MI UNICO HIJO (Parte 5)

A la mañana siguiente me levante temprano, le di agua y algo de comer al perro, lo acaricie me olio un poco, pero más se dedico a deglutir lo que le había preparado, luego se levantaron los chicos y mi hijo no le prestó atención al animal a pesar de los saltos que le hacía en señal de saludo.

M I UNICO HIJO (Parte 5)

DIA 8

A la mañana siguiente me levante temprano, le di agua y algo de comer al perro, lo acaricie me olio un poco, pero más se dedico a deglutir  lo que le había preparado, luego se levantaron los chicos y mi hijo no le prestó atención al animal a pesar de los saltos que le hacía en señal de saludo.

Salimos, regresamos después de un paseo, almorzamos y los chicos se fueron a dormir una siesta, u otra cosa.. Me quedé con el perro que terminamos llamándolo Doggy, le acaricie la cabeza, y rápidamente la apoyo en mi regazo para que continuase con mis caricias.. Pensaba que ya era el ultimo día, cosa que me daba pena, todo fue muy rápido, pero debía de trabajar, ya me había extendido más de lo previsto. Mientras pensaba todo eso en un momento me quité las chinelas, acariciando su panza, tocando su zona genital, se tiró abriéndose de patas disfrutando de mis roces. Posteriormente su hocico jugueteo con mis pies, y su inquieta lengua emprendió a pasarla entre mis dedos, produciéndome una sensación más que agradable  y estimulante.

No sé que me pasaba, a pesar que no era demasiado amante de los perros, sentía una cierta atracción hacia ese animal, me asombraba  saber que el canino se excitaba con mi contacto, al ver aparecer esa punta roja, a la vez que a mí me sucedía algo similar, al ver su estado, ni lerda mi perezosa, me fui a la habitación me puse una bata y me quité las bragas, regrese al estar me acomode a espalda de los dormitorios y dejé al animal, lamer mis dedos inferiores, mientras me tocaba suavemente, hasta que mi yema se impregnaba por la secreción que engendraba. Pensé si haría mucho que el perro se habría apareado con alguna hembra, me reí de esa ocurrencia, y continúe jugueteando con el animal.

No tenía dudas que deseaba algo mas, inconscientemente o no, fui abriendo mi bata, separando mis piernas, ofreciendo  nuevamente mi sexo a ese noble animal, que no tardó en acercarse a mi parte más intima, para darme una serie de lengüetazos, hicieron incrementar mi temperatura, mi mucosidad aumentaba, y a medida que su lengua degustaba de mi flujo vaginal, gozaba ampliamente de ese sexo oral, abriendo mas mi bata, refregando mis senos y apretando mis empinados pezones, entregándome a ese perro desconocido hasta el momento, pero al oír  un ruido, di de mala gana, por finalizado  ese  atractivo contacto.

No pasó nada esa tarde, cenamos, y Tony no me quitaba la mirada, pero noté que llenaba constantemente la copa de Matías, nuestras miradas se cruzaron en varias oportunidades, y no tuve dudas de cuál era su intensión, no sé si estaba bien o mal, pero no me opuse a su finalidad.

Miré a Tony me hizo unos gestos, a los cuales solo parpadee, confabulándome con el mismo propósito, suponía que sucedería, y sabiendo que era la última noche, deseaba disfrutarla a fondo, a pesar de considerarlo poco noble hacia mi hijo. Cuando notamos que estaba bastante ebrio, lo llevamos a su habitación, lo desnudamos y le quise proporcionar un regalito, mamando su verga, en parte como tratando de compensarle por lo que le habíamos hecho, pero  apenas se ponía rígida,  así que en escasas minutos  se quedó dormido.

Apenas regresamos al estar, Tony me beso, comenzando a desnudarme, yo estaba más que alzada, las caricias mas esa previa, para despedir a mi hijo, me  había puesto muy excitada. El perro se acercó como previendo lo que sucedería, lo acaricie, mientras manteníamos nuestras caricias, me dice:

- “Déjame ser tu guía sexual”

- “Qué demonios es eso?” riéndome.

No tenía muy claro que trataría de hacer pero pude comprobar posteriormente, que sabía lo que hacía, antes que nada alimento el fuego con varios troncos, que rápidamente calentaron el ambiente, para comenzar a quitar las pocas  prendas que me quedaban, de una manera muy sutil y delicada, hasta que mi total desnudes quedó a su disposición, coloco una almohada haciéndome acostar sobre la alfombra, besando mi cuerpo y lamiendo mis partes más tentadoras. Cuando tomo un pote de mermelada para untarlo en mis partes más intimas, mis pezones y en mis aberturas, me sonreía por esa intrigante realización.

Traté de levantarte para besarlo, y quitar su bóxer que denotaba su bulto bastante exaltado, pero impidió mi intensión, diciéndome:

- “La próxima vez te castigo”

Sabía cual sería su castigo, así que en escasos minutos volví a intentar lo mismo, cacheteo mis tetas, sentía una excitación a pesar del dolor cuando lo hacía, pero al rato  volví a repetirlo, esta vez fue más rudo, doliéndome bastante, aunque lo seguí mirando de manera desafiante, me encantaba ese tipo de juego.

--“No escarmientas, o te agradan mis cachetazos?” me dice.

No volví a insistir y me quede quieta, ahí fue que lo acercó a mi lado, empujando su cabeza contra mi cuerpo, probando rápidamente la jalea que cubría mis partes más sensibles,  de una manera alocada, sin llegar a controlar mis exclamaciones de placer, por lo que me producía, acariciaba al animal, que no paraba de relamer mis partes, mientras Tony embadurnaba nuevamente con la jalea, llegue  a acariciar el bulto del animal, viendo surgir su punta roja, sintiendo la necesidad de besársela, mientras el perro no paraba en su accionar, relajándome, apreciando tanto las lamidas del canino como las caricias del joven. Mis pezones estaban totalmente erectos, por esas rápidas y continúas lamidas, a lo que mi grieta no dejaba de segregar, donde no podía contenerme.

En un momento alojó jalea en el interior de mi vagina, mientras la lengua del perro trataba de introducirse para degustar, lo que mi cavidad cobijaba, arqueándome por la exaltación que me estaba provocando, al introducir ese órgano en mi sexo. De repente Tony me gira, colocándome en cuclillas, mientras el perro me lame desde mi vagina hasta el orificio anal, con una aceleración sin igual, mientas Tony me besaba y acariciaba mi espalda. Eso me llevo a colocar mi cabeza sobre el tapete y elevar mi culo, para disfrutar mejor esos lengüetazos infernales. Cuando sentí que el perro intentaba montarme

-       “Tony, no por favor” le digo algo confundida, con intensión de salirme.

-       “Soy tu guía sexual, tranquila” mientras me acaricia la espalda, pegándome un chirlo en un glúteo y apretándome un pezón.

El perro no se hizo esperar, saltó sobre mi espalda, apresándome con sus patas intentando introducir su verga en mi vagina, que después de una serie de empellones contra mi culo, su aparato reproductor comenzó a  penetrarme sin demasiados contemplaciones en mi seno, mis tetas se bamboleaban al unísono de cada golpe que el perro me propinaba, aferrándose con fuerza a mis caderas.

No sé si lo deseaba o estaba algo indecisa, pero no tardé en aceptar a ese animal tratando de aparearse, estoy casi segura que mi hijo no estaba muy de acuerdo de verme en esta situación, pero el deseo a veces supera cualquier cosa.

Tony arrodillado a mi lado con su verga erecta, disfrutando del espectáculo que estaba exponiendo, al que realmente no dejaba en parte de abochornarme, aunque  ese vertiginoso bombeo parecía aumentar el volumen de su aparato, haciéndose amo de mi expuesta cavidad, ajando la membrana de mi claustro vaginal, mientras la exhalación de una serie de gemidos, acompañando los jadeos del animal, revelaban nuestro estado.

Sentía muy cerca de mi cara, el ritmo que producía su jadeo, mientras parte de su baba bañaba mi espalda, mientras sus patas me apresaban más fuertemente como para evitar que me escapase, proyectándome a un clímax muy  especial.

Cuando su verga llegó a su máxima expresión, los movimientos mermaron aunque me producía la impresión que querer asentarse en  mi matriz, no tenía dudas que el crecimiento de su verga había tomado posesión de mi interior, comenzando a sentir las palpitaciones de su falo..

En ese instante entendí muy bien esa lujuria impura por el deseo a lo prohibido, esa ardiente sensación que atraviesa todo el cuerpo al verse sucumbido en la inmoralidad, esa febril adrenalina que recorre el cuerpo al sentirse dominado por el instinto animal en su plena satisfacción sexual.

Esa emoción que percibía al momento de tener a ese canino por detrás  embistiéndome,  esa electricidad que recorría mi cuerpo,  a cada burda penetración del afortunado animal que profanaba mi cavidad  vaginal, con el fin de gestarme, el ser poseída, el ser fornicada, el ser sometida por un animal, carente de sentido, que solo buscaba su propio placer, disponiéndome  solo como una perra en celo, dejándome ser disfrutada, en donde no dejaba de producir secreción.

Me sentía totalmente disfrutada por esa furia sexual e incontrolable, su verga parecía seguir creciendo en mi útero, apropiándose cada vez más, su bola que había llegado a la totalidad de su volumen, impedía su salida, quedando apresada en el interior de mi vagina, los movimientos se hicieron más lentos, fue en ese momento que su esperma cálida y cuantiosa comenzó a regar mi seno, en donde una ola de orgasmos comenzó a estremecerse en mi interior.

No me cabían dudas que era su hembra, y me encantaba reconocerlo, cuando un orgasmo arrebato mi cuerpo ensamblado. Su baba caía sobre mi espalda, cuando su esperma comenzó a regar mi claustro, me sentía algo deshonrada, por la situación, al sentirme abrazada por el animal, mientras me fecundaba con su simiente.

No podía creer que me estaba sucediendo, Doggy no dejaba de poseerme como si fuese su par, era una escena totalmente obscena, salvaje e inmoral, pero a pesar de eso, llena de lujuria, tanto de la parte del perro, como mía al entregarme a su rudo instinto.

Realmente era una situación Kafkiana, algo distinto, morboso y a su vez excitante, concediendor sin demasiados pretextos al instinto sexual de un perro, que me estaba convirtiendo en su hembra, mientras su aparato genital, crecía en mi interior, hasta sentirlo como atascado, para que después de un rato regara mi interior con su cálida y abundante esperma.

Traté de contenerlo, pero apenas acabó en mi interior, intentó salirse, no fue fácil, pero después de un esfuerzo su bola zafó de mis labios vaginales, acompañado de una cascada de su semen, cayendo al piso.

No sé cuanto duro ese encuentro, pero estaba bastante agotada, quedándome en esa posición mientras el perro lamia mi vagina, impregnada por sus flujos, disfrutando de esas lamidas y recuperándome de tan impetuoso  apareamiento.

Creo que no tuve demasiado tiempo en pensar en eso, cuando sin aun haberme incorporado los dedos de Tony separaban mis glúteos, incrustando su verga por mi recto, de una manera apremiante y determinante, iniciando un impetuoso bombeo.

Fue una penetración, avasallante, violenta y hasta diría castigadora, es natural que al verme poseída por el perro, lo haya llevado a un estado de total enajenación, con esa necesidad de cogerme con toda su vehemencia.

Su miembro entraba y salía de mi recto de una manera poco usual, posiblemente tratando de emular al canino. El calor del lugar, sumado a nuestra agitación hizo que nuestros poros se abriesen para empapar nuestros cuerpos de sudor.

Apenas eyaculo en mi conducto renal, se retiro cayendo de espaldas bastante extenuado, me giré pegándome a su cuerpo, mientras me abrazaba y besaba, el perro se acerco oliendo nuestros cuerpos y hasta lamiendo las partes de mayor secreción, quedándonos quietos disfrutando del animal.

Parte del agotamiento, la calidez del ambiente, la alta hora de la noche, la tibieza de nuestros cuerpos, nos llevó  a quedamos dormidos.

Me desperté cerca del amanecer, mi olfato capto los olores espermáticos, el hogar apenas calentaba, tenía algo de frío, me acerque más a Tony, que dormía y el perro se acurrucó pegándose a mi cuerpo, transfiriendo su calidez, aunque esos movimientos terminaron despertando al amigo de mi hijo.

--“Que pasa? Susurró algo dormido.

-- “Tengo algo de frio” contesto.

--“Quieres ir a tu cama?” me expresa

--“No se”

-- “Te gusta estar entre tus amantes?” me dice, con algo de sarcasmo.

--“Estúpido” cacheteándolo levemente.

Levantándose rápidamente, que me llegó a pensar que se había ofendido, pero me alegre al ver que ponía más leña al fuego y traía una manta, ayudando a calentar rápidamente el ambiente. A pesar de aun no haber amanecido, me había despejado bastante, me acurruqué a su cuerpo, mientras nos tapábamos con la frazada, lo bese, tocando su miembro, que no tardó demasiado en ponerse erecto.

--“ Responde rápidamente “le digo.

--“Así es, más viniendo de ti, que quieres hacer? Me expresa

--“Pues tu eres mi guía sexual” le contesto destapándome un poco.

--“Es cierto, bien continuaré con mi ocupación, pero no quiero negativas. OK?”

--“Alguna vez las has tenido?”

Sin decir más, me beso y quito la manta, para acariciar mis tetas, desplazándola a través de mi abdomen, bajo vientre y monte de Venus, deteniéndose en mis labios vaginales, pasando su dedo entre ellos, detectando mi ardiente humedad. Rápidamente su verga estaba preparada, debo admitir que la deseaba, inmediatamente mi vulva fue usurpada, con una serie de empellones muy activos, hasta que sentí ser regado mi interior con su semen, lamentablemente quedé a mitad de camino, traté de que no se retirar, pero cayó sobre el costado de la alfombra.

El perro también se había despertado como consecuencia de los movimientos y fundamentalmente por los olores, tomé la cabeza del perro para sentir su lengua y que me aplacase. Tony se dio cuenta, así que me beso y acaricio mientras el animal cumplía con su tarea.

Me giró, para ponerme en cuatro, me dejé llevar sabiendo que sucedía, mientras el perro retomó su labor, en esa posición, mientras Tony continuaba besándome y acariciando las partes, hasta que volvió a montarme, con una desesperación absoluta.

Pero esta vez, fue otro el conducto elegido, después de varios intentos su intromisión fue rápida, hasta menos doloroso que cuando Tony lo hacía, sus patas al igual que la vez anterior se aferraron a mi cadera, iniciando sus jadeos, a medida que intensificaba sus empellones hasta que la membrana de mi recto, comenzó a sentir cada vez mas esa penetración, por acrecentamiento del miembro del animal. Hasta ese momento no tuve en cuenta eso, pero fundamentalmente esa pelota que se le forma para impedir la salida de su aparato reproductor. Las embestidas continuaron hasta que eyaculo en mi recto, es ahí donde me produzco una convulsión, pero cuando trató de salirse solo se giró quedando nuestros culos pegados, pero al intentar retirarse, dado nuestro abotonado, comenzó  a arrastrarme haciéndome daño en mi sector ensamblado.   Realmente me asuste, por suerte Tony atinó a detener al animal, hasta que se dilatase la verga, durante varios minutos permanecimos así, sintiendo las palpitaciones de su falo contra las paredes de mi recto, eso me llevo, a otra fuerte convulsión, que con  besos y penetraciones en mi vagina con los dedos del amigo de mi hijo aceleraron mis orgasmos.

Una nueva eyaculación del animal, me llevó a otro orgasmo, Tony parecía incitarlo cada vez que gemía producto de esos locos espasmos, llevando su miembro a mi boca para ser mamado, mientras sucedía todo esto, oí una puerta, en mi posición no podía girar demasiado, así que no pude ver que era.

Continúe con mi labor, hasta sentir algo de su esperma eyacular en mi boca, cuando minutos después el perro se quitó, estaba agotada la hora, los orgasmos, la posición, que apenas me libere de mis amantes, me tiré sobre la alfombra,

Tony me alzo, mientras sentía alguno de los flujos salirse por mis grietas, me llevó hasta mi cama, me acostó, depositando una manta sobre mi avasalladlo cuerpo, no recuerdo más nada.

Matías, me despertó pasado el mediodía, la intensa noche me había agotado, me destapó bruscamente donde mi desnudez delataba que había sucedido, a raíz que siempre duermo con mi camisón, excepto en las noches de lujuria. Su expresión no fue muy agradable, una cara de pocos amigos, solo oí decir entre dientes, “ PUTA”. No hice ningún comentario al respeto, pero todos estábamos involucrados, nadie podía decir algo, aunque creo que viene por otro lado. Me bañé, me vestí rápidamente juntamos las cosas, cargamos el auto, mientras hacíamos esto vi al animal observándonos, posiblemente esperando que lo llevásemos, me dio pena, pero mientras nos alejábamos, no dejaba de mirarnos.

En el viaje apenas cambiamos palabras, más bien cada uno quedo inmerso en sus vivencias, fundamentalmente en mi caso con la experiencia zoo, que había atrapado a mí ser.