Mi vecina: runner amateur - domina profesional
Relato de fetichismo de pies, sudor, y mucho sexo oral
Os resumiré soy un aficionado a la moda del running, de estos nuevos deportistas que a los 40 años se han puesto a hacer maratones. Esto me permite tener un cuerpo atlético a pesar de estar ya en los cuarenta y al mismo tiempo salir de la monotonía de mi matrimonio, acudiendo a carreras, conociendo gente nueva etc…
Ahora es un verdadero boom y hasta mi vecina que tiene unos 45 años y unos kg de más se ha apuntado a esta moda. A menudo coincidimos estirando en la puerta de casa, después de un entrenamiento. Ella se acerca y me pregunta sobre el tema, está empezando a correr con la idea de perder algo de peso y son varios los días que coincidimos.
Os la describo se llama Carla es morena, alta o más bien grande, bastante guapa de cara, con algún kg de más y por describirlo gráficamente, como muchas de las mujeres de su edad su cuerpo tiene forma de guitarra española. Pero a mí me parece que tiene un culazo y unas tetas de impresión. Vamos que aunque no llama la atención para mi gusto está buena…además del morbo propio que tiene por ser mi vecina.
El otro día aprovechando que mi mujer trabajaba, salí a correr un poco y justo al salir de casa veo que mi vecina volvía cojeando. Me pare junto a ella y le pregunte que le había pasado. Estaba casi llorando, llevaba una sobrecarga del gemelo y casi no podía andar, le dije que me pasara el brazo por encima del hombro, la agarre por la cintura y la acompañe a casa.
A pesar de que estaba toda sudada, se apoyaba sobre mí y me agarraba con fuerza, solo hacía que darme las gracias y disculparse por ir tan sudada. Yo al principio no repare en la situación, pero para mi sorpresa al sentirla tan cerca de mí, y oler aquel sudor me fui excitando. Era increíble me estaba calentado a pesar en su olor y de la situación!!!
Fuimos a su casa, la tumbe en su sofá y como tenemos bastante confianza me ofrecí a echarle un ojo a su gemelo, la descalce, le quite el calcetín, y cogí su pie…para estirar su gemelo. Estaba sudado, pero olia agradable…no soy fetichista de pies, ni son mi pasión, pero debí quedarme embobado mirándolo, porque de repente Carla me dijo:
-Veo que te gusta mi pie???
Yo me puse rojo como un tomate, no sabía que decir, ni como disimular, así que le dije:
-Si es muy bonito.
Y ella me dijo:
-No, serás tú de esos fetichistas de pies???
-No no. Me apresure a contestar en seguida, todavía más rojo.
-Vaya pues una pena, porque pensaba que era mi día de suerte.
Y aunque su tono sonó a broma o a vacile..., no sé qué paso por mi cabeza, si fue mi estado de excitación, su mirada morbosa, o que realmente estaba deseando hacerlo…pero sin mediar palabra, cogí su pie y me lo metí en la boca, comencé a lamer su dedo godo, sus deditos, su planta…tenía un sabor salado y olían a sudor. Cerre los ojo por verguenza pero cuando los abri, ella sonreía y se limitaba a meterlos en mi boca y moverlos.
Sentía que aquello se me había escapado de las manos y cuando iba a parar, cambio su tono de voz y me dijo:
-Puedes seguir por el otro pie.
Yo ya solo escuchaba órdenes, estaba fuera de mí, así que descalce su pie izquierdo e hice lo mismo, ahora su actitud había cambiado. Sin duda, ella sabía lo que hacía, metía su pie sudado dentro de mi boca, mientras con el otro pie masajeaba mi polla, por encima del pantalón. Y comenzó a susúrrame guarrerias, que me pusieron a mil.
-Vamos lámelos. -Te gustan verdad?.–Te gusta el olor a pies??. -Así sudaditos, déjalos limpitos. – Estas muy caliente vecinito. -Te gustaría lamerme más cosas??
Aquello me puso a mil, quería lamerla entera, así que solo asentía con los cabeza. Y seguía lamiendo y lamiendo.
-Ven aquí te voy a dar un premio….me incorpore un poco y ella levanto su camiseta deportiva y puso mi cabeza sobre sus tetas. Eran enormes, están todas sudadas, pero era lo de menos, comencé a besarlas, a lamerlas, tenía unos pezones grandes y negros, que contrastaban con su cuerpo blanco. Entre el sudor y que ella apretaba mi cabeza contra sus pechos casi me ahogaba, pero cada vez me excitaba más y más…ya solo pensaba en poder lamer su coño.
Así que comencé a intentar bajar su pantalón, pero ella no me dejaba, y me pregunto:
-También quieres lamer allí abajo??
-Si, por favor, susurre.
-Pero está muy sudado, vecinito, será demasiado para ti.
-No de verdad, me da igual, quiero lamerte
-De verdad??? No puedo creerme que seas así de sucio. Si quieres más tendrás que demostrármelo antes.
Yo sentía una mezcla de vergüenza y excitación, pero el morbo de la situación podía con todo, así que le dije que haría lo que ella quisiera.
Me ordeno que me levantara y que me desnudara, yo para entonces ya estaba totalmente empalmando, ella se levantó y se puso ante mí, cogió mi polla con la mano, se acercó a dos centímetros de mi boca y cuando pensaba que me iba a besar, se giró levemente, levanto su brazo y me mostro su asila.
-Vamos lamela y demuéstrame lo cerdo que eres.
Yo acerque mi cara a su asila, olía mucho a sudor y aquello ya no me excitaba, pero saque mi lengua y comencé a lamela, poco a poco mi saliva y su sudor lubricaron la zona, y al igual que había pasado con sus pies, las arcadas iniciales se volvían ahora en excitación. Y más cuando comenzó a pajearme…al mismo tiempo que yo lamia.
Yo no podía más, aquello me superaba, la situación era muy morbosa, de repente ella me giro, y comenzó a besarme todo lo guarro supo, su boca era una explosión de saliva, mientras seguía pajeandome salvajemente. Fue tal la excitación, que me corrí allí mismo, ella cogió suavemente mi cabeza y la apoyo sobre tus tetas.
Estuvimos de pie un buen rato mientras me recupere, hasta que ella me separo de su pecho y comenzó a limpiar el semen que había en suelo con sus pies, para después dejase caer de nuevo en el sofá. Yo seguía plantado en medio del salón, sin saber qué hacer, esperando órdenes. Quería lamer su coño, pero no tenía fuerzas.
-Vamos a qué esperas, ven aquí. Ahora tendrás tu premio.
Me arrodille de nuevo, con la intención de abalanzadme sobre coño, pero ella me freno de nuevo con su pie.
-Mis pies vuelven a estar sucios, y ahora es tu culpa. Ya sabes que tiene que hacer.
Ahora su pie, no estaba sudado, pero estaba sucio y tenía mi semen por toda su planta. Nunca había probado el semen, ni como he dicho soy fetichista de pies. Pero me postre delante de ella y comencé a lamerlos otra vez.
Y allí me di cuenta de que soy un cerdo…continuara.