Mi vecina Francesa 4

Esta vez desvirgo bajo el agua a Guisellita, la prima de Solange, una escultural nenita que endurece mi verga hasta límites que ni yo conocía...

¿Qué debo hacer?, me preguntó con cara de inocencia.

Sí, ya la tenía en mis manos a esa nenita preciosa, su escultural cuerpo contradecía la carita de dulce niña que tenía Guisella, quien a su edad y con esas nalgas y tetas, ya habría sido capaz de volver loco a más de algún chiquillo de su escuela.

Yo no estaba dispuesto a dejar pasar la situación, por lo que rápidamente cogí su mano y la puse en mi verga que se encontraba durísima producto de la excitación que me proporcionó haber estado sobando todo el cuerpo de esa preciosidad por debajo del agua (ver capítulo anterior).

Ella, quien no despegaba su mirada de mi erecto pene, se dejó llevar, tomándolo con su manito, dejándola quieta, como no sabiendo que hacer. De vez en cuando me miraba y bajaba nuevamente la mirada para clavarla sobre mi verga, que latía con fuerza al sentir la manito caliente de aquella nenita.

Menéala lentamente, le dije mientras que mi mano se posó sobre su muñeca, llevándole e indicándole el ritmo.

Ella obedeció, movía su manito lentamente, como pensando que mi pinga era un cristal que en cualquier momento se rompería, pasándose la lengua instintivamente por sus labios, circunstancia que aproveché para ponerle suavemente la mano en su cabecita y hacerla poner de rodillas a lo que respondió con sumisión.

¿Te gusta mirarla de cerca? Le pregunté.

Sí, desde aquí se ve mejor, pero es muy grande, Solange me dijo que era grande pero no pensé que tanto. Me dijo Guisella, tapándose la boca rápidamente, con un gesto que indicaba que había hablado demás.

¿Qué? ¿Que Solange te ha contado lo nuestro?

Pues… sí…, pero por favor, por favor, no le vayas a decir nada, me dijo que guarde el secreto, por favor

Bueno, en todo caso tienes que portarte bien y sabré conservar tu secreto.

Se me estaba haciendo más fácil aún, la tenía frente a mí, con su carita cerca de mi verga parada, con su manito bien cogida a mi palo y lo que es mejor, suplicándome que le guarde un secreto.

Decidí pues, aprovechar todas esas circunstancias.

¿Por qué pasas tu lengua por tus labios? Le pregunté mirándola directamente a los ojos.

Ahh… es que

¿Es que qué?

Bueno… no sé… Solange me dijo que… bueno

Contesta Guisellita, no te preocupes, estamos en confianza, le dije pensando ya lo que le había contado mi vecinita francesa.

Bueno… Solange me dijo que era riquísimo meterse en la boca tu verga parada.

Mmmmm, ¿y me imagino que te mueres de curiosidad por saber si es verdad?

Bueno… sí… por la forma como lo decía… parecía ser cierto.

Bueno mi niña, es toda tuya, lámela lentamente, como si fuera el helado del sabor que más te guste, el más grande, el único que vas a comer en todo el año, vas a ver que te va a gustar.

Y así empezó Guisellita, sacó su lengüita pequeña, y la acercó a mi glande, la pasó lentamente por la parte de arriba, haciéndolo saltar de la sensación de aquella lengüita caliente, asustándola, por que se apartó de inmediato, lo que remedié cogiendo su cabecita por la parte de atrás y atrayéndola nuevamente a mi gruesa pinga, que quería más.

Así siguió Guisellita, lamiendo lentamente mi glande, bajaba la lengua por todo el palo, hasta llegar a los huevos, los que los lamía también instintivamente, mientras que con su manito seguía meneándomela, esta vez más rápido.

Ya para esto estaba totalmente desnuda, cuando me di cuenta que mientras que con una mano me la meneaba, mientras que con su lengüita degustaba de toda mi pinga, con su otra manito se magreaba su coñito, como estimulándose ella misma.

¿Te gusta? Le dije, ya presa de la excitación total.

Sí, me dijo y detuvo su lamida.

Entonces puedes ir comiéndotela poco a poco.

Guisellita lo miraba, le parecía increíble poder meterse toda mi pinga en su boquita pequeña, pero decidió hacerlo, lentamente empezó a comérselo, mi pene avanzaba lentamente… que rico… su cavidad bucal era calientita, salivaba mucho, realmente se veía que quería hacerlo.

No llegó a comérsela toda, pero lo suficiente para darme mucho placer, con mi mano en sus cabellos, le empecé a impartir ritmo a sus mamadas, de adentro hacia fuera, ella obedecía, parecía que le gustaba, le llevé una mano a mis huevos, le indiqué que los acariciaba, se sentía tan rica su manito suavecita sobando mis huevos, era deliciosa la mamada que me estaba dando. Ella seguía con su otra manito masturbándose su chochito, el cual me lo imaginaba destilando flujos a montón.

Al notar que me iba a correr, la separé de mi pinga, no quería correrme sin antes montarme a esa escultural nena, tenía que romperle todos sus huequitos, tenía que ser mía.

La levanté y le imprimí un beso profundo, apasionado, que rica era su boquita, la nenita estaba entregada a mí, puse mi mano en su chuchita, la cual se empapó con sus flujos, la nena estaba sobre excitada.

Después de besarnos con pasión, decidí entrar a la piscina nuevamente, lo que la sorprendió.

¿Por qué entras? No te gusto? Que hice mal?

No mi nena, ven conmigo, le dije.

Ella obedeció, devolviendo la sonrisa a sus labios preciosos.

Ya adentro, la besé nuevamente, la empecé a acariciar, a chupar esas tetitas tan ricas que tenía, a meterle un dedo en esa vagina empapada, a acariciar su culazo de infarto, en resumidas cuentas, a manosearla libremente.

Mi objetivo era tenerla bajo agua por si alguien llegaba, recuerden que en el relato anterior se dijo que nos encontrábamos en su propia casa.

Guisella se dejaba hacer, disfrutaba con los ojitos cerrados, yo, presa del deseo y del placer, me deleitaba con sus preciosas curvas, hasta que decidí dar un paso más.

La cogí de los muslos y la levanté y recosté hacia mí, besándola con pasión, como para que no rechace lo que le iba a hacer.

Ya teniéndola con las piernas entre mis caderas, mi verga quedó frente a frente con su víctima, con su cochito empapado, por lo que empecé a empujar lentamente, Guisella gemía, me acariciaba y se dejaba llevar, me clavaba sus uñas en mi espalda, mezcla de dolor y placer, mi pinga avanzaba en esa cuevita caliente, hasta que… zas!!! Se hundió con todo, Guisella había hecho un mal movimiento y se la había clavado toda, ella gritó de dolor, miré hacia abajo y en la piscina se veía un hilillo de sangre. También era virgen!!!!!!!!, mi excitación pasó a ser mayor, cogí sus nalgas y empecé a levantarla y bajarla lentamente, ella agarrada a mi espalda, recostada a mis hombros, gemía y lloraba de placer, estaba entregada totalmente a la pasión, mientras que yo disfrutaba de una vagina estrechita y recientemente rota, que atrapaba mi grueso palo, que se lo comía todito, que lo calentaba con sus jugos.

No podía más, de tanto subir y bajar, Guisellita lanzó un grito desgarrador, se estaba corriendo, en su propia piscina, frente a mis ojos, en su propia casa, gritando, no podía ser, no podía gritar allí, se darían cuenta, por lo que inmediatamente la besé, a lo que me respondió con un beso apasionado, yo seguía bombeando, esta vez más rápido, quería correrme antes que llegara alguien, hasta que lo conseguí, inundé ese coñito que hace unos minutos era virgen, inmaculado… ya no lo era, había sido roto en su propia casa, por mi pinga que latía botando semen en cantidad tremenda, me estaba corriendo en una cuevita riquísima, sus ojitos cerrados, su cuerpo erizado, temblando, abrazados… besándonos con pasión… cuando escuchamos pasos….

Guisella!!!!!!!!!!!!, Guisellaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!! Donde estás?, se oía a lo lejos.

Mi padre, es mi padre, me va a matar, me dijo aterrada, rápido escóndete.

Miré alrededor y no encontré lugar alguno donde esconderme, su padre estaba cerca, era mi perdición, me imaginé purgando condena por violador, me imaginé muerto, miles de cosas pasaron por mi cabeza.

Guisella, acá estabas, me asusté, te oí gritar y salí a ver que pasaba, dijo su padre.

Nada papá, me caí y me raspé, por eso grité.

Mmmmmm, sí, ya me di cuenta, hay un poquito de sangre en la piscina, debes tener más cuidado mi reyna, no fue de gravedad?

No papá, descuida, ya pasó, voy a seguir aquí un ratito más.

Bueno muñeca, te dejo, ya sal pronto que el sol está poniéndose.

Ok papi, un beso.

Su padre se retiró, yo, había aguantado como nunca la respiración bajo el agua, escondiendo mi cabeza entre las nalgas de Guisellita.

Eres un desgraciado, me dijo Guisella.

Por qué? Me escondí bien, le dije intrigado.

Claro, te escondiste bien, entre mis nalgas, pero mientras yo hablaba con mi papá, tu aprovechabas en lamerme el culito, crees que no me di cuenta, lamentablemente no podía hacer nada en ese momento.

¿y te gustó? Le pregunté mirándola nuevamente a los ojos.

Pueeeees, sí, me dijo tímidamente, mordiéndose el labio inferior, igual como lo hacía su primita Solange, lo que me dio luces para imaginarme rompiéndole el culito tan rico que había lamido minutos antes.

Ven aquí le dije, besándola nuevamente, deslizando mi dedo medio entre sus nalguitas

Continuará