Mi vecina 1
Por fin pude saborear los pechos de mi vecina, casada y mezclarnos nuestros fluidos en nuestras bocas
Esto sucedió la última primavera, donde mi vecina casada y yo, con pareja, empezamos nuestras infidelidades. Somos de un pueblo del sur de Sevilla, muy pintoresco. Ninguno de los dos somos bellezones, somos normales. Ella, Loli, es bajita con pelo rizado rubio, labios carnosos, pechos pequeños y un culito que me deja siempre embobado. Yo soy un poco más alto que ella, con poco pelo y con algo de barriga. Pero muy extrovertido, pero con ella cada vez que coincidía me volvía tímido y no se salían las palabras. Pero todo cambio
Todo comenzó un sábado de primavera. El día amaneció soleado y me dispuse a hacer mis tareas de la casa, lo primero fue tender en la azotea una lavadora. Seguí con mis cosas y el tiempo comenzó a cambiar y de repente empezó a llover, subí rápidamente para recoger la ropa y allí me la encontré, a mi vecina Loli, también recogiendo su ropa. De pronto empezó a llover con fuerza y nos empapamos la ropa. Ahí fue donde los vi, unos pechos pequeños pero apetecibles. Su camiseta se había pegado completamente a su piel y se notaban unos pechos duros por el agua y deseosos de ser comidos. Para disimular le di una toalla que tenía seca para que se secase y se tapase, sus colores salieron a adornar su cara de ángel. Ese día no sucedió nada, pero esa noche me masturbe pensando en esos pechos. Al día siguiente encontré a mi vecino, su marido, y estuvimos comentando la lluvia del sábado y como ella llego toda mojada; yo le comenté que recogí la ropa antes de la lluvia, Loli al oírlo sonrió agradecida por no decir que estaba yo allí.
Al siguiente finde, la hija tenía que jugar un partido de futbol fuera de nuestra ciudad, pero ni el hermano ni el padre podían llevarla, con lo cual no podría jugar. Por casualidad me lo dijo y le dije que yo no tenía nada que hacer que la podría acercar y de camino compraba algunas cosas en unos grandes almacenes. El padre no puso impedimento, pero la madre quiso venir para que no fuese solo con la hija, lo cual me alegro, así podría charlar con ella durante el camino y durante el partido. Fue una tarde amena y entretenida, lleva un lindo vestido con un escote no muy pronunciado, pero que cuando se agachaba dejaba ver un bonito sujetador. Loli se dio cuenta de cómo la miraba, pero lo único que hizo fue sonreír. A raíz de esto cada vez que coincidíamos en la azotea, al agacharse no se tapaba el escote, me dejaba observarlo, llegando un día a ver sus pechos, porque no llevaba sujetador. Bajo a su casa y me quede pensando en lo sucedido, cuando oigo ruido en su cocina y desde la azotea vi cómo se quitaba la camiseta que llevaba y la ponía a lavar. Ella sabía que estaría mirándola y empezó a acariciarse sus pechos y miro hacia arriba cruzándose nuestras miradas. Yo me empecé a acariciar mirándola y ella bajo una mano, empezó a meterla por dentro de su pantalón y en ese momento sonó su móvil y se rompió el encanto. Volvimos a coincidir y mirándome a los ojos me pregunto “¿Te gusto lo que viste?, a lo cual le respondí que no pude verlas bien y que no sabría decir, le mentí jjjjjjjjjj. Cuál fue mi sorpresa que me dijo, esta noche subiré a fumarme un cigarro si quieres ya sabes. Sabía que ella lo hacía sobre las 11 u 12 de la noche, así que me armé de valor y a esa hora estaba contemplando las estrellas desde la azotea, al cabo de un rato, pensé que se había arrepentido, oí ruido de puerta y como encendía la luz de la escalera, al momento apareció ella, venía preciosa con un camisón que no dejaba casi nada a la imaginación. Se veían unos pechos con unos pezones duros marcándose y queriendo de salir, llevaba un tanguita de color azul que realzaba su culito. Encendió su cigarro y dirigiéndose a mí, me dijo si todavía quería verlos. Le dije ansioso que sí, ella fue lentamente bajándose las tirantas hasta dejar libres eso pequeños pero maravillosos pechos. Le dio una profunda calada a su cigarro y me dijo mirándome a la cara, disfruta. Me acerque a ella poco a poco y vi como su respiración se empezaba a acelerar, puse un mano en su hombro y acaricie su mejilla, para ir bajando lentamente hasta llegar a uno de ellos y empezar a acariciarlos. Yo me había quitado la camiseta, así al sentir ella mi mano en su pecho se abalanzó sobre mí para besarme con pasión desenfrenada. Yo empecé a besarla con dulzura, para que ella quisiese más, mientras mis manos disfrutaban de sus pechos, poco a poco fui bajando hasta llegar a su tanguita y empecé a bajarlo, ella me detuvo y me dijo quiero sentir tus labios en mis pechos. No me hice de rogar y mame y mame como nunca lo había hecho, bajo su mano hasta mi miembro y al encontrarlo duro soltó un gemido que casi se oye en todo el vecindario. Yo a su vez puse su mano en su tanga, notándolo mojado, venia caliente y con ganas de guerra, metí un par de dedos por debajo de su tanga, encontrando un coñito totalmente depilado y mojado, los labios estaban super hinchados. Ella a su vez me la saco fuera y empezó a masturbarme. Yo introduje un dedo y empecé un mete saca, estamos fuera de sí besándonos, sintiendo nuestros pechos desnudos unirse. Cuando de repente empezó a gemir más fuerte, tuve que besarla, y se empezó a correr. Al sentirlo, empecé a echar borbotones de semen que caían en su mano y en el suelo. Nos separamos, nos miramos, me lleve el dedo que tuve dentro de ella a mi boca y lo chupe, lo mismo hizo ella con su mano limpiando los restos de mi semen. Al ver esto me abalancé sobre ella y la bese quería mezclar sus fluidos con mi semen en su boca y me gusto. Nos compusimos, ella bajo primero y yo al cabo de un rato pensativo habiendo sido infieles los dos, pero deseoso de repetir y ver hasta donde estaríamos dispuestos a llegar. Eso será otra historia que ya contaré.