Mi vecino 2

Coral nos sigue relatando su relación con el chantajista de su vecino.

Capítulo 2b

No tenía alternativa. Si quería mantener oculto mi desliz con mi prima y que mi padre no se enterase, debía obedecer sus instrucciones y concertar una cita con el maldito degenerado. No podía ni imaginarme lo que nos harían nuestros padres si llegara a descubrirse. Que nos llamaran putas y nos echaran de casa sería lo más suave que nos pasara. No, de ningún modo podría permitir que mis padres se enterasen de nada.

Estar en casa me agobiaba pero no podía salir afuera. No quería que nadie me viera, tenía miedo de salir a la calle. Podría cruzarme con el maldito cabrón que nos había espiado y no saberlo. Tenía que abrir mis ventanas.  Tenía que abrirlas porque eso era lo que el muy cabrón me había pedido que hiciera si quería negociar con él.

Que por qué hablo de él si no sabía si era hombre o mujer el que nos había descubierto. Porque esto solamente se le puede ocurrir a un hombre, a un salido degenerado. ¡Ay! ¡Quién sería! Seguro que era el seboso del B, maldito viejo verde…

Pero por mucho que dijera y maldijera, lo cierto es que estaba en sus manos. Tenía pruebas irrefutables que podría presentar ante mis padres. Fotos que yo difícilmente podría explicar o justificar. ¡Qué digo difícilmente!, eran imposibles de justificar. Al menos me daba la oportunidad de arreglarlo. Quizás no fuese tan malo después de todo. Pero qué quería de mí Dios mío, si no tengo nada… Aquella noche no pude dormir.

Me levanté temprano, muy temprano. Quería estar lista para cuando llegara el maldito cotilla. Me senté en la salita frente al televisor y esperé impaciente su llegada. Había dicho que vendría a las diez, eran las ocho y cuarto. Encendí la tele para distraerme, pero no pude. No paraba de darle vueltas al asunto. Una y otra vez repetía los mismos reproches, los mismos lamentos, los mismos insultos y preguntas…

Llamaron al timbre, eran las diez en punto. ¿Sería él? ¡Cielos! ¿Qué iba a decirle? Que no nos vea ningún otro vecino. ¡Por favor, que nadie más se entere, Dios mío!…

Miré por la mirilla, no era el seboso del B. Era Rafa, el chico del A, nunca habría pensado en él… ¿Y si venía por otra cosa? Abrí la puerta temblorosa...

-           ¿Qué quería?

-                     Creo que tenemos que hablar…

-                     ¿Sobre qué?

-                     Sobre unas fotos bastante comprometedoras…

Sí era él. El cerdo que nos había espiado y fotografiado. ¡No podía permitir que nadie más nos viera hablando! Tenía que hacerle pasar cuanto antes. Así que lo invité a entrar no sin antes asegurarme de que nadie más nos había visto.

-                     Perdone pero quería asegurarme de que fuera usted el… el de las fotos.

-                     Pues… sí soy yo… ¿Quién más creía que podía ser?

-                     El vecino de la puerta B ya sabe…

-                     Ah… sí es verdad, sus ventanas también dan al patio de luces… Pero ya ves, soy yo…  o ¿es que prefieres al vecino del B?

-                     No, no al del B no…

Ciertamente al del B no. El vecino del B era un hombre gordo, casado y con hijos casi de la edad de mi padre. Pero lo peor no era eso, lo peor era la forma en la que me miraba desde que era pequeña. Me parecía que me comía con los ojos. Siempre me dio miedo. Rafa en cambio, siempre me había caído bien. Era mucho más joven, debería rondar la treintena. Era un vecino educado, trabajador y listo. Según mis padres, sería un buen partido si no fuera porque apenas tenía dinero. ¡Maldito dinero! Yo no quiero a un hombre rico, que aumente el patrimonio familiar. Yo quiero a un hombre que me quiera por lo que soy, no por lo que pueda heredar de mis padres. ¡Claro que díselo tú a mi padre! Menos mal que aún quedaba mucho para casarme… En cambio Rafa para mí siempre había sido un chico a tener en cuenta y no como los sosos de la pandilla con la que tenía que salir. Aunque a penas cruzábamos palabra. Siempre me sonreía y me miraba a los ojos, no… no como otros. Claro que ahora…

-                     Bueno, me alegro. Es bueno empezar con buen pie… me alegra que sea de tu agrado.

Si lo que quería decir era un chiste, no tenía ni pizca de gracia. Pero al menos trataba de ser simpático. Traté de sonreír lo mejor que pude. Por nada del mundo quería contrariarlo. Yendo delante de él lo conduje a la salita donde podríamos hablar más cómodamente.

-                     Antes que nada quiero que sepas de lo que estamos hablando. Toma esta memoria y mira lo que tengo grabado… Supongo que tendrás ordenador ¿Verdad?

-                     Sí… sí tengo uno…

Sin perder tiempo me fui a la habitación a buscar mi portátil. Parecía serio y formal, eso era bueno. Si me prometía algo tal vez pudiera confiar en él. Regresé a la salita lo más rápido que pude. Estaba ansiosa por saber lo que tenía grabado y de saber lo que se proponía. No me atrevía a mirarlo a los ojos. Me sentía abochornada por lo que había visto de mí. “¡Cómo puede tardar tanto en arrancar el Windows por Dios! ¡Enciéndete de una vez, maldito cacharro!”

Mientras esperaba a que se iniciara el ordenador. Traté de exhibir una linda sonrisa para aparentar que no estaba nerviosa. Seguro que no lo conseguí. Mis manos no paraban de temblar, no sé ni cómo acerté a colocar la memoria flash en su sitio. Abrí la memoria y me llevé el primer disgusto; encontré dos archivos: Fotos y Vídeos. “Pero… ¿qué había hecho este tío? ¿Cuántas fotos tenía? ¡Y un vídeo!... No, no puede ser. El vídeo será de otra cosa…”

Pensaba llena de ingenuidad que lo que había conseguido ver y fotografiar, no sería mucho. Ahora que lo tenía delante me preguntaba cómo lo había conseguido grabar. Era increíble, apenas si faltaba algún detalle… Lo había grabado todo desde el mismo principio. Allí estábamos mi prima y yo afeitándonos,  acariciándonos, besándonos,  lamiéndonos, comiéndonos y corriéndonos como dos perras en celo… Parecíamos dos putas, qué digo, dos actrices porno profesionales. Y qué decir de las caras que teníamos. Perfectamente reconocibles, llenas de vicio, pidiendo a gritos el orgasmo.

La única pega que se le podía poner, era la escasez de ángulos de visión. ¡Pero si tenía hasta primeros planos! Había uno en el que le metía la lengua en la almeja de mi prima… que parecía que se la estaba metiendo hasta los ovarios. Me llevé la mano a la boca llena de vergüenza e incredulidad. Si mi padre veía esto, me mataba fijo. Y mi prima no escaparía mucho mejor… ¡Cielos! Si sabía que era mi prima… Tendría que averiguarlo.

Claro que antes miré el contenido de la otra carpeta. ¡Le había dado tiempo a hacer fotos y grabar un vídeo! Porque si el vídeo era completo, el álbum de fotos no se quedaba atrás. Me quedé como hipnotizada viendo aquellas fotos. No sé ni cuántas había. Por lo menos doscientas o trescientas. Y como en el vídeo, había algunas que no desmerecían, en absoluto, las de una revista porno. Estaba alucinada, realmente idiotizada ante la magnitud y el detalle de las pruebas de nuestra indiscreción. Ciertamente debía de llegar a un acuerdo con él. No había más remedio. Si mis padres veían esto, sería el fin de mi vida.

-                     ¿Cómo las ha conseguido?

-                     Bueno, eso realmente no debería importarte. Pero digamos que fuiste demasiado indiscreta. ¿Pensabas que nadie vería una fiestecita tan… tan descarada?

-                     Yo… fue un… un accidente. No lo planeamos así…

Traté de explicarme, para que entendiera lo que había pasado. Que había sido un calentón. Que simplemente nos habíamos dejado llevar. Que había sido la primera y única vez… Pero no me dejó. Antes de que pudiera decir nada más me interrumpió.

-                     Bueno, eso no viene al caso. Si no queríais llamar tanto la atención debisteis bajar las persianas… El caso es que ahora todo el mundo podrá saber que no sois tan santitas como nos hacéis ver.

Aquello era un golpe bajo. Sin duda quería humillarme. No lo habíamos planeado y lo de las persianas tampoco, ahora que lo decía sí que las podía haber bajado… Pero es que no caí en ello y ahora lo estaba pagando. El caso es que no tenía remedio. No podía volver atrás, así que me limité a suplicar.

-                     Por… por favor no se lo diga a nadie. Mi padre. Mi padre no lo entendería. Arruinaría nuestras vidas.

-                     Bueno, para eso he venido. Para darte una oportunidad de arreglarlo sin que se tenga que enterar nadie más de tu lamentable error…

-                     Y…qué… qué quiere de mí. ¿Dinero?

-                     ¡Dinero! ¿Acaso tienes? No creo que tuvieras el suficiente dinero como para poder pagarlas. Y no creo que pudieras conseguirlo de tus padres…

El muy cerdo tenía razón. No tenía dinero y tampoco podría conseguirlo. Pero entonces qué quería de mí. Porque estaba claro que algo quería… de otro modo no estaríamos hablando. La respuesta que se me ocurrió me daba miedo admitirla. Aferrándome a una esperanza vana interrogué a mi vecino.

-                     Entonces, ¿Qué quieres?

-                     ¿Que qué quiero? Te quiero a ti. Quiero… (Alzó la voz para evitar que le interrumpiera. Sin duda no tenía interés en escucharme.) Quiero que seas mía durante un año. Quiero que seas mi esclava durante un año y que satisfagas todos mis caprichos sin rechistar. ¿Comprendes?

¡Vaya si lo comprendía! ¡Demasiado bien! El muy cerdo quería aprovecharse de mí. Quería follarme como y cuando él quisiera. Soy un poco tímida, ignorante y hasta mojigata con relación al sexo; pero no tanto… Así que eso era lo que él quería… bueno. Tenía… tenía que buscar alguna salida. Sí eso era… A ver si tenía suerte y… y podía zafarme de esa proposición asquerosa.

-                     ¿Quiere que yo sea su sirvienta durante un año?

-                     ¿Mi sirvienta?... No. No… No quiero que seas mi sirvienta. Quiero que seas mi esclava sexual. Quiero que me satisfagas todas y cada una de las fantasías sexuales que siempre he tenido sin que pongas ningún reparo…

No claro. Era evidente de que todo esto lo llevaba planeando desde hace tiempo. Había sido una ingenua al pensar que podría escaparme tan fácilmente. Debía buscar alguna salida… Pero tenía que decirle algo. Me miraba fijamente. Parecía ansioso por saber mi respuesta. Quizás pudiera aprovecharme de eso… ¡Cielos! ¿Qué espera que le diga? A ver si… Sí, que me aclare eso de ser esclava… Parece que ha insistido mucho en eso…

-                     Entonces… lo… que usted me propone es que yo sea su amante… ¿verdad?

-                     Algo así… pero en realidad es algo muy diferente. Yo solo te quiero para satisfacerme sexualmente, no quiero ningún tipo de relación sentimental. Además, una esclava no tiene ni voz ni voto. Esto que te quede claro, no serás mi amante, serás mi esclava y tendrás que obedecerme sin rechistar. Y hacer todo lo que te pida aunque no sea de tu agrado. Antes de que digas nada, recuerda que si te hago esta propuesta es porque tú me has estado provocando con tu amiguita.

¡Era mucho peor de lo que yo pensaba! Quería… quería follarme sin ningún tipo de reparos. Pero no sólo eso, el quería mucho más. Quería humillarme, rebajarme, someterme. Tenerme como su juguete sexual para satisfacer todos y cada uno de sus depravados caprichos. ¡Y sin poder negarme a nada, ni siquiera quejarme! ¿Es que acaso estaba loco? ¿Cómo podría pretender todo eso de mí? Se… se creía acaso que yo era una estúpida… No, estúpida no. Me… me consideraba una fulana. Una vulgar ramera dispuesta a follar con cualquiera… Me sentía avergonzada. Yo era la única culpable de lo que me estaba pasando. Comencé a llorar desconsolada, sin duda me merecía todo aquello. Traté de ocultar mi oprobio tapándome con las manos.

¡Cómo me había podido meter en semejante lío! Si, no me hubiese dejado convencer tan fácilmente por mi prima. Si hubiese sido un poco más prudente. Si hubiese bajado las persianas… ¡Maldito fisgón cotilla entrometido! ¿Qué hacía espiándome? ¡Viejo verde! ¡Mirón! Estaba realmente enfadada. Le miré a la cara desafiante. Con todo el odio que podía sentir. Pero él se limitó a mirarme sin inmutarse por mi respuesta. Se le veía confiado, seguro, como si no tuviera nada que temer. Y…

Verdaderamente no tenía nada que temer. Había sido yo la que se había metido en una situación comprometida. Él se había limitado a dejar constancia de mi comportamiento deshonroso. Era yo y no él la que debía suplicar y pedir perdón… No le pude aguantar la mirada. Agaché la cabeza y comencé a llorar en silencio. Una y otra vez trataba de encontrar una solución digna. No podía rebajarme así. Yo no era una fulana. Él debía saberlo… Pero… me había visto haciendo guarradas… Seguía llorando mientras trataba de encontrar una salida. Él no era mala persona. Nunca me había tratado mal, ni me miraba como otros hombres… Quizás se le ocurriera algo…

-                     ¿No hay… otra… otra manera de resolver esto?

-                     ¿Cómo, con dinero? No creo que lo tengas. Pero estaría dispuesto a entregarte todas las pruebas y olvidarlo todo por X.XXX ¿Tienes esa cantidad?

-                     Noo… No la tengo. Por favor…

¡Pero qué se había creído! X.XXX ¡Eso era tanto como pedirme la luna! ¡Era imposible! No me quería ayudar… solo me quiere follar como a una perra. Sin poder dominarme ya. Presa de la desesperación comencé a llorar abiertamente. No buscaba su compasión. Pero me pareció que se sentía algo incómodo por la situación. Finalmente tomó una resolución…

-                     Mira niña, no quiero agobiarte. Ya sabes lo que tengo, y sabes también lo que quiero. Si no me das una respuesta, entenderé que no quieres llegar a un acuerdo. Así que no tendré más remedio que hablar con tu papá…

-                     NOO… por favor, no haga eso… Déme tiempo… déme tiempo para pensar en ello.

Estaba desesperada. Y le supliqué con todas mis fuerzas. Él nunca había sido malo. Tenía que escucharme. Finalmente parece que conseguí ablandarlo un poco, aunque no mucho, la verdad. Se limitó a darme un poco más de tiempo para aceptar su propuesta o encontrar el dinero…

-                     Está bien. No… no quiero que creas que no te tengo lástima o que soy insensible y egoísta. Te doy de margen hasta mañana a las once de la mañana. Te esperaré en mi casa, si no vienes entenderé que no quieres hacer tratos conmigo y entonces hablaré con tu padre. Ya sabes mañana a las once o vienes con el dinero o aceptas el trato. No hay más opciones. ¿De acuerdo?

¿Cómo podía negarme a esto? No tenía alternativa. Así que asentí con la cabeza. Estaba atontada, embotada por cómo se estaban desarrollando los acontecimientos. En ese momento era incapaz de articular palabra. Aquello pareció satisfacerle. Recogió sus cosas y se fue. Creo que le prometí presentarme puntualmente en su casa para darle mi respuesta definitiva. En cuanto se cerró la puerta me deshice en llanto.

Indudablemente mi vida estaba cambiando. Pero, ¿hacia dónde? Incapaz de hacer otra cosa, me tumbé sobre mi cama y di rienda suelta a mi congoja y desconsuelo. Lloré hasta que me fue imposible soltar más lágrimas. Por más vueltas que le diera no tenía alternativa. Estaba en las manos de aquel hombre y no podría escapar a sus designios.

Lo maldije por chantajearme de aquel modo. Maldije a mi prima por engatusarme. Y me maldije a mí misma por haber sido tan estúpida y descuidada. Pero nada de aquello me ayudaba de ningún modo. Así que traté de ser práctica.

Pensé en pedirle ayuda a mi prima. Pero ella tampoco tenía dinero y poca cosa podría hacer. Además tampoco sería buena idea involucrarla en esto. Tal y como estaban las cosas podríamos salir perdiendo las dos. Por el momento parecía que no sabía que la chica con la que estuve era mi prima. Seguro que si lo llegaba a saber las cosas serían mucho peores. Así que… no podía contar con ella.

Tampoco podía recurrir a ninguno de mis conocidos y amigos. Si lo hiciera, mis padres se enteraban fijo. Y entonces… no quería ni pensar en lo que me pasaría si mis padres descubrían mi secreto, y además, que lo sabían todas sus amistades. La verdad es que lo tenía crudo. Tenía que salir de aquel lío yo sola.

No tenía más salida que la de aceptar aquella propuesta inmoral. No tenía el dinero ni lo podía conseguir. El único modo de evitar el escándalo sería consiguiendo aquellas fotografías y los vídeos. Y la única forma de conseguirlas era accediendo a sus demandas. Claro que podría intentar robarlas… Sí y pedir ayuda al equipo A. No tenía escapatoria. Tenía que aceptar sus condiciones. Me iba a convertir en su esclava sexual, su puta, su objeto de placer. ¡Iba a perder la virginidad con un degenerado!

Aquello me asustó. Había insistido mucho en lo de esclava. ¿Y si quería algo más que follarme? ¿Y si era un sádico? ¿Qué cosas querría que hiciera para él? Un estado de estupor y miedo se apoderó de mí. Tenía que enterarme bien de lo que significaría ser la esclava de ese hombre. Encendí el ordenador y me conecté a Internet. Era la primera vez que tendría que borrar el historial por mirar en páginas guarras. Estaba pensando en eso, cuando en ese mismo momento, sonó el teléfono…

Apenas podía dominar mis nervios. ¿Sería él? ¿Habría conseguido el número y ahora me llamaba para atormentarme? Como pude descolgué el auricular y contesté con el mayor aplomo que pude conseguir…

-                     ¿Diga?

-                     Coral hija. Soy yo mamá. ¿Cómo estás?

-                     ¡Mamá!... Estoy… estoy bien mamá… ¿Cómo… cómo estáis vosotros?

¡Cielos! Me había olvidado de mis padres. Estaban fuera arreglando algunos asuntos de herencias y me llamaban todos los días a partir de las seis… ¿Qué hora era? Las siete menos cuarto… ¡Cómo había pasado el tiempo!

-                     Te noto un poco nerviosa. ¿Te pasa algo?

-                     No… no mamá… estoy bien. Un… un poco agobiada con los exámenes… Eso es todo. (Si supierais la verdad de lo que me pasa, pensé. Traté de seguir con la mayor naturalidad posible.) ¿Qué tal por ahí?

-                     Bueno. Parece que tendremos que estar un par de días más, con un poco de suerte lo dejaremos todo arreglado el martes próximo. ¿Crees que podrás arreglártelas tú sola hasta el martes?

-                     Sí… sí mamá. Que ya no soy una niña. Claro que puedo arreglarme hasta el martes. No… no te preocupes. , mamá.

-                     ¿Sí? ¿Qué has comido hoy?

-                     … Un poco de pescado… pescadillitas fritas, de esas de enroscar. Y una ensalada… (Mentí como un cosaco. No había comido nada. No tenía hambre. Tenia otras cosas en las que pensar… Parecía que mamá no sospechaba de nada.)

-                     Bueeno. Ya sabes que no me gusta que abuses de los fritos. ¿Has hecho la compra?

-                     No… no mañana la haré. (La compra… ¡se me había olvidado por completo! Menos mal que me lo había recordado.)

-                     Que no se te olvide comprar la fruta para la semana. Sobre todo una sandía para tu padre, que sabes que le encanta.

-                     Sí mamá… (¡Y la sandía de papá! Mañana tendría que… ¡Oh, no! Tenía que ver al vecino y hacer la compra… Más problemas.) Y… ¿cómo están papá y Tere?

-                     Papá está ahora tomándose unos vinos con tu tío y Tere se ha ido al cine con los primos y sus amigos…

-                     Dales recuerdos a todos… y a los titos y los primos…

-                     Sí se los daré. Muack, muack… Bueno adós. Cuídate… ¡No te olvides de la compra y de la sandía… Click.

Buuf. Por los pelos. Claro que no podía fiarme. Mi madre parecía que tenía un radar para detectar mis mentiras. Se enteraba de todo con solo mirarme. Menos mal que el teléfono no tenía video… Si no me habría cazado a la primera. Ese era otro problema. Tenía que asegurarme de que no se enteraran de ningún modo. Y eso me incluía a mí… ¡Menudo lío! ¡Menudo lío!

Entonces vi lo que tenía delante del portátil, y me quedé helada. La primera página tenía el comentario, la fantasía de una mujer desconocida y solo de leer lo que ponía me asusté…

“Mi fantasía es ser violada y convertirme en la esclava sexual de alguien

SERA TONTO, PERO UNA DE MIS FANTASIAS MAS FRECUENTES, ES QUE VENGA UN TIO QUE CONOZCO Y ME VUELVE LOCA Y ME VIOLE, DONDE SEA DA IGUAL, EN UN CALLEJON OSBCURO, EN MI CASA, HASTA EN UNA LIBRERIA!!!

QUISERA QUE ME SORPRENDA POR DETRAS QUE ME PONGA ESPOSAS O ME ATE, QUE PONGA SU MANO EN MI BOCA PARA CALLARME Y QUE ME PENETRE, QUE ME HAGA MUCHO DAÑO, SUFRIR MUCHISIMO, Y QUE NO PARE NUNCA DE CORRERSE, DE FOLLARME, COMO QUIERA , POR DONDE QUIERA, REALMENTE SER SUMISA DE SU DESEO, Y LUEGO QUE ME RAPTE Y ME ATE A SU CAMA PARA SATISIFACERSE CUANDO QUIERA, AL ESTILO "ATAME" DE ALMODOVAR, PERO QUE ME DE TODOS LOS GUSTOS, QUE ME TENGA COMO A UNA REINA, PERO SOLO PARA ÉL.

NO ENTIENDO MUY BIEN, POR QUÉ ESTE HOMBRE CON EL QUE FANTASEO ES UN AMIGO MIO, CON EL QUE TENGO UNA EXCELENTE RELACION Y ME RESPETA MUCHISIMO, YA TUVIMOS RELACIONES Y ES FANTASTICO, PERO YO DESEO MAS VIOLENCIA, NO CON GOLPES PERO CON EL SEXO, NO SE PORQUE GOZO MAS CON EL DOLOR QUE CON EL PLACER EN SI MISMO.

LO MAS EXTRAÑO QUE EN EL SEXO JAMAS SOY SUMISA, ME GUSTA LLEVAR LAS RIENDAS, PONER EL RITMO Y TOMAR INICIATIVAS. ¿A ALGUIEN LE PASA IGUAL O SABE POR QUE DESEO TANTO ESO?”

Ataduras, dolor, violencia, sumisión… todo aquello era mucho más que un simple polvo. Si la sola idea de perder la virginidad y tener relaciones sexuales con aquel hombre  me resultaba insufrible. El hacerlo con ataduras y violentamente simplemente estaba fuera de todo lugar. No, no admitiría que me pegara ni que me hiciese daño… Nunca. Claro que… tampoco estaba en posición de exigir nada… El corazón se me salía del pecho… No sé porqué pero seguí buscando más información… Había de todo, noticias sobre los abusos que habían sufrido algunas mujeres que habían sido engañadas o asaltadas por desconocidos. ¡Hasta por miembros de su misma familia, padres y hermanos! Vídeos y páginas porno. Y foros dond se hablaba de la esclavitud sexual como algo natural una forma de vida. Estas últimas me tranquilizaron un poco pues se hablaba de sexo consensuado y de establecer reglas en la relación Amo y esclava. Y bueno, eso me dio esperanza de que mi vecino me permitiese establecer alguna norma como la de no pegarme ni hacerme daño…

Estaba cansada, era muy tarde. Había estado mucho tiempo delante del ordenador. Tenía que madrugar para hacer la compra y que me diera tiempo a llegar a la cita con mi maldito chantajista. Puse el despertador mientras mi cabeza seguía dándole vueltas al asunto. ¿Y si conseguía aquellas pruebas? Y venía tu príncipe azul al rescate y a follarte… No sé por qué pensé eso. Pero lo cierto es que notaba una pequeña calentura en mi entrepierna. Una parte de mí parecía excitarse con la idea de follar por primera vez. ¿Sería realmente una puta y me merecía todo aquello? Me sumí en una intranquila inconsciencia mientras pensaba en robos, asaltos, sexo, príncipes azules, látigos, cuerdas, sexo salvaje, mi prima, el equipo A, amos, esclavas, sexo duro, espías, paparazzis, chantajes, más sexo salvaje…