Mi universitaria (1)

Si usted siente que sus dedos están alrededor de esta chica, apuesto a que no será capaz de detenerse.

Apenas hace un mes que me convertí en un adulto trabajador… y hoy ya he decidido faltar a la empresa cansado de trabajar tantas horas.

- Tal vez debería renunciar a mi trabajo… -pensaba en voz alta.

Sentado en un banco del parque, meditaba, pero que no podía tomar una decisión firme para mi futuro.

-Ése es mi vecino, el de la puerta de al lado…

En ese instante, mi vida se iluminó. La había visto hablar a unos pocos metros de distancia, era esa chica. Me miró pensativo, tomó su bolso y se acercó.

- ¿Mmm…? Oh, eres la que acaba de mudarse –dije admirado.

-Soy tu vecina nueva –me dijo.

Estábamos viendo por unos segundos. Era una chica con el pelo castaño hasta los hombros, ella era joven y delgada. Tenía un vestido blanco largo, era figura atractiva.

-¿Cómo es que está aquí? -ella me pregunta-. ¿Le ha ocurrido algo malo?


- ¡ MADRE MIA!–** me emocionaba en su salón.

Su salón era agradable, ordenado y hermoso. Tenía muebles típicos algo caros. Tenía peluches encima de estantes y varias alfombras. No había televisión. Yo estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas admirado por la comida sobre una mesa de pata corta. Sonrió ella al frente con la misma comida y las rodillas dobladas en el suelo.

- ¿A qué sabe? -me contentaba al probar el plato-. Se ve delicioso .

-Me alegra mucho de que te guste.

- Madre mía, esto tiene que estar muy bueno –le conté-. A pesar de que no fui a trabajar, conseguí que una universitaria me hiciera la comida.

-No creo que debas de faltar al trabajo –supuso ella.

- Sí, sí, probablemente tengas razón –la miraba con la mirada baja-. Pero cuando se está quemado, te gusta tomarte un descanso.

-Yo quería animarte –comenzó a jugar con la punta de su pelo-, aunque solo fuera un poco –su mirada cambió; era un sonrisa apasionada-, por eso te lo volví a comentar.

Sólo mirarme produjo una agitación dentro de mí. Eché un vistazo a su escote, fue ampliada por los gestos y movimientos sugerentes de la chica. Entonces mi apetito cesó y cambió radicalmente, quería otro plato más apetecible.

- Uuf… ¡Estoy lleno! -dejé el té encima de la mesa-. Gracias por la comida, vecina .

-No hay de qué.

- Ha pasado mucho tiempo desde que alguien me trató alegremente –suspiré-. Desde que empecé a trabajar todo el mundo me ha estado gritando, y ya estaba a punto de darme por vencido. Si solo alguien como tú pudiera venir conmigo…

En ese momento, ella saltó con un rostro expresivo y enrojecido.

-E… eso que dices es tan repentino –estaba nerviosa y agitada-. Creo que deberíamos de conocernos primero… -se ruborizó-. Y luego viene el matrimonio…

- … ¿Eh? ¿Qué estás diciendo? – no la entendía.

-¿Cómo? ¿…No es? ¿?????

Se movió humilladamente y luego me miró avergonzada.

- ¿Ummm? Así que era eso… -creía que le había pedido que viviera conmigo y solo le pedí que fuera a la empresa a trabajar conmigo.

-No… yo… um… -sonreía y echaba leves risas tímidas.

- Bueno… -le miré fijamente-. He estado… -me decidí-, interesado en ti desde que me saludaste el día de la mudanza…

Ella se quedó en silencio y no dijo nada, pero su mirada estaba tan absorta. Sin más detalles, me acerqué al otro lado de la mesa para estar con ella. Fue intimidada con las piernas agitadas.

- Vecina –le dije-, ¿puedo… besarte?

-¡¿Eh…?! ¡¿Vecino?!

Mi boca se acurrucó lentamente y con ansiedad a su cara.

-Yo… yo… - dijo tímidamente.

Besé su boca sosteniendo su vista. Tenía sus ojos muy abiertos, que se confirmó en el calor de su boca. Sentía la exaltación de su cuerpo junto a mí. Me fascina. Tiré de mis manos alrededor de su cuello, cuando trataba de hablarme, intentaba quitarle la ropa a través de una cinta. Se dio cuenta, y con el fin de alejarse de mí, trató de poner sus manos en mi pecho, pero con insistencia y con mi gesto no lo conseguía. Con mi lengua jugaba en su boca, yo, más o menos, me entrelazaba con la de ella. No pude evitarlo. Y me mezclé con su lengua mientras la lamí, y ella participó con entusiasmo. Sus gemidos son tan lindos. En cuestión de segundos, le desaté la cinta de su vestido y se lo bajé. Se dio cuenta de inmediato conmigo. Su vestido expuso sus tetas cerca de mi cuerpo. Abrí y separé mi boca, agarré los pechos con ambas manos.

-Yo… yo no he dicho que pudieras… -expresó ruborizadamente.

- Lo siento… no pude evitarlo .

Sostuve esas tetas muy fuertes, están flotando con las manos. Se estremeció con mis movimientos a los lados y acaricié sus pezones. Cuanto más se estremeció, más aspiraba. Ella puso una mano en una de las mías que se acercaban a su pezón derecho. Empecé a apretar el pezón que me causó ansia varias veces y luego acariciarlo. Fue ascendida a mis buenos movimientos. Le acaricié con mis dedos inquietos. Nos miramos, ella había llevado los ojos cerrados, pero animados. Yo traje de mi boca al pezón y le lamí con mi lengua.

-Tú no puedes hacer eso –clamó.

Había gemidos por la habitación cada vez que se la lamí. Sentí el sabor de la piel y el calor que emanaba de ella. Estaba sudorosa. Cualquier cosa le enloquecía.

-Tú corazón se está acelerando – le dije al mirar como ella juntaba sus dedos a su boca-. Apuesto a que se siente bien.

-No… -dijo ella mientras yo le chupaba su pezón con la boca y comía de ella-, digas eso…

Su cuerpo se erizó a mis gestos. Yo quería una mano en su muslo durante unos segundos, y hurgué en su entrepierna. Si usted siente que sus dedos están alrededor de esta chica, apuesto a que no será capaz de detenerse.

-Yo no… sé… -abría sus piernas conmovidas.

Ella gritó alegremente mientras se sienten mis manos tocando su entrepierna. Sus bragas la cubrían. Yo estaba usando mis dedos que tiemblan esta área tan sensible. Cuando estás inmerso en los pezones de sus tetas enseguida usas tu boca para babosearla y mojarla mientras ella sujeta con firmeza tu mano. Esa parte íntima se humedecía a medida que jugaba con mis dedos en sus bragas.

- ¡Es mi primera vez! –me gritó.

- Ohhh… - me asombré-. ¿Eso es cierto?

Dejando a sus tetas, empecé a bajar por la entrepierna de ella. Yo estaba usando los dedos para travesear. Ella se inclinó hacia atrás como un sentido de la forma que la gobernaba.

- Eso es sorprendente –le dije mientras usaba mis dedos-, porque eres muy bonita, vecina .

Dividí su braga, mis dedos reveló su íntima hendidura; estaba mojada.

- Entonces -uní mis dedos cerca de su clítoris y dentro de la apertura de su vagina-, ¿puede que te guste aquí?

-Ah… -clamaba-. No…

- Voy a apretarlo…

Utilicé mi pulgar para empujar lentamente el clítoris; empujando y empujando. Ella gritó un poco impresionada, sus gritos me tocaron, e ir a ver como su mano quería reprobar mi juego.

Alineé los dedos a esa pequeña cosa para girarla. Le di la vuelta con cuidado, incluso lo hice con intensidad. Ella odiaba la sensación. Se tendió en el suelo, yo sabía que retozaba su pleno durante la ejecución de su clítoris.

-Para… -dijo-. Más…

- ¿Cómo? ¿Quieres más?

-Más suave…

- Entonces voy a querer hacerlo un poco más –sorbí su pezón.