Mi vecina 2ª parte

La miré una vez más, miré sus piernas, estiradas y apenas entreabiertas, se las fui separando desde las rodillas, necesitaba sitio…, iba a follarla

Mi vecina (2 parte)

Había pasado una semana de mi encuentro “especial” con Amparo, mi vecina mayor. Tampoco me había cruzado con ella por la escalera, en el ascensor o en algún comercio del barrio con lo que no había podido mirarle a los ojos y poder leer en ellos para sacar alguna conclusión sobre lo que pasó.

Creo conveniente pasar a relataros como es Amparo, ella es pequeñita, menudita, no creo que pase mucho más del 1’50m m., lleva el pelo corto pero no demasiado y ya casi blanco en su totalidad, el mismo peinado todos los años que la conozco.

No es una mujer guapa que destaque por su belleza, tampoco fea, ni tan siquiera es de las que se puede pensar –que guapa tuvo que ser de joven-, Amparo no disimula un solo año de los que tiene, entorno a los 70, pero cabe destacar en su rostro un par de detalles que si la hacen hermosa a mis ojos, su sonrisa dulce que le da una armonía a un rostro que uno no se cansa de mirar, y sus ojos, ojos marrones que te lo dicen todo, ojos que hablan, sabe mirar y ella sabe que sabe mirar y eso lo utiliza a la perfección, sin duda alguna, el consuelo de dejar de mirar sus pechos cuando hablé con ella es encontrarme de frente con esos ojos…

Es delgada, muy delgada, creo que todo en ella es pequeño, en realidad está proporcionada, no tengo recuerdo de sus curvas cuando era más joven, por lo que no creo que fueran destacables, así que mucho menos de mayor. Ya comenté en su momento sus pequeñitas y caídas tetas coronadas por una areolas y pezones grandes y oscuros que contrastan con la blancura de su piel.

Una mujer muy discreta en el vestir, suele pintarse un poquito los labios de un color rosa suave, algo de color en las mejillas, una rayita en los ojos y poco más.

No, definitivamente Amparo no es de las mujeres que hacen girar el cuello de un hombre. Y ahí muy posiblemente resida su mayor encanto.

Aquella tarde la tenía libre, mi mujer estaba en su lugar de trabajo, así que tome la decisión de llamar a su puerta y…

  • Hola Carlos, ¿en qué puedo ayudarte?

  • Hola Amparo- dije algo apurado

– venía a chalar un rato contigo o ver si se te ha estropeado algo y puedo ayudarte.

Amparo me miró directamente con esos ojazos y con una sonrisa me dijo – pasa - y cerró la puerta tras de sí.

Ella me acompañó al salón

  • Carlos, espera un minuto aquí, ahora vuelvo

Me senté en el sofá pensando en que no me había fijado ni tan siquiera en la ropa que ella llevaba de lo nervioso que estaba, me lamenté para mis adentros, -Carlos- me dije a mi mismo –debes de estar más atento a los detalles-.

Habían pasado ya unos minutos cuando escuché su voz

  • Carlos, ¿puedes venir?

Me levanté del sofá y me dirigí hacia el interior de la casa, intuyendo de donde había venido su voz, su casa y la mía son exactamente iguales tan solo que al revés.

En cuatro pasos llegué a su habitación, y allí estaba ella, sentada en el borde de una amplia cama que aún parecía más grande siendo ella tan pequeñita sentada en ella.

Me quedé en la puerta de la habitación intentando retener todos los detalles que me fueran posibles, sentada en una cama me sonreía con esa sonrisa cautivadora que tanto me gustaba…, llevaba puesto algo parecido a un camisón negro con tirantes, como de lencería, pero muy discreto, que dejaba sus hombros y rodillas al descubierto, se había pintado los labios con ese rosa suave que ella solía utilizar, algo de color en las mejillas y un retoque en los ojos, estaba muy guapa a mis ojos...

  • Ven – dijo muy suave, apoyando una mano en la cama, a su lado.

Me senté a su lado como decía, ella noto mis nervios y me cogió la mano apretándola y sin apartar los ojos de los míos, ojos que me decían –relájate, soy tuya-

Sentí su mirada en mis ojos mientras acercaba mis labios a los suyos, dejé caer un beso suave en sus labios, labios que no me rechazaron y ojos que no se cerraban…, no quise alejarme ni un ápice de su cara, de sus labios y dejé caer otro beso con más firmeza, con más detenimiento, sentí que sus labios se entreabrían y pensé –¡¡¡como me gusta esta mujer!!!- y nos besamos llenos de pasión, nuestras lenguas se entrelazaban dentro de nuestras bocas, me electrizaba el sabor de su pintalabios, de su saliva, su mano apoyada en mi hombro y la mía en su cuello para que ni se le ocurriera escaparse un segundo de mis labios, nuestros labios…

Aquel beso duró mucho, quedaba claro que a los dos nos gustaba besar…, mi mano izquierda iba a su aire y no tardó apenas nada en acariciar sus pechos por encima de aquel suave camisón, sentí sus pezones duros a través de la fina tela, pasaba de una teta a la otra, no sabría decir cuál de las dos me gustaba más, solo lamentaba que aquel vestidito no tuviera botones para poder meter mi mano con comodidad y así poder acariciarla mejor…

Nos separamos un instante para coger algo de aire, sus ojos miraban los míos y yo la miraba a ella, ya no le quedaba pintura en los labios, me la había comido toda yo, y eso me gustaba…

Me levante de la cama - Ven – le dije, ayudándola a ponerse de pie justo enfrente de mí, ella no dejaba de mirarme sonriendo, era feliz, me lo decían sus ojos…, y yo cada vez más excitado.

Cogí los tirantes con mis manos y los dejé caer por sus brazos, el camisón fue cayendo lentamente, apenas hizo una pequeña mención de detenerse cuando llegó a la altura de los pezones, pero continúo deslizándose hacia abajo, dejando a mi vecina desnuda frente a mí, sus tetas pequeñitas con sus grandes y oscuros pezones, su triangulo de placer con tan solo un poquito de vello en su mayoría blanco…

Me quité de golpe la camiseta que llevaba y con un impulso y sin pensármelo dos veces la cogí en brazos, que poquito pesaba – pensé –, y la dejé encima de la cama con la cabeza en la almohada…

Y volví a besarla una vez más con mucho deseo, y esta vez sí pude acariciar bien sus tetas, amasarlas, pellizcar sus pezones, volver a sobarlas ora con fuerza ora con suavidad como si se fueran a romper, ¡¡¡Diossss como me gustaban esas tetas…!!!

Dejé sus labios, y besé su frente, su barbilla, su cuello y poco a poco mi boca fue bajando hacia estas tetas que a mi parecían perfectas, se las lamí hasta quedarme sin saliva, mordisqueé sus pezones mientras escuchaba sus gemiditos de gatito, estaba empalmadisimo…, aproveché para de un manotazo quitarme a la vez el pantalón corto y el bóxer, y volví a sus labios a recuperar saliva y aprovechar la suavidad de sus tetas ensalivadas por mi…

Me detuve un momento a mirarla, tenía los ojos cerrados así que fui bajando mi mano hacia su triángulo amoroso y al llegar a su monte de Venus, abrió los ojos y me miro como si supiera que la estaba mirando, me sonrió mientras mi dedo corazón se hundía un poquito en su coñito, sentí un ligero espasmo al rozar su clítoris, aún es pronto –pensé – y sus ojos fijos en los míos.

Dejé un suave beso en sus labios, besé cada pezón, su vientre, su monte con poquito vello, introduje mi lengua donde un minuto antes lo había hecho mi dedo y ella poco a poco separaba sus piernas…

Allí tenía su coñito todo para mí, me acerqué y jugué con él, con sus labios, su interior era rojo y apetecible, percibí algún brillito, aunque algo escaso…, esto hay que remediarlo –pensé- hay que darle más brilló, mucho más…

Y hundí mi lengua en él, y sorbí sus labios interiores y me comí los exteriores, metía mi lengua dentro de ella todo lo que podía, inundaba con mi saliva todo tu coño, de vez en cuando me acercaba a su clítoris y le daba una lamida suave y luego otra, y volvía a su apetecible vulva, hundía mi nariz, mi lengua y me hubiera metido yo si ello hubiera sido posible, estaba delicioso su viejo coñito…

Ahora si escuchaba claramente sus gemidos y como apretaba las piernas contra mi cara, y una de sus manos apretaba mi cabeza contra ella, no quería dejarme salir…, hurgué con mis dedos dentro de ella, metía mi saliva en su interior que comenzaba a mezclarse con su poquito flujo, momento que aproveché para levantar la cabeza y mirar su reacción con dos de mis dedos dentro de ella, sus ojos estaban cerrados y su otra mano pellizcaba uno de sus pezones…, ¡¡¡cómo me gusta esta mujer!!! –pensé una vez más.

  • Está a puntito- me dije observando sus pequeños espasmos y sus gemiditos cada vez más audibles, así que volví a bajar mi boca, pero esta vez solo su clítoris, sin sacar mis dedos de su interior, comencé a lamerlo, al principio muy suave, conforme notaba su excitación más fuerte, lo sorbía con mi boca y con la punta de mi lengua acariciaba la punta de su clítoris, despacito para no hacerle daño…, Amparo se me estaba deshaciendo a través del coño y eso me excitaba aún más sí que ello era posible, - la voy a correr - pensé…

Introduje con fuerza y hasta el fondo mis dos dedos dentro de su coño y comencé una lamida fuerte sobre su clítoris, no tardó nada en venirse a mí, sus gemidos eran fuertes pero no escandalosos y su cadera se movía con fuerza durante el orgasmo…, sin apartar mi boca y con mi lengua pegada a su clítoris dejé que se fuera relajando.

Me incorporé, y me coloqué a su lado, pasé mi brazo bajo de su cuello y se acurrucó a mi lado sin abrir los ojos…

Así se quedó unos minutos, yo estaba a gusto, muy excitado, pero bien, no quería estropear su momento de relax postcorrida.

Acurrucada a mi lado, sentí como su mano bajaba por mi vientre hasta la mata de vello que rodea mi polla enredando sus dedos en ellos, no tarde nada en notarlos en mi polla, la apretaba con suavidad pero con firmeza, bajaba sus dedos hasta mi glande para acariciarlo, llegaba a mi huevos y jugaba con ellos, juntándolos, separándolos, amasándolos y ni que decir tiene que lo poco que había bajado de envergadura mi rabo tras el corto reposo de su corrida volvió a ponerse en forma, muy en forma…

Ella poco a poco fue separándose de mi lado, dejando de estar acurrucada, estirando sus piernas, dejándome libre de movimientos…

Me volví y tenía los ojos abiertos como casi siempre, la besé largamente y ella respondió dándome su lengua y su saliva…

La miré una vez más, miré sus piernas, estiradas y apenas entreabiertas, se las fui separando desde las rodillas, necesitaba sitio…, iba a follarla…

Me puse encima de ella sujetándome con mis brazos, sin aplastarla, mi polla rozaba su monte, ella sin dejar de mirarme fue subiendo las rodillas y separando más las piernas…, bajé mi cadera apoyé mi verga a la entrada de su coño…

No dejaba de mirarme con su encantadora sonrisa

  • ¿te importa? - de pregunté, negando ella con la cabeza y con sus ojos en mis ojos...

Fui introduciendo poco a poco mi verga en ella, poco a poco, quería saborear el momento, recordar cada centímetro que le iba metiendo, sabía que no le hacía daño, estaba muy mojada aún por mi saliva y su flujo, me llamó la atención lo estrecha que tenía su vagina a pesar de haber tenido dos hijas…

Su coño ya rodeaba toda mi polla que tenía hundida hasta los huevos, la sentía apretada y cerrada a su alrededor, le besé la boca y la volví a besar, mientras mi cadera comenzaba con los movimientos para follarla, ella con las rodillas levantadas y las piernas abiertas dejándome follarla…, siendo mía…

Cada vez mis golpes eran más fuertes y violentos contra su coño, mi corrida estaba próxima, baje la vista a sus tetas, se movían al compás de mis embestidas, ella se mordía el labio inferior con los ojos cerrados…

  • Me voy a correr Amparo

  • Ven a mi – la escuché decir en un susurro

  • Mo corro ya Amparooooo

Una sacudida de leche y otra y otra y otra másssss, ahora si me dejé caer encima de ella, aplastándola, mis brazos no me sostenían…, me gustó sentir sus manos abrazando mi espalda…

Me dejé caer a su lado, me miraba mientras sus dedos jugaban con mi pelo…

  • Me ha gustado mucho – la oí decir

  • Y a mí, Amparo y a mí - dije musitando

Permanecimos así al lado uno del otro bastantes minutos, ya no estaba acurrucada a mi lado, ahora no, permanecía a mi lado, como dejada caer, su mano cogía la mía.

  • Voy a tener que irme- dije

  • Claro - respondió

Me levanté de la cama y me vestí la poca ropa que llevaba, era verano…

  • Cierra la puerta al salir, ahhh y la próxima vez que pienses venir, mándame un wasap un ratito antes ¿vale?

  • Vale – contesté, acercándome a ella y dejando un beso suave en sus labios me fui…

Continuará