MI ULTIMO AÑO BISIESTO parte 5

Tuve, sola a mi primera hija en la selva. Me entregaron a otro guerrero, violento. nueve años y cinco hijos. Su muerte y mi secuestro y de otras por tribus enemigas.

MI ÚLTIMO AÑO BISIESTO

5ª parte

Los últimos meses de mi embarazo, lo pase bastante mal, no por mí, sino por el entorno. Una de las 4 concubinas se llevaba mal no solo conmigo, sino también la bruja, la hermana del jefe.  Decidieron dar a dos de baja. Una era esa concubina que enseguida la dieron a otro y a mí, que por estar embarazada iban a esperar el parto. Me faltaban pocos días para parir. El jefe ni siquiera no solo me no me tocaba, y era lógico, sino que tampoco me dirigía ni la palabra ni la mirada. Ya no existía para él. Y el día llego. Tome el cuchillo y una liana fina y partí a un lugar boscoso.

Legue y me tire entre los arboles, dolorida y con contracciones muy seguidas. Trate de hacer todo lo que me habían indicado. Me recosté en un árbol con las piernas bien abierta y espere. Al llegar acá rompí bolsa y estaba bien lubricada. De a poco empecé a sentir fuertes dolores de espalda y cintura, sin saber como ubicarme. Era el desprendimiento de placenta y eso indicaba el pronto nacimiento. Agarrada fuertemente de algunos yuyos, contaba tres y pujaba. Nada, lo volvía a intentar y nada. No sabia si estaba cerca o no, si asomaba o no. Soplaba y pujaba. Como no aparecía, empecé a gritar puteando a todos por no ayudarme. Seguro nadie escuchaba y si lo hacia no concurría era un problema de la parturienta. Por eso mis insultos eran cada vez más fuertes.

Seguí contando, soplando y pujando, hasta que sentí que mi concha se abría como un melón. Dos a tres pujas más y nació una hermosa niña. El tome en mis brazos, la bese y limpie su carita con mi lengua. Luego ate una pedazo de  liana en el cordón umbilical y lo corte. Fui a un arroyo cercano y lave mis genitales y piernas chorreadas de sangre. Abrazada a mi hija fui a la aldea. Todos vieron la criatura, pero por ser nena no había tanta alegría. En los dos siguientes meses el jefe ni siquiera me toco. Lo único que hacia era dar de mamar a mi hija.

Una mañana vino un guerrero alto, flaco. La bruja me saco a mi hija y el tipo me llevo a su cueva, bastante lejana de la mía. La primera noche me tomo del pelo y me grito en la cara que me dejara de llorar y olvidase de mi hija. No hizo mas nada que eso la primera noche. La noche siguiente trate de mostrarme ante él serena y sin llantos, como si lo de mi hija no hubiera ocurrido. Llego, yo le había preparado de comer  y no le gusto la comida. Se levanto me tomo de la nuca y puso mi cara en el plato sacándola y poniendo mi rostro en el.

TIGRE: (su nombre) te enseñare la mujer que quiero.

Esa fue la peor noche de mi vida. Me pego durante horas. Pegaba sin mirar donde, mis tetas, mi cara, mi vientre. Parecía una pelota rebotando en el suelo, que él levantaba para seguir castigando. Me tiro de una bofetada sobre la paja, y ahí sin ninguna clase de miramientos satisfizo su deseo sexual. Cuando me la metió, estaba totalmente seca, el dolor me hizo gritar y cada empellón que daba era un dolor tremendo, hasta que el tormento termino, cuando acabo en mi vagina. Quede en el suelo, mientras él salía de la cueva. Quien me había dado, a un tipo que le gustaba golpear sin motivos y bruto al tener sexo. Estaba en el suelo boca abajo y no lo oí entrar, con la palma de su mano me golpeo con violencia en el culo. Con su mano me tomo de los pelos de la nuca, se acostó y tiro de mi pelo deslizándome hasta su pija, para que la chupe. Mientras la chupaba, su mano daba fuertes golpes en mis nalgas. Saltaban lágrimas de mis ojos y no podía emitir mi boca ningún sonido por estar chupando y dejar de hacerlo equivaldría a otra paliza. Un día desperté vomitando y me di cuenta que estaba preñada de ese monstruo. Ese que cada vez que me veía me cogía sin importarle si estaba mojada y en la formas mas diversas. Ayer entro a la cueva, estaba parada preparando cosas para la cena. Fue y me tiro todo al suelo. Quise agacharme para agarrar las cosas, me tomo de los pelos, me hizo girar en redondo, dando mi cara y tetas contra la pared de la cuerva. Mi cuerpo quedo entre la ruda pared y el cuerpo de él. Su aliento en mi nuca me causaba más temor y dijo que me abriera bien, así de parada, que me la iba a meter por el culo hasta los huevos. Tuve que pasar mis manos atrás y abrir bien mis nalgas, para que sin contemplaciones la introdujera. Bombeo a lo loco, mientras yo con sus arremetidas daba mi cara contra la pared. Un día tome valor y quise devolverle un golpe y casi me mata, sino salgo corriendo de la cueva. Me rompió la nariz de un golpe. El brujo del clan me la acomodo como pudo y quedo bien. Desde ese día cuando golpeaba solo trataba de cubrirme la cara y las tetas, poniendo los brazos delante y doblándome. A veces nuestro clan invadía territorio de otras tribus y siempre había muertos y heridos de ambos bandos.

Durante casi nueve años esa fue mi vida. Palizas diarias sin motivos, violaciones constante diarias multiplex. Cinco hijos nacidos en ese ambiente. En esos años no tuve un orgasmo bueno, casi diría no existieron.

Una noche salió a cazar mujeres de una tribu enemiga y lo trajeron atravesado con varias flechas. Cuando llego acá estaba muerto.

El revuelo, mi duelo obligatorio  me enviaron adonde  había estado siempre. Por fin vería a mi hija y espero, a Fierecilla. La bruja me llamo aparte y me dijo lo relativo a mi viudez. Lo que y lo que no podía hacer. Iba a recibir ayuda para mantener a mis hijos. Ya ella y el jefe se iban a encargar de conseguirme nuevo macho.

Podía tener relaciones sexuales, pero no tener hijos. Podía visitar a viejos guerreros pero sin familia. No podía usar ni mi vagina, solo mi ano y mi boca. Lo peor era que había caído en manos de la bruja y el jefe, su hermano.

Mi hija se había hecho concubina y estaba preñada. Justo habían salido de cacería. Yo por las noches salía a caminar sola, por la orilla del rio. En mi pelo llevaba una especie de cinta verde, que indicaba mi condición de viudez y sin macho. Si la cinta era roja era mujer con macho y si era negra mujer libre pero también que era muy difícil de procrear. Estas mujeres eran libres para el sexo.

Me llama de una cuerva un macho de sesenta y pico de años, me acerque y me hizo entrar a la cueva. Quería le succionara la pija y así lo hice. Le chupe primero los testículos, ante el suspiro beneplácito de él. Luego seguí con el tronco de su pija, aun fláccida, lamiéndola de arriba abajo. Cuando llegue al glande dio un repongo y escupió todo su semen en mi boca, cuando aun, creí yo, le faltaba para acabar. Luego de un rato me chupo las tetas, mordiendo mis pezones y me sentí por una rato libre y feliz. Me fui de la cueva en medio de un saludo de él y seguí por la orilla del rio.

Sentí un ruido a mi espalda y al girar vi cuatro o cinco guerreros enemigos. Detrás de ellos tenían sujetas a tres mujeres de mi tribu, otros guerreros. Solo atine a correr por la playa seguida a los gritos por lo cinco, mientras los otros sujetaban a las otras mujeres. Corrí desesperada a sabiendas de lo que e esperaba si me agarraban. Pero era más rápido que yo y la distancia se fue achicando. Gire a mi derecha y enfile hacia la vegetación, pensando seria, con suerte mi único medio de escape si lograba meterme en la espesura. Pero uno de ellos, al ver mi posible fuga, tiro se lanza al ras del piso. Esta me enredo las piernas y caí, sin entender como, boca abajo, quedando a merced de ello. Se miraron y uno de ellos en un idioma similar al mío dijo.

HOMBRE 1: (teniendo entre sus dedos mi pelo) esta es la blanca que tienes ellos. Que hacemos la llevamos a la aldea o la disfrutamos acá.

Todos decían de cogerme ahí, y así lo hicieron. Justo llegaban al lugar las otras tres raptadas con los tres o cuatro guaridas. Estos ataron a las mujeres fuertemente a un árbol y se acercaron a mí, que estaba tirada en el suelo. Todos me querían tocar, ya que nunca habrían tenido tan cerca una mujer blanca.

Antes la mirada de las otras mujeres, se pusieron a bailar en círculo a mí. Yo miraba aterrada, tratando de ver quien seria el primero en saltar sobre mí. Uno de ellos se tiro a mi lado en el suelo, sin entender yo el porque. Me miro con su cara lujuriosa, toda pintada de diversos colores. Me sonrió y le faltaban dos dientes de arriba. Además un olor encima. Otro de ellos me tomo del pelo y me puso de rodillas, haciéndome llegar hasta ese guerrero y me sentaron arriba de él, haciendo que su pija penetre mi concha. Ahí me di cuenta lo pretendió, algo que no había hecho nunca. Un segundo guerrero se acerco detrás mío y ayudado por otros para abrir bien mi piernas

Temblé de bronca y miedo. Les suplique no, que favor de a dos no. Que nunca lo había hecho. Pero todos mis ruegos y suplicas era inútiles. Ellos reían pensando la forma que gritaría.

Yo asustada como estaba y a punto de la penetración anal, solo pensé en dejarles hacer lo que quisieran con mi cuerpo y supieran que las mujeres de mi tribu eran valientes.

No termine de pensar en eso, cuando corrió por mi culo el estilete del guerrero hasta sentir en mis nalgas sus testículos. Se movieron e hicieron lo que querían conmigo y yo aguante todo y a todos. Para rebajar aun más a las mujeres de mi clan me escupieron y orinaron. Una vez satisfechos todos, iniciamos el camino a su aldea. Las mujeres de mi tribu trataban de consolarme por lo sucedido.

Caminábamos por la selva, exactamente no se adonde nos llevaban. Por las continuas peleas con otras tribus más grandes, como la nuestra, muchas tribus pequeñas se transformaron en nómades, por lo cual no sabia adonde podían estar.

Después de dos días de camino llegamos a un lugar