Mi última Sonata - Capitulo 12º

Relato real de mi incorporación no buscada en el mundo de la esclavitud y la sumisión.

What do you want to do ?

N

Capítulo 12º

El poder total

“Bueno ya tenemos el primer desmayo, tenemos que reanimarlo para conseguir desequilibrar su psique, hay que barrer su personalidad totalmente. Debe comprender que no le quedan esperanzas de defensa ni posibilidades de poder ser rescatado o socorrido. No podemos detener la tortura. Quiero la aniquilación total de todo su mundo, hay que continuar”.

“Arsenio, échale un cubo de agua fría a ver si lo despertamos”.

Arsenio cumple con diligencia la orden de la vieja Ama, y el torturado muchacho vuelve relativamente a un estado de conciencia.

Su torturadora se planta a un palmo de su cara y lo mira fijamente y con una media sonrisa burlona, le besa y muerde en los labios aun doloridos por las grapas con que le cosió la boca.

“Igual me enamoro de ti, siempre me han gustado las nenas y tu al primer dolor te desmayas como una pequeña nenaza. Ya me dirás que harás cuando te aplique dolor de verdad, hasta ahora esto ha sido solo puro calentamiento”.

Al muchacho aún medio inconsciente, el mordisco y las palabras lo traen a la realidad, y sollozando empieza a pedir clemencia y piedad.

“Te dije que te arrancaría 2 uñas y solo te falta una, voy a terminar el trabajo, pero ahora nadie te chupara la polla, ahora te follaran mientras te la arranco”.

“Tú Marisa, que pesas algo más que Lolita me servirás. Anímale la polla para que puedas cabalgarlo mientras yo le arranco la uña. Con tu peso y tus movimientos conseguiremos que se le claven más profundamente los pequeños clavos de su silla”.

El pavor se refleja en los ojos del muchacho, y con lloros va implorando piedad y clemencia.

“Detenga este suplicio, se lo suplico mi Ama, seré su esclava, su sirvienta o lo que usted desee, pero detenga este tormento”.

El Ama como si no lo oyera, pide la presencia de Arsenio.

“Cuando Marisa este montando a la nenaza, quiero que enciendas la plancha que hay bajo sus pies, hasta que huelas a quemado. ¿Entendido?”

“Si, Ama”. Responde Arsenio.

“Esta vez vamos a hacer un completo. Alba, a ti te gustará asfixiar a la nenaza, colócale una bolsa de plástico al muchacho y cuando veas a Marisa adelantada en su trabajo, cierra la bolsa y mantenla cerrada hasta que veas que está a punto del desmayo, observa con cuidado, no vayamos a quedarnos sin juguete. No sé porque, pero la asfixia hace empinar las vergas y ayudará a completar el numero”.

Marisa ya está acariciando y chupando la polla del desgraciado muchacho, mientras Arsenio se ha colocado a los pies y espera el momento para accionar el encendido de la plancha donde se apoyan los pies del torturado joven. Parece que a pesar de la situación Marisa es capaz de hacer reaccionar el sexo del maltrecho muchacho, y cuando lo ve suficientemente poderoso se sienta sobre él y empieza a cabalgarlo. Sus movimientos y su peso hacen que los pequeños clavos de que esta provista la silla, se claven más profundamente en sus carnes, pero, los expertos y cada vez más lentos movimientos circulares de la mujer, hacen que al muchacho se le escapen pequeños suspiros de placer, Alba cierra la bolsa de plástico para impedir la respiración del infeliz, y Arsenio a conectado la parrilla, mientras Marisa empieza a gemir y suspirar de placer:

“¡¡¡Como crece la condenada!!! Suelta ya tu leche, polla querida”

Chilla y gime de placer mientras se viene y el muchacho parece que también ha vaciado sus huevos hasta la última gota.

La sádica Ama a arrancado la uña mientras el torturado se estaba corriendo lo que ha provocado unos fuertes y estremecedores alaridos que nos han puesto a todos los pelos de punta. Con todo el dolor sufrido más la quemazón que ahora reciben sus pies, el muchacho vuelve a desmayarse.

“Bueno, veremos cuantas veces se nos va a desmayar antes de que vea mi poder absoluto, y comprenda que puedo infringirle dolor hasta su destrucción.

“Voy a tomarme un café. Reanimarlo y cuando despierte sacarlo de la silla y dejarlo de pie. No os preocupéis, se quedará tal como lo dejéis”.

Las 3 Amas van a sentarse en la mesita que hay en la sala.

“Traernos 3 cafés con leche y unas ensaimadas que aún no hemos desayunado.”

Dice el Ama Sara.

“Yo estoy algo excitada y necesito que padre me haga una buena comida de coño, como él sabe hacer”.

“Tu, viejo esclavo ven a dar placer a tu Ama”.

Rápidamente el viejo caballero, que ahora desnudo y arrodillado no lo parece tanto, se acerca a donde están las Amas.

“Besa el coño de tu mujer y tu hija en señal de tu sumisión y luego vas a comerme el coño, pero con ganas, pues si no quedo satisfecha apechugarás con las consecuencias y, además te pondré de rodillas cara la pared para que no veas lo que estamos haciendo con el muchacho, sé que te encanta ver torturar a los demás. Sabes que no me tiembla la mano a la hora de castigarte”.

El humillado padre hace lo mandado y luego emprende la labor de masturbar a su hija.

“Chúpame el culo también que me gusta mucho”.

El hombre se afana en su labor y poco a poco la pequeña Ama va soltando suspiros que devienen en gemidos, mientras coge la cabeza que le está chupando el coño y la aprieta fuertemente contra él.

“Bien, ahora ya puedo pensar en el trabajo, necesitaba un relax”.

“Nosotras esperaremos a terminar el trabajo, antes de darnos un relajo. ¿No te parece Sara?”.

“Si, madre, creo que será lo mejor”.

“Bueno, ya hemos descansado y tenemos que volver al trabajo, creo que la fruta está a punto de caer madura”.

Se levantan y se dirigen hacia donde está el infeliz muchacho, que siguiendo las instrucciones del Ama han sacado de la silla y dejado de pie a la espera de la llegada de las Amas.

Cuando divisa a las Amas, su cuerpo se pone rígido y sus ojos expresan terror. La vieja Ama alarga la mano para coger la cabeza del muchacho y este empieza a temblar y tener convulsiones al tiempo que se mea encima y cae postrándose, como adorando a su torturadora.

“Soy vuestra esclava y merezco todos vuestros castigos, haced conmigo lo que os plazca”.

“Esclava, besa la mano que te castiga, lame los orines que has soltado y ve a sentarte al sillón de dentista que se ve al fondo”.

“El muchacho ya está roto, pero lo remacharé con más dolor para doblegarlo con suficiente intensidad para que no haya camino de vuelta”. Dice dirigiéndose a las 2 Amas que le acompañan.

El muchacho se está afanando en limpiar el suelo tragando sus orines por completo, y luego se dirige al sillón tipo dentista que hay en la sala y se sienta en el obedientemente.

Arsenio y Roberto, ir e inmovilizar a mi nueva muchacha, para que yo pueda trabajar a gusto.

Estos prestamente acuden e inmovilizan al muchacho tanto el cuerpo como la cabeza.

“Ya queda poco para tu transformación. Ahora, repasaré tu boca, limpiaremos tu uretra y te marcaré con mi divisa y te daré nombre, para el reconocimiento de los demás”.

El muchacho medio solloza, pero sin ni una sola palabra, mientras todos contemplamos aquel cuerpo desnudo por completo, aún bello, manchado de sangre que le sále de las pequeñas heridas producidas por los clavos de la silla al que he estado atado más de 12 horas. Parece como ido, con la vista perdida y una expresión de ausencia, con toda seguridad debido a las ultimas horas vividas, más el tormento de la silla que le ha impedido el sueño.

El Ama saca un artilugio, que ahora sé que es un dilatador de uretra, coge el pene del muchacho y ancla el anillo en la base del glande e introduce las 2 varillas de unos 10 centímetros en la uretra. Las varillas están unidas a unos tornillos que el Ama empieza a enroscar produciendo la dilatación de la obertura de la uretra, dejando esta ensanchada y presentando un espacio que permite que pueda introducirle cualquier cosa.

El joven esta como ausente, hasta que la sádica Ama saca unas ortigas de su bolsa y empieza a introducirlas dentro del conducto uretral del desgraciado muchacho. Como si despertase de un sueño empieza a chillar mientras el Ama retira el dilatador de uretra y ahora le introduce una sonda vibradora que hace que las ortigas que le ha introducido se esparzan por el interior. Los chillidos reflejan un estado de histeria en el torturado. Los picores deben ser inaguantables, pero al mismo tiempo el vibrador uretral produce sensaciones de placer, todo ello es lo que produce un estado de histeria en el muchacho.

“Por favor Ama corteme la polla no puedo aguantar este picor, se lo suplico por lo que más quiera”

“Tranquila, no seas nenaza, olvida el picor y céntrate en el placer que te produce la sonda, así conseguirás correrte y aliviaras la comezón que te molesta”.

Mientras acaricia el pene del muchacho para aumentar su placer.

“Abuela, déjame trabajarlo a mí, conseguiré que explote a pesar de las ortigas”.

“Bueno Alba, pero ve con cuidado, hay restos en la punta de la polla”.

“No te preocupes, igual me estimulan”.

Y la joven Ama empieza a lamer y chupar por todo el miembro del infeliz muchacho, y tal como predijo con la acción de la sonda, más la manipulación que hace la joven experta con las manos y boca, al poco el muchacho empieza a tensar el cuerpo y es eminente que está próximo al orgasmo. No puedo decir si sus gritos son de dolor o de placer, pero el joven descarga sus huevos en una intensa corrida que expulsa a pesar de la sonda.

“Esta chica disfrutará hasta en el infierno al que la voy a llevar”.

“Marisa tráeme un abrebocas metálico”.

Esta acude inmediatamente y entrega al Ama, un artilugio de acero inoxidable.

“Abre la boca”.

El muchacho como un autómata abre la boca, el Ama le coloca el abrebocas mientras va informándole lo que va a hacerle.

“Ahora repasaré tu boca y te arrancaré un par de dientes, como no dispongo de anestesia lo aremos a lo vivo, así disfrutaré yo también un poco”.

El muchacho ya ni reacciona, solo llora desconsoladamente.

“¿Qué te parece la idea?

“Yo, mi cuerpo y mi vida le pertenecemos, usted es mi dueña y yo no tengo derecho ni a pensar”.

Bien, muchacha, empiezo a estar satisfecha con tu comportamiento. Queda poco para que dé por buena tu conversión.

Ahora la vieja Ama coge unas alicates de dentista, y empieza hurgar dentro de la boca del muchacho, parece que las a fijado y empieza a hacer movimientos intentando arrancar el diente que tiene presionado, el chico empieza a chillar y el Ama parece no tener la fuerza suficiente para conseguir la extracción.

“Madre, déjame a mí, hace falta mas fuerza para arrancar los dientes y más estando sanos como el que intentas arrancar”.

“Lo se hija, no es el primero que arranco. Acaba tu la faena antes que la nena se nos desmaye y no sirva para nada el esfuerzo”.

El Ama Sara con unos movimientos precisos extrae el diente del infeliz. Es como si tuviera experiencia en estos menesteres. Mientras los gritos del muchacho son cada vez más desgarradores en consonancia con las dolorosas manipulaciones que sufre.

“Continua Sara, pero ahora extráele una muela que producirá más dolor”.

Mientras está hablando, se acerca a la cara del aterrado muchacho y lame las lagrimas que surcan su rostro.

“Mírame fijamente y no olvides nunca que tengo todo el poder sobre ti, tu vida esta solo para servirme y obedecerme, y júrame en este momento que tu entrega es total”.

El joven la mira aterrorizado y completamente ido, y la vieja sádica con un guante provisto de pinchos le aprieta la polla que empieza a sangrar, al tiempo que pregunta:

“¿Vas a jurar o pasamos al próximo grado de dolor?”

“Juro por lo que mas quiero que me entrego por completo a vuestro poder y que deseo permanecer bajo el hasta mi muerte”.

“Bien Sara, termina el trabajo para sellar el pacto y luego lo marcaré con mi divisa y le pondré nombre”.

“Con este sacrificio acepto tu total entrega y te tomo como mi esclava.”

Dice la vieja Ama al oído del torturado joven, mientras su hija arranca la muela que tenía fijada en sus alicates.

No hay gritos desesperados porque el muchacho ha caído desmayado durante la extracción que ha practicado el Ama Sara.

“Ya me he apoderado de su cuerpo y de su espíritu, su vida ya no le pertenece y es él el que desea que me pertenezca a mí”.

“Buen trabajo, abuela”.

Dice la entusiasta Ama Alba.

“Dejarlo descansar 5 minutos y luego despejarlo y soltarlo de la silla”.

Y las 3 Amas se dirigen nuevamente a sentarse en la mesa donde han desayunado, mientras yo y los demás esclavos continuamos arrodillados y completamente silenciosos para no llamar la atención de las Amas.

“Ya he barrido ha este sujeto y he destruido su personalidad”.

“Pero deberemos tener cuidado en su vigilancia, podría traernos problemas si logra escapar”.

Dice la joven Ama Alba.

“Ya no debemos preocuparnos de él, el mismo se auto vigilará.”.

“¿Tú crees?, abuela”.

“Luego te lo demostraré”.

“Que venga mi esclava”.

El desconcertado muchacho ya ha sido reanimado y está de pie y sin mover un solo dedo.

Al oír la voz de su Ama empieza a temblar y andar hacia ella, al llegar a su altura y verla directamente sus tembleques se convierten en convulsiones y suelta completamente sus esfínteres tanto anal como el de su vejiga, tumbándose en el suelo pidiendo perdón y piedad por su falta.

“Esta vez no voy a castigarte, porque me satisface ver que he conseguido lo que te prometí. Comete y limpia todo está porquería que has sacado y luego levántate y ven para que te marque con mi divisa y te dé un nombre”.

El muchacho sin ningún recelo hace lo que su Ama le ha mandado y luego tembloroso se presenta delante de su Ama, se arrodilla y inclina la cabeza en completa sumisión.

“Marisa, enchufa y trae mi hierro de marcar”.

Esta trae un hierro que termina en una especie de corona de unos 3 centímetros, completamente al rojo vivo. Supongo debe tener una batería que posibilita su incandescencia.

“Saca la lengua, para que pueda marcarte”.

El muchacho sin la menor reticencia saca la lengua y la deja expuesta al alcance de su Ama, esta la aprisiona con unas pinzas y le aplica el hierro candente dejándole la señal del hierro en medio de la lengua.

“Muy bien, esclava. Ahora descapulla tu polla y mastúrbate para que coja un tamaño suficiente para poder poner mi marca en ella”.

El muchacho hace lo que su Ama le ordena y a pesar de su estado empieza a masturbarse para conseguir una erección que presente suficiente superficie para poder recibir la marca de su Ama.

“Abuela, déjame que le ayude. Así iremos más rápidos, sabes que me gustan las pollas y más si están sangrando como esta”.

Y la joven Ama se acerca al infeliz y empieza a chuparle y lamerle el escroto hurgando al mismo tiempo con sus dedos el ano del joven, que rápidamente reacciona empinando su miembro.

“Ya es suficiente, aguanta el pene, tenlo quieto, no quiero que la marca salga borrosa”.

Y mientras dice esto, clava el hierro en la superficie del glande, y el joven aguanta tenso, pero con solo un pequeño grito de dolor.

“Y con esta marca te doy el nombre de Salomé, para que bailes y seas la distracción y la servidora de todos los presentes”.

“Gracias mi Ama, seré una buena esclava y también una diligente sirvienta”.

La vieja Ama blandiendo una de las cucharitas que había sobre la mesa, le dice mirándole fijamente a la cara.

“¿Ves esta cucharita? Si me fallas una sola vez te sacare con ella un ojo a lo vivo, y sabes que no amenazo en vano”.

“Puede estar convencida que nunca voy a desobedecerla pida o haga lo que sea”.

“Bien, quedas advertida. Marisa, átale la polla y los huevos y escóndelos entre las piernas para que mientras no decida operarlo tenga más presencia de mujer.”

Marisa maniobra al parecer con experiencia y deja al muchacho con una entrepierna limpia y sin atisbos de su sexo.

La vieja Ama saca un billete de 5 euros y dirigiéndose al muchacho, dice:

“Que te den ropa para vestirte y vas al quiosco que está en la rambla, compras La Vanguardia y me la traes que necesito leer las ultimas noticias sobre el virus que esta rondando por la ciudad”.

“Pero abuela, como vas ha dejarlo salir de la casa, si se escapa, nos puede traer problemas”.

“Ya te he dicho antes que te demostraría que estás equivocada, tú ves al muchacho que llego ayer a nuestra casa, pero ahora es Salomé y es incapaz de hacer nada sin mi permiso. Darle ropa de mujer y acompañarla hasta la puerta para que pueda ir a comprarme mi periódico”.

Entre Arsenio y Marisa visten al muchacho con ropas de mujer y Arsenio lo lleva al piso superior para franquearle la salida al exterior.

Todos hemos quedado expectantes frente al desafío que representa la salida del muchacho. El tiempo pasa lentamente y la angustia de que el joven no vuelva esta en la mente de todos menos en el de la Vieja Ama, que reclama la presencia de Teresa.

“Teresa, ven y dame un buen orgasmo que creo me lo he ganado con creces”.

Teresa acude rauda y se zambulle directamente en la entrepierna del Ama, mientras esta se estira lánguidamente para saborear el trabajo de la experta Teresa.

El tiempo pasa y la intranquilidad y la inquietud de todos aumenta hasta el momento en que oímos el sonido del timbre de la casa. Nos miramos con incredulidad que aumenta al ver aparecer a la joven Salomé. Así la llamaré a partir de ahora pues creo que la vieja Ama tiene realmente el poder de transformar a las personas.

“Ama, aquí tiene su periódico y el cambio de su billete”.

© Sor Nomar

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