Mi vecinita 17

Rafa nos explica cómo y por qué encontró a su vecinita jugando con su prima...

Capítulo 17

Serían las dos de la madrugada cuando recibí la llamada de mi chica. Más que molestarme me sorprendió. Estaba en la disco disfrutando de un buen cubata mientras intentaba ligar con alguna de las chicas que por allí estaban. La cosa no estaba clara, había un par de chicas bastante majas con las que me estaba echando unas risas pero sin ninguna garantía de éxito inmediato. De modo que la llamada de Coral lejos de molestarme incluso me alegró. Y más cuando me enteré del motivo por el que la hacía. Básicamente, por lo que me contó, implicaba que al día siguiente me encontraría una vez más con ella. Con ella y con su prima...

Según me dijo, Vero, su prima la había descubierto. No me dijo cómo pero el caso es que sabía que ella había dejado de ser virgen. Incluso me pareció entender que tenía pruebas del paripé que habíamos organizado con la compra. Algo relacionado con las fechas de los tickets que no cuadraban… El caso es que estaba desesperada. Estaba asustada, no aterrada ante la perspectiva de que su prima pudiera delatarla también a sus padres. Ella sin duda tendría muchas más facilidades que yo de hacerlo. Podría delatarla en cualquier momento. Cualquier enfado o roce con su prima y su secreto sería descubierto. Cierto que Vero tampoco era trigo limpio, no era tan recada, inocente y pura como aparentaba. Pero Coral no podría demostrarlo llegado el caso. De modo que me pidió que las grabase a las dos al día siguiente  por la mañana mientras “jugaban” en la playa. No las tenía todas conmigo, había cosas que no me quedaban del todo claras. Era evidente que Coral estaba realmente alterada. No paraba de llorar y la notaba asustada. Intenté hablar con ella y razonar, fue imposible. Lo más que pude hacer fue consolarla un poco y comprometerme a seguir con el nuevo plan que se le había ocurrido.

Hasta que no me comprometí a ayudarla con su plan de incriminar también a su prima Verónica, no pareció mostrarse más tranquila. Y después, todo fue hablar del plan, de lo que debía de hacer antes de llegar, de dónde tenía que esconderme para que pudiera grabarlas sin ser descubiertos, de cómo podía llegar y cuándo debía de hacerlo para que nadie me pudiera ver, etc. El caso es que como ya era bastante tarde y no tenía las cosas muy claras, accedí. Accedí a pesar de que el plan implicaba tener que abandonar a las dos chicas del pub para poder levantarme temprano por la mañana. Tenía que llegar a la islita sobre las diez con tiempo más que suficiente para que no me viera nadie. Tenía que asegurarme de que las cámaras tenían las baterías cargadas y lo más difícil, encontrar el modo de llevarme todo aquello sin que se me mojaran. A pesar de todo, cedí; más que nada porque así podría encontrarme una vez más con Coral.

Por la mañana, al despertar, la cabeza me daba vueltas. La inesperada llamada nocturna de Coral seguía pareciéndome un sueño. Si no hubiera sido por las notas que tomé, no me lo habría creído. Sin embargo no cabía duda acerca de la realidad de la misma. Una vez la hube asumido, comencé a prepararme para llegar a tiempo a la cita. Lo cierto es que tenía el tiempo justo y no podía entretenerme demasiado. Pero mientras recogía todo el material que necesitaba, no dejaba de darle vueltas a la cabeza. Había algunas cosas que no me cuadraban. La más significativa era que en realidad Coral no necesitaba nuevas fotos comprometedoras. Ya las tenía. Las que yo le mostré cuando la coaccioné por primera vez. Sólo tenía que pedirme unas copias. ¿Para qué necesitaría otras nuevas? Para asegurarme, le mandé un mensaje diciéndole que ya tenía fotos comprometedoras y que me confirmase si debía acudir a la cita o no. Como no me contestó, supuse que estaba muy ocupada y que no había cambio de planes. Así que sin perder más tiempo, salí corriendo hacia el lugar acordado.

Logré apañármelas bastante bien para llegar al pequeño islote donde solían esconderse sin que nada se me llegase a estropear. No tardé en localizar el lugar que Coral me había indicado para poder esconderme. Mi chica se conocía aquella caleta a la perfección. El lugar indicado era perfecto, desde allí dominaba toda la playa de la pequeña ensenada sin ser descubierto. Lo peor fue lo del madrugón, no es que fuese demasiado temprano pero después de haber trasnochado, tenía más sueño que otra cosa. Como las chicas no daban señales de vida y estaba bastante cansado me eché un ratito. Un ratito, para cuando desperté eran más de las once y las chicas ya habían llegado. El espectáculo que me ofrecían era espectacular. Desde donde me había escondido, tenía una visión perfecta de las dos. Una visión espectacular de dos pibones… de dos pibones durmiendo o echándose una siestecita que es lo mismo. Se habían tumbado encima de las toallas y allí que estaban, sin cantearse, como un par de estatuas. ¡Menudo aburrimiento! Casi me duermo mientras esperaba a que pasara algo.

Por suerte para mí, pronto empezaron a producirse actividades más interesantes, al menos eso me parecieron. Vero comenzó a acercarse a Coral,  con bastante disimulo. Cierto que sus acciones no eran llamativas, hasta parecían inocentes, pero su rostro delataba algo diferente. De modo que seguí observando.  Las manos de Vero se perdieron recorriendo la espalda de Coral arriba y abajo. Pero sobre todo se centraban en la nuca y los hombros masajeándolos con suavidad. Coral comenzó a ronronear como una gatita mimosa. Vero se tomó su tiempo con el masaje, sabía lo que hacía. Al parecer, no tenía prisas, quería calentar a su prima lentamente. Y a fe que lo estaba consiguiendo. Coral se dejaba hacer, sin duda le agradaba ser el objeto de aquel masajito.

Vero no se conformó con aquello. Poco a poco, su inocente masaje se fue tornando en algo más lascivo. Sus manos no recorrían solo su espalda, ahora se acercaban a otras zonas mucho más íntimas y personales, zonas más interesantes para ser observadas. Comencé a usar la cámara. Las manos de Vero se perdían ya debajo del bikini de Coral. Pero no eran sólo las manos de Vero las que estimulaban las zonas erógenas de mi chica. Vero se había pegado tanto a su prima, que prácticamente eran una. Los besitos no tardaron en hacer su aparición y con ellos, los primeros jadeos propiamente dichos.

Coral hacía amago de resistirse, pero lo cierto es que no hacía demasiada fuerza. Se quejaba un poco, hacía mohines y algún que otro gesto de desaprobación… más parecía teatro que otra cosa. Si de veras hubiese querido deshacerse de las atenciones de su prima lo habría hecho. Coral se dio la vuelta y miró a su prima directamente a los ojos. Se dijeron algo y se dieron un morreo de aúpa. La cosa estaba lejos de acabar, al contrario ahora era cuando comenzaba el espectáculo de verdad.

Vero se bajó a la entrepierna de su prima, le quitó el tanga del bikini y comenzó a comerle el chumino como si fuese la última cena de un condenado. Las consecuencias no se hicieron esperar. Coral empezó a contorsionarse y revolverse presa de una renovada excitación. Se mordía los labios, apretaba los puños, se los mordía, trataba de ahogar su placer… Evidentemente no lo conseguía. Su cuerpo se arqueaba adelante y hacia atrás, le decía algo a su prima pero esta seguía amorrada a ella sin hacerle caso. Yo comencé a sacar fotos y grabar como un desesperado. No podía desaprovechar aquella ocasión tan magnífica que se me brindaba. El espectáculo que me ofrecían era sencillamente sublime. Dudo mucho que pudiera verse algo mejor en ningún cabaret o sala de streeptease. Ni en la mejor de las películas porno podría verse algo semejante. Me levanté un poco para poder observarlo todo mejor y no perderme detalle. En una de las veces que Coral se echó hacia atrás, creo que me vio. No lo puedo asegurar, no hizo ademán alguno. Tal vez estuviera disimulando o quizás fuese su placer tan intenso que no pudiera hacer nada. El caso es que no me delató y yo seguí con lo mío, grabar y no despistarme con la tremenda erección que se estaba formando en mi entrepierna.

Mientras tanto, Vero seguía manteniendo la cabeza firmemente enterrada entre las abiertas piernas de mi chica sin apartarse ni un instante. Ella también parecía disfrutar con su labor. No le podía ver la cara, pero me la podía imaginar mientras seguía el incesante sube y baja de su cabeza. Ahora alternaba el trabajo bucal con la ayuda dactilar. Empezó a meterle un par de dedos por lo que se adivinaba la mojada cuevita de mi chica. Quien lejos de molestarse por aquella nueva intrusión, la agradeció gimiendo y estremeciéndose con más fuerza. Vero debía de ser una auténtica maestra comiendo y follando coños con los dedos porque Coral no paraba de chillar y gemir como una descosida. De repente agarró a su prima del cabello y echándose hacia atrás gritó con todas sus fuerzas mientras todo su cuerpo se convulsionaba descontrolado. Estaba grabando uno de los mejores orgasmos de la historia de la humanidad. Decir que fue espectacular, es quedarse cortos. Me puso más cachondo que un marinero que ha estado a pan y agua durante un año en la mansión de play-boy.

El espectáculo aún estaba lejos de finalizar. A pesar del apoteósico orgasmo vivido por mi chica, Vero no se mostró satisfecha. Apenas habían pasado unos segundos del apoteósico clímax cuando se fue colocando a la altura de su prima sin dejar de darle piquitos por todo el cuerpo. Coral parecía ajena a los mismos, sin duda estaría recuperándose, pero poco a poco se fue animando. Su prima debía de ser muy persuasiva además de insistente. Tras varios minutos de paciente besuqueo y alguna que otra caricia, Coral comenzó a dar señales de vida. Una vez más, no parecía muy interesada en el fornicio, hasta se podría decir que por un momento le repugnaba. Claro que pronto cambió de opinión. Mi vecinita estaba demostrando ser un auténtico putón de cuidado. Tras su apariencia de virginal pureza y recato, se escondía un auténtico zorrón al que le daba lo mismo la carne o el pescado. Al menos eso era lo que los hechos me estaban demostrando. Coral se estaba mostrando tan apasionada y ardiente con su prima como conmigo, que no es decir poco. Sin duda el espectáculo que ya me demostraron en su casa no era el primer encuentro lésbico que tenían.

¡El espectáculo en su casa! ¡Menuda función me dieron entonces! Inolvidable, y menos si disponía de abundante material gráfico para recordarla. Material del que mi vecinita tenía conocimiento y que hacía totalmente innecesario que las grabara ahora. Coral sólo tenía que pedirme una de las fotos de las que le enseñé cuando las pillé por primera vez. Si no lo había hecho, es que tenía otras razones aparte de las que me había dicho. ¿Qué demonios quiere esta chica? Estaba totalmente desconcertado pero tampoco podía estar entreteniéndome mucho pensando en ello. No con aquellas dos salidas  brindándome el mejor espectáculo lésbico del mundo.

Vero estaba a horcajadas encima de su prima ofreciéndole el coñito para que se lo comiera. Y Coral lejos de hacerle ascos, se lo estaba comiendo con verdaderas ganas. Ahora sí que podía tomar buenas fotos de la guarra de su prima follando. Hasta el momento todo lo que había grabado incriminaba a Coral ya que la cara de Vero estaba totalmente oculta en la entrepierna de mi chica. Ahora en cambio, era justo al revés. Ahora era Vero la que exhibía una cara de puro vicio que echaba de espaldas. Mi chica tampoco debía de ser torpe en eso del comer coños. Vero gemía y bufaba al tiempo que se pasaba las manos por todo el cuerpo, sobre todo por sus pechos. Vero cabalgaba sobre mi chica sin dejar de sujetar, amasar y pellizcarse las tetas. Su rostro era la misma encarnación del vicio y el placer. Sobre todo cuando mi chica usó sus dedos para abrirle más su suculenta concha. Entonces todo su ser comenzó a convulsionarse y moverse presa de la intensa calentura que le provocaba la juguetona lengua de su prima.

Vero era mucho más expresiva que su prima. Coral siempre procuraba reprimir sus expresiones de placer, en cambio Vero no tenía reparo alguno en exteriorizarlas. Ver el rostro de aquella chiquilla totalmente sonrojado por el gozo y congestionado por el placer, me enervó de tal modo que no pude pensar en otra cosa más que en el sexo. Automáticamente mis manos se fueron hacia mi bañador; tenía que aliviar la enorme presión que sentía en ellos. Ahora que las veía en plena acción, pude compararlas con más detenimiento. Vero tenía un cuerpo tan estilizado, flexible y firme como el de su prima. Lo cierto es que eran bastante parecidas, hasta de cara; y dada su juventud, no podían ser más hermosas. Tenerlas ahora a disposición de mi objetivo era un sueño hecho realidad. Jamás en mi vida me había imaginado que alguna vez pudiese ser una realidad. Os podéis hacer una idea de cómo me sentía, estaba en una nube. Por destacar alguna diferencia entre las dos, Vero era un poquito más pechugona. Sus pechos eran redonditos y bastante más desarrollados que los de Coral. La impresión que daban era que Vero era la mayor de las dos, luego me enteré que no era así. Lo que sí pude apreciar era que Vero era mucho más decidida y se mostraba bastante más segura de sí misma por lo que solía ser ella la que  llevaba el mando entre las dos. Esto también contribuyó a que pensase que era Vero la mayor. En cualquier caso fuese una o la otra, el caso es que ahora se estaban dando el lote que daba gusto verlas.

Mientras tanto, yo ya no pude aguantar más y comencé a pajearme. No podía permanecer impasible ante semejante espectáculo. Comprendedlo, soy un hombre y la visión de aquellas dos magníficas hembras retozando como auténticas lobas, era simplemente irresistible. Dejé la cámara de video bien posicionada para que pudiera grabarlo todo mientras yo me aliviaba un poco. Y es que el espectáculo que se me ofrecía no era para menos. Ahora las dos chicas se habían enzarzado en una especie de lucha. Las dos pugnaban por imponerse a la otra y quedarse encima. La situación alcanzó un punto de equilibrio cuando se colocaron en un delicioso sesenta y nueve. Las dos se esmeraban es sus artes amatorias tratando de imponer su voluntad sobre la otra y lograr el precipitado orgasmo de la misma. Era una lucha igualada y tan pronto veía el culo de Vero como el de Coral. No podría asegurar quién saldría victoriosa de la misma. Pero que me aspen si deseaba que acabara.

De vez en cuando lograba dominarme lo suficiente como para tomar la cámara de fotos y tomar alguna buena instantánea. Creedme no era nada fácil. Me dolían las pelotas, tenía la polla más dura que una barra de acero. Y el espectáculo seguía lejos de terminar. Ahora las dos guarras se habían puesto una contra la otra frotando sus dos encharcados coños en una formidable tijera. ¡Qué putas! ¡Cómo se movían! ¡Se restregaban con una furia desmedida! Y yo viéndolas; sin poder hacer otra cosa más que grabarlas y pelármela como un jodido mono. ¡Maldita sea! ¿Qué se había propuesto Coral con aquello? ¿Por qué me estaba haciendo aquello? Ya tenía pruebas contra su prima. Sólo tenía que pedirme una de las fotos que les hice el primer día. ¿Por qué pues aquella encerrona?¿Quería burlarse de mí torturándome con aquel espectáculo lésbico delante de mis narices? ¿Quería que fuese yo mismo el que amedrentase a su prima? Aquellas chicas se estaban dando un buen lote, gozando como auténticas zorras y yo cascándomela como un quinceañero. ¡Seré gilipollas! ¿Por qué estaba cascándomela cuando tenía a aquellos dos jugosos pichoncitos dispuestos a comérmela? No me lo pensé más. No podía aguantar más aquella situación. Tenía que hacer algo y lo hice. Sin encomendarme a nadie decidí mostrarme delante de aquellas dos guarras…

-              ¿Qué pasa preciosas, disfrutando del paisaje?