Mi última Sonata - Capitulo 9º

Relato real de mi incorporación no buscada en el mundo de la esclavitud y la sumisión.

Capitulo 9º

Un extraño entra en la casa.

Me disculpo por haber abandonado la narración de los hechos, pero hay exigencias que uno no puede dejar de atender. Reanudo mi relato a continuación.

La vieja Dama, queda completamente exhausta después de la enorme corrida, que le han proporcionado su hija y su nieta.

“Ahora que yo también he quedado satisfecha, y antes de marcharnos, bajaremos a los sótanos para ver a Teresa, tengo curiosidad para ver cómo está”.

“De acuerdo madre. Esclavos, dirigiros a los sótanos y esperar nuevas órdenes. Tu Alba ya dirás que hacer con los tuyos”.

“No te preocupes tía Sara, yo los preparo y bajaremos también al sótano”.

“Esclavos, a cuatro patas, con el culo frente a mí y las piernas bien abiertas”.

Ambos acuden raudos a la orden de su Ama, quedando con los culos expuestos frente a ella, y con los penes y testículos completamente expuestos y su alcance.

Ésta mientras ha sacado del bolso de la abuela unas finas cuerdas de algodón, que ata fuertemente apretadas en la base de los testículos de ambos esclavos, tirando fuertemente de ellos.

“Cuando quieras tía, ya podemos bajar al sótano”.

Y tirando fuertemente de las cuerdas se dirige hacia el ascensor, obligando de esta manera a los dos esclavos a retroceder marcha atrás y a cuatro patas.

Yo bajando las escaleras, tengo visión de todo ello. Me produce una extraña sensación ver aquellos dos hombres conducidos por su joven Ama. Me siento excitado y con deseos de ocupar su puesto para sentirme humillado por esta joven. No acabo de explicarme estas sensaciones, pero estos días descubro placeres donde no pensaba pudieran encontrarse.

Ya bajamos a los sótanos y esperamos al pie del ascensor la llegada de las Amas.

Se abre la puerta y salen del ascensor, Alba, tirando de las cuerdas fuertemente atadas a los testículos de sus esclavos, y la vieja dama y su hija, hablando tranquilamente de la situación que provocará la aparición del nuevo virus del que hablan todas las noticias.

La sala se ilumina y la jaula de Teresa se abre.

“Teresa sal que tu antigua Ama quiere verte”.

Al oír estas palabras Teresa sale precipitadamente de su jaula, parece que la noticia ha hecho desaparecer el dolor que tanto sentía. Se dirige directamente a la vieja dama y empieza a besarle y lamerle sus pies, con una sumisión, diría que casi “sacramental”.

“Mi buena esclava Teresa, ¡cuánto tiempo sin verte ni gozarte ¡

“Que alegría mi Ama, aquí me tenéis, en el fondo siempre seré vuestra”.

Mientras continúa postrada, besando y lamiendo los pies de la vieja dama.

“Besa y huele mi coño para recordar viejos momentos”.

La pobre Teresa como loca, besa, huele y lame el coño de la vieja dama.

“El olor de vuestro coño está en todos mis sueños, ni que viviera mil años podría olvidarlo”.

“Tía, me parece que esta esclava falta a la fidelidad debida, si vos no la corregís lo hare yo para ejemplo de todos”.

“Has lo que debas, yo no tengo nada que decir”.

“Arsenio, trae una plancha de servitud y ata a la esclava Teresa en ella, a cuatro patas, para que queden bien al alcance, sus nalgas y culo”.

Arsenio viene con una especie de maleta que despliega frente a la joven Ama. Es una plancha de skay acolchada con argollas de fijación en los lados. Coge a Teresa por el collar y la hace poner de cuclillas en la plancha. Engancha su collar a una fijación frontal y seguidamente pone unas esposas de cuero en brazos, piernas, muñecas y tobillos, todos las cuales fija también en las argollas laterales de la plancha.

Teresa, queda de cuclillas a cuatro patas, con las piernas abiertas y todo su lesionado culo a la vista y al alcance de la joven Ama.

“Abuela acércate a la cara de la esclava, para que pueda percibir el olor de tu coño, pero que no pueda alcanzarte”.

Teresa debe intuir las intenciones de la joven Ama, pues empieza a suplicarle.

“Perdonar mis palabras fruto de la emoción, os juro que nunca más tendréis de mi ni el más pequeño reproche. No torturéis a esta esclava que siempre ha sido fiel a vuestra familias y os seguirá sirviendo hasta la muerte”.

“Si estuviera mi hermano, igual la muerte os llegaría hoy mismo, así que agradece que me vea compensada solo con tu tormento y tu dolor”.

La pobre Teresa continúa llorando y suplicando en vano, mientras la joven Ama está sujetando un expansor anal inflable y se acerca donde está la esclava completamente inmovilizada.

“Tu”. Dice, dirigiéndose a mí.

“Parece que no eres muy hábil.  ¡No quiero que el disfrute sea mayor que el dolor ¡, te colocaras por debajo de la esclava en posición invertida, para que puedas comer su coño y al mismo tiempo, pellizcar sus pezones. Ya puedes colocarte y empezar tu trabajo, se trata de que la esclava tenga la sensibilidad en la máxima potencia, yo mientras fustigare con la fusta sus nalgas para que su sangre se concentre y aumente la sensibilidad de su maltrecho culo”.

La pobre Teresa continúa suplicando, pidiendo perdón y prometiendo todo lo prometible. Pero inexorablemente, la joven Alba empieza a fustigar con una fina vara las nalgas de la pobre esclava, al tiempo que yo estoy chupando su coño y apretando sus pezones, tal como ha mandado la joven Ama, no quisiera salir responsable de cualquier negligencia y caer en manos de esta sádica chiquilla, aunque me excita sobre manera solo pensar en su dominio sobre mí, y mis deseos de que me sometiera a su voluntad.

“Esclavos, levantad las cabezas y mirar el castigo para que os sirva de ejemplo”.

Todos están de rodillas, levantan la mirada que dirigen hacia donde está su compañera. Creo que todos están lo suficiente atemorizados como para que no les cojan en ningún renuncio.

Los fuetazos son cada vez más fuertes y el dolor debe ir en aumento pues los lloros y lamentos de Teresa son cada vez más estentóreos. A cada fuetazo su cuerpo golpea mi cara pegada a su coño.

La vieja dama, se ha sentado a pocos centímetros de la pobre Teresa, exponiéndole su tan deseado coño. Está, a pesar de su dolor y atraída por la visión y olor de su vieja Ama, hace esfuerzos para alcanzarlo, pero sin éxito.

La joven Alba parece que detiene los fustazos, ya las nalgas de Teresa están completamente negras de los fuertes varazos que le ha propinado la pequeña sádica.

“No chilles como una niñata aún no he tocado tu quemado culo. Piensa en ofrecer tu dolor para nuestro placer, en reparación de la falta cometida.

Mientras, unta el expansor con vaselina, detalle que agradecer, y lo enfoca en el quemado ano de la infeliz esclava introduciéndolo en su totalidad. La operación ha sido rápida y parece que poco dolorosa según la débil reacción de la esclava. A continuación, la joven Alba empieza a bombear aire dentro del expansor, este debe aumentar de tamaño dentro del culo de la esclava y esta empieza a chillar nuevamente cuando las estrías y la carne quemada de su culo empieza a expandirse. A medida que bombea más aire dentro del expansor más fuertes son los chillidos de la pobre mujer, que chilla pidiendo perdón y piedad. La operación aún se endurece durante unos largos minutos en los que la maltratada esclava invoca la piedad de su Ama y de la vieja dama, en memoria de su fidelidad y entrega de tantos años.

La joven Alba, parece insensible a las suplicas y lloros de la mujer torturada despiadadamente.

“Estaríamos buenos si dejáramos nuestro deber de diciplinar a los esclavos al primer lamento, nuestra superioridad tiene sus deberes y uno y principal es la correcta y total educación del esclavo, por lo tanto, deja de lamentarte, no voy a renunciar a mis deberes por tu debilidad de ser inferior”.

Y continúa bombeando aire a pesar de los chillidos cada vez más estridentes.

Traerme una mordaza de bola, haremos que paren estos gritos.

Marisa saca una de la cómoda de la sala y se la entrega a la joven Ama, sin levantar su cabeza para que no interprete descaro por su parte. Creo que todo el mundo esta temeroso de provocar las iras y el sadismo de la joven.

Quédate, me ayudaras a ponerle el bocado a esta escandalosa, tápale la nariz para que tenga que abrir la boca y pueda colocarle la bola. Así lo hace Marisa y meten la bola dentro la boca, fijándola fuertemente con la correa. Los gritos y lamentos de la desgraciada ahora se han convertido en murmullos apagados.

“Bien ahora más tranquilos podemos continuar el castigo. Vosotros, mis esclavos, vais a participar en la fiesta. Voy a sacar el globo del su culo para que podáis uno y otro encularla. Ahora tiene el culo bien abierto y no os costara nada penetrarlo. Tener en cuenta que estáis castigados sin poder correros y no voy a consentir ni el más mínimo fallo”.

Tal como están los ánimos no creo que se atrevan a pasarse ni una raya de lo permitido.

El Ama saca el globo de silicona sin vaciarlo totalmente, lo que provoca una subida de tono de los sonidos a pesar de la bola que tiene Teresa en la boca.

“Sergio, tu primero, estas siempre preparado para meterla”.

Y tira de la cuerda atada a sus cojones hasta donde esta Teresa, esta no puede chillar, pero mueve todo el cuerpo y la cabeza todo lo posible como queriendo huir de su fatal destino.

“Enculala ya”, y Sergio penetra con su polla tiesa hasta el fondo del culo de Teresa, que continúa emitiendo sonidos inarticulados y fuertes movimientos de cabeza.

La Ama Alba al mismo tiempo, empieza a fustigar con su fusta tanto el culo de su hermano como el de Teresa, de manera muy intensa. Los movimientos de Sergio son cada vez más rápidos, lo que presupone la proximidad al orgasmo. Todos estamos expectantes por ver el desenlace de la enculada, pues pensamos que si después de la advertencia de su Ama comete indisciplina le puede caer fuertes castigos.

Sergio prudentemente se retira del culo de Teresa antes de correrse. Parece que hay una expresión de alivio en todas las caras de mis compañeros.

“Vamos, ahora te toca a ti viejo chocho”,

dice la joven Ama, tirando de la cuerda atada a los cojones de su padre hasta dejarle detrás de Teresa.

“Si no te empalmas pronto para encularla te voy a dar un tratamiento que no te gustará”.

Ver y sentir el poder de aquella joven mujer me excita no solamente a mí sino a todos los presentes, ya nadie ve a la chiquilla que entro esta mañana por la puerta, ahora vemos, y hablo como yo lo siento, una poderosa hembra que nos domina con solo su mirada y nos atemoriza con el poder que ha conseguido sobre todos nosotros.

Su propio padre se empalma al sentir el poder de esta Ama poderosa, y encula a la maltrecha esclava que continua con sus gemidos y movimientos de escape imposibles.

Tememos por el viejo, que llevado por la excitación está enculando fervientemente el destrozado culo de la mujer, mientras yo continúo chupando su coño y apretando cada vez más fuertemente sus pezones.

Los gemidos de la mujer y sus movimientos ya no se como interpretarlos, pero empiezan a caer latigazos sobre el viejo y la mujer, al tiempo que noto mi boca llena por la bestial eyaculación de aquella mujer herida y maltratada pero que no ha podido contener el placer que le produce el dolor y el goce simultáneos.

El viejo se ha retirado a tiempo bajo la mirada atenta del su Ama, que ha soltado la cuerda que tiraba de sus cojones y puede volver a su puesto y a su posición de entrega.

“Nieta, has hecho un buen trabajo, Ahora suelta a Teresa para que te page tu atención para con ella. Tiene una gran habilidad con los coños femeninos y te gratificara con un servicio que no olvidaras”.

“Arsenio, suelta a Teresa y que venga a aquí a masturbarme”.

Arsenio desata a Teresa de la plancha y esta se dirige hacia Alba y le besa los pies con sumisión.

“Gracias Ama por vuestra atención y por dejarme corresponderos con las únicas habilidades que tiene esta sierva y que os suplica deje ejercerlas sobre vos”.

“Vamos a ver Teresa si consigues corresponderme como merece la atención que he tenido para contigo”.

Parece que siguen el dicho de “El que bien te quiere te hará llorar”. No se si cada vez estoy más confundido o todo me parece ya muy natural.

Teresa se entrega a dar placer a su tercera generación de Amas, con la maestría que sabe desarrollar cuando esta motivada por el dominio que siente ejercen sobre ella.

Se enciende una luz en la entrada del sótano, y el Ama Sara se dirige a Lolita diciendo:

“Sube, ve a abrir la puerta que debe ser el repartidor de Pizas, que trae el pedido para la cena de los esclavos para esta noche, pregunta el importe y baja a buscar el dinero.”

Lolita, rápidamente sube al piso para cumplir la orden del Ama, mientras todos los demás estamos arrodillados por la presencia de las Amas.

Teresa continua su labor y El Ama Alba ya suspira y gime de placer y vemos que está corriéndose por segunda vez y la fiel Teresa continúa estimulando el placer del Ama sin prescindir de atender todas las sus partes sensibles, incluso es notorio que presiona los pezones de manera exagerada cuando nota que el Ama se esta corriendo. Parece que los orgasmos son continuaos y los gemidos devengan en chillidos de placer. No puedo saber los orgasmos que Teresa ha proporcionado a la nueva Ama, pero sus pezones se han transformado en unos grandes botones que denotan la excitación recibida. Ya los gritos quieren calma y la experta Teresa va enlenteciendo sus manipulaciones acabando en suaves caricias que relajan por completo a la joven Ama.

“Bien Teresa, tenia razón mi abuela, eres una buena y útil esclava”.

Se oye ruido por la escalera, y veo aparecer a Lolita seguida de un fornido muchacho, supuestamente recién salido del gimnasio.

Ama, Sara este chico no se fía de mi y dice que quiere ver al dueño o la persona que tiene que pagar las Pizas.

Los dos están ya al pie de la escalera y el chico con cinco cajas de Pizas en los brazos se queda mirando estupefacto la reunión.

“Parece que estamos de fiesta, seguro que os falta un macho Alfa que anime la reunión.”