Mi última Sonata - Capitulo 11º
Relato real de mi incorporación no buscada en el mundo de la esclavitud y la sumisión.
Capítulo 11º
Sometimiento del Macho Alfa.
Las Amas se han retirado y yo y los demás esclavos estamos alucinados contemplando al muchacho que han dejado sentado y amarrado en esta silla tan especial. Nadie se atreve a comentar nada y el silencio es lo que domina el ambiente.
“Dejar de pensar en lo sucedido, y procurar descansar esta noche, mañana deberemos estar muy atentos sino queremos caer en el enfado de nuestras Amas”. Dice nuestro compañero Arsenio.
Pienso en lo acertado del consejo, mientras me dirijo a mi catre de descanso, pero no puedo sacar de mi cabeza la visión del infeliz muchacho, con los huevos clavados y su pene traspasado. Esta visión me paraliza de terror pensando lo que mi Ama puede hacer conmigo si contrarío sus deseos.
Intento pensar en otras cosas para poder conciliar el sueño, pero del fondo de la sala llegan los sonidos angustiosos del muchacho que me lo impiden.
Va pasando el tiempo y el sueño me va venciendo a pesar de la angustia que me producen los sonidos que el pobre infeliz no deja de emitir. Se nota en la sala una extraña quietud, pero nadie se mueve de sus sitios de descanso y sin darme cuenta me quedo dormido.
Despierto y lo primero que oigo son los continuos lamentos que proceden del fondo de la sala, ahora se han encendido las luces y puedo ver la silla donde el muchacho ha pasado la noche. Por su aspecto sudoroso, pienso que no ha podido dormir debido al tormento que la silla le habrá producido durante toda la noche. Miro el reloj de la sala y son las ocho, rápidamente me levanto y acudo a asearme debidamente antes de que bajen las Amas. Hoy deberé tener mucho cuidado en no enfadarlas, pues no estará el bollo para bromas. Constato que todos mis compañeros tienen mi misma inquietud, todos han acudido con presteza a su acicalamiento y compruebo que lo hacen a conciencia, nadie quiere exponerse a una reprimenda.
Ya han bajado los desayunos, que hemos consumido más rápidamente que otras veces, y estamos todos a la espera de la llegada de nuestras Amas. Falta poco para las nueve y pienso que posiblemente esta será la hora en que aparecerán nuestras dueñas.
Ya son las 9 y se oye el funcionamiento del ascensor. Se abre la puerta y aparecen las 3 Amas. La visión es mareante. Todas de negro, pero con vestidos completamente diferentes. La vieja Ama lleva una elegante falda de cuero hasta el suelo hecha de suave y fina piel. El dobladillo de la falda flota justo por encima del piso, a partir de la rodilla en adelante, se abre en columpio, está cerrada en la parte posterior por una cremallera de unos 20 cm de largo. La joven Ama Alba lleva un Body con escote muy sexy de manga larga, muy ceñido que resalta lo mejor de su cuerpo y que estiliza favorecedoramente su silueta. Su cintura ceñida acentúa la proporción entre pecho y caderas, y con el conjunto de medias de rejilla me deja boquiabierto. Pero lo que veo de mi Ama me pone a cien, y borra de mi cerebro cualquier temor. Lleva un Body de Rejilla muy sexy con encajes de cuerpo entero que destacan su lado más sexy y sensual. Es una pieza única de los pies hasta los hombros que destaca por su ornamentación a modo de liguero en los muslos y su «top» con forma de body que ayuda a remarcar sus caderas. Se ve una abertura en la entrepierna que le permite poder acceder a su partes íntimas sin necesidad de quitarse el vestido.
Todos mis compañeros igual que yo están fascinados por la visión de las 3 Amas, y permanecen de rodillas en la posición de entrega delante de sus jaulas.
Las Amas están ya delante del pobre muchacho, que presenta unos síntomas alarmantes, con los ojos mirando al vacío, sudando por todo el cuerpo y con temblores esporádicos que hacen que los pequeños clavos le vayan hiriendo lo suficiente para verlo con sangre por todo el cuerpo.
Mientras van hablando entre ellas.
“La falta de descanso al no poder dormir y la pérdida de sangre, harán que hoy su voluntad se haya debilitado y estará más dispuesto a colaborar, pero hará falta provocarle mucho más dolor para conseguir doblegarlo totalmente”.
Va comentando la vieja Ama delante del infeliz muchacho, que aumenta sus gemidos y sonidos de dolor como implorando piedad.
“Le voy a descoser la boca, así podre interlocutar con él mientras le estoy torturando y ello también le aumentará el pánico”.
Y dirigiéndose al muchacho le dice:
“Te voy a descoser la boca, pero ya te advertí ayer que si me molestas demasiado con tus gritos y lamentos te cortaré la lengua”.
Pienso que el muchacho ya ha asumido que la vieja Ama no habla en balde, y cualquier amenaza le ira afectando en su seguridad.
Arsenio, quítale la fijación de la cabeza, para que al menos pueda moverla para decir sí.
Arsenio acude rápido y libera la cabeza del desgraciado.
“Bien, he pensado que te convertiré en una esclava para mí, de momento no amputaré tu sexo, pero tu tienes que asumir el papel de chica de manera convincente, así te darás cuenta de la superioridad de la mujer frente al primitivo macho copulador”.
El muchacho, libre la cabeza, hace movimientos afirmativos repetitivos, como para demostrar su acatamiento a lo dicho por el Ama. Esta se acerca al muchacho y con unas tenacillas especiales que lleva en la mano se dispone a sacarle las grapas que le clavo el día anterior.
“Estate quieto que te voy a sacar las grapas, y acto seguido con movimientos expertos, abre las 5 grapas que liberan los labios del infeliz.
“Gracias, señora y estoy dispuesto a acatar todo lo que me proponga sin discusión”. Dice intentando agradar a la vieja Ama.
“Muchacho, te dije que cuando acabara contigo te mearías y cagarías solo al verme, y no te has meado ni cagado, porque aún no he acabado mi trabajo”.
“Señora haré y seré lo que Usted disponga, desde ahora mismo, mi entrega es absoluta y sin reparo, no hace falta que se esfuerce más, reconozco que el único poder es el suyo”.
“Arsenio, vuelve a fijarle la cabeza, pudiendo hablar le sobra todo lo demás. Y acerca la mesa de castigo de manos”.
Arsenio diligente como de costumbre cumplen lo pedido y deja la mesa frente al muchacho, es de madera con pequeños puentes de acero inoxidable con otros más grandes detrás.
“Roberto ayuda a Arsenio. Colocar los brazos y dedos del chico fijos en la mesa”.
Los dos esclavos cumplen lo pedido por el Ama y dejan dispuesto al muchacho según su deseo.
Los brazos y los dedos han quedado inmovilizados por los puentes de acero que se cierran en pivote de la misma mesa.
Quiero a todos los esclavos presentes para presenciar el dolor que ha de sufrir este joven para que yo consiga romperle mentalmente
El Ama se sienta frente al muchacho, le mira fijamente y cogiéndole por la barbilla se acerca a medio palmo de su cara mientras le está diciendo:
“Ahora empezarás a saber lo que es el verdadero dolor y podrás comprobar el placer que me produce torturar tus bonitas manos, es tal el placer que cuando empiezo no se detenerme, ni que oiga las súplicas más angustiosas ni las promesas más firmes. Te participaré siempre cual será el próximo tormento, para que el terror te vaya invadiendo. Simplemente cuanto más dolor sufras más placer recibo, será una mañana de placer para mí y de sufrimiento para ti”.
“Señora, se lo suplico, tenga piedad de este pobre muchacho que esta dispuesto para todo lo que quiera pedirle”.
Me conmueven las suplicas y excitan mis instintos más sádicos. De momento te arrancaré una uña de cada mano. ¿Quieres elegirlas tu?
“Piedad señora por el recuerdo de su madre, por Dios y su Santa Madre, no siga, se lo suplico con toda humildad, reconozco ser un imbécil engreído y siempre respetaré con consideración a todas las mujeres”.
El pobre muchacho ya no sabe ni lo que dice presa de pánico al intuir el sadismo de la vieja Ama.
“Lolita ven que necesito una boca experta para chuparle la polla al muchacho, quiero ver si goza o sufre con el pene anillado y quiero que me avises cuando veas que va a correrse para arrancarle la uña al mismo tiempo”.
El muchacho oyendo al Ama empieza a lloriquear y suplicar sin cordura.
Lolita ya esta chupando la verga del infeliz, que supongo debe intentar resistirse a la felación de la experta muchacha. Cosa que no creo consiga, por lo que se va viendo su pene va creciendo a medida que Lolita lo va chupando.
El Ama ya ha pinzado una uña con los pequeños alicates que tiene en la mano y parece que espera la señal de la niña para actuar, esta se saca el pene de la boca y le dice al Ama.
“No hará falta que le avise, tal como se está poniendo y según mi experiencia no podrá evitar chillar de gusto”.
“Bien, continúa y esmérate”.
Todos estamos expectantes como en una película deAlfred Hitchcock y de repente oímos el grito de placer del joven y vemos como la vieja sádica le arranca la uña y el grito ahora de dolor del infeliz es inenarrable y retumba por toda la sala.
“Ha sido una bonita combinación, ¿no crees?”.
Le espeta la Ama en la cara de su víctima, que continúa sollozando y llorando desconsoladamente.
“Perdón señora, perdóneme se lo suplico por todos los santos del cielo, perdone mi ignorancia y enséñeme el camino correcto para servirle y entregarle mi ser”.
“Primero aprende que no soy una señora, soy tu Ama, dueña de tu vida y de todo tu ser, y tú eres mi esclava y como mujer tienes que comportarte”.
“Si, mi Ama, como Usted decida”.
“Tu voz es demasiado varonil, corrígela o castigaré tu falta de interés”.
Si, mi Ama, pondré todo mi cuidado en corregir mi voz”.
El pobre muchacho intenta aflautar ridículamente la voz que le queda de un ridículo manifiesto.
Las 3 Amas se funden en una sonrisa burlona. Deben pensar en la arrogancia de la llegada del joven a la casa, dándoselas de macho Alfa, y la transformación que representa asumir el papel de mujer.
“Querida esclava, tengo que continuar mi trabajo, puede que ahora sea algo más doloroso para ti, pero como mujer aguantarás mejor el dolor que siendo chico”.
El Ama machaca la personalidad del muchacho con estos continuos ridículos.
“¿Ves estas cañitas de bambú?, pues son tu próximo regalo, te las clavaré entre las uñas hasta que el placer que me proporciones se trasmita a sexo y explote en éxtasis”.
El muchacho o muchacha ya no articula frases coherentes, solo va diciendo: “Piedad, matarme si esto os place pero no me torturéis más no lo puedo resistir”.
“No tienes idea de lo que puedes resistir, aún tengo que divertirme un buen rato contigo”
Y diciendo esto va clavando las cañitas de bambú entre la carne y las uñas del desgraciado, que chilla desmesuradamente y al que le empieza a temblar todo el cuerpo como si un potente frio le envolviera.
Finalmente el chico no resiste más y se desmaya sentado en la silla donde aún está atado.