Mi última Sonata - Capitulo 15º - El Padre.

Relato real de mi incorporación no buscada en el mundo de la esclavitud y la sumisión.

Capítulo 15º

El Padre

Madre e hijo han quedado tumbados a los pies de su Ama.

“Bien Salomé, ya has disfrutado follándote a tu madre, ahora espero que seas solidaria con tus compañeros y les ofrezcas también a ellos el placer de poder disfrutar de su bello cuerpo, y espero que la puta de tu madre les ofrezca también las habilidades y el deseo que ha demostrado contigo. Tú la mantendrás cogida por los pelos, mientras tus compañeros se vayan satisfaciendo con tu madre al gusto de cada cual. Y vosotros, esclavos, respetando vuestra jerarquía, ir disponiendo de la madre de Salomé a vuestro capricho”

Teresa es la primera que se tira literalmente a comerle el coño a la mujer fuertemente sujetada por su hijo, mientras Roberto ya le ha metido su enorme tranca dentro de su boca, y cogiéndola la cabeza para moverla adelante y atrás y así conseguir el placer de masturbarse e inundar con su semen la boca de la mujer, cosa que ocurre en pocos momentos, cuando ya el nº 6 ha conseguido meter su polla en el culo, y también en pocos momentos vemos como su leche resuma por los bordes del ano de la mujer. Yo estoy lleno de deseo por el hermoso cuerpo de la madre de Salomé, pero petrificado por los acontecimientos no logro reaccionar. La tranca de Roberto es sustituida de inmediato por la polla de Arsenio y el vacío que deja el nº 6 lo cubre con celeridad la polla del joven Sergio. La rapidez con que ambos estallan, me indica, que no soy el único sobrepasado por la excitación y el deseo que lo que estamos contemplando nos provoca.

La mujer a pesar de todos los abusos responde con suspiros y movimientos que indican la proximidad del placer, por la forma arto experta de Teresa que pone todo su deseo y su sabia experiencia para extraer y producir las sensaciones placenteras que van a llevarla al clímax sin remedio. Hay lamentos, chillidos y gritos, que tanto pueden ser de dolor como de placer.

Se oye la voz del Ama Dolores: “Teresa, eres capaz de dar placer hasta en el infierno, continúas siendo la mejor comedora de coños que he conocido, deja la mujer y ven a comerme el mío, me he puesto cachonda y solo tú sabes darme lo que deseo”.

Ángel, el padre del Ama, al ver el coño de la mujer libre, coloca su semirrígida polla dentro, empezando un movimiento pausado pero continuo, que permite masajear su polla con el coño de la bella mujer, esta aun excitada por el orgasmo producido por la experta Teresa, reacciona con movimientos cada vez más sincopados, que la llevan a un nuevo orgasmo y provocan el del viejo sátiro.

Yo continúo lleno de deseo de poseer aquel hermoso cuerpo, es Marisa quien me empuja diciéndome:

“Nº 8, espabila si quieres follartela, porque el Ama nos cortará en cualquier momento, yo voy a ponerle mi coño en su boca, tu aprovecha el coño que ha dejado libre el otro viejo, o te vas a quedar sin premio.

África, sin demasiado entusiasmo, está chupando y mordiendo los heridos pezones de la mujer, yo con la polla en erección, excitado por la visión de la desnudez de la mujer, y el comportamiento de mis compañeros, meto mi polla en aquel deseado recinto que me tiene fascinado, sin poder resistir más mi fuerte deseo y motivado por las palabras de Marisa. Mis movimientos son más nerviosos de lo que deberían, debido a mi excesiva excitación, los acompasados movimientos de la mujer relajan mi nerviosismo, siento como el placer me va invadiendo, al tiempo que noto como mi escroto está siendo chupado y lamido con sabiduría, percibiendo a Lolita, que está chupando el culo y el perineo de la mujer, al tiempo que también alcanza mis huevos, con todo ello me corro con un éxtasis prolongado.

“Bien, ya habéis celebrado la adopción de la nueva a esclava, parece que todos estáis satisfechos, solo me falta la confirmación de que su entrega es incondicional. Hare unas pruebas para confirmar su lealtad y terminaremos todo lo referente a mis esclavos, para que podáis reanudar la vida cotidiana que interrumpisteis con la llegada del muchacho que estoy transformando en una bonita y buena esclava”.

“Salomé suelta ya a tu madre, Marisa la llevara al jacuzzi para limpiarla y comprobar si tiene alguna herida, que se le atenderá debidamente. Después de atenderla, que vuelva a presentarse ante mí”.

Marisa acude y se lleva a la mujer para atenderla según ha mandado el Ama Dolores.

Las 3 Amas se sientan tranquilamente en la mesita, mientras van hablando de lo que está ocurriendo con la aparición de cierto virus, que la OMS ha declarado pandemia mundial.

“No quiero estar lejos de casa, por si este virus complica la situación, mejor estaremos en la finca que en medio de Barcelona. Por esto quiero acabar de una vez con estas domesticaciones lo antes posible, y poder regresar tranquilamente a la finca. Esta nueva esclava no tiene condiciones de sumisa, tendré que anular su voluntad por intermedio de su hijo, solo con el temor de lo que pueda hacerle a su hijo se me entregará. Ahora cuando vuelva empezaré la presión, quiero acelerar su entrega lo máximo posible, pero manteniendo la máxima efectividad”.

La madre de Salomé ya está de vuelta acompañada de Marisa. La visión de las 2 mujeres desnudas, ambas con unos hermosos cuerpos, llaman la atención de todos los presentes y a pesar de las satisfacciones pasadas, siento estimular mi libido.

La mujer se planta delante de la vieja Ama de forma desafiante, como demostrando que no va a someterse a sus demandas.

“Quiero verte de rodillas ante mí, besar mis pies y pedirme que te tome como esclava y te use a mi capricho. Parece que tu actitud desafiante quiere demostrarme que no vas a claudicar ante mí. Pues bien, aquí vez a tu hijo, que, si sabe de los argumentos que uso para convencer a los recalcitrantes, el pagara por tu desafío. Seguidamente voy a castrarlo delante de ti, y me asegurare que tú lo veas, mientras le estoy torturando.”

El hijo que esta presenciando el enfrentamiento, con fuertes temblores y con voz quebrada se dirige a su madre llorando y suplicándole que cumpla los deseos de su Ama.

“Madre, os lo suplico hacer lo que el Ama os mande, yo ya no puedo resistir más, prefiero la muerte a que me continúen torturando cada vez más intensamente”.

La madre ante el desespero de su hijo se tumba ante la vieja Ama, y besa y lame sus pies, mientras jura servir y acatar todos sus deseos.

“Tu rebeldía no puede quedar sin recibir castigo, pero gracias a tu sumisión y entrega, tu hijo solo recibirá la mitad del castigo, pero debes escoger cuál de los dos testículos eliges para extirpar, sino eliges ninguno le sacaré los dos”.

El sadismo de la vieja Ama queda patente, obligando a la madre a escoger la tortura de su hijo.

“También eres responsable del sistema que empleare. Si hubieras sido más obediente, hubiera empleado un cepo de estrangulamiento, que en pocos días elimina los testículos sin dolor por la falta de irrigación sanguínea, pero debido a tu comportamiento tu hijo será capado como los esclavos el siglo XVIII, abriéndole el escroto y cauterizándole la herida al fuego.

Oídas estas palabras, Salomé completamente descontrolada, y con fuertes convulsiones, suplica para que no se le castigue, aduciendo que el se ha comportado siempre obedientemente y con lealtad.

“Os suplico mí Ama que no castiguéis en mi los fallos de mi madre, no puedo soportar más suplicios, descargar vuestra ira sobre ella, que no cumple con vuestros deseos, yo os soy fiel y obediente y cumpliré siempre todos vuestros deseos”.

La claudicación de la joven, acusando a su madre ante el terror de las nuevas torturas, me produce un estado deprimente, creo que compartido por todos los demás, a excepción de las Amas que sonríen ante los signos de entrega de la aterrorizada Salomé.

“Tu madre debe aprender cual es la obediencia y entrega que Yo exijo a mis esclavos, y mientras no este convencida de que se rinde y entrega por completo a mis deseos, tu pagarás en tus carnes la renuncias de tu madre. Por injusto que te parezca mi decisión es la que me conviene y es la que aplicaré hasta llegar a tu sacrificio total”.

La madre completamente desquiciada ante la desesperación de su hijo no para de suplicar y afirmar su total entrega al poder del Ama.

“Os juro por lo que más quiero, que os seré siempre fiel y obediente, os suplico perdonéis mis faltas y que caiga sobre mí los castigos que tengáis a bien aplicarme, librad a mi hijo de más torturas que pueden llevarlo a la locura”.

“Esto es lo que conseguiréis si vuestra entrega no es total, vuestras faltas pueden llegar a que determine torturar a vuestro hijo hasta la locura e incluso la muerte si me falláis una sola vez”.

“La madre fuera de sí, besa y lame los pies del Ama, afirmando una y otra vez sus deseos de servir y cumplir hasta la muerte todas las ordenes y deseos del Ama”.

Soy vuestra esclava y os suplico useis de mi a vuestro antojo, no tengo otro deseo que satisfaceros, permitir que, con mi cuerpo de placer al vuestro, de la manera que más os plazca.

“Ahora os exijo no solo vuestra entrega total, ahora deseo que me améis y deseéis con pasión de mujer. Quiero sentir vuestro deseo de mi”.

“Ama, verdaderamente vuestro poder hace nacer en mi la admiración y adoración que me lleva al amor, mi cuerpo vibra ante vuestra presencia y a pesar del absurdo, el terror que me produce vuestra presencia estimula por otra parte mi admiración y mis deseos de entrega. No se si es amor, pero mi cuerpo vibra y goza al estar junto a vos.”

Realmente viendo lo que esta pasando, pienso que la mujer esta explicando lo que realmente a ocurrido. Los hechos están demostrando que realmente la admiración a llevado a la mujer ha sentir este sentimiento de amor.

“Parece que te estas convirtiendo en la esclava deseada. Como Ama siempre debo cumplir mis promesas, espero decidas cuál de los testículos de tu hijo debo extirpar. No valen más suplicas ni ruegos en contra de mis decisiones, ya te he dicho que lo que un Ama promete siempre se cumple”.

La mujer ya debe estar más que convencida de que las decisiones de su Ama no tienen marcha atrás, ya que con voz queda se la oye decir:

“Que sea el testículo izquierdo, y os suplico obreis con el máximo cuidado en atención al amor y admiración que os profeso”.

“Bien, así será. Marisa tráeme el maletín de capar esclavos. Tengo prisa en acabar esta función”.

“Arsenio y Roberto, tumbad a Salomé en una camilla de servidumbre, dejarlo fijamente atado para que yo pueda actuar cómodamente”.

Estos cogen a la temblorosa Salomé y la tumban y fijan fuertemente en la camilla. La infeliz esta sudando copiosamente debido a la tensión ha que esta sometida y sus sollozos se escuchan en toda la sala.

“Sentad a su madre enfrente de la camilla, quiero que contemple directamente la castración de su hijo. Y tu madre no cierres los ojos o coseré tus parpados”.

A estas alturas la madre y todos somos conscientes que las promesas del Ama Dolores son de inmediato y seguro cumplimiento.

El Ama se acerca a la camilla y abriendo el maletín que trajo Marisa saca un escarpelo, se enfunda unos guantes de látex y rocía el escroto de Salomé con Betadine. Acto seguido con pulso firme hace una escisión en el escroto y extrae con cuidado el testículo.

“Pásame la plancha para cauterizar la herida”.

Marisa le pasa una barra de hierro con una plancha en el borde al rojo vivo, que aplica sobre la herida del escroto abierto. El angustioso grito emitido por Salomé me impresiona y creo que impresiona a todos los presentes.

“De momento hemos terminado el trabajo. Ahora es el momento de que cumplas tu promesa y quiero notar tu deseo de mí y sentir el placer que me proporciones con tu cuerpo”.

Dice la vieja Ama dirigiéndose a su esclava.

Esta, ansiosa se abalanza a los pies de su ama y empieza a besar y acariciar su cuerpo de manera que ciertamente demuestra un deseo carnal evidente.

Ambas mujeres se entregan a las caricias y deseos de forma evidentemente intensa y los suspiros y gemidos no tardan en oírse mientras se han instalado en un 69 que al poco las lleva al orgasmo de manera algo bestial, por los gritos y gemidos que emiten.

“Ha sido un día intenso mandaré a recluirse a tu hijo en su caja, y tú me acompañaras a mis habitaciones. Deseo retirarme a descansar con mi nueva y querida esclava”.

Pone un collar y cadena a su esclava y se dirige con ella al ascensor, que se abre y entra en el desapareciendo de nuestra vista.

“El n º 8 que se acerque para cambiarle el dildo anal. El resto de la jornada será libre para todos, mañana a las nueve reprenderemos la rutina diaria”.

Yo me presento delante de mí Ama, me arrodillo y beso sus pies como es de rigor.

“Ponte de cuclillas con las piernas separadas y con el culo hacia mí, para que pueda cambiarte el dildo de principiante por un número mayor”.

Me pongo en la postura mandada y noto como extraen el dildo de mi culo y con dificultad me penetran con uno que me produce más dolor e incomodidad.

“Bien de momento este servirá para un par de días, luego ya pondremos uno que deje tu culo más preparado para su uso. Alba vamos a retirarnos nosotras también, dejaremos a los esclavos que descansen, para que mañana estén listos para reanudar las tascas rutinarias”.

Una vez las Amas han salido del sótano, una sensación de esparcimiento recorre nuestra sala de esclavos. Quien más o quien menos ha vivido las experiencias del día de una manera tensa y ahora puede abandonarse al relax necesario.

La memoria del resto del día está en blanco solo recuerdo la grata sensación de descanso al final del día.

Me despierto con una sensación extraña, son más de las ocho y no hay movimiento en la sala, parece que los desayunos tampoco están en el torno. Me acerco a Marisa para preguntarle que está sucediendo.

“No se que ocurre, es extraño que no hayan bajado los desayunos, el Ama es amante de la rutina y no comprendo que puede haber sucedido”.

Entonces se oye la voz de la Ama Sara por los altavoces:

“Arsenio, pasa la cadena de fijación por los aros de todos los esclavos incluyéndote a ti y cierra el candado”.

Hay una larga cadena de hierro fijada firmemente en el suelo, Arsenio va pasando la cadena por cada uno de los aros ce acero que tenemos en el tobillo, por último, pasa por su anillo y cierra la cadena en un anclaje en el suelo, con un gran candado. Así quedamos todos los esclavos inmovilizados sin poder desplazarnos del lugar en que nos encontramos.

Se oye el ruido del ascensor que esta descendiendo y al abrirse aparece un gran y fuerte hombre con un cuchillo puesto en la garganta de la joven Ama Alba y la madre de Salomé agarrando por los pelos al Ama Dolores.

“Manda salir a mi hijo de la caja o tu nieta pagara las consecuencias”.

La vieja Ama acciona su mando y Salomé sale de la caja y al ver a los presentes exclama:

“Padre, ¿qué estás haciendo?

What do you want to do ?

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