Mi vecina

Mi vecina y su marido me piden un favor muy especial y yo siempre estoy dispuesto a ayudar.

MIS VECINOS

Poca cosa os puedo contar de mí, vivo solo desde que puedo pagar una hipoteca, de esto hace diez años, con lo que tengo total independencia a la que amo y quiero conservar, seguramente por esto no tengo pareja fija, pero mi vida sexual es muy activa, ligar para mí nunca fue un problema, a mis 32 años y gracias a ejercicio diario mantengo bastante bien mi cuerpo y siempre fui un buen amante.

Las chicas comentan a sus amigas con quien han pasado una noche de locura, y con migo os aseguro que la pasan, esto ha hecho que me creara una agenda importante de teléfonos a los que con una llamada lo dejan todo para pasar una noche en mi cama, claro que muchas veces son ellas las que llaman.

Dentro de este grupo las hay de todo tipo, cariñosas y tiernas, salvajes y fieras, casadas, solteras, con novio, rubias y morenas, mas y menos guapas, desde los 20 a los 50 años. Las tengo clasificadas y, a pesar de que hay algunas bajas, cada vez tengo más altas, lo que me permite decidir qué tipo de noche quiero y en un par o tres de llamadas organizo la velada.

Con mis amigos también hacemos fiestas en mi piso que suelen acabar a altas horas de la madrugada sin que nunca tuvieses el menor problema con los únicos vecinos de mi rellano.

Lo que quiero contar hace referencia a estos vecinos, son una pareja que aproximadamente tienen mi edad, se poco de ellos, lo imprescindible, él es militar y ella abogado, nuestra relación nunca pasó de cordial, entendían perfectamente que organizara fiestas y a parte de algún comentario jocoso, jamás se opusieron cuando les decía lo que quería hacer, es más, siempre les invitaba, una vez vinieron pero estuvieron poco rato, seguramente se sentían fuera de su ambiente.

Referente a ella lo poco que sabía es su nombre, Cristina, una mujer que siempre vestía de manera muy discreta, tanto en días laborables (por su trabajo es normal) como los festivos, Jamás la vi con una falda corta, un vestido escotado ni nada por el estilo.

Un jueves por la noche llamaron a mi puerta, abrí esperando encontrar a cualquiera de mis amigos o incluso alguna amiga desesperada pero no fue así, se trataba de Carlos, mi vecino. No esperaba esta visita y menos lo que me propuso ya que se trataba de que su mujer y él me invitaran a cenar el día siguiente.

Acepté encantado, no podía hacerles un feo a una pareja que me soportan como vecino, cosa que reconozco que no es fácil.

Con una botella de vino y un ramo de flores, a la hora pactada llamé a su puerta, me abrió Cristina que me dio dos besos y me agradeció el detalle, me hizo pasar al comedor donde estaba Carlos acabando de preparar la mesa.

Ella vestía a su estilo, una falda que le llegaba bajo las rodillas y un jersey amplio y tupido que llegaba hasta el cuello, solo pensé que suerte que mis amigas eran más sexys en el vestir.

La cena fue muy buena, ambos se comportaron con mucha cordialidad hablando de varios temas todos ellos intrascendentes, si noté que Cristina estaba nerviosa, por mi mente rondaba la idea de que aquella invitación tenía algún fin concreto que no me explicaban, pero después de los postres, cafés y un par de whiskys supe de que se trataba cuando Carlos me dijo:

Supongo que pensarás que te hemos invitado para algo concreto que no te hemos explicado

Me lo he pasado muy bien y cenar con vosotros ya ha sido un placer, pero si necesitáis algo de mi sin problemas os ayudaré

Es un poco difícil de explicar.

No os preocupéis, sed sinceros sin tapujos.

Sabes que soy militar?

Si

A mi compañía nos envían al otro lado del mundo para una acción humanitaria, estaré fuera seis meses.

Ya sabía el motivo, pensé enseguida que como ella estaría viviendo sola durante seis meses, que pudiera contar con migo si me necesitaba.

No te preocupes, si Cristina necesita algo puede contar con migo, os dejaré mi móvil y siempre estaré a su disposición, y si queréis, me paso por aquí un par de veces a la semana, o mejor, cada día.

Casi has acertado, dijo, pero se trata de algo más concreto.

No os entiendo.

Mira, hemos estado pensando mucho en esto y sé que es difícil, lo hemos hablado y al final ambos estamos de acuerdo.

Explica

Cristina estará seis meses sin tener un hombre, conozco las experiencias de mis compañeros y muchos han sufrido por que sus parejas no han aguantado tanto tiempo y han acabado siéndoles infieles.

Pensé que si lo que pretendía es que vigilara a su mujer iba apañado.

Lo que queremos es que cuando Cristina tenga alguna necesidad sexual pueda contar contigo, prefiero que ella sepa donde apaciguar sus deseos que pensar que está por ahí con cualquiera y que acabe mal, entiendes.

Entiendo, dije sin tener muy claro que lo que mis oídos habían escuchado fuera lo que me habían dicho.

Durante este tiempo hemos podido ver que no te falta compañía femenina por lo que no te importará una más y pareces una persona seria y responsable, también está que Cristina te encuentra guapo, eres el candidato perfecto.

Y tu Cristina, que piensas de esto? le dije mirando sus ojos que inmediatamente apartó de los míos y temblaba de nervios.

Es una idea suya, dijo muy avergonzada y bajando la cabeza, yo soy capaz de aguantar seis meses esperándole siendo fiel, pero Carlos ha insistido en que si siento alguna necesidad no quiere que lo busque con desconocidos, prefiere que sepa que hay un hombre que puedo llamar sin que ninguno sienta remordimientos.

Os aseguro que es una genial idea y estoy encantado de ser el escogido y seros de ayuda, además, esto demuestra lo mucho que Carlos te quiere, le dije a Cristina.

A pesare de la respuesta, estaba perplejo, creo que soy la primera persona en el mundo que le pasa una cosa de este tipo, el marido busca a un tío por si su mujer tiene necesidades sexuales cuando él no está, pero lo acepté encantado.

Preparé una lista con los teléfonos en que podía localizarme y se los entregué.

En aquel momento miré a Cristina de otra forma, la desnudé con la mirada, realmente bajó aquel vestido no había un mal cuerpo, sus pechos eran bastante grandes, un culo respingón y una cintura estrecha, seguro que bajo la ropa tenía que ser espectacular, creo que se dio cuenta de cómo la miraba.

Se acabó aquí la extraña cena, he de reconocer que estaba muy caliente por la propuesta y al llegar a mi piso me hice una paja pensando en Cristina y las situaciones que se podían dar, algo que unas horas antes ni se me hubiese ocurrido.

A la semana siguiente vi partir a Carlos, pasaron los días sin que Cristina me llamara, he de reconocer que cuanto más pasaban las semanas, más intenso era el deseo que lo hiciera, de vez en cuando nos encontrábamos en la escalera y nos tratábamos muy cordialmente, siempre le soltaba la frase de "si me necesitas, ya lo sabes" obteniendo una sonrisa como única respuesta.

Hacía casi dos meses que Carlos estaba fuera, ya había perdido la esperanza que me llamara cuando una noche sonó mi teléfono, miré el número y correspondía a Cristina, mi corazón dio un vuelco, respondí muy nervioso, le dije:

Hola Cristina

Hola

Cómo estás?

Bien, por casa….

Quieres que venga a verte?

Si, por favor

Dame un cuarto de hora

Ok

Y colgó, rápidamente me saqué la ropa y me metí en la ducha, no daba pié en bola, escogí calzoncillos, pantalones, camisa, zapatos y salí hacia su piso, Cristina me abrió cubierta con un batín, muy vergonzosa me hizo pasar y sentar en el sofá, me dijo que me esperara un momento y se fue, a los dos o tres minutos oigo que me llama desde la habitación, entro, estaba completamente oscuro, solo podía moverme por sus palabras, tropecé con la cama y al fin pude adivinar una silueta de una mujer desnuda estirada, me dijo:

Me penetras?

Aquello carecía totalmente de encanto y no tenía ningún atractivo ni sexualidad, parecía que estaba allí como una estatua a la que hay que follar y no estaba dispuesto a pasar por ello, le dije:

Porque no nos lo tomamos con calma, así nos lo pasaremos mejor.

Oí inmediatamente que estallaba a llorar, se tapó con el batín, me tumbé en la cama y me acerqué a ella, me dijo:

Sabía que no me desearías

No, le dije, todo lo contrario, eres preciosa.

Pues porque no has querido penetrarme?

No es eso, lo que pasa es que hay que hacerlo de manera distinta

No te entiendo

Porque no vamos al salón y hablamos un poco

Dejó de llorar y salimos de la habitación, me senté en el sofá y le pedí que lo hiciera a mi lado, le dije:

Vamos a hablar un poco

Es que solo quería que me penetraras, quedamos que si necesitaba sexo te podía llamar

Claro que sí, pero el sexo hay que tomarlo con calma, no es suficiente abrir las piernas y ala….

No sé, siempre lo he hecho así, dijo tímidamente

Cuéntame, con tu marido, antes de hacer el amor, no jugáis un poco?

No

Y como lo hacéis?

Cuando él tiene ganas, me abro de piernas y él me penetra

Y ya está?

Y cuando eres tú la que tiene ganas?

Nunca es así, siempre es él

Jamás te has planteado hacer algo más?

No, me parece bien

Y disfrutas?

Sí, claro

Pero así tienes orgasmos?

Supongo que si

Lo supones?, no estás segura?

No sé, siento placer y supongo que es esto

Carlos ha sido tu única pareja?

Si, y yo de él, nos conocimos a los 14 años, nos hicimos novios hasta que nos casamos, no hemos tenido otro novio o novia

Sabes, el sexo puede ser algo explosivo.

No sé, solo sabemos esta manara de hacerlo.

Quieres que te enseñe cosas nuevas?

No sé, que quieres que haga?

Para empezar quiero que te vistas de manara lo más sexy que puedas.

Ahora?

Sí, claro

Vale

Cristina se levantó y se fue a la habitación, bajé la luz dejando un ambiente íntimo, tardó media hora en regresar, apareció vestida con una falda que le llegaba a la altura de la rodilla, una blusa blanca abrochada hasta casi el cuello, trasparentaba muy poco pero pude adivinar que el sujetador no era precisamente sexy, también llevaba medias y zapatos de tacón, su pelo estaba recogido en un moño. Estaba guapa pero para ir a un juicio, no para tener una noche de sexo, sabía que debía ir despacio, hice que se sentara de nuevo a mi lado, había preparado un par de copas de cava, serví y intenté iniciar una conversación intrascendente para romper el hielo, ella enseguida se enganchó por que saqué temas que le interesaban, cuando estábamos en la mitad de una discusión de temas jurídicos, le dije que se acercara, puse los dedos en los botones superiores de la blusa y desabroché dos, justo hasta llegar a su sujetador, ella miraba y se dejaba hacer, pero estaba absolutamente quieta y muy nerviosa, continué con la conversación como si no pasara nada para que se tranquilizara, con solo aquellos dos botones abiertos su aspecto ya era totalmente distinto.

Al cabo de un rato y sin cortar la conversación puse la mano en su pelo y deslicé la pinza que sujetaba el moño, una preciosa cabellera rubia apareció libre, Cristina se dejaba hacer, seguimos hablando y puse la mano en su pierna encima de la falda como si no pasara nada, se sobresaltó pero continuó hablando.

Las cosas iban muy bien, me acercaba cada vez más, primero ella inconscientemente se separaba pero el fin del sofá se lo impedía, pensé que era el momento de atacar, puse mi brazo detrás del cuello y se hizo el silencio, le miré fijamente a los ojos mientras mis labios se acercaban a los suyos, ella retiraba tímidamente la cabeza pero yo soy muy tozudo y les di caza, me costó bastante conseguir que se abrieran pero lo conseguí, no era una experta en besos, eso era evidente, pero tuve paciencia y poco a poco conseguí que aceptara mi lengua en su boca, mientras tanto acariciaba su espalda, ella permanecía totalmente rígida, tuve que coger sus brazos para que me abrazara.

Deslicé mis manos desde la espalda hasta cerca de los pechos, Cristina no decía nada a pesar de que notaba lo tensa y nerviosa que estaba, desabroché la blusa, uno a uno deshice aquellos botones, ella dejaba que se lo hiciera, con el último se la saqué, vi claramente aquel sujetador blanco de tela rígida que tapaban totalmente los pechos, con unas tiras sobrias que se lo aguantaban, vamos, la antítesis de sexy.

No quise ir deprisa, puse sus dedos en los botones de mi camisa, me los desabrochó y me la sacó, así, casi desnudos de cintura para arriba nos volvimos a besar, esta vez ella ya estaba más apasionada e incluso se atrevía a entrar la lengua en mi boca.

Nos separamos y volví a llenar las copas de cava, a pesar de que intentaba esconder su cuerpo con las manos pude ver que la chica no estaba nada mal, un vientre plano totalmente blanco que contrastaba con sus brazos morenos, seguro que nunca había usado bikini, una cintura estrecha y unos pechos aparentemente firmes.

Volvimos a juntarnos, esta vez incluso ella acercó sus labios, conseguí que siguiéramos con el morreo estirados en el sofá, mi mano bajó para buscar el truco que me permitiría desabrochar y bajar la falda, lo encontré, ella se dejaba hacer, cuando estuvo completamente abierta se la saqué, apareció unas medias que cubrían unas bragas blancas que supongo serían del tipo que usaban mis antepasadas, entre las medias y aquellas bragas me costó aguantar la excitación, pero opté por sacar lo que más daño hacía a mi lívido, las medias, lo hice dejándola solo en bragas y sujetador.

Sus piernas eran preciosas, delgadas, esbeltas, su culo tan respingón como esperaba, lástima que aquella horrible prenda no me dejara ver casi nada, pero…. paciencia, pensé

Conseguí que ella me desabrochara y sacara los pantalones, apareció mi eslip que tapaba un crecido miembro viril que miró por primera vez con ojos lascivos, aquello empezaba a funcionar.

Entre morreos conseguí llevarla a la cama, había preparado un par de velas que encendí, se tendió y fui recibido con los brazos abiertos, acaricié sus pechos, sus pezones se notaban rígidos bajó aquella ropa, puse la mano en los corchetes y se lo saqué, realmente mis impresiones eran correctas, dos pechos firmes coronados por unos pezones pequeñitos marrón oscuro muy duros quedaron ante mis ojos, no pude aguantar más y después de un concienzudo magreo se los chupé, arranqué de ella unos gemidos muy fuertes, aquella mujer estaba a nada de correrse y tenía que aprovecharlo, puse sus manos en mi paquete, primero lo tocó tímidamente pero poco a poco lo hacía con pasión. Decidí avanzar, bajé la mano y la introduje dentro de las bragas, primero me encontré con una mata de pelo considerable, Cristina cada vez gemía más fuerte y jugaba con mi polla por encima de los calzoncillos, cuando al fin toqué el clítoris estalló en un orgasmo impresionante entre convulsiones que me costaba continuar acertando este botoncito, además, empezó a emanar una cantidad nunca vista de flujo que dejó mi mano, bragas y cama totalmente mojada.

Cuando se repuso estaba muy avergonzada, me dijo:

No sé que me ha pasado, he sentido algo muy fuerte, como nunca, un placer que me ha vuelto loca

Esto es un orgasmo

Pero me he meado

No guapa, es flujo, le pasa a muchas mujeres

Te ha molestado?

Todo lo contrario, es lo que más nos gusta a los hombres

Si esto ha sido un orgasmo nunca había tenido uno, me dijo avergonzada

Pues te queda bastante que aprender.

Sigue enseñándome, dijo mientras me agarraba muy fuerte

Bajé sus bragas, al fin veía el coño, bueno, veía es un decir ya que aquella mujer no se había depilado esta parte en la vida, conseguí que me bajara los calzoncillos y miró mi polla con cara de susto, solo dijo:

Es enorme

Nunca había sentido complejo de tenerla pequeña, pero tampoco nadie me había dicho que era enorme, supongo que la de su marido sería bastante pequeña, conseguí que me la acariciara. Le hice poner las piernas abiertas y dirigí mi cara entre ellas para llegar al coño, ella se asustó y me dijo:

Que haces?

Comerte el coño, nunca te lo han hecho?

Pero eso solo se hace en las películas porno

No guapa, eso lo hacen las parejas

Introduje la cara y mi lengua empezó a jugar con el clítoris, sus gemidos fueron instantáneos y cuando puse dos dedos dentro del coño estalló en otro orgasmo tan violento o más que el anterior.

Le pedí que me chupara la polla, supuse enseguida que nunca lo había hecho, acompañé su cara, abrió la boca como supongo lo había visto en las películas porno y aprendió enseguida ya que me hizo una mamada bastante aceptable, cuando sentí que estaba por correrme se lo dije, ella se aparató un momento y me dijo:

Me la puedo tragar?

Claro, si quieres

No sé, nunca lo he hecho

Pero volvió a tragarse mi polla y me corrí dentro, ella se lo tragó todo sin rechistar.

Necesité poco rato para reponerme, enseñar a aquella mujer me puso caliente, sentía que tenía a mi lado una casi virgen con ganas de aprender, decidí follarla de manara tradicional con la postura del misionero, ya habría tiempo de hacer más cosas, cuando mi polla apuntó el coño me di cuenta que estaba muy lubricado, poco a poco penetré en aquel coñito mi polla, se notaba que no estaba acostumbrado a tener una polla de estas dimensiones dentro, desde el primer momento se agarró fuertemente a mí y suspiraba de forma intensa, le arranqué varios orgasmos, ella comprimía muy fuerte el coño cada vez, me costaba aguantarme pero quería seguir dándole placer pero todo tiene un límite, no sabía si podía correrme dentro, se lo pregunté, me dijo que si gritando, mi corrida coincidió con otro de sus muchos orgasmos.

Ahora sí que se había acabado, Cristina estaba eufórica, segura de sí mismo, encantadora. Cuando abrí la luz de la mesita pude ver su cuerpo desnudo claramente, era precisa, esbelta, muy guapa, su cuerpo tan blanco y tanto pelo en el coño la hacían en cierto modo exótica.

Volvimos al salón, ella quiso ponerse el batín pero se lo impedí, salimos en pelotas, pude ver como entre sus piernas bajaba la leche que acababa de depositar en su coño, nos sentamos en el sofá y me dijo:

Tengo que confesarte que por primera vez en mi vida he disfrutado realmente del sexo

Y más que disfrutarás si quieres

Claro que si, además, quiero que me enseñes muchas cosas para que pueda explicarle a mi marido cuando regrese y tener noches como las de hoy con él

Lo harems, puedo sugerirte una cosa?

Claro

Tienes que renovar tu vestuario, especialmente la ropa interior

Claro, me ayudarás?

Si, cuando quieras nos vamos de compras.

Al rato me fui, me dijo que me llamaría para ir de compras.

A la mañana siguiente, todavía estaba en la cama, llamaron al timbre, fui a abrir, era ella, con una sonrisa de oreja a oreja, solo llevaba los calzoncillos puestos, la hice pasar, me dijo:

Ayer, cuando acabamos hablé con mi marido y se lo expliqué todo.

Y como está?

Muy bien y muy contento de lo que pasó, me ha pedido que te haga caso en todo.

Y tú quieres hacerme caso?

Claro, quiero aprender, cuando vamos de compras?

Hoy si quieres

Déjame que me duche y nos vamos, te parece?

Muy bien

Le pedí que viniera a mi habitación para continuar hablando, me saqué mi única prenda y me metí en el cuarto de baño con la puerta abierta para continuar hablando, me dijo que se lo pasó muy bien pero sentía temor por su marido y al contárselo y notar lo contento que estaba se le pasó todo.

Salí desnudo y con un empalme importante, esperaba se diera cuenta pero como no dijo nada no quise forzar la máquina.

Cancelé una cita con una amiga que tenía su marido de viaje y nos fuimos, lo primero era encontrar una tienda de ropa interior, entramos en una que nos atendió una chica muy mona, enseguida nos tomó por pareja, evidentemente no le íbamos a contar la verdad, ella nos enseñaba cosas y yo escogía quedando al final con tres conjuntos de tanga y sujetador que Cristina se probó, entramos en el probador y se desnudó completamente, lo que usaba como ropa interior era muy parecido a lo de la noche anterior, cuando se puso el tanga estallé a reír, el pelo se le salía por los lados, era evidente que aquello no podía ir así, le dije que le hacía falta una depilación, ella simplemente me dijo:

Cuando quieras me depilo el coño.

Los conjuntos eran atrevidos, los tangas mínimos, un sujetador era negro transparente, otro del tipo que realza el pecho y el tercero de color turquesa precioso, los pagó y nos fuimos a buscar un lugar de depilación, entramos y la chica nos preguntó que tipo queríamos, Cristina dijo que lo que yo propusiera, y le dije que lo dejara como una niña pequeña, nos hizo pasar, Cristina se desnudó de cintura para abajo, la depiladora casi se asusta a ver aquello pero muy profesional hizo el trabajo dejando un coño suave y liso.

Faltaba comprar ropa sexy, visitamos varias tiendas y se hizo con un par de faldas bastante cortas, unos pantalones que se ajustaban a su culo como una segunda piel y marcaban todo su coño, varias blusas y jerséis escotados, alguno bastante transparente, medias con liguero y zapatos de tacón, vamos, que ya lo tenía todo para estar impresionante, Cristina estaba encantada con lo que se probaba, también le hice comprar un bikini, por lo menos que en la playa no fuera tapada con su bañador que adiviné era enorme.

Quiso invitarme a cenar como agradecimiento a mi paciencia, acepté encantado pero le puse la condición que se vistiera con algo de lo comprado, y claro, aceptó, quedamos por la noche que la recogería en su piso a las 9.

Aproveché la tarde para reservar mesa en un restaurante, a la hora en punto llamé a su puerta, parece que dedicó la tarde también a ir a la peluquería, estaba preciosa con su cabellera rubia ondulada, llevaba una de las faldas compradas, dejaba a la vista la mitad de los muslos, una blusa negra con un generoso escote y debajo el sujetador transparente, supuse que también el tanga, cosa que al darse la vuelta vi claramente como se le marcaba en el culo.

La subí a mi coche, al entrar se le subió mucho la falda, casi pude ver su tanga, por el camino conducía con una mano en su muslo sin que supusiera ningún problema, entramos abrazados como si fuéramos pareja, los camareros no se extrañaron de nada, estaba acostumbrados a verme así con chicas distintas, en la cena me contó muchas cosas de su vida, de cómo conoció a su marido, que tardó casi un año en dejarle tocar los pechos y dos el coño, la desvirgó solo un año antes de casarse, nunca tuvo más experiencias que las que su marido le había proporcionado, al igual que él, que no había tenido más novias, también me contó;

El sexo, hasta la noche anterior me parecía bastante rollo.

Te masturbabas’?

No, nunca lo he hecho

Algún otro hombre había intentado ligarte?

Si, varias veces pero que nunca me dejé

Y nunca sentiste necesidad de hacer alguna locura?

No, nunca, lo que no conoces…., ya sabes.

Cenamos como unos amantes, muchas veces estábamos cogidos de la mano, al acabar le invité a un bar que conocía y nos permitía rincones discretos, estuvimos toda la noche metiéndonos mano y marreándonos, pensé que aquella noche volveríamos a tener una sesión loca y así fue, en su cama revivimos muchos de los momentos memorables de la noche anterior, la gran diferencia es que ella estaba muy activa, probamos muchas posturas nuevas que a ella le encantaron y al final acabamos durmiendo juntos, pasé toda la noche en su cama.

Cuando me desperté ella estaba de pié desnuda mirando mi cuerpo, me hizo levantar, había preparado el desayuno, me dijo:

Quiero pedirte dos cosas

Tú dirás

Una es que me saques fotos para que pudiera enviar a Carlos, y la segunda es que solo aceptes tener sexo con migo cada quince días

Lo primero lo entiendo, pero lo segundo….

Es que me da miedo quedar enganchada a ti, comprendes

Como quieras, pero tienes que dejarme pasar un fin de semana completo, de viernes a domingo

Dudó un momento pero me dijo que sí.

Le saqué varias fotos, desnuda y vestida con lo que habíamos comprado, las descargamos y se las envió por e-mail, además añadió una descripción muy detallada de la noche anterior que incluso a mi me puso caliente.

Nos despedimos pero pensé que había una cosa que necesitaría, me fui a un sex-shop y compré un consolador, llamé a su puerta y le entregué el regalo, lo abrió y quedó encantada, le dije que si solo me tenía cada quince días quizás lo necesitaría, me lo agradeció con un beso.

Entendí perfectamente lo que Cristina me dijo, ella nunca había disfrutado del sexo y ahora lo tenía en la puerta del lado, tenía que mantener una cierta distancia si no quería engancharse.

Los días pasaron, nos veíamos a menudo y siempre estaba muy contenta, esperaba el viernes como de pequeño lo hacía con el día de reyes y al fin llegó, con mis mejores galas llamé a su puerta, la imagen fue de impacto, iba con una especie de camisón transparente y debajo solo un tanga, pasamos y la mesa estaba puesta para dos, iluminada solo con velas, le di un beso, me dijo que se había comprado aquella ropa para estar con migo.

Cenamos pero mis ojos no podían apartarse de aquellos pezones que apuntaban hacia mí, estaba deseoso por llevarla a la cama, la imagen que se me mostraba nada tenía que ver con el anterior, una mujer sexy, atractiva y dispuesta en todo.

Me contó que había estrenado el consolador y le daba noches de placer, también hablamos de su marido, sus conversaciones, lo contento que estaba de que aprendiera y que el sexo le resultara tan placentero. Me costaba acostumbrarme a tener una amante que se lo explicara todo a su marido.

Cuando acabamos de cenar nos sentamos en el sofá casi sin palabras nos besamos y nos desnudamos mutuamente, estaba ya a punto de follarla allí mismo cuando me pidió que esperara, que quería darme placer con la boca.

La idea me pareció magnífica, me aclaró que había buscado mucha documentación del tema y quería practicar, perfecto.

Se pasó una hora chupándome la polla, mi labor consistía en decirle que cosas me gustaban más y menos, aconsejarla y guiarla acabando corriéndome en su boca, vamos, impresionante.

Evidentemente la noche acabó con una follada de campeonato con múltiples corridas suyas.

La mañana siguiente ella ya me esperaba con el bikini que compró puesto, propuso irnos a la playa, en una hora estábamos tumbados en la arena, le propuse quitarse la parte de arriba y con algo de insistencia lo conseguí, su cuerpo blanco expuesto al sol destacaba mucho con el moreno réinate en la playa lo que le convertía en el centro de atracción.

Comimos allí mismo, ella seguía con las tetas al aire ya sin problemas, por la tarde volvimos a su piso, nos duchamos juntos y tuvimos una rápida relación bajo el agua, aquella mujer se estaba convirtiendo en insaciable.

Antes de cenar me pidió que la dejara una hora, había quedado con su marido en hablar por internet, se encerró en la habitación. Un ratito antes de acabar me llamó, quiso que hablara con él, me dejó un poco cortado pero que podía hacer, Carlos me agradeció lo bien que se lo hacía pasar a su mujer y las cosas que aprendía.

Salimos a cenar, Cristina estaba impresionante como siempre, después nos fuimos a una discoteca donde ambos bailamos y nos rozamos calentándonos a tope para acabar calmando nuestros instintos en la cama.

A partir de aquí cada quince días repetíamos cosas parecidas, ella se convirtió en una experta en cuanto al sexo, una amante insaciable que siempre pedía más y más, los seis meses de ausencia me pasaron volando, pero por mi desgracia esto suponía el fin de nuestra relación.

Y así fue, cuando llegó su marido se acabó todo, eso sí, somos muy buenos amigos los tres, y Carlos no deja de expresarme lo agradecido que me está por haberle enseñado tanto a su esposa.