Mi vecinita 18
Rafa nos explica lo que sintió cuando vio a Coral follando con su prima en la playa
Capítulo 18
Las pillé tan de sorpresa que ni siquiera fueron capaces de reaccionar, se quedaron petrificadas. La cara de Vero era un auténtico poema. Se la veía asustada, sorprendida y avergonzada. Los ojos como platos y las manos tratando de tapar lo que podían. Lo que podían porque sus tesoros eran tantos y tan abundantes que resultaba imposible taparlos todos. Y menos en la postura como las había pillado. El rostro de Coral reflejaba también las mismas emociones sorpresa, miedo, vergüenza… pero en sus ojos pude apreciar también ira, furia y rabia. En aquel instante lo supe, supe que me había equivocado, que había metido la pata hasta el fondo. Coral no quería que yo intimidase a su prima, simplemente no me quería allí.
Pero ya era demasiado tarde. No había vuelta atrás. No se podría arreglar de ningún modo. Ya que estaba allí, debía seguir adelante sin amedrentarme. Debía hacerme el duro. Una vez más debía imbuirme en el papel de amo dominante. Debía mostrar arrogancia y seguridad. Para imponer mi voluntad, no podía dejarlas pensar, debía de aprovecharme del momento, aprovechar su vergüenza y humillarlas. Tenía que tomar el mando, subyugarlas sin darles tiempo a reaccionar.
- Yo sí estaba observando el paisaje. Pero con ustedes aquí delante jugando he tenido que dejar de hacerlo. ¡Menudo espectáculo que se han montado! ¡Miren cómo me han puesto!
Las dos chicas seguían sin reaccionar. Encogidas me miraban sin atreverse a parpadear. Proseguí con mi perorata sin perder tiempo. Tenía que imponer mi voluntad…
- ¡Me han puesto más cachondo que un mono! ¿No les da vergüenza?...
Seguían sin poder contestar. Ninguna de las dos se había rehecho de la enorme sorpresa que había supuesto mi repentina aparición. Vero seguía sin explicarse mi presencia, Coral en cambio parecía más enfadada que otra cosa. Su falta de reacción se debía más al miedo y la impotencia que a la sorpresa o vergüenza. En cualquier caso no podía pararme ahora.
- ¡Vamos arreglen esto!
Como no reaccionaban, así a Coral del pelo y la atraje hacia mi erecta polla. Enseguida supo lo que tenía que hacer y no tardó en engullirla. Vero la miraba atónita, su prima demostraba una gran pericia. No podía dejarla así, mirando nada más. Tenía que hacerla participar también.
- ¡No te quedes mirando, puta y chupa tú también!
La agarré del pelo como a su prima y la empujé contra mi polla. Reaccionó instintivamente. Abrió su boca dispuesta a recibir mi dura estaca. Estuve tentado de follarme su linda boquita pero me contuve. Coral seguramente lo soportaría pero no así una novata como Vero. Teníamos que enseñarla a comer nabo y Coral sería una excelente maestra.
- No puta así no. Primero usa la lengua. ¿Es que no puedes enseñar a la zorra de tu prima a hacerlo en condiciones?
- ¡Noo!
- ¿No? ¿Es que acaso quieres que enseñe las fotos que tengo aquí guardadas a las señoras del parasol amarillo? ¿O prefieres que se las enseñe al grupo de jovencitos con el que os vi el otro día?
- No… no… eso no… por favor… Ya lo hacemos. ¿Verdad Vero?... ¡Vero!
- Sí… sí, señor. Ya… ya… voy…
No me hacía ninguna gracia tener que coaccionarlas, significaba volver a ejercer mi rol de amo dominante y egoísta. Lo de dominar no estaba mal pero mostrarme como un ser egoísta e insensible no me gustaba lo más mínimo. Pero no tenía más remedio, era el único modo de asegurarme la docilidad de la prima de Coral. Lo peor de todo era que me había salido sin pensar, de modo automático; identificarme tanto con el papel, me preocupaba. La pobre muchacha comenzó a lamer mi miembro con la mejor de las intenciones, aunque no pudo ocultar su inexperiencia. En cambio suplía su falta de experiencia con un entusiasmo desbordado. Realmente me sorprendieron el interés y las ganas que le ponía al asunto. Decidí usar a Coral como maestra y que enseñara a su prima a mamar en condiciones. La cara de incredulidad que puso cuando vio a mi chica tragársela hasta los huevos no tenía desperdicio. Aproveché para hacerles un par de fotos para recuerdo. Coral se dio cuenta e hizo ademán de quejarse, pero finalmente no lo hizo. Decidió concentrarse en su tarea. Una vez finalizada la clase práctica fui alternando entre una y otra para que me la mamaran a gusto. Para que la que estaba libre no se aburriera, les ofrecí mis pelotas. Si una mamada es de por sí placentera, si al mismo tiempo te lamen los huevos ya ni os cuento.
Lo cierto es que las dos chicas se esmeraban y daban lo mejor de sí mismas ya estuviesen sorbiendo las pelotas o tragando sable. Lo cual no dejaba de desconcertarme. No podía comprender si se había enfadado tanto al verme por qué se mostraba tan solícita y colaboradora. ¿Cuáles habían sido sus intenciones al invitarme a sus encuentros secretos? Pero como podéis comprender, con el tratamiento que me estaban aplicando las dos primas no estaba yo como para andar resolviendo puzles. Tras varios minutos gozando decidí probar algo distinto. Las coloqué una frente a la otra para que ambas a la vez recorrieran mi tronco con sus bocas. ¡Uf! ¡Como me pusieron! Parecía que lo hubiesen estado ensayando. Dudo mucho que dos auténticas profesionales lo hubieran hecho mejor. Era una verdadera delicia y si las seguía dejando trabajar a su antojo no tardaría en correrme.
Entonces decidí que ya era hora de cambiar de postura y de actividad. La mamada era soberbia pero yo tenía ganas de follarme a mi chica. De modo que hice que su prima se tumbase boca arriba para que Coral poniéndose a lo perrito pudiese comerle el coño. Las chicas no tardaron en cumplir mis deseos. Mientras ellas se colocaban yo aproveché para ponerme el condón. Desde el susto con el retraso de Coral, no iba a ningún sitio sin llevar conmigo tres o cuatro gomas. Una vez colocados me dispuse a recomenzar la fiesta. No podía ver el rostro de Coral, pero el de su prima era la viva imagen del deseo. Solo con verla se me envaró tanto la polla que me dolió. Y eso que su prima no había comenzado a comerle el chocho. Claro que Vero no perdía el tiempo, se estaba haciendo un dedo mientras esperaba la llegada de la boca de Coral. Decidí poner arreglo a eso. Nada de masturbarse, el auto-placer estaba prohibido. De modo que le aparté las manos de su coño y en su lugar le acerqué la boca de su prima. El gemido que se escapó de su boca no dejaba lugar a dudas, la “inocente” Vero lo estaba gozando como una perra. ¿Estaría Coral disfrutándolo de igual manera? No tardaría en averiguarlo.
Me coloqué en posición detrás de mi chica. La visión que tenía ante mí era tan gloriosa que no tuve más remedio que inmortalizar aquel recuerdo con una nueva foto. Tras la foto me acerqué mi ofrecida vecinita con el estoque dispuesto a entrar a matar. En cuanto mi polla rozó los empapados labios de mi chica, esta dio un respingo y gimió con gran fuerza. Si tenía alguna duda, acababa de disiparse, las dos estaban más salidas que el pitorro de un botijo. Una vez me hube asegurado del disfrute generalizado, me procuré el mío propio. Sin perder tiempo se la clavé hasta el fondo, arrancando nuevos gemidos a mi chica. Animado por sus estentóreos jadeos comencé a cabalgarla con suavidad. Entraba y salía de ella con toda la parsimonia de la que era capaz. Procuraba prolongar así nuestro disfrute lo máximo posible.
Coral estaba tan cachonda que ya no se reprimía, ahora daba rienda suelta a sus instintos. Sus caderas se movían buscando el perfecto acople con el movimiento de mi pelvis. Entonces me di cuenta de algo. Coral estaba tan ensimismada con su gozo que no le comía el potorro a su prima. Vero se estaba masturbando delante de mí. Era el único modo que había encontrado para aliviar su calentura. No estaba dispuesto a permitir aquello por más tiempo. Me incliné hacia adelante le aparté a Vero las manos de donde las tenía y empujé la cabeza de Coral contra el coño de su prima. Las dos chicas tenían ya claras cuales eran mis intenciones y no pusieron objeción alguna. ¡Cómo podían quejarse cuando estaban disfrutando como nunca! Los chillidos que proferían eran ya un auténtico escándalo. Menos mal que nadie se acercaba por aquellos parajes.
Una vez me hube asegurado del correcto comportamiento de mis chicas, reanudé la cabalgata. Esta vez, aprovechando mi postura mucho más cercana, decidí estimular a mi chica acariciándole su lindo chochito con la mano. Los efectos fueron inmediatos, Coral comenzó chillar mucho más fuerte que antes. Pero su prima se encargó de ahogarlos empujándola contra su coño. Ambas estaban muy próximas al orgasmo y no estaban dispuestas a retrasarlo mucho más. Como no podía ser de otro modo yo me dejé llevar también. Dejé mi pausado cabalgar y comencé una auténtica galopada hacia el cercano clímax. Cosa extraña, creía estar a punto de estallar y cuando me lanzo en pos de él, resulta que se retrasa. Aquello no hizo sino espolearme, me lancé con más decisión en pos del mismo con todas mis fuerzas. Coral y Vero también estaban alcanzando los suyos. De pronto sentí convulsionarse los cuerpos de mis chicas casi al unísono, ambas se deshacían en un prolongado gemido que me llegó al alma. De pronto sentí que me vaciaba, me clavé a mi chica y me abandoné al disfrute del potentísimo orgasmo que se había adueñado de los tres. Estaba en la gloria y no era cuestión de desaprovechar el momento. Me abracé a Coral y me dejé llevar mientras me vaciaba por completo.
Mantuve los ojos cerrados mientras permanecía abrazado a mi chica. La paz que sentía al mientras la tenía entre mis brazos sólo se veía empañada por la incómoda sensación de haberle fallado a Coral. Algo me decía que mi chica se había enfadado conmigo. No acababa de entender muy bien por qué quería que las grabase cuando ya tenía fotos comprometedoras de su prima y ella. ¿Quería fotos comprometedoras de su prima conmigo? No parecía probable por el modo en que me había mirado Coral. Entonces ¿qué quería realmente de mí? No alcanzaba a comprenderlo. Estas cuestiones no dejaban de perturbarme, me las planteaba una y otra vez sin encontrar una respuesta válida o satisfactoria. No obstante, gracias al cansancio acumulado, medio adormilado, logré olvidarme de ellas un momento y disfrutar de un ratito de plenitud y paz abrazado a mi chica.
Claro que no me podía dormir en los laureles. Seguía dentro de mi chica y si me demoraba demasiado, podría derramarse el contenido del preservativo. No quería nuevos sustos, así que me aseguré de retirarlo antes de que fuese demasiado tarde. Las dos chicas se me quedaron mirando. Parecían sorprendidas. Aunque no sé muy bien por qué.
Aproveché que ya tenía captada su atención para tumbarme bocarriba y hacer que mis chicas se me acercasen. No hizo falta que les dijera nada, ellas tomaron la iniciativa. Sabían lo que tenían que hacer. ¡Vaya si lo sabían! Comenzaron comerme el rabo a dúo perfectamente sincronizadas. ¡Menuda mamada se marcaron las dos primitas! Vero a mi derecha, Coral a la izquierda, dos lenguas juguetonas, perfectamente sincronizadas decididas a no darme descanso. Si la una subía, la otra bajaba. Si la primera lamía y recorría el capullo, la otra relamía mis pelotas. Se enroscaban alrededor de mi tronco sin dejar un solo centímetro sin recorrer. Y tras las lenguas danzarinas, el resto de sus bocas. Me besaban dulcemente con sus jugosos y carnosos labios. Primero unos besos suaves, dulces, apenas perceptibles. Unos roces endiablados, candentes como brasas que no tardaron en ponerme a mil. Tras aquellos cándidos primeros besos, vinieron otros menos castos pero ciertamente mucho más intensos. Sus labios se cerraban rodeándome, se apretaban contra mí como un sello impidiendo el paso de todo incluso del aire. Ninguna de las dos se daba tregua. Cuando una se retiraba, la otra se hacía cargo y se engullía el miembro. El cálido aliento sobre mi capullo, la lengua retozando sobre el capullo, los labios constriñéndome el glande… y todo por partida doble. Aquellas dos mozas eran unas auténticas maestras en el uso de la boca.
Fue sólo el principio. Después vino el concurso de gargantas profundas. Coral comenzó a demostrar su maestría en la materia. Pero Vero no se quedaba atrás. A pesar de ser novata en estas lides, suplía su falta de experiencia con un inusitado entusiasmo. En poco tiempo logró enfundarse todo mi sable hasta mis pelotas. Y eso que en más de dos ocasiones tuvo que superar un par de arcadas. Lo cierto es que se mostraba tremendamente participativa, mucho más que su prima. Coral se mostraba algo apática, pero ya había adquirido una técnica depurada y sus atenciones me resultaban más placenteras. Estaban dándome tanto gusto, que como siguiera dejándolas a su aire no tardaría en correrme en sus bocas. Era una idea bastante tentadora y por un momento me lo planteé en serio. Pero el dulce conejito de Coral me resultaba mucho más atractivo. Coral tenía algo, que me enganchaba. A pesar de estar disfrutando de las atenciones de dos chicas hermosísimas, mis preferencias estaban claras. Por eso no dejaba de sentir una punzada de preocupación al saber que la había disgustado.
Se me ocurrió entonces que mi chica se merecía una pequeña recompensa. Me decidí a hacerla disfrutar de los placeres del sexo una vez más. Dejé que su prima siguiera entretenida ocupándose de mi rabo. Necesitaba practicar para perfeccionar la técnica. Aunque si Vero seguía mostrando tanto entusiasmo, pronto se convertiría en una excelente mamadora para deleite del chico que llegara a ser su novio. Hice pues que Coral se me subiese encima a la altura de mi boca. Quería saborear las mieles de su jugoso coñito. Se colocó mirando hacia su prima. Mejor, así podría disfrutar también del tórrido espectáculo que le ofrecería su prima. Quizás tuviese la intención de darle algunos consejos. Como a mí me daba igual, no puse objeción alguna. Ahora disfrutaba de una vista maravillosa del tesorito de mi chica. No me demoré, ataqué de inmediato el objetivo que tenía delante de mí. Quizás fui demasiado directo o brusco. No me entretuve con prolegómenos. No podía hacerlo, estaba demasiado caliente. Comencé a machacarle el clítoris con todas mis ganas.
Por fortuna, Coral reaccionó sorprendentemente bien a mi rudo cunnilingus. Coral comenzó a gemir y jadear nada más comenzar. En cuanto mi lengua rozó su botoncito, su cuerpo se estremeció de arriba abajo y un hondo suspiro surgió de su boca. Aquello me dio alas, mi propósito de hacerla gozar, no sólo era factible; estaba mucho más cerca de lo que había imaginado. Me apliqué a ello con todo mi interés, pues me di cuenta de que al hacerlo me ayudaba a controlar mi libido. Coral no tardó en gemir y jadear a pleno pulmón. Animaba a su prima, le daba sugerencias y la ayudaba a mejorar su mamada. También a mí me animaba, Coral se mostraba completamente desinhibida y me espoleaba con expresiones cada vez más groseras. Aquel lenguaje soez y barriobajero no era propio de ella. El que lo usara, cada vez con mayor frecuencia, sólo podía significar una cosa. Su orgasmo estaba muy próximo. Y el mío también, las constantes caricias de Vero no me habían dejado indiferente. Había llegado el momento de follarme a Coral. De modo que les pedí que intercambiaran posiciones. No podía dejar que Vero se quedara sin diversión. Así que pensé que lo mejor sería comerle el chochito mientras mi niña me cabalgaba. Ya las tenía en posición, Coral estaba a punto de empalarse. Y entonces, todo cambió.