Mi vecino Alberto (1)

Era un olor a macho después de hacer ejercicio, no resistí a mirarle de arriba abajo, llevaba una camisa de tirantes blanca que contrastaba con su piel morena y dejaba escapar unos pelillos húmedos de debajo de la axila del muchacho.

MI VECINO ALBERTO (1ª Parte)

Hola a todos. Hoy os quiero contar lo que me paso hace un par de meses con mi vecino. El se llama Alberto, tiene 18 años y es hijo de unos de esos vecinos de "los de toda la vida" le conozco desde que era un niño. Cuando era pequeño tenia a todo el vecindario revolucionado con sus travesuras. Yo me llamo Santiago, tengo 30 años, y aunque uno ya no es lo que era, todavía conservo un buen cuerpo, con mi 1.80 de altura y mis 79 kilos.

La historia comienza a principios de verano. Era media tarde, yo estaba viendo la televisión con las ventanas abiertas cuando escuche un claxon de coche y ruidos, me asome por la ventana y le vi, acababa de llegar de la ciudad donde estudia, en ese momento llegaron sus padres a recibirle.

  • ¿Qué tal Alberto? ¿Ya estas de vacaciones?. Le dije desde la ventana.

  • ¡Muy bien Santiago¡ - Me contesto desde el coche.

. Los días fueron pasando y le vi muy pocas veces. Un domingo por la tarde decidí ir a un rió cercano, como esta un poco retirado del pueblo y hacia mucho calor me lleve el coche, a medio camino vi a Alberto mochila al hombro . Pare el coche y le invite a subir.

  • Si vas al rió te llevo – dije sacando la cabeza por la ventanilla.

Alberto monto en el asiento delantero, en ese momento un fino olor a sudor me llego del sitio del copiloto. Era un olor a macho después de hacer ejercicio, no resistí a mirarle de arriba abajo, llevaba una camisa de tirantes blanca que contrastaba con su piel morena y dejaba escapar unos pelillos húmedos de debajo de la axila del muchacho. Los pantalones cortos de chándal también blancos y unas zapatillas bastante usadas completaban su vestimenta. No se que paso en ese momento que me di cuenta de que el niño al que enseñe a montar en bicicleta, se había convertido ya en un hombre.

  • Pues me haces un favor, porque con este calor creí que no llegaría nunca – dijo Alberto con una sonrisa de oreja a oreja.

Cuando llegamos al rió había mucha gente, yo le dije que si quería le dejaba en esa parte que es la mas concurrida, pero que yo me iba hasta otra zona mas tranquila, me dijo que prefería estar ir conmigo, así que seguimos.

Alberto extendido su toalla y se fue a dar un baño, yo coloque la mía al lado, y me senté. Se quito la camiseta, pude ver como se le marcaban los músculos del pecho. Cuando se quito el pantalón y se quedo con un bañador de lycra creí que se me cortaba la respiración. Dejo toda su ropa a mi lado y se fue a dar un baño.

Mientras el estaba en el agua yo le observaba disimuladamente desde la orilla. La cara de satisfacción de Alberto jugando en en rió me excito aun mas. Antes de que la verga se me pusiera dura del todo me fui a dar un baño, como pude fui hasta la orilla y me metí en el agua. Después de nadar un rato volví a la orilla y me senté en la toalla, Alberto estaba buscando algo en su mochila saco un bote de bronceador y empezó echárselo por los brazos, cuando llego a la espalda al ver que no se lo podía extender bien me ofrecí a ayudarlo.

  • Parece que tienes dificultades, ¿quieres que te eche una mano? – Las palabras que salieron de mi boca me sorprendieron a mi mismo.

Sin contestarme, Alberto acerco el bronceador a mi mano y se puso de pie de espaldas a mi. Le eche un poco por la espalda, empecé a extenderlo lentamente con una mano. A esas altura mi erección era evidente y me sentí un poco incomodo solo de pensar que si el se daba la vuelta se podría dar cuenta de mi estado, pero esa sensación duro poco, el se dejaba hacer, aunque ya había extendido el bronceador por toda su espalda, continuaba acariciándole sus brazos, masajeándole los hombros, el dejo caer su cabeza hacia atrás mientras se le escapaba un leve gemido, lo que yo interprete como un signo de placer y también de aprobación para continuar con mi tarea. Le di la vuelta para ponerle de frente a mi. El cabron sonreía como un ángel mientras me miraba a los ojos. Le eche crema en el pecho y de nuevo empecé a extenderla. Con su mirada seguía como mis manos acariciaban todo su torso. Cuando baje la vista a su entrepierna pude ver como debajo de ese bañador tan ajustado se marcaba perfectamente su poya tiesa.

Sabes extender muy bien las cremas, será porque tienes las manos muy ágiles de tanto pajearte.

Le mire con cara de sorpresa y el me guiño un ojo.

Sabes, te e visto muchas veces masturbarte. Desde el cuarto de baño de mi casa se ve tu habitación. Cuando tenia 13 años te vi hacerlo por primera vez.

  • Me viste? – le pregunte con extrañeza – No sabia que te dedicabas a espiara a los vecinos. Y dime, ¿te gusto lo que viste?.

yo te acompañe en aquella paja, desde entonces no perdí ninguna de las oportunidades que me diste para acompañarte. Y desde la distancia me enseñaste como disfrutar de mi cuerpo.

¿ vistes mas cosas? – Le dije mientras bajaba mi mano hasta bañador.

Además de ver como te la meneabas, vi muchas cosas. En mas de una ocasión estuve a punto de ir a tu casa. Yo también quería disfrutar. Pero me dio vergüenza. Después en mi habitación volvía a pajearme pensando en lo que había visto. Cuando te veía hacer el amor con otro hombre, me asaltaban los celos, pero también una tremenda excitación, soñaba en estar allí con los dos. Pero también me gusta ver como te masturbas, como te metes los dedos por el culo, sabes, eso lo he intentado varias veces, pero me duele demasidado.

Pues la verdad, si llegas a ir no habría pasado nada. – conteste.

Alberto se aparto de de mi, me miro con cara de extrañeza y rabia. Empezó a recoger sus cosas, las metía a toda prisa en la mochila.

¿pero donde vas? ¿ que pasa? – le dije a la vez que le agarraba del brazo.

No lo entiendo, ¿porque antes no habría pasado nada y hoy estas acariciándome?. No se porque te lo he contado todo. Me da vergüenza estar aquí, me voy – contesto.

Alberto, no habría pasado nada, porque hasta hace un rato yo te veía como a un niño. Pero después de esta tarde – mis palabras se entrecortaron - después de esta tarde lo que tengo delante de mi es un hombre.

Pues trátame como un hombre, no como a un niño. Yo para ti quiero ser como uno de esos tíos con los que pasas horas follando en tu habitación. Uno de esos tíos con los que disfrutas. Quiero ser tu puta.

En ese momento nos abrazamos, pude sentir su piel caliente por el sol. Mis manos recorrieron toda su espalda. El acariciaba mi pelo. Nos tumbamos en las toallas. Mi boca busco sus labios.

será mi primer beso Santi, - dijo Alberto.

No importa – le conteste.

Durante un buen rato nos estuvimos besando y acariciando. Su poya estaba dura como el acero. Calcule que le tenia que medir unos 20 cm. Pero lo que mas me gusto fue lo gorda que era.

Oímos como se acercaba un coche, nos apartamos rápidamente. Le dije que si quería nos podíamos ir a otro sitio. Alberto se incorporo, pude ver como el bañador marcaba su poya erecta. Se agarro los huevos con una mano y con la otra me hizo un saludo militar. El coche llego a donde nosotros estábamos, era una pareja que conocíamos del pueblo un joven guardia civil y su novia. Cuando montamos en el coche Alberto me dijo.

Estos no hacen buena pareja. El me pareció mas sexy cuando le vi follar contigo.

  • No te preocupes, al final, el que prueba verga repite. Si te portas bien, un día de estos te llevare a una fiesta que no olvidaras jamás - respondí mientras arrancaba el coche.

FIN DE LA 1ª PARTE.