno, y lo sé, porque Fran habla mucho por teléfono en el jardín y yo tengo buen oído. Así que invitar a dos de sus putas era demasiado, incluso para ese pollón. Una parte de mi me hizo volver a la realidad, no podía estar celoso de su otra puta, al revés, debería estar contento de que ahora tuviese tiempo para pensar y ordenar mi cabeza. Aunque cuando esos ojos verdes se encuentran con los míos, la razón desaparece.

Cogí unos comunicadores que tenía mi hermana cuando era bebé y puse uno al lado de su cama y yo me fui al salón con el otro. Me puse a leer un libro pero mi polla quería marcha y estaba con la tienda de campaña. Al poco la zona empezó a ponerse gris oscura de la pre. Me bajé los pantalones y empecé a recoger todo y a llevármelo a la boca. La polla la tenía acomodada en la tripa y el ombligo se me estaba llenando de más pre. Me lo metí todo, saboreándolo y deseando tener una polla que no fuera la mía para sacar un poco de lefa. Mi calentura hizo que cogiera el móvil para llamar a Fran, pero mi cordura seguía aún activa. No quería cascármela porque me gustaba esperar un poco porque quería que la leche saliera muy espesa y así sentir como resbala por la garganta. Mi hermana empezó a toser y subí a la habitación. Estaba despierta y me pidió que si podía leerla un libro. Cogí uno de la estantería y se lo leí.

Mi madre y yo terminamos de poner la mesa para cenar y nos sentamos los tres. Fue una cena un poco atípica porque nadie hablaba. Algo pasaba y mis padres se miraban cada dos por tres.

—¿Qué pasa? —pregunté. Mi madre y mi padre dejaron de comer y me miraron.

—No pasa nada, cariño. —dijo mi madre con ese tono de que de verdad si pasaba algo.

—Mamá…

—Mira Daniel —odiaba que mi padre me llamara Daniel—. A tu madre y a mí nos van a trasladar de la ciudad.

—Pero…

—Déjame hablar, por favor —mi padre bebió un poco de agua, mientras mi madre le acariciaba el brazo—. Solo sería hasta Julio, en Julio volvemos a estar aquí.

—¿Unos meses? —Mi madre y mi padre se miraron.

—Sería hasta Julio del año que viene. —Me quedé mirándoles con cara de incredulidad, otra mudanza y otro cambio de aires y con la universidad a mitad.

—Pero, yo estoy a mitad de curso.

—Vamos a ver Daniel —mi padre se puso serio—. Déjanos terminar. Nos vamos nosotros con tu hermana porque no hemos conseguido plaza a mitad de curso en las universidades cercanas, así que lo que queremos decirte es que te quedarías solo hasta este verano. Luego ya te vienes y el siguiente curso lo haces en otra universidad.

—Pues no quiero, no quiero tener que estar cambiándome de casa cada “x” meses. —Di un golpe en la mesa con el puño—. ¿Sabéis lo que me ha costado habituarme a vivir aquí? —Mi madre empezó a hablar.

—Dani, lo que tu padre ha querido decir —mi madre le pegó una mirada de asesina a mi padre, que empalideció—, es que si quieres, te vienes con nosotros después de que termine el curso, pero si no quieres te puedes quedar aquí y así no tenemos que dejar la casa cerrada durante ese tiempo. —No me lo podía creer—. No te preocupes por el dinero, que nosotros te pagamos los gastos y esas cosas, pero te pedimos que no destroces la casa y que la mantengas limpia. —Lo que había empezado como una de las peores conversaciones había terminado con una de las mejores noticias.

—Vaya, muchas gracias, de verdad. —Me levanté y les abracé—. Y ¿cuándo sería todo eso?

—Pues… el lunes tenemos que empezar en el otro lugar y queríamos salir de aquí el viernes como tarde, pero tu hermana está mala y no sé qué haremos. —Mi madre y yo nos miramos y luego miramos a mi padre, que nos miraba sin entender nada.

—Cariño, tu hija está fingiendo para no tener que venirse con nosotros. —Mi padre no lo había pillado, pero no podía ser que tuviese cuarenta y nueve grados de fiebre, pero él era así.

El viernes llegó antes de lo esperado y mis padres estaban cargando las cosas en el coche, mientras mi hermana sollozaba sentada en las escaleras.

—Si nos vamos a ver enseguida pequeña —la besé en la cabeza.

—A mí eso me da igual —(cada día que pasa te quiero más hermanita)—, no voy a volver a ver a Raquel ni a Fran. —Otra vez Fran, siempre salía Fran en todas las conversaciones.

—Los verás antes de lo que imaginas, de verdad, confía en mí. —Nos abrazamos y mis padres vinieron a recogerla. Después de unas cuantas lágrimas y muchos besos y abrazos, al final se fueron. Al cerrar la puerta sabía que ahora debería ser más fuerte y no podía tener muchos bajones por Fran, porque iba a estar solo. Ya eran las cinco de la tarde y solo habían pasado unas horas desde que mis padres se fueron. Mi madre ya me había llamado seis veces para ver que tal estaba.

La noche vino enseguida y me preparé algo de cena. Mientras disfrutaba de mi “obligada” soledad pensé en llamar a Fran para que pasara la noche conmigo. Le llamé varias veces al móvil, pero las tres primeras no me lo cogió y la cuarta estaba apagado. Viendo el percal de que me esperaba esa noche me puse una peli. No era buena ni mala, era una peli para que se oyese algo más en casa que mi respiración y el sonido de los minuteros de los relojes. Siempre pensé que tener una casa para ti solo sería la alegría de mi vida, pero esto estaba siendo un castigo. No me apetecía quedar con un tío por internet y parece que mis amigos de la universidad solo salían de fiesta de cuando en cuando, así que me acomodé en el sofá con una manta y me dispuse a ver la película.

Me desperté y la película había terminado, mire uno de los incontables relojes que coleccionaba mi padre y las manecillas me dijeron que eran las nueve de la mañana. No es que me hubiese quedado dormido viendo la película, es que en algún momento tuve que pausarla y se quedó la imagen fija a los pocos minutos de empezar. Coloqué la película en la balda de “películas que ayudan a dormir”. Mi padre y yo tenemos varias baldas con las películas, las buenas, malas, aceptables y las que ayudan a dormir. Esta estaba en aceptables, pero se había ganado un puesto en las que ayudan a dormir. Me desperecé y guardé la manta. Me fui a dar mi ducha mañanera para estar activo. Después de ducharme y recoger el baño, pensé en cerrar habitaciones para que cuando limpiara a diario solo tuviese sucia una parte de la casa. La habitación de mi hermana, la de mis padres, el despacho, la de invitados y los baños (exceptuando el de mi habitación) cerrados. Cogí las llaves del coche y el mando del garaje que me había dejado mi madre. Al salir una brisa fresca me recorrió la cara y sentí un ligero escalofrío. Arranqué el coche y esperé hasta que la puerta del garaje se abriese para poder meterlo dentro. Mientras la puerta subía miré hacia casa de Fran y allí estaba, cortando el césped del jardín. Estaba de espaldas, pero se le marcaba la espalda y el culo. No podía quitarle los ojos de encima. Se giró para seguir cortando el césped y me miró. Supongo que nuestros ojos se juntaron en algún momento porque sentí un cosquilleo en la nuca y él se paró unos segundos, que a mí se me hicieron eternos. Luego volvió a continuar mientras gritaba algo. Giré el cuello y metí el coche en el garaje. Al salir disimulé un poco con unas flores que tenía mi madre en el jardín, como si mirase si estaban sanas. Cuando una sombra apareció.

—Hola. —No reconocía la voz y miré. Era un hombre de mediana edad, pero estaba cuidado. No es que me atraigan personalmente, pero el hombre estaba bien. Le extendí la mano y me fijé en sus ojos.

—Hola, soy Dani. —Tenía los mismos ojos de Fran. Verdes y con la mirada fría, muy fría, aunque el hombre sonreía.

—Yo soy Nacho, el padre del tarugo —señaló  a su pobre hijo cortando el césped—. Ya me ha comentado María que tus padres se han ido por cuestiones de trabajo.

—Sí, me he quedado de “Rodríguez”.

—Oye, pues cualquier cosa que necesites no dudes en decírnoslo. Es más, como Fran está castigado por no aprobar ni una recuperación también te hará el jardín, que tiene buena mano con las plantas —cogió aire—. ¡Francisco! ¡Ven aquí inmediatamente! —Fran dejó el cortacésped y vino caminando sin ganas—. Joder hijo, más rápido coño —Al llegar su padre le soltó una colleja. No me podía reír, pero ver a Fran humillado era una escena muy erótica.

—¿Qué quieres ahora? —dijo con su tonito de chulería y prepotencia.

—Cuando termines, le cortas el césped a Daniel y le miras las plantas, por si se tiene que echar abono.

—Pero qué coño me estás diciendo —su padre le soltó una ostia en toda la cara—. A mí, me hablas con respeto, eso lo primero.

—Lo siento papá.

—Pues eso, así que date prisa y deja de hacer el vago. Bueno Daniel, te dejo que tendrás que hacer cosas.

—De acuerdo, un placer conocerle. —El padre de Fran me levantó la mano y se fue andando hacia su casa. Fran estaba de mala ostia y con la cara roja de la guantá que le había soltado su padre—. ¿Quieres entrar y te doy hielo o algo? —Fran se acercó más a mí.

—Mira chaval, lo único que quiero de ti es tu culo y tu boca para descargar los cojones cuando me dé la gana, así que disfruta de tu jardín de maricón y no vuelvas a llamarme más. —Fran se fue a seguir cortando su césped y yo entré en casa. Estaba dolido, no físicamente, sino su orgullo. Él iba de malote dominante, macho alpha en los documentales y ahora el verdadero macho alpha le había soltado una ostia y obligado a hacer el jardín de su puta número dos.

Desparramé todos los libros y los apuntes en la mesa del comedor. Empecé a hacerme unos resúmenes sobre la peor asignatura de toda la carrera. Cuando me había concentrado en el estudio el puñetero timbre sonó y no una vez, sino más de diez.

—¡Ya va coño! —Abrí la puerta rápido y con cara de matar al que estuviese detrás. Al abrir ahí estaba. Sudando como un pollo y eso que era Febrero. Llevaba más de un mes sin darme señales de vida así que no iba a ser simpático— ¿Qué quieres? —No le miraba a los ojos porque sabía lo que me pasaba cuando eso sucedía.

—Necesito enchufar el cortacésped porque no va a gasolina. ¿Tienes en el garaje enchufe?

—Fran, no tienes que hacerlo, de verdad.

—¿Tienes enchufe?

—Sí claro, espera que te abro. —Cogí el mando del garaje y las llaves. Pasé a su lado y olía a hombre, ese olor a sudor y a desodorante. Notaba su mirada en mi nuca mientras caminábamos. Pulsé el mando y la puerta empezó a subir con su gran rapidez. Fran se quedó a mi lado mientras la puerta se abría—. ¿Qué tal te va todo?

—Pues bien jodido, no he aprobado ni una recuperación y mi viejo no me deja ni respirar.

—Vaya. —No iba a decirle nada más, estaba cansado de encima ser la puta y tener que mendigar un poco de atención por su parte. La puerta se abrió y pasé al lado del coche para enseñarle dónde estaba el enchufe.

—¿Y enchufe para esto? —me giré para ver que puñetero enchufe quería ahora y estaba con la polla fuera. Levanté por instinto la cabeza y mis ojos se encontraron con los míos y supe que otra vez me había hechizado. Empezó a caminar y pulsó el botón de la pared para cerrar la puerta. Esta comenzó a bajar lentamente, mientras Fran me ofreció su mano para salir del pequeño hueco.

—¿Te crees que puedes pasar de mí y ahora volver a usarme?

—Pues sí, porque para eso eres mi puta. —Mientras decía eso se sobaba la polla (que ya tenía un tamaño considerable) y la mía ya estaba preparada—. Así que venga, que seguro que te has metido por la boca y el culo mi regalo.

—Todos mis agujeros están cerrados para ti. Ya no quiero seguir siendo tu puta. —Todo era mentiras pero quería ponerle burro, que me usara como si de verdad fuera una puta. Fran me miró y se acercó a mí. Los pantalones y los calzoncillos estaban por los tobillos y se los quitó de una patada. Su pollón se balanceaba dejándome atontado y con la boca abierta. Me cogió de la cintura y me bajó todo hasta el suelo. Mi polla empezó a chorrear pre y Fran con su dedo la cogía y me la metía en la boca. Lo chupaba como si no hubiese nada más que hacer.

—Pues para no querer, estás deseoso de rabo. —Me dio la vuelta y me empotró contra el coche. Me pasó su mano húmeda (supongo que se habría escupido) por el culo y me empezó a meter dos dedos—. Como traga tu ojal, si es que eres una pedazo de zorra. —Fran me empotró la cabeza contra el capó del coche y me la sujeto con su mano. Sentí su pollón entrando dentro y solo pude gemir—. Así, gime, porque ahora hay más. —Me la metió de golpe, hasta que noté sus huevos tocando mi culo. —Empecé a pedir que me follara de una vez y Fran no era un hombre que se pensara las cosas mucho y sus caderas empezaron a embestirme. La sacaba de golpe y me la volvía a meter. Mientras una mano me sujetaba la cabeza la otra me dada ostias en las nalgas.

—Sí Fran, joder, necesitaba de tu polla.

—Es queee creeea adicción, lo séee. —Me soltó la cabeza y me sacó el rabo. Me quedé sin saber que hacer—. Boca arriba—. Hice lo que me dijo sin rechistar. Me tumbé en el capó y Fran me cogió las piernas (parecía que no pesara nada porque podía moverme con mucha facilidad), me las separó y me metió el rabo otra vez. Me empezó a follar muy fuerte, porque sus huevos hacían un ruido muy excitante cuando chocaban con mi culo. Fran tuvo que ver que estaba disfrutando de verdad con esa postura y no le gustó. Él buscaba humillarme, hacerme sentir inferior, lo que no sabía es que después de nuestras sesiones de sexo me sentía así, como una mierda. Empezó a escupirme en la cara mientras me follaba, intentaba atinar en mi boca mientras yo gemía—. ¡Qué pares de reírte hijo de puta! —Me soltó una de sus ya famosas bofetadas y cuando vio que cambie la cara él comenzó a reír—. Las putas no se ríen, solo follan—. Fran continuó con su follada salvaje y conseguí soltarme una de las piernas de sus enormes manos y le solté una patada en el esternón. Fran dio varios pasos para atrás con la mano en el pecho.

—La próxima vez que quieras darme una ostia en la cara se la das a tu puta madre. —No sé de dónde había sacado las fuerzas para hacer lo que hice, pero ya me estaba arrepintiendo. Me bajé del capo y me quedé esperando su reacción. Fran me miró con la misma cara de cuándo le conocí. Se estaba masajeando un poco el pecho y vino corriendo hacia mí. Me arreó un guantazo en toda la cara que hizo que me cayese al suelo. Luego se sentó encima de mí.

—Vuelve a hacerme eso y mueres. —Fran pesaba mucho y estaba sentado en mis costillas. Su polla ya estaba flácida—. Que nunca se te olvide que eres mío y de nadie más. —Se cogió la polla y empezó a mearme la cara. Cerré los ojos y la boca pero Fran me apretó los mofletes para abrirlos—. Tendrás que tragar un poco para que recuerdes a quién perteneces. —Después de mearme la cabeza entera, Fran se levantó y por fin pude respirar. Me puse de lado y comencé a toser cuando una lluvia fría me empezó a dar en todo el cuerpo. Abrí los ojos y Fran estaba con la manguera limpiando su meada de mí y del suelo. Cuando terminó enchufó la cortacésped y se fue del garaje. La puerta estaba subiéndose y no quería que me vieran desnudo tumbado en el suelo. Cogí mis pertenencias y abrí la puerta que comunicaba con el hall de casa.

Estaba helado y con un sabor a meado en la boca y fui a por una toalla para secarme y enjugarme la boca con colutorio. Me miré en el espejo y la mejilla la tenía a punto de explotar. Me había tenido que dar una buena ostia en la cara. Me puse unos pantalones y bajé una toalla del baño para ponerla hielo.

Pasaron tres semanas hasta que volví a tener la cara más o menos normal. Durante ese tiempo pensé en denunciarle pero en el fondo me excitaba que me trataran así, aunque he de admitir que fui yo el que empezó todo y Fran podría haberme hecho mucho más, pero solo me atizó un guantazo. Desde que pasó eso Fran no se había puesto en contacto conmigo ni yo con él. He de agradecer que los padres de Fran no vinieran a casa y solo se limitaran a unas llamadas telefónicas a la semana.

Pasaron los meses y ya había terminado los exámenes finales así que ahora tenía tiempo para las vacaciones. Fran en todos estos meses no se puso en contacto, yo la verdad es que había olvidado lo que pasó en el garaje de casa.

Raúl me llamó para preguntarme qué tal los exámenes y para decirme si aún quería irme de vacaciones con ellos a la casa que tenían en la playa. Yo evidentemente acepté, necesitaba cambiar de aires.

No tardaron mucho en sacar las notas por internet y había aprobado todo así que era totalmente libre. Me metí todo lo que pude en la maleta, pero aún me faltaban cosas. Fui al trastero para ver si aún tenía alguna maleta que mis padres no se hubieran llevado y por suerte habían dejado una. Era de las grandes, así que perfecto. La limpié un poco el polvo y la subí a mi habitación. Metí lo que me faltaba y me dispuse a pasar un tiempo (no sabía cuánto) en la playa relajado… o no, todo dependía de si encontraba compañía. Bajé como pude las maletas por las escaleras y las dejé en el hall. Eché un último vistazo a la casa, cerré el agua y puse la alarma. Salí de casa y esperé a que se abriera la puerta del garaje. Cuando se abrió entré y abrí el maletero del coche. Metí las maletas y me subí al coche. Arranqué y lo saqué del garaje. Me quedé esperando hasta que bajara la puerta y así poder irme. Cuando sonó el choque de la puerta con el suelo por fin era libre. Puse la música a todo trapo pero me di cuenta que no había avisado a los padres de Fran de que me iba a ir. Apagué el motor y salí del coche en dirección a su casa.

Me había vestido un poco pijo para ir pero me daba igual. Un polo blanco y unos pantalones cortos también blancos. Llegué a la puerta y llamé al timbre varias veces. Se oyeron unos pasos dentro y la puerta se abrió. Era Fran el que la había abierto. Tenía el pelo alborotado y llevaba una camiseta de tirantes blanca y un bóxer negro.

—¿Están tus padres? —Me miró como si no entendiera nada—. Necesito hablar con ellos. —Su madre pasó por detrás y me miró.

—Hombre Dani, ¿qué tal? —Fran dejó a su madre pasar y se quedó detrás mirando con atención—. Pasa, no te quedes ahí.

—No, gracias, no tengo tiempo, solo he venido a deciros que me voy a ir una temporada a la playa, lo digo por si no cojo el teléfono de casa que no os asustéis.

—¡Ah! Pues muchas gracias Dani por avisarnos. Pásatelo muy bien.

—Eso haré —me dio un abrazo y nos despedimos. Fran seguía detrás mirando.

—Bueno, te dejo con Fran, hasta luego. —La madre se fue y Fran volvió a la puerta. Yo me empecé a alejar porque no tenía nada que hablar con él.

—¡Eh! —gritó. Yo ni me giré, seguí caminando hasta el coche. Subí y arranqué. Fran estaba en mi jardín mirándome. Parecía un perro que no entendía lo que pasaba. Bajé la ventanilla y Fran entendió que se podía acercar.

—¿Qué quieres? Que tengo prisa. —Fran se apoyó en la puerta.

—¿Te vas con tu padres?

—No te importa con quien vaya, ¿algo más?

—Sabes que eres mío, estás marcado.

—Fran… vete a la mierda. —Subí la ventanilla y me fui. Él se quedó mirando como el coche desaparecía. Cuando me incorporé a la autopista recordé que tenía que pasar a recoger a Raúl, porque me pillaba de paso, además, me gustaba estar con él.

Llegué a su casa y toqué la bocina. Raúl se asomó por la ventana y levantó los brazos como si hubiésemos marcado un gol. Se metió dentro y me puse a mirar el móvil mientras él bajaba. Había recibido una imagen. La abrí y era una foto de Fran, desnudo con la polla dura y un texto que decía “Eres mi puta y esto solo lo disfrutas tú”. Borré la foto y miré por la ventanilla hacia casa de Raúl. Estaba saliendo un chico que estaba muy bueno y detrás de él Raúl. No quitaba ojo al desconocido, no sé si es que estaba muy salido o qué, pero era igualito que Bernardo Velasco, era un calco suyo. No sé si estaba marcado como él, pero se notaba que algo de gimnasio hacía. Deseé que él también viniera con nosotros a la playa y no fuera solo un amigo de Raúl que estaba de paso.

Raúl salió con dos maletas y quejándose. Bajé del coche para abrir el maletero y ayudarle a meterlas.

—Joder Dani, si llevas dos maletas, pues no sé si van a entrar las suyas. —Me señaló al chico que se había quedado en la puerta—. Ven, que os presento. Dani, esté es Esteban mi primo. Se viene con nosotros a pasar unos días en la playita. —Nos dimos la mano y se fue para dentro para coger sus maletas. Solo traía una y me ayudó a colocarla en el maletero. Nuestros brazos se encontraron algunas veces y me empalmé. Cerré rápidamente el maletero y le dije que entrara en el coche. Él se quedó parado hasta que entré dentro. Ya acomodados todos empezamos el viaje. Raúl empezó a hablar y ya sabía que iba a estar hablando todo el trayecto. De vez en cuando miraba por el retrovisor para ver al primo de Raúl, que estaba muy bueno. Se había puesto unas gafas de sol de estilo aviador y le quedaban muy bien… y entonces me di cuenta de que me estaba pillando por un tío que acababa de conocer y encima no sabía si era gay.

—Bueno y tú qué.

—Yo qué de qué.

—Pues que si te has liado con alguno. —Miré por el retrovisor y el primo de Raúl levantó la cabeza para mirar.

—Que va, con los exámenes na de na.

—Pues estarás deseoso de polla entonces. —Empezó a reírse—. Ya sabes que la mía no está disponible para los tíos, pero yo en estas vacas te busco una polla que llevarte a la boca. —Estaba que me moría de vergüenza, porque Raúl siempre hablaba así conmigo pero siempre cuando estábamos solos.

—Joder Raúl, tu primo va a pensar que soy un salido.

—Bua —se giró para mirarle—. Que va, ¿a qué no piensas que el Dani sea un salido por querer comer un buen rabo?

—Pues claro que no, yo también tengo ganas de un buen coño.

—Pues ya está. —Raúl volvió a sentarse bien y empezó a cantar.

Después de una hora de viaje y escuchar todas las historias de Raúl llegamos. Esteban estuvo callado todo el viaje mirando el móvil. Al salir vimos que había más coches aparcados y salieron a recibirnos. Estaban Sara, Samantha, Lucía, Santi, Gabriel, Sonia, Elena, David y Fer. Todos nos saludamos y cogimos las maletas.

La casa era enorme, más que una casa parecía una mansión de ricos. (Luego me enteré que la casa era del primo de Raúl, que sus padres estaban forrados). Nos fuimos colocando en las habitaciones. Raúl se iba con Sonia, David con Elena, Santi con Sara, Fer con Saman y Gabriel con Lucía. Pensé en cogerme una habitación para mí solo, pero solo había seis habitaciones para todos. Entré en la única que había la puerta abierta y allí estaba Esteban sacando las cosas de su maleta. Se le notaba un poco tenso. Seguro que era el típico hetero que iba de macho. Pasé a su lado casi sin mirarle, aunque me hubiera lanzado ahí mismo a comerle todo pero me puse a sacar las cosas de mi maleta cuando me percaté de que había una bolsa dentro. La abrí para ver que había metido dentro, porque no me sonaba. Dentro estaban los regalos de Fran… el consolador y la mordaza. Si Esteban lo veía ya sí que pensaría que soy un salido y seguro que pedía irse de la habitación y eso no podía pasar, no me podía permitir el lujo de dejar huir al clon de Bernardo Velasco. Guardé debajo de los calzoncillos la bolsa, luego ya pensaría que hacer con ella. Raúl estaba gritando para que nos fuéramos a la playa. Me puse el bañador y vi que Esteban estaba en la terraza de la habitación mirando el mar.

—¿No vienes?

—Ahora voy, id vosotros primero. —Dejé la camiseta encima de la cama. Cogí una toalla y me la eché al cuello.

Algunos se fueron a bañar y Sara y yo nos quedamos tomando el sol.

—¿Qué tal te va en tu nueva ciudad?

—Pues mal, os echo mucho de menos.

—Nosotros también te echamos de menos Dani, pero ahora hay que disfrutar de las vacaciones.

—Pues sí y ¿tú qué tal con Santi?

—Pues muy bien, la verdad, mejor que nunca, ¿y tú? ¿Tienes algún chorbo?

—Que va, me he centrado en la uni y nada más. —No iba a nombrar a Fran nunca a nadie, pasaba de estar recordando y teniendo que contar cosas de Fran.

—Pues harás muy bien, pero búscate a uno bueno, además que cada vez estás más guapo. —Me empecé a reír y seguí tomando el sol en gafas. Con Sara se podía hablar de lo que sea porque siempre intentaba ayudarte y nunca decía nada. Oí unos pasos a mi lado. Giré la cabeza y vi a Esteban. Tenía el cuerpo también un poco marcadito y tostado por el sol. Llevaba unas bermudas negras y rojas. Dejó la toalla a mi lado y se fue al agua.

—¿Te mola el primo de Raúl?

—¿Cómo?

—Vamos, Dani, si te lo comes con la mirada y eso que llevas gafas.

—Hombre no está mal.

—¿Qué no está mal? Esta pa mojar y remojar. —Me quedé mirándole y vi que estaba solo y los demás estaban en otro lado—. Anda, ve y echa el anzuelo a ver qué tal.

—Pues sí—. Me fui hacia el mar y me metí en el agua. Fui disimuladamente hasta Esteban pero Raúl apareció y le cogió del brazo para llevárselo con él. Nos pusimos todos en circulo en el agua, hablando de que hacer esta noche. Me coloqué al lado de Esteban y vi que tenía la piel de gallina.

—Oye, si tienes frío si quieres nos salimos. —Esteban me miró con esos ojos oscuros y me sonrió. No era un calco, era Bernardo Velasco. Empecé a sonreír yo también con cara de bobo. Todos empezaron a salir de la playa y nos fuimos a secar.

Sara, Esteban y yo, nos fuimos a la casa para preparar la comida. Sara se puso a cocinar mientras nos dijo que nosotros nos ducháramos para quitarnos la sal. Esteban y yo subimos a la habitación.

—¿Dani te duchas primero?

—Venga si quieres. — Me metí en la ducha y le di un poco de alegría a mi rabo. Me lo toqueteé hasta que empezó a salir pre. Quería lefa, pero no me daba tiempo a conseguirla sin llamar la atención de Esteban. Terminé de ducharme y me puse una toalla en la cintura. Intenté abrir la puerta pero no podía. Empecé a forcejear para conseguir abrirla.

—Quita de la puerta, que la voy a dar una patada. —Me aparté y la puerta se abrió con una patada de Esteban.

—Gracias tío.

—Dani… la toalla. —Miré hacia abajo y tenía la polla morcillona y la toalla por los pies. Me volví a tapar rápidamente y mire a Esteban que estaba riéndose.

—Perdona tío, siempre que me ducho se me pone morcillona, lo siento.

—No pasa nada hombre. —salí del baño y Esteban entró—. Voy a dejar la puerta entre abierta, que no quiero quedarme encerrado. —Esteban juntó la puerta y oí como se abría el grifo. Me puse unos bóxers rosas. Nunca he espiado a nadie por una puerta, pero Esteban estaba como un queso. Miré por la rendija y Esteban no había puesto la cortina de ducha y podía verle el culo que lo tenía redondito y se frotó por debajo y pude ver cómo le colgaban los cojones. Me empalmé al momento y dejé de mirar por la puerta. Me vestí y me bajé con Sara.

Servimos la comida a todos. Fue una comida muy erótica porque todos los tíos estábamos sin camiseta y era algo que me gustaba. Después de comer recogimos entre todos la cocina y algunos se fueron a jugar a las cartas y otros a dormir la siesta. Yo decidí irme a dormir un poco para estar fresco por la noche. Bajé un poco la persiana y dejé la habitación en penumbras. Me tumbé en la cama y me quedé dormido.

Me desperté como si me hubieran dado una paliza. Mire en la cama de al lado y Esteban también estaba tumbado dejándome se culo a la vista. Estaba durmiendo desnudo, supongo que por el calor. Me acerqué un poco y me quedé mirándole. Era la segunda vez que le veía el culo y era uno de los mejores culos que había visto nunca. Nunca he sentido las ganas de follarme un culo, pero con Esteban estaba siendo diferente. Necesitaba que mi rabo estuviese dentro. Me bajé los pantalones y le restregué el rabo por su raja. Empecé a llenarle de pre, pero no podía parar, necesitaba lefarle entero. Seguí muy despacio con mis roces para no despertarle y estaba a punto de lefarle todo el culo. Me tapé la boca para no despertarle y mi polla empezó a soltar lefa por todo su culo. Después de restregarle la lefa con la polla me agaché para limpiarle su culo lampiño. Pasé mi lengua y se le empezó a poner la piel de gallina. Yo disfrutaba de mi lefa en su culo y se lo dejé brillante de mis babas. Me vestí con lo primero que pille y me bajé.

Ya abajo, me preparé un café y me senté en la terraza. Las chicas se habían ido a la playa y los chicos estaban durmiendo. Me terminé el café y me fui a la cocina para limpiar lo que había ensuciado. Levanté la mirada y Esteban estaba bajando las escaleras.

—¡Buenas! —grité. Esteban me miró con cara de dormido y empezó a sobarse el culo. Se había puesto un pantalón corto.

—Buenas.

—¿Qué tal has dormido?

—Bien… bien… gracias.

—Esta noche nos toca a ti y a mi ir de cacería, porque aquí todos están emparejados. —Esteban me miró, no sé si con cara de dormido o de drogado.

—Sí, supongo que sí. —Empezamos a oír puertas que se abrían y cerraban. Todos empezaron a bajar de sus habitaciones solo con los bóxers puestos. Parecía un desfile de modelos, pero como ya estaba acostumbrado a sus cuerpos mi polla no hizo ningún ademán.  Todos se sentaron en la mesa de la terraza y Esteban y yo hicimos lo mismo. Las conversaciones eran de qué hacer por la noche, a dónde ir y esas cosas. Al final decidimos irnos de bares y así no estar solo en un sitio.

Todos íbamos muy arreglados y la verdad es que éramos un grupo bastante majo. Yo no podía dejar de mirar a Esteban, que se había puesto una camisa blanca con un dibujo hecho de líneas negras finas en un lateral. Un vaquerito muy ajustado y unos zapatos negros.

Después de recorrer seis locales algunos ya iban un poco mamados, Esteban entre ellos. Decidimos irnos a la playa para que se despejaran un poco, porque no podíamos con todos. Sara empezó a sentar a las chicas y yo a los chicos, aunque si es verdad que los chicos lo hacían todo solos. Yo me senté al lado de Esteban mientras algunos corrían para sudar el alcohol.

—¿Qué tal te encuentras?

—¿Yo? Muy bien, estoy de ¡puta madre! —dijo con el característico tono.

—Si necesitas algo me lo dices. —Volví a mirar a los que estaban corriendo, porque parecían gallinas sin cabeza. Esteban me tocó el hombro.

—¿Tú sabes por qué? —Le miré sin saber a qué se refería.

—¿por qué, qué?

—En la siesta tenía el culo mojado. —(Mierda).

—Pues no, no tengo ni idea. —Esteban empezó a levantarse con dificultad y le ayudé.

—Necesito mear.

—Vale, vamos a esas rocas y meas. —Fuimos caminando con dificultad hasta las rocas. Esteban se apoyó en una y con la otra mano intentaba bajarse la bragueta, pero lo era imposible—. ¿Te ayudo? —Esteban asintió. Le bajé la bragueta y note como salía mucho calor de ahí.

—Sácamela que no pued… —le dio una arcada.

—Si vas a vomitar gírate o algo. —Metí la mano por la bragueta y toqué su polla por encima del bóxer. Se la saqué y se la sujeté para que meara.

—Voy a mear, quita. —Me dio un manotazo en el brazo y se cogió la polla. Empezó a mearse los zapatos y se la cogí para que meara hacia delante. Me cagué en todo lo cagable porque no había luz y así poder verle el rabo. Lo tenía ahora medio morcillón y se notaba gordita. Terminó de mear y se la sacudí un poco para que las gotas de meao no le mancharan y también porque estaba ya a mil. Se la guardé y noté que estaba creciendo, hice un movimiento arriesgado, pero ahora era mi polla la que pensaba. Le sobé descaradamente el paquete por dentro de la bragueta. Le miré a los ojos pero solo se relamía.

—¿Te gusta? —le pregunté con mi mayor voz de puta—. ¿Quieres que te la chupe? —Al principio solo miraba como se la estaba sobando hasta que asintió con la cabeza—. Venga, nos vamos a casa y allí lo haremos mejor.  —Esteban asintió y se apoyó en mí para no caerse. Llegamos hasta donde estaban los demás y Esteban empezó a actuar, haciendo que estaba mucho más borracho. Les dije que me iría a casa con él y muchos decidieron acompañarnos, pero no quería que se les jodiera la fiesta. Raúl vino medio borracho y me dio uno de nustros picos.

—Tío, eres el mejor. Cuida de mi primo porfa. —Y se fue a seguir corriendo. Nosotros dos comenzamos a andar y Esteban seguía actuando… lo que me hizo suponer que no, que era de verdad y que posiblemente se tumbara en la cama y ya.

Llegamos después de casi media hora y le tumbé en la cama. Yo iba decidió a hacer algo, así que le desnudé como pude. Tenía la polla de un color oscurito y eso me ponía mil. Me lancé a metérmela en la boca, pero no se la ponía dura. Me la saqué de la boca y me desnudé entero.

—Ahora vas a ver chaval. —Le abrí la boca y le metí mi polla hasta la garganta. Intentó sacársela pero le puse la mano en la nuca y no le dejé. Me invadió una sensación de poder, de control y supuse que así debía sentirse Fran cuando lo hacía conmigo. Notaba como soltaba pre y más pre dentro de su boca y empecé a follarle como me follaba Fran a mí, pero no podía hacer que mis huevos chocaran contra su cara porque no conseguía metérsela más. Le miré la polla y estaba creciendo, así que entendí que le gustaba. Se la sacaba entera de la boca y los hilos de pre y babas me acompañaban para luego volvérsela a meter. Abría bien la boca para no hacerme daño con los dientes. Seguí con mi follada de boca hasta que al final mis huevos chocaban con su cara y sus flemas salían de su boca. Me aparté para dejarle respirar—. ¿Quieres más? —Esteban estaba roncando… Se había quedado dormido y mi primera experiencia yo mandando se fue al garete. Me quedé flipando con la situación. Acababa De follarle la boca y se duerme. Me vestí de mala gana y me fui dando un portazo.

Me senté en unas piedras que había y me puse a mirar al mar. Tenía la polla dura y los huevos me iban a explotar, y como siempre en estas situaciones, empecé a pensar en Fran. Empecé a tener remordimientos por lo que le hice en el garaje. Cogí el móvil y le llamé para hablar… bueno más bien, necesitaba hablar con él. Le llamé y daba tono… volvió a dar tono… volvió… y al final se cortó. Ahora Fran no me cogía el teléfono y encima tenía que dormir con un tío que me ponía mil, pero que era muy raro. Volví a mirar al mar y mi móvil empezó a sonar. Lo cogí rápidamente y miré la pantalla. Fran.

—¿Sí?

—He visto una llamada tuya. —Tenía un tono muy dulce.

—Sí, no, bueno, era para saber qué tal estabas…

—Pues bien, muy bien, aquí. —(Joder que escueto es).

—Bueno, yo te llamaba para… pedirte perdón… por la patada.

—Mira Dani, el que debería pedirte perdón soy yo por la ostia, no sé lo que me pasó…

—Bueno, nos perdonamos los dos y listo. Yo estaba en plan chulito y sé que no debería haberte dicho eso… —Me quedé en silencio esperando su respuesta—. ¿Fran?

—Sí, dime.

—Pues eso… —Tendría que estar en la calle, porque se oía un poco de viento—. Pues nada, te dejo entonces.

—¿Estás bien?

—Sí, estoy bien, solo estaba pensando.

—Pensaba que estarías de fiesta por ser el primer día de playa. —(¿cómo sabía que estaba en la playa?)

—Sí, estaba, pero no me apetecía beber mucho.

—Pues tío, disfruta de las vacaciones que para eso están y déjate de tonterías.

—Ya, la verdad es que sí, tendría que disfrutarlas.

—¿Te gustó la foto?

—Sí, pero estaba de mala ostia y la borré.

—Bueno, en vivo y en directo es mejor.

—Sí… claro que sí, bueno no te molesto más.

—Como quieras, es que tiene que ser relajante estar sentado viendo el mar, ¿no? —Pegué un pequeño brinco. Miré a mí alrededor pero no veía a nadie.

—¿Estás aquí?

—¿Tú quieres qué esté? —Me pensé la respuesta.

—No me importaría.

—Pues no te muevas. —Me colgó el teléfono y me levanté para ver si veía a alguien, pero no había ni un alma. El tiempo pasaba y empecé a escuchar un coche a toda velocidad. Miré hacia la carretera y vi aparecer un coche rojo. Paró y bajó la ventanilla.

—¿Fran?

—Pues claro, ¿quién si no? —Corrí y me subí al coche. Fran arrancó y aparcó en un parking que estaba vacío.

—¿Cómo sabías dónde estaba?

—Bueno, tengo mis contactos. —Me atusó el pelo. Fran se bajó del coche y abrió la puerta de atrás—. Venga, ven, que aquí está tu bibe. —Salí escopetado del coche y me metí atrás. Fran se había sacado el rabo y lo tenía morcillón.

—Joder, Fran, como me gustas. —Me lancé a comerle la polla pero me cogió del cuello y me separó.

—Espera puta, que me quito todo. —Fran se desnudó y tiró la ropa delante—. Venga, a comer. —Me lancé a comerle la polla. Sabía a polla limpia y a pre. Fran me colocó la mano en la cabeza y notaba su polla atravesando mi garganta pero tenía práctica con ese pollón. Oía a Fran gemir cuando me metía la polla entera en la boca. Empezó a mover más rápido mi cabeza  con su mano y notaba como su polla palpitaba en mi boca. Mis babas le caían por los musculosos muslos. Fran me sacó la polla de la boca y una gran cantidad de babas cayeron sobre él—. Joder, como me has puesto de babas. —Empecé a recogerlas con la boca y a meterlas dentro otra vez. Me encantaba lamerle los abdominales, tan marcados y tan perfectos. Le limpié entero y me separé para mirarle. Necesitaba verle los ojos. Los tenía grandes y muy verdes, con unas pestañas enormes. Sonrió con su sonrisa perfecta y los ojos se le cerraron un poco. Me encantaba mirarlos y perderme en ellos—. ¿Qué haces mirándome tanto? Date la vuelta. —Me puse como pude a cuatro patas esperando su rabo, pero noté algo húmedo. Me estaba lamiendo el culo y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

—Aaaaaaaaaaaaaaaaah, joder Fran, aaaaaaaaaaaaah. —Fran seguía jugando con su lengua en mi culo dando pequeñas vueltas. Estuvo así un par de minutos hasta que empezó a comérmelo entero. Notaba como entraba su lengua hasta dentro y la movía muy rápido. No podía parar de gemir y de soltar pre. Tenía el culo que me podía entrar el consolador y la polla de Fran a la vez. Paró de comerme el culo y me giré para verle. Tenía la cara llena de babas y me lancé a besarle. Al principio solo yo le besaba pero al final cedió y su lengua y la mía se encontraron. Fran me abrazó y yo le correspondí con otro. Me pegaba mucho a él, quería tenerle para mí, para siempre.

Fran se separó y me dejó con su sabor en mi boca.

—Venga, siéntate aquí. —Se sentó bien con la polla dura. Me senté encima y me metí la polla de una sola vez—. Joder, si es que como tragas polla.

—Si es tuya, me trago lo que sea.

—Pues abre bien todo. —Abrí la boca y me escupió en toda la lengua. Lo saboreé como siempre y Fran sonreía. Estaba con el rabo duro dentro sin moverme y era una sensación perfecta. Notar sus muslos calientes, su entre pierna, su cuerpo… Empecé a cabalgar un poco y Fran me miró—. ¿Qué haces?

—Déjame hacerlo a mí una vez. Soy puta y tengo experiencia en estas cosas, déjame. —Le guiñé un ojo y Fran sonrió con una sonrisa pícara.

—Pues venga, a ver qué ha aprendido la puta a hacer. —Seguí cabalgando despacito, controlando el ritmo. Fran se dejaba hacer. Cerró los ojos y se lamió los labios. Me acerqué y le lamí la comisura de la boca. Abrió los ojos y me soltó un capón—. Nada de besarme a traición. Ahora que ya has probado tus técnicas follatorias…

—¿Técnicas follatorias? Que culto te has vuelto.

—Ya verás, ahora las mías otra vez. —Me colocó la polla entre sus abdominales y empezó a mover la pelvis como un toro. Notaba que los muslos se tensaban para subir y era algo muy excitante.

—Joder, Fran, necesitaba tu pollón.

—¿Sí? Es que esta barra no es fácil de dejar, ¿Eh? Aaaaaah, uffffffffffff, toma barra, ¡tóma! —Me encanta cuando se ponía burro y decía esas cosas. Algunas veces me lamía la oreja y me volví loco. Me empezó a lamer el lóbulo de la oreja y me empecé a correr, llenándole de lefa todo el torso. Mientras movía las caderas para reventarme el culo empezó a recoger mi lefa con sus dedos y me los metió en la boca. Se los lamía incluso cuando ya no había nada de lefa en ellos. Fran empezó a follarme más y más fuerte y notaba como salía media polla y luego volvía a entrar—. Te voy a preñar hasta la última gota. —Fran me pegó una última envestida y noté como su pollón empezó a palpitar y noté como me estaba rellenando de lefa. Cuando dejé de notar que su polla palpitaba me levanté para sacarla del culo y me lancé a comérsela para dejársela bien limpia—. Joder Dani, es que eres to cerdo. —Le limpié entero el rabo y me quedé sentado. Fran se empezó a vestir y me pasó mi ropa. Nos vestimos y salimos del coche para subirnos delante.

—¿Dónde quieres qué te deje?

—Sigue por la carretera y yo te digo. —El viaje lo hicimos en silencio y con una música de fondo que parece que el destino nos estaba poniendo a prueba. Le miraba de vez en cuando pero él mantenía la cabeza en la carretera.

—Está bien el coche… No sabía que te habías sacado el carnet.

—Sí, está guapo. Me lo saqué hace unos meses. —Volvió el silencio al coche y acabamos llegando a la casa donde estábamos de vacaciones—. Pedazo casa.

—No está mal. ¿Tú dónde vas a dormir?

—Por mí no te preocupes. Anda baja, que se van a preocupar si no das señales de vida. —Abrí la puerta para bajarme del coche.

—¿Por qué no te quedas a dormir aquí…? —Fran me miró y sonrió un poco.

—¿Quieres qué me quede a dormir aquí? ¿Con tu gente?

—Sí… —Fran aparcó bien el coche y bajamos.

—No hagas ruido que no sé si habrá alguien.

—Tu tranquilo, que soy muy sigiloso cuando quiero. —Entramos en la casa y empezamos a subir las escaleras caí en la cuenta que en mi habitación estaba Esteban. Entramos en la habitación y Fran se quedó mirando a Esteban que estaba desnudo—. ¿Y éste?

—Es mi compañero de habitación.

—¿Y duerme desnudo habitualmente?

—Le traje aquí porque estaba borracho, pero no te preocupes le pongo unos pantalones y le bajo abajo a dormir.

—Está bien.

—Ayúdame a levantarle. —Fran le cogió en brazos y le puso de pie. Le cogí unos pantalones y se los puse. Me quedé mirándole la polla mientras se los subía.

—La mía es más grande.

—Joder Fran, no es momento ahora. —Cogí a Esteban y empezó a andar como un zombi. Bajamos como pudimos. Le tumbé en el sofá y le miré. Era guapo, muy guapo pero Fran tenía algo, ese morbo de malote de barrio, con su cuerpo esculpido y esos ojazos. Subí a la habitación y Fran había juntado las dos camas. Estaba tumbado con las manos en la nuca. La luz de la luna le daba un toque de fantasía con ese bóxer amarillo. Me quité la ropa quedándome en calzoncillos y me tumbé a su lado. Me acerqué a él y apoyé mi cabeza en su pecho.

—¿Qué haces?

—Para algo habrás juntado las camas, ¿no? —Y le di un golpe en el pecho.

—Anda no hagas el bobo, que pegas como una nena. —Me pasó el brazo por encima.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? Porque no he dicho nada a nadie.

—Aunque no te lo creas soy más listo de lo que parece.

—Nunca te he considerado un tonto. —Fran empezó a respirar más pausado—. ¿Fran?

—Dime.

—Pensaba que estabas dormido, lo siento.

—Como voy a dormir sino paras de hablar.

—Perdón. —Nos quedamos en silencio y yo me quedé oliéndole. Me encantaba su olor.

—Dani… ¿Estás enamorado de mí?

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