Mi vecino Bakala 2

Noté que me puso las manos en la cabeza y me obligaba a ir hacia su rabo. Me lo metí sin pensar, saboreando su sabor...

Buenas a todos los lectores. Gracias por todos los mails y comentarios recibidos. Sabéis que siempre respondo los mails. Aquí viene la segunda parte de "folada con mi vecino bakala 1". Espero que os guste.

Por cierto, contiene escenas de humillación y control. lo digo para que se sepa.

Gracias

MI VECINO BAKALA 2

Me desperté y palpé la cama. Fran no estaba y yo seguía en bolas con el culo dolorido. Miré en la habitación para comprobar si su ropa estaba tirada pero no hubo suerte. Me levanté de la cama y me fui a darme una ducha. El agua me hizo pensar en lo que había pasado y después de la sesión de sexo me sentía avergonzado, no sabía cómo mirar a la cara a Fran. Salí del baño y al entrar en la habitación el olor a sexo me inundó las fosas nasales. Olía a polla, lefa y sudor. Me vestí con un chándal blanco y abrí la ventana para que se fuera el olor. Me encanta ponerme un chándal sin ropa interior y notar el movimiento de la polla hacia los lados. Bajé a la cocina a tomarme una cerveza. Miré el reloj de la pared y vi que eran cerca de las nueve y mis padres estarían a punto de llegar. Me fui al salón y me puse a ver la tele, aunque no la prestaba atención. No podía parar de pensar en Fran, en su musculado cuerpo, sus ojos, sus labios y ese enorme rabo que tiene entre las piernas. La puerta se abrió y mi hermana y mis padres entraron tiritando.

—¿Hace frío? —pregunté evadido.

—¿Frío? Tú sabrás, que tienes la ventana abierta de par en par. Espero que hayas cerrado el radiador, porque si no se va todo el calor.

—La he abierto porque me estaba mareando. —No sé si coló, pero nadie más preguntó nada. Mi hermana se sentó conmigo en el sofá y me empezó a contar sus historias con Raquel. La verdad es que últimamente pasaba un poco de ella, pero ahora mismo lo único que tenía en la cabeza era Fran. Mi madre me llamó para que la ayudase con la cena mientras mi padre bañaba a mi hermana. Entré en la cocina y allí estaba mi madre echándose un cigarro.

—¿Dani, qué tal con Fran hoy?

—Bien, parece que poco a poco va entendiendo las cosas. —Mi madre me miró como intentando averiguar qué es lo que pasaba.

—Te lo digo porque hoy habéis terminado muy pronto y Fran se ha subido a su cuarto sin decir nada. Pensaba que habíais discutido o algo.

—No, lo que pasa es que hemos terminado más pronto. —Mi madre parece que se creyó la trola. Seguimos haciendo la cena y solo pensaba en mañana a las cuatro de la tarde, cuando viniera Fran a casa.

Después de cenar me fui a mi habitación y al entrar el olor ya había desaparecido, pero hacía un frío del carajo. Cerré la ventana y me metí en la cama, que aún mantenía el olor de Fran. Me empezó a entrar sueño otra vez y me metí en la cama.

A la mañana siguiente cuando me desperté tenía la polla otra vez dura, pero esta vez no tenía nada de pre para llevarme a la boca, y sin pre por la mañana no podía estar. Me empecé a tocar la polla mientras me metía tres dedos por el culo. Me imaginaba que eran los dedos de Fran los que me estaban penetrando el ano. La pre empezó a salir, no tanta como me gustaría pero lo suficiente. Me restregué el dedo bien por toda la polla y me lo lamí como si fuera un caramelo. Después de mi pre-desayuno ya estaba más animado. Me volví a poner el chándal de ayer. Se marcaba mucho la polla y más con el empalme que tenía. Antes de ponerme la sudadera me toqué un poco los abdominales y deseé tenerlos como Fran. Grandes y fuertes. Mi polla volvió a escupir pre y dejé una mancha en el pantalón. Me los quité y puse la mano para recoger todo lo que caía. Dejé de pensar en Fran y la pre dejó de salir. Me lamí la mano como un loco hasta dejarla llena de mis babas. Me puse otro pantalón de chándal y me coloqué una sudadera con capucha roja. Bajé y saludé a todos los presentes. Mis padres estaban un poco atacados porque tenían que celebrar la Nochevieja con la familia en casa. Yo desayuné y me fui a estudiar un poco. Después de comer volví a mi habitación porque pasaba de aguantar el estrés de mis padres con la cena. Me Senté en la silla y empecé a mirar por la ventana en dirección a casa de Fran. Y allí estaba, con su hermana y su madre montando en el todoterreno. La verdad es que estaba muy guapo con ese jersey blanco y esos pantalones un poco anchos. Arrancaron el coche y desaparecieron por la calle. Después de que ya no pudiera verlos me fui al sótano a hacer un poco de ejercicio. Me gustaba mucho ese sótano porque no había ventanas y no había reloj, así que podía estar evadido del tiempo todo lo que quisiera. Después de lo que supuse que fueron horas y estar sudando como a medio día en Agosto con una ola de calor en Madrid, subí para darme una ducha. Fuera no había ya luz y mis padres seguían llamando por teléfono, y corriendo de un sitio a otro moviendo muebles.

—Dani, ayúdanos a mover los muebles para dejar todo preparado para mañana.

—Papá estoy sudando y me quería dar una ducha.

—Joder, Daniel, después te ducharás. —Empezamos a mover los muebles del salón y a jugar un poco al tetris para poder colocar la mesa grande para que pudiéramos caber todos los que venían a cenar. La verdad es que mi padre cuando está estresado saca toda su mala ostia. Al final conseguimos colocar todo.

La casa estaba llena de gente. Mis primos pequeños corrían por toda la casa jugando y mis primos mayores se sentaban a hablar con mis tíos y mis padres. Yo era el único primo de mi edad. No sabía cómo iba a ser esta Nochevieja ya que era la primera que no iba a salir. Fran no me dijo nada de quedar, creo que al final se arrepintió de todo lo que pasó. Intente evadirme con la familia, pero era la primera vez que los veía como a extraños. Después de la copiosa cena y de tomarnos unos licores llamaron al timbre. Mi madre me miró e hizo ademan de que fuera a abrir la puerta. Me levanté arrastrando un poco los pies y fui a abrir. Mi sorpresa fue cuando al abrir me encontré con Fran, su madre y su hermana. Fran tenía esa cara de perdona vidas y no podía apartarle la mirada, me había vuelto a hipnotizar con esos ojos verdes.

—¡Hola Dani! Feliz año.

—Feliz año —contesté sin ninguna emoción.

—Hemos venido a felicitaros el año. —este iba a ser un comienzo de año que me iba a gustar, Fran tendría que estar aquí por lo menos unos minutos.

—¡Pasar, pasar! Están todos en el salón, adelante. —Encarne la mejor de mis sonrisas y les dejé pasar. Me ofrecí a cogerles los abrigos y María y Raquel me lo dieron rápidamente. Fran no se quitó el suyo. Su madre y su hermana pasaron al salón y empezaron a saludarse a gritos. Fran y yo nos quedamos en el hall. Le extendí la mano para que me diera el abrigo pero seguía mirándome como perdonándome la vida. Pensé en sacar el tema, pero viendo su actitud no me apetecía.

—Si quieres dame tu abrigo y te lo guardo. Que aquí hace mucho calor. —sonreí.

—No. Saludo y me voy que tengo una fiesta. —Fran pasó de largo y antes de entrar esbozó la mejor de sus sonrisas, marcando esos dientes blancos en esa tez morena. Subí a mi habitación a dejar los abrigos. Bajé las escaleras cabizbajo y antes de llegar al último escalón levanté la cabeza y me fui al salón. Fran se había sentado dónde yo estaba y me quedé de pie al lado de mi tío. Fran se levantó de la silla y vino hacia mí con una sonrisa, que sabía perfectamente que era más falsa que una moneda de tres euros.

—Bueno Dani, un placer y feliz año. —Me estiró la mano y mis ilusiones de verle más se fueron al traste. Le cogí la mano y me acercó a él como para darnos un abrazo. Yo podía ver las caras de todos, la madre de Fran y mi madre sonrieron y dijeron algo como que qué buenos amigos nos habíamos hecho. Noté el olor dulzón de su colonia y su aliento en mi oreja. Mi polla pegó un salto y Fran tuvo que notar que se me había puesto dura. Nos separamos del abrazo y me echó una mirada fulminante. Camino hasta la puerta y yo me senté en mi sitio. La madre de Fran salió corriendo a por su hijo y empezaron a hablar. No podía verlo desde  mi posición pero ya me daba igual. Mi tía me estaba contando no sé que de un supermercado de su barrio cuando alguien me tocó el hombro. Me giré y era Fran. Se acercó a mi oreja y me empezó a hablar.

—Vístete, que te vienes de fiesta. —No me lo podía creer. Intenté hacerme el interesante y obligarle a que me invitara a ir él y no su madre. Porque sabía que le había dicho que me llevara con él. Me acerqué a su oreja.

—No hace falta que me digas de ir contigo por compasión. No hace falta. —Me agarró del brazo y me empezó a apretar el bíceps. El dolor era punzante y volvió a hablarme al odio.

—Que te levantes de una puta vez, que no quiero montar el numerito aquí. Si no quieres venir, te jodes, sales conmigo a la calle y luego te vas a donde te salga de los huevos. —Le miré a los ojos y estaban llenos de furia y asco. Me levanté y nos fuimos los dos a la habitación. Bueno pensaba que iba a ir solo, pero Fran me estaba siguiendo. Entré en la habitación y fui a cerrar la puerta, pero su manaza me lo impidió. Le dejé entrar porque sabía que podría ganarme. Me empecé a cambiar mientras él se quedaba en el marco de la puerta.

—Oye puta, ¿qué haces? —Me giré un poco para mirarle. Estaba con los brazos cruzados como un puertas de una discoteca. No entendía nada—. Espero que tengas una buena excusa para que ayer no me cogieras el teléfono. —Me quedé mirándole sin entender nada.

—No tengo ninguna llamada tuya. —Fran sacó su móvil y me lo acercó para que viese las llamadas. Vi el nombre “Puta 3”. Me tenía en el móvil como puta tres. Me agaché para coger el móvil de mi bolsillo y miré las llamadas perdidas y se lo enseñé. Lo miró y marcó otra vez. Se quedó esperando a ver si mi móvil sonaba pero no pasaba nada.

—¿Éste es tú número? —me dio el teléfono pero el último número estaba mal.

—No, mi móvil acabe en seis, no en nueve. —Fran cambió el número y empezó a llamarme. Ésta vez sí sonó el móvil.

—Perfecto. Ahora cámbiate rápido que hemos quedado. —Fran se volvió a poner en la puerta mientras me cambiaba de ropa. Quería ver si se ponía cachondo e hice como que se me caía la camiseta y me agaché dejando mi culo desnudo a su vista. Me levanté y me vestí. Él seguía ahí de pie sin hacer nada. Después de vestirme bajamos los dos al salón para despedirnos. Todo el mundo empezó a decirnos que nos lo pasáramos bien de fiesta. Fran salió delante de mí y fue cuando me fije en cómo iba vestido. Llevaba unos pantalones de vestir y una chaqueta de esas modernitas. Empezamos a andar por el jardín.

—Vamos a mi casa, que tengo que coger la moto.

—¿Por qué no vamos en mi coche? Así no nos pelamos de frío. —Fran asintió.

Nos subimos en el coche y puse un poco de música. Fran solo miraba al frente mientras me daba indicaciones de cómo llegar al sitio. Sonó su móvil y miro el mensaje.

—Gira ahora a la izquierda. —Hice lo que me dijo. La verdad es que un chaval de diecisiete años me estaba ordenando y tratándome como a una puta y por una parte pensaba que tenía que parar todo este juego. —Para aquí. Nos paramos en frente de un bloque de pisos. A los pocos minutos un chaval salió por la puerta. Iba vestido con un traje negro y una camisa blanca. No se le veía tan musculado como a Fran, pero también tenía buen cuerpo. Tenía el pelo engominado hacia arriba y andaba como si estuviera escocido. Fran se bajó del coche y saludó a Fer. Los dos se sentaron detrás y empezaron a hablar sobre la fiesta a la que íbamos. Me sentía como un padre cuando llevaba a sus hijos a algún sitio. Me empecé a enfadar y por el retrovisor veía los ojos verdes de Fran mirándome, pero solo me decía por dónde ir. Después de casi cuarenta minutos conduciendo llegamos a una discoteca de esas que tienen un parking gigante. Aparqué por donde pude y nos bajamos los tres del coche. Cogí a Fran del brazo mientras Fer llamaba por teléfono.

—¿Por qué te has puesto atrás?

—Porque estaba mi hermano y no iba a dejarle solo. —Se soltó de mi mano sin ninguna dificultad. Empezó a caminar hacia Fer y a un grupo de cinco chicos más. Yo iba detrás de él y después de las presentaciones nos fuimos adentro. La música la verdad es que no me gustaba para nada, pero es lo que había. Nos pedimos algo en la barra y algunos se fueron a hablar con unas tías y otros se fueron a la pista. Yo me quedé con Fer en la barra. Era un chico muy majo, pero no era mi tipo. Moreno, ojos negros, buen cuerpo, pero no me gustaba. Yo buscaba a Fran con la mirada y al lado de la pista ahí estaba. Dándose el lote con una choni peli oxigenada. La tía le tocaba el pecho y el paquete. Él para no quedarse corto le tocaba las tetas, el culo y el coño. Me puse de mala ostia, pero de muy mala. Fer tuvo que verme la cara.

—Tranquilo, tío —me dijo al oído por lo alta que estaba la música—. Se la follará y después te la puedes follar tú. Esa es, como dice él, su puta número dos. —Le miré a los ojos y me devolvió la mirada y me guiñó un ojo. Fer no sabía que prefería que me follara Fran o incluso él, antes de que me follase yo a una tía. Fran dejó a la tía y se vino hacia nosotros. La chica estaba bebiendo de una pajita y parecía que era una polla que estaba mamando. Fran se acercó a Fer y le habló al oído. Fran volvió con la tía y Fer se quedó mirándoles mientras desaparecían en la multitud. Fer se dio la vuelta y se quedó mirando la barra.

—¿Qué te pasa? —pregunté. Fer se giró para verme.

—Nada, que le dije al Fran que si la tía quería podríamos hacer un trío y me ha dicho que no, que solo quiere hacerlo con él. —Volvió a mirar a la barra.

—No te preocupes tío. Será por tías aquí. Hay muchas que nos están mirando. —Fer giró un poco el cuello y se tomó el cubata de un trago.

—Tienes razón, voy a ver si alguna quiere comerme el rabo. —Fer se acercó a un grupo de chicas. Yo me quedé solo y sin nada que hacer. Había muchos tíos, pero todos tenían pinta de hetero. Dejé la copa a la mitad y me fui al coche a por el tabaco. Al salir de la discoteca una bófeta de frío me dio en la cara. Corrí hacia donde estaba el coche y me senté detrás. Bajé la ventanilla un poco y me eché un cigarro. Estaba más cómodo en el coche que en la discoteca y no importaba quedarme aquí y no entrar dentro. Pensé que Fran me había dicho de salir con él para que fuera su chófer toda la noche, pero no sabía que mi coche no era un picadero. Me terminé el cigarro y cogí el móvil. Tenía una llamada perdida de Fran y pensé en la mala ostía que se había puesto cuando me estuvo llamando. No sé porque lo hice, porque al fin y al cabo me estaba comportando como si fuera de verdad su puta. Le devolví la llamada y después de varios tonos iba a colgar, pero alguien respondió. No parecía la voz de Fran y no lo era, era la de Fer. Me preguntó que dónde estaba y que si estaba solo. Le dije que estaba en el coche echándome un cigarro y que estaba yo solo.

Al cabo de cinco minutos alguien entró por la otra puerta de atrás y se sentó a mi lado. Fer tenía la cara roja del aire frío que soplaba.

—¿Te has follao a alguna?

—Que va tío, me la han calentado y han pasado. Tenían novio las muy hijas de puta.

—Pues vaya mierda. —Fer se sentó y abrió un poco las piernas. Me encendí otro cigarro y seguí hablando—. Seguro que hay alguna más por allí.

—Sí, eso seguro, pero necesito a una que de verdad quiera follar, que llevo sin mojar más de un mes. —No dije nada, seguí fumando mirando al techo—. Le pregunté a Fran si tenía el móvil de algunas de sus putas. —Le miré de reojo y supuse que el gilipollas de Fran le había dicho que yo era su puta número tres. Fer me miraba mientras sonreía. Bajé la vista y se había sacado el rabo por la cremallera. La tenía morcillona, aunque era más pequeña y fina que la de Fran, pero tenía el capullo mucho más grande. Me giré para mirarle a los ojos.

—No sé qué te ha dicho Fran, pero no me va ese rollo, lo siento. —Fer se empezó a toquetear el rabo morcillón. Me cogió de la cabeza y me empotró la cara contra su polla.

—Me ha dicho que eres la puta más guarra que tiene y que siempre quieres polla, así que ahora eres mío —dijo mientras me escupía en el moflete—. Fran me ha dejado usarte, así que vas a cumplir como un campeón, y como se te ocurra morderla o hacer algo raro, te juro que te reviento vivo, ¿entendido? —Asentí con la cabeza y mi polla ya estaba escupiendo cantidades ingentes de pre—. Pues abre bien la boquita. Abrí la boca y me metí entera la polla. Mi nariz chocaba con la cremallera. El sabor no me gustaba mucho, sabía demasiado a orín. El tío era un cerdo que llevaba varios días sin lavarse, pero no podía sacármela porque tenía su mano en mi cabeza.

—Mueve la lengua y saborea, saborea, que está más buena que la de Fran. —Más quisiera él que estuviera más buena. Moví la lengua con la polla en la boca y empezó a crecer. Me quitó la mano y me dejó hacer. Le empecé a hacer una de mis famosas mamadas y Fer solo gemía. Me separó de su polla y me dejó con ganas de más. Se quitó los pantalones y los bóxer y empezó a darse tobitas en la camisa con la polla—. Venga, ven, que lo estás deseando y es toda tuya. —Me abalancé hacia su polla y volví a comérsela. Mientras le hacía la mamada le acariciaba los huevos—. Joder, sigue así, joder, que vas a probar mi leche calentita. —Intenté hacerme una paja, pero en esa posición me era imposible cascármela. Me sobaba la polla por encima del pantalón para intentar correrme pero no me daba mucho gusto. Fer movía las caderas al para intentar follarme la boca, pero era un poco torpe y no lo hacía muy bien.

—Joder, chaval, como la chupas, joder. Sí, sí, sigue así, sigue… joder… —Fer me incrustó la polla en la boca y me puso la mano en la cabeza—. ¡Sí, toma lefa puta, toma! —Me agarró del pelo y noté que algo caliente me entraba directamente en la garganta. Me quitó la polla de la boca con un tirón de pelo y me escupió en la boca—. Mira como se relame la muy zorra. Es verdad que te lo tragas todo, jajaja. —Me dio una pequeña ostia en la cara y se vistió rápidamente y salió del coche. Yo seguía con la polla dura y pensé en cascármela, pero ya olía mucho a polla el coche y pasé, cuando llegase a casa me haría una buena paja. Bajé las ventanillas de atrás hasta el final y el aire frio empezó a entrar en el coche. Me encendí un piti y así también quitar el olor del coche y el sabor de esa polla de mi boca. La lefa no la pude saborear, pero seguro que la de Fran estaba mejor.

Ensimismado en el coche sonó mi móvil. Lo miré y era un mensaje de Fran, “Te has portado como un campeón”. Tiré el móvil hacia los asientos de delante de mala ostia. Que Fran me usara como a una puta podía medio aceptarlo, pero que me usara como puta con sus amigos no me hacía nada de gracia. No sé por qué, pero acordé de mi padre y pensé que tenía el mismo carácter que él.

Yo sabía que nunca me iba a enfrentar a Fran, no sé si por miedo o porque estaba perdido por él, por su olor, sus ojos, su cara, su piel, su pollón, por todo, pero dentro de mí algo empezó a nacer. Subí las ventanillas y recupere todas las partes del móvil que estaban en los asientos delanteros. Salí del coche y puse la batería. Entré en la discoteca y empecé a buscar a Fran o alguno de sus amigos, pero allí no veía a nadie. Me fui a los baños para ver si allí había alguien pero tampoco, cuando noté una mano en el hombro. Era Fer. Me estaba sonriendo y se tocaba el paquete.

—¿Quieres más? Podemos hacerlo en un reservado, ya verás cómo te dejo el culo. —Le aparté de un empujón y me puso cara de incredulidad.

—¿Dónde está Fran? —pregunté chillando. Fer me señaló el piso de arriba. Le dejé en los baños y subí las escaleras que estaban llenas de gente. Al llegar arriba estaba todo lleno de gente medio borracha, por no decir borracha y medio en bolas. Habría por lo menos más de veinte puertas y todas ellas cerradas. Durante un segundo pensé en abrir una a una hasta encontrarlo. Me coloqué delante de la primera puerta y dentro se oían gemidos y risas. Puse mi mano en el picaporte para girarlo, pero no tuve valor. Me senté en unos sillones rojos que estaban vacios (cosa extraña) y me quedé pensando. Una tía morena se me sentó encima y me empezó a decir que si quería follar con ella, que llevaba buscándome desde que me vio entrar. Me cogió la mano y me la puso en su coño. Estaba muy húmedo, como mi entrepierna al pensar en Fran. Quite la mano y la dije al oído.

—Si quieres podemos follarte un colega y yo. —Me miró—. Tranquila, somos legales, lo que pasa es que no le encuentro. Se llama Fran y le llaman caballo. —La chica se separó de mí y se levantó dándome la mano. Me guió por el pasillo lleno de gente. Se acercó a una puerta y la abrió de golpe. Miré dentro y solo había una tía más fea que un bizco inflando un globo.

—Tengo una idea mejor. —Me tiró del brazo para que entrara y me sentó en el sillón que había dentro. No habían cerrado la puerta y ya había algún curioso mirando el espectáculo. Las tías empezaron a darse el lote delante de mí y vi pasar por la puerta a la choni de Fran. Me levanté rápidamente y las dos tías empezaron a gritarme que volviera. Corrí como pude para alcanzarla y la cogí del hombro. Se giró un poco de mala ostia.

—Perdona, ¿sabes dónde está Fran? —La chica se quedó mirándome a los ojos. Nunca me había sentido atraído por mujeres, pero es verdad que era guapa. Rubia, ojos azules y buen cuerpo.

—Detrás de ti. —Me giré y allí estaba mi adonis, serio como siempre y un poco sudado. Coloqué mi cabeza al lado de la suya.

—Que me uses tú, lo medio acepto, pero no voy a ser la puta de todo tu grupito de bakalas. Así que la próxima vez que algún amigo tuyo necesite descargar le pasas el número de otra de tus putas u os montáis una orgía entre vosotros. Así que me piro chaval. —(¿Chaval? ¿Le había llamado chaval? No podía creerme que hubiera dicho esa frase, pero seguía caliente, no sexualmente hablando). Fran pasó por mi lado y cogió a la chica y la empezó a morrear. Después de unos segundos que se me hicieron eternos, separó sus labios de los de ella y se acercó a mí.

—Que nunca se te olvide —dijo señalando a la choni. Sabía que significaba esa frase: “Soy hetero y en el fondo prefiero un coño a tu culo”. Bajé las escaleras y durante un segundo, deseé que Fran parara mi huída pero llegué a la puerta y allí no me paró nadie. Salí de la discoteca y el mundo que yo mismo me había creado se estaba haciendo añicos como el cristal. Me fui en dirección al coche para sentarme y dejar por fin esta relación tóxica que me estaba destrozando. Creo que me perdí por el aparcamiento de la discoteca. Miraba todos los coches uno a uno para localizar el mío. Algunos tenían los cristales empañados, otros se movían rítmicamente y otros estaban con las puertas abiertas y con chicas arrodilladas comiendo rabo. Después de mucho caminar encontré el coche y estaba decidido a arrancarlo y pirarme de allí. Me subí al asiento del conductor y arranqué el coche, pero me di cuenta de que no me conocía muy bien el camino. El móvil me empezó a sonar y era un amigo de la universidad. Me dijo que iban a venir a la discoteca donde estaba porque su novia trabajaba en el staff. Le dije que le esperaba en la puerta porque dentro había mucha gente y sería difícil poder verle.

Estaba esperando en la puerta cuando a los veinte minutos, y otros tantos estornudos por el frio, llegó Julián con tres amigos más.

—Dani, que pasa tío. —Nos dimos las manos y nos presentamos. Julián era un chico normal, no tenía un físico espectacular, ni nada, pero era muy simpático.

Al entrar nos dirigimos a la barra y nos pedimos unos cubatas. Estuvimos hablando los dos un buen rato mientras sus amigos estaban hablando con unas chicas.

—Bua Dani, aquí hay muchas pivas y casi todas sin bragas. —Nos reímos los dos—. ¿Y tus colegas?

—Estarán por ahí. —Miré hacia la pista por si veía a alguien conocido, pero no. Aún así le señalé en dirección a la pista.

—Pues ya verás cuando veas a mi chica. Vas a flipar tío, es mil de guapa y está cañón, cañón. —Julián puso una gran sonrisa—. Mira por ahí viene. —Y me señaló a una chica rubia que venía hacia nosotros por la pista de baile. Al llegar a nuestro lado se me quedó mirando y se la notaba nerviosa (normal, porque era la puta de Fran). Julián nos presentó y ya supe su nombre, Arantxa. Julián pidió unos cubatas para nosotros y Arantxa y yo nos miramos y empezamos a hablar.

—¿De qué conoces a Julián? —Su mirada era temerosa.

—Somos compañeros de la universidad. —La chica no paraba de mirar a un lado y a otro, como buscando. Yo sabía lo que buscaba, a Fran. Si el bakala aparecía ahora y la veía con su novio se podría montar una buena, porque seguro que Fran la llamaba puta como a mí o algo peor.

Ella tenía novio y aún así se lo montaba con Fran. Por una parte lo podía entender, porque Fran estaba to bueno. Un cuerpo de diez y una polla de once. Arantxa tenía que ser como yo, una auténtica guarra en la cama, aunque según dijo Fran, de sus putas la única que disfrutó de su rabo en el culo fui yo. Me acerqué a su oído.

—No te preocupes. Si aparece me lo llevo. —La sonreí y sus ojos se clavaron en los míos. La chica estaba temblando un poco. Arantxa se acercó a mí.

—Por favor, no le digas nada a Julián de Fran, ni a Fran de Julián, es una larga historia, por favor.

—Tranquila, tranquila, no les diré nada, pero seguro que hay mucha gente que te ha visto con él. —Arantxa se puso más nerviosa y cogió a Julián por el brazo y le habló al oído. Julián negaba con la cabeza y hacía movimientos bruscos. Yo mientras me puse en busca del rompe vidas, pero no había ninguna señal de su presencia. Me giré para hablar con Julián y Arantxa y allí estaba Fran, al lado de los dos. Arantxa me miró asustada y me puse al lado de Fran. Julián y Arantxa empezaron a hablar entre ellos. Yo me acerqué el oído de Fran.

—Déjala tranquila Fran. —Fran me miró a los ojos y empezó a sonreír. Luego se volvió a Julián y Arantxa.

—Bueno chavales, nosotros nos vamos ya. Julián —este le miró—, úsala bien, que no veas como es. —Arantxa y yo nos quedamos con los ojos como platos y Julián no entendía nada. Fran empezó andar hacia la salida. Yo me quedé para despedirme de Julián y Arantxa. Al darla dos besos me dijo gracias. Lo que ella no sabía es que yo ahora iba a estar en su lugar (o eso creía). Me alejé de ellos y me puse a la altura de Fran. Olía super bien, y la verdad es que nunca había penetrado un culo, pero no me importaba que mi primer culo fuese el de Fran.

Salimos de la discoteca y nos fuimos caminando. Fran estaba haciendo algo con el móvil y luego lo guardó en un bolsillo. Yo no sabía que decir.

—Estarás contento. —Este comentario me pillo de sorpresa.

—¿Por?

—Porque ahora vas a ser mi puta número dos.

—¿No crees que te pasas un poco con la gente? Tratándonos como si fuéramos objetos.

—Mira hermano, yo no obligo a nadie a hacer nada. Si no quieren hacerlo no lo hacen. —Fran seguía caminando con las manos en los bolsillos. —Nunca he follado a una tía por el culo y nunca las he forzado a hacerlo. Yo no me preocupo de si tienen novio o lo que sea. Yo las entro, me las follo y si me gustan y quieren repetir ya son mis putas.

—Sí, si eso me parece estupendo, pero a mi tu amigo Fer me ha obligado a comerle la polla y luego en los baños me ha dicho que si quería probar su polla en mi culo. Y sinceramente no soy la puta de nadie. En la cama me da igual que me llamen lo que sea, pero fuera de ella no. —Fran me miró.

—Mira hermano —Fran se paró—. Si no quieres que te follen nuestros colegas, me lo dices y listo. No hay problema.

—Pues no, no quiero que me follen tus colegas.

—Pues ya está, no te preocupes más que nadie te va a decir nada nunca más. —Fran se paró de golpe y se volvió a dirigir hacia la discoteca. —Ahora vuelvo, que tengo que ir a por el Fer, porque nos vamos ya. —Fran se alejó y yo me quedé mirando como desparecía por la puerta. Cuando ya hubo entrado me fui hacia el coche y me quedé esperando dentro. A los quince minutos Fran entró en el coche, pero no entró con Fer sino con Arantxa. Ella me miró y sonrió.

—Hola Dani —preguntó mientras se acomodaba detrás de mí asiento.

—¿Y Julián? —pregunté.

—Pues estará dentro, yo es que me encuentro mal y Fran me ha dicho que me podéis llevar a casa.

—Sí, claro sin ningún problema. —Fran entró en el coche.

—Pon la cale hermano, que nos vamos a morir de frio. —Puse la calefacción al máximo y arranqué el coche. Cuando salimos del aparcamiento una pelota, hecha con ropa, fue a parar al asiento del conductor. Cogí el retrovisor y lo moví para ver que pasa atrás. Arantxa estaba sin camiseta y sin sujetador, con las bufas al aire. Fran las estaba tocando y de vez en cuando se comía los pezones mientras Arantxa gemía. La escena no me gustaba, pero si me estaba excitando, imaginándome la polla de Fran dura dentro de su pantalón, notando un fuerte dolor por la presión. Fran dejó de comerla las tetas.

—Venga puta, aquí tienes tu bibe. —Bajé más el retrovisor y apunté hasta donde se supone que estaba la polla de Fran, porque ahora se veía un pelo rubio que subía y bajaba. Fran la cogía por la cabeza como me cogía a mí y la obligaba a metérsela toda hasta la garganta. Un claxon de un coche me hizo volver a la realidad de la conducción. Puse el retrovisor para ver y vi que Fran estaba mirándome. De vez en cuando cerraba los ojos y los volvía a abrir.

Después de unos minutos y varias miradas a Fran bajé un poco el retrovisor para poder verle la boca. ¿Me estaba hablando mientras le comían el rabo? Bajé un poco la velocidad y me concentré en leer sus labios. Yo entendí: “¿quieres comértela tú?” o “¿quieres chupármela tú?” o “¿quieres jugar con ella tú?” o algo así. Estaba cachondo, y sé que antes había puesto mis principios ante todo, pero me daba igual, yo quería comerme su enorme polla y sentir su vello púbico en mi nariz.

Le asentí y eso que dijo si lo entendí: “pues te jodes”. Me puse rojo de ira y pregunté en alto.

—¿Dónde tengo que llevarles? ¿A casa del señor o a casa de la puta? —Me salió de dentro. Sé que la culpa la tenía Fran y no Arantxa y que era un comentario machista. Él era un hijo de puta y ella también, pero me acababa de dar un ataque de celos. Fran se rió y quitó la cabeza de Arantxa de su rabo. Esta se limpió con el brazo las babas (hija de la gran puta, pensé).

—No sé, ¿dónde quieres terminar cariño? —Arantxa se había transformado. Era como yo, cuando no estaba cachonda era una persona, pero en cuanto se la mojaban las bragas era una auténtica zorra.

Fran se quedó pensando mientras sonreía. Me miró y yo solo asentí, aunque esta vez no sabía lo que preguntaba. Yo me imaginaba que podía ser de todo, que si quería polla en boca, culo, lefa, me daba igual, lo quería todo de él.

—Para el coche en cuanto puedas. —Paré el coche en una gasolinera y dejé el motor en marcha. Arantxa se había vuelto a meter el rabo de Fran en la boca, pero cuando paré el coche Fran la tiro del pelo y le sacó el rabo. Se lo metió en los pantalones como pudo. Abrió la puerta y salió.

Mi puerta se abrió de golpe y Fran me cogió del brazo. Casi me caigo al salir, pero los fuertes brazos de Fran me habían sujetado.

—¿Tú amigo Julián tiene coche?

—Sí… creo que sí. ¿Por? —Fran se dirigió hacia la puerta de Arantxa, la abrió y se sacó el rabo del pantalón. No entendía que es lo que pasaba, pero pensé que quería ver como Julián veía a la zorra de su novia. Fran estaba con el móvil mientras Arantxa le comía el pollón y de repente salió el flash del móvil. Arantxa dejó de chuparle el rabo.

—¿Pero qué coño haces?

—Bájate del coche ya. —Fran ponía un tono serio que asustaba a cualquiera. Pero verlo con ese tono y con el rabo al aire, era un poco cómico. Arantxa cogió sus cosas del asiento del copiloto y se bajó. Tenía el maquillaje corrido y el pelo alborotado de las manazas de Fran—. Dani sube al coche. —Obediente de mí subí al coche. Fran se quedó hablando con Arantxa un momento y esta se puso a llorar. Fran se subió al coche, pero esta vez se puso delante.

—¿Qué ha pasado?

—Tu arranca, que ahora viene su novio a recogerla. —Aceleré el coche y Arantxa se fue perdiendo en el horizonte.

—¿No deberíamos esperar a que llegase?

—Tu tranqui, hermano. Si te he dicho que pares ahí porque un colega trabaja este turno en esa gasolinera. Ya la habrá recogido. —La verdad es que me pareció curioso—. Venga, vámonos a casa. —Fran se había guardado el rabo que lo tenía morcillón, pero mi rabo seguía duro y me notaba muy mojado. Estaba muy cachondo y quería su pollón. Le puse la mano derecha en su muslo a ver qué es lo que pasaba.

—¿Qué pasa te ha puesto cachondo la mamada que me han hecho? —asentí con la cabeza sin quitar la vista de la carretera. Fran cogió mi mano y puso en su paquete—. Pues te pienso preñar la boca y el culo. Qué me la han puesto dura muchas veces y no me han vaciao —Aceleré un poco el coche para intentar llegar un poco antes. Fran seguía diciéndome cosas para ponerme cachondo.

Aparqué el coche enfrente de casa.

—Vamos a mi kely, que mi habitación está en el sótano. —Salimos del coche y nos pusimos a andar a su casa. Yo iba más rápido que él, porque estaba que no podía más. Llegué a la puerta y me giré para verle. Estaba andando con la cabeza bien alta, como disfrutando de mi desesperación. Sacó las llaves y entramos a su casa.

Tenía la casa demasiado cargada de objetos para mi gusto, pero ahora mismo eso me daba igual. Fran me adelantó y sacó una llave y abrió una puerta.

—Venga, baja. —Bajé por las escaleras muy despacio porque no había luz. Fran la encendió cuando ya llevaba la mitad bajadas. Llegué al final y vi su habitación. Era la habitación de un hetero. Posters de tías medio en bolas encima de coches, en una esquina había una cinta de correr y unas mancuernas, un escritorio con un ordenador nuevo, una cama de matrimonio enorme, y varios armarios empotrados. Al lado de un cesto había ropa sucia y la mochila que usaba cuando venía a casa. Al final de la habitación había una ventana que ocupaba la parte superior de la pared, (por lo menos se puede ventilar). Me giré para ver a Fran. Me estaba mirando sonriendo, con los brazos en jarra.

—¿Te gusta, eh?

—Hombre, está bien, es amplia y aislada. —Fran se acercó a mí.

—¿No querías polla? —preguntó mientras se apretaba el paquete con la manaza—. Pues aquí la tienes. —Se desabrochó el cinturón y se bajó los pantalones. Llevaba unos bóxer de color rosa de diesel y la polla se le salía por arriba y había un cerco húmedo en la goma. Yo me quedé hipnotizado otra vez con el pollón, mientras se quitaba los calcetines y los zapatos. Se quitó también la parte de arriba y se me quedó mirando. Tenía esa peil tostada, esos músculos sin ningún gramo de grasa, bien marcados, unos brazos gigantes y unas piernas que podían reventar un culo si usaba mucha fuerza y… su polla estaba en consonancia con el cuerpo. Una polla morenita (supuse que tomaría el sol o los rayos UVA desnudo) con la cabeza rosada. Se quitó los bóxer y su polla por fin pudo respirar. Se la agarró y se la empezó a cascar muy lentamente. La pre caía como una fuente de hilos. La recogió con su mano.

—Ven aquí. —Fui como un zombie hacia él. Me restregó la manaza por la cara y me llenó de pre—. Pienso pringarte entero, así que quítate la ropa. —Me desnudé tirando todo por ahí. Me quedé en bolas a su altura, con mi polla llena de pre. Fran se acercó y me cogió el rabo. Me encantaba que me tocasen la polla y más él. Puso su mano en forma de cuenco y recogió mi pre. Luego se la restregó por su polla.

—Venga a limpiar so guarra. —Me cogió de los hombros y me tiró al suelo, me reincorporé de rodillas y me lancé a por su rabo. Me lo metí hasta el fondo, dando varias arcadas por el camino. Sabía a mí y sabía a él. Fran movía las caderas al ritmo de mi mamada.

—Joder. —Empezó a aumentar el ritmo de la follada de boca y mis babas estaban cayendo por todo el suelo. Sus pelos entraban en mi nariz y podía aspirar todo su olor. Sus huevos chocaban en mi barbilla y notaba el cosquilleo de los pelos. Esta vez quería cascármela mientras me follaba la boca. Empecé a masturbar mi rabo y Fran tuvo que verme porque me cogió de los hombros y me hizo separarme de aquel manjar.

Estaba de rodillas con una mano en mi polla y otra en el suelo. Tenía que tener pinta de una autentica puta.

—Vas a recordar este día para siempre. ¿Quieres? —Asentí mientras me lamía los labios—. ¿Vas a aceptar como una buena puta todo? ¿Sin ninguna queja? —Estaba tan cachondo y con tantas ganas que me daba igual—. Muy bien así me gusta— y me atusó el pelo como si fuera un perro. Se puso su bóxer rosa y cogió su móvil—. Ahora se bueno y quédate quietecito—. Me ató mi bufanda alrededor de los ojos—. Ahora vuelvo, no te muevas. —No podía ver nada y esto me gustaba. Nunca antes había hecho esto, pero me estaba encantado. No sé cuánto tiempo pasó, pero supuse que serían más de quince minutos cuando la puerta se volvió a abrir. No oí ningún paso ni nada, pero había ruidos en la habitación. Noté una presencia delante de mí y abrí la boca esperando a que Fran me metiera su polla, pero noté que me puso las manos en la cabeza y me obligaba a ir hacia su rabo. Me lo metí sin pensar, saboreando… pero no era la polla de Fran. Intenté sacármela de la boca, pero alguien me acaba de sujetar por detrás.

—Tranquila, tranquila —era Fran—. Que estoy aquí. —Me puso su manaza en la nuca para que no pudiera sacarme la polla de la boca, pero me quitó a venda de los ojos. Miré hacia arriba y era Fer. Me soltaron la cabeza y me saqué su polla. Fran se puso al lado de su amigo, rozándose los brazos—. Mira, como me dijiste que no querías ser la puta de mis hermanos, pues he decido que cuando te folle invitar a alguien para que te pruebe. —Me quedé a cuadros, cachondo, pero a cuadros. Fran esperaba que dijera algo, pero que podía decir. Tenía dos tíos, desnudos, con las pollas duras y esperando para usarme. Me arrastré de rodillas y cogí las dos pollas con las manos. Empecé a chupar una y luego otra. Nunca había hecho un trío, pero me gustaba. Mientras le chupaba la polla a Fer podía ver como Fran buscaba mi atención dándome golpes con la polla en el moflete.

—Joder, Fran, de todas, la que mejor chupa. No veas cómo me la comió en el coche, si me corrí y tenía ganas de más.

—Ya sabes, que siempre compro calidaaaaad. —Los dos estallaron en carcajadas mientras yo seguía comiendo rabos.

—Venga hermano, vamos a ponerla en la cama como a la rubia.

—De acuerdo. —Fran se fue y Fer se me quedó mirando.

—¿Quieres esta polla? —dijo señalándosela— ¿Quieres? —Yo asentí como un niño bueno, pero me calzó dos ostias en cada mejilla—. Como te gusta recibir todo de un hombre de verdad. Venga, abre bien la boca zorra. —Me la metió de golpe, no me costó tanto como la de Fran, pero empezó a gustarme. Las babas caían por todas partes, pero no le salía pre.

—Jooooder, Fraaan, como chuuupa la muy guarra. —Fran no se que hacía, pero algo estaba preparando seguro. Puse mis manos en sus nalgas (iba a intentar jugar con su ojete) y lentamente le toqué el ano. Seguía follándome la boca como si no hubiera un mañana y en una de esas embestidas le metí un dedo hasta el fondo.

—¡Jodeeeeeer! —gritó y me pegó un empujón—. Fran, tronco, la puta me ha metido un dedo en el culo—. Fran se puso detrás de mí y me cogió el cuello apretándome. Hizo que tuviera que apoyarme con las manos en el suelo.

—Tranquilo, hermano, que a veces le pasa. Unas cuantas ostias y se queda relajada. —Oí como Fran preparaba un buen gapo y lo lanzó al suelo—. Límpialo, y pide perdón. —Negué con la cabeza. Fran seguía cogiéndome del cuello y me apretó más. —¿Cómo has dicho?

—¡He dicho que no! —grité flojo para que no nos oyesen su madre y su hermana. Vi que Fer empezó a andar, pero no sabía que iba a hacer. Después de unos segundos con un dolor de cuello flipante, Fer me agarró de los huevos.

—Vamos, no querrás que te apretemos más fuerte, ¿no? Así que venga, límpialo. —Seguí parado sin hacer nada.

—Joder, se ha quedado sin energías, ya verás ahora —Fer dejó de apretarme los huevos y me empezó a dar ostias en el culo. No sé porque lo hizo, pero empecé a echar más y más pre. Creo que no lo vieron, porque si no me hubiesen dicho de limpiarlo. Puse el culo más en pompa para que me diera mejor—. Joder Fran, a este le mola que le den en el culo mira. —Fran me soltó el cuello. Yo me quedé en esa posición sin moverme, mientras notaba que el culo me palpitaba.

—Joder, se lo has dejado rojo, hermano. —Fran chocó su mano con la de Fer.

—Dale tú con esas manos, ya verás cómo le mola. —Fran empezó a darme en el culo manotazos. Notaba que cogía carrerilla para dármelos y aunque sintiera dolor, el placer era mayor. Fer me tocó los huevos y se rozó con toda la pre que había soltado—. Joder, este está echando to. —Fran dejó de darme ostias y me levantó por los hombros.

—Joder, como ha puesto el suelo. Límpialo todo, el gapo y tu pre. —Accedí a limpiar. Me agaché y empecé a lamer el gapo, mientras, Fer y Fran me daban pequeñas patadas en el culo, aunque más que patadas me sobaban el culo con los pies. Terminé de lamer la parte del suelo sucia y me di la vuelta para ver que hacían mis dos machos. Estaban de pie mirándome y sonriendo. Fran me miró a los ojos y bajó su mirada a sus pies. Mis ojos captaron la imagen. Tanto Fran como Fer tenían los pies cubiertos de babas y supuse que sería pre. Levanté l mirada hasta sus rabos y la única que soltaba pre era la de Fran. Gateé hasta sus pies y empecé a lamerlos.

—Joder, esta es más guarra que la Arantxa —Fer no paraba de reír cuando le lamía los pies. Seguí con los pies de Fran. Fer se empezó a mover y noté que me estaba restregando la polla por el culo—. Hermano está to abierto. —Fran no dijo nada. Fer me la metió de golpe y empezó a follarme. Me la sacaba entera y me la volvía a meter.

—¿Te gusta Fer?

—Joder, más prieto que un coño. Puffff. —Seguía dándome muy rápido y miré a Fran. Estaba sonriendo y mirando el reloj. Cuando vio que le estaba mirando a los ojos se puso de rodillas y me metió el rabo en la boca. Fer solo gemía y Fran se dejaba chupar el rabo con los movimientos que me daba Fer. —¿Quieres que me corraaaaaaa… en tu… culo? —Asentí lo mejor que pude con un rabo en la boca.

—No, córrete fuera. —Fran dijo eso y Fer la sacó de golpe. Yo seguía mamando el pollón de Fran y Fer empezó a gemir más fuerte.

—Aaaaah, jooooder, toma lefa putaaaaa —Fer se corrío en mi espalda y mi culo. Fran me sacó su pollón de mi boca. Fer se quedó sentado en el suelo y Fran no paraba de mirar el reloj. —Madre mía, menuda lefada he echado. Esto hay que repetirlo. —No sabía que estaba pasando. Me volví a acercar al nabo de Fran, pero él me puso su mano en la frente y me sonrió. Su cara se quedó a escasos centímetros de la mía.

—Anda, dúchate campeón, que no quiero lefa de otro encima de ti. —Me levanté y le miré— Es esa puerta de ahí. —Abrí la puerta y la cerré. Abrí el grifo del agua caliente y me metí dentro. Después de pegarme una buena ducha salí y me empecé a secar. Había un cesto de ropa al lado del wáter. Lo abrí y había unas medias. Empecé a sacar ropa y había una equipación completa de fútbol. Olía a sudor y debajo de los pantalones había un slip blanco. Estaba amarillo en la parte delantera. Mi polla estaba a mil otra vez y empecé a chupar ese slip. Estaba salado y ligeramente amargo… había lefa seca de Fran ahí. Decidí salir de mi cueva. Al abrir vi a Fran sentado en la silla y Fer no estaba. Le pregunté que dónde estaba y Fran me dijo que se tenía que ir. Se había vuelto a poner el bóxer rosa. Me acerqué a él y puse mi boca en su paquete.

—Espera Dani, espera. —Me senté en el suelo.

—Dime.

—¿Te gusta hacer esto? Ser nuestra puta, digo.

—Cuando estoy cachondo me gusta todo.

—¿Te ha gustado Fer? —preguntó con miedo.

—Hombre, tienes amigos que están más buenos que Fer. Parece que has cogido al más feo para ver hasta dónde podía llegar, ¿no? —me reí.

—Bueno, para la próxima te traigo uno que esté mazao. Ahora sigue. —Empecé a lamerle los pies y subiendo lentamente por las piernas. Fran se quitó los bóxers y dejó otra vez el pollón al aire. Su polla me llamaba. Me levanté y me senté encima. Su polla entró sin ningún problema en mi culo—. Joder, ¿tantas ganas tenías de que te follara?

—Síiii, sieeeeeeempre estoy deseaaaaaaando que me fooooolles. —Fran me estaba levantando solo con las caderas. Menuda potencia tenía en la pelvis.

—¿Solo follas cuando te follo yo? ¿No tienes a ninguno?

—Solo a ti.

—Pues entonces, disfruta de mí. —Fran dejó de hablar y empezó a follarme como un loco. Estaba brillante por el sudor y mi polla chocaba con sus abdominales. No podía parar de gemir, pero estaba vez no me tapó la boca, me dejó gemir. Mientras me follaba se lamía los labios y yo abrí la boca esperando lo más parecido a un beso suyo.

—Toma babas guarra. —Me lanzó un escupitajo en to la boca y lo relamí—. Venga sácate la polla del culo. —Me levanté y me saqué su pollón. Fran se levantó y se tumbó en la cama. Empezó a cascársela muy lentamente y me acerqué a él. Me la fui a meter en la boca, pero me dio una ostia en el brazo—. No siempre te la tienes que comer, cáscatela mirándome y córrete en mi cuerpo, que te lo has ganao zorra.

Me la empecé a cascar muy rápido porque no aguantaba más y quería que mi lefa llenara todos esos abdominales.

—Fran, me voy a correr. Me corró, ¡dios! —Mi polla empezó a disparar chorros de lefa sobre el torso, la mano y la polla de Fran.

—Venga, ahora verás la verdadera leche de hombre. Aaaaaaah, uffffffffffffff, madre, madre, mira mi lefa miraaaaaaaa —La polla de Fran empezó a soltar trallazos de lefa espesa sobre su s abdominales, pecho y uno le llegó a la cara. Estaba muy mono cubierto de lefa entero—. Venga hija de puta, empieza a limpiar. —Me acerqué a su rabo y a su mano y empecé a limpiarle toda la lefa, la mía y la suya—. Así, venga sigue, que hay mucha leche que limpiar. —Notaba la diferencia de sabores de lefa. La mía estaba más salada y la de Fran estaba un poco más amarga.

Después de limpiarle el pollón, la mano, los abdominales y el pecho, empecé a jugar con su pezón, pero parece que no había terminado de limpiar.

—Venga puta, deja mis pectorales y límpiame la cara. —Le miré y sus ojos verdes me estaban esperando. Me subí encima de él y me acerqué hasta su cara. Empecé a lamerle la mejilla y le pase la lengua por la comisura de los labios. Levantó la mano y me dio una ostia en to la jeta—. Ni se te ocurra, ni mi boca ni mi culo entran en el juego, ¿vale?

—Sí, sí, perdona. —Después de limpiarle la cara me puse a su lado y Fran apagó la luz con el pie. Nos quedamos tumbados en la cama, desnudos. Fran me pasó el brazo por debajo de la cabeza y yo me apoyé en sus pectorales.

—Buenas noches hermano.

—Buenas noches Fran. —Y el latido de su corazón sonaba como una nana y me quedé dormido.

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