Mi última Sonata - Capitulo 4º

Relato real de mi incorporación no buscada en el mundo de la esclavitud y la sumisión.

Capítulo 4

Empieza mi adiestramiento

Tumbado bajo el mullido nórdico, mi cabeza empieza a serenarse y a reportar todo lo sucedido aquel día, 7 de marzo del 2020.

Era sábado y había salido a tomar una frugal pero sabrosa comida en El Amaya, donde mi paisano Mateo me atendía al tiempo que hablábamos del algún suceso de nuestro pueblo. Al salir del Amaya aprovechando el buen tiempo me decidí a dar un paseo cuando me sucedieron todas las cosas que he relatado.

Aún desorientado, y repasando todo lo sucedido que me parece como si lo hubiera soñado, voy relajándome de las tensiones pasadas y caigo dormido profundamente.

“Despierta nº 8” oigo mientras alguien me zarandea agarrándome por mi hombro. Abro los ojos y completamente descolocado con mi conciencia medio dormida veo una mujer cerca de mi cara que está diciendo.

“Levanta que ya son la 9 y hay que arreglarse y prepararse porque a las 10 baja el Ama.”

El sonido de la palabra Ama me electriza completamente. Es como un golpe que me devuelve a la realidad instantáneamente. Recuerdo en un flas todo lo ocurrido y se apodera de mi un desasosiego, y vuelvo a sentirme embargado por aquellas ansias que la presencia del Ama había invadido mi persona. Reconozco a la mujer que esta frente a mí, es la que responde al nombre de Marisa, y que me dejo atado a la pared con una cadena que aún está fijada en mi cuello.

Ella abre el candado y libera la cadena y tirando de ella dice:

“Sígueme que tienes que bañarte y aliñarte para cuando baje el Ama”

Tira de mi cadena. Yo estoy desnudo y siento un poco de vergüenza ante la mujer, pero ella con naturalidad empieza a andar y yo obligado por la cadena que tira de mi la voy siguiendo hasta una sala donde hay varios baños y tocadores como de peluquería.

Me quita el collar y la jaula de pene que me había puesto la noche anterior, me hace entrar en una bañera ya llena de agua a una temperatura muy agradable. Hecha un pote de sales que huelen a azahar y con una suave esponja empieza a frotarme espalda y dorso al tiempo que hace que me ponga de pie.

“Inclínate hacia delante y abre las piernas, tengo que limpiar tu culo y el orificio de tu ano”.

Ahora la vergüenza me hace enrojecer, pero soy como un autómata y voy haciendo y siguiendo todas las indicaciones que recibo. Me inclino y abro las piernas como me ha indicado, y ella frota mis nalgas y de repente siento como una quemazón dentro de mi culo, que me hace exclamar un ay¡¡ de queja.

“No pasa nada es una pequeña esponja que he introducido en el ano para limpiarlo.”

Ni ahora que recuerdo todo esto comprendo mis reacciones. Pero la verdad es que yo voy facilitando todo lo que quieren hacer conmigo.

Me indica que salga de la bañera y con una suave toalla seca todo mi cuerpo.

Seguidamente hace que me siente ante una bacía de barbero y lava mi cabeza con energía.

Con un secador acondiciona mi cabello, perfila y limpia mis cejas, mis orejas y mi nariz.

“Bueno parece que ya estas presentable, mientras no baje el Ama te cubrirás con esta chilaba blanca que está colgada en el perchero.”

Coge la chilaba y ayuda a ponérmela. Es como la que lleva ella, me llega casi hasta los pies, está abierta tanto por delante como por detrás de cintura hacia abajo, lo cual hace que al andar muestre mis intimidades sin remedio.

“Ya son cerca de las 10. Ahora vamos a la sala y cada uno ocupara su jaula, tú debes entrar en la nº 8”

Vamos a la sala y me indica que entre en la jaula con el nº 8, así lo hago y una vez dentro, la jaula se cierra automáticamente.

“Recuerda, cuando baje el Ama, si te indica que salgas de la jaula, debes sacarte la chilaba doblarla, dejarla frente a ti, y tú de rodillas delante de tu jaula en la postura de sumisión que ya te han enseñado.”

“De acuerdo y gracias” me oigo decir.

La jaula es estrecha y no permite demasiados movimientos. Pero mis pensamientos están solo

esperando de que sean las 10 y que aparezca el Ama.

Parece que el reloj se ha detenido y que el tiempo no pasa, la espera se me hace eterna, pero de golpe la sala se ilumina, y de la puerta del ascensor sale mi deseada Ama, radiante, con un precioso traje rojo que le llega hasta los pies, calzada con unos finos zapatos también rojos y con un tacón enorme que realza aún más su bella figura.

Andando va hacia el gran sillón que preside la sala y se deja caer lánguidamente en él.

“! Salir ¡, esclavos”.

Al mismo tiempo que oigo estas palabras la puerta de la jaula se abre, y yo apresuradamente me saco la chilaba y la doblo al tiempo que salgo de la jaula y me arrodillo cara al gran sillón donde está el Ama, y me pongo en la postura de sumisión que ya me dejaron claro el día anterior.

“Hoy tenemos un nuevo esclavo, el nº 8, y por lo tanto debemos dedicarnos a los preparativos para iniciar su adiestramiento. Marisa será la tutora del nuevo esclavo. Acércate, Marisa”

Marisa gateando se acerca a los pies del Ama y se somete besando sus pies.

“Espero que el nº 8 esté debidamente preparado, pero para mayor seguridad vista su edad, le aplicaras un buen enema para asegurar su absoluta limpieza.”

“Si, mi Ama, cuando Ud. lo indique”

“Levanta y haz lo que te he mandado”

“Si, mi Ama”

Marisa se levanta viene hacia mí, engancha el collar con la cadena que esta frente a mi jaula y me lleva gateando hasta un Yacusi que está a la izquierda del sillón del Ama. Hace que entre dentro y me recueste de lado en una plataforma que hay en uno de los lados.

Yo hago todo lo que me indica, estoy como en un sueño sin ser dueño de mí.

“Flexiona las rodillas y pégalas al pecho”

dice Marisa y yo hago lo indicado. Ella veo que coge un frasco de lubrificante y una manguera de ducha que hay en el yacusi que termina en una fina cánula la cual lubrifica extensamente. Acto seguido se acerca a mí y abriendo mis nalgas introduce la cánula en el recto. Ello me produce un cierto dolor y al mismo tiempo placer. Inmediatamente siento como entra un líquido moderadamente caliente dentro de mí, con tal presión que siento invadido todo mi bajo vientre.

“Creo que habrá suficiente, que retenga el líquido un cuarto de hora.”

“De acuerdo, mi Ama”. Contesta Marisa y dirigiéndose a mí,

“Ya has oído al Ama, aguanta hasta que te lo indique o saldremos las dos perjudicados, ¿entendido?

Asiento con la cabeza y procuro no moverme y resistir, aunque mis ganas de aliviarme son ya manifiestas.

“Mientras esperamos que Marisa acabe con la limpieza del nº8, dejaré que Teresa venga a masturbarme, se ha portado bien últimamente y merece un premio”.

Al tiempo abre su vestido y deja ver un monte de venus dorado y esplendido.

Teresa no ha tardado ni 10 segundos y ya está a los pies del Ama, a los que besa con sumisión mientras ella abre sus piernas para facilitar el acceso a su vulva.

Teresa ya está como loca lamiendo y chupando el coño del Ama. Esta coge de una mesita un frasco que está a su lado se llena la mano con su contenido y la pasa por su entrepierna, al mismo tiempo que se reclina en el sillón cerrando los ojos y concentrándose en las sensaciones que le produce la laboriosa y entusiástica entrega de Teresa.

“Mis pechos, esclavos”.

Inmediatamente todos corren hacia el Ama,

Arsenio y Roberto empiezan a lamer los pechos y los pezones del Ama, mientras el coñon del mnº6 y la pequeña del nº 7 besan y lamen los pies y los dedos.

Teresa debe ser una experta en este oficio pues al poco el Ama empieza a gemir y balbucear cada vez más fuerte llegando a gritar de un modo exagerado hasta que la niña que está lamiendo sus pies coge un objeto de la mesita y la introduce en el recto del Ama, al momento esta chilla como si fuera a perder la vida y suelta un chorro de líquido por su vagina que deja el suelo encharcado.

Al poco cesan los gritos y gemidos.

“Retira y apaga el vibrador”

y la niña retira la bala vibradora, que le introdujo en el ano y que hizo estallar el clímax de su Ama.

Yo contemplando estas escenas pierdo la concentración y sin más me abro a vaciar mi vientre de todo el líquido que se me había introducido.

La plataforma donde estoy acostado tiene un desnivel con agujero que drena toda mi expulsión.

Teresa continúa acariciando suavemente toda la entrepierna del Ama, lamiendo con suavidad su vulva y sus labios, mientras la niña recoge y limpia lo expulsado por la eyaculación del Ama.

Parece que todos enfrascados en atender al Ama nadie se ha enterado de mi evacuación.

Pasan unos minutos y el Ama se yergue en el sillón y pregunta por mi estado.

¿Como está el nº 8?

“Acaba de evacuar” dice Marisa.

“Pásale crema y lubrificante que le pondremos un dildo de dilatación. Creo que no tiene el culo trabajado”.

Yo acostado en la plataforma inmóvil sigo mentalmente todo lo que está ocurriendo, pero como si lo viera desde fuera.

“Fíjalo en el banco multiusos con las piernas separadas hacia arriba.”

“Bien, mi Ama.”

Marisa tira de mí y me lleva hasta un aparato que tiene una plataforma acolchada a unos 70 cm. del suelo y una barra transversal en la parte superior.

Coge un par de esposa de cuero con anillas incorporadas y las fija en mis puños.

“Túmbate de espaldas sobre la tabla y levanta las piernas para que pueda fijarlas”.

Me tumbo en la plancha mientras ella coge mis brazos uno después de otro y los fija por los puños al lateral del banco. Seguidamente me ajusta unos cinturones de cuero en cada tobillo y los fija a unos anillos situados en lo alto de las barras laterales.

A más inri, Marisa fija también mi cuello con dos sujeciones cogidas a las argollas de mi collar.

Un juego de espejos refleja mi posición en el techo de la sala.

Mi cabeza queda mirando al techo y veo mis nalgas y mis piernas levantadas con todo detalle. La visión acaba de humillarme aún más si es posible. Mi espalda esta sobre la plataforma, pero mis nalgas quedan fuera por completo. Estoy inmovilizado y a merced de lo que quieran hacer conmigo.

El Ama se ha levantado y se acerca al banco donde yo estoy. Desnudo, con las piernas abiertas, exponiendo por completo toda la parte de mis nalgas y la entrada de mi culo.

“Marisa, tráeme la caña de dragón, calentaremos un poco estas nalgas, para que cojan sensibilidad”.

Mientras noto la mano y las uñas de mi Ama en las nalgas y el escroto, lo cual me produce una reacción electrizante que hace palpitar mi sexo.

“Debes aprender que estas para mis caprichos y que tu misión solo consiste en satisfacerme. No me importa si disfrutas o sufres solo importa lo que yo deseo, ¿vas entendiendo?

“Si, mi Ama, solo deseo complacerla”. Y digo estas palabras no por temor o cualquier otro motivo, las digo porque siento esta ansia de complacer a aquella mujer que se ha convertido en una diosa para mí.

“Tápale los ojos para que no pueda ver cuando recibirá el azote”

Y Marisa me coloca una máscara en los ojos que impiden por completo la visión.

Todo ello me hace concentrar a la espera del golpe que voy a recibir.

Noto unos toques suaves en mis nalgas y de golpe

Zassssss, como un aguijonazo he sentido en mis nalgas.

Zassssss, Zassssss, Zassssss seguidos y cada vez más fuertes.

“¿No has aprendido a contar y agradecer la mano que te educa?

Mi cabeza funciona con toda rapidez recordando mi experiencia del día anterior.

“Si, mi Ama. Perdón, mi Ama.”

“Pues, empecemos”

Vuelvo a sentir pequeños toques en mis nalgas y otra vez de golpe

Zassssss. “Uno, gracias mi Ama.”

Zassssss. “dos, gracias mi Ama.”

Zassssss. “tres, gracias mi Ama.”

Los golpes ya van siendo más dolorosos a medida que caen en la carne ya sensibilizada.

Y siempre jugando con los toques suaves y amagando el golpe recibo 10 nalgadas.

“Destápale los ojos para que pueda verse”

Me destapan los ojos y a través de las lágrimas que llenan mis ojos, contemplo mis nalgas completamente rojas con líneas ya negras por la necrosis que me han producido los fuetazos.

“Le han quedado unas bonitas nalgas” dice mi Ama.

“Tráeme un Dildo de principiantes”.

Y Marisa va hasta la consola del fondo y viene con un dildo negro que entrega al Ama.

“Le has lubrificado suficientemente?”

“Sí, como Ud. ha indicado, mi Ama

“Acaríciale y estimulale la polla para que se relaje mientras yo le introduzco el dildo.”

“Ahora te colocare un pequeño dildo que iré cambiando diariamente para aumentar tu capacidad anal.”

Estimula mi ano con un pequeño masaje al tiempo que introduce uno de los dedos dentro de el. Siento un escozor intenso en mi interior, pero al momento retira su dedo y empieza a introducirme aquel chisme puntiagudo que poco a poco va penetrando en mi recto hasta su totalidad.

Con esta operación acompañada de la labor de Marisa sobre mi pene, éste ha tomado vida y está completamente rígido.

“Tráeme la fusta de cuero que el vejete se está colocando”

El Ama coge la fusta que Marisa le entrega, empieza a darme golpes con ella en los testículos y en mi pene con una rápida carencia y cada vez con mayor intensidad. El resultado es un fuerte dolor y una rápida flacidez de mi miembro.

“Bueno así estas mejor, pues aún no hemos terminado tu limpieza, esclavo”

Mientras los demás esclavos están en sus puestos completamente desnudos, callados y sometidos, observando todo lo que está sucediendo.

“La niña que venga con su tutor, y tu desata al nº 8”.

Mientras Marisa me desata y me ayuda a salir de aquel potro de castigo, la niña y el hombre que corresponde a la jaula de Arsenio se postran ante el Ama y besan sus pies, como es preceptivo.

“Dado que la nº 7 lleva una semana de adiestramiento y con buena disposición considero que merece se le impongan las credenciales y ornamentos que corresponden a los esclavos de mi pertenencia”.

La niña esboza una sonrisa se satisfacción, pero al momento se la ve algo asustada, por lo que seguramente sabe va a suceder.

Marisa y yo pasamos a besar los pies del Ama, y nos dirigimos a arrodillarnos delante de nuestras jaulas.

Yo me siento raro con aquel objeto dentro de mí. En principio me daba cierto dolor y un fuerte escozor, pero poco a poco me voy acostumbrando y dejo de notarlo.

Mientras Arsenio y la niña se colocan delante de un aparato de madera, tiene un rectángulo vertical y un travesaño con dos esposas metálicas y diversos agujeros que permiten graduarlo en altura.

“Fíjala con las piernas abiertas y con los brazos en cruz”.

“Si, mi Ama”

Y Arsenio coloca a la niña de la guisa que ha mandado el Ama.

Ahora con el cuerpo tenso y estirado por las fijaciones que la inmovilizan, muestra toda la belleza de su cuerpo espectacular, un vientre plano, unas caderas prominentes y unos senos bellos y perfectos.

“Querida, primero pondremos mis anillos en tus pezones y si lo mereces después anillaremos tu clítoris con mi marca también. Si soportas con dignidad la prueba marcare el final de tu espalda a fuego con mi hierro y te daré el nombre de Lolita para nuestra comunidad. ¿Estas dispuesta a someterte por libre voluntad a estas pruebas de iniciación?

“Si, mi Ama, no tengo otro deseo que serviros y complaceros y tener la dicha de perteneceros por completo”.

“Empecemos, pues. Arsenio, tráeme los anillos y un succionador triple. Estimularemos los pezones y el clítoris de la niña para facilitar la colocación de los anillos”.

La niña como me paso a mi puede verse en un espejo que esta frente a ella, parece que está tranquila pero su cuerpo continúa tenso.

“Cubríos y acercaos todos para ver la iniciación de la futura Lolita”

Yo miro a Marisa y esta me indica un arnés de cuero negro que esta colgadlo al lado de mi jaula.

“Póntelo que yo te lo abrochare por la espalda y tú me abrochas el mío”.

El suyo es de color rojo y le favorece enormemente. Al ayudarla y tocar su carme, verla tan bella y desnuda delante de mí, el deseo crece y mi sexo reacciona perceptiblemente.

“Cuando se vaya el Ama dejare que te satisfagas conmigo, ahora repórtate, si nos ve nos castigara a los dos”.

Estas palabras aún potencian más mi deseo, procuro ponerme de modo que no se tan visible mi sexo.

Mientras el Ama ha colocado unos succionadores y por lo que oigo también vibradores en los pezones y en el clítoris de la niña. Esta responde rápidamente con jadeos y suspiros de placer. Su cuerpo intenta retorcerse, pero esta inmovilizada por completo de cabeza tronco y extremidades.

Las pequeñas copas son transparentes y permiten ver sus pezones que se han convertido en unos bonitos y grandes botones al igual que su clítoris que se hincha y se hace prominente, aumentando claramente de tamaño.

Ello solo hace que mi libido aumente y mi sexo también, miro a Marisa como para explicarle que no puedo disimular mi erección y ella ríe diciéndome,

No te preocupes, aquí puedes sentir lo que quieras el Ama ya nos hace presenciar esto para ver como reaccionamos.

La niña creo que tiene varios orgasmos, por los gritos y suspiros que se le oyen.

Ahora el Ama, retira la copa del pezón derecho, mientras la niña sigue gimiendo, lo coge con las yemas de su mano izquierda y con la derecha clava una aguja de grosor considerable en la base del pezón. El grito de la niña llena la sala y me sobrecoge.

Pienso que la futura Lolita estaba en pleno éxtasis, y con la sensibilidad exacerbada cuando el Ama conscientemente y con crueldad ha atravesado su pezón con la aguja.

“Buena y valiente chica” dice el Ama mientras la niña le saltan las lágrimas por el dolor experimentado.

“Quiero complaceros, mi Ama, pero os suplico que no sigáis, no aguantare este dolor, os pido que no sigáis”

“Deja de lamentarte, has dado tu libre consentimiento, no voy a detenerme ahora porque a la señorita le ha dolido un poco.”

La niña sigue llorando y suplicando.

Al Ama parece que le agrada el dolor y las suplicas de la niña y continua su labor retirando la copa del otro pezón y realizando la misma operación, clavando otra aguja en la base del pezón. El grito ahora es mucho más fuerte y desgarrador, todos tenemos cara de desaprobación, pero al Ama parece que le gusta el momento, pues está sonriendo satisfecha y se acerca a la cara de la niña a la que mira fijamente a los ojos.

“Tu dolor me excita y humedece mi sexo, ahora voy a hacerte sufrir más de lo que te imaginas y puedas soportar, porque tu dolor es mi placer y alcanzare el éxtasis más intenso que puedas imaginar”.

La niña continúa llorando y lamentándose, al tiempo que pide piedad para ella.

“Teresa, a ti que te gusta tanto la niña ven y chúpale el clítoris que ya tiene bastante excitado y hazme una señal cuando notes que ha crecido suficiente para poder anillarlo”.

Teresa acude rápidamente y acaricia con dulzura a la pobre niña que está completamente inmovilizada y que continúa llorando profundamente. Reacciona a las caricias con una débil sonrisa y parece que va calmando su ánimo, y más con el trabajo que Teresa empieza a hacerle en su coño ya excitado por el aparatito de marras, que retira mientras pega su boca y lengua dentro de la niña que lo agradece sonriendo y suspirando profundamente.

A pesar de mi edad yo estoy excitadísimo, aunque me apena la pobre niña martirizada cruelmente.

Teresa continua con su labor con gran satisfacción. Está claro que es deseo lo que la mueve por la forma en que se aplica a su mandato.

La niña empieza a jadear y dar pequeños gritos de placer cada vez más notorios y parece vuelve a tener orgasmos. Me maravilla la capacidad que tiene de disfrutar de orgasmos encadenados, cuando yo a mi edad tengo que encontrar la situación y las circunstancias muy especiales para conseguirlo.

Justamente en estos dos días que estoy en esta irrealidad mi poder de satisfacción esta revolucionado, consigo excitarme continuamente y mi lívido se ha alterado como la de un púber.

Los jadeos y gritos de satisfacción de la niña son tan continuos que no pueden esconder el éxtasis en que se encuentra.

“Teresa te he mandado que avisaras cuando la niña estuviera preparada, estas faltado a mi mandato, esta tarde arreglaré cuentas contigo. Ahora deja a la niña y cómeme mi coño mientras yo disfruto torturando a esta pequeña putilla.”

Teresa se encara al bajo vientre del Ama y empieza a lamerle y chuparle el sexo.

El Ama se planta delante la niña la mira fijamente a los ojos, ella le corresponde con deseo y entonces el Ama le basa profundamente en la boca y la niña responde con pasión.

“¿Quieres ser mi esclava, quieres que te posea completamente?

“Si, mi Ama. Es lo que deseo más ardientemente. Quiero ser vuestra por completo”

“Pues entonces sufre el dolor que me excita y grita y llora para mi satisfacción”.

Mientras está diciendo esto con unas pequeñas pinzas engancha el prominente clítoris de la niña y lo atraviesa con la aguja que tiene en su mano. La niña exhaló un inenarrable grito al tiempo que el Ama, que ha explotado en un éxtasis de placer ha inundado de líquido la boca de la complaciente Teresa, que continua a pesar de ello lamiendo y succionando el coño de su Ama.

Entre los gritos de dolor de la pequeña oigo al Ama diciendo.

“Podéis aliviaros a vuestro gusto”

No sé qué significa, pero mi miembro está completamente rígido como hace años no lo he visto.

Marisa se ha echado encima de mí y me monta sin reparo, veo a Arsenio que la encula y noto el peso y los golpes que recibe.

Con la excitación de todo lo ocurrido me vengo dentro de Teresa que gime al recibir mi semen en su coño y el de Arsenio en su culo. Nos desmontamos completamente rendidos tanto por los orgasmos conseguidos como por las emociones pasadas.

Miro a mi alrededor y veo que África ha recibido el mismo trato que Marisa a manos de Roberto y el Nº 6.

Ahora estamos todos tumbados y relajados, excepto la niña que aún emite gritos de dolor y Teresa que continúa complaciendo con su boca el coño de la languideciente Ama. Esta hace un ademan y Teresa saca la cara de la entrepierna del Ama.

“Calma a la niña que tengo que ponerle las anillas”.

Y Teresa complaciente empieza a acariciar a la pobre niña que continúa llorando profundamente

“Ya lo doloroso ha pasado, cambiare las agujas por las anillas y te tomaré como mi esclava Lolita. ¿Estas contenta?”

” Si, mi Ama. Gracias por tomarme para su satisfacción. No me importa sufrir se ello os complace. Me satisface el sufrimiento cuando pienso que él se convierte en placer para Ud.

“Serás una buena esclava para mí”.

Mientras ha ido cambiando las ajugas por unas pequeñas anillas de plata.

“Teresa, suelta a Lolita del potro y que pasen todos a felicitar a la recién nacida”.

Y seguidamente por un escalafón no escrito pero que debe ser consensuado y del que yo formo parte, pero en último lugar, vamos desfilado por delante de Lolita a quien felicitamos de palabra al tiempo que besamos su sexo exageradamente rojo e hinchado.

El Ama se levanta del sillón donde se había estirado y se dirige al ascensor mientras también por un turno no escrito todos los esclavos vamos acercándonos a besarle sus pies.

“Quedáis libres hasta la tarde que tengo que ajustar cuentas con Teresa y terminar la limpieza del nº8”.

Y diciendo esto entra en el ascensor y desaparece.