Mi vecina discreta , (y mi mujer) (4ª)
Mi mujer me iba sorprender con juegos sexuales mientras yo llevaría un antifaz y me iría descubriendo la sensibilidad de zonas olvidads y las nuevas sensaciones al ser depilado mis bajos.
Mi vecina discreta…, (y mi mujer) (4ª)
Me desperté y vi que al otro lado de la cama ya no había nadie. ¡Qué sorpresa ver a Desiré descontrolada la noche anterior!... introduciéndose mi miembro en su culo lubricado con el aceite solar; de cara a mí, mientras se inclinaba hacia atrás masturbándose con dos dedos sobre cada uno de sus labios exteriores brillando por la luz de la luna sobre sus fluidos…Off. Mi mujer se había levantado y con sigilo había salido de la habitación sin despertarme. Me levanté de la cama, miré alrededor y vi el aceite solar en el suelo de la terraza tirado junto a la tumbona. Entré en el baño y encontré una nota pegada al espejo por mi mujer “Mi amor, tu PUTA gozó como nunca. En todo momento sentí tu respeto pero también tu pasión. Gracias por recordarme que es sentirse deseada, descontrolada y complacida hasta donde nunca pude imaginar . Te compensaré por todo tu dedicación a mí y mis hijos. Desiré”.
Abrí el laptop sentado en la cama tras la ducha y consulté mi correo del trabajo: dos emails de mi socio; uno de un cliente cabreado; y uno de Carla (“mi vecina discreta”…que culito, como calaba su sexo hinchado en sus tanga blanco mientras me explicaba sus últimas experiencias). Afortunadamente no se identificaba con algún detalle relativo a la experiencia durante mi estancia en urgencia en casa durante mis vacaciones. Solo decía
“Apreciado Ramiro,
Te agradezco mucho tu interés y atención a pesar de lo tarde de la reunión y que no estaba prevista en mi agenda semanal. Cuando tu agenda lo permita, me gustaría explicarte en detalle los proyectos en los que debemos profundizar. Ya sabes que la combinación del color blanco y la textura exterior en mi edificio con la humedad que suele aparecer en verano, me han creado dudas a pesar de tu demostrada profesionalidad. Sería bueno que mostraseis más implicación real y sobre el terreno para sacar todo el partido a los pasos ya dados. Considéralo un reto que os podría dar acceso proyectos de mayor calado y continuidad.
Un saludo.
Carla Martí Sants
Dtra Proyectos Inmobiliarios , CAHM Holland Holding -Iberia”
“Ramiro” me dije, “Te han pillado con el carrito del helado. El menaje es claro: Ramiro te calé y me gusto y haz el favor de acabar lo que has empezado que me tienes a tope…Trae la manguera y remójame que ardo”. Demasiada guerra para un veterano soldado pensé.
Reboté el email diciendo:
“ Apreciada Carla,
Agradezco la oportunidad que me brinda. Sobre su duda entre la relación de la humedad y la cubierta baja de su edificio, puedo asegurarle que la solución técnica es conocida por nosotros y que en la próxima reunión podré mostrársela muy gustosamente. Le ruego que entienda que la vuelta al trabajo me tendrá muy ocupado pero estoy seguro que encontraremos la forma de alinear agendas.
Un saludo.
Ramiro Castro
Socio Director Ingeniería Norte”
Pero como en los negocios, no construyamos castillos de naipes y más para solo para preocuparse. Pensemos que haremos ante diferentes escenarios y a otro tema. No hay nada mejor que una explicación corta rápida, coherente, con decisión y acto seguido pasar a otro tema sin alterarse (prepararlas explicaciones/excusas y revisar los puntos oscuros antes de que te pregunten, te garantiza que la otra parte ante la contundencia y seguridad quedé sin argumentos y despistado). Quería follármela pero en el momento adecuado.
Bajaba por la escalera hacia la cocina a desayunar algo. Cuando mi suegra me vio, sonrió hacia mí y dándole una palmada en las nalgas de su hija (cubiertas solo por una bata corta de satén rosa pálido y marcando su bikini de triángulos), dejo caer sonriendo picaronamente
“Desiré, cariño, cada día duermo peor tras el primer sueño; ayer oí ruidos muy “curiosos” de madrugada; debía ser la menor de los vecinos con el novio. ¡Cómo se nota que no están sus padres y sus veinte años son un volcán de hormonas!, ¡Que envidia me daban al oír sus gemidos! (confesó la abuela)..., ¿no oísteis nada vosotros?“
Con mi suegro los desayunos eran siempre una sorpresa: Le gustaba empezar fuerte aunque para ello se debiera levantar 2 horas antes que el resto. Coca de cristal, panecillo blandos salados, bollitos salados de ibérico, de bonito, de tortilla, tostadas recién compradas en la panadería, mantequilla salada de Holanda y mermeladas de arándanos, kiwi y frambuesas; para beber había agua del manantial del pueblo, zumo de naranjas recién exprimido y un buen vino de Zamora de Tinta Fina. Ahí estábamos las 3 generaciones dando cuenta de todo ello cuando la mano de Desiré me condujo por debajo de mantel de hilo hacia su satinada bata, mejor dicho su entrepierna, a su sexo depilado con todo la familia delante (mi polla estaba tan empinada que si tuviera que levantarme alguien vería mi calentura; su bikini estaba a media pierna (totalmente empapado y brillante por sus flujo en el centro) y me empujo los dedos por una vagina pegajosa. Mi mujer se había frotado la mitad de un panecillo blando con mantequilla y la mermelada de arándanos bien adentro. A la vez que me hundía mi mano en su sexo, me daba para comer el arma del delito “Cariño que manera más deliciosa de untar el panecillo: el pan calentito, la mantequilla salada y los arándanos” acerté a comentar. Cualquier día le paso la receta a mi amigo Antonello (el chef italiano): un trozo de pan blando con mermelada casera restregado en la vulva de la camarera más cachonda de su restaurante. Cuando algún snob aún preguntase si la pátina blanquecina y brillante sería alguna “emulsión de clara de huevo”…si directamente de los ovarios de la camarera y sin aditivos, conservantes ni colorantes y del día, Señor.
“No es bonito como están hoy los tortolitos” le dijo mi suegra al chatarrero. El chatarrero que tenía más kilómetros en las botas que el coronel Lindberg respondió “Desiré, menos bollito al señor y un poco más de vino para vosotros dos que parece que tenéis seca la garganta, no decís nada pero no hacéis más que tragar saliva”…¡el abuelo no se había perdido detalle: la bata de Desiré ligeramente abierta y dos brazos moviéndose por debajo del mantel! No estaba cabreado, es más le encantaba que a su niña la mimasen en todo los sentidos (hija feliz, madre tranquila, luego chatarrero a su rollo).
Cuando el sábado siguiente volvimos de las vacaciones al piso tras 3 semanas en la quintana de mis suegros frente al mar, una excitación y cierta rabia me invadían. ¿Cómo me comía los dos bollitos a la vez sin levantar sospecha? ¿Quién se perdía pasar la lengua mojada desde la rajita del culo hasta el vello de su coño por encima de su tanga y luego por su interior?, ¿cómo no disfrutar del cuerpo caribeño de mi mujer expuesto para mí –su coño abierto, sus pechos grandes y redondos frente a mí? Entramos finalmente en casa, encendimos las luces, abrimos las ventanas para ventilar. “Ramiro, mira los Martí ya han vuelto de vacaciones también” dijo mi mujer. Efectivamente ahí estaba el padre de mi vecina viendo el canal de caza y pesca sentado en su silla plegable con la cerveza en la mano derecha en el salón. Respiré aliviado. De momento no debí preocuparme por los paseítos sensuales de Clara. Pero me turbé un poco al ver la serie de tangas (blancos, negros y rojo) colgados en el tendedero junto al resto de la ropa dela familia.
Los siguientes atardeceres y noches podían ser unas segundas vacaciones. Desiré no empezaba a trabajar hasta una semana más tarde y los niños seguían de vacaciones quince días más. Escenario: mujer que se levanta tarde; se va al gimnasio cada día; una hora de spinning y solárium; y siestecita por la tarde y en posición de revista. Al menos una semana al año sin niños y la mujer totalmente descansada, “LUJO ASIATICO”.
El primer día de trabajo llegué a las 9 de la noche. Entré en casa y no habían luces encendidas. “Hola” grité desde la entrada; “Ramiro, corazón, sigue el camino de las velas y quítate toda la ropa” me dijo Desiré desde el dormitorio principal. A esto se le llama una recepción de nivel al guerrero que vuelve de la guerra. Cuando llegué cerca del salón había un antifaz en el suelo; me lo puse, que remedio. Desnudo, con la polla ya morcillona, andaba arrastrando los pies para no golpearme y con las manos tanteando el aire no me diese con algo en los huevos. Me sorprendió la mano de mi mujer agarrándome con sutilidad mi polla por la base junto a mis testículos, susurrándome de nuevo muy bajito “sígueme, te ha preparado una sorpresa”. Me sentó en la cama y me pidió muy bajito que girase y me pusiese a cuatro patas. Estaba alucinado ¡qué libro o peli se había metido con tanto tiempo libre! Ahora era ella la que se pegaba a mi espalda (la sentí más ligera que de costumbre). Me empezó a besar el cuello, bajo por la espalda mientras sus manos untadas en alguna sustancia oleosa manoseaban mi pene y los huevos. Sentí su aliento y labios en mis axilas: empezó a lamer una y luego otra como quien come el cono de un helado. A mis 43 años tuve que aceptar que me excitaba que te cagas su morreo mojado en mis axilas. La piel era muy sensible y saber que estaba paladeando mi sudor me acabó de poner la polla como un burro. Solo acerté a decir “Desi..” me cortó con suave y flojísimo “chitón este proyecto está llegando a su punto de validación. Osito esto solo acaba de empezar”.
Me dejé ir. “Le respondía soy tu esclavo, dame placer mi diosa.” Me agarró la polla desde atrás; sentí como se la frotaba por su vagina abierta y empapada (se poyaba en sus rodillas con las piernas completamente abiertas). “Te gusta mi coñito suave, sin pelos y mojado; pues a mí también me gustaría comértelo todo sin un puto pelo”. Estaba asustado pero se me disparó el corazón. Con mucho cuidado fue enjabonando mi polla, huevos, perineo, y culo. Como masajeaba hacia arriba y hacia abajo la polla; como acariciaba mi ano. No dije nada por no parecer un poco “rarito” pero sus dedos enjabonados frotando mi ano me daban un gustito desconocido (por un momento desee que uno de ellos se colase en mi retaguardia). Note la cuchilla (ahora sí que me acojone) pero Desiré tiene una destreza increíble para moverla sin magullarme y me relajé. Pasó una toallita mojada por todos mis bajos. Al momento noté su cabeza entre mis piernas mirando hacia arriba notaba el cosquilleo en mis muslos de su pelo ya más largo. Se puso una almohada debajo de la cabeza y fue besando la punta de mi polla y lamiendo el tronco. Mis pelotas tampoco quedaron fuera del juego: primero una luego la otra. Desiré y otras antes que ella me la habían mamado pero sin pelos se notaba la lengua y los labios húmedos de una forma amplificada. Parecía que toda la piel de mi pubis, polla, perineo y culo había desarrollado de golpe millones de terminaciones nerviosas que inundaban la cabeza de un placer de una forma insoportable, fuerte y continua. Lo que me había perdido tantos años por vergüenza a que pudieran pensar los carcas del gimnasio de la parte “noble” de la ciudad.
Se deslizó por debajo de mí y acto seguido noté sus labios completamente abiertos dejando paso a su lengua en mi culo que ella misma abría con sus manos. Para entonces ya estaba rabioso del cachondeo que me estaba provocando. No resistía más y esta vez ya más enérgico que no enfadado pedí jugar yo también. Tan pronto como acabé la última palabra, note el coño de Desiré completamente abierto y jugoso se pegó a mi boca y lo apretó con fuerza. “¡Coño!” grité algo asustado si tu coño está en mi boca, ¿de quién es la lengua que tengo en el culo?. Quise encender la luz peor mi mujer me dijo “Cariño, no por favor; confía en mí y no te quites el antifaz. Déjate ir. Olvídate de controlarlo todo; no estás en el trabajo.”
Así fue. Hundí mi boca en el sexo de mi mujer; le introduje la lengua por dentro de su vagina que ella me ofrecía bien abierta. Notaba sus rugosidades interiores como brotaba lentamente su flujo salado. Sin olvidarme que la lengua en mi culo había dado paso a un masaje de otro coño (al menos era un coño y no un rabo) restregándose con su flujo más liviano que el de mi mujer por mis nalgas y hasta mi nuca. Oí los lametones de “ella” sobre los pezones de Desiré. Los gemidos y “así más fuerte” de mi mujer eran pleno pulmón (funcionaba el aire acondicionado por tanto las ventanas estaban cerradas, no problem).
El punto final me rompió los esquemas: la otra volvió a chupar mi culo más fuerte, más adentro lo que me llevaba a mí a devorar con más ganas y más profundo el coño de mi mujer que no cesaba de apretar mi cabeza contra su sexo y gemir. “Por hoy nuestra amiga se retira a lo suyo y nos dejará a nosotros follar; no te importe que nos mire desde el sillón del rincón”. Me quité el antifaz encendía la luz de la mesilla de noche: ¿Quién sería la mujer que se ocultaba tras la máscara?. Bruscamente moví a Desiré y la estiré de boca abajo en la cama y se la metí duro por el culo; no hubo problema mi polla estaba untada de babas y aceite de niños. Sentí rápidamente como me colaba hasta el fondo. Y lo mejor era que tanto mi mujer y yo contemplabamos a una bella mujer desnuda y masturbándose con un vibrador. Con el reflejo de la pequeña luz, solo se le veía claro su cuerpo a partir de la cintura: un zumbido brotaba de entre sus manos. Respiraba profundo hacia dentro mientras lo movía ligeramente de fuera a dentro rozándose al sacarlo su clítoris.
Tras mojar todo el silloncito con su flujo al correrse se quedó a contemplar como mi espalda se ponía rígida y mi culo daba el último empujón para verter una corrida tan grande que rebosaba por entre mi polla y el esfínter de mi mujer. Desiré que había hundido su mano dercha por debajo de su cuerpo se corrió un poco más tarde y como ya era habitual, sus contracciones propulsaron mi polla fuera de su culo. Supongo que "la otra" se levantó y se fue en la noche porque yo me dormí sobre mi mujer y a la mañana siguiente en la habitación solo estaba Desiré desnuda tumbada a mi lado.
¿Empezaba a atar coincidencias?....