Mi vecina Inés.

Me encomendaron regar las plantas de la casa de mi vecino. y terminé regando algo más.

Esto que voy a contar me ocurrió el verano pasado. Me llamo Pablo tengo 46 años, casado y con hijos. Un tipo normal, trabajo, casa y niños, y ni por la cabeza ponerle los cuernos a mi mujer. Nuestra relación es bastante buena, poco sexo por los niños, pero bueno.

Vivo en una barriada de una ciudad del sur de España, casas cada una hecha por sus dueños, ningunas iguales, y donde todos nos conocemos.

Mis vecinos de enfrente con los que tengo una buena amistad, me dejaron a cargo de su casa durante un par de semanas del mes de agosto del año pasado, mientras ellos se iban de vacaciones. Son algo mayores que nosotros, tienen dos hijos, Juan e Inés.

Conozco a la niña desde que nació, en la actualidad tiene 19 años, siempre ha sido una niña rellenita, bastante, aunque ahora mismo ha perdido bastantes kilos, pero aun así para muchos estaría gorda. No es fea de cara, aunque usa gafas bastante arcaicas y eso afea mucho su cara. Rubia con media melena, es una chica grande, puede medir casi un metro setenta. Algo más alta que yo incluso. Al estar antes más rellenita, su cuerpo no pasa por su mejor momento, tiene unas tetas impresionantes, grandes, llaman la atención porque parece dos obuses, había tenido la oportunidad de verla sin sujetador algunas veces que había entrado en su casa. Barriga llena de estrías, muslos gordos y un buen culo panadero, grande y apretado.

Tenía novio y en esa época se había ido con él a pasar también dos semanas no se donde.

El primer día fui a regar las plantas de su patio, son bastantes y me lleva un buen rato, yo estaba solo en mi casa, ya que no podía coincidir con mi mujer de vacaciones y ya llevaba una semana fuera. Me entraron ganas de mear y al ir al cuarto de baño me encontré con ropa sucia que debía ser de Inés, había una braguita con restos pegados, estaba seca, pero la mancha y la dureza de la prenda y el olor a coño que aun desprendía me la puso dura, también había un sujetador, tipo deportivo, sin etiquetas, era inmenso, muy grande, no era capaz de imaginar como podrían ser las dos ubres que entrarían ahí. Regué y me fui.

Al día siguiente volví a regar, era más o menos las cinco de la tarde, regué las plantas y me acordé de la braguita, me entraron ganas de volver a olerlas y me dirigí al baño de la planta baja de la casa. Algo había cambiado, había más ropa, me llevé un susto, podía haber alguien en la casa, pero no había escuchado a nadie. Miré la ropa y parecía de Inés, había otra braguita, estas no estaban resecas, aun podía notar el aroma que desprendía, eran blancas, grandes, igualmente deportivas, tenías vellos pegados, vellos rubios y rizados y desprendían un olor mezcla de orina y flujo, asomé la cabeza fuera del baño pero no escuchaba a nadie, había unas llaves encima de una mesa, debía de haber alguien en la casa, no quise hacer ruido, seguramente estaba Inés con su novio y podrían estar durmiendo o follando, que sería lo más normal. No sabía bien que hacer.

Opté por hacer algo más de ruido, para ver si alguien respondía. No tardé en obtener respuesta.

.-quien anda ahí??

.-Inés?? Eres tu?? Soy Pablo he venido a regar las plantas de tu madre.

Inés asomó la cabeza por la escalera de la planta de arriba. No llevaba las gafas puestas y fruncía el seño como queriendo fijar la vista.

.-Pensaba que estabas con tu novio!! Has vuelto muy pronto!!

Asomó algo más de su cuerpo, llevaba una camiseta vieja que ya le había visto en otras ocasiones, pero no así. No llevaba sujetador, y sus tetas se movían de un lado a otro, llevaba una especie de culote negro, era como un boxer masculino, de licra, me estaba hablando pero ni la escuchaba, mi vista se había fijado en el bulto que formaba sus vellos y como se metía la tela entre sus labios mayores, dejando dos pequeñas montañitas entre sus muslos y la canal que los separaba dibujada perfectamente debajo de la fina tela.

.-Pablo!!

.-Que!!

.-Que te digo que estoy sola, que me he vuelto de la playa.

.-Y eso?? Y tu novio??

.-Ese cabrón se ha quedado allí!!

.-Vaya!! Lo siento!! Suena feo… Bueno!! Yo ya me iba!! Si quieres mañana vuelvo a regar, por si tu no estás o te vas a algún sitio, pero si no quieres que te moleste me lo dices y lo haces tu!!

Esperé que me dijera que volviera sin respirar. Se encogió de hombros y se volvió. Ahora me brindaba la visión de su culazo, espectacular, llevaba la tela metida entre el canal de sus gordas y blancas nalgas. Eran grandes, muy blancas y llenas de pequeños granitos, lo tenía a un escaso metro de distancia. Podía ver como se movían sus nalgas con cada subida de escalón. Cuando llegó arriba volvió la cabeza. Yo seguía allí con la boca abierta, le hizo gracia, sonrió, se había dado perfecta cuenta que me había quedado mirando, recreándome con el bamboleo de su trasero.

.-hasta mañana Pablo.

.-Si!! eso! Hasta mañana Inés.

No se porque cuando llegué a casa me hice una paja pensando en ese culazo y en esas tetazas, imaginándome a Inés botando encima de mi polla. La tarde noche se me hizo eterna, esperaba que llegara las cinco de la tarde para ir a su casa.

Me coloqué una calzona ancha y una camiseta, nada debajo, quería tener la posibilidad de poder sacar rápido mi polla si me hiciera falta, pensaba que se habría ido a casa de alguna amiga, pero pensaba que podría deleitarme con las prendas que llevara el día anterior. Hice ruido al entrar, incluso la llamé, pero no obtuve respuesta. Pensé que no estaría en la casa. Regué todo lo rápido que pude y cuando me disponía a ir al cuarto de baño, apareció por la puerta del patio.

.-ya te vas?? Si que has regado rápido!! Pensé que te quedarías un ratito conmigo!!

.-contigo? Claro!! No tengo nada que hacer, es que tampoco quería molestar por si estabas arriba y que no pensaras que te incordió.

Rió.

.-no me molestas!! Además no tengo ganas de estar sola y si tu quieres hacerme compañía te lo agradeceré.

.-claro tonta!!

Llevaba puesta la misma camiseta del día anterior, pero llevaba sujetador debajo, sus grandes tetas estaban apretadas por una prenda sin lugar a duda, debajo otro tipo de culote, algo más deportivo, pero de licra igual, pero como ya la tenía casi encima, no me había dejado tiempo a verlo bien, y su gordura y la camiseta tapaban justo la prenda. Estaba descalza por eso no la había sentido llegar, me preguntó si me apetecía beber algo, le dije que me daba igual y volvió de la cocina con una lata de refresco. yo seguía en el patio, estaba quitando algunas hojas secas de una planta, mientras ella se sentaba en el poyete que separaba el patio de la cocina, al hacerlo no pude dejar de fijarme en ella, se había sentado abriendo las piernas y doblando las rodillas, tenía los brazos apoyados en sus rodillas y me dejaba una visión más que decente de todas sus piernas abiertas, llegaba a ver todos sus muslos, y con un movimiento de sus piernas abriéndolas un poco más la visión se convirtió en un primer plano de su braga apretándose a su cuerpo, la tela a pesar de su elasticidad, entre sus piernas se plegaba dejando que partes de sus vellos y su carne asomara por su lado derecho, además fijándome bien, me daba la impresión que había una mancha como si esa zona de tela estuviera mojada. No soy tonto y me había percatado que su mirada se fijaba casi constantemente en mi morcillona polla que también podía ver moverse algo libre debajo de la calzona de algodón que llevaba puesta. Se hizo un silencio entre los dos, bebíamos de las latas, sin querer fijarme mucho en ella y seguía quitando hojas secas de las plantas mientras no dejaba de mirarme. El silencio se estaba haciendo cada vez más incomodo hasta que por fin sonó su teléfono y ella se levantó para ir a buscarlo en el interior de la casa. Miré como caminaba hacía el comedor, de espalda podía ver parte de ese culote blanco que llevaba puesto, esta vez no dejaba ver nada de su tremendo culazo, lo tapaba por completo, me dije que no había nada que hacer, sujetador y culote grande que tapaba todo, Inés no tenía pensamiento raros conmigo y me tendría que conformar con volver a oler la braguita del día anterior si no la había puesto a lavar ya. Mientras ella hablaba por teléfono entré en la casa y le hice señas de que iba al cuarto de baño, asintió con la cabeza y me dirigí hacía él con la cabeza puesta en su braguita. Me llevé una grata sorpresa, había incluso más ropa donde poder elegir, también estaba la braga que le había visto puesta el día anterior, estás si que estaban mojadas, como si se las hubiera quitado solo hacía un rato, desprendían un olor mucho más fuerte, olían a su flujo, estaban muy mojadas, era raro, sabía por mi mujer que no echa tanto flujo a menos que se esté muy excitada, estaba toda mojada y como ya dije era bastante reciente, me saqué la polla y refregué bien mi capullo por toda ella, se me puso dura al momento, la olía mientras me la meneaba despacio, la seguía escuchando hablando por el teléfono, estuve más de tres minutos, debía salir, no quería que pensara que estaba haciendo otra cosa que meando. Además ya no la escuchaba hablando por el teléfono. Intenté recobrar la respiración y que se me bajara algo la dureza de mi polla. Me la acomodé como pude y salí. No estaba en el salón, tampoco en el patio. Pensé que se había subido de nuevo a su habitación, esperé un momento, y dándole una voz le dije que me marchaba ya. No hubo respuesta. Estaba a punto de salir cuando la escuché desde arriba.

.-Pablo!! Te importa subirme una lata de refresco de la nevera??

Me quedé un momento en silencio.

.- Pablo??

.- Inés ya me iba. Baja tu y la coge!!

.-Porfa!!

.- bueno!! Una coca??

.- Si!

Busqué una coca cola en la nevera y comencé a subir, pensaba que la niña era una descarada. Y que se había pensado que era un criado.

Subiendo la escalera a la planta de arriba a la izquierda estaba el dormitorio de sus padres frente a la escalera otro cuarto de baño y a la derecha el suyo. Se escuchaba música muy flojita en su dormitorio, asomé la cabeza y le dije que cogiera el refresco. estaba con los brazos apoyados en una mesa dándome la espalda, algo echada hacía delante, suficiente para que pudiera ver el comienzo de su culote blando, pero nada más, se giró y cogió la lata sin dejar de mirar mi polla, la tenía algo más gorda de lo que debiera estar, me sentí cortado y tiré de mi camiseta para abajo. Como queriendo cubrirme, me sentí más cortado aun. Pensé que debía ser al contrario que ella se tapara de mis miradas lascivas y no yo. Podía ser su padre tranquilamente y ella mi hija. Le dije que me marchaba y no le di tiempo a decir nada más, solo me miró y se encogió de hombros. Sin dejar de mirarme. Volví a bajar la escalera y me dije que no volvía a ir a regar las plantas.

No fui al día siguiente, me sentía incómodo con la niña en la casa, deseaba follármela, y me ponía cachondo, pero también pensaba que la podía liar si todo era imaginación mía.

Al día siguiente me llamó el padre, fue una sorpresa, me pregunto si ya no iba a ir a regar las plantas, le dije que como estaba su hija pensaba que ella se encargaría de hacerlo, que por eso no había ido el día anterior, me dijo que ella se había vuelto a ir ese mismo día y que le había dicho que no había ido. Le dije que no se preocupara que si no estaba volvería a ir. Colgué y me dirigí a su casa. la puerta no estaba cerrada con llave, por un momento pensé que se le había olvidado cerrarla, entré y me dirigía al patio cuando escuché ruidos en la planta de arriba, la llamé y no contestó. Aquello se estaba convirtiendo en un incordio, comencé a subir despacio, volví a llamarla cuando estaba a punto de terminar de subir todos los escalones. Sentía ruido en su dormitorio, estaba ahí sin duda. La puerta estaba medio entornada, golpeé con los nudillos antes de abrirla un poco más, estaba de nuevo con las manos apoyadas en la mesa, mirando algo en su portátil, me daba la espalda, sentí como mi polla era la primera en reaccionar palpitando con fuerza. Tenía las piernas lo suficientemente abiertas para dejarme ver que no llevaba braga, podía ver el comienzo de sus blancas nalgas y como se veían partes de sus hinchados labios mayores apretados y cerrados, cubiertos por una fina maraña de vellos rubios. Me quedé esperando que se volviera, pero no lo hacía y yo no volví a decir nada, estaba esperando sin duda mi reacción, supongo que debía sopesar si me iba o me quedaba.

Movió sus piernas abriéndolas un poco más, desde donde estaba me estaba dejando ver todo su coño, era una raja en su rellenita carne, de un color sonrosado, lleno de vellos rubios, pude ver como aparecían partes de sus labios menores, pero casi ni se podían ver. Podía ver las estrías que se formaban al comienzo de sus generosas nalgas. Volvió la cabeza, estaba con un chupa chup en la boca, se lo sacó de la boca y con voz de sensual me dijo.

.-no estabas deseando oler mi coño? porque no lo haces?

Hundió mas los riñones volvió a girar la cabeza y levantó las puntas de los pies, dejando que su culo subiera más hacía arriba. Y comenzó a moverse contoneando las caderas.

Llevaba días sin follar, mi polla se había puesto dura en cuestión de segundos. Di dos pasos hacía ella, y me agaché detrás, se quedó quieta, tenía su raja a escasos centímetros de mi cara, olía a hembra, un olor diferente del que desprendía mi mujer, tenía una buena cantidad de vellos rubios largos y pocos rizados, los vellos estaban a cada lado de su raja, pero al ser rubios y ella tan blanca casi ni se le veían. Se movía de un lado a otro, centímetros, contoneándose, tenía a escasos centímetros su raja cerrada, respiré hondo y exhalé el aire que fue a impactar directamente en su coño, dejó escapar un suave gemido y echó su cuerpo un poco hacía mí.

No me retiré dejé que su piel tocara mi boca, volvió a gemir quedamente, bajó los pies y su coño se pegó más a mi boca, pasé mi lengua por su raja casi sin sacarla de mi boca, su piel era suave, olía a sexo, la punta de mi lengua recorrió sus labios mayores, sentí como se apretaba más. Saqué más la lengua y la hice entrar entre sus labios, podía sentir sus labios menores, suaves, calientes, mojados, seguía empujando su cuerpo hacía mi, quería apretarse más, tuve que colocar una rodilla en el suelo para no caerme hacía atrás y por fin me atreví a colocar mis manos en sus muslos, volví a sentir como gemía suavemente, sentía su piel caliente, me gustaba la suavidad que tenía, volví a recorrer con mi lengua todo sus labios mayores chupando sus vellos, ahí su piel era gordita y podía casi morderla, subí mis manos hasta sus nalgas, estaban más prietas de lo que me hubiera imaginado. Apreté sus nalgas y volví a meter mi boca entre sus labios, esta vez saqué la lengua decidido a darle más placer, no me fue difícil encontrar el capuchón de su clítoris y sentir como mi boca se mojaba con el flujo que comenzaba a manar de su raja. Gemía con la cabeza casi apoyada en la mesa. Eran pequeños quejidos de placer. Paré y me separé de ella, por mi cabeza pasaban un sinfín de cosas, mi polla me dolía de lo gorda que la tenía, pero por un momento de lucidez intenté recomponerme. Inés se giró tenía las mejillas sonrosadas, aun sentía el sabor de su flujo en mis labios, miró hacía abajo y vio el tamaño de la carpa debajo de mi calzona. Abrió los ojos como platos, estaba seguro que no se imaginaba lo que tenía entre las piernas. Pude ver sus grandes ubres, debajo de la camiseta vieja y raída, eran como dos misiles, nunca había visto tan de cerca unas tetas como esas, su respiración era rápida, estaba excitada, lo notaba. Me miró a los ojos y antes que me atreviera a dar un paso atrás se agachó dejándose caer de rodillas y tiró del elástico de mi pantalón hacía abajo, mi polla saltó como un resorte, apuntó hacía arriba, abrió los ojos y la boca. Volvió a mirarme a los míos, coloqué un dedo sobre mi tronco y la bajé hasta tenerla frente a su boca, rocé mi capullo por sus labios y poco a poco fue abriendo la boca dejando paso a mi capullo, me excitaba la situación, ella no dejaba de mirarme a los ojos, y trataba de abrir la boca para dejar paso a mi polla. La tengo muy gorda, y de un tamaño considerable, a mi mujer casi no le cabe más de la mitad en la boca, y a esta niña sabía que tampoco entraría más, ya sabía que iba a correrme en su cara, me gustaba como me miraba con esas gafas de culo de botella, sabía que le iba a soltar mi lefa en la cara. La cogí del pelo y apreté su boca, sentí como le daban arcadas, pero la muy zorra no dejaba de intentar meterse más y más hasta hacerme daño con los dientes, estaba tocando su campanilla y aun así no paraba.

Podía ver como le caía la saliva encima de la camiseta. Me la tenía toda ensalivada.

Se la saqué y con voz autoritaria le dije que se sentara en el filo de la mesa. No dijo nada, simplemente me hizo caso sin decir palabra.

Se sentó y abrió de piernas, me coloqué delante de ella y le hice levantar las piernas, su anchura me gustaba, no tenía nada que ver con mi mujer, era blanca de piel, su gordas nalgas quedaban abiertas y apretadas. Me seguía esperando con la boca abierta, sabiendo lo que le esperaba. Pasé mi capullo por su raja, soltó un gemido y echó para atrás la cabeza, aunque era una chica ancha, se me antojaba una entrada estrecha para mi polla, volví a pasar mi capullo y sentí como se mojaba la punta de esta, estaba más mojada de lo que imaginaba, apreté y mi capullo desapareció en su coño, volvió a levantar la cabeza, resoplaba y se mordía el labio inferior, la sacaba y la metía, sentía la fuerza que tenía que hacer mi capullo para traspasar sus labios menores, mi capullo es grande, de cabeza grande, mi mujer siente un inmenso placer cuando la sacó y la meto despacio, y a esta niña no le hacía sentir menos, agarré sus piernas con mis brazos y entré más en su interior, el gemido fue más sonoro, eran pequeños quejidos, me gustaba escucharla, la sentía resoplar, como si no pudiera esperar más a que se le hundiera por completo. La volví a sacar por completo y cuando se la volví a meter lo hice hasta los huevos, movía la cabeza de un lado a otro, sentía como chorreaba, comencé a meterla y sacarla con fuerza, dando golpes secos.

Gemía, lo hacía con fuerza, movía la cabeza de un lado a otro, cerrando los ojos. Sentía mis huevos mojados golpear en la entrada de su apretado esfínter. Era una pasada, a mi mujer no le gustaba el sexo violento, pero con esta niña, no estaba dispuesto a ofrecer miramientos, quería follar y me la iba a follar.

La volteé hacía otro lado de la mesa para que pudiera echar su espalda sobre la mesa. Lo entendió y se dejó hacer, ahora entraba recta y lo hacía con más fuerza aun, pero no se quejaba. Tenía sus piernas apoyadas sobre mis hombros, y dejaba libertad a mis manos, las metí por debajo de la camiseta y apreté con fuerza sus grandes tetas, ella misma se la levantó para dejarme verlas.

Eran grandes, blancas, llenas de pecas, incluso tendida eran raras, no se le caían a los lados del cuerpo, era como si no tuviera pezones, o no tuviera aureolas, y todo fuera una misma cosa, sus pezones eran casi rosados, eran grandes, blanditos, sus aureolas eran una prolongación de los pezones, lo que hacía que fuera como dos pequeños pechos pegados a los grandes. Como es una chica grande, con sus piernas delante de mi cuerpo y por encima de mis brazos solo podía tocarlas y apretarlas, pero era imposible llevármelas a la boca. Miré la cama, estaba toda llena de peluches, me dio remordimientos, pero ya no me iba a volver atrás, salí de su interior me fui a la cama y tiré con mi mano todos los peluches que había en la cama, me tendí boca arriba y le dije con la mano que viniera, lo hizo con la mano en su coño, debía hasta dolerle, pero no se quejó, se sentó a horcajadas sobre mi polla y se la volvió a incrustar hasta los huevos, mientras se sacaba la camiseta por la cabeza, ahora si podía ver sus grandes tetas, debía ser la edad porque sus pezones apuntaban hacía arriba, eran como puntiagudas, una pasada, grande y puntiagudas, se las estrujé con las manos, mientras ella no dejaba de subir y bajar encima de mi polla, era una pasada sentir su cuerpo encima, el peso que producía cuando se la metía hasta los huevos. Intentaba tirar de ella para alcanzar sus tetas con la boca pero no me dejaba, gemía con fuerza y botaba con los ojos muy abiertos y la boca igualmente. Por fin sentí como explotaba en un orgasmo brutal, se convulsionaba encima de mi polla sin importarle nada más. Por fin se dejó caer con las manos en la cama, estaba aun con mi polla dentro pero ahora podía alcanzar sin problemas sus tetazas, me dediqué a comérselas con ganas, era un pasada, nunca había sentido una mujer reaccionar a unas lamidas de esa manera. Me era fácil meter por completo sus pezones y sus aureolas en mi boca. Los chupaba, lamía y estrujaba con mis dedos y eso parecía hacerla volver a desear moverse, ya no podía más, la hice que se acostara en la cama y me coloqué entre sus piernas, se la clavé hasta los huevos y comencé a darle todo lo fuerte y rápido que podía, terminé corriéndome en su interior, me había cruzado las piernas por la espalda y no me dejaba salir, fue una corrida bestial, no se cuantos chorros de leche expulsé, me costaba sostenerme con mis brazos, pero fin me dejó escapar de su aprisionamiento y caí en la cama a su lado.

Pensé que todo habría acabado pero Inés tenía otras ideas en mente. Se giró encima mía, y comenzó a chupármela, la cabrona sabía chupar, no era la primera polla que se comía, la tenía medio flácida y ahora si podía llegar a metérsela por completo en la boca, era una pasada, porque apretaba los dientes en la base de mi polla y succionaba para dentro, terminé por hacerla subir encima mía y comenzar a comerle el coño como un poseso, volvía a sentirla gemir y poco a poco sentía como mi polla iba despertando, mucho antes de lo que yo esperaba.

Algo curioso era que ninguno de los dos habíamos dicho una sola palabras, la tenía casi sentada sobre mi cara, era ella más que yo quien refregaba su coño por mi cara, dejándome alguna vez alcanzar su clítoris y darle lamidas o mordidas, de pronto sentí como se abría las nalgas con las manos y bajaba su cuerpo, se quedó con el culo encima de mi cara, esperaba mi reacción, podía ver el agujero sonrosado y estriado de su culazo, un agujero estrecho lleno de pequeñas estrías que se perdían en su interior. Era como si me pidiera que chupara ese agujero. Pensaría que me daría asco y por eso esperaba. Cogí sus nalgas con fuerza y la hice bajar hasta alcanzarlo con mi lengua, se lo comí literalmente, lo lamía, metía mi lengua y hurgaba en su interior. Sacándole gemidos y más gemidos, no me podía imaginar que le gustase que le comieran el culo, pero eso tenía su recompensa, mi polla se había puesto medio dura, y ya apuntaba hacía arriba. Había momento que sentía su mano pajearme con fuerza, sentía como me la estrujaba con su mano con fuerza.

De pronto volvió a girarse se colocó de rodillas dejando mi cuerpo debajo del suyo, su rodilla izquierda en la cama y su pierna derecha flexionada con el pie al otro lado, apretó con fuerza mi polla con su mano, lo que hizo que mi capullo se hinchase, me estaba produciendo dolor, se acomodó encima y colocó la punta de mi polla en la entrada de su culo, no estaba aun lo suficientemente dura para que pudiera entrar por si sola, se doblaba, le gustaba, parecía estar gozando, le retiré la mano y apreté mi polla yo, ahora ella podía bajar con más facilidad, sentí la presión del esfínter en la punta de mi capullo y con un pequeño grito sentí como mi capullo entraba en su culo. Resopló y agitó la cabeza, a la cabrona le gustaba, no la podía soltar porque mi polla se doblaba, pero sujetándola conseguía que entrara cada vez un poco más, unas bajadas y subidas con fuerza y mi polla estaba casi por completo dentro de ella, pero no tenía la dureza completa, ella lo sabía y lo estaba gozando, gemía con fuerza y movía la cabeza de un lado a otro.

Resoplaba y resoplaba. En minutos mi polla se puso dura, su cara cambió, ya tenía dilatado el agujero y mi polla a pesar de su tamaño y su gordura entraba y salía de ese agujero como si fuera su coño, tiré de ella hasta hacerla caer, la hice colocarse en el filo y apuntando mi capullo a su agujero abierto se la calvé hasta los huevo, era impresionante, nunca había metido mi polla en un culo de esa manera, ni por asomo mi mujer me dejaba metérsela de esa manera, la estaba embistiendo con fuerza y no se quejaba, se quejaba pero de puro placer, su mano se movía en su coño y sentía como hacía rato había roto en un apoteósico orgasmo. La embestí todo lo fuerte y rápido que pude, hasta que terminé con una corrida como un camión dentro de ese agujero. Se la saqué y hundí mi lengua en su agujero abierto. Le mordí las nalgas y caí rendido en la cama.

Estuvimos un buen rato tendidos, su piernas flexionadas con el culo en pompa y yo co mi cara justo delante de aquel trasero, pude ver como poco a poco y con la presión que iba haciendo iba saliendo un hilito de liquido de su agujero.

Fueron más de media hora, ninguno de los dos dijimos nada, me levanté de la cama y me dispuse a recoger mi ropa, se sentó en la cama y se colocó las gafas, estaba toda despeinada, la cara roja de excitación. Le hice señas para que se pusiera de rodillas y ella ante mi sorpresa accedió sin preguntas. Mi polla comenzaba a ponerse de nuevo medio dura, le hice abrir la boca y se la metí hasta la campanilla, no oponía resistencia, me dejaba meterla y sacarla a mi antojo, aunque le produjeran arcadas. Chupaba y lamía con ganas cuando la dejaba. Comencé a pajearme delante de su cara, sacaba la lengua esperando recibir la recompensa, la metía a veces en su boca y la sacaba y me pajeaba, me costó sentir las ganas de explotar de nuevo, en ves de apuntar a su boca apunté a su nariz, sonrió y me dejó hacer, no se como aun pude expulsar tanta cantidad de leche, le dejé los ojos cerrados toda llena de lefa, las gafas llenas, el pelo, la nariz, y terminé expulsando las ultimas gotas en su boca que tragó con ansiedad. Me la chupo sacándome todo lo que quedaba en mi interior. Recogí mi ropa y la dejé llevándose con los dedos lo que podía de mi corrida a la boca.

Desde aquel día no he vuelto a follar con ella, pero cuando me mira notó como mi polla se pone dura en cuestión de segundos, y se que en cualquier momento que tengamos una oportunidad, volveré a hundir mi polla en ese culito.