Mi última Sonata - Capitulo 5º
Relato real de mi incorporación no buscada en el mundo de la esclavitud y la sumisión.
Capitulo 5º
Quien la hace, la paga.
El Ama se ha marchado y en este momento hay como un relajamiento general. Yo me mantengo en una irrealidad que me tiene confundido y que altera mi estado de conciencia.
“Relájate y descansa. Has vivido experiencias bastante traumáticas y es natural que te encuentres desorientado”,
oigo que me dice Marisa.
Después del polvo que me ha echado, siento un afecto y una ligazón hacia ella.
“Marisa, siento un profundo afecto hacia ti y puedes contar siempre conmigo. Aunque tu belleza me perturba, y hace difícil estar cerca de ti sin que mi imaginación se dispare”.
“Como ya te he dicho, ahora descansa que por lo que ha dicho el Ama aún no ha acabado contigo”
Esto me inquieta y me desasosiega pues la incertidumbre de estas palabras hace más inquietante lo que significan.
“¿Pero a que puede referirse con lo de “no he acabado con el nº 8”?
“No le des vuelta, nunca sabemos que pasa por la cabeza del Ama, más vale que lo olvides y descanses hasta las 2 en que baja la comida del mediodía”.
Me dirijo a la sala donde tengo el colchón, pero está cerrada por una verja de hierro. Voy a Marisa y le pregunto por esta circunstancia.
“Hasta la 10 de la noche no se abre la verja de las habitaciones. Ahora solo puedes quedarte en esta sala o encerrarte en tu jaula. Si te encierras en la jaula no podrás salir hasta que el Ama te requiera. Esto lo hace para poder castigarnos si faltamos a las normas establecidas. Ella nos tiene vigilados en todo momento, aunque no esté presente”.
Y mientras dice eso me está señalando los techos donde hay varias cámaras emplazadas.
Miro alrededor y veo como Teresa está hablando con la nueva Lolita, parece que solo tiene ojos para ella. En cambio, el nº 6 está discutiendo con Arsenio, y este le hace ademan de que se vaya de su lado. Pregunto a Marisa,
“Y a esos que les pasa”.
“No hagas caso, el nº 6 es gay, y esta buscado a Arsenio, como Teresa está detrás de Lolita”.
Vaya panorama pienso yo, y recuerdo que en casa habrá preocupación por mi ausencia, aunque no es la primera vez que falto uno o varios días.
“¿Oye Marisa, que puedo hacer para comunicarme con mi casa y tranquilizar a la familia?
“Solo tienes que usar el interfono, que está en la entrada de la sala de las habitaciones, explicar tus razones y si el Ama lo cree conveniente se te abrirá la caja de al lado donde hay un teléfono que podrás usar.
Mientras voy hacia donde me ha indicado Marisa voy pensando que excusa daré para tranquilizar a la familia. Llamaré al nieto diciendo que en casa no me contestan, a él me será más fácil contarle la historia que se me está ocurriendo.
Explico por el interfono mis razones para poder usar el teléfono, e instantáneamente la puerta de la caja de al lado se abre. Cojo el teléfono portátil que hay dentro y suerte que como yo no uso ni tengo móvil, recuerdo los 4 o 5 teléfonos importantes para mí, entre el que está el de mi nieto. Marco el número y me contestan al instante.
“Hola Ricardo, que estoy llamando a casa y no me contestan. Tengo que viajar con un compañero y como sabes yo no tengo móvil y no podre llamar hasta que lleguemos a su casa. Tiene que enseñarme unas cosas importantes y puede que este un par de días con él. Avisa a la abuela que no se preocupe que ya llamare cuando pueda.”
“De acuerdo abuelo, que vaya todo bien, yo llamare ahora a la abuela y se lo explico todo. Un beso”.
“adiós, hasta pronto”
Y cuelgo el portátil en la base y la caja se cierra automáticamente.
Por un momento me pareció que había vuelto al mundo normal, pero solo darme la vuelta y ver aquella gran sala con toda clase de aparatos y dependencias, sí que vuelvo, pero no al mundo normal sino al mundo real.
Se oye un ruido en un rincón de la sala y veo que todos se dirigen allí. Hay un elevador y veo que
van sacando por el turno de siempre unas bandejas con comida. Todas lleva un número, pero no todas llevan las mismas viandas, especialmente me fijo que la bandeja de Teresa solo lleva un cuenco con una especie de sopa y un chusco de pan. Yo recojo la última bandeja que lleva el nº 8, con espaguetis, un muslo de pollo, patatas fritas, pan y un flan.
Se oye el ruido de una verja que se desliza y se ilumina una nueva estancia donde hay una larga mesa y los utensilios necesarios para instalarnos a comer.
Las sillas están numeradas y cada uno se sienta en la que le corresponde, el nº 1 está en una punta de la mesa y yo como ultimo en la punta contraria. Hay agua, vino tinto y blanco y todo lo necesario para aderezar los alimentos.
Me resulta algo extraño notar que estando todos en la misma mesa se hable tan poco, solo para pedir algo o comentar la bondad de la comida. Pienso que se debe a saber que estamos vigilados por cámaras, aunque yo no las veo en esta habitación.
Lo encuentro todo como si estuviera conviviendo en una comunidad o en un convento.
Hace ya un rato que he comido y todos estamos algo relajados, pero continuamos con poca conversación.
De repente las luces disminuyen de intensidad y quedamos en una penumbra. Todos se levantan y van saliendo de la estancia, yo les sigo, soy el último en salir y veo como la verja se desliza y cierra la estancia donde hemos comido.
Marisa se me acerca y me dice,
“Ve a los lavabos y límpiate y aséate que en un cuarto de hora bajara el Ama y debemos estar limpios y aseados para estar en su presencia”.
Así lo hago. En los aseos hay unos vasos numerados con cepillos y dentífrico para lavarse la boca, cojo el nº8 y paso a ejecutar lo necesario para la limpieza y aseo que creo necesario.
Al poco la sala se ilumina fuertemente y del ascensor sale el Ama con un Corset, liguero, tanga y zapatos de altísimo tacón todo en negro.
Esta vez caigo de rodillas y doblo mi cabeza hasta el suelo, como veo que hacen los demás, pero la rápida visión que he tenido del Ama me ha embargado de tal modo, que tengo que hacer verdaderos esfuerzos para no levantar la cabeza y disfrutar de esta visión que solo un pequeño destello ya me ha impresionado tan profundamente.
“Poneros en posición de entrega”
Y todos enderezamos el cuerpo, ponemos los brazos detrás del cuello y proyectamos las caderas hacia delante para que nuestro sexo sea más visible y accesible.
A pesar de mi inquietud por lo que pueda hacerme, su visión es tan impresionante, que no me preocupa lo más mínimo. Lleva unos tacones muy altos que estilizan más su hermoso cuerpo. Andando hacia su sillón veo su prominente culo desnudo y rosado y las ultimas fibras que me unen con el mundo real desaparecen de mi mente. Quiero ser una alfombra para este ser superior, quiero lo que ella desee, sea mi placer o mi dolor, nada me importa más que su atención, no hay más mundo para mí, sin ella no quiero ser.
“Primero acabaremos con el nº 8 y después ajustaremos cuentas con Teresa”.
La segura Teresa ahora se ha puesto pálida y algo temblorosa.
Yo estoy tan obnubilado que ni oigo ni siento, solo estoy dispuesto a complacer a mi Ama.
“Marisa, coge al nº 8 y fíjalo en la camilla”
Marisa viene hacia mí, engancha una correa de cuero en mi collar y tirado de mi me lleva hasta una camilla llena de enganches en todos los lados.
“Túmbate con los brazos encima de la cabeza y las piernas separadas”.
Me tumbo y Marisa empieza a fijar mis piernas en los enganches laterales y mis brazos en la cabecera de la camilla y con unas correas que hay en la camilla ata mis piernas y mi cintura al igual que mi cabeza fija por una correa que pasa por mi frente.
Estoy mirando al techo y ya no me sorprende verme reflejado en un espejo.
Estoy algo inquieto por la indefensión en que me encuentro, pero aquella ansia que ha nacido en mí de complacencia hacia mi Ama está borrando todo temor, más bien deseo estar en sus manos sea lo que sea lo que ella desee hacerme.
Ahora se ha acercado a mí y me mira fijamente, yo la miro y desfallezco de placer al ver su hermoso cuerpo y percibir su suave olor. Para mi cerebro todas estas sensaciones son como una droga que produce múltiples sensaciones.
Esta junto a mi cara mirándome fijamente y acerca su boca a mi boca y me besa. Estoy en un sueño, todo mi cuerpo tiembla y a la vez entra en calor y sofoco generalizado.
Se incorpora y pasa sus manos por todo mi cuerpo, piernas, pecho, brazos y finaliza acariciando mi sexo. La sangre no llega a mi cerebro, va a donde va su mano y ahora hincha mi pene.
“Quiero verte sufrir para mi placer, si tu sufrimiento hace estallar mi placer, yo seré después tu premio. ¿Entendido, esclavo?
Solo pensar en poseer a mi diosa hace que entregue mi voluntad sin límite.
“Si, mi Ama. Hazme sufrir lo indecible, tortúrame, provócame el mayor dolor que seas capaz de infligir, quiero ser digno de ti”.
“Tranquilo, ahora no pasara de una pequeña molestia, ya me ganaras en otras pruebas”.
Mientras veo que coge una fina y larga cánula, la cual unta copiosamente con glicerina liquida. Pasa sus uñas por mi escroto y pene, mientras dice.
“Marisa excítale un poco para poder proceder a su lavado”.
Marisa empieza a acariciar mi sexo y este ya medio excitado va poniéndose rígido apuntando al techo.
“Déjalo, ya está bien, aguántale el pene que no se mueva mientras le introduzco la cánula y le lavo el interior”.
Estas palabras me inquietan, pero mi consciente está incontrolado y mi cuerpo inmovilizado.
Siento y veo como toman mi pene y el ama empieza a introducir la cánula por su orificio. Me produce cierto dolor, pero no tanto como hubiera podido imaginar. El pene continúa tieso y se ha tragado casi toda la cánula, entonces siento como un chorro de agua tibia dentro de mí, veo como sacan la cánula y con ella sale un gran chorro de líquido. Al parecer me ha dado un enema prostático.
“Bien, esclavo, ahora te liberaran y pasaremos al castigo de Teresa por su desobediencia”.
“Arsenio y Teresa venir delante de mí”.
Ambos acuden rápido y besan los pies del Ama para demostrar su sumisión.
“Tu, Teresa, bollera incorregible, le vas a chupar la polla a Arsenio hasta que esté a punto de reventar, entonces lo montaras para su disfrute total, y tu Arsenio la agarraras fuertemente para que no pueda escaparse”
Así lo hace Teresa y cuando percibe que Arsenio está fuertemente empalmado monta sobre él y continúa fallándoselo. En este momento el Ama manda a Roberto:
“Pronto, Roberto, encula a Teresa y métele los huevos si es posible”.
Al oír esto, el espanto sacude a Teresa se dirige al Ama diciendo:
“NO¡¡¡, mi Ama, por favor no haga esto, con esta polla suya me destrozara y desgarrara toda”.
“Como más daño te produzca, más placer para mí”.
Arsenio la tiene fuertemente agarrada cono le ha indicado el Ama y ya Roberto se ha colocado encima de Teresa, le dobla las piernas hacia arriba y la encula, está empieza a chillar como un cerdo en la matanza, pero los dos hombres bombean con sus penes los dos orificios.
Los chillidos de Teresa continúan y suben en intensidad, mientras el Ama se acerca y descubre su sexo y lo pone casi al alcance de la martirizada mujer, que a pesar del dolor que está sufriendo intenta con su boca alcanzar el sexo del que solo puede percibir su olor, para encabritarla más.
Los chillidos van en aumento mientras los dos hombres aumentan la cadencia de bombeo que indica que van a venirse de un momento a otro, la mujer a pesar de sus gritos de dolor intenta alcanzar el coño del Ama que esta fuera de su alcance. Entonces el Ama empieza a lanzar latigazos sobre ellos al tiempo que los anima a venirse.
“¡¡¡Correos dentro de ella, llenad su cuerpo con vuestra leche!!!
Exhalando gritos de placer los dos hombres descargan sus testículos del semen acumulado.
“Sacar vuestras pollas que quiero ver el destrozo que ha producido el pollón de Roberto”.
La mujer está en cuchillas y al sacar la polla de su culo, se ve lleno de estrías que sangran con abundancia.
Parece que el Ama ya había calculado los efectos que produciría la penetración, tiene en su mano un palo que termina en una especie de cuña de hierro incandescente y lo aplica sin consideración en el ano de Teresa. El grito es desgarrador y la mujer se revuelve por el suelo en una especie de ataque epiléptico.
“África, rápido¡¡¡ cómeme el coño, y tu nº 6 enculame y masajea mis pechos”.
Por el nerviosismo del Ama, se nota que el sufrimiento de su esclava la ha excitado poderosamente y pronto empieza a dar gemidos de placer.
“Moveos más rápidamente, inútiles¡¡¡”.
Y ambos aceleran los movimientos y el Ama suspira y gime con más intensidad cada vez.
“Nº 8 viejo inútil coge el látigo y azótame con fuerza”.
Estoy paralizado y miro hacia Marisa, ella me hace un gesto de aprobación y con las manos un movimiento que indica que actúe con rapidez.
Cojo el látigo y empiezo a golpear al Ama.
“Mas fuerte y más rápido, viejo inútil”.
Ya mi mente está en blanco y actúa como dirigido por la voz del Ama, empiezo a dar latigazos cada vez más fuertes y aumentando la cadencia.
El Ama aumenta sus chillidos al tiempo que solo dice:
“Mas, Mas, Mas…”
Y con un gemido ensordecedor y prolongado, explota en medio de convulsiones de todo su cuerpo.
Aun doy 2 o 3 latigazos y miro a Marisa que con las manos me hace un gesto indicando que detenga los golpes.
Así lo hago, mientras el Ama se ha ido relajando y hace un gesto para que me acerque a ella.
Me acerco a su cara y ella me coge por la cabeza y me da un profundo beso.
“Gracias a ti mi placer ha sido total”.
Mientras, toca mi pene que está en plena erección.
“Marisa y Lolita recompensar al nº 8 por su actuación conmigo”.
Ambas se acercan a mí y empiezan a chupar mi polla y mis testículos, lo que me lleva muy rápidamente al deseo de correrme.
“Ama, ¿permite que me corra?
“Eres libre, ya te he dicho que quiero premiarte”.
En este momento, Lolita que está chupándome los huevos coge por la base el dildo que está en mi culo y empieza a moverlo adelante y atrás y ello hace explotar mi polla de inmediato. Lleno la boca insaciable de Marisa que continúa bombeando mi polla y que relame completamente, limpiando todo el semen vertido.
Caigo tendido sin fuerzas y viendo estrellas en mis ojos. Es la flojera que siento en todo el cuerpo menos en el centro de mi sexo.
Nuevamente al recordarlo me éxito y veo como mi pene empieza a lubrificar.
Voy a dar por terminado el capítulo, continuare contando las experiencias de aquellos días, mañana.