Mi vecina la sensual

Ella me lleva de la mano a aprender a gozar con otra mujer.

MI VECINA LA SENSUAL

Soy  Eva, una cuarentona guapetona según me han  dicho, con buen cuerpo que me ha costado mucho esfuerzo diario conseguir en el gimnasio, aunque con un poco de sobrepeso, rellenita pues, como se dice coloquialmente, con  sabrosas tetas y buena nalga, con un temperamento cachondo, y siempre caliente, ya que estoy divorciada desde hace 5 años y soy muy miedosa para “ligar”, ya que por haber heredado entre otras cosas varios millones de pesos en efectivo, temo que me cortejen por mi dinero y no por mis atributos.

Así que para calmar mis calenturas  dependo casi totalmente de mis juguetes sexuales, de los cuales, debo de confesar  poseo  una considerable colección.

Vivo en Ciudad de México, en un precioso condominio horizontal ubicado al sur de la enorme ciudad, donde hemos conseguido una muy buena convivencia, ya que todos los propietarios  somos de la misma clase social, claro, de los cuales hay 3 nuevos ricos que siguen siendo nacos, ahora, nacos con lana. Pero dejemos la presentación y entremos en materia:

Hace pocos días, coincidí en la alberca con una de mis mejores vecinas-amigas, Bea para todos, quien es todo un personaje que tengo que describir:

Una chaparrita tabasqueña, simpática y ocurrente, “malhablada” con un marcado acento costeño de su tierra, que en el condo no es muy bien aceptada por su desenfadada sinceridad acompañada siempre de sonoros calificativos, que la bola de mamones que se sienten hechos a mano y que nadie los merece, reprueba, pero los cabrones lo hacen para “quedar bien” con sus “estiradas” y celosas domadoras.

De hecho nuestra amistad nació y creció por esa “chispa para expresarse libremente” que yo siempre aplaudí. Para mí era simpática, ingeniosa y ocurrente, y por ello la acepte mejor que  nadie.

Y regresando a ese día, después de revisarme de pies a cabeza, ella dentro de su diminuto bikini y yo, con mi tradicional traje de “para el buen decir”. Anormalmente, me excité, aclarando que nunca me han gustado las mujeres, pero de ella emana pura y simple sexualidad, y en ese momento reconozco que se me antojó  que ella me abrazara y besara.

No sé qué cara puse porque conociéndola, supe que lo había notado, y lo confirmó al recibirme con:

  • ¿Qué vas a hacer mañana?
  • ¡Huy! Muchas cosas: llevar a mi perro con su veterinario, ir a  La Europea a comprar vinos, licores y latería importada para la cena a la que estás ya invitada, viene mi pedicurista y comer con mi hija.- yo
  • ¡A la mierda con todo eso!

Tu pinche perro se puede aguantar un día.

Con tu muñeca comes todos los putos días.

Has una lista de lo que quieres comprar, mañana temprano te mando al chofer para que vaya a La Europea. Y a la arregla-patas le cambias la cita para otro día.

  • ¿Y qué  más dispone vuestra excelencia?- yo
    • Tengo reservada una suite para nosotras en el hotel más chingón de Cuerna, para pasar el día muy consentidas. Y la noche, si se nos antoja. ¡Coño! Eso es lo que más necesitas mamacita: regalarte un día para ti y romper tu pinche y aburrida vida rutinaria.-Bea
    • ¿A qué horas nos vamos!-yo
    • Paso por ti a las 9 de la madrugada. Pero no lo comentes con nadie, ni con tu hija. Recuerda lo chismosas que son tus amigas-Bea

Hice una pequeña maleta con mi traje de baño y todo lo necesario para peinarme y repintarme, más una muda de ropa, y sin saber por qué metí mi arnés con un largo y grueso consolador. Era la primera vez que estaríamos solas y extrañamente ello me excitaba, aún a mi pesar.

Nos alojaron en un búngalo impresionante, con un patio descubierto al centro, conteniendo un jacuzzi rodeado de flores de todos colores y 2 tumbonas acolchonadas

Mientras yo recorría la suite, revisando la enorme recámara con una cama adoselada, el baño con el lavabo-tocador fuera de él, que tenía una pequeña cafetera con todo lo necesario para preparar cafés, oí a Bea que hablaba por teléfono con el gerente. Le pidió nos mandara las cartas de comida y bebida, amén de una buena cantidad de hielo. Dentro de la cocineta estaba empotrado un mini refrigerador con una buena variedad de refrescos y   botanas baratas.

  • Eva, ¿donde carajos estás? ¡Ah! Y ya con tu pinche traje de baño de abuelita. Te lo vas quitando para que estrenes el que te compré, para  que luzcas ese par de apetitosas tetas y la sabrosa cola que te cargas.
  • Pero . . .
  • Sin peros mi reina, déjame gozarte con mis 5 sentidos, empezando por el de la vista.
  • ¿Gozarme?

En ese momento llegó un mozo con lo solicitado, al cual Bea le ordenó destapara la botella de vino tinto que más me gusta, sacándola de su maleta, lo cual me enterneció y también le preparara una cuba con un ron jamaicano que sacó también de su maleta, y por último le pidió nos trajera servidas dos latas de angulas con galletas neutras para apreciarlas, y le avisara al Sr. Gómez (el gerente) que quería que solo él las atendiera durante su estancia, a la par que vi le entregaba un billete de $100.00 para asegurar un buen servicio. Hasta caravanas le hizo el muchacho.

  • ¿Te parece bien que nos quedemos aquí en la suite? Estaremos más cómodas y podemos tomar el sol junto aljacuzzi, trae tu botella de vino, y no te preocupes de que se te acabe, te compré cuatro. Miseria no habrá. remató.

Ella llevo su cuba, toallas para recostarnos y dos frascos de bloqueador solar.

Bea bajó el respaldo de las dos tumbonas, extendiendo una toalla en cada una y me ordenó:

Acostada boca abajo mamacita, te voy a cubrir con bloqueador todas tus sabrosas redondeces.

Debo de confesar que yo ya estaba  excitada previendo los propósitos de Bea, sintiendo mi humedad en el micro calzón que cubría mis partes, y ya llevaba media botella en el estomago, sin haber desayunado, o como diría alegremente Bea, ya estaba medio peda.

Prontamente la obedecí  y me acosté. No pude evitar el provocarla con una pregunta:

  • ¿Tú te  has acostado con otra mujer?

Y me contestó con otra pregunta:

  • ¿en qué pinche convento te educaron, nena?

Qué manera tan mamona de preguntar si he tenido sexo con otra vieja. Necesitas quitarte las telarañas que te inculcaron esos cuervos. Y si, he tenido ese placer, y lo sigo teniendo muy ocasionalmente porque la mujer debe de reunir todos mis requisitos, por ejemplo ser guapa, estar muy buena, debo respetarla como persona, y tú los cumples todos di a madres, como dicen los nacos. Soy bisexual orgullosamente. No había intentado nada contigo por qué no te sentía preparada y  no quería arriesgarme a perder tu amistad, preciosa. ¿Voy bien?

  • No podrías ir mejor.

Te confieso que desde hace mucho, cuando estaba casada con el pendejo aquel y me dejaba  excitada e insatisfecha, pensaba en

una buena mamada y besos de lenguita como en las pelis porno.

Y ya entrada en las confidencias, debo confesarte que me  he  masturbado muchas veces pensando en ti.

Yo me había volteado boca arriba. Se agachó y me empezó a besar, primero muy dulcemente, y después fue abriendo mis labios con su lengua. Nunca me habían besado con unos labios tan suaves y sabios, y con tanta pasión y tan cachondo, estuve a un paso de  tener un orgasmo. Dejé libre su cabeza, que inconscientemente había apretado hasta el dolor contra mi boca y le dije:

  • Por favor llévame despacio, porque necesito y quiero, sentir mucho placer. Y tenme paciencia enseñándome lo que debo de hacer para corresponderte.
  • Gracias amor. No me equivoqué al arriesgarme a ser rechazada. Eres toda una chingona mujer. Voy a ponerte el bloqueador, para que después tú hagas lo mismo conmigo. Lo peor que podría pasarnos es ardernos con el sol. Voltéate.

Y empezó a untarme los hombros y el cuello. Aunque debo señalar que más bien solo extendía la crema de una forma tan sabrosa, que parecían caricias. Y después las remataba arrastrando casi sin tocar mi piel, sus largas uñas. Que sensación tan nueva y tan excitante. Me dio vuelta.

Al bajar a la parte alta de mi pecho, y notar la erección de mis pezones, fue notable para mi, el cómo se contenía para no bajar la parte superior del bikini que casi no los cubría.

Siguió en el frente de la parte descubierta entre el brassiere y el diminuto calzón, para después brincar hasta mis pies. Entre sorbo y sorbo de mi copa de vino, noté que ya solo quedaba una cuarta parte del néctar, y noté con alegría que también ella tenía erectos los pezones. Me masajeó los pies y llevándose uno de ellos a la boca mamó mi dedo gordo como si fuera un pequeño pene.

Siguió con mis piernas, desde abajo hasta la v de mi pubis, haciendo énfasis en el interior de los muslos y entre pujidos y gemidos tuve mi primer orgasmo, largo y pleno.

  • ¿Qué te hago?- yo
  • ¡Olé las mujeres cachondas! Apenas  voy a la mitad y ya me regalaste tu primer orgasmo. ¿Quieres descansar?
  • Sí, tengo hambre  y calor además de estar bien peda. Todo se pega, ya estoy hablando como tú, ¿Qué dirían las Limantour y las De La Peza? Todas nuestras vecinas me valen madre, con tal de tenerte conmigo, amor.

Fue la primera vez que usé ese término, y lo hice porque lo sentía hasta el alma. Me había dado un orgasmo intenso, de los que no se consiguen con ningún juguete.  Y los que faltan, pensé. Gracias amiga.

  • Vamos a ver la carta para ordenar la comida con “servicio a cuartos”. Y mientras llega nos   bañamos en la regadera. Quiero estar limpiecita para ti, preciosa. Comemos y después de una siesta hacemos el amor como conejas-Bea
  • Te iba a pedir que nos quedáramos mañana también, pero ya has gastado un dineral.
  • Ni un centavo mi reina, ¿crees que soy pendeja? Todo lo que he pagado lo he firmado con la tarjeta del marica de mi marido. Como lo atrapé y retraté empinado, con su novio pegado atrás metiéndole duro, llegamos a un arreglo: yo le advertí que nunca le daría el divorcio y que por mí podía hacerse novio de un burro y ponerle su departamento, pero que yo también podía  hacer lo que se me antoje, y que a cambio solo no pondría límite a mis gastos. Y el muy pendejo todavía respingó diciéndome: pero sitienes mucho dinero. Le respondí con mucha elegancia que eso a él le valía madres y que si no estaba de acuerdo lo demandaría con fotos y periodicasos por varios millones, tantos, que tendría que robar más como diputable -si no lo corrían por puñal- para poder  seguir con “sus lujitos”. Lo tengo bien agarrado de los pelos cortos, para no ser vulgar diciendo que de los güevos. Y me di el lujo de instruirlo, al aclararle que nuestro matrimonio será lo que los intelectuales llaman “matrimonio abierto”.  O lo que es lo mismo pero expresado con elegancia y categoría es: cada uno haremos lo que  se nos hinchen los cojones.

Este pequeño diálogo fue hasta llegar  las dos en traje de rana a la regadera. Yo me quedé sin habla al verla por primera vez totalmente desnuda ¡que tetas y que pezones! Además sus caderas, sus nalgas y toda su piel color porcelana eran también de revista.

Y empezó a lo que vinimos.

Ella abrió las llaves hasta lograr la temperatura deseada, y yo aproveché para pegarme a su grupa, acariciando sus nalgas con suaves movimientos en un corto sube y baja. Coño, que caliente estaba, o más mejor estabamos porque su piel ardía, así que inclinándome hacia su espalda le apoyé mis tetas con los pezones como piedras, moviéndome lateralmente para acariciarla con ellas.

  • ¡Ay mamacita! siendo primeriza, los cuervos, perdón las monjas, no pudieron matar tus instintos y tu necesidad de placer sexual. Sigue así y pronto serás una mujer liberada. Te quiero y te deseo.

Todo el baño fue un exquisito preámbulo a lo que faltaba: la posesión total.

Ella me enjabonó y viceversa, la abracé tan sabroso, que llegué a sentir todas sus redondeces y nos besamos hasta casi el agotamiento. Me enardecía sentir su inquieta lengua dentro de mi boca. Por primera vez disfrutábamos cabalmente la una de la otra, hasta que el apetito y el cansancio nos vencieron.

Yo tenía mucha hambre, y a la par miedo, de perder mi estado etílico, y sensual si comía. En ese momento lo mejor de mi vida era el erotismo      entre ambas.

Tal como le pedí me fue enseñando y explicando el porqué de cada caricia, de cada lamida, de cada mamada. Y con esto entendí el porqué dicen que solo otra mujer puede acariciar hasta el mejor orgasmo a otra mujer.

Pero finalmente, en parte por mi poca experiencia, venció la lógica, y decidimos comer y descansar un rato para la batalla más importante para conseguir nuestro máximo placer.

Yo me vestí para comer y me lo reclamó, hasta que le comenté:

  • Desnuda    me sentiría incomoda comiendo, pero lo mejor es que quiero que después de la siesta, tú me desnudes, eso me excita mucho.

Nos acostamos en la enorme cama y fue cuando noté que había un espejo grande en el dosel, que reflejaba perfectamente lo que sucedía abajo.

Un buen rato después me despertaron su aliento en mi nuca y sus manos acariciando mis tetas sobre la ropa.

  • Ahora te voy a desvestir, así que coopera.-Bea
  • Por favor déjame el liguero y las medias negras que me traje ex profeso vas a ver que no estorban y resaltan las nalgas y el pubis. Te va a gustar.-yo
  • Como lo imaginé, todo el pubis desarreglado, y con razón, pues nadie te lo ve, solo tu hija ocasionalmente, me imagino. Te lo voy a arreglar chingòn y a tu chava le dices que te lo hizo un novio que te conseguiste. Y matas dos pájaros de un tiro, así cada vez que nos escapemos solo le dices que vas con él. Voy a traerte otra botella de tu vino.-Bea

Debo hacer notar que parecía que me leía el pensamiento, porque siempre hacía lo que yo quería  a continuación, pero le pregunté con voz de  hielo:

  • ¿A cuántas amigas has traído aquí?
  • Tú eres la primera y la única, te lo prometo. Solo vine una vez hace mucho, con el pendejo marica de mi ex marido, porque uno de sus lambiscones le regaló un pase para 7 días con sus noches con todo incluido, hasta las propinas. Pero yo solo aguanté una noche y  le hablé a mi chofer para regresar a mi casita. Debe de haber invitado a su novio en turno, pero tomé nota mental de lo agradable y el buen servicio del lugar.

Yo ya estaba denuda y seguía acostada con Bea a mi lado lamiendo y besando mi sensible cuello. Me gustó como me quedó el pubis, solo dejó una pequeña alfombra de pelos cortos en forma de flecha, que parecía indicar dónde está mi botoncito del orgasmo. Me tomé dos buenas copas de mi vino y   volví a agarrar el pedo, como dice Bea.

Me recostó boca arriba acostándose sobre mí, entre mis piernas que estaban abiertas por reflejo y empezó a mamarme los pezones, primero con lengüetazos intermitentes que provocaron más erección, tanta que me dolían, pero que alivió abriendo mucho la boca y succionar mojándolos con su saliva.

Me sentía muy mojada, con una sensación exquisita al tenerla abrazada y sentir cada parte de su sabroso cuerpo. Para incrementarlo, la rodeé con las piernas apretándola contra mí, como si temiera que me dejara, mientras ella alternaba las mamadas a mis pezones con los mejores  besos que  he recibido en la boca y yo disfrutando sus nalgas: las acariciaba, las estrujaba, las separaba ¡que hermosa grupa!.

Ella de acercó a mi oído primero metiendo su lengua dentro de mi oreja hasta empaparlo con su saliva. La mayor parte de mi piel se erizó. Y luego me susurró:

  • Ponte crema en el dedo medio y acaricia mi culito en círculos y yo te aviso cuando me lo metas despacito pero completo, dándole vueltas para acariciar las paredes de mi recto. Yo te lo hare en cuanto tu estés sobre mi y sabrás lo intenso que se goza con el culo. Porque conociéndote estoy segura que nunca has permitido ni que te lo acaricien.

Mis gemidos, quejidos y exclamaciones de placer ya eran tan fuertes como si me estuvieran partiendo en dos.

De repente se detuvo totalmente sin previo aviso, tanto que me desconcertó, pero me susurró al oído:

  • tomemos un ligero respiro y un trago denuestras bebidas, porque todavía no quiero que te vuelvas a venir.

Se recostó a mi lado y yo brinqué para darle su vaso y tomar mi copa. Un detalle de atención por mi agradecimiento. Se fumó un cigarro y tomo una pastilla de eucalipto para refrescar su aliento. A ver lectoras, ¿cuántos de los pinches machos que han tenido entre las piernas han tenido el cuidado de que les huela sabroso el hocico? Ninguno, o si acaso uno entre muchos, ¿verdad? Respóndanme en un comentario sobre este relato.

Volvimos a la batalla, pero ahora me tocaba ser la agresora. Le repetí caricia por caricia, beso por beso y mamada por mamada y yo también la sentí y la oí, próxima al orgasmo, así que le pregunté:

  • ¿Y ahora qué sigue?
  • Solo te faltan dos capítulos, pero en ambos tendrás los mejores orgasmos de tu vida. Te lo garantizo. Sigamos pues, y ¡salud por el pedo y el olor a pantaleta!-Bea

Nos acabamos nuestros tragos, nos servimos otros y con ello recobramos nuestra respiración normal.

Y va de nuez.

Me recostó en la cama y por fin empezó a bajar para mamarme aquellito, lo que desde el principio deseaba tanto. Fue bajando desde mis pezones hasta llegar a ni ombligo, donde hurgó con deleite por lo que me hacía sentir, como preámbulo a lo que sería al llegar a mi vulva y a mi clítoris. El retardarlo hacía que fuera aún más deseado.

Debieran de aprenderlo los hombres que en lo único que piensan es en metérnosla, quitándole al sexo lo mejor: los retozos eróticos, la comunicación súper íntima de lo que más disfrutamos, lo que no nos gusta, o de de lo que deseamos probar, sea lo que sea, porque en el sexo lo único que no se vale son las prisas. Chavos, aprendan a coger, aprendan a darle el máximo placer a su pareja, sea mujer, hombre o tortuga.

Esto fue un paréntesis patrocinado por Discovery Chanel. Sigamos .

¡Y llegó por fin a mi almejita! Le dio un húmedo lengüetazo de arriba abajo. Con un exquisito cuidado, separó los labios.

Me dio a chupar sus dedos índice y medio, y con una muy erótica y sensual forma me los fue introduciendo para excitar mi punto G, empezando un mete-saca exquisito, sin dejar de complementarlo con los besos de lengua que descubrimos gozar tanto.

No satisfecha con lo anterior,, tomó la crema, se untó el pulgar y con mucho cuidado lo fue introduciendo dentro de mi virginal culito, pegué un ligero respingo junto a un prolongado gemido de placer  y un movimiento de caderas para   tratar de hacer más profunda la penetración. Y me vine como marrana, es decir mis jugos salieron desde los dedos gordos de mis patas.

Grité como posesa y me deben de haber oído hasta la recepción, que está como a chingo mil metros del búngalo que disfrutamos.

Y ¡qué maravilla! Ella respondió a mi placer y a sus manifestaciones, con un más que audible e interminable orgasmo que mojó la cama y salpicó mis inquietas piernas.

Me ordenó acostarme boca arriba, se acostó sobre mí, entre mis piernas y refrescó mi boca con sus electrizantes besos y su lengua que era más rápida que la bífida de las serpientes.

Después de un buen rato, que me sirvió para recuperar fuerzas, abandonó mi boca y sin despegarla de me mi piel,  empezó a lamer mis orejas y el cuello, entre mis gemidos de placer.

Eran besos diferentes a todos los antes recibidos porque sus labios eran mucho más suaves, y la forma de otorgarlos era tierna pero mucho más cachonda.

Siguió su camino hacia el cuello y ahí cada beso lo convirtió en una ligera pero súper erótica mamada. Y como ya he  mencionado, esa zona es, en mi, una de las más sensibles, y por ello me movía o mejor, me retorcía con una intensidad, para mí nueva, acompañada de expresiones que me da pena describir por lo vulgares. Y  siguió su viaje hacia abajo.

Me tenía tan excitada que sin pensarlo la envolví con todo mi cuerpo, mis brazos apresándola contra mis pechos y  mis piernas alrededor de su cintura. Llegó a mis pezones y se dedicó un buen tiempo a mamarlos y a cada mamada exclamaba:

  • ¡AH! ¡QUE TETAS MI AMOR! Ellas y tus nalgas fueron lo que me hizo desearte desde que te conocí.

Y para mi placer, siguió su viaje hacia el sur. Después del largo trayecto, por fin llegó a mi zona cero, con su maravillosa y hábil lengua, con un lamido separó mis labios mayores y me la introdujo lo más que pudo, suficiente para provocarme otro orgasmo, ya que con uno de sus dedos hacía cierto tiempo, excitaba mi clítoris.

Detuvo su hacer al notar mis convulsiones de placer, y siguió  mamando mi perineo hasta llegar a mi virgen culo.

Pero antes acarició lamió y amasó mis abultadas  nalgas.

Aquí, por lo intenso, debo hacer una pausa para tratar de describir lo sentido.

Primero lamió de arriba hasta abajo, toda la hendidura entre ellas. Y después me poseyó con su lengua al insertarla en mi hoyito más estrecho, moviéndola sobre él y dentro haciendo figuras imaginarias en las paredes de mi recto

El placer que sentí se los dejo de tarea.

¡Coño! Va otro orgasmo, que solo los que han recibido el famoso beso negro sabrán que placer se siente, ya que es indescriptiblemente intenso, para describirlo.

Pero parecía insaciable pues quería más. Yo  estaba muy cansada, pero no quería fallarle y dejarla insatisfecha, así que seguí su orden de ponerme a 20 uñas y colocar mi frente en la almohada  dejando mi culito al aire totalmente vulnerable.

  • Ahora vas a disfrutar algo nuevo, que ampliará las pocas formas de gozar que conoces, cuasi monja.-Bea

Se levantó y de su maleta sacó un arnés como  el mío, pero alcancé a ver que era un poco más complicado  y el pene de silicón era más delgado pero bastante más largo. Se lo colocó y   me ordenó separar las piernas y  abrir mis nalgas para facilitarle el acceso, sentí mojar mi virgen culo con algún lubricante y se colocó arrodillada entre mis piernas.

  • Despacito y con cuidado, recuerda que lo vas a estrenar. Que  me duela lo menos posible.-yo

Como ya me había metido el pulgar, ya sabía qué sentiría y por ello no me tensé y no opuse resistencia, me lo fue metiendo despacio, gozando conmigo a la par.

  • Como esta chingadera mide 45 cm., tú me avisas cuando te dejo de meter reata. Lo último que quiero es lastimarte, amor. Cuando te vayas a venir avísame para hacerlo juntas, se me olvido comentarte que este arnés tiene una particularidad muy satisfactoria: antes de abrocharlo para fijarlo en su lugar, tienes que meter el miembro opuesto que tiene y que vibra, para dar placer a ambas participantes. Lo compré en Ámsterdam, esquina con Bélgica, en el Reich Museum. ¿En qué países de Europa has estado?
  • Nunca he ido a Europa.-yo
  • ¿Qué chingados  piensas hacer con todo el dinero que tienes? ¿Dejárselo a tu hija para que se la padroteé un cabrón guapito y vicioso? No seas pendeja disfrútalo ahora que tienes tiempo y salud, para eso es el dinero, para conseguir  lo que te proporciona placer y satisfacciones, no para atesorarlo, no chingues. Necesitas aprender a  vivir aprovechando lo que tengas. Porque estás malgastando lo más valioso que tenemos: el tiempo. No olvides que un día que desperdicies  sin hacer algo que disfrutas es un día que nunca volverá y que te acerca al de tu inevitable muerte.-Bea
  • Tienes razón. Nunca había pensado en ese sentido, perdóname.
  • No, perdóname tú a mí, me puse muy dramática. La única disculpa que puedo tener es mi cariño, por la bonita amistad que hemos tenido, y desde hoy el amor que aún en contra de mi voluntad, ya siento por ti. Eres una mujer muy valiosa. Y regresando al presente, ya tienes adentro más de 30 cm. y ni has parpadeado. ¿te lo sigo metiendo o ya empiezo con el tradicional mete y saca?
  • Cógeme fuerte  porque ya estoy por venirme una vez más, y yo también quiero que nos vengamos  juntas. Y no hablo de venganza. De paso, ¿de qué color es el líquido de tus orgasmos?
  • Transparente ¿Por qué? Vamos a seguir cogiéndonos cariño y ya descansando satisfechas seguimos platicando ¿Te parece? Yo también estoy cerca del orgasmo. ¡Qué nalgas tan sabrosas tienes amor, les quisiera sacar una foto para mandar hacer un poster para mi recámara.-Bea

Y empezó el mete-saca con largas estocadas, esto es: me sacaba muy lentamente un buen trozo de la verga y después se afianzaba de mis caderas y me la dejaba ir con todo su cuerpo tras ella. Con pocas de ellas, las dos exclamamos al unísono: ¡Me vengo! Y si, entre gemidos, pujidos y gritos de placer nos derramamos juntas. En ese momento perdí mis ascos, sintiéndome capaz de mamarle cualquier cosa.

Nuestras  exclamaciones fueron tan sonoras que nos llamaron de la recepción para preguntar si todo estaba bien; Bea, con mucho ingenio y desparpajo contestó que perfectamente y que bajaríamos el volumen de nuestra película que estábamos viendo en la TV, y aprovechó para solicitar la comunicaran con servicio a cuartos, pera pedir la cena.

Escogimos los platillos y Bea les pidió que los trajeran no antes de una hora, ya que iba a bañarse sin prisas.

Y nos metimos a la regadera, estábamos empapadas de sudor y de nuestros abundantes jugos. Como las ganas de la una y de la otra no acababan, dentro de ella seguimos con nuestras caricias eróticas y besos al por mayor, lo que se tradujo en que la hora pedida transcurrió como un parpadeo cuando aún en traje de rana oímos los golpes llamando en la puerta.

Bea sacó la cabeza medio abriendo la puerta del baño y gritó:

  • Pase, ponga todo en la mesa del comedor y me trae a la puerta del baño, la nota para firmarla y para darle su propina.

Tomé nota de que ahora le dio $200.00 al muchacho.

Cenamos, bebimos, nos acostamos abrazadas y antes de dormirnos le ofrecí:

  • Déjame pagarte las propinas, cuando menos.-yo
  • Estás como operada del cerebro. Sigues creyendo que soy medio pendeja ¿verdad? Al diputado marisco de mi marido también le cargué los gastos menores: propinas, gasolina y casetas. Saqué $2,000.00 en efectivo. ¿Te atreves a que la próxima vez nos filmen en DVD? Tengo un negocio de filmaciones de eventos, y el gerentillo es gay y me es fiel como un perro, así que no hay riesgo de que habrá el hocico.

Continuará

Como premio a su paciencia para leer un relato tan detallado, y por ende largo, les incluyo un link para un video alusivo al tema:

http://www.xhamster.com/movies/913749/milf_and_mature_lesbians_17.html

MI VECINA LA SENSUAL

Soy  Eva, una cuarentona guapetona según me han  dicho, con buen cuerpo que me ha costado mucho esfuerzo diario conseguir en el gimnasio, aunque con un poco de sobrepeso, rellenita pues, como se dice coloquialmente, con  sabrosas tetas y buena nalga, con un temperamento cachondo, y siempre caliente, ya que estoy divorciada desde hace 5 años y soy muy miedosa para “ligar”, ya que por haber heredado entre otras cosas varios millones de pesos en efectivo, temo que me cortejen por mi dinero y no por mis atributos.

Así que para calmar mis calenturas  dependo casi totalmente de mis juguetes sexuales, de los cuales, debo de confesar  poseo  una considerable colección.

Vivo en Ciudad de México, en un precioso condominio horizontal ubicado al sur de la enorme ciudad, donde hemos conseguido una muy buena convivencia, ya que todos los propietarios  somos de la misma clase social, claro, de los cuales hay 3 nuevos ricos que siguen siendo nacos, ahora, nacos con lana. Pero dejemos la presentación y entremos en materia:

Hace pocos días, coincidí en la alberca con una de mis mejores vecinas-amigas, Bea para todos, quien es todo un personaje que tengo que describir:

Una chaparrita tabasqueña, simpática y ocurrente, “malhablada” con un marcado acento costeño de su tierra, que en el condo no es muy bien aceptada por su desenfadada sinceridad acompañada siempre de sonoros calificativos, que la bola de mamones que se sienten hechos a mano y que nadie los merece, reprueba, pero los cabrones lo hacen para “quedar bien” con sus “estiradas” y celosas domadoras.

De hecho nuestra amistad nació y creció por esa “chispa para expresarse libremente” que yo siempre aplaudí. Para mí era simpática, ingeniosa y ocurrente, y por ello la acepte mejor que  nadie.

Y regresando a ese día, después de revisarme de pies a cabeza, ella dentro de su diminuto bikini y yo, con mi tradicional traje de “para el buen decir”. Anormalmente, me excité, aclarando que nunca me han gustado las mujeres, pero de ella emana pura y simple sexualidad, y en ese momento reconozco que se me antojó  que ella me abrazara y besara.

No sé qué cara puse porque conociéndola, supe que lo había notado, y lo confirmó al recibirme con:

  • ¿Qué vas a hacer mañana?
  • ¡Huy! Muchas cosas: llevar a mi perro con su veterinario, ir a  La Europea a comprar vinos, licores y latería importada para la cena a la que estás ya invitada, viene mi pedicurista y comer con mi hija.- yo
  • ¡A la mierda con todo eso!

Tu pinche perro se puede aguantar un día.

Con tu muñeca comes todos los putos días.

Has una lista de lo que quieres comprar, mañana temprano te mando al chofer para que vaya a La Europea. Y a la arregla-patas le cambias la cita para otro día.

  • ¿Y qué  más dispone vuestra excelencia?- yo
    • Tengo reservada una suite para nosotras en el hotel más chingón de Cuerna, para pasar el día muy consentidas. Y la noche, si se nos antoja. ¡Coño! Eso es lo que más necesitas mamacita: regalarte un día para ti y romper tu pinche y aburrida vida rutinaria.-Bea
    • ¿A qué horas nos vamos!-yo
    • Paso por ti a las 9 de la madrugada. Pero no lo comentes con nadie, ni con tu hija. Recuerda lo chismosas que son tus amigas-Bea

Hice una pequeña maleta con mi traje de baño y todo lo necesario para peinarme y repintarme, más una muda de ropa, y sin saber por qué metí mi arnés con un largo y grueso consolador. Era la primera vez que estaríamos solas y extrañamente ello me excitaba, aún a mi pesar.

Nos alojaron en un búngalo impresionante, con un patio descubierto al centro, conteniendo un jacuzzi rodeado de flores de todos colores y 2 tumbonas acolchonadas

Mientras yo recorría la suite, revisando la enorme recámara con una cama adoselada, el baño con el lavabo-tocador fuera de él, que tenía una pequeña cafetera con todo lo necesario para preparar cafés, oí a Bea que hablaba por teléfono con el gerente. Le pidió nos mandara las cartas de comida y bebida, amén de una buena cantidad de hielo. Dentro de la cocineta estaba empotrado un mini refrigerador con una buena variedad de refrescos y   botanas baratas.

  • Eva, ¿donde carajos estás? ¡Ah! Y ya con tu pinche traje de baño de abuelita. Te lo vas quitando para que estrenes el que te compré, para  que luzcas ese par de apetitosas tetas y la sabrosa cola que te cargas.
  • Pero . . .
  • Sin peros mi reina, déjame gozarte con mis 5 sentidos, empezando por el de la vista.
  • ¿Gozarme?

En ese momento llegó un mozo con lo solicitado, al cual Bea le ordenó destapara la botella de vino tinto que más me gusta, sacándola de su maleta, lo cual me enterneció y también le preparara una cuba con un ron jamaicano que sacó también de su maleta, y por último le pidió nos trajera servidas dos latas de angulas con galletas neutras para apreciarlas, y le avisara al Sr. Gómez (el gerente) que quería que solo él las atendiera durante su estancia, a la par que vi le entregaba un billete de $100.00 para asegurar un buen servicio. Hasta caravanas le hizo el muchacho.

  • ¿Te parece bien que nos quedemos aquí en la suite? Estaremos más cómodas y podemos tomar el sol junto aljacuzzi, trae tu botella de vino, y no te preocupes de que se te acabe, te compré cuatro. Miseria no habrá. remató.

Ella llevo su cuba, toallas para recostarnos y dos frascos de bloqueador solar.

Bea bajó el respaldo de las dos tumbonas, extendiendo una toalla en cada una y me ordenó:

Acostada boca abajo mamacita, te voy a cubrir con bloqueador todas tus sabrosas redondeces.

Debo de confesar que yo ya estaba  excitada previendo los propósitos de Bea, sintiendo mi humedad en el micro calzón que cubría mis partes, y ya llevaba media botella en el estomago, sin haber desayunado, o como diría alegremente Bea, ya estaba medio peda.

Prontamente la obedecí  y me acosté. No pude evitar el provocarla con una pregunta:

  • ¿Tú te  has acostado con otra mujer?

Y me contestó con otra pregunta:

  • ¿en qué pinche convento te educaron, nena?

Qué manera tan mamona de preguntar si he tenido sexo con otra vieja. Necesitas quitarte las telarañas que te inculcaron esos cuervos. Y si, he tenido ese placer, y lo sigo teniendo muy ocasionalmente porque la mujer debe de reunir todos mis requisitos, por ejemplo ser guapa, estar muy buena, debo respetarla como persona, y tú los cumples todos di a madres, como dicen los nacos. Soy bisexual orgullosamente. No había intentado nada contigo por qué no te sentía preparada y  no quería arriesgarme a perder tu amistad, preciosa. ¿Voy bien?

  • No podrías ir mejor.

Te confieso que desde hace mucho, cuando estaba casada con el pendejo aquel y me dejaba  excitada e insatisfecha, pensaba en

una buena mamada y besos de lenguita como en las pelis porno.

Y ya entrada en las confidencias, debo confesarte que me  he  masturbado muchas veces pensando en ti.

Yo me había volteado boca arriba. Se agachó y me empezó a besar, primero muy dulcemente, y después fue abriendo mis labios con su lengua. Nunca me habían besado con unos labios tan suaves y sabios, y con tanta pasión y tan cachondo, estuve a un paso de  tener un orgasmo. Dejé libre su cabeza, que inconscientemente había apretado hasta el dolor contra mi boca y le dije:

  • Por favor llévame despacio, porque necesito y quiero, sentir mucho placer. Y tenme paciencia enseñándome lo que debo de hacer para corresponderte.
  • Gracias amor. No me equivoqué al arriesgarme a ser rechazada. Eres toda una chingona mujer. Voy a ponerte el bloqueador, para que después tú hagas lo mismo conmigo. Lo peor que podría pasarnos es ardernos con el sol. Voltéate.

Y empezó a untarme los hombros y el cuello. Aunque debo señalar que más bien solo extendía la crema de una forma tan sabrosa, que parecían caricias. Y después las remataba arrastrando casi sin tocar mi piel, sus largas uñas. Que sensación tan nueva y tan excitante. Me dio vuelta.

Al bajar a la parte alta de mi pecho, y notar la erección de mis pezones, fue notable para mi, el cómo se contenía para no bajar la parte superior del bikini que casi no los cubría.

Siguió en el frente de la parte descubierta entre el brassiere y el diminuto calzón, para después brincar hasta mis pies. Entre sorbo y sorbo de mi copa de vino, noté que ya solo quedaba una cuarta parte del néctar, y noté con alegría que también ella tenía erectos los pezones. Me masajeó los pies y llevándose uno de ellos a la boca mamó mi dedo gordo como si fuera un pequeño pene.

Siguió con mis piernas, desde abajo hasta la v de mi pubis, haciendo énfasis en el interior de los muslos y entre pujidos y gemidos tuve mi primer orgasmo, largo y pleno.

  • ¿Qué te hago?- yo
  • ¡Olé las mujeres cachondas! Apenas  voy a la mitad y ya me regalaste tu primer orgasmo. ¿Quieres descansar?
  • Sí, tengo hambre  y calor además de estar bien peda. Todo se pega, ya estoy hablando como tú, ¿Qué dirían las Limantour y las De La Peza? Todas nuestras vecinas me valen madre, con tal de tenerte conmigo, amor.

Fue la primera vez que usé ese término, y lo hice porque lo sentía hasta el alma. Me había dado un orgasmo intenso, de los que no se consiguen con ningún juguete.  Y los que faltan, pensé. Gracias amiga.

  • Vamos a ver la carta para ordenar la comida con “servicio a cuartos”. Y mientras llega nos   bañamos en la regadera. Quiero estar limpiecita para ti, preciosa. Comemos y después de una siesta hacemos el amor como conejas-Bea
  • Te iba a pedir que nos quedáramos mañana también, pero ya has gastado un dineral.
  • Ni un centavo mi reina, ¿crees que soy pendeja? Todo lo que he pagado lo he firmado con la tarjeta del marica de mi marido. Como lo atrapé y retraté empinado, con su novio pegado atrás metiéndole duro, llegamos a un arreglo: yo le advertí que nunca le daría el divorcio y que por mí podía hacerse novio de un burro y ponerle su departamento, pero que yo también podía  hacer lo que se me antoje, y que a cambio solo no pondría límite a mis gastos. Y el muy pendejo todavía respingó diciéndome: pero sitienes mucho dinero. Le respondí con mucha elegancia que eso a él le valía madres y que si no estaba de acuerdo lo demandaría con fotos y periodicasos por varios millones, tantos, que tendría que robar más como diputable -si no lo corrían por puñal- para poder  seguir con “sus lujitos”. Lo tengo bien agarrado de los pelos cortos, para no ser vulgar diciendo que de los güevos. Y me di el lujo de instruirlo, al aclararle que nuestro matrimonio será lo que los intelectuales llaman “matrimonio abierto”.  O lo que es lo mismo pero expresado con elegancia y categoría es: cada uno haremos lo que  se nos hinchen los cojones.

Este pequeño diálogo fue hasta llegar  las dos en traje de rana a la regadera. Yo me quedé sin habla al verla por primera vez totalmente desnuda ¡que tetas y que pezones! Además sus caderas, sus nalgas y toda su piel color porcelana eran también de revista.

Y empezó a lo que vinimos.

Ella abrió las llaves hasta lograr la temperatura deseada, y yo aproveché para pegarme a su grupa, acariciando sus nalgas con suaves movimientos en un corto sube y baja. Coño, que caliente estaba, o más mejor estabamos porque su piel ardía, así que inclinándome hacia su espalda le apoyé mis tetas con los pezones como piedras, moviéndome lateralmente para acariciarla con ellas.

  • ¡Ay mamacita! siendo primeriza, los cuervos, perdón las monjas, no pudieron matar tus instintos y tu necesidad de placer sexual. Sigue así y pronto serás una mujer liberada. Te quiero y te deseo.

Todo el baño fue un exquisito preámbulo a lo que faltaba: la posesión total.

Ella me enjabonó y viceversa, la abracé tan sabroso, que llegué a sentir todas sus redondeces y nos besamos hasta casi el agotamiento. Me enardecía sentir su inquieta lengua dentro de mi boca. Por primera vez disfrutábamos cabalmente la una de la otra, hasta que el apetito y el cansancio nos vencieron.

Yo tenía mucha hambre, y a la par miedo, de perder mi estado etílico, y sensual si comía. En ese momento lo mejor de mi vida era el erotismo      entre ambas.

Tal como le pedí me fue enseñando y explicando el porqué de cada caricia, de cada lamida, de cada mamada. Y con esto entendí el porqué dicen que solo otra mujer puede acariciar hasta el mejor orgasmo a otra mujer.

Pero finalmente, en parte por mi poca experiencia, venció la lógica, y decidimos comer y descansar un rato para la batalla más importante para conseguir nuestro máximo placer.

Yo me vestí para comer y me lo reclamó, hasta que le comenté:

  • Desnuda    me sentiría incomoda comiendo, pero lo mejor es que quiero que después de la siesta, tú me desnudes, eso me excita mucho.

Nos acostamos en la enorme cama y fue cuando noté que había un espejo grande en el dosel, que reflejaba perfectamente lo que sucedía abajo.

Un buen rato después me despertaron su aliento en mi nuca y sus manos acariciando mis tetas sobre la ropa.

  • Ahora te voy a desvestir, así que coopera.-Bea
  • Por favor déjame el liguero y las medias negras que me traje ex profeso vas a ver que no estorban y resaltan las nalgas y el pubis. Te va a gustar.-yo
  • Como lo imaginé,