MI ULTIMO AÑO BISIESTO parte 1
Mi secuestro y la muerte de mi novio
MI ÚLTIMO AÑO BISIESTO
1ª parte
Desde chica he tenido tirria a años bisiestos. Según la gente mayor eran años trágicos. Por mi parte en años bisiestos he sufrido perdidas de abuelos e incluso mi padre. Pero si una mira un poco la historia se llevaron a cabo, en años bisiestos, los asesinatos de Ghandi, Martin Luther King, Lenon y el hundimiento del Titanic, entre otros. Por ello esos años los miraba como de reojo, tratando de no tener o hacer algo importante en mi vida. Muchos dirán que superstición, pero a mi me causaban temor. El año anterior al presente bisiesto falleció mi madre, el último eslabón de mi familia que quedaba. Para ese entonces yo ya vivía con Antonio de 25 años, mi gran amor y el primer hombre en mi vida. Tengo que decirles que mi nombre es Laura y tengo 22 años. Mido 1,62 aprox. cabello rubio enrulado y ojos azules. Las medidas de mi cuerpo son 85-62-92. Quizás me faltaba un poco de tetas, pero estaba conforme no solo yo, sino que también mi novio. Vivíamos en la gran ciudad, alquilando un pequeño departamento, pagábamos entre los dos. Antonio recién recibido de contador público había conseguido un trabajo en una empresa grande y las cosas empezaron a mejorar, mientras yo trabajaba como ayudante en una clínica odontológica, mientras cursaba el último de la carrera. Sabía que debería seguir trabajando ahí, unos años más, para poder comprar el equipo odontológico, muy caro, y ejercer por cuenta mi cuenta. Pero entre ambos saldríamos adelante. A la clínica iba mucha gente de distintos extractos. Había una mujer que concurría cada 20 o 30 días, que al principio me pareció simpática, pero luego con el tiempo trataba de esquivarla, tanto mirando o hablando con ella. Tenía una mirada fuerte e insistente y siempre me preguntaba cosas no solo a mí sino a algunas compañeras. Sabía que era soltera, que vivía con mi novio, que estaba comprometida con él, por la alianza que lucia en los dedos de mi mano. Los últimos meses trataba de esquivarla. No sabía que papel jugaba ella en mi vida. Yo vivía feliz con Antonio y cuando teníamos un feriado largo o vacaciones laborales no escapábamos, con nuestro vetusto coche, a una casa vieja lejos de la ciudad. Nos desenchufábamos de la ciudad y nos íbamos ahí. La casa era pequeña, apenas un comedor dormitorio, baño y cocina. Se la habíamos comprado a un viejo matrimonio que la fue haciendo de a poco y como podían. Estaba a más de 20 cuadras de la ruta. Vivíamos casi fuera de la civilización ya que la luz no había llegado aun y había un aljibe del que sacábamos el agua con baldes. La habíamos hecho analizar y era bebible. Pero para compensar eso a 100 metros pasaba un pequeño rio, que usábamos para bañarnos y divertirnos. Cocinábamos a leña o enlatados. Éramos ahí muy felices en contacto con la naturaleza. Una tarde Antonio salió caminar por ahí, mientras me quede limpiando la casa. Cuando volvió, después de un par de horas, traía un ramo de flores silvestre que había cortado por el campo.
ANTONIO: (dándome el ramo y poniéndose de rodillas ante mi) esto es para mi reina, a la que le pido se case conmigo.
Primero estaba sorprendida no solo por el ramo, sino también el ponerse de rodilla y pedirme casamiento, que solo atine a reír. Tome el ramo en mi mano derecha y al pararse
LAURA: acepto mi señor.
Nos dimos un beso prolongado en los labios.
ANTONIO: que te parece el 10 de marzo, dentro de diez días.
LAURA: no amor, este año no. cualquier día y mes del que viene. Sabes que a los bisiestos le tengo pavor.
ANTONIO: esas son tonteras, casémonos ya y luego tengamos hijos o no quieres tener hijos conmigo.
LAURA: saber que muero por tener un hijo contigo, el año que viene lo tendremos.
Al final entramos en una discusión sobre si este año o el que viene. Ambas posturas tenían sus razones.
ANTONIO: deberías ir a un sicólogo para sacarte de la cabeza esa estupidez.
LAURA; ya fui una vez y no hizo nada,
ANTONIO: claro son cosas que tienes en la cabeza. Mira, que podemos perder, no creo que nos pueda agarrar un rayo o un coche por eso.
Al final termine claudicando, según él no era de una persona inteligente lo que pensaba que era toda una superstición.
LAURA: ok, cabeza dura, el 10 marzo. (Y susurrándole al oído) hoy festejamos, amor?
ANTONIO: estas loca, mira el año, a ver si no se me para más. Jajaja
LAURA: que gracioso!
Cenamos esa noche fuera de la casa a vera del rio. Lave los platos y vasos en el rio y volvimos abrazados a la casa. Mientras yo acomodaba lo usado para cenar, él fue al baño y luego me esperaría en la cama, desnudito. Yo, con todo el acontecimiento del pedido de casamiento, estaba a full, bien lubricadita pero debía, antes, ponerlo a él a full. Siempre en nuestra relación sexual yo me ponía a full, antes que él y eso para mi era bárbaro, porque tenía más orgasmos. Esta noche iba a ser igual. Fui baño me lave bien mis genitales, me perfume y fui a la cama, donde me esperaba mi amor. Me saque el babi dolby y quede desnuda totalmente ante sus ojos. Tomo mis tetas con sus manos y las llevo hasta su boca, que comenzó a chupar y morder mis pezones haciéndome largar ayes de placer. Yo tenía en mis manos su pija ya erguida. Mi cuerpo fue bajando hasta llegar mi cabeza a la altura de sus genitales y le hice algo que le encantaba, comenzar a chupárselo. Mientras se lo chupaba miraba su cara y cuando vi que estaba a punto, me fui subiendo hasta tener mi concha tocando su pija. Lo tome para ingresarlo en mí, cuando me dio un empujón, que gracias a que la cama de mi lado estaba contra la pared no caí al suelo. Incorporo su torso dente mío, dándome la espalda y ahí vi, si, cuatro tipos todos de negro parados con revólveres y cuchillos. Tenían capuchas y guantes negros. Cuando los vi, tome una parte de la sabana y tape mis tetas de la mirada de los tipos. Dos de ellos lo tomaron cada por sus brazos y lo apartaron, mientras los otros dos fueron por mí. Levantarme en brazos, sostenerme en el aire y ponerme sobre el piso parada, para ellos era como soplar una pluma que viajaba por el aire. Me di cuenta enseguida por el trato que venían por mí. A Antonio lo volvieron a tirar en la cama boca arriba e inmovilizarlo con un cuchillo en su garganta. El que había quedado libre de Antonio me miro, como aprobando que era yo y saco de un bolsillo de su saco una jeringa y clavo su aguja en mi brazo derecho. Mi mente pareció perderse y mi vista nublarse, pero antes de perder el conocimiento alcance a ver que el que me puso la inyección hizo un gesto al que sostenía a Antonio y este le corto la yugular. Luego de eso entre en una zona de tinieblas. Mi cuerpo inerte era sostenido por los dos tipos. No se cuanto tiempo paso de inconsciencia, pero desperté y quise gritar y tenia una mordaza y al querer moverme note mis pies atado y mis manos también, hacia arriba. Me habían enganchado en un gancho del que cuelgan las reses ya faeneadas para ser entregadas en las carnicerías. Me di cuenta que estaba justamente en un camión de ese tipo. Dos de los tipos viajaban conmigo y me miraban desnuda como estaba. Uno de ellos estaba limpiando de sangre, debía se de Antonio, de un enorme cuchillo. Viajando colgada y bamboleándome hacia todos lados hice el camino no se adonde. Pensé en Antonio, al pobre lo mataron salvajemente. Eran tipos dispuestos a todo. Luego de un largo viaje, se sacaron los guantes y capucha dejando que viera sus rostros. Uno, al parecer, el que dio orden de matar a Antonio, era de raza blanca y lucia una enorme cicatriz en su mejilla izquierda. El otro era de raza negra, de facciones comunes. Me dolían las muñecas de tanto soportar atadas y colgando el peso de mi cuerpo bamboleándose dentro de la cabina del camión. Desnuda, el único temor mío era que aquellos cuatro asesinos quisieran violarme. Por lo visto con Antonio, no escatimaban nada a la hora de actuar. Pero por el momento pese a estar desnuda ante ellos, respetaban alguna orden de no tocarme. Más hacia la noche el camión parecía rebotar en el suelo y era por el camino adoquinado de un puerto. Entramos a un edificio y el camión se detuvo. Bajaron los cuatro como a inspeccionar no hubiera desconocidos y luego dos de ellos, me descolgaron del gancho, sin desatarme ni las manos ni los pies, me pusieron en el suelo y esperaron, no se que. Vino una ambulancia y bajaron dos personas, desconocidas para mi, que sacaron del vehículo un féretro que dejaron a mi lado. Yo miraba asustada el féretro. Lo abrieron delante de mí y estaba vacio. Por dentro estaba forrado de seda y encajes blancos. Curiosamente a un costado, por dentro, había un tubo del que salía una manguerita pequeña terminada en una boquilla. Ahí supe que el ataúd iba a ser mi siguiente habitación. Me extendieron dentro del mismo atando mis muñecas al costado y los pies también. Sacaron la mordaza y pusieron la boquilla en mi boca.
AMBULANCIERO: escucha, te vas a quedar quietita acá adentro. Sin ruidos y trata de que no se caiga de tu boca la boquilla. Si se cae, mueres asfixiada. El aire va a durar bien el viaje. Ahora cerraremos.
Mis ojos parecían salirse de orbita, cuando vi cerraban la tapa del ataúd y quede encerrada en el, en la mas completa oscuridad y silencio. Estaba bien revestido el féretro por de afuera no se sentían casi ruidos. Lo que si sentí y más pánico tome fue cuando escuche soldaban el cajón. Luego sentí me alzaban y llevaban, depositándome, seguramente en el piso de la ambulancia. Yo a ese momento, aspiraba el oxigeno por la boquilla, con temor a que se me cayera. El coche se detuvo. Me sacaron de la ambulancia y depositaron en el suelo. Sentí caer algo sobre el ataúd y unas manos tomando lo caído. Me di cuenta, creo, lo ataban a una cuerda. A todo esto me había orinado dos veces de los nervios y estaba a punto de defecar. Lo hice del susto, al sentir que me elevaban y sentí llevaban hacia algún lado. Iba el ataúd, como meciéndose en el aire y luego el descenso. Bajaba y yo aterrada me orine nuevamente. Sentí un golpe fuerte, aparentemente al ser depositada en el suelo. Días después me entere que me habían subido con una grúa desde tierra a un barco carguero. Me estibaron en la bodega del barco y ahí quede, sin saber cuanto tiempo. Oxigeno tenia de sobra, pero mi propio olor a orina y mierda era terrible, para colmo no podía moverme. A veces se notaba que estaba en un barco, porque me movía y otras, sin oleaje era tranquilo el andar. Nunca imagine estar encerrada, no se cuantos días, y menos en un ataúd. Mis pensamientos iban desde la muerte de Antonio, degollado delante mio. Al pensar en ello me invadía una congoja que terminaba llorando. Luego pensaba en mi. Porque estaba ahí, quien había dado la orden de secuestrarme y porque?. Adonde me llevaban? Que iban a hacer conmigo?
Enseguida aparecían mis propias respuestas. Seguro había sido secuestrada por una red de tratas de blanca. Que al ser rubia, de pelo ensortijado, ojos azules y un bien cuerpo, seria una buena venta a prostíbulos de países y lugares remotos. Yo misma me preguntaba y respondia.