Mi vecino

Me meto en la ducha y empiezo a enjabonarme el cuerpo, pero cuando llego a mi entrepierna me vuelve a la cabeza el bulto de su pantalón y sin darme cuenta empiezo a jugar con mi clítoris...

Por fin, después de cuatro horas de viaje, me bajo del autobús para empezar una nueva vida, va a ser duro, tengo 22 años y voy a echar de menos todo lo que dejo atrás, sobre todo a mi novio, las relaciones a distancia no me gustan.

Cojo mis maletas y voy a la primera boca de metro que veo para ir a mi nueva casa.

Media hora después ya estoy entrando por la puerta y voy a mi habitación para cambiarme de ropa. Me quito los pantalones, la camiseta y el sujetador, quedándome en tanga, y me miro en el espejo. Tengo un cuerpo bastante bonito, soy un poco bajita, delgada y tengo, para mi gusto, unos pechos demasiado grandes, aunque son bonitos y siguen en su sitio, así que no me puedo quejar. Abro la maleta y busco algo cómodo, una camiseta blanca y holgada, de esas que si no te pones nada debajo se te ve todo, pero bueno, estoy sola en casa. Me la pongo y cojo también unos pantalones muy cortos de pijama.

Estoy ya haciéndome la cena cuando suena el timbre. Voy hacia la puerta. La abro y me encuentro un chico de unos 25 años, 1.85, moreno, atlético y con unos grandes ojos grises. Algo se revuelve en mi interior y noto como mis pezones se endurecen. Empieza a hablarme, tartamudea un poco. De repente recuerdo como estoy vestida y me tapo como puedo.

  • Ehh, hola, era para ver si me puedes dejar usar tu lavadora, la mía acaba de romperse.

  • Claro, pasa.

Me dice que espere un segundo, entra en la puerta de al lado y sale con una cesta de ropa. Le llevo hacia la lavadora y le ayudo a ponerla.

  • Perdona que no te ofrezca nada, pero acabo de llegar y no me ha dado tiempo a comprar nada.

  • Ya voy yo a mi casa a por unas cervezas, tranquila.

A los dos minutos vuelve a estar en mi cocina con una maya de 6 latas de cerveza. Me estiro para llegar al mueble y saco dos vasos de tubo y echo las cervezas en ellos. Al girarme para darle uno mi brazo tropieza con el suyo y me cae la cerveza encima.

  • Mierda.

Intento limpiar un poco la camiseta con las manos, pero esta empapada. Le veo mirándome, está nervioso. Miro hacia mi camiseta y me doy cuenta de que se me transparenta absolutamente todo, y mis pezones están muy duros por el frío. Vuelvo a mirarle, parece incomodo, bajo un poco la mirada y me doy cuenta de que se está empalmando, lo que hace que mis pezones se pongan aun más duros y que él se ponga aun más nervioso. Me acuerdo de mi novio y reacciono.

  • Voy a ir a ducharme, ahora vengo.

Me meto en la ducha y empiezo a enjabonarme el cuerpo, pero cuando llego a mi entrepierna me vuelve a la cabeza el bulto de su pantalón y sin darme cuenta empiezo a jugar con mi clítoris. Al poco tiempo siento una mezcla entre calor y frío en mi cuerpo, estoy a punto de correrme. Me meto los dedos y los muevo dentro, muy rápido. Estoy gimiendo muy alto, pero no me doy ni cuenta. De repente se abre la mampara de la ducha y veo a mi vecino mirándome con el pantalón desabrochado. Su mano se acerca a mi coño y retrocedo. Le digo que tengo novio, que no quiero nada, pero su mano sigue acercándose a mí. Sus dedos empiezan a acariciar mi clítoris sustituyendo a los míos y me dejo llevar. Mete dos de sus dedos dentro de mí y me folla con ellos, muy suave, acariciando cada milímetro de las paredes de mi coño. Otra vez los gemidos se oyen en toda la casa. Pierdo el equilibrio pero él me coge con el otro brazo, sin parar de masturbarme cada vez más rápido. Me voy a correr. Se inclina sobre mí y empieza a lamerme los pezones, que al contacto con su lengua se ponen aun más duros. Un escalofrió recorre mi espalda, que se arquea, y me corro en su mano, que no para de moverse. Cuando puedo mantenerme en pie me suelta y se separa de mí.

-Perdona, yo... te oí gemir y no pude evitarlo, lo siento.

No sé cómo reaccionar, me siento mal por lo que acaba de pasar, pero no puedo mentirme, he disfrutado muchísimo.

Vuelvo a fijarme en su pantalón, sigue desabrochado y tan abultado como antes. No puedo evitar que se me escape un gemido. Instintivamente me acerco y le acaricio por encima del pantalón, a lo que su polla responde con un pequeño respingo. Meto la mano por debajo de la ropa y se la toco, está muy dura. Vuelvo a gemir. Antes de sacársela pienso un segundo en mi novio y en una de las últimas cosas que me dijo:

-No hace falta que me esperes cariño, te vas lejos, encontraras a alguien.

-Solo estás tú.

Lo siento cariño, no he tardado ni un día en engañarte.

Se la saco del pantalón, es bastante más grande que la de él, noto como vuelvo a mojarme. Poco a poco le retiro la piel dejando ver su sonrosado capullo.

-¿Estás segura?

Por respuesta empiezo a hacerle una paja suavemente. Acerco mi boca a la polla y paso mi lengua por la cabeza, haciéndole jadear. Sigo pajeándole, pero mucho más rápido, mientras paseo mi lengua por sus huevos, me los meto en la boca y los acaricio. Dejo de pajearle y vuelvo a subir al capullo, lamiéndole todo el tronco. Me meto la punta en la boca y empiezo a bajar poco a poco, hasta tenerla entera dentro, a lo que responde con un gemido. Me agarra la cabeza y me aprieta contra él, sin dejar que me saque la polla de la garganta y empieza a mover la cadera, sin dejarme apenas respirar.

Se corre directamente en mi garganta y noto su leche caliente bajar hasta mi estomago. Me siento en sus piernas y empiezo a acariciarle la polla mientras noto como vuelve a ponerse totalmente erecta.

-Fóllame, por favor. - Le digo.

Me agarra del culo y me empotra contra la pared, metiéndome la polla de golpe, hasta dentro y empieza a bombearme fuerte. Estoy a punto de volver a correrme, mis flujos caen por mis piernas y por las suyas.

-¡¡Me corro!!

Me la mete tres veces más, muy fuerte, y la saca. Empiezan a salir chorros de mí mientras no paro de gritar, nunca me había corrido así. Mis piernas no paran de temblar.

Nos sentamos en el suelo, yo encima de él y nos besamos y acariciamos. Él sigue empalmado, así que empiezo a moverme arriba y abajo, haciéndole una paja con mis labios, le oigo jadear y el roce de su polla en mi clítoris me hace gemir.

Me coge y me pone a cuatro patas. Me pasa la polla del el ano al clítoris varias veces, para y me la va metiendo poco a poco, agarrándome de la cadera, subiendo el ritmo en cada embestida.

Noto como su polla se hincha dentro de mí y eso me hace excitarme mucho más. Me corro por tercera vez cuando el primer chorro de leche me llena.

Cuando nos relajamos empezamos a hablar y quedamos en ser amigos con derechos. Por suerte mi novio no tiene por que enterarse.