Mi vecinito cachondo [FIN]: Dos pollas por el culo

Meterle la polla a tu vecino es un gustazo. Hacerlo a la vez que se lo folla su hermano, aún más.

He tardado, pero aquí tenéis el final de esta saga. Siempre me pasa lo mismo, pero les cojo demasiado cariño a los personajes. ¡Espero que os guste! Y, como siempre, espero vuestros comentarios, valoraciones y sugerencias. ¡Feliz pajote!

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Raúl

Aquella noche no pude dormir bien. Saber que mi hermano estaba probablemente follando con Gael solo conseguía que me comiera la cabeza. Por un momento quise ocultar mi dolor de tripa, pero era tal que no conseguía salir de la cama, por lo que tuve que resignarme. Y cuando Tristán entró en casa al día siguiente con esa sonrisa en la boca, supe que habían follado sin lugar a dudas.

-¿Qué hicisteis? -le pregunté, por curiosidad.

-Lo de siempre. Bueno, y luego me la metió. Dolió, pero al haberme acostumbrado a la tuya, no fue para tanto. Ah, y me ha dicho que la próxima vez quiere ser él el pasivo. Eso sí, me he pedido ser quien se la meta el primero.

-Por mí, bien. Así se acostumbra a tu mini picha -contesté, picándole.

-Sí, sí, tú métete con ella, pero bien que te la comes, ¿eh?

-No te lo voy a negar. Es preciosa.

Y me abalancé hacia él, tumbándolo sobre mi cama y sujetándole las manos con las mías propias. Lamí todo su cuerpo y dirigí mi lengua hasta su pelvis, donde mis dientes mordieron sus pantalones y calzoncillos. Tiré hacia abajo y descubrí su pene flácido, que cogía tamaño con rapidez.

-¿Lo ves? Pequeñita… Pero irresistible.

Separé mis manos de las suyas y las acerqué a su abdomen. Lo acaricié mientras le chupaba la polla. Él cerró los ojos por unos instantes, pero enseguida me hizo parar.

-Tú, que están papá y mamá abajo.

-Qué más da… -respondí, lamiendo sus huevos.

-Que como nos pillen, nos matan -sentenció él.

-Qué aburrido eres -repliqué, separándome de él.

-Tío, tenemos literalmente cualquier otro momento.

Le tomé la palabra y, por suerte, ese “cualquier otro momento” no tardó en llegar. Y es que, al día siguiente, mis padres se fueron a dar sus paseos matutinos. Mi hermano aprovechó para meterse en la ducha y yo, cachondo perdido, quise interrumpirle.

-Hazme hueco, que entro -avisé.

-Espérate dos minutos. He avisado a Gael.

Lo miré y no pude evitar sonreír.

-Menudo guarro estás hecho. Cómo te gustan las pollas, ¿eh?

-Es que hay buen género, jajaja.

Al minuto, sonó el timbre. Abrí enseguida y Gael pasó sin preguntar. Subimos al piso de arriba y nos quitamos la ropa antes de entrar al baño, dejándola tirada por el suelo. Ambos la teníamos ya morcillona, y la polla de Gael acaparaba toda mi mirada. Cuando entramos, mi hermano nos pidió que entráramos a la ducha con él.

Tenemos un plato de ducha bastante grande, o sea que no iba a haber problemas con el espacio. Mi hermano se acariciaba el cuerpo de manera sensual, y Gael no aguantó más tiempo. Se puso de rodillas y comenzó a comerle la polla, que ya tenía empalmada.

-Ohh… -suspiró Tristán.

El agua le caía sobre la cabeza y recorría su cuerpo hasta llegar a los pies pasando por su ya erecto rabo. Gael estaba cada vez más mojado por las gotas que caían hacia él. Me situé junto a mi hermano y le sujeté la cabeza con firmeza para plantarle un morreo. Acto seguido, hice fuerza para que mi hermano se sentara con las piernas estiradas. Así, Gael continuaría chupándosela y yo podría ponerme de pie frente a Tristán para que él me la comiera a mí.

Permanecimos en esa posición un par de minutos. El agua caía con fuerza sobre mi pecho y se resbalaba hasta la boca de mi hermano, donde sus labios trabajaban sin descanso en mi cipote. Después, ese mismo agua que había pasado por mi polla y por los labios de Tristán, bajaba por su torso hasta su rabo, donde Gael la recogía con su lengua mientras se la comía a mi hermano.

-Esto da mucho morbo -interrumpió entonces mi vecino-, pero es muy incómodo. ¿Vamos a vuestra habitación?

Asentimos y, tras secarnos brevemente, fuimos a la habitación de nuestros padres.

-¿Estáis seguros? -preguntó Gael.

-Sí -respondí de inmediato-. Hay más espacio en esta cama.

Aunque eso era cierto, la realidad es que me ponía mucho hacerlo en la cama de mis padres.

Gael no perdió el tiempo y se tumbó boca arriba. Flexionó las piernas y ante nosotros quedó su preciosa entrada.

Gael

Necesitaba que me follaran. Mi culo me lo estaba pidiendo a gritos y no podía esperar más. Por eso, cuando los dos hermanos se arrodillaron ante mi culo y comenzaron a lamerlo, el placer que sentí fue tal que casi pierdo la consciencia.

-Ahh… ¡Oohh!

Las manos de Tristán abrían mis nalgas para que su lengua tuviera hueco más que de sobra. Mientras él me comía el culo, su hermano chupaba y mordía mis glúteos sin parar. Me fijé, además, en que ambos tenían una de sus manos en la polla del otro, masturbándose así el uno al otro.

-Folladme ya -rogué.

-Hay que dilatar primero -contestó Tristán.

-No. Quiero que me la metas ya.

El más pequeño no puso pegas. Se encogió de hombros como diciendo “tú sabrás”. Lo que él no sabía era que yo había estado practicando con mis dedos los días anteriores y que, en la última ocasión, había conseguido introducir cuatro de ellos.

Por eso a Tristán no le costó demasiado introducir los primeros centímetros de su polla, que cada vez era más gruesa. El problema llegó cuando el glande ya había entrado, pues el dolor empezó a hacerse demasiado intenso.

-Uuf… Duele…

Tristán continuó despacio mientras Raúl me chupaba el rabo, aliviando algo el dolor. Cuando la polla de Tristán entró al completo, por fin pude relajarme.

-¡Jo-der! -gritó el pequeño, eufórico-. Ha costado menos que cuando se la metí a Raúl. Al final vas a ser la más guarra de los tres, ¿eh?

-Cállate y fóllame, enano -pedí, casi suplicando.

-Uff… Sabes cómo ponerme más y más cachondo. Pues prepárate, puta.

Acto seguido, el pequeño empezó con un intenso mete-saca que me hacía gemir como una guarra. Aunque algo inexperto, Tristán conseguía introducirla por completo para después sacarla casi del todo, haciendo que toda su polla recorriera mis paredes con cada sacudida. Sus huevos rebotaban en cada embestida y sus ojos habían quedado clavado en los míos. Su sonrisa pícara me volvió loco.

-¡Aah! Hhmm… Ooohh…

Raúl, por su parte, se colocó sobre mí boca abajo, creando así un 69 algo tosco. Ya no veía a Tristán, sino que veía la no pequeña polla de Raúl. Tenía ganas de comérsela, pues hacía tiempo que no se la chupaba, por lo que no tardé en llevármela a la boca para empezar con el trabajito. Mientras tanto, él me devolvía la mamada a mí y su hermano pequeño me follaba el culo sin piedad, cada vez con más fuerza en cada embestida.

-Uff… Ahh… -empezó a gemir cada vez más.

Yo noté cómo su rabo se hinchaba más dentro de mí, señal de una corrida inminente. Hasta que, efectivamente, se corrió.

-¡HHHMMMM!

Su polla permaneció en mi interior varios segundos, hasta que se apartó y se tumbó frente a nosotros.

-Espero que te queden ganas -le dije, sacándome el rabo de Raúl de la boca-, porque ahora te toca a ti. Y, si tu hermano acepta, tendrás dos pollas a la vez.

Cuando miré a Raúl, no esperaba encontrarme una cara tan alegre.

-Hombre, pues claro.

-Pero… -intentó negarse Tristán.

-No, no -lo corté-. Ahora callas y aceptas.

Tristán

Cuando vi sus miradas, supe que iban en serio. Me daba miedo, pero en parte sabía que, si realmente me dolía, no continuarían, por lo que accedí.

-Vale. Pero id con cuidado.

Asintieron y Gael me cogió prácticamente en brazos. Se tumbó boca arriba y, ayudándose de su mano izquierda, apuntó su rabo hacia el techo.

-Siéntate en ella.

Procedí de inmediato mientras mi hermano se relamía y se pajeaba, de pie frente a nosotros. Me situé de espaldas a mi vecino, coloqué su glande en mi entrada y apoyé mi peso sobre él lentamente, hasta lograr que todo su tronco entrara en mi agujero.

-Uff… -bufó Gael-. Vale, Raúl, ahora ponte sobre Tristán y métesela con cuidado. Va a costar, así que hay que ir despacito.

Mi hermano me miró y sus ojos me calmaron. Con su mano derecha colocó su glande en mi entrada, chocando con el tronco de Gael. Lubricó todo lo que pudo y, acariciándome con su mano izquierda, empujó hacia dentro.

-¡Ah! -grité en primera instancia.

Sentía mi ano desgarrarse con cada centímetro que la polla de mi hermano ganaba en mi interior. Tuve que cerrar los ojos. Fue ahí cuando sentí los labios de Raúl sobre mi cuello y los de Gael sobre mi nuca. Creo que se encontraron justo en el lunar de mi omóplato y compartieron un beso mientras la polla de Raúl perforaba y ensanchaba mi culo.

No noté los huevos de mi hermano en mi trasero, hasta que me di cuenta de que el rabo de Gael se lo impedía.

-Y ahora, con cuidado, empieza a meterla y sacarla -lo guiaba Gael-. Eso es. Despacio… -decía, recorriendo mi abdomen con sus manos-. Así, Raúl.

Empecé a gemir a la quinta o sexta embestida, cuando mi ano ya se empezaba a acostumbrar. Y fue en ese momento cuando Gael quiso acelerar el ritmo.

-Eso es, Raúl. Fóllate a tu hermano pequeño. Fóllatelo sin piedad. Ábrele el ojete y déjaselo tan ancho como para que quepa un puño entero. Dale lo que se merece, Raúl. Tristán lo está gozando, ¿verdad? Claro que lo está disfrutando, porque tiene dos pollas en el culo, y está pensando que ojalá fueran tres.

Y joder que si lo estaba gozando. Parecía que mi vecino me estaba leyendo la mente, porque realmente me imaginé qué pasaría si, en lugar de ser dos, fueran tres pollas. ¿Me entrarían?

El dolor del comienzo fue dando paso a un placer que nunca antes había sentido. Sentía cómo mi ano respiraba cada vez que mi hermano mayor sacaba su polla, a pesar de que la de Gael permanecía dentro en todo momento. Sabía, o intuía, el placer de ambos cada vez que sus glandes coincidían en mi interior, como dándose un beso tímido pero intenso cada vez que chocaban entre mis paredes.

-Ahh… Hmm… -gemía mi hermano, mordiéndose los labios.

-Uff… ¿Te gusta, Tristán? ¿Te gusta tener dos pollas follándote?

-Hmm… Sí, me encanta… ¡Ooohh…!

Nuestros gemidos empezaron a acrecentarse y mezclarse entre las paredes de la habitación de mis padres. Los huevos de Raúl y Gael chocaban con cada embestida de mi hermano, y este tuvo tiempo de cogerme la polla y empezar a sacudirla al ritmo. Apoyé todo mi cuerpo sobre Gael y dejé que hicieran su trabajo. Y, tras varios minutos así, los tres sentimos que nos corríamos.

-Oh… Tú, tu, me corro -avisó mi hermano, el primero.

-Y-Yo también -lo siguió Gael.

-Hacedlo… ¡dentroooOooOOoOooOOO! -ofrecí, al tiempo que llegaba al éxtasis.

De mi nabo salieron varios chorros disparados a la vez que en mi culo sentía un espeso líquido caliente, abundante, muy abundante. La sensación era indescriptible. Incluso antes de sacar sus rabos de mi culo, el semen empezó a salirse por todos lados.

Raúl salió de mí a los pocos segundos, pero Gael me abrazó con fuerza desde abajo.

-Hmm… Podría estar así todo el día… -murmuró, aún con su polla dentro de mí.

-Yo también… Pero siento decirte que hay que limpiar esto, ¡jajajaja!

Me separé de él y me incorporé.

-Pues sí -dijo entonces mi hermano-. Pero, oye, que nos quiten lo follao´.

Y los tres reímos con complicidad. Como el que sabe que aquello jamás saldrá a la luz. Como el que sabe que, aunque nadie lo sepa, aquello seguirá sucediendo, en la intimidad de sus secretos.