Mi vecino 18
Coral nos explica cómo fue su encuentro con su prima y Rafa de por medio...
Capítulo 18
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¡Ey! a mi prima ya te la has follado. Quiero que me folles a mí también.
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¿Eh, cómo? ¿Tú también quieres rabo?
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Sí… sí… por supuesto.
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Pero… pero… pero si eres virgen.
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Ya lo sé. Y estoy harta de serlo, quiero dejar de ser virgen ya. Fóllame a mí como hiciste con mi prima.
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Pero… ¿estás segura? Mira que no hay vuelta atrás…
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¿Es que no te gusto? ¿No estoy lo suficientemente buena?
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No… Es decir… sí. No… Vamos a ver… Eres muy guapa… estás más que buena… pero…
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Pero ¿qué?
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No quiero que me malinterpretes. No quiero forzarte, ni que te sientas comprometida o coaccionada… Es un paso que tienes que estar muy segura de darlo.
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¡Pues claro que lo estoy! Por quién me has tomado. ¿Por una cría? ¡Pues no lo soy! ¡Quiero que me hagas mujer! ¡Quiero sentirme como una auténtica mujer! Como mi prima…
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Pero es que…
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¿Cómo quieres que te lo pida, por favor? Por favor, fóllame… no pongas más escusas.
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Está bien… si eso es lo que quieres…
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¡Pues claro que lo quiero, fóllame ya de una vez!
No podía dar crédito a lo que estaba viendo. ¡Vero se estaba ofreciendo como una puta! ¡Peor que eso, le estaba suplicando, que se la follase! ¡Suplicando, como… como si le fuera la vida en ello! Parecía una fulana desesperada pidiendo rabo. ¡Qué digo, era una fulana desesperada pidiendo rabo! Y el cabrón de mi vecino, va y acepta. ¡Hala, como si fuese lo más natural del mundo! Claro que en el fondo, eso era lo que él quería. Si no, ¿por qué se presentó delante nuestro? ¡Pedazo de cabrón! ¡Y ante mis propios ojos! No me lo podía creer… ¿cómo podía ser tan insensible? ¿Cómo podían ser tan insensibles? Las lágrimas debieron acudir a mis ojos, pero no lo hicieron. En vez de eso, en vez de enfadarme con ellos y protestar; me quejé porque estaban dejándome a medias. En vez de oponerme, les alenté, les apremié a que se decidieran pronto y me atendieran a mí como era debido. No debía de haberlo hecho, fue una mala decisión que no tardé en lamentar. Aún me maldigo por dejarme llevar por mi libido. Pero el mal ya estaba hecho…
Ahora fue Vero la que se tumbó boca arriba, con las piernas bien abiertas. Se la veía nerviosa; no, más bien parecía ansiosa. Deseaba perder la virginidad y estaba a punto de conseguirlo. Mientras tanto, yo me colocaba encima de ella; de cara a mi vecino para que pudiéramos vernos mientras a mí me comían el coño y él se follaba a mi prima. Sin embargo, Rafa no se colocó de inmediato en posición para follarla. Antes, prefirió tomarnos un par de instantáneas. Vero comenzó a protestar, pero mi vecino la acalló rápido. Él era el que tenía el mando y haría las cosas a su manera. Cuando lo vio conveniente, se entretuvo un buen rato examinándole el coño a conciencia. No sé si la pilló desprevenida, el caso es que cuando Rafa empezó a explorarla, Vero tensó de golpe arqueando todo su cuerpo al tiempo que se desgañitaba chillando como una loca. Si no se había corrido, le había faltado bien poquito. Sin embargo, Rafa siguió masturbándola sin darle ni un respiro. Mi prima se convulsionaba presa de unas corridas impresionantes que me ponían cardiaca. Perdí la cuenta de las veces que se corrió.
Después de jugar con su coñito todo lo que quiso, Rafa se dedicó a comerle el chichi despacito, como a él le gusta hacerlo. Los gemidos de Vero se transformaron en un agudísimo chillido repleto de palabras ininteligibles. La danza de sus caderas buscando desesperadas el dulce contacto de la lengua de Rafa, se desbocó por completo. De repente me vi a mí misma recibiendo el mismo trato un mes más atrás. Estaba empleando los mismos trucos que había empleado conmigo. Como hiciera conmigo; la estaba matando de placer, obnubilándole el juicio para que se olvidara de todo, robándole la voluntad a base de orgasmos. Me quedé embobada mientras lo miraba dando placer a mansalva y sentí envidia. Deseé ser yo el objeto de interés de aquella lengua diabólica. Necesitaba con urgencia satisfacer el ansia que nacía de mi encharcado chochito. Vero debería estar comiéndomelo pero estaba tan concentrada en su propio placer que me había desatendido por completo. Claro que yo no era la más indicada para quejarme. El morbo de ver cómo iban a desvirgar a mi prima me tenía absorta. Estaba reviviendo mi propia desfloración, como si la viera desde fuera al tiempo que la recordaba en primera persona. No podía hacer otra cosa más que mirar para no perderme detalle.
Sin ser consciente de ello, comencé a restregarme contra mi prima. Vero debió de interpretarlo como una llamada de atención ante su falta de actividad y empezó a lamerme. La situación se estaba desbordando. De pronto me vi una vez más al borde del abismo, a punto de alcanzar un orgasmo cada vez más deseado. Gemí con fuerza, pues era el único modo en que podía expresarme. Aquello debió de ser el toque de atención que estaba esperando mi vecino para comenzar. Se sentó sobre sus talones, se puso el condón, levantó a mi prima por las caderas y le restregó su polla en la tierna rajita. Vero había enmudecido, sabía que había llegado el momento; en cambio sus caderas se movían con insistencia como si tuvieran vida propia. Rafa la sostuvo un momento mientras la sujetaba, entonces empujó con decisión al tiempo que atraía a mi prima hacia él. La punta le desapareció entre los sonrosados pliegues y poco después le siguió todo el tronco. Vero había dejado de ser virgen.
Como si nos hubiéramos petrificado, nos quedamos inmóviles. Rafa disfrutando del húmedo, cálido y estrecho abrazo de un nuevo coñito recién estrenado. Vero, en cambio, parecía tan desconcertada como yo en su momento, apenas si le había dolido o molestado la pérdida del himen. Yo no tenía ninguna duda al respecto, la herramienta de Rafa estaba bien enterrada en su coñito. Y sin embargo, seguía pareciéndome imposible que semejante aparato no le hubiese causado ningún daño. Rafa le dio un nuevo empellón antes de salir de ella despacio. La sanguinolenta polla fue la prueba definitiva de la desfloración de Vero. Como en mi caso, Vero apenas si había sentido una molestia. Algo sorprendente si tenemos en cuenta la abundante sangre que manaba entonces. Yo me asusté un poco pero Rafa nos tranquilizó a las dos. Miedo que no se me quitó hasta que mi vecino empezó a bombearla y mi prima a jadear como una loca. Rafa la trataba con delicadeza, entraba y salía de ella con suavidad. La hacía disfrutar como una perra. Vero gemía y jadeaba cada vez con más fuerza, y sus caderas no paraban de moverse al ritmo que le marcaba mi vecino. No tardaron en acoplarse los dos y moverse al mismo compás dándose mutuo placer.
Yo los miraba hipnotizada, con cierta envidia. Mientras ellos se daban placer, ninguno me lo proporcionaba a mí. Bueno, eso no es del todo cierto. Rafa que apenas dejaba de mirarme, se abrazó a mí y me besó. Nuestras lenguas se fundieron en un caluroso abrazo. Sin embargo, no le correspondí como otras veces. Ya no podría ser igual. A pesar de todo, he de reconocer que fue un beso muy dulce y que me gustó. Sobre todo me encantaron los delicados pellizquitos que me dio en los pezones. Los tenía como piedras y aquellas atenciones me los endurecieron aún más. Me sentía arder por dentro. Una vez más, sus atentas caricias y su boca artera me llenaban de fuego y no resistí a sus embrujos. Me hechizaban de tal modo que me olvidaba de todo cuanto me había hecho Rafa, hacían que me rindiera a todas sus pretensiones. Sin yo quererlo, aquel maldito me llevaba al cielo cada vez que él se lo proponía.
Me cansé de la situación, necesitaba correrme. Ya estaba más caliente que el cazo de la freidora y el espectáculo que tenía ante mis ojos no contribuía a enfriarme precisamente. Así que esta vez sí, me restregué contra mi prima para que se dejase de monsergas y me atendiese como es debido. En esta ocasión no me resultó tan fácil que mi prima me hiciese caso. Vero estaba tan absorta con su propio placer que se había olvidado de cuanto sucedía a su alrededor. Eso es lo que deduje tras oír sus incesantes y cada vez más escandalosos chillidos. Sin embargo, gracias a mi persistencia, logré que mi prima me atendiese como es debido. Diréis que fui un poco egoísta, es cierto; pero estaba tan caliente que ya no me importaba nada. Vero no lograba estimularme tan bien como antes, estaba a punto de correrse y apenas prestaba atención a lo que tenía que hacer. A pesar de todo, los torpes lametones de Vero me estaban llevando a un nuevo orgasmo verdaderamente intenso. Las sucesivas interrupciones en vez de calmarme, acentuaron la sensibilidad de mi clítoris potenciando la intensidad de los placenteros impulsos que partían del mismo. Mi cerebro simplemente no pudo más, desconectó de cuanto me rodeaba y se dedicó a procesar las incesantes oleadas de puro éxtasis que me recorrían entera. De repente sentí que los estímulos orgásmicos no provenían tan solo de mi sexo, provenían también de mis pechos, Rafa me los estaba masajeando. Acto seguido me atrajo hacia él y me besó en la boca. Yo, como una boba, le correspondí; en aquel momento no pensaba, sólo sentía. Y sentía con tanta fuerza y tanta intensidad que no podía hacer otra cosa sino disfrutar. Gemí con fuerza, estaba a punto de alcanzar el clímax. Deseaba correrme. Necesitaba correrme, no podía postergarlo más. Estaba llegando… ya venía… sííí…
Juro que perdí el conocimiento. De repente me sentí convulsionar al tiempo que se vaciaba mi alma en un estentóreo y liberador grito. Chillaba con todas mis fuerzas mientras me desvanecía en una incontenible serie ondas orgásmicas. Mientras me desmayaba de puro placer, sentí como mi vecino me abrazaba al tiempo que me besaba en el cuello apasionadamente. Sentí como me estrechaba contra él y se dejaba caer a mi lado mientras él también gemía con fuerza. En otras circunstancias hubiera sido un orgasmo maravilloso, de primera. En aquel momento, me dejó un punto de amargura que me impidió disfrutarlo a tope, pese al indescriptible placer que me produjo.
Nos quedamos los tres traspuestos un buen rato. Habíamos tenido un buen orgasmo, no al mismo tiempo, pero casi. Vero fue la primera. Resulta que los lametones que me dio, fueron involuntarios. Un reflejo instintivo para poder expresar y liberar el placer de su propio orgasmo. Su placer produjo el mío. Y el de ambas contribuyó al disfrute de Rafa mi vecino en una apoteósica cadena de orgasmos que nos dejaron plenamente satisfechos. No sé cuánto tiempo estuvimos recuperándonos, pero fue bastante. Estábamos muy cansados por el esfuerzo realizado y nos dejamos llevar.
Rafa fue el primero en recuperarse, lo primero que hizo tras vestirse fue recoger las cámaras y asegurarse de que lo habían grabado todo. Me enseñó alguna de las fotos que había tomado, sobre todo aquellas en las que Vero se veía comprometida. Si ese era su modo de reconciliarse conmigo, estaba muy equivocado. A pesar de lo mucho que había disfrutado con él, se había pasado de la raya. No estaba dispuesta a perdonarle. Le haría pagar lo que nos había hecho. Estaba resuelta y nada me haría cambiar. Buscaría el momento propicio y se lo haría pagar. Por supuesto me esforcé por ocultarle mis pensamientos, aquel no era el momento para rebelarme. Quedé conforme con lo que me dijo, aunque no le presté demasiada atención. Después se marchó, mucho antes de que Vero se despertara. Me sentí vacía cuando nos abandonó, no era nada para él. Estaba furiosa y enfadada; y no podía hacer nada, salvo llorar. Me eché sobre la toalla envuelta en llanto. Menos mal que Vero no llegó a verme. Cuando me serené un poco, me sequé las lágrimas, me lavé un poco con el agua del mar y me vestí. Mientras, lo hacía, Vero se despertó, e hizo lo mismo. No nos dirigimos la palabra, fue un silencio incómodo. Las dos teníamos mucho que decirnos pero no sabíamos cómo. Yo no quería herirla y ella no se atrevía a decir nada seguramente por el enfado que transmitía. Hizo bien, porque lo cierto es que estaba muy furiosa y no sabría decir cómo habría actuado. Mientras recogíamos nuestras cosas y regresábamos con nuestras madres una idea se fue asentando definitivamente en mi cabeza. Estaba resuelta a vengarme fuera como fuera.