Mi vecino bakala 3

Estaba moviendo la polla con la mano, como si me estuviera saludando. Me acerqué y la descapullé para dejar su cabezón fuera

Antes de nada, muchas gracias por todos los mails que he recibido y espero que haya contestado todos y ahora al lío.

Después de más o menos veinte mails sobre la mala elección de la temática, con expresiones del tipo "que asco que usen a la gente y encima que te guste", "no me gusta nada la humillación, lo mejor es que dejes de escribir relatos así, porque a nadie le gustan" y un laaaaaaaaaaaargo etc, tengo que decir, que nadie es obligado a leer ningún relato. Aquí cada uno lee el que quiere. En el segundo relato antes de nada puse de que iba (a groso modo) el relato y aún así he leído mails, algunos muy educados (los agradezco) y otros un poco... digamos... con mucha libertad de expresión. Si no os gusta esta temática de relatos hay muchos otros en esta web, del tipo que queráis. Con esto no digo que no me mandéis mails con "mucha libertad de expresión", ojo, solo digo que antes de escribir un correo poneros en la situación de que nadie os ha obligado a leerlo, porque me han mandado correos de que no les gustaba la temática, pero que estaba bien hilado, por ejemplo, y a esas personas no las he contestado con "mucha libertad de expresión". Seguir mandando mails que siempre los respondo, sean del tipo que sean.

Después de esta parrafada, solo tengo que decir que unos gracias especiales van a esas cuatro personas (que ellos saben quienes son) que me mandaron un correo y al final se convirtieron en muchos más.

______________________________________________________________________

Mi vecino bakala 3

Sonaron unos ruidos arriba y me desperté. La habitación estaba muy iluminada para ser un sótano.  A mi lado oía la respiración de Fran. Tenía la cara de un ángel cuando dormía. Me incorporé un poco para poder verle mejor. Su tez contrastaba con las sábanas amarillas y sus músculos parecía que los habían tallado en mármol. Le miré lentamente todo el cuerpo, menos su polla que estaba tapada por su muslo. Los pezones los tenía duros, supongo que por el frio. Le acaricié un brazo y se le puso la piel de gallina. Se giró y me dio la espalda. Era la primera vez que podía verle el culo desnudo. Se lo toqué muy despacio y lo tenía como el resto del cuerpo. Duro, muy duro. Tendría diecisiete años, pero tenía un cuerpo perfecto, más quisieran mucha gente de ventipocos o ventimuchos  tener ese cuerpo. Me estaba empalmando solo de verle y era la primera vez que me pasaba. Si Fran hubiera sido de otra manera le hubiese puesto la polla dura en su culo, pero no quería que me soltase una ostia. Me levanté y me fui a dar una ducha para despejarme. Esa noche no me fijé bien, pero la ducha tenía hidromasaje. Me puse los “chorritos” y me quedé como nuevo. Al abrir la puerta de la ducha para salir, Fran estaba ahí, meando. Se sujetaba su pollón con una mano mientras con la otra se frotaba la nuca. Giró el cuello para mirarme.

—Buenos días, hermano.

—Bu… buenos días, Fran. —Salí de la ducha y me empecé a secar. No podía quitar la vista de Fran. Me encanta ver a tíos mear, no porque me gusta que me meen, ni nada por el estilo, pero me pone ver como se cogen sus pollas y como la mueven para que salga hasta la última gota. Fran se percató de que le miraba y negó con la cabeza y se fue del baño. Me sequé entero y también salí. Fran estaba con un vaquero y se estaba poniendo una camiseta de manga larga.

—Vístete que van a ser las dos. — Fran me lanzó unos calzoncillos suyos—. Ponte estos, que los otros están usados. —Me puse sus calzoncillos y me puse palote enseguida. Sentir la tela dónde ha estado alojado ese pollón—. Joder, Dani, estás todo el día cachondo, vas a tener que mirártelo. —Me seguí vistiendo, rojo como un tomate. Al terminar de vestirme subimos por la escalera y Fran sacó la llave y abrió la puerta. Al salir vi a mi hermana y a Raquel sentadas en el sofá, haciendo lo mismo que hacían en mi casa. Saludé a la madre de Fran.

—Hombre Dani, no sabía que te habías quedado a dormir.

—Sí, porque llegamos tarde y Fran me dijo que me quedase a dormir. —La madre de Fran me miró y luego le miro a él.

—Vamos, que mi hijo llego borracho y él solo no podía llegar a la cama sin romper mil cosas por el camino. —Fran se volvió a frotar la nuca y a sonreír.

—No había bebido, el que ha bebido es Dani, yo soy menor. —Será hijo de puta, pensé—. Y claro, Fer tuvo que conducir el coche de Dani.

—¿Y Fer? ¿Está durmiendo?

—No, no, Fer me ayudó a meter a Dani en el cama y luego vino uno a buscarle. —Fran me miró y vio mi cara de mala ostia—. Pero tampoco es que Dani estuviera muy mal, solo que como había bebido no podía conducir. —La madre parece que se creyó semejante historia, pero se la creería porque suficientes disgustos le daría ya Fran.

—Bueno, pero tener cuidado, ¿eh?

—Sí, claro. —Salimos de la cocina y vi a nuestras hermanas con los abrigos puestos. Fran se quedó a mi lado.

—¿A dónde van estas chicas tan guapas? —Mi hermana se puso roja y puso su sonrisa de niña buena. (Lo que la faltaba a la pobre, le gustaba Fran, porque ha puesto la misma cara que cuando ve al niño ese de su colegio. Pues lo siento hermanita, Fran es muy mayor y además se está follando a tu hermano de vez en cuando). Fran se agachó y pechizcó un poco la mejilla de mi hermana. Esta empezó a moverse como una campana hacia los lados.

—Nos vamos a comer a mi casa, ¿vosotros venís? —Fran me miró como si yo tuviese que darle autorización. No sabía que iban a ir a comer a mi casa. La madre de Fran salió de la cocina.

—Venga, llevaros a las niñas que me cambio y voy. —La madre empezó a subir las escaleras y Fran y yo nos miramos. Era la primera vez que después de follar estábamos juntos. No se le notaba incómodo y empecé a creer que a lo mejor le estaba gustando. Mi hermana se lanzó a su musculado cuello y Fran la cogió en brazos. Yo en cambio cogí a su hermana de la mano y nos fuimos hacia mi casa. Mi hermana y Fran no paraban de reírse.

—¿De verdad?

—Sí. Mi hermano no tiene tanta fuerza. —(gracias hermanita)—. Además yo creo no es fuerte y no me sabe defender.

—Bueno, pues para eso estoy yo, para defenderte. —Mi hermana apoyó su cabeza en el hombro de Fran y empezó a sonreír embobada. —Venga, Dani, llama que yo no puedo.

—¿No eras tan fuerte? —y le rocé mi brazo. Al llamar mi madre abrió la puerta con el típico jersey que se ponía siempre, el jersey rojo. Hace tres navidades nos obligó a todos a ponernos un jersey rojo y mandar la foto como felicitación… creo que nadie nos respondió, ni si quiera mi abuela. Mi madre era muy hortera con su forma de vestir, pero bueno. Mi hermana y Raquel se quitaron los abrigos y se pusieron en el sofá a ver otra vez anuncios de juguetes.

—Parecen yonkis —dijo Fran mirándolas.

—Eso mismo dije yo el otro día. —Fran se fue a sentar y me dejó ahí de pie. No es que pensara otra vez en follar ni nada de eso, pero hablar de algo... no sé.

Los invitados empezaron a llegar y entre ellos vino mi prima Sonia. Era una chica que estaba muy bien. Pelo castaño largo, ojos grandes, buen cuerpo y no se le conocía novio, así que estaba libre cien por cien. Tenía dieciocho años y había empezado la universidad. Fran se levantó para saludar y se quedó mirando a mi prima. Resopló al verla y fue a saludarla. La dio dos besos, pero la sobo bien sobada con disimulo. Mi prima estaba un poco cortada, pero sabía que pronto se soltaría la melena y lo comentaría en su blog. Tenía un blog sobre las personas que se había tirado y como eran en la cama. La verdad es que en esta familia había mucho depravado suelto. Fran y Sonia se sentaron juntos y yo me senté al lado de Fran. Toda la comida estuve poniendo la oreja en la conversación y Fran estaba intentando llevársela al huerto, pero no lo iba a conseguir. Mi prima era bisexual, yo lo sabía y todos lo sabíamos, pero lo que la familia no sabía es que último polvo que había tenido era con un tío (según su blog) y ahora le tocaría follarse a una tía. Fran estaba insistiendo demasiado y al final le dio el número de teléfono y parece que la conversación terminó. Terminamos de comer y Fran se fue al baño. Mi prima se sentó a mi lado y empezamos a cuchichear.

—Tu amigo es un pesado.

—¿Por?

—Porque me estaba diciendo de que si quedábamos algún día, para dar una vuelta o tomar algo y no me gusta.

—¿No te gusta?

—Pues no —e hizo una mueca como metiéndose los dedos en la boca—. No me gustan los bakalas, ni los tíos que se tiran más tiempo en el gimnasio que viviendo la vida. Además con esos dos pendientes, puaj. Si quieres te lo quedas tú —me guiñó un ojo.

—Que va, si es hetero cien por cien —dije agitando la mano. (Pues no sabes lo que te pierdes prima, pensé). Fran volvió y mi prima se colocó en su silla. Fran se acercó a mí.

—Tu prima es un poco estrecha. —Yo le asentí. Sirvieron los cafés y sacaron unos licores. Fran siguió con su mentira y solo bebió un café. Mi prima declinó la oferta de tomar café y dijo que tenía que irse, porque había quedado. Fran se quedó mirándola de arriba abajo. Sonia se despidió de todos y se fue por la puerta. Los demás seguimos con las conversaciones, pero ahora Fran solo hablaba conmigo.

—Joder, Dani, no veas cómo me ha puesto tu prima, mira, baja la mano. —Fran me la cogió y le toqué el rabo duro. Se había sacado el rabo por debajo del mantel. Intenté quitar la mano pero Fran no me la soltaba. Mi tía, que estaba enfrente, nos miró por los movimientos y dejé de intentar quitar la mano. Mi tía volvió a la conversación con mi abuela. Fran me miraba y sonreía con esos dientes perfectos. Cogí su polla, le apreté un poco y Fran dio un pequeño salto. Parece que nadie se dio cuenta y seguí apretándole un poco la polla. Fran me quitó la mano y se la guardó en el pantalón. Yo seguí sobándole el paquete y la notaba dura, pero se estaba desinflando. Volví a poner la mano encima de la mesa y me terminé el café. Me levanté para salir a fumarme un cigarro.

Cerré la puerta y me quedé en el porche fumándome un cigarro. Me estaba quedando pelao de frio, pero dentro no se podía fumar. La puerta se abrió y Fran vino hacia mí. Se sentó en muro que había y se me quedo mirando.

—Te ha molado mi rabo, ¿eh? —se apretó el paquete.

—Ya sabes la respuesta.

—Pues claro que lo sé, si eres mi puta. —Terminé el cigarro y lo apagué en el cenicero. Fran se sentó en el asiento de enfrente. Se levantó un poco, me cogió de la nuca y me empotró la cara en su paquete. No intenté resistirme porque me gustaba. Olía a él, a polla caliente y a pre—. Como te gusta, ¿eh? Venga, que vas a terminar lo que ha empezao tu prima. —Me cogió del pelo y me levantó la cabeza hasta ponerla a su altura. Me escupió en los labios. —Venga, lámelo zorra. —Saqué mi lengua y me limpié sus babas. Fran no me quitaba ojo de encima y él se relamía. Después de limpiarme las babas del labio Fran resopló y me atusó el pelo—. Joder, si es que podría hacer lo que quisiera contigo y no te quejarías. —La puerta se abrió y todos mis tíos y abuelos salieron. Se despidieron de nosotros y nos fuimos para dentro. Mis padres y la madre de Fran estaban recogiendo todo, y mientras nuestras hermanas estaban jugando con unas muñecas en un rincón del salón.

Fran se sentó al lado de su hermana en el sofá y yo me fui al baño de mi habitación a mear.  Tenía la polla desempalmada pero estaba mojada de tanta pre, eché un buen meo y tiré de la cadena. Al salir suspiré y Fran estaba sentado en la cama.

—¿Por qué suspiras?

—Cosas mías.

—Ah, vale. —se levantó—. Oye ¿puedo mear en tu baño?

—Sí, claro, adelante. —Fran entró y yo me fui a cambiarme de ropa.

—¡Dani, ven! —Fui corriendo por si le había pasado algo. Al entrar Fran estaba con la polla morcillona y apuntando al wáter. —No me sale nada, tío. Cógemela tú a ver si así sale.

—Fran, paso de cogerte el rabo para mear.

—Te he dicho que me la cojas. —Estaba moviendo la polla con la mano, como si me estuviera saludando. Me acerqué y la descapullé para dejar su cabezón fuera—. Así a ver, si ahora. —Fran empezó a mear y yo tuve que apuntar bien para que meara dentro. Era la primera vez que cogía la polla de un tío para que meara. No me desagrado, pero supuse que sería por ser la polla de quien era. Después de echar las últimas gotas de meo se la sacudí un poco por si acaso. Yo me quedé con su polla en la mano y él no hizo nada por quitármelo de ahí. Empecé a cascársela muy lentamente.

—¿Quieres qué siga?

—Eso no se pregunta zorra, eso se hace. —Seguí con la paja mientras él se puso las manos en la nuca como disfrutando. La notaba gorda, caliente y me palpitaba en la mano—. Quiero que te bebas mi lefa y no dejes ni una gota. —Fran empezó a sobarme el culo mientras yo se la cascaba muy rápido—. Joder, si quéeee quieres lefaaa rápido.

—Ya sabes que me encanta tu leche.

—Es leche de macho, laaa mejooor que has probaaaado. Ufffffff, sigue, sigue, sigue, no pares joder, no pareeesss. —Me cogió del pelo y me llevó la cabeza hacia atrás, mientras notaba como su polla estaba disparando lefa encima del wáter—. Uffff, que ganas tenía, mira que espesa está, que lento resbala. —Miré el wáter mientras seguía con su polla en la mano. La lefa estaba por todas partes y mi polla estaba muy mojada, manchando los calzoncillos que me había dejado Fran—. Venga limpia. —Menos mal que el baño estaba limpio y me agaché a limpiar la lefa con la lengua, mientras Fran me daba ostias en el culo con su manaza.

—Venga puta así, límpialo todo, que es para ti. Así, no dejes ni una gota de mi leche, que si no no te daré más. —Limpié toda la lefa que había y me levanté—. ¿Qué haces? Límpiame la polla, que aún tengo algún hilo que me cae. —Me arrodillé y me dio un pollazo en toda la cara. Se la lamí dejándosela limpia y le di un pequeño chupetón en la cabeza. Se guardó el rabo en los pantalones y se fue del baño sin decir nada. Salí con una erección que podría partir el hielo y me cambié de ropa. Los calzoncillos que me había dejado estaban llenos de pre y los lamí para no dejar ni una gota de mi pre, luego los guardé debajo de la cama para lefarlos por la noche antes de irme a dormir. Bajé y en salón solo estaban mis padres y mi hermana.

—¿Ya se han ido?

—Sí, ya se han ido —dijo mi madre mientras pasaba una hoja del libro que estaba leyendo—. Se han despedido de ti, pero no has dicho nada.

—Es que estaba en el baño. —Mi padre se fue al despacho y yo me fui a tomar una cerveza a la cocina. Me senté a tomármela en la mesa y mi hermana entró corriendo.

—Tato, tato, ¿te puedo contar algo?

—Sí claro, dime.

—Fran es muy guapo y cuando sea mayor le voy a pedir salir. —La sonreí y la di un beso en la mejilla. Solo esperaba que cuando fuera mayor no saliese con alguien como Fran—. Tú háblale muy bien de mí y dile que me espere.

—Vale, yo se lo diré. —Salió como había entrado.

A la mañana siguiente me levanté temprano para hacer un poco de ejercicio después de la cena y comida que habíamos tenido. Cuando entré en el sótano me acordé de la habitación de Fran, aunque nuestro sótano no tenía ventanas, mi padre instalo un sistema de ventilación forzada para que el aire no se viciara. Me puse a correr en la cinta y después de una hora paré porque estaba molido. O dejaba el tabaco o al final no iba a poder seguir el ritmo. Cogí una toalla y me sequé el sudor. Subí las escaleras y me dirigí a la ducha. Al entrar olía a lefa y a Fran. Intenté sacármelo de la cabeza porque empezaba a ser una obsesión y no quería que mi vida girara en torno a él, cuando sabía que solo era sexo y él no tenía ningún tipo de sentimiento. Me duché rápidamente y salí en cuanto pude del baño. Me puse un chándal azul y me fui a sentarme en el sofá. Todos estaban durmiendo aún y vi que me había levantado demasiado pronto, porque eran las siete de la mañana. Encendí la tele y solo había tonterías de la navidad, así que la apagué y me puse a escuchar música con los cascos puestos. Mientras jugueteaba con el móvil viendo fotos de la fiesta de Nochevieja y fotos de aquellos amigos que había dejado atrás. Me entró morriña de estar con ellos, con Santi, Gabriel, Raúl, Sara, Samantha y todos los demás. Me hice un ovillo en el sofá y empecé a llorar y encima para colmo en el mp3 empezó a sonar la canción de “te recuerdo” del canto del loco. Estaba llorando como un niño pequeño y me tapé la boca por si alguien podía oírme. Entre sollozo y sollozo noté que alguien me acariciaba el hombro. Mi madre estaba delante de cuclillas mirándome.

—¿Qué te pasa cariño? —Al preguntarme eso la abracé y empecé a llorar más. Después de haberme desahogado lo suficiente para poder hablar me separé de ella y me quedé sentado. Ella se sentó a mi lado—. Sabes que puedes contarme todo.

—Echo de menos a mis amigos.

—Normal cariño, normal. —Me cogió la cabeza y la apoyó sobre su hombro—. Aquí tenemos que empezar una nueva vida, incluyendo nuevas amistades. Aquí tienes a tus amigos de la universidad y tienes a Fran. —¿A Fran? Joder mamá, si supieras lo que hace Fran con tu hijo no nos verías a ninguno de los dos con los mismo ojos, pensé. Mi madre veía que seguía con los sollozos—. ¿Por qué no te vas lo que queda de vacaciones a casa de Raúl? —Me separé de ella y me la quedé mirando. Las vacaciones de navidad para mi familia eran las más importantes de todas.

—¿Pero…?

—Mientras vuelvas antes de que empiecen las clases.

—¿Y los reyes?

—No te preocupes, tu hermana estará más con los regalos que con cualquiera de nosotros, así que por una vez intenta pensar un poquito más en ti. —Me dio un golpe en el brazo y luego me dio un beso—. Anda, prepara la maleta y llama antes de salir o algo.

—Gracias mamá. —Subí corriendo las escaleras y cogí una maleta de viaje que tenía y la llene con todo tipo de ropa. Metí mi neceser y algún que otro objeto personal y la cerré. Miré el reloj y aún era pronto, pero sabía que Raúl se levantaba siempre a las ocho. Le llamé dando vueltas por la habitación esperando que lo cogiera. Cuando descolgó una felicidad me recorrió todo el cuerpo. Después de saludarnos y Raúl empezase con sus interrogatorios sobre la navidad, le dije que si podía pasar el resto de las vacaciones de navidad en su casa. Me dijo que por supuesto que podía ir. Le dije que sobre las once de la mañana llegaría y le colgué. Cogí la maleta y antes de salir me paré en seco, recordando que debajo de la cama estaban los calzoncillos de Fran. Me agaché para cogerlos y los guardé en la maleta para que mi madre no los viera. Bajé corriendo y me despedí de mi madre.

—Ten cuidado con el coche y llama cuando llegues y para a descansar, no te hagas todo el viaje del tirón.

—Vale, mamá. Adiós —La di un beso y salí escopetado de casa. Abrí el coche y guardé la maleta en el maletero. Al subirme conecté el mp3 al coche y arranqué. Hacía tiempo que ese sonido del motor no me daba tanta alegría. Di marcha atrás y saqué el coche del jardín. Al enderezarlo vi a Fran saliendo de su casa. Se me quedó mirando y aceleré a tope que las ruedas chirriaron un poco y le dejé atrás. Miré por el retrovisor y Fran se había quedado mirando el coche. Giré la calle y por fin era libre del hechizo que me provocaba esa persona. Empecé a cantar a todo pulmón todas las canciones del mp3, hasta que la música se bajó hasta el máximo y una vocecilla de mujer empezó a decir “llamada entrante de Fran vecino”. Colgué la llamada y la música empezó a sonar de nuevo a todo volumen. Después de dos canciones más, la música volvió a bajarse y la voz volvía a decirme que tenía una llamada entrante de él, pero la volví a cancelar. Después de cien kilómetros sin ninguna llamada pesada paré para echar gasolina. Al apagar el motor miré el móvil y tenía un mensaje de Fran. “Dnd vas tan rapido flipao?Xq no coges el mvl?”, no le contesté y salí del coche. Llené el depósito y volví a ponerme en camino. Después de dejarme la garganta y medio pulmón llegué hasta la casa de Raúl.

Raúl era mi mejor amigo desde el colegio y siempre habíamos estado juntos. Él sabía que era gay y nunca le importó, al revés, me pedía consejos porque decía que el punto de vista de un gay era como el de un hetero pero con sentimientos. Después de entrar y hablar de cómo nos iba la vida, nos fuimos a ver todos.

Los días pasaron muy rápido, más de lo que me hubiese gustado. Nos fuimos de fiesta, de comida y cenas, de compras, etc., pero tenía que volver a casa. Durante esa semana, Fran me llamó los primeros días, pero al ver que no se lo cogía no volvió a insistir. Metí todo en el coche y Raúl y yo nos fundimos en un abrazo. Le di las gracias por dejarme quedarme esta semana en su casa. Cuando nos separamos me dio un pico y me dijo que me echaba mucho de menos y que volviese a verle. Le dije que se viniera a mi casa algún día y me dijo que se guardaba la invitación. Arranqué y me fui dirección a casa. Llamé a mi madre con el manos libre y me dijo que Fran había estado preguntando que cuando volvía, porque me había comprado un regalo para reyes. Colgué a mi madre y después de recargarme de energías esta semana decidí llamar a Fran.

—¿Sí?

—Soy Dani. Me ha dicho mi madre que has preguntado por mí. ¿Querías algo?

—Pues saber dónde coño te habías ido y cuando cojones volvías.

—Relájate un poco. He ido a ver a mis amigos y pasar una temporada con ellos, pero de todas formas no necesito tu permiso para ir a los sitios.

—Claro que no necesitas mi permiso, pero pensaba que éramos hermanos.

—Mira Fran, cuando quieres somos hermanos y cuando quieres soy tu puta, así que lo siento. No sé cuando me llamas cuando me quieres como hermano o cuando me quieres como puta.

—Mira chaval, eres mi puta, porque siempre que me ves me comes con la mirada y siempre que me saco el rabo, el que tanto te gusta, no le quitas ojo. Así que si lo que pasa es que siempre que me ves deseas ser mi puta es tu problema, porque muchas veces he ido a hablar contigo como hermano y siempre has acabado con mi rabo en tu boca.

—Tienes razón. Siempre que te veo te quiero comer entero y quiero que me poseas y que nunca te alejes de mí. Y sé que soy tu puta porque yo he accedido a serlo, pero no creo que tenga que decirte lo que hago o dejo de hacer.

—Que te he dicho que me la sopla, pero que me lo comentes, nada más.

—Vamos a ver Fran, que no soy tuyo. Fóllate a tu puta número uno y déjame a mí un poco en paz, joder.

—Escúchame zorra. Tengo los huevos a reventar porque no los he descargado desde que me la cascaste en tú baño, así que cuando vuelvas lo primero que vas a hacer es descargarme los huev…

—Que sí, que vale —le corté—. Ya hablamos, chao. —Le colgué y seguí conduciendo tan tranquilo, ya que no volvió a llamarme.

Llegué a casa y empecé a saludar a todos. Dejé la maleta en la entrada y mi hermana me trajo los regalos de reyes. Los abrí y había un mp3 nuevo y un smartphone de esos que tenía todo el mundo. Les agradecí los regalos y me fui a deshacer la maleta. Eché la ropa sucia al cesto y debajo de todo estaban los calzoncillos de Fran. Los cogí y los tiré al cesto. Sonó el timbre y yo seguí con lo mío. Alguien llamó a la puerta.

—Adelante. —Seguí colocando las cosas.

—Hola zorra. —Fran entró y echó el pestillo de la habitación.

—Hola Fran, tus calzoncillos aún están sucios, cuando los limpie te los devuelvo.

—¿Te los has llevado de viaje?

—¿Cómo dices? —me puse para verle a los ojos. Esta vez no caí en su hechizo tan rápido.

—Le dije a tu madre que me había dejado una cosa en tu habitación y me dejó entrar y nos lo vi.

—Sí, me los lleve para que mi madre no los viera, porque sabe perfectamente que no son míos.

—Te he dejado tus regalos debajo de la cama, al fondo.

—Pues siento decirte que yo no te he comprado nada.

—No te preocupes, son cosas que podemos usar los dos, o tres o los que tú quieras. —Me agaché y saqué dos cajas envueltas en papel azul—. Ábrelos. —Quité el papel de una caja y dentro había una pelota de color rojo con una cinta—. Eso es para que te lo pongas en la boca cuando te folle, para que no se oiga nada. —Tiré la caja a la cama y abrí el otro regalo. Era un consolador con forma de pene y tenía más o menos el tamaño de su rabo—. Eso es para que cuando tengas ganas de mí y no esté cerca te lo metas por el culo o lo chupes. Tiene mi tamaño mira. —Cogió el consolador y se bajó un poco los pantalones del chándal para que lo viera. No la tenía dura, pero si era de su tamaño.

—Muy bien, muchas gracias por los regalos, ¿quieres algo más? —Fran lanzó el consolador a la cama y me agarró la cabeza. Me miró fijamente, como solo él sabe mirar y al final caí en el hechizo, que tanto intenté olvidar, de esos ojos verdes intenso.

—¿No quieres probar mis regalos? ¿No quieres sentirte como mi puta otra vez? —Solo pude asentir—. Así me gusta, que seas obediente. Venga bájate los pantalones.

—No, aquí no, que mis padres y mi hermana están abajo.

—Tranqui, si lo vamos a hacer en mi casa, pero vas a ir con el consolador metido en el culo hasta que lleguemos. —Fran cogió el consolador de la cama y empezó a lamerlo lentamente mientras me miraba. Era la primera vez que veía a Fran hacer una mamada, bueno una chupada. Lo estaba llenando de babas entero. Caían por toda la polla de goma—. Venga bájate los pantalones que aquí va mi primer regalo. —Me los bajé y le puse mi culo a su altura. No sabía porque lo hacía, pero no podía parar de hacer lo que me mandara—. Yo me pondría el otro regalo antes, ¿te lo pongo?

—Vale, pónmelo —me giré y abrí la boca esperando. Me puso la mordaza y empezó a reírse.

—Joder, pareces una auténtica puta. Date la vuelta. —Le volví a poner el culo en pompa. Noté que me puso el consolidar en la entrada y me lo metió de golpe hasta que los huevos de latex chocaron con mi culo. Pegué un grito que quedó ahogado por la mordaza, sino se hubieran enterado todos los vecinos. La polla de goma era mucho más gorda que la de Fran y unas lágrimas salieron de mis ojos—. ¿Ves? Te avisé que sería necesaria la mordaza. Espera que te la quito. —Me quitó la mordaza y se la guardó en un bolsillo de la sudadera—. Ven, anda. —Me cogió y me besó. Fue un beso que no pude disfrutar por el dolor del ano. Se despegó de mis labios y me subió los pantalones—. Como me gusta que no lleves ropa interior. Anda un poco a ver si se te nota el consolador. —Intenté andar un poco y parecía que había estado montando a caballo durante horas—. Vas a tener que disimular un poco antes salir, sino van a flipar todos. —Anduve un poco por la habitación antes de salir, mientras Fran no paraba de reír. Fran se levantó y me dio una palmada en el culo, lo que hizo que se me moviera el consolador y pegué un pequeño gemido.

Bajamos las escaleras y me despedí como pude de mis padres. Salimos de casa y cada paso que daba pegaba un pequeño gemido.

—Si llego a saber que ibas a estar así con el consolador en el culo, te lo hubiese comprado para navidad. —Llegamos a la puerta de su casa y entramos—. No te preocupes por mis padres porque se han ido a casa de unos amigos—. Fran abrió su habitación y bajó muy rápido las escaleras. Yo las bajé como pude con el consolador en el culo. Al llegar abajo Fran estaba ya desnudo y con la polla echando pre. Se la cogió con los dedos y me la metió en la boca. Yo me relamí como siempre.

—¿Me puedo sacar el consolador?

—Venga guarra, sácatelo y chúpalo. —Me desnudé entero y me quité el consolador. Al sacarlo noté un gran alivio y el agujero no se me cerraba. Empecé a mamar el consolador como si fuera un rabo de verdad—. Joder, a ver cómo se te ha quedado el agujero. —Me giré y me agaché para que me viera el agujero. Fran silbó y me metió cuatro dedos—. Madre, si es que entran sin ningún problema.  A ver si entra bien mi rabo. —Me lo metió y no sentí nada—. Joder, creo que me he pasado con el grosor porque no lo noto nada prieto. —Fran se colocó en medio de la habitación y cogió el consolador—. Venga, ven a por tu regalo. —Caminé lentamente mientras mi polla iba soltando pre y manchando todo. Al llegar a su altura vi que sus abdominales estaban manchados con mi pre y me lancé a limpiárselos—. Jajajaja, así me gusta, que limpies todo. Pero hay algo que todavía no has limpiado. —Levanté la vista y en su pezón había un gapo. Me lancé a lamérselo y empecé a notar que se ponía durito. Fran como de costumbre me apretó la cabeza contra su pezón y empezó a bufar. Ese sonido de macho sintiendo placer era como una melodía para mis oídos. —Deja ya el pezón hijo de puta, come esto. —Fran me cogió la cabeza y me la metió en su sobaco. (Le agradecí que se depilara casi todo el cuerpo). Olía un poco a sudor, pero no me importaba. Se lo lamí mientras él se reía de lo puta que podía llegar a ser en el sexo. Después de tener la lengua medio dormida de tanto lamer, Fran me dejó libre la cabeza. Yo seguí lamiendo toda la zona, mientras le cogí su polla y empecé a cascársela. La tenía muy mojada, como si alguien se la hubiera mamado segundos atrás. Sabía que era la pre, que se la estaría restregando por el falo.

—Fran, quiero leche. —Me miró con esos ojos del deseo.

—¿La quieres ya?

—Sí.

—Pues hoy vas a flipar puta. —Fran fue a por el consolador y yo mientras me quedé esperándolo mientras me la cascaba muy lentamente. (La lefa de Fran era de las mejores, aunque nunca supe porque tenía ese sabor, tenía un toque amargo pero solo al final)—. Date la vuelta. —Obedecí sin ningún reproche. Fran empezó a escupir en mi agujero y al final las babas, irremediablemente cayeron al suelo. Me metió el consolador hasta el fondo y grite como lo zorra que era cuando estaba caliente. (He de decir, que llevo desde los catorce años entrenando mi culo con objetos diversos y al final consigues dilatar muy bien) —Ahora colócate a cuatro patas y apoya el culo en la cama. —Lo hice y notaba como el consolador se movía un poco—. Bien, así —Fran se arrodilló y me escupió en la cara—. ¡Lame! Pero con cara de más puta, ¡joder! —Me soltó una ostia de las suyas, con carrerilla—. Ahora ya me has cabreado, así que abre bien tu boca, que hoy vas a probar de todo. —Me la metió hasta el fondo. Intenté sacármela un poco porque me estaba ahogando, pero Fran me cogió la cabeza y empezó a follarme de forma brutal.

El culo lo tenía con un placer inimaginable. Con cada embestida por la boca de Fran, mi culo recibía una pequeña embestida. Era un trío, pero solo con un tío. En esa postura no me la podía cascar, pero con los movimientos mi polla chocaba con mi abdomen. Tenía unas ganas locas de correrme y no sabía qué hacer para poder expulsar toda mi lefa. Fran sacó de golpe la polla de mi entumecida boca.

—Puta, siéntate en el suelo, venga. —Me senté en frío suelo de baldosas. Fran se levantó con la polla llena de flemas—. Ahora verás que bueno esto. —Fran se cogió la polla e intentaba hacer algo, pero no sabía el que. Cuando de repente de su rabo empezó a salir orín. Me estaba menado encima. Nunca me habían meado pero me gustaba, al final era verdad que era una gran puta. Fran me meaba todo el cuerpo con esa manguera. Yo no hacía nada, solo cascármela como un loco—. Joder con la puta—. Fran terminó de mear y empezó a cascársela mirándome. Tenía todo el cuerpo lleno de sus líquidos. La boca y la barbilla de pre y babas y el resto del cuerpo de su meada. —Ahora ya te he marcado, y cuando alguieeeeen quieraaaa hacerte algoooo, tendrá  que veniiir a mí. —Fran seguía con su paja mientras me miraba.

—Fran, me voy a correr. —bajé la velocidad de mi paja.

—Esperaaaaa, que primeroooo me coooorro yooo. UUUUUUUUF, ¡¡¡AAAAAAAAAAAAH!!! —Empezaron a salir chorros blancos y espesos. Los tres primeros me cayeron en la cara y el resto en el cuerpo. Con la mano empecé a recoger lo que pude de la cara y a metérmelos dentro. Después de varios chorros Fran dejó su polla y se limpió el sudor de la frente. Yo seguí cascándomela, disfrutando de la vista de un macho recién descargado. Fran caminó y se sentó en la cama. —Espera, no te corras todavía, que te tengo un último regalo y quiero que lo disfrutes enterito. Déjate el culo libre. —Me saqué el consolador entre gemidos y volví a sentir esa sensación de vacío. Supuse que Fran iba a follarme el culo, pero se quedó sentado en la cama y yo de pie. —¿Estás preparado? —Asentí sin saber qué coño iba a pasar ahora—. Cuando te corras quiero que lo hagas en mi polla y luego me la limpies, ¿de acuerdo?

—Sí, de acuerdo.

—Pues disfruta —Fran se cogió su rabo por la base y se agachó. Me quedé con la boca abierta y los ojos desencajados. Fran estaba haciéndose una automamada. Solo podía chuparse la cabeza pero lo hacía con gracia. Lo lamía y se lo metía en la boca. Nunca había visto una automamada en vivo y en directo. Mi polla me pidió un poco de atención y la cogí para que por fin pudiera relajarse. Fran seguía chupándosela y me parecía la escena más erótica de mi vida. Mi mano se movía automáticamente con mucha rapidez y mis huevos se estaban poniendo duros.

—Fran, me voy a correr. —Fran dejó de maravillarme y dejo su polla dura, con la cabeza bien limpia, lista para que me corriese y se tumbó con las piernas colgando en la cama. Me acerqué hasta él y junte mi polla con la suya. La sensación de polla con polla me encanta. Fran levantaba un poco la cabeza para poder verme—. Joder, Fran, aaaaaaaaah, me voy a correr, ¿Eeeeeeh?

—Sí, sí, venga, echa todo. —Mi cuerpo empezó a convulsionar y mi polla parecía una fuente. Mientras me corría puse la otra mano a coger todos los chorros para que no se perdiera ni uno. Después de varios chorros bien espesitos, me arrodillé y restregué toda mi mano manchada en su polla—. Venga, joder, límpiamela ya, que aquí apesta de lo zorra que eres. —Comencé a chupársela sin muchas ganas y creo que lo notó, pero no dijo nada. Después de dejarle la polla reluciente de mis babas me levanté y el hizo lo mismo. —Anda dúchate. —Me fui al baño y me pegué una buena ducha. Mientras el agua me caía un sentimiento de culpa me invadió. Sabía que mientras Fran me usara me iba a sentir mal por lo que hacía. Me cagué en mi mismo por perder el control cuando estaba cachondo. Salí de la ducha y me miré en el espejo. A veces no me reconocía en el reflejo y muchas otras me daba asco. Me aparté la mirada porque no podía mantenerla, Fran sacaba mis más bajos instintos. Salí rápidamente del cuarto de baño y olía a limpiador. Fran había fregado el suelo y había dejado la mordaza y el consolador al lado de mi ropa, sobre la cama. Me vestí y metí mis “regalos” en una bolsa. Subí las escaleras y al abrir la puerta ahí estaba, solo con un pantalón de chándal y medio caído.

—Bueno Fran, yo me voy.

—Ok, hermano. —Me dio un abrazo y pude olerle. Olía a mí, a él y a sexo. Me acompañó hasta la puerta y nos despedimos.

Mientras caminaba de regreso a casa me perdí en mis pensamientos.

______________________________________________________________________

Muchas gracias por leer mis relatos y no dudéis en mandar un correo electrónico.

Alastor