Mi última Sonata - Capitulo 8º
Relato real de mi incorporación no buscada en el mundo de la esclavitud y la sumisión.
Capítulo 8º
La familia del Ama.
El Ama es la primera en moverse, al parecer ha tragado el semen de su sobrino, saca su pene de la boca y le besa profundamente. El sobrino se dirige a su tía en cuya boca a descargado toda su leche y con una expresión de admiración dice:
“Tía Sara, el placer que tú sabes dar me enloquece, quiero quedarme aquí contigo”.
Su hermana Alba, a la que la abuela le quitó el capricho de disfrutar de la tranca de Roberto, lo que al parecer le ha dejado de mal humor, se levanta de la silla al oír las palabras de su hermano.
“Tú eres mi esclavo y no vas a quedarte con nadie” y dirigiéndose a su tía, dice:
“Lo siento tía Sara, pero es cuestión de diciplina y aunque estemos en tu casa debo castigar cualquier falta de mis esclavos. Sergio ya ha aceptado mi superioridad y se ha entregado a mi autoridad voluntariamente, y la abuela me ha cedido el control del abuelo, ya que ella empieza a estar cansada para poder controlarlo adecuadamente”.
Y diciendo esto coge el látigo de cola que el Ama siempre tiene al lado de su silla, y golpea fuertemente el torso de su hermano.
“Quiero a mis esclavos inmediatamente desnudos y besando mis pies, en completa sumisión”.
El panorama ha cambiado por completo y todos estamos atónitos ante los acontecimientos.
Vemos como el hermano y el abuelo de Alba se desnudan y acuden presurosos a besar los pies de la joven Alba.
“Os he dejado hoy libres en atención a la invitación de la tía Sara, ya me advirtió la abuela que no debía permitiros esta libertad, veo que tenía razón, como siempre. Como castigo os mantendré en total castidad, 15 días para el esclavo Sergio y 30 para el esclavo Ángel, ¿comprendido?”
- Dice, recalcando especialmente la palabra esclavo en ambos casos.
Y bajo mi estupor oigo al hermano de aquella chiquilla y al viejo señor, ahora desnudo y postrado delante de su nieta, decir:
Si, Ama. Lo que Usted disponga Ama.
“Ahora tú, abuelo, me comerás el coño y tú, hermano el culo, hasta que me corra un par de veces, pues me he quedado con ganas de un par de corridas”.
Y diciendo esto se tumba en el borde de la mesa para propiciar el trabajo de sus esclavos.
“Muy bien Alba, no permitas nunca un solo desliz de un esclavo, podrían dejar de creer en tu superioridad moral y personal. Y no te preocupes por la tía Sara, ella comprende perfectamente lo que haces y lo que tienes que hacer”.
Y cumpliendo la orden recibida Ángel y Sergio se entregan de inmediato a cumplir los deseos de su Ama.
Yo y mis compañeros hemos quedado mudos, silenciosos y expectantes, ante los acontecimientos. No sabemos cómo todo ello puede afectar a nuestra interrelación con la familia del Ama.
“Sara, hija. Aclara a tus esclavos, que deben tener dudas después de lo acontecido”.
“Si, madre, no te preocupes ellos son conscientes de que no deben opinar ni pensar por su cuenta.”
“Vosotros esclavos, recogeréis y adecentareis la mesa y la sala. Una vez todo en orden, bajareis a vuestras estancias a la espera de nuevas órdenes”.
“Si, mi Ama”. Respondemos todos a coro, y empezamos a recoger y adecentar la estancia.
Mientras la joven Alba empieza a suspirar y gemir cada vez de una manera más escandalosa.
“Mas fuerte y más intensidad, quiero MAS, MAS, MAS. No pareis hasta que yo os lo diga”.
Y cada vez los gemidos son más fuertes y se convierten en chillidos, pidiendo,
“MAS, MAS, MAS”.
Yo oyéndola, pienso que ya ha tenido más de un orgasmo, pero continúa pidiendo más y más.
Los chillidos son ya ensordecedores y prolongados, cuando se oye:
Vale, basta ya.
El hermano para de inmediato, pero el abuelo sigue comiendo aquel joven y oloroso coño que debe fascinarle, por lo que recibe una fuerte bofetada.
“He dicho basta, esclavo”.
Ambos quedan postrados, de rodillas delante de su Ama.
Poneos en posición de entrega que quiero comprobar vuestro estado.
Ambos se colocan de rodillas con las piernas abiertas y las manos detrás de la nuca, dejando sus sexos expuestos al máximo.
La vista de esta joven imponiendo su poder sobre de aquellos dos hombres, me produce una sensación de deseo, del que disfruto estos últimos días, en que he descubierto mis ansias de sumisión. Nunca hubiera imaginado disfrutar del poder de otro sobre mí, pero ahora este poder tensa todo mi ser.
La joven Ama, al comprobar que ambos esclavos están completamente empalmados, debido al servicio que han hecho en su coño y en su culo, empieza a darles golpes con sus manos, alternando con roces y caricias que hacen vibrar sus miembros.
Os he castigado a un tiempo de continencia, pero esto no quiere decir que no juegue y excite vuestros penes. Lo que impediré es vuestra satisfacción sexual, dejándoos siempre al borde del orgasmo, haciendo que me supliquéis vuestra satisfacción, que os negaré a mi capricho, así reconoceréis mi poder.
Mientras dice esto va manipulando ambos sexos a su capricho, ora acariciando, ora golpeándolos.
“Abuela dame de tu bolsa un par de jaulas de pene, quiero asegurarme de que no puedan masturbarse”.
La abuela saca de un gran bolso que lleva siempre consigo, un par de jaulas de pene metálicas y se las entrega a su nieta. Esta se dirige a mi diciendo:
“Tu viejo esclavo inútil, ven a colocar estas jaulas a mis esclavos”.
Yo acudo rápidamente hasta donde se encuentran y me dispongo a colocar las jaulas en sendos miembros, ya conozco su funcionamiento por experiencia propia y los coloco sin dificultad.
“Bien, esclavo, veo que aún sirves para algo, arrodíllate y besa mis pies y mi coño y vuelve con los tuyos”.
Ser dominado por mi Ama me produce una gran tensión, pero la sensación que siento en el sometimiento ante aquella cría me produce una fuerte erección que no le pasa desapercibida.
“Bien viejo, quédate quieto como estas, voy a enseñarte por qué no debes excitarte si no te lo ha mandado algún superior”.
Y diciendo esto empieza a chupar mi polla hasta que siento que va a reventar. Me contengo con toda mi voluntad y distrayendo mi mente con imágenes desagradables, sé que si me corro sin permiso voy a ser castigado sin reparo. Por suerte o desgracia para de masturbarme con su deliciosa boca, y puedo contener mis ganas de eyacular, aunque me lleno de frustración por la satisfacción no recibida.
“Ahora mi viejo esclavo te la mamará hasta que yo diga basta, pero interrumpiendo cada vez que estés a punto de correrte. Así aprenderás a no tomar iniciativas de autosatisfacerte”.
Y dirigiéndose al viejo caballero que tiene enfrente, desnudo arrodillado y entregado a su poder.
“Tu esclavo, ves y mámasela, pero cuidado que no quiero que se corra. Hay que tenerle en tensión hasta que yo te ordene lo contrario. Espera, antes le pondremos una mordaza con sujeción de muñecas a la espalda, para asegurarnos de que no pueda tocarse”.
Rápidamente, la vieja Señora saca de su bolso, una mordaza de bola con tira de cuero que acaba en dos esposas del mismo cuero.
La joven Ama, me coloca el collar y fija mis muñecas con las esposas a mi espalda.
Continuo con una tremenda erección, e intento distraerme para contener mis ansias de eyacular.
“Ya lo tenemos debidamente preparado, empieza a mamársela y recuerda lo que te dicho, si fallas, los dos os exponéis a un duro y doloroso castigo”.
La bola incomoda dentro de mi boca, dificulta mi respiración, justamente ahora que la tengo más alterada. También me impide hablar, solo puedo emitir sonidos sin sentido o gemidos de más o menos intensidad.
Ya no me importa si me la esta chupando un hombre o un cuervo, solo estoy concentrado en contener mis deseos del disfrute de un orgasmo que ya todo mi cuerpo reclama.
El viejo parece ser un experto en calibrar mi tensión, cuando estoy a punto a abandonarme al placer irresistible que demanda todo mi ser, detiene la manipulación sobre mi miembro.
Realiza la misma operación una y otra vez, la frustración repetida de esta acción acaba produciéndome un ataque de histeria, y emito unos horribles sonidos y todo mi cuerpo empieza a temblar sin control. Mi cabeza va y vuelve de su conciencia y me veo al borde del desmayo, cuando oigo:
“Para ya, esclavo. No quiero que se corra, hoy lo dejaremos en su frustración, así aprenderá a dominar sus deseos”.
Mi cuerpo continúa temblando de deseo frustrado y de mi garganta surgen horribles sonidos que no puedo dominar. Nunca mi cuerpo ha experimentado mayor deseo de placer y mayor frustración.
Mi ataque de histeria y mis temblores perduran durante varios minutos. No soy dueño de mis actos ni puedo controlar mi cuerpo, estoy como inconsciente, cuando de golpe recibo varios fuertes latigazos en mi espalda. El dolor templa mi descontrol y hace que concentre mi cuerpo para amortiguar los fuertes y dolorosos latigazos.
“Creo que este infeliz no olvidará tu lección. Haz hecho un trabajo digno de una nieta mía”. Dice la sádica y vieja abuela.
Poco a poco voy recobrando la conciencia y el dominio sobre mí. Veo que mis compañeros están todos de rodillas y mirando al suelo, creo que los acontecimientos les han atemorizado.
“Antes de marcharnos quiero ver a tu esclava Teresa, siempre me proporciono intensos placeres y quiero que me recuerde”.
“Ahora mando a los esclavos que bajen a sus dependencias mientras nosotras bajamos en el ascensor”.
“Alba, dispón lo que quieras de tus esclavos, yo mando a los míos a sus dependencias. Pero antes de que os vayáis quiero follarme a padre y a Sergio, pues ya me ha dicho la abuela que iréis de viaje y estaremos un tiempo sin vernos. Con Sergio acabaré pronto, pero con padre necesitaré tiempo para excitarlo lo suficiente, quiero que me la meta bien tiesa”
Tu, que les has puesto las jaulas, ves y déjales las pollas libres. Cumplo rápidamente lo mandado entregando las 2 jaulas al Ama.
Los dos hombres están de rodillas, desnudos, mostrando sus sexos lo más expuestos posibles. El de Sergio, al oír la propuesta del Ama, ha cimbreado y agrandado de inmediato.
“Sergio, ven aquí que voy a follarte”.
“Si, Ama, lo que usted disponga”.
Sergio se acerca a su tía con el miembro ya tieso y empalmado como corresponde a un adolescente que ve perspectivas de satisfacción sexual.
El Ama le manda sentarse en su silla y ella se sienta sobre su miembro hasta introducirlo en toda su longitud dentro de su vagina. Los movimientos expertos del Ama predicen la pronta corrida del joven, al que casi no le da tiempo de enterarse de lo que pasa y ya esta suspirado y lanzando su joven leche dentro del Ama. Un plis, plaz y listo.
Ya puedes volver con tu Ama. Y tú viejo esclavo ven a mis pies humíllate y sométete a mi superior voluntad, me produce un intenso placer tener sometido a padre y entregado a mi capricho y voluntad.
El viejo caballero, desnudo y desprovisto de toda dignidad, se arrastra hasta los pies del Ama, entregado a lo que quieran hacer con él.
El Ama, le atiza una brutal bofetada.
“No sabes aún tus obligaciones de esclavo, besa mis pies y ofrece tu sexo para mi placer”.
El pobre hombre cumple rápidamente besando los pies del Ama y mostrándole su miembro directamente.
“Voy a azotar tu sexo hasta que el dolor reclame la sangre suficiente para enderezarlo”.
Y con una fusta que acaba en una pequeña paleta, empieza a golpear el pene y los testículos de su padre, aumentando y disminuyendo la intensidad según su parecer. Al contrario de lo que parece que tendría que suceder, el viejo miembro va aumentando de tamaño y cogiendo rigidez hasta el punto de dejar al viejo caballero completamente empalmado.
“Muy bien padre, ahora fóllame dame placer y también llena mi coño con tu leche”.
Es evidente que sentirse follada por su padre excita poderosamente la libido del Ama, que empieza a jadear y gemir y no tarda en explotar.
“Así padre, fóllame, fóllame, no pares”.
Y chillando y gimiendo se corre entre fuertes gritos de placer.
“Continua padre, no te corras, quiero venirme otra vez, ahora quiero notar tu leche dentro de mí, córrete ya, llena mi vientre con tu leche.”
El anciano caballero explota también con fuertes gritos de placer, al tiempo que el Ama con fuertes gemidos va chillando:
“Así padre, ya noto tu leche dentro de mí, quiero exprimir tus huevos hasta la última gota”.
Los dos acaban rendidos sobre la mullida alfombra que cubre la estancia.
“A sido un buen polvo hija, ya ves que tu padre aún tiene jugo que sacar, venir las dos y darme un poco del placer que os sobra”.
La nieta y la hija acuden al requerimiento de la abuela y empiezan a masturbarla. Mientras la hija le come el viejo coño, la nieta le presiona intensamente los pezones. Creo que el dolor que le produce la presión en los pezones le excita más que la manipulación de su sexo. Saca un dildo supuestamente vibratorio del bolso y se lo da a su hija.
“Métemelo por el culo y ponlo a la máxima intensidad, yo también necesito explotar de placer”.
El Ama introduce un dildo de gran dimensión en el culo de su madre y acciona el mando a distancia, al tiempo que introduce la mano dentro de la vagina moviéndola de manera experta.
Mientras la nieta acentúa la presión en los pezones de la vieja abuela, esta empieza a suspirar y gemir de gusto de una manera cada vez más escandalosa.,
“Mas fuerte, darme mas fuerte, que me vengo de gusto, darme más, mas, no paréis, más fuete, QUE ME VENGO” Chilla como si la mataran, cada vez más fuerte. Parece que el éxtasis se le prolonga en el tiempo.
“YA, YA , YAAAAAAAAAAA!” y suelta un gran chorro de liquido sobre la cara de su hija mientras chilla de placer.
Tengo que interrumpir el relato, el recuerdo de aquellos momentos excitan y lubrican mi pene y reclaman una autosatisfacción que me impide continuar escribiendo.