Mi vecina ANA

Este relato cuenta la historia de cómo empezó mi relación con mi vecina Ana

Este relato empieza en el año 2009, estabamos es España saliendo de una fuerte crisis económica que había provocado la quiebra el año anterior de muchas empresas, entre las que cerraron estaba las empresas donde yo trabajaba.

Trabajaba de comercial, en una empresa de suministros para hostelería en la costa alicantina, tenía una buena cartera de clientes lo que me permitió independizarme y luego de un par de años formar mi propia empresa, era pequeña, pero empezaba a producir bastante para que mi situación económica empezara a ser más holgada.

Empecé a buscar un piso para comprar y luego de ver muchos de ellos me decidí por uno ubicado en una buena zona relativamente cerca de la playa, era un conjunto de 2 torres con buenas áreas comunitarias, es decir una piscina grande, pista de tenis, una sala con máquinas para hacer ejercicios.

El piso no era grande, solo tenía 2 habitaciones y 2 baños, pero desde el balcón del salón podía verse el mar.

Me llamo Pablo, 1,80 de alto, me mantengo bastante en forma porque siempre hice mucho deporte cuando joven y luego he seguido practicando el ciclismo y el tenis, en esa época yo tenía 32 años, no estoy casado ni tampoco tengo pareja estable, la última me dejó debido a mis múltiples infidelidades, que queréis que os diga, Yo no estoy hecho para follar siempre con la misma mujer, así que estoy siempre a la caza de nuevas amantes y como he contado en un relato anterior tengo un débil por las casadas.

El piso me lo entregaron cuando estaba empezando el verano y decidí bajar a la piscina para empezar a ver si había alguna vecina que valiera la pena conocer...  Jejeje.

Así que me pongo un bañador tipo slip, que permite que se dibuje bastante bien el tamaño de mis genitales, un pantalón corto, una camiseta, cojo la toalla, las gafas de sol, un sombrero y bajo a la piscina.

La piscina estaba bastante llena de madres con sus hijos, algún que otro grupo de adolescentes más preocupados en sus teléfonos móviles que en hablar entre ellos.

Veo un sitio libre donde poder colocar mi toalla al otro lado de la piscina, había bastantes candidatas follables, pude darme cuenta que me miraban con curiosidad y discreción, analizando hasta su más minimo detalle mi físico.

Me acosté al lado de una mujer de unos 35 años, con una niña que podría tener unos 10 años, tenía una cara muy bonita (esa es otra de mis debilidades), de 1,65 mts. con una media melena de cabello muy negro, dos buenos senos y unas caderas anchas, la primera idea que me vino a la mente era que esas caderas ofrecerían un muy buen apoyo a mis manos para ponerla en 4 y encularla a fondo... (que mente tan sucia tengo pensé)

Al cabo de un rato llegó el esposo un hombre flaco de 1,75 de alto con barba y modales muy bruscos, le riñó a la mujer no sé por cual motivo y puede entender que ella se llamaba Ana y él Pedro.

Yo me levanté y me fui a nadar ya que me estaba incomodando el tono de la discusión de la pareja, nadé unos cuantos largos y regresé a mi sitio, pude notar que la mujer tenía lágrimas en los ojos y ella al darse cuenta que la estaba mirando se puso sus gafas de sol y se sumergió en la lectura de una revista.

Yo me tumbé a tomar el sol y pude notar que varias madres pasaban a mi lado disimuladamente y me observaban, pensé que mi elección de piso había sido acertada, seguro que alguna de estas terminaría sentada sobre mi polla más temprano que tarde.

Ese día no pasó nada más interesante, después de unas 3 horas regresé a mi piso a cambiarme y bajé al restaurante cercano para comer, al salir noté que habían algunas cartas sobresaliendo del buzón del correo, ya las busco al volver pensé yo.

A la vuelta cuando fui a buscar el correo este ya no estaba, - que raro - pensé, - tal vez me equivoqué de buzón - y no le di mayor importancia al asunto.

Me fui a dormir la siesta y como a las 19:00 me levanté para tomar una ducha porque había quedado con unos amigos en el centro para tomar unas copas, al terminar la ducha, como para dar razón a las leyes de Murphy, oigo el timbre de la puerta.

  • Ding dong -

Me amarro la toalla alrededor de mi cintura y me dirijo a la puerta, desde la mirilla veo que era la chica que estaba sentada a mi lado en la piscina, la misma que había tenido la discusión con su marido, entonces intencionalmente abro la puerta solo vestido con la toalla y con el torso y el cabello todavía humedo.

-    Uh, perdón, lo he pillado en mal momento, vuelvo luego.

-    No por favor no se vaya, disculpe usted, es que me estaba duchando, ¿dígame, que puedo hacer por Usted?

-    Mientras tanto podía sentir como ella me estaba comiendo con los ojos, estaba analizando cada centímetro de mi cuerpo y tratando de adivinar lo que se escondía debajo de la toalla.

-    Si mire, me llamo Ana, soy su vecina de enfrente, es que el cartero ha puesto por error estas cartas en mi buzón, creo que son suyas.

-    Mucho gusto Ana, yo soy Pablo, estoy nuevo aquí y todavía no conozco a nadie, y si esas cartas son para mí, gracias por entregármelas.

-    De nada ha sido un placer y si necesita algo en que lo pueda ayudar no dude en pedírmelo estoy aquí enfrente.

-    Si, muchas gracias, lo tendré en cuenta, ah Ana disculpe un momento ¿por casualidad conoce a alguien que me pueda ayudar con las labores del hogar ?, es que la asistenta que tenía no puede venir hasta aquí porque le queda muy lejos -

-Pues hablaré con la mía a ver si le queda algún día libre. -

-Pues muchas gracias, hasta luego Ana. -

Ana me dio la espalda y caminó hacia su puerta ondeando sus caderas de una forma muy sexi, abrió la puerta, entró, me saludó con la mano y con una sonrisa y cerró la puerta.

Vaya vaya, ha sido una visita a la piscina muy fructífera, esta parece una buena candidata a estrenar mi cama pensé, el marido la trata mal, tiene una niña, seguro que ya el marido no se la folla como antes....  jejeje, ya veremos cómo progresa la cosa.

Tal y como prometido me envió a su asistenta, esta era una señora mayor que rondaba los 60, por su acento y su aspecto se podía notar que era suramericana, era muy simpática y muy habladora, acordamos el precio para que viniera 1 día a la semana a limpiar la casa y debo decir que fue una fuente muy importante de información.

A través de ella me enteré que Ana no era feliz en su matrimonio, su esposo conducía un camión y realizaba transporte de mercancías entre España y el resto de Europa, que volvía a casa los fines de semana y algunas veces se ausentaba por 2 o 3 semanas, que la hija se llamaba Inés, que tenía 9 años y que estudiaba en el colegio cercano y además me dijo que Ana trabajaba de cajera en un supermercado de una cadena muy conocida.

Visto este panorama decidí probar suerte con Ana y empecéa estudiar su rutina, era una persona de costumbres fijas, la mañana salía sobre las 8:20 con el coche a llevar su hija al colegio, aproximadamente 20 minutos más tarde volvía a casa y luego sobre las 9:40 volvía a salir  vestida con el uniforme del trabajo, otras veces en cambio salía al trabajo a las 13:40, evidentemente trabajaba por turnos, luego todas las noches sobre las 21:30 bajaba a tirar la basura, al marido, como dijo la asistenta, lo veía solo algunos los fines de semana.

Ya sabiendo todo esto empecé a encontrarme, algunas veces, "casualmente" con Ana en la noche al tirar la basura y empezamos a familiarizarnos en el trayecto de las 9 plantas del ascensor, Ana era una mujer muy simpática y siempre que hablábamos era como si tratara de averiguar cosas de mi vida, aunque seguramente nuestra asistenta común le informaba sobre mí.

Después de un par de semanas decidí que ya era hora de hacer mi siguiente jugada, sabía por parte de mi asistenta que Ana trabajaba un turno de 6 horas y que a la mitad del turno tenía 15 minutos de descanso durante el cual se iba a tomar un café en un bar cercano al trabajo así que fui al supermercado a hacer la compra una media hora antes de su descanso, estuve dando vueltas por los pasillos haciendo la compra pero siempre con un ojo sobre la caja donde estaba Ana para coincidir con ella antes que se tomara su descanso.

Cuando ya faltaba muy poco me puse en la cola de su caja, estaba atendiendo el que supuestamente debería haber sido su último cliente, al yo llegar me dijo:

-Disculpe señor, pero voy a cerrar la caja, entonces me reconoció, sonrió y me dijo:

-Quédate Pablo, cierro la caja después de ti -

-Gracias Ana, y ¿qué tal te va? -

-Bien gracias, ¿esta semana no has bajado a tirar la basura? -

-Si que la he tirado, pero no hemos coincidido, y ¿qué haces? , ¿Ya has terminado tu turno? -

-No es que me toca mi descanso -

-Ah muy bien, ¿puedo invitarte un café entonces?

-Pues ......, bien de acuerdo, te espero en el bar aquí al lado mientras tu dejas la compra en el coche.

-Vale allí nos vemos -

Me gustó la pausa que tuvo antes de aceptar mi invitación, era señal que la había tomado de sorpresa pero que luego había accedido gustosamente.

Al entrar en el bar la ví sentada en una mesa lateral algo escondida, muy discreta, no estaba a la vista de los que caminaban por la acera, me acerqué a ella y la saludé con dos besos en  las mejillas, cómo se acostumbra aquí en España, noté que se sonrojó un poco pero luego recobró la compostura, pedimos los cafés y empezamos a ponernos al día ya que hacía 1 semana que no coincidíamos en el ascensor, le pregunté por su hija y su marido y me confirmó lo de su trabajo y sus ausencias,  comentó que era un problema que su esposo se ausentara tanto porque a veces en la casa había cosas que se estropeaban y tenía que esperar a su vuelta para que las arreglara.

-Tranquila Ana, no te preocupes, si tu marido no está yo puedo ayudarte en todo lo que necesites, estaré encantado de hacerte cualquier favor…- le dije con una sonrisa pícara en mi cara.

Ella entendió el mensaje y también se sonrió, me lo agradeció y como habíamos ya terminado el café ella tenía que reincorporarse al trabajo así que nos levantamos y otra vez la saludé con 2 besos, solo que esta vez al estar de pie, le puse una mano en la cintura y la acerqué a mi como si fuera a besarla en la boca, la miré directamente a los ojos durante un segundo y la besé en las mejillas.

-Adiós Ana, que tengas un bonito día. -

-Si gracias hasta pronto Pablo - y se marchó.

En ese segundo que pasó antes de besarla a Ana se le cortó la respiración, no se esperaba que la tomara de la cintura, pero no hizo nada para librarse de mi mano, - Esto pinta bien - pensé

El fin de semana siguiente el esposo estaba en casa y no pararon de discutir, los podía oír porque las paredes del piso no estaban bien aisladas, - que mal lo estará pasando Ana - pensé sin saber que esa discusión iba provocar que mi pene conociera las interioridades de Ana muy pronto....

Esa noche traté de coincidir con Ana al tirar la basura, la esperé en el contenedor a que ella llegara, cuando me vio se sorprendió y me dijo:

-Hola Pablo, ¿qué haces aquí a estas horas?

La saludé con 2 besos y a la luz de la farola noté que tenía los ojos rojos, síntoma que había estado llorando.

-¿Disculpa la intromisión Ana, pero te oí discutiendo con tu marido, estás bien? -

-Bueno si, no es nada, es que cuando vuelve a veces se cabrea por tonterías y la paga conmigo, no te preocupes, ya estoy acostumbrada-

Volvimos caminando en silencio hacia el edificio, esperando el ascensor le volví a preguntar:

  • ¿Seguro que estás bien ?, mira que puedes contar conmigo para lo que necesites.

-Gracias Pablo, eres una buena persona.

-No dirías eso si supieras mis intenciones - pensé yo, mientras tanto el ascensor abrió sus puertas y entramos.

Ana y Yo fuimos a pulsar el botón del piso 9 al mismo tiempo y nuestras manos se tocaron, Ana no hizo nada para alejar su mano, yo entonces me volví de frente a ella le cogí la cabeza con mis dos manos y puse mis labios sobre los suyos, Ana cerró los ojos, abrió su boca y mi lengua empezó a entrelazarse con la suya.

Nos estuvimos besando durante todo el trayecto del ascensor, muy poco tiempo a decir la verdad, no me atreví ni a tocarle los pechos ni a manosearle el culo, no quería estropear el momento.

El ascensor llegó a nuestra planta y abrió las puertas, Ana no hizo muestras de querer apartarse y yo envalentonado seguí con el morreo, cuando las puertas empezaron a cerrarse entonces Ana abrió los ojos, separó sus labios de los míos, puso su mano impidiendo que se cerrara la puerta del ascensor y me susurró:

-Han llamado al ascensor -

Me separé de ella para darle paso, ella salió, abrió la puerta y antes de volver a cerrarla se volvió a mirarme, me sonrió y cerró la puerta.

Yo bajé y fui a dar una vuelta por la calle para hacer tiempo y no entrar en mi apartamento al mismo tiempo que Ana, era una forma para no dar motivos de celos al marido y que no se diera cuenta que habíamos compartido ascensor.

Volví a casa y en mi mente ya tenía claro que Ana ya estaba lista para una sesión de sexo, tenía previsto actuar los días siguientes cuando su esposo no estuviera en casa, ya en la ducha terminé masturbándome imaginándome a Ana acostada en mi cama con las piernas abiertas y yo haciéndole un "cunnilingus".

Al día siguiente no vi a Ana, pero el martes....

Era verano y yo dormía con la ventana abierta y sin pijama, solamente lleva puestos mis boxers cuando a eso de las 8:30 oigo el sonido del timbre de la puerta.

-ding dong -

Qué raro, pensé, quien será a esta hora, me dirigí a mi puerta y vi a Ana ya vestida con su uniforme del trabajo, me pareció raro ya que ella no empezaba el turno hasta las 9:30, entonces yo medio abrí la puerta y Ana se metió en rápidamente en la casa y sin decir nada me abrazó y me besó en la boca...

Ya entonces pasé a tomar la iniciativa, la empujé hacia la pared y le apreté el culo con mis manos

-Te deseo Ana, desde el primer momento que te ví en el primer día en la piscina- , obviamente mentía, ella era una de las tantas en las que me había fijado, pero era una buena frase en ese momento, ella me miró a los ojos y me dijo:

-Tengo solo 1 hora antes de ir a trabajar-

Ya no hacía falta decir más, le desabroché la camisa blanca con cuadros verdes de su uniforme y el sostén y empecé a besarle los senos y a chuparle los pezones, mientras tanto nuestras pelvis estaban pegadas y yo movía la mía para hacerle sentir el bulto de mi pene que luchaba por salirse del bóxer, Ana se arrodilló y me bajó los calzoncillos, enseguida cogió mi erguido pene y empezó a mamarlo con rapidez y profundidad, en una de esas se lo sacó y dijo:

-Hace tiempo que no me comía una polla de este tamaño -

-Pues disfrútala Ana, hoy es toda para ti-, la cogí del pelo y empecé a follarle lentamente la boca, cuando ya estaba a punto de eyacular me paré, la levanté y la llevé a la sala, le bajé el pantalón del uniforme y la senté en el sofá, por fin pude ver su coño, lo tenía completamente rasurado y ella me dijo:

-Me depilé ayer para ti -

Ante tanta sinceridad no me quedó más remedio que empezar a lamerlo, subía y bajaba por sus labios y me entretenía a chupar su clítoris mientras le introducía mis dedos en la vagina, en muy poco tiempo se humedeció completamente entonces acerqué su cuerpo al mío para que sobresaliera un poco del asiento del sofá, apoyé mi glande en su entrada y empujé suavemente, Ana suspiró y arqueó un poco su cuerpo en esa primera penetración, luego empecé a bombearla con un ritmo muy rápido y eso hizo que Ana empezara a gemir y a aferrarse del sofá mientras su cuerpo se contorsionaba al ritmo de la penetración.

-Uff, siiii, dame más, no pares, no pares, -

Era lo único que podía decir mientras en su cara se dibujaban muecas de placer e incluso a veces se le ponían los ojos en blanco...

Ya estaba a punto de acabar cuando me di cuenta que no me había puesto un preservativo, entonces le dije a Ana:

-Ana estoy a punto de acabar, tendré que sacarlo pronto -

-Si lo sacas te mato - fue su respuesta.

Entonces terminé de bajar su cuerpo del sofá, le di la vuelta, siempre sin sacárselo, ella estaba de rodillas con la cara apoyada en el asiento del sofá, yo entonces le puse las manos en las caderas, tal y cómo me lo había imaginado el primer día en la piscina, procedí a empotrárselo hasta el fondo.

Para lograr que tuviera un orgasmo al mismo tiempo que yo empecé a masajearle el clítoris y después de unos minutos su cuerpo empezó a temblar mientras ella decía:

-Ahhhhhh, ahhhhh, ahhhh-

En ese momento me relajé y un chorro de esperma inundó su coño.

Ella se recostó en mi mientras yo la abrazaba y le besaba la oreja, estuvimos así varios minutos hasta que ella vio la hora en el reloj colgado en la pared y me dijo:

-Gracias Pablo, de verdad lo necesitaba-

-De nada Ana, ha sido un placer mutuo, espero que te haya gustado y que podamos repetir, a ver si tenemos más tiempo la próxima vez, jejeje.-

Ana se fue al baño para asearse un poco, se volvió a enfundarse su uniforme de trabajo y antes de irse me volvió a besar y me dijo una frase que me recordó el final de la película "CASABLANCA":

-Creo que esto es el comienzo de una hermosa amistad -

Esa semana repetimos el encuentro el jueves, esta vez en la habitación, lo malo era que tenía muy poco tiempo libre cuando empezaba el turno a las 9:30, ese día antes de irse me dijo con una sonrisa pícara:

-la semana que viene empiezo el turno a las 2 de la tarde-

-¿Que bien respondí, pero y el cole de tu hija? -

-Termina este viernes y el sábado la llevo a un campamento de verano-

  • ¿Nos vemos el lunes entonces?

  • No, el lunes lo tengo ocupado.

-Muy bien hasta el martes entonces.

Ese fin de semana volvieron a tener bronca Ana y su marido, yo los oí tendido en la cama y empecé a masturbarme imaginándome a Ana cabalgando mi polla, iba a tenerla para mi durante horas, vamos a ver si la convenzo para que se deje follar el culo.

Ese sábado fui a la ciudad a un Sex Shop, buscaba algún juguete sexual para hacer más placentera nuestra sesión de sexo, me decidí por un vibrador, unas esposas forradas de piel y un plug anal, de esos que sirven para lograr una buena dilatación del ano, es que resulta que tengo un pene con forma de hongo, es decir el glande es mucho más grande que el tronco y si lo logro una buena dilatación del ano me resulta difícil la penetración anal.

El lunes fui al supermercado donde trabajaba Ana y compré varios productos, entre ellos varias botellas de cava y marisco, luego como siempre fui a pagar a la caja de Ana.

-¿Buenos días, necesita bolsas señor? -

-No gracias, tengo bolsas en el coche-

-Vaya parece que se prepara usted para una fiesta-

-Pues sí, tengo preparado una sorpresa para mañana en la mañana a una amiga mía. -

-Pues espero que su amiga se divierta señor- con una sonrisa pícara en la cara

-Se divertirá se lo puedo asegurar, hasta luego- y me fui.

Esa noche como a las 10 me disponía a ver una película antes de acostarme cuando suena el timbre de la puerta.

-Ding Dong-

Miro por la mirilla y es Ana con un corte de cabello nuevo, abro la puerta y la dejo entrar, nos besamos y me dijo:

-¿Que tal estoy?

Ana había ido a la peluquería y se había hecho un nuevo corte de pelo y unas mechas rubias.

-Estás muy sexi - le dije

  • Decidí venir a quedarme esta noche, así tenemos más tiempo...-

-Pues me parece una buena idea, iba a proponértelo mañana, me has leído el pensamiento- le contesté con una sonrisa, ven vamos a la habitación.

Esa noche follamos durante horas, Ana era insaciable, después de acabar otra vez dentro de su coño, le pregunté:

  • ¿Ana, no estarás tratando de quedar embarazada, verdad?

  • ¿Pero ¿qué dices, eres tonto ?, ya tengo una hija no quiero más, lo que pasa es que me gusta que los hombres acaben dentro de mí, así que me hecho ligar las Trompas.

  • ¿Los hombres, así en plural? - pregunté sonriendo

-Vamos a ver Pablo ¿acaso piensas que eres el primero con quien le pongo los cuernos a mi marido?, lo nuestro es solo sexo, ¿y como vives cerca me resultas cómodo?

-JaJaJa, vale, ¿conque cómodo eh?

-JaJaJaJa contestó ella, si cómodo, además no eres un mal follador-

Terminamos durmiendo abrazados como dos recién casados en su luna de miel.

Esa noche tuve un sueño, soñé que una chica me estaba chupando la polla, abrí los ojos, ya estaba empezando a salir el sol, y para mi sorpresa no era un sueño, Ana efectivamente me la estaba mamando.

-Buenos días, por fin te despiertas-

-Ah veo que quieres otra ronda, jajaja, - mi pene ya estaba duro, muy duro, me levanté y le dije, ven ponte en cuatro patas que te voy a dar una sorpresa.

Ana sonriendo se puso en posición, yo tomé en lubricante anal y el plug que tenía en el cajón de la cómoda y empecé a lubricarle el ano.

-Uff finalmente te has decidido, iba pedírtelo, aunque tienes el glande muy grande-

-Ah muy bien, pero tengo esto, y le muestro el Plug Anal, a ver que tal nos va-

Ella con sus manos separó sus nalgas abriendo más el acceso a su huequito, después de algunos minutos logré ensancharle el ano lo suficiente y entonces retiré el Plug y le metí la cabeza de mi pene, puse mis manos en sus caderas y se lo empotré a fondo.

-Ahhhh, siiii, me gusta, así así, sigue, no te pares por favor-

¿Parar? no tenía la menor intención, su ano apretaba bastante mi polla, era lo que más me gustaba, darle por el culo a una mujer casada, sentir cómo gozaban era repetir la sensación que había experimentado en mi juventud, me hacía regresar a ese tiempo cuando enculé a la inglesa Joan.

Seguí dándole durante bastante tiempo hasta que la agarré por el pelo 'para que levantara la cara y terminé inundándole el culo con mi semen.

Pues este es el relato de mis primeras veces con Ana,  llevo 10 años follándomela por lo menos una vez a la semana, estoy seguro que folla más conmigo que con su marido, desde que tenemos sexo Ana ha cambiado, se le ve más feliz, alegre, ha progresado en su empresa, ya dejó de ser cajera y ahora es una supervisora y trabaja en la oficina central del mismo supermercado, su hija Inés ha crecido y se ha transformado en una preciosa joven.

Así fue la relación más larga que he tenido, lamentablemente a raíz de un hecho ocurrido durante el confinamiento por la pandemia del COVID nuestra relación se cortó de mala manera, pero bueno no os voy a dar pistas ya que ese será tema de un próximo relato.

Hasta pronto queridos lectores.