Mi última Sonata - Capitulo 6º
Relato real de mi incorporación no buscada en el mundo de la esclavitud y la sumisión.
Capitulo 6º
Preparándose para unas visitas.
Teresa aún se revuelve y llora por el dolor infligido por el hierro candente del Ama.
“Marisa ponle Furacin a Teresa, para que no se le infecte la quemadura y le ayude a cicatrizar.”
Dice el Ama mientras pasa su mano por la cara de Teresa y está a pesar de su dolor le besa la mano y también los pies en un gesto de sumisión.
Ello me impresiona enormemente. Pienso como uno puede entregarse al dominio de otra persona hasta tal punto.
El Ama se dirige al ascensor, todos acudimos a besar sus pies aceptando su dominio.
Cuando el Ama desaparece por el ascensor, todos nos cubrimos con las túnicas. Ello me serena algo, no estoy cómodo desnudo cuando no está el Ama.
Marisa se acerca a Teresa y la acaricia para que la mujer se vaya relajando. Poco a poco deja de agitarse y se postra con el culo levantado y las piernas separadas para evitar todo lo posible el dolor que le produce cualquier roce en su ano.
Marisa con cuidado aplica una buena cantidad de pomada que protege con una fina gasa, indica a Teresa que junte las piernas y se levante pues la abundante pomada impedirá el dolor del roce.
Teresa la mira agradeciéndole el cuidado y se levanta para dirigirse a una jaula horizontal que está detrás de la que tiene su número y se tumba dentro de ella. Se oye un clic y la jaula se cierra automáticamente.
Parece que lo sucedido esta tarde ha dejado a todo el mundo impresionado, sin embargo, nadie comenta nada y permanecemos en un silencio demasiado notorio.
Marisa se dirige hasta Lolita y oigo que le dice:
“Ve al lado de Teresa, solo tú puedes consolarla y amortiguar su dolor. Pero ve con cuidado y piensa que el Ama nos vigila”.
Lolita va hasta la jaula de Teresa y a través de los barrotes acaricia y besa a su compañera. Parece que esto produce efecto en la pobre mujer, pues deja de lloriquear y toca y besa a la bella niña.
Por los altavoces que hay en la sala se oye la voz del Ama que dice:
“La cena y la apertura de las habitaciones de descanso se adelantarán hoy una hora, mañana tengo invitados y a las nueve debéis estar todos dispuestos para recibir las órdenes para atenderlos debidamente”.
Miro el reloj que está en el frente de la sala y falta poco para las ocho, supongo que será la hora de la cena, si se abren una hora antes las dependencias de descanso y se abrían siempre a las 10 y ahora a las nueve, la cena tiene que ser una hora antes.
Me dirijo a Marisa y le pregunto,
“¿Que órdenes tiene que darnos el Ama porque tiene invitados?
“Si hay invitados a cada uno de nosotros nos darán unas indicaciones y tareas que debemos realizar, nada fuera de lo normal, el Ama acostumbra a tener invitados muy a menudo.”
Parece que el torno empieza a sonar y todos nos dirigimos a buscar la cena y pasamos a la sala comedor.
Retiro mi cena, tengo sopa, merluza y yogurt.
Mientras comemos el silencio continúa, parece que nadie tiene ganas de comentar lo de esta tarde.
Poco a poco todos van saliendo del comedor y pasean por la sala esperando el momento que se abran las habitaciones.
En los altavoces vuelve a sonar la voz del Ama.
“Marisa ponle una jaula de pene al Número 8, y fíjalo con la cadena, no quiero que se masturbe por la noche”.
Y Marisa abre un cajón de la cómoda que está en la pared y saca el artilugio, que yo ya conozco.
Por lo menos disfrutaré de la manipulación de mi sexo.
Marisa llega a mi lado, ha abierto descaradamente el escote de su túnica, esto deja sus hermosos pechos completamente expuestos a mi vista, me hace un ademán como disculpándose por lo que va a hacer.
“Lo siento, pero el Ama manda”.
Y al tiempo que me habla va manoseando muy lentamente mi sexo, mientras va colocando la jaula metálica.
Mi pene responde rápidamente a los intencionados y expertos tocamientos, yo no resisto la tentación de tocar sus hermosos senos y ello acaba de excitarme.
Marisa ha enjaulado ya mi pene y la excitación hace que comprima mi miembro, ello produce dolor en mis huevos, como los calentamientos en mi juventud.
“Cálmate, si te excitas demasiado la jaula te producirá dolor”.
“Tanto me da, estoy aprendiendo a disfrutar sufriendo”.
En este momento se oye el ruido que indica que se abren las dependencias de descanso, Marisa fija una cadena a la argolla de mi collar y me lleva a mi tarima de descanso, dejándome fijado, lo cual me impide desplazarme.
Me tumbo y rememoro todos los acontecimientos del día, mientras, voy durmiéndome sin enterarme.
Se han encendido las luces y se oye ruido por las dependencias, miro el reloj de la sala y veo que son las 8 en punto.
Marisa acude y me libera de la cadena que impide desplazarme y retira la jaula de mi pene sin apenas tocarlo.
“Date prisa en lavarte y prepararte, a las 8 y media bajarán el desayuno y a las nueve bajará el Ama y deberás estar preparado para su revisión”.
Voy rápidamente a las dependencias de baño, me ducho, lavo mis dientes, afeito mi cara con la maquina eléctrica que hay en el tocador y arreglo el poco pelo que me queda.
Ya los compañeros visten su túnica y yo me pongo también la mía. Ya todo me parece de lo más normal, no siento ni vergüenza por ir desnudo ni deseo por el desnudo de los demás.
Los desayunos están en el torno, retiro el mío, café con leche con ensaimada.
Una vez desayunado, paseo un poco por la sala algo expectante y un poco inquieto por lo que me deparará el día, me estoy acostumbrando a temer y desear los próximos acontecimientos.
Se encienden las luces, se abre el ascensor y aparece el Ama, radiante dentro de un vestido muy sensual de algodón de encajes rojos, dejando entrever bajo la tela el tanga a juego, mangas largas, espalda descubierta y dos finísimos tirantes que permiten colocar el vestido a la altura que más le convenga. Nunca he visto nada mas hermoso.
Nos sacamos las túnicas las doblamos y caemos todos postrados de rodillas ante la diosa que domina nuestras vidas.
Se dirige a su sillón mostrando su espalda y el desnudo de sus glúteos que permite su mínimo tanga.
“Acercaos a darme pleitesía y luego a vuestros puestos, en postura de entrega.”
Todos pasamos a besar sus pies y humillarnos para demostrar nuestra sumisión.
“Como ya os anuncié, hoy tengo invitados y tenemos que definir las funciones de cada uno. Seréis siete, pues vuestra compañera Teresa no está en condiciones de participar, y continuará en su jaula. Cuatro harán el servicio de bajo mesa y 3 el de mesa”.
Yo no comprendo a lo que se refiere el Ama, veo que ha nadie le extraña lo que ha dicho, espero que me expliquen lo de “servicio de bajo mesa”.
“Dado la importancia de mis invitados, deseo que no se produzca ningún fallo, por ello pasaremos a mis dependencias para ensayar las distribuciones y funcionamiento. Arsenio, queda encargado de subiros al vestíbulo de la entrada principal, a las 9 en punto”.
Se levanta dirigiéndose al ascensor, mientras todos acudimos sumisos a besar sus pies.
Falta poco para las nueve, nos colocamos la túnica y adecentamos tanto el cuerpo como el espacio donde nos movemos y quedamos a la espera que Arsenio nos conduzca a las dependencias del Ama.
Enseguida recuerdo el día que conocí al Ama y lo ocurrido al entrar en su salón, incomprensiblemente este recuerdo humillante provoca excitación en mi libido.
“Todos al rellano del Ascensor”.
Grita Arsenio desde el rellano delante de la puerta del ascensor. Acudimos todos menos Teresa que aún está encerrada en su jaula.
A los pocos minutos la puerta del ascensor se abre, es lo suficiente grande para que podamos entrar todos. Entramos se cierran las puertas y el aparato se pone en marcha, para y se abren las puertas y salimos todos al rellano.
“Seguirme”
Dice Arsenio. Nos lleva hasta al vestíbulo de la entrada. Otra vez el recuerdo trastoca mis emociones y excita mis deseos.
“Desnudaros doblar las túnicas y poneos en posición de entrega para recibir al Ama, cuando entre postraros con la cabeza en el suelo hasta que se os mande otra cosa.”.
Cumplimos rápidamente estas instrucciones y nos ofrecemos todos en la posición que se nos ha indicado.
A los pocos minutos aparece el Ama, nos postramos con la cabeza inclinada como nos han indicado.
“Pasar a la posición de entrega”
Y va a reclinarse lánguidamente en un diván o cheslong, como quiera que se diga, que hay junto a la pared.
La visión del Ama a la luz natural es aún más espectacular. Solo verla y noto la necesidad de servirla y adorarla. Es un ansia rara que me hace desear pertenecer por completo a aquel ser superior.
“Primero cogeréis las prendas que están sobre la mesa del centro. Os las probareis, si son de mi agrado os las dejareis puestas. Acercaos a la mesa y que cada uno coja la prenda que lleve su nombre o su número. Podéis levantaros y coger las prendas y os las poneis. Cuando estéis vestidos pasar por turno para su aprobación”.
Vamos hacia la mesa y yo recojo la prenda que lleva el Número 8. Es un body sin mangas con el p echo cubierto con tela semitransparente y con corte de pantalón en la parte alta del muslo. En la parte alta predomina la transparencia, tanto en la parte delantera como en la espalda, que deja medio culo a la vista y en la zona inferior hay vinilo. Parece de mi talla y me lo coloco con facilidad. Se adapta perfectamente y me siento mas confortable que estando desnudo por completo.
Ya veo que Arsenio está frente al Ama, con un body con tirantes , que no sólo aporta sujeción a sus zonas más íntimas, sino que le brinda la posibilidad de mostrar su cuerpo de un modo muy seductor. El Ama inspecciona la colocación de la prenda por delante y por detrás.
“Perfecto, ya vale”
Seguidamente es Marisa, que se muestra con un Liguero negro de encaje con tanga y medias a juego,que resaltan sus hermosas piernas y deja al descubierto sus firmes senos.
“Perfecto, ya vale”.
Ahora el turno es para Roberto, que posa con un suspensorio rosa y negrohechoco n tela de red y con un llamativo color rosa para destacar mejor qué es lo que tiene para ofrecer. Me impresiona cada vez que veo este miembro tan fuera de lo común.
El ama toca y coge con ambas manos esta imponente tranca. Parece que no ha podido resistir el deseo de manosearla.
“Perfecto, vale también”.
La negra África está deslumbrante con unos puños y tanga con collar,El tanga negro de encajes se une a un collar de tela mediante una cadena plateada que asciende por el abdomen.
“Bonito de verdad, ya vale”.
Ahora una Lolita desconocida, con un disfraz de colegiala. Con un top blanco y una minifalda de estampado tartán azul, sin bragas y que deja al descubierto tanto parte del culo, como el depilado de su vagina.
“Me gusta, veremos si estimula al viejo profesor”.
El numero 6 ya está frente al Ama con un bóxer semitransparente. Es una llamada a la provocación. Ese trocito de tela con efecto metalizado no ha sido colocado en la parte frontal de la prenda por pura casualidad.
“Bien, ya vale”.
Solo falto yo, me planto frente al Ama, ella hace un gesto indicando que me gire. Doy la vuelta y escucho su aprobación.
“Hasta el vejete está acertado”.
“Esta será vuestra vestimenta mientras permanezcan los invitados en casa. Cuando lleguen, Lolita ira a recibirles y a abrir la puerta, los demás formareis por el turno de vuestro número, al pie de la escalera que sube al comedor, con las manos en la espalda y la cabeza baja”.
“Ahora subiremos al comedor para señalar los puestos y la misión de cada uno de vosotros”.
“Arsenio, hazlos subir por la escalera yo cogeré el ascensor y os espero arriba”.
Y el Ama se dirige al ascensor que se abre automáticamente.
“Poneros en fila por numeración y seguidme”
Arsenio empieza a subir por la amplia escalinata y los demás detrás de él. Cuando llegamos al comedor, el Ama ya esta sentada en la punta de una ancha mesa de cristal transparente, que está colocada en el mismo medio de la amplia estancia.
“A partir de ahora y para el mejor transcurrir de los hechos, quedáis dispensados de las muestras de sumisión repetitivas hasta nueva orden. ¿Entendido?
“Si, mi Ama” contestamos todos a coro.
“Marisa, África, y los números 6 y 8, acercaros, para que pueda clavar el chivato necesario para vuestro trabajo”.
Viniendo del Ama y conociendo ya su placer por la crueldad, temo al oír la palabra clavar.
Marisa ya esta frente al Ama ante la que se arrodilla. El Ama mordisquea y succiona su pezón izquierdo hasta conseguir que sea mas prominente. Coge un aro rodeado de pequeños pinchos lo pasa por el pezón y lo cierra clavando los pinchos en la carne. Se perciben unos pequeños puntitos rojos de sangre alrededor del pezón.
Realiza la misma operación con África.
“Marisa toma estos 2 aros y pónselos al 6 y al 8”.
Vaya decepción, yo al menos pensaba que me compensaría el dolor la excitación de mi pezón por el Ama.
Marisa mordisquea y juega un poco con el pezón del número 6, hasta que nota su grosor y clava el aro como ha hecho el Ama con ella.
Viene hacia mi y juega con mi pezón, que cuando se excita a mi edad es como el de una mujer. Cuando cree que esta suficientemente crecido, clava el aro en mis carnes produciéndome menos dolor de lo esperado.
“En el aparador hay desinfectante. Limpiaros y desinfectaros la pequeña herida que os ha producido el aro”.
Hacemos lo mandado por el Ama y regresamos con los demás compañeros.
“Los que lleváis el aro arrodillaos y poneros debajo de la mesa, entrad por orden numérico, dos a cada lado, alternando los lados”.
Yo como los otros tres me arrodillo y me coloco debajo de la mesa en último lugar como corresponde a mi número.
De golpe noto una pequeña descarga eléctrica en mi pezón, que hace que encoja mis brazos instintivamente.
Todos a los que se nos a clavado el aro han[RRB1]hecho el mismo movimiento.
“Esta pequeña descarga es lo que notaréis cuando alguien reclama vuestros servicios, al tiempo que se encenderá un número en la cabecera de la mesa que determinará a donde debéis acudir. Como veis hay un número delante de cada silla de la mesa”.
“Cuando se os solicite, el servicio que debéis proporcionar, mientras no se os indique lo contrario, es chupar y lamer lo mejor que sepáis el sexo y todo el entorno que esté a vuestro alcance, hasta que se os mande parar”.
“Creo que está bastante claro, pero para que no haya malentendidos, ahora haremos una prueba. Arsenio, Roberto y Lolita junto conmigo ocuparemos las sillas de los invitados, y ensayaremos el funcionamiento del sistema”.
A través del cristal de la mesa, vemos como el Ama y los compañeros se sientan en las sillas numeradas, correspondientes a los números 1, 2, 3 y 4.
“Ahora nosotros, a mi orden, con el mando empotrado en la mesa, pulsaremos un número del 1 al 4, teniendo en cuenta que si el número no se enciende, es que alguien lo ha marcado ya, y en este caso tendremos que marcar otro número, hasta que recibamos por medio de la señal que ha funcionado la solicitud. Los que estáis en el servicio de bajo mesa, cumpliréis la demanda, como si fueran los verdaderos invitados”.
“Podéis accionar los botones, ¡¡¡ya!!!”
Recibo una descarga en el pezón, no tan débil como había creído, cuando está el número 3 encendido.
No me lo puedo creer, me ha tocado Roberto con su tranca descomunal. Si tenia reparos en que me tocara un hombre, esto ya es superior para mí. De todas maneras, hago de tripas corazón y me coloco en la entrepierna de este monstruo, tengo que tirar del velcro que cierra la tapadera rosa de su suspensorio, para sacar su enorme pene, intento metérmelo en la boca, pero es más grande de lo que yo la puedo abrir. Lamo y chupo su glande y testículos, lo cual va provocando la erección del pene de una manera descomunal. A medida que voy actuando las vibraciones de aquel miembro me están indicando que es capaz de correrse en mi boca, intento pausar mi acción, pero sus movimientos aumentan. Espero que, sin la orden del Ama, no se atreverá a venirse dentro de mí.
Mientras estoy temiendo que ocurra lo que no deseo, oigo que el Ama empieza a gemir y suspirar. Miro y veo a África entregada a su servicio. Por como suspira y se mueve el Ama, pienso que las habilidades de la bella negra no distarán de las que experimente con Lolita, el Ama se vendrá de un momento a otro y terminará la función, antes que el enorme falo de mi compañero me ahogue con su semen.
Ocurre todo lo contrario, los suspiros del Ama van en aumento y oigo su voz, diciendo:
“¡¡¡Correros en sus bocas!!!, y que traguen todo lo que expulséis hasta la última gota, para que la prueba sea completa”.
Y diciendo esto gime y suspira emitiendo un fuerte grito de placer y soltando como siempre un fuerte chorro líquido.
Al mismo tiempo mi boca se ve inundada de un espeso liquido que me produce nauseas pero que trago, no se si por temor o por ardor hacia el Ama.
“África sigue con tu trabajo, los demás salir de debajo de la mesa, y vosotros levantaros de las sillas”.
“Acércate número 8 y abre tu boca”.
Hago lo que me dice y otra vez me besa moviendo su lengua por dentro de toda mi boca.
“Muy bien esclavo, tenía que cerciorarme de que habías cumplido mis ordenes, no estaba muy segura de ti”.
“Gracias, mi Ama, solo deseo ser un esclavo digno de vos”.
“Creo que el servicio de bajo mesa ha quedado completamente claro. Ahora ensañaremos el servicio de mesa igual que hemos hecho anteriormente, hasta las ultimas consecuencias”.
Tomar asiento en las sillas del 1 al 4, por orden de numeración.
Yo como es natural ocupo la silla número 4.
“Los que estáis sentados tenéis ahora la misma potestad que tendrán mis invitados. Por lo tanto, podéis solicitar los servicios y realizar los caprichos que se os ocurran de los esclavos que están para servir, sin tener que solicitar mi permiso para nada”.
“Yo participare para que haya 4 por bando, pero solo atenderé las solicitudes del novato número 8”.
Al oír esto, siento un mareo por el deseo que me invade. Inmediatamente reacciono, pues no creo que me vea con el valor suficiente para solicitar los servicios del Ama.
“La prueba acabara cuando suene la última campanada de las 12 en el carrillón del fondo. Y empieza ¡¡¡Ya!!!”.
Marisa hace un gesto a Arsenio para que se acerque, le saca el pene de su body y lo sienta en la mesa de cara a ella montándose encima y clavándose el erecto pene de su compañero, sin dejar de balancearse arriba y abajo, mientras clava sus largas uñas en su espalda.
Africa llama a Roberto y lo manda arrodillar para que trabaje su coño y su entrepierna.
Lolita con su traje de colegiala sin bragas, se tumba de cintura para arriba sobre la mesa, dejando su precioso culo expuesto para que el marica del nº 6 la encule con gusto.
Yo tiemblo de placer solo pensando en la oportunidad que tengo de poseer aquel cuerpo fascinante y misterioso de la mujer que me domina, pero no me atrevo. Tengo el mienbro en plena erección solo por el deseo que me invade. Veo pasar el tiempo y se que terminara el plazo sin atreverme a ejercer el derecho que ella misma me ha otorgado.
“Decídete, viejo inútil. ¡¡¡Enculame ya!!!
Mientras se ha recostado en la mesa, a apartado la fina tira de su tanga y poniendo su increíble culo a mi vista y a mi alcance, chilla
“¡¡¡Ya!!!. Viejo imbécil”.
Inútil, imbécil…, estas palabras resuenan y torturan mi cabeza y con rabia me tiro sobre su culo y lo empalo con toda mi rabia. Nunca había hecho algo así, y noto una fuerte opresión desconocida en todo mi miembro, al tiempo que el culo empieza a hacer movimientos de dentro a fuera y de lado a lado y un placer intenso y desconocido me invade.
“Oprime y araña mis pechos con fuerza. Aprieta y retuerce mis pezones hasta hacerme llorrar”.
Yo ya no estoy en este mundo, mi conciencia no rige ni dirige. Solo respondo a impulsos e instintos. Aprieto retuerzo y doy fuertes golpes con mi pene dentro de su culo.
Ella chilla, gime y se retuerce.
“¡¡¡Muerdeme!!!,¡¡¡ matame!!! Pero suelta toda tu leche en mi culo.
Dice mientras con su mano derecha maltrata fuertemente su coño
Y yo exploto dentro de ella chillando y babeando, en un éxtasis jamás sentido ni imaginado, mientras ella clava fuertemente sus afiladas uñas en mis glúteos, y chilla mientras suelta chorros líquidos sobre la mesa.
“¡¡¡Damela toda!!!, viejo egoísta, quiero dejarte seco como una pasa”.
Suenan las campanadas del carillón, parece que con ellas desaparecen los deseos y las fuerzas de todos nosotros.