Mi vecina se me ofrece a cambio de dinero

Mi vecina me propone echar un polvo a cambio de pasta.

Me llamo Jesús tengo 35 años y soy soltero. El otro día venía de hacer la compra y me pilló una fuerte tormenta. Como no llevaba paraguas me refugié debajo del alero de una casa, a la espera de que escampara. Al poco rato, apareció una chica con su perro con la misma idea. Resultó ser Sheila, la vecina del sexto, una chica de unos 20 años, muy guapa, buen cuerpo y con unas tetas de infarto. Su madre iba a mi instituto y se quedó embarazada

Comenzamos a hablar de temas triviales, esperando que amainara. Yo no dejaba de mirar sus tetas, que por acción de la lluvia y por no llevar sujetador, hacía que se trasparentaran sus pezones. Además la camiseta era muy escotada, con lo que se le veía casi todo el canalillo. Ella se dio cuenta y me preguntó:

-¿Te gusta lo que ves?

Yo no supe que responder y me  puse todo colorado. Sheila se echó a reír y me preguntó:

-¿Cuánto pagarías por echar un polvo conmigo?

Esa pregunta me dejó totalmente sorprendido, pero me repuse y como soy un putero experimentado y no tenía nada que perder le respondí:

-120€ por una hora.

-Por 150 soy tuya- respondió ella agachándose y haciendo que se viera casi todo su pechamen.

La polla se me puso totalmente dura y respondí automáticamente que de acuerdo.

Acordamos que vendría a mi casa a las ocho de la tarde y cuando paró de llover nos fuimos cada uno a su casa.

A las ocho puntual llamó a la puerta. La invité a entrar, le di los 150€ y le ofrecí una bebida. Me pidió un gin tonic. Después de hacer dos gin tonics, empezamos a hablar. Me comentó que se había quedado sin trabajo y había decidido empezar de prostituta, aunque todavía no tenía muchos clientes.

Yo le di varios consejos de dónde anunciarse y le comenté que también podía ganar un dinero extra como camgirl.

Tras acabar los cubatas me preguntó qué es lo que quería hacer. Yo le dije que me besara y me dejara hacer. Se sentó en mi regazo y empezamos a morrearnos primero besos normales y luego poco a poco con lengua, cada vez más profundos.

Después la levanté. Llevaba sólo un vestido de tirantes sin ropa interior. Retiré los tirantes y el vestido cayó al suelo revelando su espléndido cuerpo. Tenía unas tetas grandes, preciosas, con grandes areolas culminadas por unos tiesos pezones. Empecé a besarle el cuello y luego pasé a chupar y sobar sus pechos mientras con una mano empecé a acariciarle su coño, cada vez más húmedo. Ella empezó a gemir cada vez más.

Me quitó la camisa y luego los pantalones, con un leve empujón le indiqué que se arrodillara y comenzara a chupármela. Se la metió en la boca y comenzó una oleada de placer en cada embestida de su boca. Empezó a acariciarme los pezones, lo que hizo que todavía aumentara más el placer. Yo por mi parte empujaba suavemente su cabeza por la nuca, indicándole el ritmo que debía seguir.

Cuando noté que iba a correrme, le indiqué que se levantara y la tumbé en la cama. Comencé a comerle el coño y a acariciarle las tetas. Empezó a gemir cada vez más fuerte, hasta que un fuerte estremecimiento, me indicó que se había corrido.

Sin darle tiempo a recuperarse, le introduje mi polla erecta en su coño bien húmedo y empecé penetrarla una y otra vez, mientras no paraba de comerle sus perfectas tetas. Ella empezó a gemir cada vez más fuerte, mientras me decía guarradas. -Sí o sí, fóllame, no pares cabrón, sigue, sigue.- Esto hacía que me enardeciera todavía más y bombeara cada vez más fuerte, hasta que no pude más y me corrí en su coño con una oleada de placer indescriptible. Nos quedamos abrazados, conmigo dentro de ella, durante un rato. Al final nos separamos y ella apoyó su cabeza en mi pecho, mientras me acariciaba con una mano.

-¿Qué tal lo he hecho?- Me preguntó. -¿Cómo para repetir?-

-Eso ni lo dudes-. Respondí. –No te van a faltar clientes-.

Seguimos charlando animadamente, hasta que le pregunté si se veía capaz de reanimar a mi soldadito. Por toda respuesta se metió mi polla en su boca y empezó a hacerme una mamada brutal que enseguida hizo que me empalmara. En cuanto noté que la tenía tiesa, le dije que se pusiera encima de mí y me cabalgara. Sheila se puso encima y con una mano cogió mi polla y se la introdujo en su coño todavía bien lubricado. Poco a poco empezó a apretar su coño contra mi pene, mientras me pellizcaba los pezones. Empezamos a gemir los dos de placer, mientras iba aumentando el ritmo cada vez más. Yo también le cogí sus increíbles tetas y empecé a jugar con ellas, lo que le provocó todavía más placer.

Cuando noté que estaba a punto de correrme, le dije que quería acabar en su boca. Rápidamente se metió mi polla y empezó a chuparla. No tardé en correrme y llené toda su boca con mi semen, que se tragó sin rechistar.

Nos volvimos a tumbar abrazados. Y le pregunté por Ángela, su madre. Me respondió que la habían despedido de su curro y ahora estaba en el paro. Le confesé que cuando estábamos en el instituto estaba colado por ella y que todavía estaba de buen ver. Entonces Sheila me confesó que su madre ejercía esporádicamente de prostituta y que se lo podía comentar.

Después le pregunté por una amiga suya rubia y rellenita que estaba de buen ver.

-Se llama Tania- me respondió. –Que yo sepa, no creo que haya ejercido nunca, pero lo ha dejado con su novio, ha perdido su trabajo y ha tenido que volver a casa de sus padres. Puedo tantearla para ver si está interesada-.

Seguimos charlando un poco más y me preguntó si se podía duchar.

-Por supuesto respondí.

-¿Te quieres duchar conmigo?

Yo ni lo dudé. Nos metimos en la ducha y nos besamos y nos enjabonamos durante un rato.

Cuando acabamos nos vestimos y la invité a otro gin-tonic que no rechazó. Charlamos un rato más de cosas intrascendentes y por fin se despidió dándome un buen morreo.

Sin duda repetiré.