Mi vecinito cachondo [4]: En tu cumple, dos pollas

Por el cumpleaños de un buen amigo y hermano, hay una opción barata y muy placentera: atarle a la cama y ofrecerle dos pollas para él solo.

¡Buenas! He tardado, pero aquí vengo con la cuarta parte de la serie. ¡Espero que os guste!

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Gael

Los fines de semana se convirtieron desde entonces en momentos que aprovechábamos para repetir lo que había comenzado en aquella clase de repaso. Hacíamos tríos cada sábado y volvíamos a la carga el domingo siempre que podíamos. Tristán cada vez le ponía más ganas y Raúl acaparaba el rabo de su hermano pequeña con más interés en cada sesión.

Yo no podía pedir más. Tenía a dos hermanos comiéndome la polla que no se cansaban de ello, y yo también le ponía más intensidad a cada mañana de sexo. Sin embargo, ninguno se atrevía a dar un paso más y siempre nos limitábamos a comérnoslas y, de vez en cuando, meternos dedos en el culo.

Todo cambió, no obstante, tres meses después de aquella primera vez, el día del cumpleaños de Tristán. Su rabo había crecido algo, quizá un centímetro, y le había salido algún pelillo en los huevos. Como cada sábado, quedamos en su casa.

-Hoy vienes, ¿no? -me escribió Raúl por Whatsapp.

-Claro -contesté al instante-. Tenemos que darle su regalo de cumple a tu hermano -indiqué, añadiendo un emoticono de un guiño.

Raúl se rio y me citó a la hora de siempre. Y, cuando llegó el momento, me vestí y fui a su casa.

-Sube -me guio Raúl-. Mi hermano ya está listo.

Cuando subí, lo que me encontré me dejó de piedra. Tristán permanecía tumbado en su cama, desnudo completamente y con manos y piernas atadas con unas cuerdas a la cama. Su polla estaba dura como una roca y apuntaba al techo, firme.

-Hola -saludó.

Parecía nervioso. Seguramente su hermano le había prometido algo, pero yo no sabía el qué.

-Podemos hacer con él lo que queramos -me indicó Raúl. Acto seguido, señaló al escritorio de Tristán-. He cogido un consolador de mi madre, dos condones de sabores y un lubricante.

-Bro… igual es demasiado, ¿no?

-Ha aceptado él mismo. Bueno, en verdad, ha sido él quien ha sugerido todo esto. Y yo tengo el deber de complacer a mi hermanito.

Tristán me miraba con ojos de cordero. Sus pezones estaban duros y tenía la piel de gallina. Me acerqué a él y, con mi dedo índice, recorrí su abdomen subiendo hasta llegar a sus labios. Abrió la boca tímidamente e introduje mi dedo en ella.

-Sí, está claro que tiene ganas… -comenté mientras el cumpleañero lamía mi dedo sin parar.

-Pues empecemos -sugirió Raúl.

Raúl se desnudó y, con cuidado, subió a la cama y colocó sus rodillas entre las piernas de su hermano. Con su mano tomó aquel cipote de ahora 16cm y comenzó a masturbarlo lentamente. Unos segundos después, agachó su cabeza y se metió aquella polla en la boca, saboreando el precum que ya soltaba.

Yo comencé a desnudarme hasta quitarme todas las prendas. Me subí también a la cama y apoyé mi trasero en el pecho de Tristán y le hice elevar la cabeza. Coloqué su almohada en su nuca para que su cabeza permaneciera en esa posición y, entonces, le hice abrir la boca. Empecé a introducir poco a poco mi rabo en su boca, hasta que noté cómo mi glande chocaba con su garganta. También en esto había mejorado Tristán, y ahora podía comérmela prácticamente por completo, haciendo que mis huevos rebotaran contra su barbilla cada vez que se la introducía del todo.

-Hmpfmfphf -se escuchaba el gorgoteo de Tristán.

-Come polla -le decía yo, cachondo hasta la médula.

Entonces, sentí cómo sus pies tocaban mis hombros. Giré mi cabeza y vi a Raúl dando lametazos al ano de su hermano pequeño. Le había quitado las esposas de los pies a Tristán, que se retorcía y sus ojos denotaban un claro placer.

-Uff, llevaba tiempo queriendo comerle el culo -comentó Raúl mirándome.

-Luego me dejas un poco -le pedí.

-Poco a poco -replicó-. Como le metas la tuya primero, lo matas. Jajaja.

Reí. Probablemente tenía razón. Decidí entonces cambiar de postura y hacer un 69 con Tristán. De ese modo, mi cabeza quedó a la altura de la de Raúl, que continuaba lamiendo el agujerito de su hermano. Antes de empezar a comerle la polla a Tristán, fijé mi mirada en la de Raúl. Este notó mi presencia y posó sus ojos sobre los míos. Sonrió, acercó su boca a la mía y cerró los ojos.

Nuestros labios se juntaron al fin. Fue una sensación extraña; era la primera vez que besaba a un tío, pero me estaba gustando bastante. Mi lengua buscó la suya y se encontraron en nuestro interior. Mientras lo hacíamos, Tristán me comía la polla y notaba cómo mi glande chocaba contra su garganta constantemente.

-¡Hfmfpmfgmhf! -se escuchó entonces.

Separé mis labios de los de Raúl y cogí la polla de Tristán con mi mano izquierda. La masturbé lentamente hasta que, finalmente, me la introduje en la boca. Lo hice al completo y pude olfatear el olor de los huevos del pequeño sin ningún problema. Por ahí se encontraba también la boca de Raúl, que le estaba comiendo los huevos.

A los pocos segundos, Raúl comenzó a meterle dedos a su hermano. Empezó con uno, pero pronto tenía tres dedos en el interior de Tristán, que cada vez gemía más. Su precum me avisaba de una posible corrida pronto, por lo que paré de comerle el rabo y dejé que me la chupara él a mí.

Raúl cogió el lubricante y lo untó en el consolador. Repitió el mismo proceso en el culo de su hermano hasta dejarlo bien lubricado. Colocó el objeto en la entrada y comenzó a empujar con precaución.

-Hm… -gemía suavemente Tristán, separando su boca de mi rabo.

-¿Duele? -preguntó su hermano.

-Un poco -contestó-. Pero no pares, porfa.

Raúl obedeció y continuó empujando. Cuando me quise dar cuenta, el consolador había entrado por completo en aquel estrecho agujero.

-Ohhh… -suspiró Tristán.

Raúl empezó un suave mete-saca para dilatar bien el ano de su hermano pequeño, que no dejaba de comerme la polla. Cuando su agujerito comenzó a quedarse con hambre, Raúl sacó el consolador y colocó su glande sobre la entrada. Con sutileza, empujó hasta sentir toda su polla dentro de Tristán.

-Aah… -suspiró entonces Raúl.

Los huevos de Raúl se habían posado sobre las nalgas de su hermano, que tenía los ojos en blanco. Yo, que observaba la escena desde una posición preferente, no podía creer lo que mis ojos veían. Mis vecinos iban a follar por primera vez en su vida. Y yo iba a estar ahí para verlo.

Raúl

Realmente no me creía lo que estaba haciendo. Llevaba varias noches imaginando cómo sería follarme a mi hermano, pero el resultado ni siquiera se acercaba a mis predicciones. Su culito se sentía tan caliente, tan estrecho y apretado, que un solo movimiento provocaba en mí un tremendo placer.

Saqué lentamente mi rabo de su agujero hasta ver cómo el glande asomaba. Volví a metérsela hasta el fondo hasta sentir mis huevos chocar con su trasero. Y así una y otra vez, embistiendo cada vez con más intensidad a mi hermanito.

Había comenzado a clavársela con fuerza, de modo que sacaba la polla con calma, pero se la metía de nuevo de una sacudida, haciendo que el choque entre mis cojones y sus glúteos produjera un sonido peculiar.

Mientras tanto, Gael se había puesto de pie sobre mi hermano, con ambas piernas a los lados de la cintura de este. De ese modo, su rabo quedaba a la altura de mi boca. Una invitación para que se la comiera. Y, por supuesto, no le dejé con las ganas. Me introduje aquella polla en la boca al tiempo que empalaba por enésima vez a mi hermano, que ya solo gemía de placer. El dolor había desaparecido.

-¡Ohh! ¡Sí! ¡Si-sigue!

Tener a Tristán pidiendo rabo había sido una de mis fantasías desde que habíamos comenzado con esto. Pero Gael también necesitaba mi atención. Y, como queriendo ser el protagonista por un momento, me agarró con firmeza la boca y comenzó a follarme. Era algo que repetíamos cada vez que lo hacíamos, y nunca nos cansábamos. Mi saliva comenzó a resbalar por mi boca y a caer al rabo de mi hermano, que se movía sin cesar.

Con un último movimiento, Gael me clavó su polla hasta la garganta y me tuvo unos cinco segundos sin poder sacármela de la boca. Casi me atraganto, pero aquello solo me puso más burro. Cuando conseguí librarme de ello, jadeé.

-Joder, no podía respirar. Jajaja.

-Esa era la idea -contestó mi vecino.

Saqué entonces mi rabo del culo de mi hermano. No había terminado, pero quería cambiar de posición. Quería que mi hermano fuera el objeto sexual del día. Al fin y al cabo, era su cumpleaños. Se lo merecía.

-A cuatro -le ordené mientras le quitaba las esposas de las manos.

Obedeció sin rechistar y enseguida se puso en perrito. Era una posición que siempre había querido probar, y por fin podía hacerlo. Puso su culo en pompa y pude ver cómo se abría y cerraba sin parar. Gael entendió mis intenciones y se puso frente a Tristán. De ese modo, mientras yo me lo follaba por el culo, él se lo follaría por la boca.

En cuanto coloqué mi glande en la pequeña entrada de mi hermano, empujé con fuerza hasta el fondo.

-¡Aaahh! -gimió Tristán.

-Tranquilo, yo te calmo esos gritos con un biberón -comentó Gael mientras se ponía uno de los condones e introducía su polla en la boca de mi hermano.

Tristán hacía esfuerzos por tragarse todo aquel mástil, pero de alguna manera lo conseguía.

-¿Qué tal el sabor? -preguntó mi vecino tras un minuto.

-No está mal -contestó mi hermano sacándose el rabo de la boca-. Pero no sé, casi que lo prefiero sin el condón.

-Yo estaba pensando lo mismo -replicó Gael.

Se quitó el condón y lo tiró al suelo. Entonces, sujetó firmemente la cabeza de Tristán y comenzó a follarle la boca. Lo hizo con pasión y calma al principio, pero pronto cogió intensidad y mi hermano empezó a atragantarse.

-¡¡Hmfpgfmpf!! ¡Hfmphmfmpf! ¡Hfmpmhfhmg!

Aquello solo conseguía ponerme más y más cachondo. Empecé a azotar a mi hermano con fuerza hasta que agarré con firmeza sus nalgas, bien voluminosas.

-Ufff, vaya culo tienes, capullo -me salió del alma.

Escuché cómo mi hermano se reía brevemente aún con el rabo de Gael en la boca.

Mis embestidas comenzaron a acelerarse al ver cómo mi vecino se follaba la boca de mi hermano. Nunca me había imaginado que aquello me daría tanto morbo, pero sin duda estaba ocurriendo. Las vistas eran espectaculares. Gael miraba hacia abajo para comprobar cómo Tristán se tragaba toda su polla. Tenía ambas manos sobre la cabeza de mi hermano y la embestía con fuerza. El cuerpo de Tristán se movía incesantemente, producto de las embestidas de Gael y las mías propias. Además, sentía sus huevos chocar con los míos cada vez que mi polla entraba por completo en su estrecho agujero.

-Hmm… Uff. Ahh… -comencé a gemir.

Me fijé entonces en la cara de mi vecino. Ahora me miraba, y sus ojos destilaban locura.

-¡Hgmpgfmgphgmfhmgpf! -se escuchaba desde la boca de mi hermano.

Pero Gael no paraba. Cada vez lo hacía más rápido, y sus ojos se habían posado en los míos. Supe que se iba a correr pronto cuando noté su mirada perdida.

-¡¡¡Ooohhh!!! -gimió entonces-. Hhhmmmm… Qué puto gustazo…

De la comisura de los labios de mi hermano comenzó a chorrear el espeso líquido blanco de Gael. Tristán intentaba tragar todo lo posible, pero simplemente no era capaz. Y yo, que seguía metiéndole la polla sin parar, sentí un cosquilleo recorrer mi falo.

-¡¡Aaahh!! Oohhh… ¡¡Hhhmm!!

Cinco trallazos de lefa que acabaron en las profundidades de mi hermanito. Cuando saqué mi rabo de su agujero, pude ver cómo este se abría y cerraba sin parar, y empezaron a salir entonces los restos de mi corrida.

Pero aún no habíamos terminado. Mi hermano no se había corrido todavía, y tanto Gael como yo sabíamos que debíamos recompensarle. Colocamos a Tristán tumbado boca arriba y mi vecino comenzó a comerle la polla mientras yo le chupaba los huevos. Tristán, tras todo lo anterior, ya estaba a punto de venirse, por lo que no tardó en soltar cuatro trallazos de semen que, sorprendentemente, Gael decidió tragarse. Continuó chupándole la polla hasta que sintió la última gota de lefa salir del rabo de Tristán. Con los restos de corrida que quedaban en su boca, se acercó a Tristán y lo besó en los labios.

-Te la debía -dijo Gael.

Y, tras unos segundos en silencio, mi hermano habló.

-La próxima vez, quiero metérosla yo a vosotros.

Mi vecino y yo nos miramos y, casi sin pensarlo, sonreímos.

-Claro, hermanito -contesté-. Cuando quieras.

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¿Y bien? ¿Qué os ha parecido? Como siempre, espero vuestros comentarios, sugerencias y valoraciones. Intentaré traer pronto la siguiente parte, pero no puedo prometer nada. ¡Un saludo!