Mi última Sonata - Capitulo 2º
Relato real de mi incorporación no buscada en el mundo de la esclavitud y la sumisión.
Capitulo 2º
Mi primer día de esclavitud.
Pasa el tiempo, me parece que hace una eternidad que permanezco de rodillas en el centro de aquella gran sala, y sin voluntad para moverme. Las rodillas empiezan a dolerme y mis riñones acusan la duración del esfuerzo de mantenerme en aquella postura.
Mis pensamientos se atropellan igual que mis sentidos. No sé lo que pienso ni se lo que hago, pero solo tengo un deseo y un ansia que mi Ama vuelva a aparecer.
Esto aun tarda en ocurrir, pero al fin vuelvo a oír el ruido de sus tacones como los oí anteriormente y que ahora me suenan como el aviso de la llegada de mi deseo. Y así llega ella, mi Ama, esplendida dentro de un vestido ajustadísimo de color rojo y negro y con un escote exagerado que permite intuir la belleza de sus senos.
“Veo que te has portado como un buen esclavo”. Dice al entrar en la sala.
“Hoy empezaremos tu adiestramiento de esclavo y decidiremos se me sirves como tal”.
Yo digo con intención de agradar le. “Gracias, mi Ama por molestarse en educarme y adiestrarme”.
Esta frase me extraña a mí mismo, pero es tal el deseo de complacerla y de que perciba y sienta mi total sumisión que no puedo evitar manifestarme en este sentido.
“Bien en primer lugar estableceremos las normas a las que deberás someterte sin discusión.
Tendrás que grabarlas en tu mente y no faltar a ninguna de ellas, en caso contrario serás castigado según la gravedad de la falta.
La primera norma ya la conoces, Yo soy tu Ama y como a tal me trataras.
También conoces la 2ª y 3ª norma. No hablaras si no se te indica y asentirás a cualquier orden que te dé con el Si, mi Ama, ampliándolo con Gracias, mi Ama siempre que se te indique una orden o una acción sobre ti.
La 4º Norma es que permanecerás siempre de rodillas, desnudo con tu sexo expuesto y ofrecido claramente ante mí, mientras no se te indique lo contrario.
5ª Norma: Prohibido completamente tocar tu sexo o masturbarte sino es tu ama quien te lo manda.
6ª Norma: Cuando por las causas que sea tu libido te arrastre a la eyaculación, contrendas esta hasta que te lo autorice expresamente.
7ª Norma: Cuando por causa de tus faltas a las normas o por mi capricho seas castigado, no manifestaras ruido y expresiones de dolor y agradecerás con sumisión el castigo recibido.
8ª Norma: Llevaras siempre este collar que ahora te colocare, y que lleva mi nombre para que recuerdes tú y todo el que te vea que eres de mi propiedad.
A medida que me iba dando las normas yo me sentía cada vez menos dueño de mí y con más deseo de someterme a la diosa que me estaba hablando, no comprendía mi estado, pero sentía un placer interior y en todo mi cuerpo que nunca había experimentado.
9ª Norma: Cuando te preste a otra persona, te portaras con ella con la misma sumisión con ella como conmigo misma. Y tus faltas con ellas serán castigadas como si fueran conmigo.
Y 10ª Norma: Tu como esclavo mío que eres no puedes emanciparte de esta esclavitud por tu deseo, solo yo tu Dueña puedo liberarte de esta condición.
Yo estaba tan excitado que hubiera asentido a cualquier norma que hubiese establecido mi Ama, pero ella meticulosa como era saco un documento y lo extendió encima de la mesa que tenía a su lado, diciéndome
“Aquí he redactado un documento donde están expuestas todas estas condiciones, donde además se especifica que tu libremente aceptas este estado de esclavitud y sumisión y que con fecha de hoy debes firmar para mi satisfacción”.
Yo aún permanecía de rodillas y humillada la cabeza, por lo cual mi Ama me dijo. “Puedes levantarte para firmar, si así lo deseas”.
Realmente yo bullía en deseos de firmar aquel documento o cualquier otro que mi Ama me hubiera puesto, así que me levante y cogí una pluma que estaba al lado del documento y estampe mi firma. “Pon también la fecha de hoy con tu puño y letra” me indica mi Ama.
“Si mi Ama” respondo con sumisión. Y así lo hago.
“Bien esclavo, ahora ya me perteneces por completo y has dejado de ser libre, arrodíllate ante mí y besa mis pies en agradecimiento”.
Me postro con premura de rodillas y acerco mis labios a sus pies y empiezo a besarlos con pasión.
“Sácame los zapatos y lame mis dedos” oigo la orden de mi Ama y rápidamente realizo la acción que se me indica con profusión y con un deseo incontrolado y me hubiera sido inexplicable unas horas antes.
Me regodeo besando y lamiendo aquellos bellos pies, cuando mi Ama dice,
“Puedes besarme y lamer mis piernas hasta la ingle sin tocar mi sexo, pero despacio y con suavidad.”
Aquellas palabras revolvieron todas las sensaciones que mi cuerpo casi no podía aguantar, pero con cuidado y dominando mis deseos de pasión besé y lamí suavemente todas sus piernas paulatinamente acercándome cada vez más al centro de mis deseos, aquel pubis perfecto que era para mí en aquel momento el símbolo del paraíso. Ya estoy cerca de él y siento su olor inconfundible que ya me quedo grabado anteriormente. Noto la reacción de mi sexo y percibo su turgencia, pero parece que no soy el único que se ha apercibido del hecho, pues oigo a mi Ama que dice.
“Pero que está ocurriendo, a ver ponte de pie que me parece que te estas excitando demasiado”. Dejo de besar y lamer sus piernas y me levanto para cumplir el deseo de mi Ama, mi sexo está en erección y mi Ama tocándolo descaradamente dice
“Vaya con el vejete, como se ha puesto”
al tiempo que decía esto iba tocando y palpando mi sexo sin pudor, esto provocaba espasmos eréctiles de mi sexo y cada vez un estado más próximo a la eyaculación. Al notar estos espasmos mi Ama dice:
“No se te ocurra correrte en este momento, sabes que debes tener mi consentimiento”.
No mi Ama, contesto rápidamente, pero es que con su contacto yo no puedo contener mis deseos. “Bien” dice ella retirando su mano de mis testículos. Vamos a ayudarte a contener estos deseos. Acércame la caja pequeña que esta sobre la mesa. Voy hacia la mesa y cojo una de las cajas que mi Ama había sacado de la tienda aquella misma mañana cuando nos conocimos, se la entrego y ella saco de la caja un raro artilugio y unos anillos de diversos tamaños.
“Vamos a ver cómo te quedan estos anillos”, y mientras está hablando coloca paulatinamente 3 anillos, uno ancho en la base de mi pene, otro algo menor a mitad del pene y el último más estrecho en la base del glande.
“Bien, esto te ayudara a mantener la erección, pero también te ayudara a retrasar la eyaculación”
“Gracias mi Ama” digo Yo, “Pero con su contacto al ponerme estos anillos mi incontinencia ha aumentado.
“Bueno, vamos a ver si le ponemos remedio y ayudamos a tu voluntad de detener esta eyaculación, Porque desearas cumplir la norma de no correrte sin el consentimiento de tu Ama, verdad.”
“Desde luego mi Ama, pongo toda mi voluntad en contener mi deseo, pero este puede más que mi voluntad y suplico su ayuda para contenerme”.
Mientras mi Ama está colocado en la base de mis testículos, un aro metálico abierto y con un tornillo en el lado de la obertura que va enroscando y cerrando el aro estrangulado la base de mis testículos con gran presión.
Con todo ello mi sexo continúa aumentando su erección, pero todos los anillos que me ha puesto mi Ama comprimen y estrangulan mi sexo. Pero mi deseo es cada vez mayor y no puedo más que suplicar a mi Ama.
“Por favor mi Ama, le suplico que permita aliviarme de este deseo incontenible”
“Tú te correrás cuando yo te lo permita, no antes.”
Si mi Ama, Gracias, mi Ama, pero vuelvo a suplicarle que me libere, no puedo contenerme y me duele todo mi sexo, se lo suplico, la próxima vez estaré mejor preparado, ahora no puedo contenerme más o pienso que todo mi sexo va a explotar.
“Contente y no me defraudes el primer día”
dice mientras se levanta y coge una fusta que esta encima de la cómoda a su alcance.
Yo noto que mi cabeza pierde lucidez y que mi sexo parece que va a explotar, creo que voy a desmayarme y en este momento mi Ama empieza a azotarme con fuerza a la vez que grita
“!!!Córrete esclavo!!!, suelta toda la leche de tu cuerpo”
Con el primer golpe y con el grito de autorización de mi Ama, mi sexo explota en un éxtasis de placer nunca sentido y con un escándalo de semen disparado a distancia, que ni en mi juventud había conseguido.
La sensación ha sido tan grande que mi cabeza pierde riego sanguíneo y mi conciencia desaparece unos instantes, nunca había experimentado una sensación igual y un placer tan intenso.
Todo ello desemboca en un deseo de agradecimiento hacia mi Ama y siento solo el deseo de complacerla sin ningún límite. Esta espectacular mujer se ha constituido dentro de mí en lo más profundo de mi alma en mi DUEÑA.